Está en la página 1de 1

El PUERTO AZUL

En un pequeño pueblo costero llamado Puerto Azul, donde el mar y el cielo se unían en un
horizonte interminable, vivía una niña llamada Marina. Marina era conocida por su amor al
océano y su deseo de explorar sus misterios. Pasaba horas en la playa, recogiendo conchas y
observando las olas, soñando con aventuras en las profundidades marinas.

Un día, mientras exploraba una cueva marina durante la marea baja, Marina encontró un
caracol marino de colores brillantes. Al acercarlo a su oído, escuchó una voz suave que decía:
"Soy el guardián del océano. Si me liberas, te concederé un deseo."

Intrigada, Marina decidió liberar al guardián. Al sumergir el caracol en el agua, una luz azulada
envolvió la cueva y, de repente, apareció un ser majestuoso, mitad hombre y mitad pez. Sus
escamas brillaban con los colores del arcoíris y su mirada reflejaba la sabiduría de los siglos.

"Gracias por liberarme, Marina," dijo el guardián con una voz que resonaba como el susurro de
las olas. "Tu bondad será recompensada. ¿Cuál es tu mayor deseo?"

Marina pensó en su amado pueblo y en los desafíos que enfrentaban los pescadores debido a
la disminución de los peces. "Deseo que el océano sea abundante y generoso nuevamente,
para que todos en Puerto Azul puedan prosperar."

El guardián asintió y levantó su tridente hacia el cielo. Una ola gigantesca se alzó y, en su
cresta, brillaron miles de peces de todas las formas y tamaños. La ola se rompió suavemente
en la orilla, y cuando el agua retrocedió, el océano estaba lleno de vida como nunca antes.

"Tu deseo ha sido concedido," dijo el guardián. "Pero recuerda, el océano debe ser respetado y
cuidado. Si los hombres lo tratan con amor, él les devolverá su generosidad."

Marina prometió difundir este mensaje y, con gratitud, vio cómo el guardián se desvanecía en
las aguas profundas. Volvió al pueblo y contó lo sucedido. Los pescadores, al comprobar la
abundancia del mar, celebraron con alegría y agradecimiento.

Desde ese día, los habitantes de Puerto Azul vivieron en armonía con el océano. Marina se
convirtió en una protectora del mar, enseñando a todos a respetar y cuidar las aguas que les
daban vida. Gracias a ella, Puerto Azul floreció y se convirtió en un lugar donde la naturaleza y
la humanidad coexistían en perfecta armonía.

Y así, el deseo de una niña y la sabiduría de un guardián marino transformaron Puerto Azul,
recordando a todos que la generosidad y el respeto por la naturaleza pueden traer
prosperidad y felicidad.

También podría gustarte