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19 de marzo de 2016

Entre el Románico y el Renacimiento


Reflexiones sobre el material didáctico en formato de video

Héctor Balvanera Alfaro/ ID 3372140


Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla
Maestría en Bienes Culturales de Origen Eclesiástico

Historia del Arte y la Arquitectura al Servicio de la Liturgia


Profesora Mtra. Silvia Castellanos Gómez
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Tras las primeras expresiones del


arte producido durante la Epopeya martirial
de los primeros cuatro siglos a través del las
hitos funerarias y la iconografía decorativa
que sirvió para la identificación comunitaria
a través de lo esencial, simbólico y
memorialmente, allá donde fue posible, la fe
cristiana irrumpe y protagoniza en el ámbito
del arte público. El género de las basílicas
latinas y Constantinianas se traduce en los
múltiples escenarios del espectro geográfico,
adquiriendo paulatinamente su carácter
universal, llegando hasta los confines de
Persia y los antiguos reinos de Saba en el sur
de Arabia y la Abisinia, sobrepasando las
distancias y límites de las fronteras del
Imperio Romano y la cultura clásica, fruto
del celo misionero1 que el Maestro de
Nazaret había heredado a sus apóstoles y
discípulos.

La complejidad de esta geografía de


la fe y sus expresiones, incluso después del
llamado Edicto de Tolerancia de Milán
registra una historia donde en cada uno de Códice Calixtino (Fines S. XII)
Catedral de Santiago de Compostela
sus siglos ha contado con episodios de

1 Mateo 28, 19.


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dificultad, ya sea por cismas, herejías o bien por los naturalmente conflictos, que han sido
motivo de una respuesta diversa y rica humana y espiritualmente.

Pórtico de la Gloria, Catedral, S. XII


Santiago de Compostela

El milenio que hubo de transitar entre el imperio de Constantino hasta la Pre


Reforma inicia en con la saga de los Concilios Ecuménicos2 y provinciales en los que
participarán los poderes temporales, y en donde los Padres de la Iglesia, de oriente y
occidente, dilucidaron las disputas teológicas, colocándose las bases de la dogmática, que
siglos más tarde se estructurarían gracias al marco teórico de la escuela filosófica de
Santo Tomás de Aquino, como lineamiento general del pensamiento cristiano de
2 El Concilio Ecuménico (1983, Código de Derecho Canónico, cc. 337 § 1 , 338-341§ 1) es la reunión de todos los obispos,
convocados y presidios por el Sumo Pontífice, para dilucidar en temas de fe y disciplina. A excepción del Concilio de Jerusalén,
perteneciente de la Era Apostólica, se reunieron hasta previo la Reforma Protestante diecisiete concilios ecuménicos, según nombrados
regularmente por la ciudad donde se verificaron, a saber son: Nicea I, II; Constantinopla I, II, III, IV; Éfeso, Calcedonia; Letrán I, II,
III, IV, Lyon I, II; Vienne, Constanza y Basilea. Ver en: PÉREZ PASTOR, F. (1782): Diccionario portátil de los concilios, T. I y II;
Real Compañía de Impresores y Libreros del Reino, Madrid.
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occidente. En este escenario las artes desempeñaron un papel coadyuvante como medio
popular para que las verdades de la fe pudieran exponerse al pueblo sencillo.3 Es
igualmente el periodo en que perfilan más claramente la fisonomía de las distintas
familias litúrgicas,4y en el que adquiere la carta de identidad el ascetismo, surgiendo las
primeras comunidades cenobíticas y de ermitaños, tomando la inspiración bíblica para
establecer los desiertos, futuros promotores y artífices del arte sacro.5

En el escenario de una Europa ausente de la otrora hegemonía imperial, el arte


románico logró rescatar elementos de la cultura clásica a la par de amalgamar la
aportación particular de la variedad de pueblos de las futuras naciones occidentales. Este
mestizaje cultural en el que se fueron desarrollando las artes, tuvo como elemento
constitutivo y unificador, la fe, y por tanto este proceso estuvo ligado íntimamente a la
vida de la Iglesia, dando muestra de ello el modelo del monasterio y la iglesia, como
imágenes simbólicas que trascendieron lo religioso impregnando definitivamente lo
social. Piedad, caridad y catequesis son y fueron motores de estas expresiones de lo
estético. Los evangelios y la exaltación de la fe que fueron relatados en los mosaicos de
San Pablo Extramuros, San Apolinar en Ravena y Santa Sofía en Constantinopla, en el
Románico se transformaron en piedra y espacio, sin perder el uso del muro como pizarra
ilustrativa de la catequesis de los pobres e iletrados, educar es caridad al fin y al cabo.

Los relieves del pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela y las pequeñas


iglesias parroquiales de España son muestra de un arte en donde lo tectónico logró ceder
paso a la identidad simbólica en función del culto, para adquirir en su conjunto, como
espacio, la concepción estética a la cual sirve.

La escuela litúrgica desarrollada por la familia benedictina se constituye en un


árbol de cuyas ramas brotarán esplendidos frutos en la cultura y las artes, después

3 El evangelio de los pobres, la Biblia Pauperum.


4 LÓPEZ MARTÍN, 57.
5 Ej.: en oriente el caso del monasterio de S. Catalina del Sinaí, y en occidente el B. Fra Angélico.
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adoptado y difundido por las llamadas Reformas Gregorianas. Se podría decir que la
fabrica de las catedrales es eclipsada por la arquitectura monástica, en torno a la cual, la
comunidad haya el refugio espiritual y la fuente de los sacramentos de la Salvación.
Dentro del convulso paisaje político de la Europa del primer milenio, se logra enraizar su
cultura en la fe, en tanto esta es el fermento de la civilización en sí, mas allá de un mero
ambiente cristiano, que posteriormente abrirá las puertas a una época de oro para la
arquitectura y las artes de lo que se llamaría la Alta Edad Media.

El culto a la Pasión del Señor y la devoción por la Virgen y los santos motiva al
aprecio extraordinario que se tributa a las reliquias, en torno a las cuales se desarrollaron
multitud de santuarios. Las rutas de peregrinación a los santuarios en Santiago de
Compostela, Roma y Canterbury sosiegan el deseo de los creyentes que sin poder acudir
a visitar la Tierra Santa y recorrer la Vía Dolorosa, satisfacen el fervor motivado por las
cruzadas.

Las ordenes religiosas progresan en tal número y tipo que incluso surgieron las
llamadas militares,6Así como la fundación de las Escuelas Catedralicias, futuras
instituciones de estudio superior, se constituyeron en un vínculo universalista de
generaciones que promovieron la cultura, conjugando fe y razón. De esto, resulta
representativo aquel episodio que según la tradición se efectuó entre Santo Tomás de
Aquino, fraile dominico, y el franciscano Beato Duns Scoto, argumentando
acaloradamente sobre el dogma de la Inmaculada Concepción en las aulas de la
Universidad de París, reuniendo en un mismo recinto lugares tan distantes,
ejemplificando la red de relaciones que trazó la civilización cristiana, como igualmente
muestra la exportación de los modelos de las catedrales galas desde Praga hasta León,
incluyendo las distantes Nicosia, Cracovia, Nidaros y Uppsala. El gótico mantuvo una
vigencia que trascendió incluso los confines del Viejo Mundo y la cosmovisión de la

6 Asociaciones surgidas a raíz de las Cruzadas, cuyo fin fue principalmente liberar la Tierra Santa del dominio musulmán, algunas de
ellas llegando hasta nuestros días como las de Malta, Santiago y Calatrava, o la extinta de los Templarios, cuyo legado artístico sigue
siendo numeroso y representativo de la importancia para la fe y el arte.
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época, hasta llegar a las Américas en pleno Renacimiento, como el arte propio la
Reconquista que tomó ocho siglos para la recuperación para la fe Católica de los Reinos
de Castilla y Aragón, como se puede observar en los tardíos ejemplos de los numerosos
conventos del S. XVI en México, así como los de las catedrales y algunas iglesias en
Santo Domingo de la Española y San Juan de Puerto Rico, en las Antillas.7

El ejemplo de organización de los monasterios del periodo Románico se transmitió a


posteriori a través del establecimiento de instituciones típicas de la época del Gótico,

Fra Angélico: La Anunciación

como los cabildos catedralicios, recurso eclesiológico dedicado a la administración


apostólica de los bienes espirituales y materiales, generando rasgos propios a la
arquitectura de las sedes episcopales, como la dotación de coros y anexos propios para la

7 Catedral de Santa María la Menor las bóvedas góticas en la Catedral y el crucero y capilla Mayor de la Iglesia dominica de Santo
Tomás de Aquino, hoy de San Juan en el casco antiguo. Ver en CONTRERAS Y LOPEZ DE AYALA, J. (1959): Vestigios de la
«Edad Media» Puertorriqueña; Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, No. 2, Talleres de Artes Gráficas, Barcelona, 1.
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actividad de las citadas corporaciones. Igualmente toman sus raíces en las órdenes
religiosas las asociaciones de fieles, cofradías y hermandades, inspiradas en la vida
comunitaria e incluso algunas se constituyeron en la semilla de las eventuales terceras
órdenes seglares. Estas corporaciones fungieron un papel determinante como fundantes y
promotoras de los proyectos de arte sacro, sufragando los costes de tramos determinados
de la obra, regularmente para constituir las capillas de uso exclusivo para la agrupación.

Los impulsos comerciales y políticos militares que condujeron finalmente al


encuentro del Nuevo y Viejo Mundo transitaron en un breve periodo por el resurgimiento
de los cánones clásicos luego de tocar el cielo con las agujas catedralicias de un arte
prácticamente identificado con lo religioso. El auge del Humanismo se debió en gran
medida al patrocinio de la pujante burguesía y las llamadas monarquías modernas,
incluyendo la de los Estados Pontificios, imagen de una sociedad que asumiéndose
cristiana nominalmente, descuido amplios frentes del compromiso que ello implica. El
arte nuevamente ejemplificaría la visión del hombre de aquel tiempo, apareciendo
temáticas como el retrato, las series de inspiración fantástica y mitológica sobrepasando
la religiosa que por siglos ocupó la atención de los artífices.

El efecto devoto de esta época del arte, pareciera ser una etapa de transición para
los fines de la fe, aunque durante el mismo haya obras que sobrecogen al espectador por
su genialidad, donde se cumple la máxima de la belleza, que si es verdad, habrá de tender
hacia Dios.8

La Sixtina y la obra del Greco9 representan las puertas de entrada y salida del
Renacimiento, respectivamente. Por lo que la pintura es quizá la expresión artística que
mejor pudo lidiar con el asunto de cumplir a cabalidad con el propósito del tema sacro.

8 La Belleza, como atributo de Dios, según S. Tomás de Aquino, ver en: CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA: La Vía
Pulchritudinis: Camino de Evangelización y de Diálogo, Documento Final de la Asamblea Plenaria, 2004:
http://www.cultura.va/content/cultura/es/archivio/documenti/ViaPulchritudinis.html
9 BECKETT, W., 23.
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El Leit motiv del proyecto de arte sacro se transformó de una necesidad de


expresión material de lo sobrenatural, asumida por la comunidad eclesiástica en torno a
las iglesias parroquiales y monasterios a la de una empresa social, que aunque mantuvo
su identidad cristiana y la participación activa y devota de los feligreses, fue poniendo las
bases de un arte más tendiente a la conjugación de prestigios personales en el
Renacimiento. La propia escala puede ser una medida para esta observación, pues
mientras los masivos muros de las numerosas iglesias parroquiales del Románico
pudieron ser levantados por los propios vecinos bajo la dirección de un hábil albañil, los
monumentales edificios del Gótico requirieron de una destreza técnica, aunque fuese
empírica, de tal grado que sus autores intelectuales ya no pudieron ser los parroquianos.

El atrevimiento que erigió hasta límites hasta entonces desconocidos, las esbeltas
nervaduras de las catedrales de Rouen o Colonia, supuso en una paulatina factura-
fractura- entre la comunidad eclesial y el objeto destinado al culto, puesto que, la
participación directa del colectivo como parte integral del proceso de ejecución, va
desligándose ante la dificultad que supuso la tecnificación del arte. Ésta sofisticación
delimitará la acción comunitaria respecto del proyecto, abonando el medio en el cual se
desarrollaría el Manierismo propiamente Renacentista, cuyo módulo antropocéntrico,
promovió el oficio del arte- per sé y ya no necesariamente la glorificación del Señor, que
pasó a ser un motivo nominal y no el fin, donde el artista y los gremios son profesionales
contratados por, y ya no son necesariamente miembros, de la comunidad.
Silenciosamente, se perfila el distanciamiento del artista y la Iglesia, realidad que ha
llegado hasta nuestros días con agudeza.
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El Greco: Crucifixión

Cabria en este punto reflexionar sobre el papel del artífice, y su relación con el
comitente principal, la Iglesia, contrastando primeramente con el iconógrafo del
Paleocristiano, que traspasó por siglos pasando por el Románico e incluso hasta bien
avanzado el Gótico, y cuyas obras dan ideal del alto sentido del papel que como artista le
pertenece y al cual esta llamado, como fin trascendental. Así pareciera que el anonimato
místico, desaparece tras la aparición de atribuciones a individuos, con nombre, apellido y
el correspondiente prestigio, que ejercen el oficio, independientemente de su
participación en la vida eclesial. Este rasgo se acentuaría posteriormente hasta el
Renacimiento donde el elenco de consagrados por la historiografía esta compuesto por la
figura del artista que estará, sino opuesto, si en franca disputa con los promotores
eclesiásticas del proyecto de arte sacro o religioso, lo que redundaría en la inequidad
entre las obras de devoción debidas a estos personajes, y la de aquellas que sin
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argumentar una firma importante cumplen con su misión al servicio de la piedad devota
como fin vigente en la vida de la Iglesia10.

Dentro de las consideraciones para el estudio futuro del proyecto de arte


eclesiástico, sacro y religioso, queda pendiente el análisis actualizado de la función
cultual para la cual se ha producido primordialmente, amén de los intereses y valores de
su ejecución y circunstancias temporales, en cuanto a que la correspondencia de los
espacios y las obras muebles respecto de la liturgia, y como estos han influido hasta
nuestros días, de tal manera que pueda comprenderse integralmente, promoviendo el
aprecio del mismo, como fuente de valores vigentes para la Iglesia y la evangelización.

Bibliografía

BECKETT, W. (2006); Joy lasts: On the Spiritual in Art. Getty Publications, Los
Ángeles.
LÓPEZ MARTÍN, J (1996) La Liturgia de la Iglesia; Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid, 45-51.
PLAZAOLA ARTOLA, J. (1999): Historia del arte cristiano. Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid.
RIGHETTI, M. (1955): Historia de la Liturgia. I y II, Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid. [Recurso Electrónico] Obtenido el 8 de febrero de 2016, de:
http://www.mercaba.org/LITURGIA/Righetti/Programa_Liturgia_Roghetti.htm

10 ESPEJA PARDO, J. (2015, septiembre, 24); Contemplación: mirar y vivir en el mundo desde Dios; Obtenido de septiembre, de:

www.dominicos.org/pupitre/documentos/contemplacion.doc.

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