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Familia y Vida Cotidiana en America Latina Siglos Xviii XX - 72 84
Familia y Vida Cotidiana en America Latina Siglos Xviii XX - 72 84
1 El Perú "es un país que no hay quien entienda", declara el antropólogo danés Paul
Stirmsson en una de las novelas más polémicas de Mario Vargas Llosa, Lituma en los Andes.
Si para los peruanos el sentido de aquella frase ha sido motivo de zozobra permanente,
para el danés y sus vecinos "de países claros y transparentes, no hay nada más atractivo
que lo indescifrable"1. De hecho, la perversa fascinación por lo indescifrable marca la
infancia del antropólogo peruanófilo desde que, cuando todavía llevaba pantalón corto,
cayera en sus manos el libro de Prescott sobre la conquista del Perú. Señala el narrador de
la novela que a partir de ese instante Stirmsson pasaría su vida estudiando las
costumbres, los mitos y la historia del Perú, y viajando con frecuencia por lo largo y
ancho de esas tierras incomprensibles e ignotas2. Sin embargo, una vez atrapado en el
corazón mismo de las tinieblas, y habiéndose apenas salvado de morir con el cráneo
chancado a pedradas en manos de una columna senderis-ta, la risa nerviosa del profesor
revelará aquello que sospechamos él no quiera aceptar: que el romance con una cultura
incognoscible puede convertirse, de la noche a la mañana, en una verdadera pesadilla de
la que acaso sea imposible despertar.
2 La doble ironía contenida en el comentario del antropólogo, que el país le resultase
atractivo precisamente por su calidad de indescifrable y misterioso, no hubiese pasado
desaper cibida para la primera generación de escritoras ilustradas en la Lima de fines del
XIX. Empero lo que sí resulta dudoso es que ellas hubieran compartido el mismo sentido
de humor ligero y autocomplaciente del profesor danés. Porque el hecho es que la
narrativa peruana del XIX estuvo marcada no tanto por la ubicación periférica de sus
narradores, sino sobre todo por la intensa susceptibilidad provocada por la conciencia de
ello. Periféricas con relación a una Europa que empezaba a enfocar desde una lente
antropológica los aspectos "bárbaros" de las culturas coloniales o poscoloniales. De ahí
que los intelectuales peruanos se abocaran a la tarea de construir imágenes desexoti-
zantes de su sociedad de tal manera que sirvieran como una suerte de contrapeso a las
representaciones comunes que viajeros, diplomáticos y comerciantes europeos de la
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11 Lo que este frontispicio expresaba con elocuencia y claridad era aquello que que se
percibía entonces como la insalvable asimetría entre lo que los dos mundos podían
ofrecer al lector del semanario. Por un lado, un paisaje nativo vacío, desolado (en palabras
de Manuel Pardo, triste muestra de la "explotación de la naturaleza por la naturaleza" 11) y
que por tanto parece reclamar la intervención civilizadora; y por el otro, las huellas de
una Europa capaz de compendiar todos los tesoros de las civilizaciones antiguas y
modernas. Esta intervención "civilizadora" se daría en términos de una segunda
conquista cuyas dimensiones, de carácter menos extractivo que aquel que se dio durante
el periodo colonial, y más productivo e industrial, desencadenaría el proceso civilizador
deseado por la elite criolla que patrocinaba con su lectoría a la revista. En este contexto,
una de las tareas más difíciles para los intelectuales criollos era la de representar la
identidad nacional sobre las bases de esta asimetría entre los dos mundos, el natural y el
cultural, el bárbaro y el civilizado, repitiendo así la vieja fórmula sarmentiana. Pero si por
un lado, y como ya hemos señalado, eran apasionadas las protestas de los intelectuales
frente a la imagen exotizante y desfamiliarizante con que se representaba al Perú en la
literatura europea, por el otro, esa misma imagen se reproducía en las revistas nacionales
tales como El Correo del Perú, aunque subrayando la existencia de dos naciones ajenas y
heterógeneas dentro de un mismo territorio, y haciendo clara la identificación de la
nación criolla con el fértil universo cultural de la República francesa del frontispicio al
mismo tiempo que su enajenamiento de aquel representado por la princesa Inca que
descalza le da la bienvenida en su yermo territorio.
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incluye al indio en sus relatos no como personaje pobre y desvalido sino más bien como
figura poderosa que presagia destrucción y muerte, y por ende que inspira temor, nunca
compasión. En el caso de la narrativa de la argentina Juana Manuela Gorriti el indio no
sólo es temible presagio de muerte, sino que además ejecuta la amenaza en su afán de
violar a las mujeres blancas15. La caracterización del indio de Gorriti como sanguinario y
verdadero terror de las mujeres encuentra su correlato en la literatura de las Campañas
del desierto argentino, donde campeaban indios malones y cristianas cautivas. La cautiva,
poema narrativo de Alberdi es quizás el texto más emblemático de la época.
14 La función del negro en la narrativa femenina peruana sería similar al papel que cumple
el malón en la romancista argentina, como veremos en el contexto de un relato de
Mercedes Cabello de Carbonera y un segundo relato de Gorriti donde los personajes
negros son representados en una dimensión de sexualidad violenta y perversa. En lo que
sigue intentaremos explorar la manera cómo se configura una política narrativa femenina
criolla homóloga a la política visual de El Correo del Perú y de los retratos fotográficos que
ilustran la Lima de Fuentes.
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independiente e "indómita" cuyo destino ha sido anunciado por Taita Mateo, "
descendiente de los caciques del gran Chimú" quien con su mirada maliciosa le anuncia
una muerte prematura devorada por las olas del Pacífico. Efectivamente, la joven fuga con
un oficial de la marina, y por error el baúl donde se ocultaba es estibado en la bodega del
barco, donde muere asfixiada para luego ser arrojada al mar. En ambos relatos
encontramos personajes femeninos cuyo primer signo de rebeldía es entrar en contacto
con el mundo de los indios, y en ambos relatos la rebeldía es castigada con la muerte. Hay
que señalar además que contrariamente al indio impotente y embrutecido de Matto,
estaríamos frente a indios que aunque marginados, mantienen un poder oculto e "
indescifrable" que puede ser movilizado con eficacia contra la sociedad criolla.
18 Si bien es cierto que en estos dos relatos de Teresa González el indio es un personaje
relativamente periférico a la trama central de corte romántico, éstos funcionan como
símbolos centrales en la estructura narrativa de los mismos. Una economía narrativa
similar se advierte en un cuento temprano de Juana Manuela Gorriti, aunque recordando
que dado el contexto histórico en el que se nutre el imaginario argentino, la frontera, el
nomadismo y la violencia sexual imprimen en el indio argentino de la Gorriti dimensiones
siniestras que no se perciben en el caso peruano.
19 Es el caso de "El lucero del manantial"18, publicado en La Revista de Lima. El personaje
principal, María, vive con su padre en la frontera del sur argentino, en un fuerte "que
separa a los salvajes de las poblaciones cristianas", hasta que un día cruza la línea
divisoria y tiene un encuentro romántico y fugaz con un personaje de identidad ambigua,
quien siendo de rasgos blancos tiene modos indios, y de cuyo encuentro nace un hijo.
Muchos años después de que María regresara al mundo civilizado donde el niño es criado,
se vuelve a encontrar con su antiguo amante. La ocasión es aciaga: la joven acude a la
autoridad militar para pedir por la vida de su hijo, condenado a muerte por su oposición a
Rosas. En una clásica escena de reconocimiento dramático,
20 María descubre con horror la identidad del verdugo, quien resulta siendo no sólo el padre
de su hijo, su antiguo amante, sino que es, además, el mismísimo Rosas "el sanguinario
salvaje de las pampas".
21 Esta dimensión monstruosa del amante de María aparece más delineado en una nouvelle
posterior de la misma autora: Un viaje al país del oro19. Ésta da cuenta del romance entre
dos huérfanos criollos de la clase media limeña que se hacen a la mar como tripulantes de
un barco con destino a California en plena fiebre del oro. El idilio entre Estela y Andrés es
destruido cuando el barco atraca en Panamá y la doncella entra en contacto
accidentalmente con un gigantesco indio "color de cobre, de dientes apartados y agudos
como los de un perro, y ojos de buitre que se fijan en ella con ansiosa codicia" 20. El retrato
zoomorfo del temible personaje se completa cuando a éste se le oye hablar en lengua "de
sonidos agrestes como los rumores de una selva"21. Vale la pena recordar que antes que
Gorriti muchos fueron los viajeros europeos que describieron a los indios patagones como
epítome del salvajismo más abyecto y perverso22.
22 El extraño personaje, cuenta la narradora, persigue inútilmente a Estela de puerto en
puerto hasta llegar a San Francisco, donde frustrado por el fracaso de su empresa
incendia el hotel donde ella duerme. El fuego se propala y destruye gran parte de la
ciudad, pero Estela escapa de milagro. Sin embargo, tenaz en su deseo de poseerla, el
siniestro 'gigante de cobre' continúa su persecución por el río Sacramento donde navega
un vapor tripulado por la bella limeña hasta que logra raptarla. Además de nómade, el
villano es diestro en el arte de mudar identidad, apareciendo ora como indio navajo, ora
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como pirata23. Aunque la joven limeña logra escapar varias veces de su verdugo, el
libidinoso Calibán de "ojos fosfóricos" y "dientes puntiagudos" volverá inexorable, hasta
que, perturbada por la violencia de la persecución, Estela tomará los votos como novicia
en el convento de Santa Clara. Empero la justicia poética se hará cargo de ajustarle
cuentas al hombre color de cobre. Al final del relato será asesinado en un teatro de San
Francisco donde se representa un vaudeville en época de carnaval. Su esqueleto pasará al
cuidado de un naturalista inglés quien habiendo identificado meticulosamente los
elementos más extravagantes de su estructura ósea, lo depositará en el Museo de Historia
General para ser exhibido como raro espécimen de las formas más primitivas de vida
humana24.
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albas esclavas a un ritual satánico en el que él mismo desempeña la doble función de ídolo
y de sacerdote oficiante. Para ello monta un altar en Pachacámac y periódicamente
emerge para atrapar a sus incautas víctimas aprovechando de la temporada de verano en
Chorrillos. La presa más codiciada, la hermosa Carmen de Montelar, hija de la duquesa, es
raptada y violada una y otra vez durante las tres noches que pasa en el templo bajo el
diabólico dominio del cimarrón. Empero al finalizar el relato llegará la hora de la justicia
poética cuando al malvado personaje se le ejecute públicamente en la Plaza de Armas de
Lima. A manera de postdata la narradora señala que a pesar de su cruento final las
vírgenes limeñas nunca lograron sacudirse de la paranoia desencadenada por el recuerdo
de tan abyecto villano.
A manera de conclusión
25 Siendo los representantes de una mayoría socialmente marginada, pero simbólicamente
central, los personajes de la subalternidad masculina aparecen en estos relatos como
rajaduras en las paredes del edificio que el estado liberal moderno de la segunda mitad
del siglo XIX estaba en proceso de construir. Porque aun si el escenario de El ángel caído se
sitúa en la colonia, los personajes y la trama se imaginan desde la perspectiva del estado
republicano. En el caso de las narrativas visuales de la Lima de Fuentes y del frontispicio
de El Correo del Perú donde el tema de género no se aborda sino de manera sesgada, el
desequilibrio entre los grupos sociales representados resulta siendo igualmente
perturbador. Se trataría, por cierto, de rajaduras estructurales que amenazan con
destruir todo el edificio, y frente a las cuales arquitectos e ingenieros de la joven nación
no pudieron demostrar sino una lamentable incompetencia. Porque el hecho es que no
tenemos noticias acerca de propuestas alternativas de convivencia social que esbozaran
pilares diseñados para soportar todo el peso y la heterogeneidad de una sociedad
poscolonial. El resultado es la emergencia de un espacio distópico que a su vez produce
una crisis de representación de la sociedad.
26 Un siglo más tarde los cínicos comentarios del antropólogo nórdico quechuahablante que
recorre la sierra peruana en Lituma en los Andes sugiere que aquella nación rajada y herida
que fue profusamente retratada por fotógrafos y narradoras antes y después de la guerra
con Chile no ha sido curada todavía. Así, tras una conversación acerca de la crueldad con
la que se perpetraron las matanzas de campesinos durante la guerra interna, el profesor
concluye que "el error es nuestro por tratar de entender esas matanzas con la cabeza" 30.
Esa "conciencia de los abismos"31 que separa al otro dentro de una misma nación se
percibe lejana en el tiempo pero de manera nítida en las narrativas visuales y de ficción
producidas en la Lima del siglo XIX. En los dos casos se trataría de discursos que se
articulan en torno a un solo tropo, aquel de la barbarización de los representantes del
subalterno en la misma medida en que se asigna la perspectiva de la civilización y de la
razón a la elite social e intelectual que emite el discurso. De estas narrativas podemos
decir entonces que las contradicciones sociales sobre las que yace su entramado conducen
a la negación del otro. A juzgar por las conclusiones del informe final de la Comisión de la
Verdad y Reconciliación, en cuanto a que "los que sufrieron la violencia fueron los
insignificantes, los peruanos que carecen de significado para el Estado y la sociedad", la
negación del indio sigue siendo clave para entender el fracaso del Perú de hoy32.
27 Al asumir una posición de legitimidad otorgada por la lógica de la Razón, las elites
intelectuales peruanas del XIX, como el antropólogo peruanófilo un siglo más tarde son
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NOTAS
1. Mario Vargas Llosa. Lituma en los Andes. Barcelona: Planeta, 1993, p. 179.
2. Ibid., p. 175.
3. Marie Louise Pratt. Imperial Eyes, Travel Writing and Transculturation. London: Routledge, 1992.
4. Ver Gustavo Remedi. "Dystopian Scenes: Social Subjectivity and Horror in Peripheral Modernity
", en journal of Latin American Cultural Studies, vol. VII, No. 2, noviembre 1998, pp. 225-245.
5. Para una discusión actualizada del término, ver la introducción de José Antonio Mazzotti al
libro Agencias criollas. La ambiguedad "colonial" en las letras hispanoamericanas, en la que se explora
los alcances y limitaciones del término para el caso hispanoamericano (pp. 16-21), en José
Antonio Mazzotti (ed.). Pittsburgh: Universidad de Pittsburgh, Biblioteca de América, 2000. Para
otro acercamiento al concepto ver Anne McClintock, "The Angel of Progress: Pitfalls of the Term
'Postcolonialism", en Colonial Discourse/ Postcolonial Theory. Manchester: Manchester University
Press, 1994, pp. 253-266.
6. Deborah Poole. Vision, Race and Modernity. A Visual Economy of the Andean Image World. Princeton:
Princeton University, 1997. Al respecto ver también Francesca Denegri. El abanico y la cigarrera.
Lima: IEP, Flora Tristán, 1996, particularmente el capítulo tercero en el que se elabora de manera
más extensa algunas de las ideas que se presentan en este ensayo.
7. Manuel Atanasio Fuentes. Lima, apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres. Paris,
1866, p. 78.
8. Mercedes Cabello de Carbonera. Las consecuencias. Lima: Torres Aguirre, 1889, p. 4.
9. Ver F. Denegri, El abanico y la cigarrera. En la sección 5.III "Civilismo e identidad cultural", pp.
147-155.
10. Las protestas de los intelectuales contemporáneos contra los estereotipos peruanos que
circulaban entonces en Europa abundan en la prensa periódica de la época. En un artículo
anónimo titulado "Extranjeros" y publicado en La Revista de Lima (con una nota de José Casimiro
Ulloa declarando su identificación con todo lo afirmado en el mismo), el autor se declara
ofendido por ser los peruanos considerados como "semi-salvajes" por los gobiernos europeos. Ver
"Extranjeros", La Revista de Lima, Tomo I,1859, pp. 310-320. El mismo complejo seguía vigente en
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expiando. Ver al respecto la reflexión de Bruce Chatwin en torno a The Ancient Mariner del poeta
Coleridge. En Bruce Chatwin, En Patagonia, pp. 58-90.
24. El detalle del museo desborda la ficción. Orkeke, cacique de la partida de tehuelches
encarcelado junto con otros miembros de su etnia en 1883, morirá cau tivo y su cadáver disecado
para ser exhibido en el Museo de La Plata. Ver G.C Musters, Vida entre los patagones, p. 52.
25. Ibid.,p.75.
26. Ibid., p. 74.
27. Juana Manuela Gorriti. Sueños y realidades. Buenos Aires: Casavalle, 1866.
28. Ibid., p. 369.
29. Ibid.
30. Lituma en los Andes, op.cit, p.178. El mismo profesor admite que ningún "pueblo de la
antiguedad pasaría el exámen" porque todos serían juzgados como crueles e intolerantes desde la
perspectiva moderna. La indescifrabilidad del Perú de hoy radicaría acaso en que ese pueblo de la
antigüedad vive todavía.
31. Gonzalo Portocarrero. Racismo y mestizaje. Lima: Sur, 1993, pp. 9 a 13.
32. Palabras de Salomón Lerner en su discurso de entrega del Informe Final de la Comisión de la
Verdad y Reconciliación, pronunciado en Huamanga el 29 de agosto del 2003.
AUTOR
FRANCESCA DENEGRI
Universidad de Londres/ Pontificia Universidad Católica del Perú
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