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5.

La helenización de Roma a finales de la República Romana


Jorge Bravo- C3

«La Grecia conquistada conquistó a su vulgar captor (Graecia capta ferum


victorem cepit) »1 escribía Horacio en sus Epístolas. Esta oración hace referencia a la
helenización: la integración de la cultura, religión y arte griegos entre los romanos, que
sucedió sobre todo tras la conquista efectuada a partir del siglo II A.C de Grecia y
Macedonia. Es curiosa la expresión utilizada por Horacio para referirse al invasor
romano. Independientemente de la visión que hay actualmente de los bárbaros, los
romanos eran considerados bárbaros hasta las victorias contra Grecia y Macedonia y la
consecuente integración de estos territorios en la República, que fue progresiva. A la par
que sucedía esta integración política de Aquea y Macedonia en la República primero, y
después en el Imperio, acontecía una propagación de la identidad griega- la cual las
élites romanas veían con admiración estética además de como efectiva herramienta
propagandística.
El trabajo que redacto a continuación trata especialmente de cómo funcionó esa
helenización de Roma en los años de la república romana comprendidos entre la
destrucción de Cartago (146 a.C) y las reformas del dictador Sila (81-80 a.C). Pero
como a la hora de analizar todo evento o proceso histórico, es imprescindible conocer el
contexto, esto es, las influencias de Grecia sobre Roma previas a las campañas militares
de estos últimos en la Hélade, y cómo esa influencia griega en Roma se sucedió por
tiempos posteriores. llegando hasta nuestros días la concepción estética que
denominamos “lo clásico”.
Hemos de comprender la helenización como un proceso; primero,
mayoritariamente estético, pero segundamente, global. La cuna de la cultura griega se
encuentra en una península con recursos naturales moderados, rodeado de islas. Era
natural que eso, junto a las influencias fenicias, empujara a los griegos a convertirse en
un pueblo muy marinero, que ubicaba colonias a lo largo de todo el Mediterráneo,
llegando hasta Iberia y el sur de Galia. Las influencias que tuvieron sobre los pueblos
con los que comerciaron y tuvieron contacto quedan probadas en no sólo el arte y la
escultura íberos, sino incluso en su sistema monetario y en cómo organizaban sus
estados. Daría la impresión, tras observar las conductas respecto a “lo griego” que el
resto de pueblos y facciones del Mediterráneo y Asia occidental admiraban estos
elementos considerados “de primera clase” (clásicos) e incluso eran proclives a
tomarlos como suyos. Sin irnos más lejos tenemos el ejemplo de Macedonia, que se
inspiró en Grecia para tantas cosas aun siendo considerados por sus vecinos sureños
poco más que bárbaros, y logró pasar a la Historia (gracias a las figuras de Filipo II y
Alejandro) como la cabeza de Grecia y la que la llevó hasta el Indo, haciendo de la
helenización la globalización del antes de Cristo. Macedonia-así como otros pueblos
tracios-, es un buen ejemplo de cómo los descendientes de pastores fueron capaces de
no sólo apreciar el pensamiento griego si no entenderlo como elemento propagandístico
e incorporarse a ello de manera exitosa. Algo similar sucedió con Roma, aunque quizá
este suceso fuera algo más accidental y violento, debido entre otros motivos a la
esclavitud y al expolio, en lo cual después me extenderé. Sin embargo, hubo influencia
griega en Roma tan pronto como hubo contacto entre ambos pueblos. Como he
destacado, las facciones mediterráneas eran proclives a tomar elementos de Grecia para
sí, y los pueblos itálicos no fueron una excepción. Concretamente los relatos míticos
griegos eran populares: daban legitimidad al pueblo. Los romanos, en sus inicios, no
contaban con ese elemento. Es en esta época cuando surgen entre pueblos latinos las
ideas de descendencia de troyanos, y en Roma concretamente la del héroe Eneas (400
a.C). Siglos después, Virgilio escribía la Eneida, juntando mitológicamente a Roma y
Troya y consecuentemente, a Roma y Grecia.
«[…] en 396 a.C. los despojos de la victoria romana sobre la vecina ciudad de
Veyes fueron enviados a Grecia y dedicados en Delfos […]»1
La religión fue uno de los primeros elementos griegos que permearon en la cultura y
sociedad romana. No solamente desde unos inicios había unos claros paralelismos entre
los dioses romanos y griegos, pero además sucedió la importación de carácter oracular,
los Libros Sibilinos, una colección de sentencias originarias de Grecia que habían
llegado a Roma en tiempos de los reyes etruscos. «Estos libros contenían una serie de
oráculos griegos en verso [..] por una profetisa, la Sibila […]. Las profecías eran a todas
luces de origen griego, pero confirieron una sanción divina a aquella innovación
religiosa romana». (Lane Fox, Robin) Durante la primera década del siglo III, como
consecuencia de una hambruna, apoyaron la introducción en Roma de Esculapio, el dios
griego de las curaciones. En tiempos de crisis, pues, los libros tendían a introducir
nuevos cultos griegos al núcleo duro de la tradición romana.
El interés entre ambos no fue mutuo, ya que los griegos no se preocuparon
mucho por los romanos hasta el 284, cuando los romanos atacaron Tarento.
Es a partir de este momento, y con las posteriores campañas de Pirro (280) contra los
romanos y las guerras ilíricas a finales de este siglo, cuando comienza a surgir la fusión
violenta entre estas dos civilizaciones. Pero antes de cruzar el adriático para “liberar”
más pueblos, es hora de hablar del esclavismo.
En la Primera Guerra Púnica, Roma se consolidó como una de las primeras fuerzas del
Mediterráneo. Cartago ya tenía fuertes influencias griegas, y dada su proximidad con
Sicilia, Cartago había tenido siempre una numerosa comunidad griega. Muchas de las
familias ricas de Cartago habían recibido una educación griega, y de hecho Aníbal tuvo
un preceptor griego. Además, pese a una cierta tendencia al derroche de lujo y
ostentosidad, los cartagineses apreciaban la estética helénica.
La 1ª guerra púnica fue una a gran escala, donde los ejércitos romanos
capturaron e hicieron esclavos a miles y miles de individuos, muchos más de los que
hubieran podido capturar jamás en Italia. Esclavizaron a toda la población de la refinada
ciudad griega de Acragante (Agrigento), y muchos de esos prisioneros fueron vendidos
después como esclavos, que serían conducidos a Italia, botín de los romanos ricos.
Principalmente se dedicarían a la agricultura1. Esto convierte definitivamente a Roma en
la sociedad esclavista con diferencia, con matices respecto a Grecia, pero que en general
resultaba en numerosos contingentes de soldados libres que componían el ejército más
poderoso y numeroso de la Antigüedad.
Incluso antes de la incorporación de la Hélade, Roma ya era una sociedad
esclavista, así como lo había sido y era la griega. Sin embargo, estaban lejos de ser
griegos. A partir de la serie de circunstancias que llevaron a guerras con potencias
balcánicas, macedonios y aqueos, esclavos griegos acabarían en propiedad de élites
romanas (patricios especialmente). Muchos de ellos tenían cierta formación académica,
y servían de maestros al modo griego. El paedagogus (palabra griega) era el esclavo que
conducía al niño a la schola, y el maestro era generalmente un liberto griego 2. Esto,
junto a la popularización de la lengua griega entre las familias con más recursos,
además de las obras de Homero, debieron de ser decisivos respecto a cómo las élites
adoptaban ciertos elementos griegos, desde mi punto de vista.
Por iniciativa de la familia Escipión, entre otros, comienzan a llegar a Italia
muchos artistas griegos, y Cicerón hace referencias a que las riquezas de algunos
gobernadores republicanos proceden del expolio del patrimonio griego 3. Como antes
hemos mencionado, esto comienza con los asaltos y saqueos de algunas ciudades
griegas durante las Guerras Púnicas, pero llega a su punto álgido tras la tercera guerra
macedónica (171-168 a. C.) y la consecuente conversión de Macedonia en provincia
romana; y la derrota de la liga Aquea en el 146 a.C., por la cual Grecia se convertía en
un protectorado romano.

«Polibio relata con tristeza lo que ocurrió en la toma de la ciudad, y habla de la


indiferencia con que los soldados observaron las obras de arte maestras, y las ofrendas
sagradas de los templos de las que la ciudad estaba llena. Él dice, que estuvo presente,
y vio en las calles de Corinto pinturas tiradas en el suelo, y soldados jugando a los
dados encima de ellas. Entre otras, cita el cuadro de Baco pintado por Aristides. El
mayor número y desde luego las más hermosas de las otras ofrendas que hay en Roma
(en los templos) fueron traídas de Corinto. Algunas de ellas están en posesión de las
ciudades cercanas a Roma.»
Estrabón, Geografía 8.6.23

1
Lane Fox, Robin (2005) El Mundo Clásico
2
Downey, "Ancient Education," The classical Journal52, no.8 (May 1957)
3
Beard, M. (2013). «Roman Art Thieves». Confronting the Classics: Traditions,
Adventures, and Innovations (en inglés). Liveright.
Decir que Roma copió a Grecia tras conquistarla es simplista cuanto menos. Roma
siempre mantuvo una personalidad propia, manifiesta en la mentalidad romana, el
derecho, el militarismo, los modelos de Estados y otros asuntos que caracterizan a una
civilización que, por otro lado, se consideraban en cierto modo sucesores espirituales de
Alejandro y del mundo griego. Tomaron para sí los elementos que más favorecedores
consideraban, como una mitología que les uniera a los griegos para hacer más fáciles
sus relaciones; una religión la cual cobró aún más importancia en Roma, el teatro y el
resto de literatura y la arquitectura. Estos ya mencionados son campos principalmente
artísticos los cuales tenían una fortísima inspiración en Grecia, pero con claros toques
romanos que los mejoraban; en el caso de la arquitectura civil por ejemplo, mediante
una tecnología más avanzada. Los romanos incorporan construcciones de origen griego
como los tholos o las stoas (visible en las figuras 1, 2 y 3). Además, adaptan ciertos
elementos de la arquitectura griega dentro del canon romano, y se dice que los romanos
inspiraban algunos de sus mosaicos en pinturas originales griegas, ambas cosas
observables en la Casa del Fauno en Pompeya (Figuras 3 y 4). El caso de la escultura es
uno en el que Roma mostró menos independencia-salvo por el retrato-, siendo más
claramente un área de exclusiva copia de originales o técnica griegos.

1.Horacio, Libro II, epístola I, líneas 156-157.


2. Lane Fox, Robin (2005) El Mundo Clásico: La epopeya de Grecia y Roma
3. Antía Fernández, “La integración de Grecia al Imperio Romano”, Revista Itálica 1,
no. 2 (2016).
4. A. Guzmán, “Alejandro y Roma”, En Graecia capta: de la conquista de Grecia a la
helenización de Roma, ed. Emma Falque y Fernando Gascó (Huelva: Universidad de
Huelva, 1996): 18.
5. Fernández, “La integración de Grecia…”, 192-193.
6. Beard, M. (2013). «Roman Art Thieves». Confronting the Classics: Traditions,
Adventures, and Innovations (en inglés). Liveright.
7. Estrabón, Geografía 8.6.23

Figuras
1y2

Figura 3. Pórtico y estoa.


Figuras 3 y 4.

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