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Robinson Chiluisa
Alexander Baquerizo
La escultura orgánica u organicista, tendencia que, sin
renunciar a las conquistas abstractas de la escultura
contemporánea, se identifica en cierto modo con la
figuración y más concretamente con la figura humana y
su relación con el entorno natural.
Henry Moore (1898-1986) es un escultor inglés muy
importante en el s. XX. Su lenguaje artístico es muy
personal, aunque, evidentemente, tenga influencias de
todo tipo: desde las concepciones renacentistas de
Miguel Ángel, especialmente en lo que a la talla y a las
grandes dimensiones se refiere, hasta la abstracción
aerodinámica de Brancusi o la de Picasso, pasando por el
arte precolombino. Pero su principal inspiración fue la
vida y la naturaleza.
Intenta también transmitir un contenido
trascendente, que traduzca algo así como la
fuerza vital de cualquier escultura
íntimamente relacionada con el hombre
Lo grandioso de su obra no es sólo su
tamaño, a veces colosal, ni su concepción de
la masa y el volumen, es también esa
capacidad en cierto modo subsconciente de
transmitir sentimientos y sensaciones.
El resultado es un estilo muy personal,
inconfundible, en el que se valora
preferente la masa y su contraste con el
hueco, del que Moore es uno de sus
mejores cultivadores.
Igualmente alterna en sus figuras las
concavidades y las convexidades, como si
ahí estuviera una de sus claves para
transformar la anatomía de un cuerpo en
una imagen de su interioridad, de su
mundo espiritual, en fin, de su auténtico
vitalismo. Por ello en sus obras predomina
la línea curva.
Utiliza todo tipo de
materiales, piedra,
madera, bronce,
incluso cemento
endurecido en
molde y tallado
(aunque,
preferentemente,
utiliza la piedra y
el bronce). Los
temas son
igualmente
variados, pero
predomina la
referencia humana
Escultor Jesús Cobo (Chunchi, Chimborazo,
1953)