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Historia del pensamiento económico

A lo largo de la historia el ser humano ha tratado de satisfacer sus necesidades, de acuerdo


con las condiciones naturales en que vive; gran parte de esas necesidades se satisfacen
mediante actividades que se consideran económicas, ya que se precisa del uso adecuado de
bienes, naturales o transformados, que se adquieren en el entorno. Dichos bienes pueden ser
abundantes o escasos, por lo que su utilización debe ser moderada para que satisfagan las
necesidades presentes y futuras. Para cubrir sus necesidades, los seres humanos se valen de
los medios disponibles, a los que se les pueden dar usos alternativos. Un ejemplo es el agua,
un recurso natural cuya suficiencia o escasez depende de las zonas geográficas; su uso se
destina al consumo para la preservación de la vida, animal o vegetal, para la generación de
energía eléctrica o para la transformación y reproducción de productos alimenticios en zonas
áridas o fértiles, es decir, que las satisfacciones derivadas de su empleo pueden ser inmediatas
o para un futuro mediato. En algunas zonas el agua es tan abundante que incluso puede ser
dañina para la naturaleza y la población; en esos lugares se puede usar libremente este
recurso al punto que se llega al desperdicio. En otras áreas su disponibilidad es limitada,
incluso escasa, por lo que se requiere racionalizar su uso. La forma en que se puede
aprovechar adecuadamente el agua se basa en conocimientos derivados de su existencia,
distribución y consumo, lo cual se reconoce como una de las funciones de la economía. De la
producción, preservación, distribución y consumo de ese elemento dependerá en gran medida
la vida vegetal y animal, pero la responsabilidad de ello será esencialmente humana. Y así
como sucede con el agua ocurre con muchos otros productos cuya necesidad, adquisición y
consumo resultan vitales para las sociedades. La dinámica de crecimiento de la población en
algunas zonas y la infinidad de necesidades y deseos de los individuos provoca, en ocasiones,
la escasez de algunos recursos, lo que obliga a su utilización racional. Ello indica que se debe
seleccionar entre todas las posibilidades a fin de decidir el destino de los recursos. Ésa es una
decisión de carácter económico.
Alfred Marshall (1842-1924) señalaba que la economía es “un estudio de la humanidad en el
negocio ordinario de la vida; examina esa parte del individuo y la acción social que se conectan
estrechamente con el uso y el logro de los requisitos materiales del bienestar”.

Otro economista inglés, lord Lionel C. Robbins (1898-1984) redefinió, como lo han hecho
muchos otros pensadores, el campo de la economía al decir que es “la ciencia que estudia el
comportamiento humano como una relación entre medios escasos que tienen usos alternativos
Así, en las definiciones de economía encontramos de una u otra manera que “es la ciencia del
economizar”, por lo que el asunto que preocupa al conjunto de la economía es hallar las
opciones para lograrlo. La selección de alternativas implica elegir algunas y abandonar otras
para producir un determinado bien o servicio, mediante el empleo de recursos disponibles. Por
ejemplo, para una sociedad en algún tiempo se requieren algunos insumos como frutas,
verduras, etc., pero si pensamos en una sociedad urbana las exigencias del consumo varían,
por ejemplo, de acuerdo con el clima: en época de calor se consumen más ventiladores y en
periodos de frío, mayor cantidad de calefactores. Estas posibilidades de producción y consumo
de ciertos bienes de acuerdo con el clima indican cómo una determinada producción se puede
privilegiar sobre otra de conformidad con las condiciones, necesidades y alternativas
disponibles, en tiempos determinados. Si bien existen diversos significados de economía la
expresión tiene un fundamento etimológico: está formada por las voces griegas.
División de Trabajo Adam Smith se conoce por sus contribuciones a la doctrina de la
economía clásica, pero su análisis en La Riqueza de las Naciones, que se publicó en 1776,
incluía un brillante argumento sobre las ventajas económicas que las organizaciones y la
sociedad podrían obtener de la división del trabajo. Él empleó para sus ejemplos la industria de
fabricación de alfileres. Smith menciona que diez individuos, cada uno realizando una actividad
especializada, podrían producir entre todos alrededor de 48 mil alfileres al día. Sin embargo, si
cada uno trabajara en forma separada e independiente, con un poco de suerte esos diez
trabajadores podrían fabricar 200 (o incluso diez) alfileres al día. Si cada trabajador tuviera que
jalar el alambre, estirarlo, cortarlo, martillar la cabeza a cada alfiler, afilar la punta, y soldarle la
cabeza a cada pieza, sería un verdadero reto producir diez alfileres al día.
Smith concluyó que la división del trabajo aumenta la productividad al incrementar la habilidad y
destreza de cada trabajador, al ahorrar tiempo que, por lo general, se pierde al cambiar de
actividades, y al crear inventos y maquinaria que ahorraban trabajo. La amplia popularidad
actual de la especialización del trabajo ( tanto en puestos de servicio como la enseñanza y la
medicina como en las líneas de ensamble en las plantas de automóviles) se debe sin lugar a
duda a las ventajas económicas que citara hace más de 200 años Adam Smith.
Adam Smith prometió demostrar la manera de aumentar la riquezas de las naciones,y una
de las respuestas que ofreció fue la “división de trabajo”,y que consiste en la especialización y
cooperación de las fuerzas laborales en diferentes tareas y roles con el objetivo de mejorar la
eficiencia.
Señaló que gracias a la división de trabajo se ahorraba tiempo, la producción aumentaba cada
vez más en menos tiempo debido a que el obrero no tenía que cambiar constantemente de
herramientas, también se ahorraba capital ya que cada obrero no tenía que disponer de todas
las herramientas sólo las necesarias para la función que desempeñaba. Smith establecía que a
través de la división de trabajo cada trabajador desarrolla más habilidad y destreza en su tarea,
aquellos trabajadores especializados tenían más posibilidades de inventar dispositivos o
máquinas que faciliten o mejoren la tarea particular que realizan diariamente. Además Smith
creía que los trabajadores, antes que los ingenieros, suelen ser quienes propulsan los inventos.
Smith advertía que la división de trabajo trajo consigo una diversificación de sueldos que
correspondían a diferentes tareas para que fuera convincente, lo explicó de está manera:
Primero un trabajo puede resultar desagradable por sus condiciones insalubres por lo tanto
habrá pocos hombres que acepten un trabajo en esas condiciones a menos que reciban un
salario que recompense el trabajo realizado.
Segundo algunos empleos requieren antes un entrenamiento especial, por ejemplo los
taquígrafos de la sala del tribunal ganan más que los alguaciles.
Tercero un empleo irregular o inseguro está mejor pagado. Aquellos trabajadores de la
construcción ganan más que otros que están similarmente entrenados a causa que las
adversas condiciones del tiempo les impiden trabajar.
Cuarto cuando se requiere un alto grado de confianza los salarios aumentan, muchas personas
que estiman el verdadero valor de un diamante para sentirse seguros compran en un negocio
caro pero confiable como Tiffany.
Quinto la remuneración será alta si la tarea se ve coronada por el éxito, muchos abogados
reciben su remuneración si sólo ganan el pleito.
No obstante, a pesar de los grandes beneficios que le generaba a un país la división de trabajo,
Smith consideraba que esta era la causa principal de que un grupo importante de la población
se idiotice, al tener que realizar labores muy mecánicas. Por está razón Smith radica la
importancia de que el Estado incentive la educación y la religión como una forma de mitigar
este mal causado.

División del trabajo


En el libro I de La riqueza de las naciones Smith somete a discusión el concepto de la división
del trabajo para poder hacer un análisis de las ganancias derivadas de la especialización y el
intercambio, principios sobre los que descansa la teoría de los mercados. Así, Adam Smith
señala: “El progreso más importante en las facultades productivas del trabajo y gran parte de la
aptitud, destreza y sensatez con que éste se aplica o dirige en todas partes, parecen ser
consecuencia de la división del trabajo.”
Por tanto, tal división no es el efecto de la sabiduría humana, sino consecuencia de la
tendencia del hombre de cambiar una cosa por otra. Dicha tendencia es también considerada
como resultado del interés personal que mediante el cambio da satisfacción a múltiples
necesidades. Con base en ese criterio, Smith niega la afirmación fisiocrática de que la riqueza
la crea sólo la actividad agrícola, y pone de relieve la utilidad y fecundidad del trabajo. El
trabajo agrícola, manufacturero o comercial tiene la misma jerarquía y, por tanto, la riqueza es
el resultado de la colaboración de cuantos trabajan. Hay diversos trabajos y diversas
complicaciones para realizarlos; algunos requieren un trabajo colectivo como el navío del
marinero, el molino del batanero oel telar del tejedor, pero incluso en la producción de artículos
más simples se requiere una división laboral. Para demostrar esa colaboración y la
productividad que se deriva de ella hay un ejemplo que se cita con frecuencia para describir las
ganancias que se obtienen de la especialización y de la división del trabajo en la fabricación de
alfileres. Smith explica cómo en una pequeña factoría la colaboración de tan sólo 10 obreros
permite la realización de 18 labores distintas y el producto alcanza la cifra de 48 mil alfileres,
como resultado de la especialización y división del trabajo. Agrega que los hombres por sí solos
apenas podrían satisfacer sus más esenciales y apremiantes necesidades; en cambio, gracias
a la división del trabajo centuplican su producción y bienestar: Un trabajador sin adiestramiento
en esta tarea... y que no esté acostumbrado al manejo de la maquinaria que en ella se
emplea... por más que trabaje apenas podrá hacer un alfiler en un día y desde luego, no podrá
hacer veinte. Pero dada la forma en que esta tarea se ejecuta hoy día, no sólo la fabricación
misma constituye un oficio particular, sino que además está dividida en un cierto número de
ramas, de las cuales la mayoría constituyen a su vez oficios particulares. Un hombre estira el
alambre, otro lo endereza, un tercero lo corta, un cuarto lo afila, un quinto lima el extremo
donde irá la cabeza, hacer la cabeza requiere dos o tres operaciones distintas, ponerla es un
trabajo especial, esmaltar los alfileres otro; de este modo, la importante tarea de hacer un alfiler
se divide en unas dieciocho operaciones distintas, ejecutadas por distintos obreros en algunas
fábricas, mientras que en otras un mismo hombre ejecutará dos o tres. He visto una pequeña
fábrica de este tipo donde sólo trabajaban diez hombres y... [cada uno fabricaba]... cuatro mil
ochocientos alfileres por día. Pero si hubiesen trabajado

separada e independientemente, y sin que ninguno de ellos hubiese sido educado para esta
tarea particular, seguro que no podrían haber hecho veinte, y ni siquiera un solo alfiler al día.
Debido a la división y combinación de las diferentes operaciones, en forma conveniente, hay
capacidad de confeccionar gran cantidad de unidades. En todas las demás manufacturas y
artes, los efectos de la división del trabajo son semejantes a esa producción, aun cuando en
muchas de ellas el trabajo no puede ser objeto de semejante subdivisión ni reducirse a tal
simplicidad de operación. Sin embargo, la división del trabajo, en cuanto puede ser aplicada, es
una ventaja que ocasiona un aumento proporcional en las facultades productivas del trabajo.
Se supone que la diversificación de numerosos empleos y actividades económicas es
consecuencia de esa ventaja. Tal división se produce generalmente con más amplitud en
aquellos países que han alcanzado un nivel más alto de laboriosidad y progreso. El trabajo
necesario para generar un producto acabado se reparte, por regla general, entre muchas
manos, aunque ello sucede casi siempre en la industria. La agricultura, por su propia
naturaleza, no admite tantas subdivisiones del trabajo, ni hay división tan completa de sus
operaciones como en las manufacturas. En las zonas agrarias es imposible separar
tajantemente la ocupación del ganadero y la del labrador, como se separan los oficios del
carpintero y del herrero o del hilandero y el tejedor; porque en el campo la persona que ara,
siembra y recolecta el grano suele ser la misma. La oportunidad de practicar esos distintos
tipos de trabajo va produciéndose con el transcurso de las estaciones del año, por lo que es
imposible que un hombre esté dedicado constantemente a una sola tarea. A partir de ese
ilustrativo ejemplo, Smith concluye que la división del trabajo tiene tres ventajas, cada una de
las cuales lleva a una mayor riqueza económica:
1.
los trabajadores aumentan su habilidad, destreza y maestría si se dedican a una labor en
particular;
2.
se logra un ahorro de tiempo considerable, y
3.
la especialización favorece el perfeccionamiento de las labores y la invención de maquinaria.
Esta última ventaja es resultado de la atención del individuo en la producción de un objeto en
particular, a causa de la división del trabajo, y de la búsqueda de procesos industriales que
puedan acelerar la producción. Para Smith, “los hombres son más propensos a descubrir
métodos más fáciles y expeditos para alcanzar un objetivo cuando toda la atención de sus
mentes está concentrada en un objeto, que cuando se disipa entre una gran variedad de
cosas”.
Si bien el autor puso énfasis en las ventajas, pues reconoció los beneficios de la
especialización en sus comienzos, también señaló que un trabajo especializado está restringido
por el tamaño del mercado y la acumulación de capitales. Así, cuando el mercado es muy
pequeño, nadie se dedica por entero al producto de su trabajo por la falta de capacidad del
mercado para cambiar los sobrantes. Por otra parte, el capital acumulado favorece la
especialización ya que capacita a la mano de obra. Como resultado de la colaboración derivada
de la división del trabajo, Smith se opone al impuesto único tal como lo proponían los fisiócratas
y sugiere un impuesto múltiple. Los efectos de la división del trabajo en las actividades
generales de la sociedad se identifican más fácilmente, considerando la forma en que opera en
algunas actividadeseconómicas; la división es mucho menor en las que se destinan a ofrecer
satisfactores para las pequeñas necesidades de un reducido número de personas, pues el
número de operarios es bajo y los empleados que cubren los diversos pasos o etapas de la
producción pueden reunirse en el mismo taller. Por el contrario, en las manufacturas destinadas
a satisfacer los pedidos de un gran número de personas, cada uno de los diferentes ramos de
la obra emplea un número considerable de obreros, por lo que luego es imposible reunirlos en
un taller pequeño. La interpretación de Smith sobre la división del trabajo además de poner en
relieve la especialización profesional, se refiere también a la división del trabajo entre individuos
que están empleados en trabajos productivos y los que tienen empleos que considera no
productivos, es decir, entre aquellos empleados en la producción de bienes físicos y los
empleados en la producción de servicios.

Espontaneidad de las instituciones económicas Smith elaboró sus ideas sobre la


espontaneidad de las instituciones económicas, conjuntamente con el carácter benéfico de las
mismas, de acuerdo con un criterio muy generalizado en el siglo XVIII según el cual lo natural y
espontáneo es justo y ventajoso. Por ello, la idea de la espontaneidad de las instituciones
económicas es consecuencia de la concepción del naturalismo e individualismo, propia de la
época que se manifiesta en la filosofía de Adam Smith, quien sostiene que el mundo
económico marcha movido por el interés personal de los individuos, que no han requerido de
ninguna voluntad superior a sí mismos, de ninguna deidad. Y añade que tal mundo se asemeja
a un gran ser vivo que crea sus órganos indispensables mediante la acción de millares de
hombres que actúan por su cuenta sin preocuparse de los demás y sin dudar sobre los
resultados de sus empeños: sus actos son producto de un impulso personal que se hace
colectivo. La economía de la sociedad participa de la espontaneidad de los grandes
organismos naturales, pero ello no implica necesariamente que la sociedad resultante tenga las
mejores instituciones. Muestra de esa espontaneidad son la división del trabajo, la moneda, la
acumulación del capital y la teoría de la oferta y la demanda, entre otras. En el caso de la
división del trabajo, Smith afirma que no hay una programación racional que haya llevado a los
individuos a realizar actividades distintas y complementarias, sino que esto es consecuencia de
la propensión que tiene elhombre de cambiar un producto excedente, que no requiere, por otro
que considera necesario y útil. Dicha tendencia es también, como se dijo, resultado del interés
personal que mediante el intercambio da satisfacción a múltiples necesidades. Algo similar
ocurre en el caso de la aparición y el uso de la moneda, que facilita los cambios y la creación
de riqueza, la cual demuestra sus ventajas sobre el trueque de las sociedades primitivas. Así,
la moneda no nació por un acto del poder público o por la acción reflexiva de la sociedad, sino
por la consideración espontánea de que su existencia era más conveniente para los
intercambios como medio de adquisición, ya que el hombre debía tener, además de los
productos especiales de su trabajo industrial o agrícola, una cantidad de medio circulante, pero
de naturaleza tan especial que fuera generalmente aceptado por todos en el mercado. De este
modo se formaliza el uso de la moneda como medio para el intercambio de productos. Fue
mucho más tarde cuando el poder público intervino para señalar
cuños, pesos
y otras características de la moneda
.
A diferencia de la teoría mercantilista, Smith sostenía que la moneda no es riqueza. La moneda
es, para él, sólo una mercancía; la verdadera riqueza de un país está constituida por las casas,
las tierras y todos los objetos susceptibles de consumo. Por tanto, al valorar la renta anual de
un país hay que excluir la moneda, que no tiene otra finalidad que hacer circular las riquezas, lo
que deja en libertad sustanciales cantidades de oro y plata que pueden ser exportadas para
adquirir instrumentos de trabajo y que hacen posible el aumento de la riqueza. Adam Smith
sostiene que si los bancos de emisión lanzan al mercado más billetes de los que reclama la
circulación, los precios se elevarán, se importará gran cantidad de mercancías y los billetes
serán devueltos a los bancos para ser cambiados por oro y plata. Además, si los bancos emiten
billetes en demasía, se verán obligados a conservar mayor cantidad de metálico para satisfacer
las demandas de reembolso. La acumulación del capital es otro ejemplo que, según Smith, no
es resultado de la previsión colectiva en las sociedades, sino de la acción simultánea y
concurrente de los individuos que, con el uso de la moneda, ante la incertidumbre del futuro y el
deseo de mejorar su situación del momento, ahorran espontáneamente y emplean sus ahorros
de manera productiva. Ese deseo individual es el principio del que deriva la opulencia nacional,
la pública y la privada, y es lo bastante poderoso para impulsar el progreso. La adaptación de la
teoría de la oferta y la demanda sirve también a Smith para fundamentar la espontaneidad de
las instituciones económicas. En los procesos económicos, cada uno produce a su capricho,
pues no hay un previo acuerdo entre los productores sobre qué, cómo y cuánto producir y
cuánto se va a consumir. Así, se pregunta el autor: ¿cómo es que se equilibran la oferta y la
demanda? Como respuesta afirma que son las variaciones del precio las que permiten este
ajuste, y a partir de ahí formula su teoría de los precios, en la cual distingue dos valores: el
valor de uso o valor subjetivo y el valor de cambio. Para Smith solamente tiene interés el
segundo y así se desentiende del valor de uso y de la relación entre ambos. Señala que la
movilidad constante de los precios de las mercancías es resultado de la ley de la oferta y la
demanda, y al considerar que estas fluctuaciones no pueden ser expresión del verdadero valor
de las mercancías, trata de descubrir bajo esa movilidad de precios otro precio al que llama
precio real
precio natural
. Otra de las instituciones que se adapta espontáneamente en la economía es la población.
Para Smith, la población, como otros productos, también se regula por las leyes de la oferta y la
demanda: cuando los salarios son altos, las clases pobres, sin conciencia de ello, son las más
prolíficas; tienden a aumentar los matrimonios y a tener el mayor número de hijos, lo que
permite hacer frente a la excesiva demanda de brazos. Pero si bajan los precios, vuelven a
escasear los brazos y los salarios tienden a subir. La demanda de hombres se equipara a la de
cualquier mercancía: se acelera cuando hace falta y se detiene cuando es excesiva.
j
https://www.academia.edu/31244208/HISTORIA_DEL_PENSAMIENTO_ECONOMICO
https://cspoliticasadamsmith.wordpress.com/mercado-libre/division-del-trabajo/

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