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A lo largo de los siglos, la Iglesia ha celebrado el único


e idéntico misterio de Cristo –la tradición litúrgica- se-
gún una diversidad de usos y de costumbres de venera-
ble antigüedad –las tradiciones litúrgicas.

Lejos de dañar a la unidad de la Iglesia, la pluralidad litúrgica cons-


tituye uno de sus más preciados tesoros, como manifestación admi-
rable de su catolicidad y apostolicidad.

Las grandes familias litúrgicas: patriarcados, en el ámbito del Impe-


rio romano (Antioquía, Alejandría, Roma, sedes de origen apostó-
lico; Constantinopla y Jerusalén, sedes de origen conciliar) y katho-
likados, fuera de los confines de la cultura grecorromana (Mesopo-
tamia, Georgia y Armenia).
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En líneas generales, el proceso de configuración de las familias


litúrgicas comprende cuatro etapas:
1. Periodo de gestación de los usos locales, primeras oraciones
para el culto, organización de tiempos litúrgicos (s. II-IV).
2. Periodo de estructuración de las grandes familias impulsado
por la libertad de la Iglesia, compilación de codificaciones de
textos (anáforas), legislación canónico-litúrgica, desarrollo del
catecumenado, articulación del ciclo del año litúrgico, conden-
sación de algunas lenguas litúrgicas, multiplicación de espacios
cultuales (basílicas, baptisterios...) (s. IV-V).
3. Periodo de cristalización de los ritos particulares dentro de las
grandes familias litúrgicas (s. VI-VIII).
4. Periodo de consolidación de la propia tradición y de su poste-
rior transmisión hasta nuestros días.
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Tradición romana, 1

Liturgia propia de Roma y sus diócesis sufragáneas.


Edad Media: se difunde por todo el Occidente.

Hasta s. IV, restos arqueológicos y noticias de


carácter funerario. Se forja el substrato ritual
común a todas la Iglesias latinas: rito paleolatino,
que afectaría no tanto a las fórmulas oracionales
cuanto a las estructuras de culto.

S. IV-VIII: periodo clásico de la liturgia romana (hasta la formación


del Imperio romano-germánico). Primeras compilaciones de formula-
rios litúrgicos: sacramentarios (Veronense, Gelasiano y Gregoria-
no), leccionarios, antifonarios, ordines (“rúbricas”). Lugar espe-
cial: el Canon romano.
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Tradición romana, 2
S. IX-XII: periodo franco-germánico:
El patrimonio litúrgico de la Iglesia romana se extiende por las
tierras sometidas al ámbito de influencia carolingia: Reino de
los francos e Imperio germánico. Tiempo de la cultura románica.

Adaptación del texto romano a las nuevas necesidades da lugar a


una liturgia mixta: formularios para fiestas propias de las Iglesias
locales, misas votivas, fórmulas para que el sacerdote, de modo
privado, en silencio, confiese su indignidad o satisfaga su piedad.

Al final, de manos de los emperadores, la liturgia


romana renovada y adaptada a la sensibilidad de
los pueblos germánicos regresa a Roma, donde
termina sustituyendo a la tradición anterior.
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S. XIII-XV: liturgia de la Curia romana:
Las nuevas necesidades pastorales (frailes mendicantes) exigían
una simplificación de los ritos y libros litúrgicos, para el culto de
comunidades pequeñas, rurales. De este modo surgieron el misal,
el breviario y las sucesivas elaboraciones (s. XII-XIII) de un nue-
vo pontifical, hasta su compilación definitiva (Guillermo Durando,
+ 1295).

La liturgia de la curia romana recoge el espíritu


de la época: gótico y cruzadas. Interés por la
humanidad de Cristo y, en consecuencia, por la
maternidad de María. Nuevas fiestas como la
del Corpus Christi. Procesiones, via crucis, etc.
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S. XVI-XX: La reforma tridentina:

Uno de los objetivos de Trento: res-


tauración del culto. Catálogo de abu-
sos litúrgicos y ritual uniforme para
toda la Iglesia. Un único misal y bre-
viario. Erección de la Congregación
de ritos (1587).

El siglo de la luz (XVIII) y un incipiente mundo secularizado (s.


XIX) contribuyeron a una conciencia eclesial de renovación, raíz
del movimiento litúrgico. Pío XII erigió una comisión especial pa-
ra una reforma. Restauración de la Vigilia Pascual (1951) y de toda
la Semana Santa (1955). Nuevo periodo de reforma litúrgica:
Vaticano II.
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Liturgia afrorromana
Las provincias del África romana (África proconsular, Numidia y
Mauritania) conocieron en la antigüedad tardía un periodo de
esplendor. Testimonios de un rito estructurado y codificado. Pero
esta liturgia no tuvo ocasión de consolidarse a causa de las invasio-
nes vándala y musulmana, durante los siglos V a VII.
Liturgia galicana
Conjunto de tradiciones de culto surgidas durante el periodo en que
la Galia era una provincia del Imperio romano, que alcanzaron una
estructura propia en los reinos francos del periodo merovingio (s.
VI-VIII). En su desarrollo se advierten influjos orientales e itálicos.
Pero la adopción oficial de los libros litúrgicos de la Iglesia de Ro-
ma durante el reinado de Carlomagno, a finales del siglo VIII, su-
puso la definitiva desaparición de los usos galicanos.
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Liturgia ambrosiana
Los usos y costumbres de la Iglesia de Milán se
designan así por su adscripción a la tradición
litúrgica conocida por San Ambrosio en el s. IV.

Tres momentos históricos de esta tradición: roma-


nidad tardía (siglos IV-V), dominación longobarda
(siglos VI-VIII) y periodo carolingio (siglos IX-X).

Sus oraciones tienen un carácter polémico frente a la herejía arriana.


Influjos tanto del Oriente como de otras tradiciones latinas (hispana,
galicana, carolingia...). Ha llegado hasta nuestros días ya que cuando
la reforma tridentina unificó los ritos de toda la Iglesia latina, la dió-
cesis milanesa pudo presentar formularios con más de doscientos
años de antigüedad, límite prescrito por el mandato conciliar.
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Liturgia hispánica
Responde a la tradición de culto que, sobre la base del común pa-
trimonio paleolatino y otros elementos hispanoromanos, se estruc-
turó durante los siglos VI y VII en el reino visigodo instalado en
la península ibérica y la Septimania provenzal. Se llama también
“visigótica” o “mozárabe”pues en un principio la supresión del rito
no pudo entrar en vigor en las tierras islámicas.

Este rito fue suprimido por Gregorio VII (1073), a causa de la sos-
pecha de formulaciones “adopcionistas” en algunos textos. Pero
cuando Alfonso VI reconquista Toledo (1085), concede a la ciudad
privilegio de la celebración en este rito, y por eso ha llegado hasta
nuestros días. Fruto de la revisión según los principios de Vaticano
II: Misal Hispano-Mozárabe (1991) y leccionario (1995).

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