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dificultad, ya sea por cismas, herejías o bien por los naturalmente conflictos, que han sido
motivo de una respuesta diversa y rica humana y espiritualmente.
occidente. En este escenario las artes desempeñaron un papel coadyuvante como medio
popular para que las verdades de la fe pudieran exponerse al pueblo sencillo.3 Es
igualmente el periodo en que perfilan más claramente la fisonomía de las distintas
familias litúrgicas,4y en el que adquiere la carta de identidad el ascetismo, surgiendo las
primeras comunidades cenobíticas y de ermitaños, tomando la inspiración bíblica para
establecer los desiertos, futuros promotores y artífices del arte sacro.5
adoptado y difundido por las llamadas Reformas Gregorianas. Se podría decir que la
fabrica de las catedrales es eclipsada por la arquitectura monástica, en torno a la cual, la
comunidad haya el refugio espiritual y la fuente de los sacramentos de la Salvación.
Dentro del convulso paisaje político de la Europa del primer milenio, se logra enraizar su
cultura en la fe, en tanto esta es el fermento de la civilización en sí, mas allá de un mero
ambiente cristiano, que posteriormente abrirá las puertas a una época de oro para la
arquitectura y las artes de lo que se llamaría la Alta Edad Media.
El culto a la Pasión del Señor y la devoción por la Virgen y los santos motiva al
aprecio extraordinario que se tributa a las reliquias, en torno a las cuales se desarrollaron
multitud de santuarios. Las rutas de peregrinación a los santuarios en Santiago de
Compostela, Roma y Canterbury sosiegan el deseo de los creyentes que sin poder acudir
a visitar la Tierra Santa y recorrer la Vía Dolorosa, satisfacen el fervor motivado por las
cruzadas.
Las ordenes religiosas progresan en tal número y tipo que incluso surgieron las
llamadas militares,6Así como la fundación de las Escuelas Catedralicias, futuras
instituciones de estudio superior, se constituyeron en un vínculo universalista de
generaciones que promovieron la cultura, conjugando fe y razón. De esto, resulta
representativo aquel episodio que según la tradición se efectuó entre Santo Tomás de
Aquino, fraile dominico, y el franciscano Beato Duns Scoto, argumentando
acaloradamente sobre el dogma de la Inmaculada Concepción en las aulas de la
Universidad de París, reuniendo en un mismo recinto lugares tan distantes,
ejemplificando la red de relaciones que trazó la civilización cristiana, como igualmente
muestra la exportación de los modelos de las catedrales galas desde Praga hasta León,
incluyendo las distantes Nicosia, Cracovia, Nidaros y Uppsala. El gótico mantuvo una
vigencia que trascendió incluso los confines del Viejo Mundo y la cosmovisión de la
6 Asociaciones surgidas a raíz de las Cruzadas, cuyo fin fue principalmente liberar la Tierra Santa del dominio musulmán, algunas de
ellas llegando hasta nuestros días como las de Malta, Santiago y Calatrava, o la extinta de los Templarios, cuyo legado artístico sigue
siendo numeroso y representativo de la importancia para la fe y el arte.
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época, hasta llegar a las Américas en pleno Renacimiento, como el arte propio la
Reconquista que tomó ocho siglos para la recuperación para la fe Católica de los Reinos
de Castilla y Aragón, como se puede observar en los tardíos ejemplos de los numerosos
conventos del S. XVI en México, así como los de las catedrales y algunas iglesias en
Santo Domingo de la Española y San Juan de Puerto Rico, en las Antillas.7
7 Catedral de Santa María la Menor las bóvedas góticas en la Catedral y el crucero y capilla Mayor de la Iglesia dominica de Santo
Tomás de Aquino, hoy de San Juan en el casco antiguo. Ver en CONTRERAS Y LOPEZ DE AYALA, J. (1959): Vestigios de la
«Edad Media» Puertorriqueña; Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, No. 2, Talleres de Artes Gráficas, Barcelona, 1.
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actividad de las citadas corporaciones. Igualmente toman sus raíces en las órdenes
religiosas las asociaciones de fieles, cofradías y hermandades, inspiradas en la vida
comunitaria e incluso algunas se constituyeron en la semilla de las eventuales terceras
órdenes seglares. Estas corporaciones fungieron un papel determinante como fundantes y
promotoras de los proyectos de arte sacro, sufragando los costes de tramos determinados
de la obra, regularmente para constituir las capillas de uso exclusivo para la agrupación.
El efecto devoto de esta época del arte, pareciera ser una etapa de transición para
los fines de la fe, aunque durante el mismo haya obras que sobrecogen al espectador por
su genialidad, donde se cumple la máxima de la belleza, que si es verdad, habrá de tender
hacia Dios.8
La Sixtina y la obra del Greco9 representan las puertas de entrada y salida del
Renacimiento, respectivamente. Por lo que la pintura es quizá la expresión artística que
mejor pudo lidiar con el asunto de cumplir a cabalidad con el propósito del tema sacro.
8 La Belleza, como atributo de Dios, según S. Tomás de Aquino, ver en: CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA: La Vía
Pulchritudinis: Camino de Evangelización y de Diálogo, Documento Final de la Asamblea Plenaria, 2004:
http://www.cultura.va/content/cultura/es/archivio/documenti/ViaPulchritudinis.html
9 BECKETT, W., 23.
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El atrevimiento que erigió hasta límites hasta entonces desconocidos, las esbeltas
nervaduras de las catedrales de Rouen o Colonia, supuso en una paulatina factura-
fractura- entre la comunidad eclesial y el objeto destinado al culto, puesto que, la
participación directa del colectivo como parte integral del proceso de ejecución, va
desligándose ante la dificultad que supuso la tecnificación del arte. Ésta sofisticación
delimitará la acción comunitaria respecto del proyecto, abonando el medio en el cual se
desarrollaría el Manierismo propiamente Renacentista, cuyo módulo antropocéntrico,
promovió el oficio del arte- per sé y ya no necesariamente la glorificación del Señor, que
pasó a ser un motivo nominal y no el fin, donde el artista y los gremios son profesionales
contratados por, y ya no son necesariamente miembros, de la comunidad.
Silenciosamente, se perfila el distanciamiento del artista y la Iglesia, realidad que ha
llegado hasta nuestros días con agudeza.
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El Greco: Crucifixión
Cabria en este punto reflexionar sobre el papel del artífice, y su relación con el
comitente principal, la Iglesia, contrastando primeramente con el iconógrafo del
Paleocristiano, que traspasó por siglos pasando por el Románico e incluso hasta bien
avanzado el Gótico, y cuyas obras dan ideal del alto sentido del papel que como artista le
pertenece y al cual esta llamado, como fin trascendental. Así pareciera que el anonimato
místico, desaparece tras la aparición de atribuciones a individuos, con nombre, apellido y
el correspondiente prestigio, que ejercen el oficio, independientemente de su
participación en la vida eclesial. Este rasgo se acentuaría posteriormente hasta el
Renacimiento donde el elenco de consagrados por la historiografía esta compuesto por la
figura del artista que estará, sino opuesto, si en franca disputa con los promotores
eclesiásticas del proyecto de arte sacro o religioso, lo que redundaría en la inequidad
entre las obras de devoción debidas a estos personajes, y la de aquellas que sin
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argumentar una firma importante cumplen con su misión al servicio de la piedad devota
como fin vigente en la vida de la Iglesia10.
Bibliografía
BECKETT, W. (2006); Joy lasts: On the Spiritual in Art. Getty Publications, Los
Ángeles.
LÓPEZ MARTÍN, J (1996) La Liturgia de la Iglesia; Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid, 45-51.
PLAZAOLA ARTOLA, J. (1999): Historia del arte cristiano. Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid.
RIGHETTI, M. (1955): Historia de la Liturgia. I y II, Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid. [Recurso Electrónico] Obtenido el 8 de febrero de 2016, de:
http://www.mercaba.org/LITURGIA/Righetti/Programa_Liturgia_Roghetti.htm
10 ESPEJA PARDO, J. (2015, septiembre, 24); Contemplación: mirar y vivir en el mundo desde Dios; Obtenido de septiembre, de:
www.dominicos.org/pupitre/documentos/contemplacion.doc.