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Esperanza y dinero

Lectura: 1 Timoteo 6:6-19

Un cristiano relató la siguiente anécdota: El señor X me conoció porque yo iba al


templo de la iglesia a la cual él pertenecía, y en una ocasión le pedí un consejo, y me
lo dio. Después de algunos años sin que tuviera yo la oportunidad de verlo. Un día
ese señor vino a mi casa: nos dimos los saludos de costumbre, y después me preguntó
si podría hablarme en privado, y le dije que sí. Entramos en un cuarto donde nadie
pudiera interrumpirnos. Cuando ya estábamos a solas me dijo: ¡He sabido que usted
está expuesto a un gran peligro! Le dije que yo no lo sabía. Enseguida agregó: Así me
pareció; que no lo sabía usted: por esta razón he venido a verlo. Me dicen que usted se
está enriqueciendo...: ¡Cuidado! ¡Está usted en el camino por el cual el diablo algunas
veces conduce a millares de personas a la ruina espiritual y los aleja de Dios para
siempre! Siguió hablándome sobre este asunto con tanta solemnidad y sinceridad que
me impresionó profundamente. Cuando mi buen visitante y consejero se despidió de
mí, me quedé pensando en lo que habíamos conversado y decidí que haría yo lo
posible para que el aumento de mis riquezas no me alejara a Dios, sino más bien para
que éstas sirvieran al Señor y a la extensión de su reino.

A. Gran ganancia
i. Nos gustaría no tener que pensar en eso, y frecuentemente maquillamos nuestras
ambiciones con justificaciones bastante forzadas. Lo cierto es que todo el mundo,
incluyéndonos a las cristianas y cristianos, ponemos más esperanza en las
riquezas que en el Señor.
ii. El apóstol Pablo afirma que “gran ganancia es la piedad acompañada de
contentamiento”. En otras palabras, deshacernos de la codicia nos acerca a Dios.
iii. ¿Será posible en contentamiento? Parece una idea bonita, pero totalmente irreal.

B. Lo que realmente importa


i. El deseo de acumular riquezas es una trampa que se presenta con diversos grados
de sutileza, pero cuyo resultado es siempre el mismo. “Nadie puede servir a dos
señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y
despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Mateo 6:24.
ii. Cristo transforma nuestra perspectiva de la vida, del tiempo y de lo que tiene o no
tiene autentico valor.
iii. Enfoquémonos en la perspectiva de la eternidad.

C. Verdadera riqueza
i. Las riquezas son inseguras, no solamente desde la perspectiva de la eternidad,
sino también aquí y ahora.
ii. El verdadero tesoro es la abundancia de buenas obras. “Dios no las necesita, pero
nuestro vecino sí”...
iii. Por eso podemos confiar en las palabras del Señor Jesucristo, y confiadamente
vivir así: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen,
y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la
polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde
esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Mateo 6:19-21.

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