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FACULTAD DE TEOLOGÍA
HISTORIA DE LA IGLESIA MEDIEVAL
APUNTES PARA LA ESTUDIO PERSONAL II
LA RELIGIOSIDAD DURANTE LA BAJA EDAD MEDIA
LA IGLESIA DURANTE EL TIEMPO DE BONIFACIO VIII (1294-1305)
“La Iglesia sale al encuentro del mundo. ¿no es ella, en definitiva, el mundo que sale
al encuentro de su sentido supremo? Ella se inscribe en el dinamismo de un mundo
que está constituido por el esfuerzo humano para desentrañar, expresar y hacer su
propio sentido liberando todas sus potencialidades”. Lucio Gera 1
1
Lucio GERA, “Misión de la Iglesia en la Universidad” en: V. R. AZCUY, C. GALLI, M. GONZÁLEZ, Escritos
teológicos - pastorales de Lucio Gera I, del Preconcilio a la conferencia de Puebla (1956-1981), Buenos
Aires, Ágape, 2004, I, 319-344, 329-330.
1
de los pueblos europeos, y por consiguiente, en el traslado de elementos medievales a
América.
En las manifestaciones religiosas populares convergen tradiciones y experiencias
diversas, que conservan, enriquecen o renuevan creencias y mitos más allá de lo que la
instrucción religiosa y acción pastoral pudieran brindar y que van adquiriendo pluralidad de
formas de acuerdo a las zonas geográficas dentro del mismo contexto cultural.2 Durante esta
época, marcada por la desconfianza hacia la curia romana, se acentúan diversas expresiones
de la vida cristiana ya existentes, en muchos casos más florecientes en este período que en
los que sobrevendrían. Hagamos referencia sólo a algunas:
Liber Sancti Iacobi, sobre diversas devociones entorno a la peregrinación a Santiago (s. XII)
El Liber Sancti Jacobi (s. XII) es una compilación de varios escritos relacionados
con esta peregrinación que recoge variadas expresiones de la cultura local en torno a la
devoción del apóstol Santiago, como sermones, oficios, misas, cantos, historias y relatos de
milagros. En la actualidad se conservan cinco ejemplares completos manuscritos en tres
bibliotecas españolas, entre ellas el más famoso, el codex calixtinus, en el archivo de la
Catedral de Santiago de Compostela, y en la Biblioteca Vaticana y la de Londres. Estos
textos son una muestra de enorme valor religioso y cultural de esta época, en la que esta
2
Cf. Oronzo GIORDANO, Religiositá popolare nell’alto medioevo, Bari, Adriatica, 1979; Arnold ANGENENDT,
Geschichte der Religiösität im Mittelalter, Primus, 20094.
2
devoción alcanzó su apogeo.3 Estos caminos, además vinculaban a diversos pueblos a través
de un camino de fe, pero que también tenía implicancias en todas las esferas de la vida. El
camino de Santiago, por ejemplo, se conectaba con otros lugares principales de
peregrinación como París (via turonensis), Roma (la famosa via francigena) e incluso
Jerusalén, y otros centros menores, dando de esta forma, desde la expresión religiosa una
unidad cultura comunicada a través de estos caminos.
3
La UNESCO lo cuenta entre los manuscritos que definen “la memoria del mundo”, para ver una edición
digital del manuscrito véase: http://www.codexcalixtinusfacsimil.com
4
Cola di Rienzo (1313-1354) fue conocido por proclamar en Roma una nueva forma de gobierno inspirada en
la República Romana que él llamó “buen estado”. En su visita a Aviñón el papa lo nombró notario apostólico.
Desde esta posición de poder protegido por Clemente VI enfrentaba a los Colonna y buscaba deshacerse de
las familias patricias romanas para volver a la antigua armonía romana. Pretendió luego extender su poder
fuera de la ciudad. El papa sintió peligrar los estados pontificios y entonces dio su apoyo a los nobles. Fue
excomulgado y expulsado de la ciudad. Sería restaurado por Inocencio VI y volvería a Roma junto con el
Cardenal Gil de Albornoz. El pueblo lo nombraría libertador y senador de la ciudad. Sin embargo, sus medidas
arbitrarias y crueles provocaron un levantamiento popular promovido por los Colonna y fue decapitado en
1354.
3
muchas veces también como el fundamento principal que sostiene la devoción a un
santuario. Nombres que aún hoy nos son tan familiares como la del soldado Longinius que
atravesó a Jesús crucificado o el ladrón Dimas, aparecen únicamente en el evangelio de
Nicodemo, que relata los eventos de la pasión, al igual que los nombres de Ana y Joaquín,
padres de María, tomados del protoevangelio de Santiago.
Así, mimetizado entre las representaciones canónicas, el arte de origen apócrifo no
se distingue del estrictamente oficial, ambos conviven en programas iconográficos en los
que sólo los entendidos pueden diferenciarlos. En los apócrifos la imaginación se permite
volar y remontarse al mito. El pueblo fiel, necesitaba apoyar su religiosidad en el mito para
comprender aquellas enseñanzas que a menudo excedían su entendimiento simple y
espontáneo. Desde San Jerónimo (347? - 420), hasta el decreto del papa Gelasio (492-496),
los evangelios apócrifos fueron tratados como escritos no aceptados como oficiales por la
Iglesia, separación que se hará definitiva en el Concilio de Trento. Sin embargo, las mismas
autoridades les otorgaron un lugar principal dentro de los propios espacios sagrados.5
Vitrales de la Catedral de Friburgo (Alemania) s. XIV donde los gremios de artesanos “publicitaban” sus
productos en los vestidos de la virgen y de los santos
5
Cf. Ofelia MANZI/Patricia GRAU-DIECKMANN, “Los textos apócrifos en la iconografía cristiana” Mirabilia
6 (2006).
6
Véase https://www.freiburgermuenster.info/html/content/die_fenster.html para el resto de los vitrales.
4
1.5. Fiestas religiosas y procesiones
A inicios del siglo XIV la Iglesia comienza a transitar un camino agitado que
terminará disolviendo los ideales medievales y abrirá las puertas de una nueva época.
Las disputas entre las familias más poderosas de Roma, los Colonna y los Orsini, los
movimientos “espirituales” basados, en especial, en las ideas de Joaquín del Fiore, y las
injerencias de algunos monarcas importantes, como Carlos de Anjou rey de Nápoles, o el
rey de Francia Felipe el hermoso, retrasaron notablemente el conclave que debía elegir al
nuevo papa hacia fines del siglo XIII. Los partidos opuestos terminaron eligiendo a un
ermitaño anciano, que muy poco sabía sobre cómo gobernar la Iglesia, pero este candidato
fue el único sobre el que logró haber acuerdo. Su nombre era Pedro Morrone y los cardenales
mandaron buscarlo a su retiro, para anunciarle que había sido elegido sucesor de Pedro. El
anciano, con enorme sorpresa, aceptó la carga y tomo el nombre de Celestino V. Su papado,
no obstante, duró menos que el conclave que lo había elegido, pues al poco tiempo renunció
a la tiara. Su brevísimo pontificado se extendió desde el 29 de agosto hasta el 13 de
diciembre de 1294. Dante hace referencia a este hecho como “il gran rifiuto” (el gran
rechazo) y lo pone en el infierno de su Divina Comedia. Entre sus pocas acciones creo 12
nuevos cardenales (7 franceses y 3 napolitanos).8
El nuevo elegido luego de la renuncia de Celestino V fue Benedicto Gaetani,
miembro de una noble familia, quien había estudiado derecho canónico en Bolonia. Sus
7
Luis WECKMAN, La herencia medieval de México, México, 1983.2 volúmenes, I, 253.
8
Dante Alighieri había sido enviado en octubre de 1301 como uno de los embajadores florentinos en misión
de paz ante la curia de Bonifacio VIII, cuya intervención en los asuntos de la ciudad amenazaban su
independencia y libertad. El poeta florentino ya no volvería a su ciudad, pues las facciones rivales dentro del
partido güelfo que controlaban la ciudad se hicieron del poder. Esto derivó en acusaciones por corrupción en
su contra. Los güelfos negros habían hecho un pacto con el papa contra los güelfos blancos (Dante pertenecía
a esta facción). A raíz de esto Dante fue condenado a muerte, por lo cual ya nunca volvió a Florencia. Vivió
exiliado durante los veinte años restantes de su vida. Murió en Ravenna en 1321 donde está sepultado. Cf. P.
SHAW (ed.) Cambridge texts in the history political thought, Dante Alighieri, Monarchy, Cambridge,
Cambridge University press, 2003, 10.
5
dotes personales lo llevaron a tener rápidos ascensos al servicio de la curia romana, primero
con misiones diplomáticas ante la corte del rey de Francia y de Inglaterra. En 1281, en torno
a sus cincuenta años fue creado cardenal por Martín IV y en 1291 fue ordenado sacerdote.9
El pontificado de Bonifacio VIII se dio en un período de profundos cambios, en el
que el mundo cristiano se encuentra en pleno proceso de transformación del mundo feudal
a las monarquías nacionales, tiempo en que los monarcas cada vez absorben y centralizan
cada vez más las competencias que antes estaban esparcidas en los distintos señores
feudales, como la fuerza militar, el cobro de impuestos, la justicia, las provisiones de bienes
públicos, los poderes eclesiásticos, etc. Bonifacio intentó oponerse con fuerza a estos
cambios en su conflicto con Felipe el Hermoso, con pocos resultados, y centralizando él
mismo, a la par que del movimiento común a las monarquías de la época muchas
prerrogativas tanto del poder espiritual como del temporal. Sus intentos más vehementes
resultaron en expresiones sobre el poder temporal de la Iglesia por sobre la medida de la
prudencia, por lo que en la historiografía se denomina muchas veces su pontificado como
“teocracia papal”, en el sentido que su poder papal espiritual estaba también sobre el poder
temporal de los reyes.
6
su libertad y de alimento por algunos días, pero por un levantamiento popular debió ser
liberado y las tropas francesas huyeron. Actualmente no se cree que haya habido
propiamente una bofetada ―como se dio en llamar “lo schiaffo (la bofetada) de Anagni”―
sino más bien de una humillación al papado y un golpe moral a la Iglesia por parte de un
poder secular
Este enfrentamiento entre el poder secular, que se alzaba contra el papado, y el poder
eclesiástico, sentará las bases de la futura crisis. 10 Esta disputa llegó a su momento más
álgido en el llamado atentado de Anagni, en el que la investidura papal fue humillada con
la llegada de las tropas de Guillermo de Nogaret que sitiaron el palacio papal de esa ciudad.11
La gran contienda entre el absolutismo eclesiástico y hierocrático de la Edad Media,
personificado en este papa, y el absolutismo político laico de los nuevos tiempos,
representado en el rey francés, se decidió a favor de éste último.
Luego de la muerte de Bonifacio VIII en 1303, lo sucedió en el pontificado
Benedicto XI (1303-1304) quien debió alejarse de la ciudad de Roma a causa de los
conflictos que allí tenía con la poderosa familia Colonna. Su muerte repentina en la ciudad
de Perugia fue la causa de que allí se reunieran los cardenales para elegir a su sucesor. La
división del colegio cardenalicio y las injerencias de poderes temporales expresaban la crisis
del tiempo y traerían trágicas consecuencias.
La Bula Unam Sanctam del papa Bonifacio VIII es, tal vez, la expresión más radical
de la hierocracia papal.12 Apoyándose en la interpretación medieval de varias figuras
bíblicas (la esposa del Cantar de los cantares, la túnica de Cristo, el “hombre espiritual” del
que habla san Pablo en I Cor. 2,15, etc.) el papa afirma la absoluta supremacía del poder
espiritual sobre el poder secular, y termina por definir que es de absoluta necesidad para la
salvación el estar sometido al Romano Pontífice. Este documento debe interpretarse a la luz
de la violenta controversia que el papa llevaba adelante con el rey Felipe IV de Francia. A
continuación, el texto:
«Por apremio de la fe, estamos obligados a creer y mantener que hay una sola y Santa Iglesia
Católica y la misma Apostólica, y nosotros firmemente lo creemos y simplemente lo
confesamos , y fuera de ella no hay salvación ni perdón de los pecados, como quiera que el
Esposo clama en los cantares: Una sola es mi paloma, una sola es mi perfecta. Unica es ella
de su madre, la preferida de la que la dio a luz [Cant. 6,8]. Ella representa un solo cuerpo
místico, cuya cabeza es Cristo, y la cabeza de Cristo, Dios. En ella hay un solo Señor, una
sola fe, un solo bautismo [Ef. 4,5]. Una sola, en efecto, fue el arca de Noé en tiempo del
diluvio, la cual prefiguraba a la única Iglesia, y, con el techo en pendiente de un codo de
altura, llevaba un solo rector y gobernador, Noé, y fuera de ella leemos haber sido borrado
cuanto existía sobre la tierra. Mas a la Iglesia la veneramos también como única, pues dice el
10
Véase: J. RIVIÈRE, Le problème de l’Eglise et de l’Etat au temps de Philippe le Bel, Louvain, Spicilegium
Sacrum Lovaniense, 1926; Ch. T. WOOD, Felipe el hermoso y Bonifacio VIII, México, UTEHA, 1968.
11
Como consecuencia de la bula de Bonifacio VIII Unam Sanctam (1302) el enfrentamiento entre el rey
francés y el papado había llegado a su límite máximo. Bonifacio VIII excomulgaría a Felipe el hermoso..
12
1. Bonifacio VIII PP, Bula Unam Sanctam, 18 de nov. de 1302. Texto tomado de Enrique Denzinger, El
magisterio de la Iglesia. Manual de los símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe
y costumbres, Barcelona 1963, 170-171. 2. No queda claro que alcance deba dársele a esta definición
pontificia; ¿constituye una definición dogmática en toda forma?, ¿qué pretende definir el papa?, ¿podría
hablarse de una sumisión implícita al Romano Pontífice, tal como se habla de una fe implícita o una
pertenencia a la Iglesia no consciente? En este tema son más las preguntas que las respuestas que pueden
aportarse. Cf. Giacomo Martina, La Iglesia de Lutero a nuestros días, I, Madrid 1974, 45 s. 3. Cf. Hubert
JEDIN, Manual de historia de la Iglesia, IV, Barcelona 1986, 453-470.
7
señor en el Profeta: Arranca de la espada, oh Dios, a mi alma y del poder de los canes a mi
única [Sal. 21,21]. Oró, en efecto, juntamente por su alma, es decir, por sí mismo, que es la
cabeza, y por su cuerpo, y a este cuerpo llamó su única Iglesia, por razón de la unidad del
esposo, la fe, los sacramentos y la caridad de la Iglesia. Esta es aquella túnica del
Señor, inconsútil [Jn. 19,23], que no fue rasgada, sino que se echó a suertes. La Iglesia, pues
que es una y única, tiene un solo cuerpo, una sola cabeza, no dos, como un monstruo, es decir,
Cristo y el vicario de Cristo, Pedro, y su sucesor, puesto que dice el señor al mismo
Pedro: Apacienta a mis ovejas [Jn. 21,17]. Mis ovejas, dijo, y de modo general, no éstas o
aquéllas en particular; por lo que se entiende que se las encomendó a todas. Si, pues, los
griegos u otros dicen no haber sido encomendados a Pedro y a sus sucesores, menester es que
confiesen no ser de las ovejas de Cristo, puesto que dice el Señor en Juan que hay un solo
rebaño y un solo pastor [Jn. 10,16].
Por las palabras del Evangelio somos instruidos de que, en ésta y en su potestad, hay dos
espadas: la espiritual y la temporal...Una y otra espada, pues, están en la potestad de la Iglesia,
la espiritual y la material. Mas ésta ha de esgrimirse en favor de la Iglesia; aquella por la
Iglesia misma. Una por mano del sacerdote, otra por mano del rey y de los soldados, si bien
a indicación y consentimiento del sacerdote. Pero es menester que la espada esté bajo la
espada y que la autoridad temporal se someta a la espiritual... Que la potestad espiritual
aventaje en dignidad y nobleza a cualquier potestad terrena, hemos de confesarlo con tanta
más claridad, cuanto aventaja lo espiritual a lo temporal... Porque, según atestigua la Verdad,
la potestad espiritual tiene que instituir a la temporal, y juzgarla si no fuere buena... Luego si
la potestad terrena se desvía, será juzgada por la potestad espiritual; si se desvía la espiritual
menor, por su superior; mas si la suprema, por Dios solo, no por el hombre podrá ser juzgada.
Pues atestigua el Apóstol: El hombre espiritual lo juzga todo, pero él por nadie es juzgado [I
Cor. 2,15]. Ahora bien, esta potestad, aunque se ha dado a un hombre y se ejerce por un
hombre, no es humana, sino antes bien divina, por boca divina dada a Pedro, y a él y a sus
sucesores confirmada en Aquel mismo a quien confesó, y por ello fue piedra, cuando dijo el
Señor al mismo Pedro: Cuanto ligares etc. [Mt. 16,19]. Quienquiera, pues, resista a este
poder así ordenado por Dios, a la ordenación de Dios resiste [Rom. 13,2], a no ser que, como
Maniqueo, imagine que hay dos principios, cosa que juzgamos falsa y herética, pues atestigua
Moisés no que "en los principios", sin en el principio creó Dios el cielo y la tierra [Gn.
1,1]. Ahora bien, declaramos, decimos, definimos y pronunciamos que someterse al Romano
Pontífice es de toda necesidad para la salvación de toda humana criatura.»