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V.

- NUESTRA ESTRUCTURA PASTORAL


La Iglesia de Monterrey, a la luz de la acción del
Espíritu Santo, posee un arduo caminar que
nos ha heredado una práctica estructura
pastoral que, en una clara consonancia con la
legislación de la Iglesia Universal, debe ser
considerada parte de nuestro derecho
particular. Efectivamente muchas de las leyes
de la Iglesia surgieron como prácticas
pastorales antes de ser codificadas (n. 298).
El tener en claro el perfil de cada una de las
estructuras y agentes pastorales nos
posibilitará, en este Plan de Pastoral
Orgánica 2011-2015, asumir las
responsabilidades y evaluarlas objetivamente
(n. 299).
1.- SECTORIZACIÓN Y ESTRUCTURAS
PASTORALES
La sectorización en la Iglesia ha existido desde el
inicio del cristianismo: de esta manera la
creación de comunidades (1Tim 4,14), la
delegación de ministerios, y con ellos el
nacimiento de las parroquias, fue el inicio de
una sectorización territorial de la encomienda
recibida (Mt 28,20) (n. 300)
Definamos lo que entendemos por Sectorización
en la Pastoral: Es la delimitación de funciones y
competencias de un todo más complejo en sectores
homogéneos de actividad, para precisar
responsabilidades, evitar duplicidad de funciones y
permitir que las decisiones y acciones del gobierno
pastoral fluyan de manera rápida y eficiente (n. 301).
Esta sectorización puede desarrollarse
en lo eclesial de dos maneras que
son igualmente valiosas e
importantes: territorial y diferenciada
(n. 303).
Primero, la Sectorización Territorial: Es la
acción de subdividir en porciones
estratégicas la totalidad de un territorio físico-
geográfico (n. 304).
Segundo, la Sectorización Diferenciada:
Es la acción por la cual de manera funcional
se determinan grupos o sectores de personas
conforme a diferentes factores: el sexo, las
etapas de la vida, las funciones, la vocación y
el estado de vida… (n. 305).
2.- LAS ESTRUCTURAS PASTORALES
TERRITORIALES
Nuestra arquidiócesis es ya una estructura de
sectorización territorial de la Iglesia
universal y en nuestra arquidiócesis ya se
ha realizado un ejercicio de sectorización
territorial en primerísimo lugar a través de
las parroquias, pero también por medio de
las estructuras conocidas como decanatos,
así como de aquellas que son conocidas
como zonas pastorales (n. 306).
Hablemos sobre las estructuras territoriales de
la Pastoral partiendo del todo de la Iglesia
Universal para así descender a las partes
que en la comunión son expresión de
eclesialidad y que son sumamente
necesarias para atender pastoralmente al
rebaño del Señor (n. 307).
2.1.- LA IGLESIA UNIVERSAL
La Iglesia Universal es todo el pueblo de Dios
que, bajo la guía del Romano Pontífice y
del Colegio de los Obispos, se extiende
por toda la tierra. Será Iglesia Católica sólo
si posee los siguientes elementos (n. 308):
Una diferenciación orgánica entre los fieles,
aun en la unidad del Espíritu Santo;
La aceptación íntegra de todos los medios
de salvación instituidos en ella, el
primero de los cuales es la Eucaristía;
La unión con Cristo en el cuerpo visible de
la Iglesia, por medio de los vínculos de la
profesión de fe, de los sacramentos, del
gobierno eclesiástico y de la comunión;
El gobierno del Sumo Pontífice y de los
Obispos.
2.2.- LA DIÓCESIS
Para hablar de “las Iglesias” en la única Iglesia
existen dos vocablos: “local” y “particular”,
tomados indiferentemente el uno por el otro
para hablar de una Iglesia Diocesana (n. 309).
Se le llama Iglesia Particular y con ello se indica la
relación de la Iglesia a una porción del total de
los bautizados aunado al elemento del
gobierno en el Obispo propio a quien se le
conoce como el Ordinario, ya que solamente
el Obispo es aquél que garantiza la
autenticidad apostólica (n. 311).
Se le puede llamar también Iglesia Local y con ello
se indica la relación de la Iglesia con una
parte de la totalidad de los bautizados
residentes en un territorio concreto (n. 312).
2.3.- LA ZONA PASTORAL
Por zona pastoral se entiende un conjunto
humano en un territorio bien definido que
forma una comunidad particular
relativamente autónoma en su desarrollo y
que exige una acción pastoral distinta (n.
313).
La zona pastoral es una respuesta a las
exigencias de la realidad para resolver los
problemas de unidad y eficacia pastoral (n.
314).
La zona debe revitalizar la parroquia y a los
decanatos e iluminar su acción, sobre todo
al tratar de la pastoral específica. Aquí se
deben hacer más efectivos los principios
de corresponsabilidad y subsidiaridad (n.
315).
El Código de Derecho Canónico habla de tres
categorías de vicario episcopal (n. 316):
Territorial: para una parte determinada de la
diócesis.
Sectorial: para ciertos asuntos.
Personal: fieles de un rito determinado o un grupo
de personas.
De los tres poderes facultativos que tiene el
obispo: legislativo, ejecutivo y judicial, el
vicario episcopal de zona sólo participa del
ejecutivo en la zona asignada (n. 317).
Estos son los rasgos que competen a los vicarios
espiscopales como agentes de la pastoral:
• Colaborador inmediato del obispo.
• Coordinación de la pastoral orgánica en su
zona.
• Miembro de la curia pastoral (n. 318).
Las misiones importantes del vicario episcopal son (n.
319):
• Favorecer una pastoral más adaptada a la
realidad sociocultural y religiosa de su territorio.
• Aplicar en su zona los planes y programas
diocesanos.
• Fomentar una mayor conciencia de Iglesia
diocesana.
• Promover y potenciar cauces de
corresponsabilidad y comunión entre personas,
parroquias, decanatos, comunidades y
movimientos.
• Convocar y presidir la asamblea eucarística en
nombre del obispo.
• Preocuparse de la situación humana, espiritual y
apostólica de los sacerdotes.
• Impulsar la formación permanente de los
presbíteros, acompañarlos en los momentos de
dificultad.
2.4.- EL DECANATO
El Decanato tiene una finalidad eclesial y
evangelizadora. Aquél que sea nombrado Decano
deberá tener en cuenta las bondades pastorales
que se suscitan desde esta estructura de una
diócesis (n. 320).
El Decanato debe ser una unidad pastoral constituida
por varias parroquias que limitan entre sí, a fin de
hacer posible la coordinación e integración de la
acción pastoral de un determinado territorio (n.
321).
Esta unidad pastoral refleja una unidad ya existente,
porque tiene en la base los siguientes factores (n.
322):
• una homogeneidad en las costumbres,
• idiosincrasia y condiciones sociales de los fieles;
• cierta relación geográfica e histórica en las
parroquias.
El Decanato es una instancia útil para vivir y testimoniar
la comunión y participación eclesial en forma
"corresponsable" por sacerdotes, miembros de vida
consagrada y fieles que viven en un territorio de la
diócesis. Esta corresponsabilidad está al servicio
de la misión de la Iglesia diocesana y ha de vivirse
en plena comunión con el obispo (n. 323).
El Decanato y el decano, es cauce para (n. 324):
• Vivir el encuentro y la fraternidad.
• Experimentar la comunión eclesial, aspirando a
visibilizar la comunión de bienes, vida y oración.
• Favorecer la oración común y la vida religiosa.
• Tomar mejor conciencia de la misión
evangelizadora en un lugar concreto.
• Realizar una necesaria programación pastoral de
conjunto en la que se integren todos los agentes de
pastoral: sacerdotes, miembros de la vida
consagrada y fieles.
• Realizar el seguimiento y coordinación de
programas pastorales.
• Facilitar la formación permanente de los agentes
de pastoral.
7.- EL MUNDO, COMO DESTINATARIO DE LA
EVANGELIZACIÓN Y LA MISIÓN DE LA
IGLESIA
La voluntad del Padre sobre la persona humana que
ha sido conocida en el envío del Hijo y en el envío
del Espíritu Santo, y que ha tenido un modelo muy
especial en la persona de la Virgen María, se
vincula estrechamente con la comunidad de la
que el hombre forma parte. La comprensión
adecuada de la doctrina cristiana necesitará que
se tenga presente la dimensión social y
comunitaria de la vocación humana unida al
nacimiento del pueblo de Dios (n. 196).
La Iglesia es servidora de la salvación no en abstracto
o en sentido meramente espiritual, sino en el
contexto de la historia y del mundo en que el
hombre vive (n. 197).
En la Misión de la Iglesia tendrá siempre un lugar
especial el unir el anuncio con el testimonio (n.
199).
Así mismo, se pueden señalar tres grandes líneas de
respuesta que desde el nivel de decanato puede
darse (n. 325):
• Pastoral: porque hace más fácil y concreto el
estudio, la participación, coordinación y
seguimiento de las actividades pastorales.
• Sociológica: porque la unidad de recursos en el
decanato, permitirá dar mejor respuesta a
necesidades de grupos homogéneos o de
comunidades humanas particulares.
• Teológica: porque ayuda a la superación de
concepciones cerradas de Iglesia, haciendo sentir
la pertenencia y participación de la vida de la
arquidiócesis, facilitando la encarnación de las
líneas de acción pastoral diocesanas.
Las directrices que un decanato asuma en su acción
pastoral, no deben ser vistas como imposición
arbitraria o como directivas opcionales, sino como
el compromiso responsablemente aceptado, cuyo
cumplimiento es exigible como signo de unidad
pastoral derivada de la comunión eclesial (n. 326).
2.5.- LAS PARROQUIAS
El nombre de la Parroquia procede del verbo
Paroikein que en el griego clásico significa “vivir
junto a” o “habitar en la vecindad”. El
parroquiano es un vecino. Excepcionalmente
parroquiano equivaldrá a extranjero domiciliado en
un país, sin derecho de ciudadanía, un
advenedizo (n. 328).
Tanto en los escritos del Antiguo Testamento (se cita
16 veces) como del Nuevo Testamento,
Paroikein significa una comunidad del Pueblo de
Dios que peregrina en tierra extraña. Se les llama:
“Extranjeros” (Ef 2,19), “Emigrantes” (1Pe
2,11), “Peregrinos” (Hb 11,13) (n. 329).
La parroquia debe ser, al igual que el primer núcleo del
cristianismo ya descrito, una comunidad de vida,
de amor, de solidaridad, de servicio, de fe y de
esperanza (Hch 2,42-46; 4, 32-35), convocada por
Jesucristo como único dueño y Señor (Mt 16,18),
y donde Él está presente todos los días hasta el
fin (Mt 28,20) (n. 330).
Efectivamente la parroquia es el principal lugar
institucional donde se desarrolla cualitativa
y cuantitativamente la vida cristiana (n.
331).
El año 1983, el Código de Derecho Canónico
vigente define así a la Parroquia (n. 332):
“La parroquia es una determinada
comunidad de fieles, constituida de
modo estable en la Iglesia particular,
cuya cura pastoral, bajo la autoridad del
obispo diocesano, se encomienda a un
párroco como su pastor propio”
Esta descripción se inspira en la Constitución Conciliar
sobre la Liturgia: Sacrosanctum Concilium (n. 42),
y destaca tres elementos importantes (n. 333):
• Centralidad en la Teología del Pueblo de Dios,
no tanto en la figura del párroco: la parroquia no
es un territorio determinado, sino una comunidad
de fieles constituida de forma estable.
• La parroquia se define por el ministerio: lo
importante es el cuidado pastoral, entendido
desde el ministerio de la Palabra, como primordial
servicio y desde el ministerio sacramental, en el
que aparece la Eucaristía como centro de la vida
comunitaria, desde el que se proyectan los fieles
hacia la caridad y la evangelización.
• Se pone de relieve la comunión de la parroquia
con la Iglesia particular y universal. La
comunidad parroquial y sus agentes se
comprenden a sí mismos en el contexto de una
Iglesia “comunión”.
El párroco es el pastor propio de la parroquia que se le
confía y que ejerce la cura pastoral de la comunidad
que le está encomendada, bajo la autoridad del
Obispo de la iglesia local, en cuyo ministerio de
Cristo ha sido llamado para participar, para que en
esa misma comunidad cumpla las funciones de
enseñar, santificar y regir, con la cooperación
también de otros presbíteros o diáconos, y con la
ayuda de fieles laicos, conforme a la norma de
derecho (n. 334).
El Código de Derecho Canónico nos enseña que, para
que alguien pueda ser designado párroco
válidamente, debe haber recibido el orden sagrado
del presbiterado, y debe destacar por su sana
doctrina y probidad moral, estar dotado de celo por
las almas y otras virtudes, y tener las cualidades que
se requieren para el cuidado pastoral de la
parroquia que se le confíe (n. 335).
La comunión eclesial de los miembros del Pueblo de
Dios, aún conservando su dimensión universal,
encuentra su expresión más visible e inmediata en
la parroquia (n. 336).
3.- LAS ESTRUCTURAS PASTORALES
FUNCIONALES
Aunado a las estructuras territoriales, es posible
entender que otro ejercicio de sectorización
ya efectuado y consolidado en nuestra
arquidiócesis, y que se puede catalogar como
diferenciado, ha sido el de la creación de los
Departamentos de la Pastoral Familiar y de la
Pastoral Juvenil, sin excluir en este campo las
diferentes áreas de pastoral como lo pueden
ser la Pastoral Catequética, la Pastoral
Litúrgica y la Pastoral Social, así como la
labor efectuada por la Vicaría de Vida
Consagrada, la Comisión para el Apostolado
de los Laicos, la Pastoral Universitaria, la
Pastoral del Clero, la Pastoral Vocacional, la
Pastoral Misionera, etc… (n. 337).
3.1- LA VICARÍA EPISCOPAL DE
PASTORAL
La Vicaría Episcopal de Pastoral es una estructura
funcional y está al servicio de los tres sectores del
pueblo de Dios (laicos, vida consagrada y
ministerio ordenado) y de todas las estructuras
territoriales (parroquias, decanatos y zonas) y
funcionales (seminario, curia, secretariados,
departamentos, comisiones, instituto diaconal,
etc…); su objetivo general es: fomentar la
espiritualidad de comunión y participación que lleve a los
miembros de la comunidad eclesial a asumir
corresponsablemente las tareas de la evangelización, de
acuerdo a las exigencias de la pastoral orgánica (n. 338).
La Vicaría Episcopal de Pastoral actúa bajo la
presidencia del obispo diocesano y la
responsabilidad inmediata de un Vicario Episcopal
(n. 340).
La Vicaría Episc. de Past. busca realizar su objetivo
general a través de las siguientes tareas (n. 339):
• promover y coordinar la elaboración, aplicación y evaluación
del Plan de Pastoral Orgánica;
• propiciar el eficaz funcionamiento de mecanismos de
coordinación e interacción de los agentes y de las estructuras
pastorales; especialmente, de los consejos pastorales de los
distintos niveles;
• coordinar programas pastorales de carácter general y otros
proyectos que tenga a bien encomendarle el obispo
diocesano;
• dinamizar la información pastoral ascendente y descendente,
como signo de comunión y participación.
Función prioritaria de la Vicaría Episc. de Past. es
promover el conocimiento y aplicación del Plan de
Pastoral Orgánica, porque éste contiene las
necesidades y retos señalados por la comunidad
eclesial, y las correspondientes respuestas de
carácter diocesano expresadas en objetivos,
metas, opciones, líneas de acción pastorales,
programas, estrategias, indicadores. (n. 341)
Los criterios orientadores de la acción de la Vicaría
Episc. de Past. son de tres tipos (n. 342):
• Doctrinales son la doctrina y las orientaciones
pastorales de la Palabra de Dios, del Vaticano II,
del Magisterio Pontificio, del Código de Derecho
Canónico, del Obispo local, de los Sínodos
Episcopales, de las Conferencias del Episcopado
Latinoamericano y de la Conferencia del
Episcopado Mexicano.
• Jurídicos se ubican en su actuación con potestad
ordinaria, en la sola línea ejecutiva, dentro del
campo que se le ha señalado: la promoción de la
pastoral orgánica de la diócesis, informa al obispo
diocesano sobre los asuntos más importantes por
resolver o ya resueltos, y nunca actúa contra la
voluntad e intenciones del obispo diocesano.
• Los criterios pastorales son el fomento de la comunión,
participación, corresponsabilidad, solidaridad,
subsidiaridad; una retroalimentación dialógica con
los distintos corresponsables de la acción pastoral,
respeto por la autonomía interna de las estructuras
territoriales y funcionales.
La Pastoral Catequética tiene como objetivo el
animar, coordinar y promover la catequesis a nivel
diocesano y alcanzar una adecuada formación a
los catequistas.
La Pastoral Litúrgica tiene como metas, la formación
litúrgica en toda la diócesis, así mismo supervisar
que la administración de los sacramentos y
sacramentales se lleven a cabo según el espíritu
de la constitución sobre la liturgia y los demás
documentos post-conciliares, así como en
conformidad con las directrices del Obispo
diocesano. Además es su deber el supervisar las
comisiones de música y arte sacros.
La Pastoral Social, por su parte, se ocupa de dar a
conocer la Doctrina Social de la Iglesia así como el
proyectar la dimensión social de la fe a las
realidades concretas para promover la
transformación de las relaciones y estructuras
sociales según las exigencias del Reino de Dios.
La evangelización que siempre es una y la
misma en los elementos fundamentales,
se dirige a personas que tienen nombre,
sexo, edad, domicilio, actividades,
problemas, necesidades. Por lo anterior, la
Evangelización se orienta de manera
distinta a niños, jóvenes, familias,
enfermos, estudiantes... Etc (n. 345).
A las actividades que tratan de hacer llegar la
evangelización a esos conjuntos de
personas se les llama "pastorales
especiales" o “especializadas". Cada
una de estas pastorales queda bajo la
responsabilidad de un Departamento o de
una Comisión (n. 346).
En la arquidiócesis son prioritarias la Pastoral Familiar
y la Pastoral Juvenil, promovidas por los
Departamentos respectivos, en atención a las
recomendaciones del Magisterio Pontificio y a las
opciones de los obispos latinoamericanos (n. 347)
La Pastoral Familiar se propone impulsar, promover y
apoyar la evangelización integral de las familias,
para que ellas mismas puedan cumplir su misión,
como parte de la sociedad y de la Iglesia
doméstica evangelizada y evangelizadora, a partir
de la propia experiencia de comunión familiar,
siendo así formadoras de valores humanos y
cristianos.
La Pastoral Juvenil se ha propuesto acompañar a los
jóvenes a descubrir, seguir y comprometerse con
Jesucristo y su mensaje para que, transformados
en hombres nuevos e integrando su fe y su vida,
se conviertan en protagonistas de la construcción
de la civilización del Amor.
De forma especial y preferente ante la respuesta de la
comunidad y la necesidad de vocaciones
específicas se ha asumido la Pastoral Vocacional
como una urgencia pastoral y ante la dinámica de
nuestra Iglesia Latinoamericana le damos una
especial atención a la Pastoral Misionera (n. 348)
La Pastoral Vocacional busca que todos los bautizados,
preferencialmente los jóvenes, crezcan a la luz de la fe en su
vocación humana y cristiana y conozcan las distintas
vocaciones que hay en la Iglesia, para que opten por la mejor
forma de respuesta a su compromiso bautismal, en un estilo
definido de vida al servicio de la Iglesia y del mundo.
La Pastoral Misionera trata de promover los medios para que
sacerdotes y laicos realicen su misión evangelizadora,
anunciando a Cristo. Se atienden las múltiples necesidades
de animación, formación y proyección de sacerdotes,
religiosos y laicos de diferentes grupos a diversos niveles. Se
ha ofrecido el proceso evangelizador-misionero Pueblo de
Dios en Misión.
Tarea básica de los Secretariados y Departamentos
mencionados es lograr la integración orgánica de
Organismos y Agrupaciones Apostólicos del
Apostolado Seglar, así como de otros
Secretariados y Comisiones que trabajan en las
áreas respectivas respetando su autonomía (n. 349)
Los Secretariados de Pastoral Catequética, Litúrgica y
Social y los Departamentos de Pastoral Familiar,
Juvenil, Vocacional y Misionera tienen la
responsabilidad de prestar servicios subsidiarios a
los tres sectores del Pueblo de Dios y a las
estructuras territoriales y funcionales (n. 350).
Para atender a los grupos o situaciones especiales
existen otras Pastorales Específicas encargadas:
Pastoral de la Salud, de la Movilidad Humana, Penitenciaria,
de los Medios de Comunicación, de la Cultura, del
Ecumenismo, Universitaria, Bíblica, las cuales es
necesario implementar de acuerdo a las urgencias
de nuestra iglesia particular (n. 351).
3.3.-LA VICARÍA DE VIDA CONSAGRADA
La vida consagrada es un tesoro en la vida de la Iglesia
ya que pone de manifiesto cómo la participación en
la comunión trinitaria puede transformar las
relaciones humanas y crea un nuevo tipo de
solidaridad. Ellos comprenden a partir de su
espiritualidad la función que una autoridad tiene
para el provecho de todos, para consolidar la
comunión fraterna y la obediencia profesada (n.
352).
La función de la Vida Consagrada es proyectar con
énfasis la sublime vocación trascendente del ser
humano. Su llamado especial a vivir con
radicalidad el Evangelio de Jesucristo les exige un
testimonio de vida ejemplar, que los constituye
precursores de caminos proféticos en aquellas
áreas del apostolado, para las que el Espíritu Santo
los ha enriquecido con carismas cualificados para
el bien de todo el Cuerpo (n. 353).
En nuestra arquidiócesis se ha favorecido un
acompañamiento especial de este importante
sector del Pueblo de Dios con un Vicario Sectorial
de vida consagrada, conforme lo permite el Código
de Derecho Canónico (n. 354).
Los religiosos presbíteros son igualados en cuanto a su
cooperación pastoral a los presbíteros diocesanos.
Los bautizados que profesan los consejos
evangélicos deben procurar edificar e incrementar
el Cuerpo Místico de Cristo en la propia Iglesia
Particular (n. 355).
La espiritualidad de comunión abre a la Vida
Consagrada a la misión, a través de un modo de
pensar, decir y obrar que hace crecer a la Iglesia.
La Comunión en la vida religiosa se vuelve Misión
en la investigación teológica, la enseñanza, las
publicaciones, la catequesis y los Medios de
Comunicación Social en la adhesión de mente y
de corazón al Magisterio de los Obispos (n. 356).
La Iglesia Particular es el espacio histórico en el cual
una vocación consagrada se expresa realmente y
realiza su tarea apostólica. Los consagrados y los
miembros de sociedades de vida apostólica aun
perteneciendo a Institutos de Derecho Pontificio,
deben sentirse verdaderamente miembros de la
familia diocesana (n. 357).
Como las actividades pastorales de los miembros de la
Vida Consagrada, en la mayoría de los casos, son
obras peculiares que corresponden a los distintos
carismas de los Institutos, el enlace con el Plan de
Pastoral Orgánica de la arquidiócesis se tiene que
realizar a nivel del SEDECOPA, según el área
propia de cada obra, y, a nivel de las estructuras
pastorales territoriales, especialmente con la
Parroquia que les corresponde (n. 358).
Compete a los Consagrados prepararse para
adaptarse a la genuina cultura local sin
perder los rasgos inherentes a su vocación
y misión: “Los carismas de la vida
consagrada pueden contribuir
poderosamente a la edificación de la
caridad en la Iglesia particular” (n. 359).
Ni siquiera la virtud de la “exención” aísla a los
religiosos de la acción pastoral orgánica de
una diócesis, ya que deben cultivar la
adhesión al Romano Pontífice y a los
Obispos (n. 360).
3.4.-EL LAICADO ORGANIZADO
Los Movimientos Apostólicos representan un fruto
trascendental de la consciencia que muchos Fieles
Laicos han adquirido con respecto a su vocación
de discípulos y misioneros de Jesucristo y que los
ha llevado a ejercer su derecho a asociarse para
alcanzar más eficazmente sus objetivos
apostólicos. Por lo general, patentizan haber
recibido un auténtico carisma en orden al bien
común, procuran la formación de sus propios
miembros y asumen tareas apostólicas de una
forma organizada (n. 361).
Los Obispos deben ser solícitos pastoralmente con los
fieles cristianos cualesquiera que sea su edad,
condición o nacionalidad, su estabilidad o
transitoriedad, su situación especial o su alejamiento
consciente de la práctica de la religión (n. 362).
Estas son las orientaciones sobre el ser y el quehacer
de los laicos a partir del Concilio (n. 363):
entre los bautizados reina igualdad en cuanto a la dignidad y
acción común a todos los fieles en la edificación del Cuerpo
de Cristo;
todos participan en la misión del pueblo cristiano en la Iglesia y en
el mundo,
todos tienen parte activa en la vida y en la acción de la Iglesia,
son reconocidos como hermanos de los pastores;
todos son llamados por el Señor al apostolado,
a todos incumbe colaborar para que el divino designio de salvación
alcance más y más a todos los hombres de todos los tiempos
y de toda la tierra;
todos participan de la función sacerdotal, profética y regia de
Cristo;
el Eterno Sacerdote desea continuar su testimonio y servicio por
medio de los laicos, haciéndolos partícipes de su oficio
sacerdotal;
Cristo Profeta cumple su misión profética también por medio del
laico, a quien constituye testigo y le ilumina con el sentido de
la fe y la gracia de la Palabra;
el fiel cristiano tiene parte activa en la acción eucarística, debiendo
ofrecerse a sí mismo y “no solo por las manos del sacerdote”
Cabría señalar, después del elenco presentado, dos
espacios del apostolado laical inseparables entre
sí: la acción pastoral de la Iglesia hacia el interior
de la Iglesia y su misión específica en el mundo
para transformar las realidades y crear estructuras
justas conforme al Evangelio (n. 364).
Les toca a los Obispos el convertirse en los auténticos
perfeccionadores de los fieles cristianos, para
auxiliarse en este cometido se ha creado en
Monterrey la CAL, que es la Comisión
Arquidiócesana para los Laicos en el que se
aglutina pastoralmente el laicado organizado de
Monterrey (n. 365).
La Comisión Arquidiócesana para los Laicos (CAL) en
la Iglesia de Monterrey, debe ser signo e
instrumento de comunión y participación en la vida
de la Iglesia, en comunión permanente con el
Obispo, signo e instrumento de la unidad de la
Iglesia local (n. 366).

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