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Brenda Juliana Velasquez Barrios 1103

Había una vez un pequeño pueblo rodeado de hermosos paisajes, donde vivía un anciano llamado
Don Alejandro. Don Alejandro era conocido en todo el lugar como un gran contador de cuentos.
Desde que era joven, había recorrido el mundo, acumulando historias y experiencias que ahora
compartía con aquellos dispuestos a escuchar.

Cada tarde, Don Alejandro se sentaba en un viejo banco de madera en la plaza del pueblo. Los
niños se reunían a su alrededor, ansiosos por escuchar sus relatos mágicos y llenos de aventuras.
Los adultos también se unían a la audiencia, cautivados por la habilidad del anciano para
transportarlos a otros mundos a través de sus palabras.

Una tarde de otoño, mientras los colores dorados cubrían los árboles, Don Alejandro comenzó a
contar su cuento más especial. Relató la historia de un valiente caballero que se embarcó en una
búsqueda épica para encontrar la fuente de la juventud y salvar a su amada princesa de una
maldición.

Don Alejandro, con una sonrisa en el rostro, decidió complacer a los niños y cambiar el rumbo de
su historia. En lugar de continuar con el cuento del caballero, decidió contarles sobre el "Mar
Largo".

"Ahora, mis queridos niños, les contaré la fascinante historia del Mar Largo", comenzó Don
Alejandro. "Se dice que en las lejanas tierras del sur, más allá de las montañas y los bosques, se
encuentra un océano muy especial. Este océano, conocido como el Mar Largo, tiene la capacidad
de cumplir deseos".

Los ojos de los niños se iluminaron con asombro, esperando ansiosamente escuchar más sobre
este mar misterioso y mágico.

"El Mar Largo es un lugar encantado y sagrado", continuó Don Alejandro. "Se dice que aquellos
que navegan por sus aguas con un corazón puro y sincero pueden ver sus deseos más profundos
hacerse realidad".

Don Alejandro describió cómo el Mar Largo era un lugar de belleza inigualable, con aguas
cristalinas y brillantes que parecían contener fragmentos de estrellas. Las olas acariciaban
suavemente las playas de arena blanca y fina, mientras los

Mis disculpas por el error anterior. Continuemos con la historia del “Mar Largo”.
El Mar Largo era un lugar legendario y desconocido para la mayoría de las personas. Según las
antiguas historias, solo aquellos con el corazón más valiente y el espíritu más aventurero se
atrevían a emprender un viaje hacia ese mar mágico.

Un día, un joven marinero llamado Diego escuchó los rumores sobre el Mar Largo y su poder para
conceder deseos. Con su determinación y curiosidad en aumento, decidió que era hora de zarpar
hacia lo desconocido.

Preparó su barco con provisiones suficientes y se embarcó en su viaje hacia el Mar Largo. A medida
que se adentraba en las aguas, se encontró con desafíos y peligros, pero su determinación no
vaciló. Continuó navegando, guiado por su intuición y el brillo de la esperanza en sus ojos.

Después de semanas de travesía, finalmente avistó a lo lejos una tenue luz azul que se elevaba
desde el horizonte. Era el Mar Largo, revelándose ante sus ojos.

Diego se acercó con cautela y admiración, sintiendo una energía especial emanar de sus aguas.
Lentamente, dejó caer una pequeña botella al mar, en la que había escrito su deseo más profundo:
encontrar la felicidad verdadera.

Inmediatamente, el mar se agitó y se formó un remolino de colores. Una figura etérea emergió del
agua, era una hermosa sirena con ojos brillantes y cabellos dorados. Su voz suave llenó el aire
mientras le hablaba a Diego.

“Marinero valiente, has venido en busca de tu deseo. Pero la verdadera felicidad no se encuentra
en los deseos materiales. Está en los momentos de amor, amistad y gratitud. Aprecia cada instante
y serás verdaderamente feliz”, le dijo la sirena con sabiduría.

Diego asintió, comprendiendo el mensaje profundo de la sirena. Agradecido por su encuentro,


navegó de regreso a su hogar, llevando consigo una lección valiosa que compartiría con todos
aquellos dispuestos a escuchar su historia.

Y así, Don Alejandro concluyó su cuento sobre el Mar Largo, dejando a los niños maravillados y con
corazones llenos de sueños y esperanzas. Los pequeños se despidieron del anciano con gratitud,
sabiendo que podrían ……

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