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Educación y Cuidado en La Primera Infancia
Educación y Cuidado en La Primera Infancia
EL JARDÍN MATERNAL ES
UNA ESCUELA DIFERENTE: LA IDENTIDAD
DE SU ACCIÓN PEDAGÓGICA
59
los primeros años de vida, la fragilidad y el desvalir
en nien ..
. 1. an que el cuidado es cond.1c1.on , .
necesaria para el d
to 1n,c
,mp ,e . ,. . 1a1
el bien estar infantil. Los peq uenos necesitan el esar r
Y afecto I 011o
tecc ión que otros pro veen para po der v1v1 · · . Y a Pro_
r Y constituirse
. .d
suJe tos Desde esta per spect iva, cu 1 ar es responder escom a
. . · estar
cornpron1et 1do con las s1ngularidad~s q~ e pre se~
:an los niño sY
atenderlos en sus necesid ades; est~ 1mpl1ca tam
b1en y de man era
fund ame nta l con fiar en sus capacidad es y en sus
posibilid ades
de aprender (P1cco y Soto, 2013: 24).
gicame nte
del lat1n cogitare que significa ·pensar'; en tal
sentido, la idea de
cu idar se relacio na con prestar atención . En gen
eral, esta idea
suele vincularse con la actividad física de atende
r a otro, y no se
r:conoc e que el cuidado es una actividad que par
te del pensar,
oel representarse al otro :
Es neresar1o ento -
~ · rices res1· gn1•r·1car los aspectos edu cativos que ,e
incluyer1en J- e- t d :;
~ , .
i:fo ac v ades de "cuidado" hacia
los niños pequen-o::i,,
1 1
Pct rd su pera 1un .,
u vieJa concepc1on
con a ca11dad el (' , _
1
que aso cia la edu cac1.on ,n,cia
. 1
En tal sentido, Peter Moss (2001) sostiene que todos los pro-
yectos, prácticas y relaciones dentro de las instituciones para la
primera infancia, incluida la educación, deben apoyarse en una
ética del cuidado. Siguiendo a Joab Tronto (1993), Moss sostiene
que una ética del cuidado presenta cuatro elementos: responsa-
bilidad, competencia, integridad y capacidad de respuesta, lo que
implica fundar una relación con el otro, basada en la responsa-
bilidad y el reconocimien to de su diferencia.
Estas ideas, entonces, definen una interpretació n que es
superadora de la antigua antinomia cuidar/educa r y ubican al
jardín maternal y a las educadoras de la primera infancia en una
perspectiva que es ética y política -además de pedagógica -,
fundada en los derechos del niño. Como ya se dijo, es tan impor-
tante leerle un cuento o preparar un escenario lúdico como ocu-
parse de la higiene y la alimentación. En síntesis, esta amalgama
entre cuidar y educar constituye un rasgo inherente a la acción
docente en la primera infancia; forma parte de su identidad, se
asume como un rasgo de base y permite edificar la pedagogía
a partir de allí.
En este mismo sentido, el Comité de los Derechos del Niño
plantea la relación indivisible entre la educación y el cuidado,
proponiendo el concepto de educare" en la 0bservación general
11 11
nº 7"·
Capítulo 2 El d'
· Jar In matern al es una escuela diferen te. la iden ti·dad de su acc 1on
· · pe dagogic
· · a 65
l
. t nder algunas situaciones que observ
erm1te en e , amo
11
E P.?
1 s Jardines
ternales, cuando parecena que ocupars s
en o . . ma d atender la ensenanz ~
a .
N h
os emos enfr
e del
cuidado 1mpl1ca es ., . enta-
.
do por eJemp 1o, a s ituaciones de frustrac1o n y de queJa Por t
. ,, ener
' accio nes "no educ ativas , o a come ntarios del t·
que desarro 11 ar . ~ ,, 1po
"Yo no estu d.1e, Para estar cambiando pana es . Hemo,s observad o
1
66 Educació n y cuidad
o en la primera inf;:,,..,,.. ;~
algunas acciones centrales de la crian za, que son inherentes a
la acción docente en jardín maternal, y a su vez en la dificultad
para advertir que todo cuidado es educativo, en tanto tiene que
ver con dignifica r a los y las bebés y con su función sobre su
subjetividad en desarrollo.
se trata del reconocimiento de una ética en la relación con
los niños y niñas, que debería, incluso, estar más presente en
el resto del sistema educativo. Todo cuidado es pedagógico en
cualquier etapa del desarrollo. Tal como señala Estanislao Antelo ,
la pedagogía, si aspira a la supervivencia, precisa involucrarse
con teorías de la recepción, la hospitalidad y el amparo.
EL VÍNCULO PEDAGÓGICO
C 1 ·
ap tulo 2. El Jard ín maternal es una esc uela diferen te.. la ·d t' d d de su acción peda gógica 67
I en 1 ª
un encuentro humano . Pero en el jardín maternal, el vínc
ulo
además un fin en sí mismo, dado que la construcción
de b es
.
vinculares seguras constituye una de 1as f unciones que ases
. cu
la acción educativa, tal -~orno se desarrolla en el capítulornple
5 de
este libro . La construcc1on de vínculos seguros aparece
corno
obje tivo ed uca tivo, habida cue nta de su papel como cond
ición
para la estructuración psíquica y el desarrollo emocion
al de los
y las bebés.
Por eso , definir la relación educativa en prim era infan
cia
reclama otras coo rdenadas dist inta s de las habitua
les de la
pedagogía ; exige conceptualizar el vínculo atendiendo
a la idea
de adulto sign ificativo" de la psicología, más que a
11
la de "rol
de alumno'' de la pedagogía . La educadora se constitu
ye como
un otro significa tivo que posibilita la construcción de
vínculos
humanizantes para la subjetividad en desarrollo. Y en este
marco,
obviamente, la mediación institucional funciona de otra
manera,
porque, aunque los y las bebés no se comportan como
alumnos,
el adulto sí se constituye en docente .
Se trata de un rol docente que se conceptualiza en form
a
particul ar, por lo que es importante captar sus rasgos espe
cíficos.
Cabe preguntarse, por ejemplo, qué categorías pedagógica
s dan
cuenta de esta complejidad del hacer docente en primera
infancia.
¿Puede, acaso, la didáctica tal com o la conocemos exp
licar el
momento en que una educadora acuna a un bebé en braz
os, con
una postura corporal que envuelve y se ahueca "para que
el ot~o
entre", mientras con su mirada acompaña el juego exp
loratorio
de otra bebé sentada en la colchoneta e intercambia esa
mirada
para conectar nuevamente con el bebé que tiene en braz
os?
Trabajar sobre el tipo y la calidad de los vínculos con st
ituYe
un aspecto central del rol docente en jardín maternal.
t · , d Su con: -
rucc ion emanda, por parte de cada docente, una descen r c1on
ta
respecto de los modos adultos de relacionarse y con7 unic
arse,
así com. o d ·b·
e perc1 1r el entorno y los estím ulos de 1 arnbiente_.
Requiere recuperar el lenguaje del cuerpo y de los gestos 8
YeíllP
tizar con los estados emocionales de la primera infancia, como
requisito para acercarse a las formas singulares del psiquismo
en esta etapa de la vida . La educadora maternal desarrolla una
sensibilidad especial para comprender y significar las necesida-
des infantiles y para actuar con la delicadeza que demanda su
psiquismo en desarrollo.
Por ello, en este aspecto también el jardín maternal es una
escuela diferente. Se trata de construir un vínculo que aloje con
ternura las singularidades de bebés, niños y niñas, entendien-
do la ternura en su sentido más amplio y humanizante: como
"fundamento de los derechos humanos", según la expresión de
Fernando Ulloa (1995). De acuerdo con este autor, la ternura es
"motor primerísimo de la cultura y en sus gestos y suministros
habrá de comenzar a forjarse el sujeto ético [... ]. La ternura será
abrigo frente a los rigores de la intemperie, alimento frente a los
del hambre y fundamentalmente buen trato, como escudo pro-
tector ante las violencias inevitables del vivir" (Ulloa, 1995: 241).
El rol docente en la educación maternal requiere una sen -
sibilidad especial para actuar, que implica estar cerca, pero no
invadir y dejar en libertad sin abandonar. Se trata de un delicado
equilibrio entre intervenir y observar, que va construyendo cada
educadora y que es, además, diferente para cada bebé. La sen-
sibilidad y la empatía son aquí herramientas imprescindibles.
La educadora se transforma en un "Yo auxiliar confiable" que,
en medio de la grupalidad, sostiene la conexión uno a uno con
cada bebé, apuntalando y envolviendo no solo con el cuerpo, sino
también buscando otras maneras de estar presente: a través de
los gestos, la voz y la palabra, armando juegos con manos, con
canciones o con títeres, que permiten a los y las bebés la expe-
riencia de estar separados del adulto durante breves momen -
tos. La voz de la educadora tiene la potencia de envolver con un
susurro, con una canción o con palabras a todos los integrantes
?e la sala, aunque su cuerpo no esté cerca de todos a la vez. Ello
implica confiar en la propia voz como material de trabajo, cambiar
Capítulo 2- El jardín ma ternal es una escuela diferente: la identidad de su acción ped agógica 69
un pequeño verso o rima se convie t
los tonos, hacer que
r a en
t del ambiente . .
par ~e allí el lugar central que ocupa e1 JU_ ego en el v_ínculo con
, El . go
bebes JUe representa una de. las prifmeras actitudes q
.
provocan encue ntro , una de las primera s armas que asum ue
b, 1
ea
re 1ac1on
. , humana Conectarse con be es es sumergirse en su
·
. . volucrarse y disfrutar. Las docentes de ma
Juego, es 1n . . . ternal s
.1s t·1ngu en , entonces también por 1mpnm e
d , 1r ,alegría
, y placer al
encuentro con cada bebé. Educadoras que est
an cornadas, gene-
ralmente descalzas, que se sientan Y acuest
an en el piso para
estar a su altura, que se involucran con la palabr
a y con el cuerpo ,
que sonríen y provocan sonrisas, que cambia
n los tonos de voz ,
que se asombran junto con los niños y las niñ
as. Educadoras que
proponen y también dejan hacer, que brindan
libertad de acc ión,
tiempo y movimiento, pero que también marca
n principios y fines,
aperturas y cierres.
En el juego la educadora propone a través del
material y las
acc iones, pero también está muy atenta al jue
go espontáneo y
solo por momentos interviene sobre él para
continuarlo o enri-
quecerlo. El protagonismo de cada bebé, y
no de la docente, es
siempre el eje de la actividad pedagógica en
jardín maternal. El
juego es un espacio donde los bebés pueden
desplegar su liber-
tad de movimiento y acción, donde pueden
actuar espontánea-
mente, investigar y explorar el mundo por sus
propios medios ,
~e~idiendo qué agarrar y a qué jugar; algo así
como elaborar su~
primeros proyectos propios" (Lorenzi 20 04
2004). · Meyer y Lorenzi,
' '
.ue Por eso, la educadora sostiene el juego gru
pal, pero tarnbi.én
J ~ª-~n oª uno con cada bebé. A través del
pos1c1on de cada b b , juego, poneª dis-
. . .
e e su propio aparato psíquico y ello sir· ve de
andam1aJe para I
.
t ituy ª construcción de su subjetividad . El juego co ns-
e una relaci , h •
on
con e1 adulto en 1 · um anizante, ya que , en el contacto corp oral
difer • ' .
os Juegos de enanza niños y niñas cornien · an a
enc1arse y a co t . z )
ns ru1rse como suj'etos (Calmels, 200 1, 2007 •
70 Edu ··
cac,o n Y cuidad .
o en la prim era infan cia
con el cuerpo, la educadora envuelve y sostiene; y su piel funcio-
na como borde o límite que permite el contacto, al mismo tiempo
que señala la diferencia. El juego envuelve en subjetividad a cada
bebé y, en el marco del jugar, al hablarle y decir su nombre, se
está nombrando el mundo y compartiéndolo.
De allí que la disponibilidad corporal sea también distintiva
del rol docente en maternal. Pensemos en una sala de bebés
de 1 año, donde hemos construido un escenario con telas que
simulan una suerte de laberinto donde esconderse, aparecer y
desaparecer. No es lo mismo que la docente permanezca afuera
de la situación, que si ella también se desplaza gateando entre
las telas y permitiendo a niños y niñas descubrir su rostro tras
los pliegues de los paños. Cualquiera que haya transitado por
un jardín maternal sabe el efecto mágico que genera que la edu-
cadora se siente en el suelo: parecería activarse cierta atracción
magnética que conduce a niños y niñas a sentarse entre sus
piernas o cerca de su cuerpo. Y si en ese instante, además, se
despliega una breve narración jugando sobre el cuerpo, a tra-
vés de un relato que nombra y acaricia, el vínculo se materializa
como encuentro humano, como juego compartido a través de
los gestos y la palabra (Pizarra y Heres, 2007).
La educadora de primera infancia crea, así, un ambiente fértil,
generoso, abierto, que funciona como terreno de comunicación
significativa, de relaciones que alientan la curiosidad y hacen cir-
cular y promueven los vínculos democráticos; genera un espacio
que es el lugar por excelencia del ejercicio de la ternura, del mirar
con amoroso interés a cada niño y niña. Un ambiente amable en
donde puedan crecer, aprender y desarrollarse los seres huma-
nos desde el nacimiento; pleno de climas alegres y placenteros,
donde los y las bebés perciban que los adultos confían en ellos,
en sus capacidades y en sus potencialidades. Un ámbito que
habilite las emociones diversas, las aloje y les dé lugar Yoportu-
nidad para transitarlas y, tal vez, transformarlas . Un ambie~te en
donde los niños y niñas perciban a sus educadoras con dispo-
· 2. El Jardín
eap,tulo . de su acc,·ón pedagógica
. maternal es una escuela diferente: la .identidad 73
de sensibilidad espec ia l: en unos, generado por la rnat ern1 .
d
aternídad recientes; en las educa doras, como efecto P . .ady
P b, .~ sIcoI0 .
del contacto prolong ado co n be es, ni nas y niños Peq ~ Q1c 0
. 1 b' . . uenos
Para poder aloJar y con tener a su JetIv1 da d en de •
de ca da bebé, la educación mate rna l debe esta r abiersarro110
. . . d . . ta a las
ansiedades, contra d1 cc Iones, rn 1e os, enoJos, Insegurida
expectativas, imaginarios, deseos, no solo de niños y niñ des,
. d as sino
tan1bien de sus fa r11ili as. Es necesa rio esarrollar una Ped .
., agog1a
que conternp le la rela c1on con ~s tas perso~as ~ue están mater-
nando, con las en1ocIones particulares que Impl1 ca una actividad
tan delicada e intensa co mo la crianza, para la cual nunca esta-
ren1os suf1c1ente111ente prepara dos ni preparadas, sumado ala
pres,on soc ial que eje rcen los mod elos impuestos, los ideales
de materni dad, patern idad y familia, publicitados por los medios
de con1 unicación . A la vez, también el ingreso a una institución
escolar, poseedora del poder simbólico de la evaluación, de la
potestad para juzgar y clasificar a los sujetos, puede sin dudas
acrecentar - en lugar de mitigar- estas ansiedades .
De allí la im portancia de tender puentes para el encuentro
entre Jardín maternal y familia, y de buscar la manera de que
esos puentes sean cruzados desde ambos lados. Hay que pre-
guntarse, por ejemplo, si alcanza el recibimiento en la puerta. ¿O
es mejor habilitar el ingreso a la sala y generar un intercambio
que, aunqu e breve, permita que todos puedan interactuar? De
este modo se promueven posibilidades de encuentro -que no
va en detrimento del encuadre, ni de la higiene - que reconocen
la realidad de las presiones laborales qu e obl igan a las fam iliJS
ª sa lir. corriendo.
.
Ese breve interca mbi o dentro de la sa 18
puede
se r · , ridultoS, v
mu y rico, generador de seg uridad para bebes Ye
promotor de co nfian za entre fam ilias e instit ución . ,n
p . . Uil bll t
, or eso, trabaJar en j ardín m atern al requ iere tanto h011, ~
vinculo con bebés, niños y niñas, como con estas mujeres y 'dJO,
bres q f . . 1 pater11
1
Ca pitulo 2 El · · 1
· Jardin m atern al es una esc uela di ferente: la .1dent1
· ·· · ·
dad de su acc1on pedagog ica
75
. primera infancia se sustenta en la centralid
educativa en . . . ad del
.~ •n~a Ello implica asumir la ex1genc1a de adaptar ob· .
nino y 1a ni · . ., d . Jet1-
y actividades en func1on e cada SUJeto, ca ns,-.
vos, con tenidos .
o sus particularidades evo 1ut1vas Y cu 1tura les. La acc·,
deran d . . . . ion
pedagógica requiere acond1c1onar los es~~c1os, aJustar los tiern-
os y adecuar las modalidades de atenc1on en función de cad
~aso particular de bebé y familia. A su vez, la tarea docente en 1:
sal a implica también diversificar las propuestas en función de
las posibilidades y necesidades singulares de cada niño y niña.
De hecho, la creación de vínculos con bebés implica siempre
amoldarse a sus necesidades, plegarse a sus formas de comu-
nicarse y moldear nuestros sentidos para percibir sus estados
emocionales. Por ello, también en este aspecto, el jardín mater•
nal es una escuela diferente.
En este marco, asume un lugar preponderante la conside-
ración del desarrollo y del entorno de crianza particular de cada
ni ño y niña. En la primera infancia, las acciones de educación y
cuidado exigen como condición tener en cuenta los rasgos dife-
renciales de cada niño y niña, tanto en cuanto a la maduración,
el crecimiento y los avances evolutivos en diferentes aspectos
(emocional, cognitivo, corporal, neurológico, social, etc.) como en
relación con los significados y prácticas propios de cada comu-
nidad de crianza. En esta etapa educativa trabajamos con un
material muy sensible, como es el desarrollo de cada bebé y la
crianza que su familia le prodiga, lo que requiere una sensibilidad
especial para observar, así como cautela y respeto para actuar.
Ello permite que la acción educativa responda a los criterios de
adaptabilidad Yaceptabilidad exigidos desde la perspectiva de
los derechos humanos, lo que significa que las prácticas sean
respetuosas de las necesidades particulares de niños Yniñas,
tanto como pertinentes y culturalmente adecuadas .
. , A la vez, la exigencia de adaptar la acción educativa en fun -
cion de la singularidad da cuenta de la centralidad que asume ª 1
,..,, ,;ri ~ .J - ,
para interpretar los comportamientos y necesidades de los y las
bebés no contamos con la _ palabra; ~or otro lado, porque esta
interpretación requiere cons1d~rar la -~1versidad de los contextos
familiares y culturales para evitar ut1l1zar referencias O criterios
inadecuados . La complejidad de estas cuestiones en la primera
infancia resalta el rol central de la observación pedagógica como
parte de la tarea docente en jardín maternal.
La observación pedagógica constituye un recurso muy
potente, en tanto permite reflexionar sobre cada intervención e
impide rutinizar nuestra práctica. La mirada conduce a la edu-
cadora a pensar y repensar las propuestas que ofrece . Permite
discernir qué intervención necesita cada niño y niña, porque si
hacemos para todos lo mismo y al mismo tiempo, no estamos
hablando de una pedagogía democrática e inclusiva. La obser-
vación coloca al niño, a la niña y a su familia en el centro de la
escena. Permite ver y entender qué necesita cada quien. ¿Qué?,
¿cuándo?, ¿cómo?: son preguntas que pueden ser respondidas a
través de la mirada ética y pedagógica de la educadora.
La capacidad de observar e interpretar, el arte de mirar y
lo que se ve cuando se mira, define la experticia en este nivel
educativo y diferencia a una educadora de otra, quizás mucho
más que cualquier otra característica . Al igual que en la buena
medicina, la observación es diagnóstica; es lo que antecede y
acompaña a la intervención . La observación atenta de cada
singularidad infantil permite comprender y determinar el tipo de
andamiaje que desplegará la docente; una mirada que permite
ver cosas diferentes en dos situaciones aparentemente similares.
Por ejemplo, pensemos en un niño de pocos meses , que trata
de alcanzar un juguete que se encuentra más allá de su alcance.
Luego de varias tentativas infructuosas, se pone a llorar. Quien
no esté prestando atención a la situación, quizás pueda alzarlo
para consolarlo, darle otro juguete o incluso cambiarlo de acti-
vidad, simplemente porque no advirtió la intención del bebé. Por
el contrario, quien lo haya observado podría colocar el juguete
77
pedagógica
Capitulo 2. El jardín ma ternal es una escuela di ferente: la identid ad de su acción
faci litar que el bebé lo alcance por sus P .
más cerca para . ropios
d. (Birns y Golden, 1981 . 163). .
me ,os . d la observación son herramientas f undantes d
La mira a, ela
, . d cativa con las palabras del poeta Antonio Mach d
practica e u · / . ao
os decir que "El ojo que ves no es OJO porque tú lo vea :
po dern , b ,, . s,
/es OJO porque te ve". Por eso, , o s~rva~ no es mir~r ingenua-
mente Es usar la mirada con profes1onal!smo, como instrumen -
to de conocimiento del otro, como cam ino para descifrar, Para
interpretar un lenguaJe que como adu ltos nos resulta ajeno· el
lengua1e del cuerpo y de las emociones.
La ,nwada permite saber en qué momento usar la palabra; en
cual, el cuerpo, y tan1b1én cuándo no intervenir. La mirada es aquí
qarante para no invadir la intimidad a la que el juego convoca, n,
interrumpir la concentración que implica el descubrimiento y la
realrzac,on de una actividad por sí mismo. Pensemos en cuán-
tas ocasiones el adulto desconcierta al bebé con intervenc iones
innecesarias, como cuando se inmiscuye en su libre exploración
del espacio o en sus acciones de experimentación en relación
con la com ida . Porque el desarrollo de la autonomía en los y
las bebés req uiere necesariamente que la educadora aprenda
cuando y cómo intervenir, evitando actuar en su lugar, ya que
ello limita sus oportunidades de aprendizaje.
También la observación es lo que permite evitar práct icas
unrform,zantes. Pensemos, por ejemplo, en una bebé que en
su casa pasa mucho tiempo sentada y sujeta en una butaca
infantil Sr bien, como norma general , evitamos el uso de est e
tipo de sillas a efectos de promover la libertad de movimiento.
el ingreso de esta nena al jardín nos obliga a ajustar el criterio
Colocarla desde un primer momento en la colchoneta qu ,zas
le provoque inseguridad . Más bien habrá que pen sar en un--1
trans1c1ón paulatina desde la butaca hacia otros espacios con -
tel n~dores (por ejemplo, mantas enroll adas, almohadones, o
e p, opio cuerpo d I d
. e a e uca dora como recurso para ro de:1rlc "
1
con sus pierna s) d . d para
, e modo de ir generando seg unda
78 l:.ducac1on Y <.;uiddd
O en id IJflfilet l 111f.1n, , .,
que ella explore sus movimientos con autonomía y a su propio
ritmo.
El ejemplo vuelve a pon~r de manifiesto la enorme impor-
tancia de las pausas para mirar y entender; pausas en las que
la educadora no actúa "de memoria", siguiendo a rajatabla una
pauta establecida, por más innovadora que esta sea. Pausas que
requieren que la docente no esté todo el día "actuando", sino que
asuma un rol aparentemente más pasivo, de observadora . Pero
pasivo solo en apariencia, porque la buena observación es activa,
ya que implica mucho más que mirar.
La observación posibilita un ejercicio constante de análisis
de nuestro hacer que marque la diferencia entre, por ejemplo, no
intervenir para potenciar la autonomía y no intervenir por des-
interés o abandono. La falta de mirada del adulto hacia el niño
o niña que se retrae, la falta de intervención amorosa frente a
quien muestra inseguridad o a quien le cuesta separarse de su
familia, obtura vínculos, desarrollo y aprendizajes. La observa-
ción es lo que abre la posibilidad de una intervención oportuna
frente a alguna dificultad, único modo de no estar vulnerando sus
derechos. "Un niño con dificultades auditivas no detectadas se
aísla cada vez más, un niño con inhibiciones profundas se retrae
inevitablemente. Es por eso que la observación del docente y su
intervención temprana son tan necesarias" (Untoiglich, 2001).
Ahora bien, la observación y la interpretación del desarrollo
requieren tanto teoría como práctica y, principalmente, documen-
tación de nuestras lecturas para poder compartirlas. La teoría
queda vacía si no puede usarse para interpretar un llanto, una
mirada, una sonrisa, un movimiento. Esto requiere, fundamen-
talmente, prácticas compartidas, porque aprendemos a mirar
Yobservar junto a colegas, con quienes intercambiamos apre-
ciaciones, que a veces difieren de las propias . En el marco de la
comunidad educativa, la educadora de primera infancia dialoga
con colegas e intercambia experiencias, dudas e hipótesis, busca
apoyos en otras docentes y en el equipo directivo, pregunta Yse
Ca ft 1O 2 . . . ·· dagógica 79
P u · El Jardín m atern al es una escuela diferente: la identidad de su accion pe
valúa procesos, coteja con otros profes·i
pregun ta , e ona1e
. escribe lee se
equipo, , , forma, busca . recursos. Pensarn
os ens de¡
adora que observa y registra, para luego analiza una
educ ., r y v0 1
r y que a partir de la observac1on atenta y los . Ver
a pe nsa , , . . reg 1str
.dianos puede transformar la experiencia en produc . , os
cOtl , ., . c1on de
conocimiento y construcc1on de sentidos .
La observación se complementa así con la docurnent ..
. . h . , ac1on
pedagógica, como acciones 1n erentes a 1a acc1on docent
. . h . een
primera infancia. Ambas constituyen erram1entas que perrn·t
. ·~ en
revisar y reformular las propuestas hac1a 1os n1nos y las niña
1
Capítulo 2 El · . . . ·· d · · 81
· Jardin maternal es una escuela diferente: la 1dent1dad de su accion pe agogica
Por ello, 1a pe dagogía de. la prime .
ra infancia orga .
. espacios poniendo el 1nteres , n1za \a
tiempos y os 1 y las nec esid s
.~ .~ en el centro, I d d
y son as e uca oras quien acte s
de ninos y n1nas . ,
es 'se
acomo dan ". Es una pedagogía que alod Ja Y resguarda las cult
infantiles , entendiendo por ello los mo . ura s
os propios del hacer de la
. f .
1n anc1a, en donde el grupo-clas.e y el. ser alumno no son hech
. os
dadoS, sino aún una incipiente v1venc1a del , es tar Jun tos en la inst1·-
tución . Por ello mismo, es una pedagog1a
que tematiza el vínculo
con la escuela, y lo trabaja pedagógic
amente, sin naturalizarlo
en tanto primera institución educativa a
la que asiste esa familia·.
Es así que sus principios de acción peda
gógica se fundan en
el lugar central que adquiere el vínculo
de la educadora con los y
las bebés, y con sus familias. Con los be
bés, un vínculo amoroso,
respetuoso, dignificante, con potencialida
d humanizante y trans-
formadora, que se funda en la empatía
y en la ternura . Porque la
acción pedagógica se dirige al niño y
la niña co mo protagonis-
tas de la construcción de su identidad,
la relación educativa es
necesariamente subjetivante . Por eso
requiere un vínculo que
nombre al otro y, al nombrarlo, al habla
r al bebé, lo aloje en una
trama narrativa.
Poner la acción pedagógica al servicio
de la construcción de
la subjetividad y la identidad es poner al
niño -y no al adulto- en
el centro de la escena, y así alojar las cu
lturas de las infancias . Y
esto sin dudas obliga a no reproducir los
rasgos de otros niveles
educativos. La educación en primera
infancia, tomada en serio,
necesita ser transformadora y no reprod
uctora. Escuchar a los Y
las bebés, esperar sus tiempos, seguir
su juego, en lugar de que
sean ell?s Yellas quienes deban seguirn
os, escucharnos , Yespe-
rarnos, implica una profunda ruptura co
n los modelos heredados
de ª pedagogía de otros niveles educ
1
ativos.
Y también s
upone una gran ruptura el tipo de relac1o · , que se
construye con las familias . Porque se tra n
ta de un vínculo cornple-
tamente diferent d
e eI que caracteriza a otros niveles ed ativos,
en el que madre d uc
s Ypa res deben ser considerados a la corDº
vez
82 Edu
cac ·1on
·
Y cuidad .
0
en la Pri m ern inf e1 ..., ~: -
coe du cadores y sujetos de educación . Una . relación que debe ser
nceptualizada, para que sea construida profesionalmente y
co 1 .d .
qu e no quede librada a sent1 o comun. Esta construcción peda-
. . .
ógica del vínculo requiere ant1c1par y abordar las ansiedades y
;mociones que despierta la crianza, y también el ingreso al jardín.
Requiere, por parte de las educadoras, una preparación especial
para trabajar con familias, especialmente con quien O quienes
ejercen las funciones materna y paterna .
Sin pretensión de exhaustividad, las cuestiones menciona-
das reclaman de las docentes de primera infancia unas compe-
tencias profesionales específicas. Implican, además, un profundo
trabajo de reflexión sobre la propia emocionalidad . Las vivencias
de la propia infancia, así como el modelo interno de materni-
dad y de paternidad, anidados en lo inconsciente del psiquismo,
intervienen significativamente en la construcción de los vínculos
con bebés y familias. Los modelos de "buena madre", tanto inter-
nos como aquellos que habitan las representaciones sociales,
también entran en juego en la construcción del rol. Los mitos
colectivos respecto de haber transitado la maternidad como
condición para el desempeño en jardín maternal constituyen un
obstáculo que siempre se pone en evidencia en relación con la
tarea docente en este nivel educativo. Además de su historia per-
sonal, su biografía escolar y su posicionamiento político ante la
infancia juegan un papel relevante en la profesionalidad con que
se encara la construcción del rol y el vínculo con bebés y familias.
Por un lado, porque en el tránsito por el sistema educativo, los
educadores comenzamos la construcción del rol mucho antes
de asumir efectivamente nuestro primer puesto, e incluso antes
de ingresar a la carrera docente. Los modelos pedagógicos que
nos ha tocado vivenciar como alumnos y alumnas dejan una
marca decisiva que interviene enormemente en nuestra forma
de ser docentes. Y al no tener recuerdo de nuestras educadoras
en la primera infancia, tendemos a reproducir las modalidades
pedagógicas propias de los niveles posteriores de la escolaridad .
Capitulo 2 El · d' · · .. d
· Jar in maternal es una escuela diferente: la 1dent1dad de su accion pe agógica 83
, . la educadora maternal construye su
por ultimo, . . roI
. . miento político ante la 1nfanc1a y la cría deSde
posiciona . . .
un . s sociales de este nivel educativo, Junto a lanza . ·
L
as
valoracIone . 1rnage
, . d la maestra jardinera constituyen, a veces, barrer n
tipIca e . f . as que
en franq uear para asum ir con pro es1o nalisrno la t
se deb . .d . area
·ones socia les e imagen que se ev1 enc1 an -y tarnb ·, ·
VaIoraCl 1en se
alimentan- tanto en la precariedad de las con~iciones laborales
en que generalmente se desarro_lla la e~ucac1on y cuidado en la
primera infancia como en la_s miradas 1~~enuas y edulcorada s
acerca de esta labor educativa. En func1on de ello, construir un
rol docente que otorgue preponderancia al establecimiento de
vínculos sanos, que asuma acciones como el cambio de pañales
o el arrullo de un bebé como tareas profesionales de trascenden-
cia social, que realmente pueda salir del centro de la escena para
hacer lugar al protagonismo de niños y niñas, implica un posicio-
namiento ideológico que desafía los estándares convencionales.
En síntesis, la labor docente en primera infancia implica
tareas que requieren unos saberes y haceres particulares, que
exceden a aquellos que la pedagogía valora para la práctica edu-
cativa en otros niveles de enseñanza. Por eso la pedagogía de jar-
dín maternal requiere no solo una construcción propia, en función
de las particularidades de la tarea que desarrolla, sino también
una cautela constante en la adopción de categorías didácticas
Yprácticas institucionales creadas para otras realidades Yotras
problemáticas educativas. Este es el tema que abordamos en el
capítulo 3.
CAPÍTULO 6. ¿PARA QUÉEL JARD ÍN
MATE RNAL? DIGNIFICAR LA INFANCIA
173
- ,-111111111111
l74 Cducac16n y e d d
u1 a o en 1él p, 1n1era infancia
·rno s plen os a trav és. de. la posibilidad de eleg·Ir, expresa r .dI ea s y
tl
5er respetados. La
dig rn dad es imposib le en con textos de des-
frente a los trato s humillantes y a la d·s ·mIn · ,n en
· acIo
·gua
l ldad , 1 cn
todas sus formas .
a su vez
Estos principios de dere chos hum ano s se vinculan
ndo se trata de
con la libertad , que sue le ser difícil de pensar cua
Derechos del
bebés, niños Y niñas. Sin embargo, el Comité de
huma no deb e
Niño plantea que, des de el nacimiento, cada ser
derecho a que
gozar de la libertad para exp resar opiniones y del
ello se debe
se le co nsul ten cuestio nes que lo afec tan, y que
a ajustada a
con cretar des de las primeras etapas de una form
11
su capacidad
mediante el diálogo y el ejemplo, para desarrollar
r y, paulati-
de ejercer sus derechos, en particular el de participa
nam ente, su libertad de pensamiento, conciencia
y religión. Esto
orientar la edu-
exige al mundo adulto la obligación de aprender a
o la remoción
cac ión hac ia el uso de la libertad, lo que implica tant
itivas, en los
de obstáculos como la provisión de condiciones pos
es.
aspectos materiales, afectivos, sociales y cultural
, excede
El derecho a ser escuchado, en la primera infancia
n a través del
la posibilida d de que el niño o niña se exprese
co mo ejem-
lenguaje ha blado. Por eso Baratta (1999) pone
aturo, y la
plo la capacida d comunicativa del niño nacido prem
signos de sus
escucha activa del especialista que percibe los
del estetos-
problemas vegetativos y sus necesidades a trav és
os cuenta del
copio. En este senti do, podemos rápidamente darn
o niña para
valor de la observación y la escucha activa del niño
s inherent es .
aprender a comunicarnos y protege r sus derecho
osa imagen
Se trata de tener una "oreja verde segú n la herm
11
,
r la infanc ia 175
Capítulo 6. ¿Para qué el jardín maternal? Dignifica
:Ulll(I
una oreja ve rde"; esa orej a joven que , a pes
. ar de la rnad
del adulto, "sabe interpr etar voc es que los urez
mayores no lleg
,b
esc uchar", como la voz d.: 1ar ol,_~el arroyo, de la nube, y an a
Per-
mit e comprende r a los nInos y .ni nas "cuand
o hablan de es
cosas que en la oreJa . d 1 . as
ma ura resu tan misteri osas".
Escuchar a los y las bebés implica , entonces,
reconocer que
son ciud adanos plenos, aun que no tengan
aún ni experiencia ni
leng uaje . En este sentido, Cullen (2008) ana
liza el origen de la
palabra "infancia" y contrapone la ausencia
de voz planteada por
el sign ificado del vocablo infans a la elocuen
cia interpelante de la
"facu ndi a". La infancia es, desde su reflexió
n, un rostro que nos
interpela éticamente como un otro, "no atra
pada por la relación
del lenguaje y la cultura , sino simplemente exte
rioridad, alteridad
otro en cuanto otro". La ciudadanía plena des I
de el nac imiento es
compatible con la de cualquier adulto, con
la debida considera-
ción de su diferencia, lo que significa que se
funda en su identidad
como niño (Baratta, 1999). Este argumento
también descorre la
idea de que es un "ciudadano del mañana"
o que tendrá "más
identidad cuando sea un adulto".
Por otra parte, debemos destacar que los der
echos humanos
de la infancia son exig ibles, lo que significa que
no solo funcionan
como declaraciones de principios, sino que
deben protegerse
y concretarse en las políticas púb licas y las
prácticas institu-
cionales . Como ya hemos sostenido en otro
s estudios (Mayal
Lassalle y otras, 2018), el nuevo paradigma
de los niños y niñas
como sujetos de derecho requ iere revisar los
modos en que las
personas adultas nos relacionamos con ello
s y ella s, así como
el tipo de cuidados que les brindamos. Las
leyes de protección
integral de derech os de la infa ncia está n diri
gidas e interpelan al
mundo adulto, para señalar su lug ar ante los
niños y las niña s, Y
con ellos y ellas (Minnicelli, 2013). Las mejore
s intenci ones de las
leyes quedan vacuas si no se objetivan en las
instituciones Yen
las prácticas cotidianas , en las formas com
o se les habla a los
niños Yniñas Ycomo "son hab lados" en los
discurs os adultos.
176 Ed
ucac1··on Y cuida
·
do en la primera infan cia
Por ello, la jera rquización y la va1orac1on
. ,
de I f
. (ade , as ormas com u-
nicativas propia s de la infancia
san un cúmu lo de intenciones , pre Q mas de la pala bra) que exp re -
untas des · .
' . eos , sen t1m1entos
y expectativas, implican poner en
n? solamente al
niño como cachorro al que cuidar ~er;pectiva
externo a él mismo, sino como SUJe:O t eªdr,ere segun un proyec to
· d cho . Como veni -
mos sosten,en o, en el paradigma d 1 protecc1on
ª
. , .
• e inte gral el
.,. , d t d
n1no pasa e ser obJ·eto de preocupación deI Es a o 1a fam1l1a y
. .,
JARDÍN
DIGNIFICAR LA INFANCIA COMO FUNCIÓN DEL
MATERNAL
erial y sim-
Todo contexto educativo define un ambiente mat
bóli co, en donde niños y niñas experimentan vive
ncias singulares.
itar el mundo
La educación y la crianza definen modos de hab
s que no solo
en esta etapa de la vida . Por eso, son experiencia
también tienen
tienen val or formativo para el futuro, sino que
texto de vida . La
sentido en el presente, en tanto definen un con
de la infancia,
pos ibilidad de que este ambiente sea dignificante
ades y rasgos
sea respetuos o de sus derechos, de sus capacid
pedagógico de
part iculares es un aspecto que define el sentido
primera infa n-
las instituciones de educac ión y cuidado de la
a de dere chos
cia. Dicho en términ os propios de la perspectiv
era infancia se
humano s, el derecho a la educac ión en la prim
bilidad: es dec ir,
concreta a través de su adaptabilidad y acepta
entorno cultura l
debe adecuarse a su nive l de desarro llo y a su
ase gurando inclusión, calidad y equidad .
ión del j~rd~n
La necesidad de dignificar la infancia como fun~
es 1~p resc~ ~d1 -
maternal surge, por un lado, de reconocer que
n1no s y n1nas,
ble un reposicionamiento político y subjetivo ante
c ia
Gene rar un amb iente educ ativo re spet uoso de la infan
mod elos
no es fá cil, no se logra natu ra lmen te. Req ui ere revi sar
tuale s
peda gógi cos tran smit idos por la costu m bre y mod os habi
en una
de actu ar en relac ión c o n bebés, ni ños y niña s. Vivim os
verd a-
cultura que, por m ás que lo enun cie, no ha logrado aú n un
reco no-
dero resp eto por la infan c ia y sus potencia lidades, ni un
pres ente
cimiento de su c iuda dan ía. El adul toce ntris mo todavía
en nues tra sociedad patri arca l impl ica que niño s y niña
s sean
pa sivos ,
considerad os suj etos por mold ear, incompletos, actores
no prota gonistas de su prop io desa rrollo y aprendizaje.
n de
La s inves tigac ione s actu ales en ciencias sociales pone
ndos e
relieve que el adul toce ntris mo "se ha consolidado sost enié
de eda-
en un esti lo de orga niza ción que le otorg a a las clase s
e com o
des adul ta s la capa cida d de cont rolar a quie nes defin
en "un
men ores " (Dua rte, 2012 : 11 O). Este proc eso se sost iene
-o de
imagin ario soci al que impo ne una noci ón de lo adul to
s y jóve -
la adultez- com o punt o de referencia para niños, niña
y log rar,
nes, en f unci ón del debe r ser, de lo que ha de hace rse
. En esta
para ser cons idera do en la sociedad" (Duarte, 2012: 120)
ema de
línea , Edu ard o Bust elo (2012) ha desa rrolla do un esqu
encial -
las características que la cultu ra dom inan te atribuye difer
. Esta s
mente a ad ultos y niños, ordenadas en pares anta gón icos
icas que
oposiciones se refl ej an en las representaciones y prác t
los dis-
nues tra soci e dad exhi be haci a la infan cia, más allá de
cursos públ icos:
a 183
Capítu lo G lPara qué el Jard ín ma tern al? Dignifica r la 1nfanc1
Adulto/ a Niño /a
Fuerte Vulnerab le
Capaz Incapa z
Raciona l Irracional
Autónomo Heterónomo
Mayor Menor
Completo Incompleto
Independ iente Dependie nte
Cultura Naturaleza
Trabajo Juego
Form ado Maleable
Actor Objeto
188 Educ a ·6
.
ci n Y cuid ado en la prim era infan c ia
les " y los de no mi na do s "en riesgo", revelando que
ados "norma I ,, d. d .
der e e pa ra igm a e sit ua ció n irregular", an ter ior a
da vía subyac
so br e _l os De re ch os de l Niño, qu e im pli ca , en tre
;: conven c ión
s, co nc ep c ion es ad ult oc én tri ca s y me dica lización de
ras cosa . 1
ot blema s sacra esd.
pro
as co mo diferentes su po ne
. ·~
lo 5 ren to e nin os Y niñ
El eti qu et am
en ta ció n de la inf an cia qu e suele ir ligada a progra m as
una se gm
os en la me dic ión de ap re ndizajes a pa rtir de la ut iliza-
inte resad s
pru eb as es ta nd ar iza da s . La aplicación de eva luacione
ción de rre
ac ion ale s de sd e ed ad es ca da vez má s te mp ra na s co
intern do la
sg o de co ns tit uir mi ra da s etnocéntricas, de sc on oc ien
el rie ante,
ers ida d cu ltu ra l en el de sa rro llo infantil. Si bien es relev
div del
nt ar co n inf or ma ció n ac er ca
para las po lít ica s pú bli ca s, co
los niñ os y niñ as , es im po rta nte hacerlo con enfo -
desarrollo de
me nt os co nte xtu ali za do s, for ma tiv os e integrales,
qu es e ins tru
os co n la pa rti cip ac ión de los actores de cada co mu -
elaborad a
. Po r ot ro lad o, el ca m po de la ed uc ac ión de la pr im er
nidad s
cia se ha lla so me tid o a un a frecuente invasión de mo da
infan que
s generalmente en disciplinas
pedagógicas, fu nd am en ta da
de l ca mp o ed uc ati vo y qu e irrumpen en la escena
no provienen
po rta do ra s de so luc ion es mágicas . Se trata de pr o-
soc ial co mo s
qu e co br an en or me dif us ión, más a través de los medio
pu estas en
mu nic ac ión qu e en los ám bit os académicos, y a veces
de co o cu r-
ció n de int er es es co me rci ales, co mo la venta de libros
fun
ica organización. Tanto la evalu
a-
sos mo nopoliz ad os po r una ún
a co mo la ad op ció n de mo das pedagógicas van
ción estan dariz ad
to de la dig nif ica ció n de la infancia - al ob sta culizar
en detrimen
ac ión int eg ral , qu e va lor a e incluye la cultura , la historia Y
una educ cas
gu lar ida d de los niñ os y las ni ña s- así como de las prácti
la sin
d . .
e enanza de ca da co mu nid ad
se tra ta de po ne r en cu es tión prác tic as y políti-
En síntesis,
ac ión y cu i da do de be bé s, niñ os Y niñas, qu e pueden
cas de educ Y
en tar vu lne ra cio ne s de su s de re ch os co mo pers onas
repres perat ivo
corno ciudadanos . Dignific
a r la infancia constituye un im
ncia 189
ín mat ern al ? Dignific ar la infa
Ca pítu lo 6 _¿Para qué el j ard
- 41111~
190 Educación ·d
Y cui ado en la primera infanc ia
pensa r en una ética de las interv encio nes en la educ ació n
el cu idado de la prime ra infan cia implic a anali zar cómo nos
~cercam os y trat amo s ª ,lo s Y las bebés , cómo tocam os y mani -
pu lamos su s cuerp os, ~o rn o les habla mos y nomb ramo s. lmpl i-
y deco nstru Ir. ,los m odos de actua r del mu ndo adu lto,
ea revisa r
a pa rt ir de la con cep ~I~n de la infan cia co m o etapa de la vi da
plen a de derec hos . S1b 1e~ ,las acc iones adult as hacia los y las
bebés se regul a n en f unc1o n de re spon der a su s nece sida des
y rasgo s parti cula res, es preci so recon ocer que esta re lación
siemp re supo n e ci erta forma de impo sición , porqu e el víncu lo
es irrevo cable m ente asim étrico : los adult os eleg imos por ellos
el mom ento, las estra tegia s y los tiemp os para atend erlos , para
dejarl os solos , para estim ularlo s o poner les límite s, para alime n -
tarl os e hi gien izarlo s; selec ciona mos la músic a que escuc han, la
ropa que visten, y el ambi ente en que habita n .
No resul t a posib le analiz ar todas las forma s y aspe ctos de
intervenc ió n adult a sobre las y los bebés, dada su multip licida d
y diversi dad . Por ello, en las págin as siguie ntes prese ntare mos
tres ej empl os parad igmá ticos, a fin de ensay ar un anális is que
permita explo rar altern ativas en las interv encio nes peda gógic as
en el jardín m atern al.
Capítulo 6. ¿Pa ra qué el ja rdín matern al? Digni fi car la infa ncia 191
tiene, como im pront a funda cional , el imperar
. . 1· 1
la d1sc 1p ina . C arame nte, esto pa rece desub · IVOd de Co ntrolar
. . , ica o en .
educat ivo que trabaJa co n bebes : nadie siqu iera u_n nIveI
.
palabras. Sin emba rgo, cabe pregu ntarse si acapronunc, ª esas
este aspec to no se rá que los mand atos de "lo escola so tarnb· -
r" ien en
cuelan por la ve nt ana . se nos
Veam os el siguie nte ejem plo: en el horario del al
. d'
un Jar in mater na l, tod os los grupo s comen J·untos rnuerzo ' en
-
y a los peq uen os deamb ulador es se los sujeta con en u .
un saló
,n
. . n cInturon
a la s s1ll1tas para qu e no se levant en en medio de la e .
. b. • . . orn1da
S1 1en no 11ay una Intenc Ional 1 dad de maltra
. . . to sin dud ·
' as este
ti po ~e 1nter~: nc1ones es inadec uado respec to de la dignidad
de ninos y ~,nas , ya que atenta contra su autonomía y resulta
deshu man ,zante . Claram ente, la hora de la comid a es uno de
los mome ntos crítico s del día en la crianza de bebés y, por ende,
de los más estres antes para quienes se ocupan de su cu idado.
Cuand o adem ás se trata de atende r a mucho s niños y niñas al
mi smo t iempo , es funda menta l prever y planifi car con profe-
sionalidad la organ izació n y las intervenciones, para proteger la
di gnidad de los niños y las niñas. Logra r el idílico momento de
com er en armon ía en forma conjun ta docentes y bebés es una
constr ucción que lleva tiempo y necesita paciencia y trabajo por
parte de las educa doras .
¿Qué altern ativas podem os hallar? Por un lado, cabe cues-
t ionar que un mome nto tan sens ible como la alimentación en
la prim era infanc ia se desar rolle en el contex to de un come_dor
general. A esta edad, niños y niñas neces itan comer en un clima
íntimo, contan do con plena disposición de las educadoras. Desde
luego, conoc emos las limitaci ones organ izacio nales en l~s q~e,
. ., . .,
por d ecIsIo n u omIs Ion, que d an at rapa d as m uchas inst1tuc1 0-
e lo
nes . Pero creem os que debem os doblar esfue rzos pa ra qu _
organizacional no le gane a lo pedagógico. . ·d podnan
En tal senti ~·
escalonarse los horari os del person al de cocina . I" eza para
Y ,mpi alas.
permi tir come r en distint os tu rnos o bien dentro de la s 5
La sensibilidad estética
ar la infancia 197
. .p ue· el 1·ard ín maternal? Dignific
Ca pitulo 6. c, ara Q
CAPÍTULO 7. ¿PARA QUÉ EL JARDÍN
MATERNAL? ALOJAR LA CRIANZA
198
§jardín ~ -aterna l com p~ rte con las familias y la comunidad
la resp_onsabil ida~ por el cuidado Y ed uca ción de bebés, niños
~ ~-~~-s,us pnm e~o~ años de vi_da . Desde est a perspecti-
va, su funcion pedagogica se aprecia en su potencialidad para
constituirse en la instituc ión social que aloja la crianza . Si bien
las fam ilias son reconocidas legal y socialmente como priorita -
rias e insustitui bles, en este capítulo proponemos recurrir a esta
metáfora para dar cuenta del rol social que el jardín maternal
puede cumplir en relación con el desarrollo de la educación y el
cuidado en la primera infancia . Hablamos de alojar a la actividad
social de I~~~i~[)Za, así como podría pensarse que·u6-hospital
aloja-a fa salud y una escuela aloja a la educación . Ello significa
que el jardín maternal asume la responsabilidad por la crianza , ,
como asunto social y se compromete a velar por su calidad, tanto
dentro como fuera de las paredes de la institución:
(· '
ALBERGAR LA CRIANZA
15 · En el capítulo 8
de este libro se ana liza la relación con
las fami lias
en el. jard ín maternal, profund izando en
las pro blemát icas y exigencia s que
imp lica para educadoras e inst ituc ione
s.
201
Capítulo 7. ¿Para qué el jardín maternal? Alojar la cria nza
r - • 1
HOSPEDAR LA CRIANZA
NUTRIR LA CRIANZA
r la crian za 209
Capítulo 7. ¿Para qué el jardín m aterna l? Aloja
r C:Ulllll
a eres
de madres y padres, rescatando y potenciando esos conoc· •
. . 1m1en-
tos o~v1dados que se t1~nen sobre la cri anza, como parte de su
bagaJe: gestos, nanas, Juegos, que traen de su propia infanc·
1a, y
que son un tesoro para recuperar y compartir. El jardín maternal
actúa, así, avivando el fuego propio de ca da madre y padre en
las tareas de crianza, y generando confianza y seguridad en los
propios saberes . Por ello, las intervenciones de las educadoras
hacia las familias parten de lo que cada mad re y padre sabe y
puede, y no de sus carencias, alimentándose de la diversidad en
lugar de verla como obstáculo.
Veamos el siguiente ejemplo: la maestra de un nene de 2
años convoca a una entrevista a la familia porque últimamente lo
observan retraído. En el encuentro, la mamá manifiesta con ago-
bio que no puede más, que su hijo no para; en su relato evidencia
que no cuenta con condiciones materiales para jugar con su hijo,
ya que viven en una habitación de pensión, casi sin juguetes ni
espacio para el movimiento. La educadora le propone llevarse
cad a día un juego del jardín, con la idea de que este funcione
como puente de encuentro lúdico y significativo entre mamá
y niño. Es una respuesta que se construyó conjuntamente , no
desde mandatos ideales, sino haciendo jugar el saber profesional
con una modalidad de maternar concreta, y considerando los
con dicionantes del espacio físico del hogar familiar.
Para nutrir la crianza, no siempre hacen falta reuniones for-
males, sino que esto puede desplegarse a través de encuentros
simples, frecuentes, cortos, sin tanta preparación previa, en los
cuales las fami lias puedan involucrarse sin mucha formalidad
("sin tener que pedir permisos laborales"). Cada uno de los cana-
les de comunicac ión con las fa milias, ya se trate de informes
escritos, entrevistas, notas en los cuadernos, publicaciones espe-
cia les o de simples comentarios y gestos al recibir y despedirª
niños y niñas, son espacios privilegiados para nutrirse mutua-
RESPETAR LA CRIANZA
21 4 Educac · · · a do
,on y cuid en la primera infan cia
intermedios tenien do siempre como norte el interés superior y el
bienestar de niños y niñas.
Si bien el jardín materna l asum e com o objetivo la promoc ión
de buenas práct icas de crianza, el modo en que estas se def inan,
la posición desde la que determine la "normalidad" y "anorm a-
lidad" son c uestiones muy delica das, ya que siem pre existe el
riesgo de avasallar los derechos de las fami lias. Por ejem plo,
el com er tod o s de un mismo plato, dormir los bebés j unto con
madres y pad res, o eructa r fu ertemente en pú blico, so n con -
ductas que reciben valora ciones diferentes según las c ultu ras,
de manera que cuáles son buenas y malas práct icas de c ri anza
no son siempre cuestiones transparentes ni sobre las que habrá
coincidencia de c riterios.
Respetar la crianza implica también tomar muy en serio el
modo de rela c ión que proponemos a las familias, el modo en
que nos posici onamos ante ellas, y desde allí, las formas en que
comunicam os y nos comunicamos como institución: de qué
modo les hablamos, qué les decimos, cuándo y cómo; qué espa-
cios y climas generamos para la comunicación. Como dijimos, se
trata de que el jardín maternal acompañe en lugar de convertirse
en una demanda mayor para las familias: ¿cómo hacer para que
no se sientan reclamadas, exigidas o regañadas?
Pensemos esta sit uación: una niña de 1O meses tiene dificul-
tades para conci liar el sueño y sus educadoras no logran hacerla
dormir. Por la cercanía del trabajo del papá, comienzan a llamarlo
para que intente dormirla, y le dicen "Nosotras ya no sabem os
qué hacer". Esa fra se, ese "no saber" deja en el vacío solitario a
ese papá, porque da a entender que ya se ha probado todo. Si la
educadora, que tiene la formac ión profesional, afi rm a que ya no
hay nada para hacer, ¿qué puede hacer la fami lia? Esto es m uy
distinto a pro poner sentarse y pensar en conjunto, a reconocer
la ince rti dumbre y pedir ayud a experta o invest igar con otras
educadoras. No se trat a de tener que saber todo siem pre por el
hecho de ser docente: se t rata de pensar, de const ruir alternat i-
tribu"
se materializa, claro , en la posibilidad de un jardín maternal
que
críe j unto con las fami lias y que asum a el com prom iso
por la
crianza comunitaria . Pero se concreta principalmente a travé
s de
un Estado que asum a un rol fundamental e irrenunciable,
com o
garante del derecho a la educación de las y los más pequ
eños .
función del
La identidad del jardín maternal se define tanto en
su con dición de
tipo de trabajo con los niños y las niñas com o en
vención sobre
institución coe duc ado ra con las fam ilias . La Con
l, regula las obli -
los Derechos del Niñ o, de cará cter internaciona
en relación con
gaciones con curr ente s entr e fam ilias y Estado
era infancia , por
el derecho a la edu cac ión y al cuid ado en la prim
com plem enta
lo que la resp ons abil idad prim ordi al del hog ar se
este libro hem os
con acciones institucionales. En el capítulo 7 de
maternal rad ica
argumentado que una de las funciones del jardín
abilidad soc ial
en "alojar la crianza", en tant o asu me la resp ons
, ofrecien do un
por la educación y cuid ado en la prim era infancia
las fam ilias y la
espa cio para inte grar y artic ular las acc ione s de
comunidad .
ne, en parte,
En este sentido, "coe duc ar con las fa milias" defi
ern al. No solo
el form ato ped agó gico que asu me el jard ín mat
en la prim era
Porque el des arro llo de la edu cac ión y el cuid ado
el hog ar, dad o el
infan cia sup one una ineludible interacci ón con
También porq ue,
est ado de dependencia en esta etapa de la vida.
225
- -·••CIIIIIIIIIIIIII
d
r
sitivos electró nicos. Cuando. ing resan, es irn
.
ias expectativas de esa fami lia hacia . . portante conocer
el Jard, ,
la crianza hasta el mome nto. lncl . in Y corno ha sido
·1· uso es irnport te enterarnos
cuando 1a fam, 1a esté pasando por alguna sit an · ,
, ·
por alg un motiv o, como mudanz . . uac1on especial
. a, nac1rn 1ento d h
otros cambi os. Todas estas cuest· e ermanos u
iones son r 1
sabemos que los bebés niñas y ni· n~o s pequeños e evantes, porque
. ' s
permeables y sensibles a todo lo que on sumamente
. ocurre en el ho
especi almente los estados de ánimo d gar, Ycaptan
,1· . e su entorn o familiar
d
Por u timo, aunque sin pretensión e ex aust1v1dad tambié h . . ·
•d • n
cons1 eramos importante compa rtir con Ias fami.1,as .
las experien-
' .
. .. .. ..
cias v1v1das por sus h1Jos e huas en la inst,·tu c1on, . , contarles acerca
tos así como 1 ·nvi·ta ras
de sus. . progresos y. proyec ' a part1c1 par de
. .
1
f ami. 1ar.
1
. Corno sena
~
1a
Valer·ia Feder (2001) , 1nst1tuc1ona izar a
s, que nunca
están conformes; pad res que cree n que su hija
es la única de
la sala y que reclaman una atención que no pod
emos brindar;
hay famil ias que no saben cómo criar al bebé y
que piden ayuda
constantemente ; hay mamás y papás que se inst
alan en la sala Y
se quedan una eternidad". En síntesis , la relación
con las familias
genera exigencias hac ia el rol docente que excede
n el trabajo con
los niños y las niñas. Ello supone manejarse ped
agógicamente
L
.
la instituc·10-n, que, obl.1gac1o
ué exp ect ativas depo sita r en
. nes y
q . . .
orn pro m1 sos deben asumir, etc · Pero , com o t odo aprend1zaJe
C . ,
11eva tiemp o, se ra la eta pa de tránsito por el J.ardín mat erna 1 e1
..
erío do en que 1as f am i11as estarán iniciándose en ese ro I. La con-
P . oras de pr·1mera 1n .
• fanc1a,
secuencia., entonces , es que las educad
eles educativos, trabajan
a dife re~~ 1ª de sus c_olegas de otros niv
st que aún no conocen bien.
con familias que : an ~cupando un rol
n debe asumir la tarea de
De hecho , en que medida la institució
es una pregunta que solo
acompañar Ycon~ucir este aprendizaje
apa rece en este nivel ed ucativo .
gicamente la relación
Por ello, abordar profesional y pedagó
significa justamente reco-
con las famili as en el jardín maternal
mismo, sino que necesa-
nocer que madres Ypad res no harán lo
al y lo emocional. Muchas
riamente se relacionan desde lo person
de maneras obvias y espe-
veces ocurrirá que no se comportarán
aún no han internaliza-
rab les para la institución, ya sea porque
institucional relativo a ser
do las pautas y normas del manejo
n porque sencillamente
"familiares de alum no o alumna", o bie
s, sus costumbres y sus
son perso na s diferentes, con sus valore
ilias suele ser más difícil
hábitos. Aceptar la diversi dad de fam
y las niñas, dado que el
que aceptar la diversidad en los niños
y los procesos de identifi-
desa rrollo compartido de la crianza
entre las personas a cargo
cación pue den opacar las asimetrías
te frente a las familias es,
de la crianza . Actuar profesionalmen
diversidad, que se expresa
enton ces, reconocer y trabajar con la
s deb emos compartir las
en esos adu lto s O jóvenes con quiene
tareas de crianz a.
en jardín maternal
En síntesis la relación con las famil ias
institucional, que imp lica
requiere un tra¡a miento pedagóg ico
ajo en equ ipo y análisis de la prá ctica . Se_trat_a d~ ~n abordaje
trab
de la 1nst1t~~1on , d:sde el
pro fes ion al que debe ser previsto des
construcc1on de vincu las
currículum y la forma ció n doc ente. La
res -ya sean ad~ltos o
flui dos y provechosos con madre s y pad
ón y unas herramientas
adolescentes- demanda una preparaci
l ias 239
Capítulo 8. Coed ucar con las fami
conceptua les part iculares, así como un trabajo coleg,ado. desd
(\
cntenos profesionales acordados 1nstituc1onalmen te
242 Ed ucac,on
· · y cuidado
· en la primera infancia
ad, ade más , se registra un cuest1o . .
En la actu alid
. nam 1ento a
y la figu ra. doc ente generado po r 1a crecient e demanda
la escuela . .
.
. .
hac ia las inst ·,
ituc iones , en rel ac1o
de las. fam ilias . n con una mul -
tiplicidad de nue vas
cue stio nes , tant o escala res com o extraes-
deban lidiar con
cola res . ~1.10 gen era que esc uela s Y doc ente s
par.a las que no .siem pre esta' n en con d.1c1o · nes y,
Prob lemat1cas
st queda en falta
al no p~der cum_~lir con e a exigencia, la escuela
sectores de
y es obJeto de criti cas Y con troversias desde diversos
ente y al mod elo
la soc ied~d . El cue stio nam i ento a la figura doc
gico s- así com o
esco lar -inc lus o des de los disc urso s ped agó
las instituciones,
el deb ilita mie nto gen era l de la credibilidad en
otros factores
asociados a la cris is del Est ado de bienestar, son
que alim enta n esta ima gen .
s se explica
Esta creci ent e dem and a hacia las inst ituc ione
arrolla la crianza
en parte por la m ayo r sole dad en que se des
adas -en las
de hij os e hija s en com par ació n con épocas pas
dab an un apo yo
que la fam ilia am plia da y la com unid ad brin
iales acelerados
importa nte - que, sum ado a los cam bios soc
siendo la esc ue-
generan inte rrog ant es e inqu ietu des nuevas,
. A su vez, esta
la el esp acio má s acc esib le par a eva cua rlos
r may or que
cercan ía no es cas ual ; la esc uela ocu pa un luga
aum ent o de los
en el pas ado en la vida soc ial, no solo por el
de la cob ertu ra
años de esc olar idad y la crec ient e exp ans ión
con cep cion es
del sist ema edu cati vo, sino tam bién porque las
ituc ione s más
pedagógicas actu ales pro mue ven de por sí inst
al diál ogo con
permeab les a la rea lida d soc ial y más abie rtas
ó las puertas,
la com un idad . Podría dec irse que la escuela abri
su carga y
Y la con flict ivid ad de la soc ieda d ingr esó con toda
sus co ntra dicc ione s .
del d.erecho
Otro fact or para con side rar es que la_amp li~:i ón
on en el s1stem_a
a la edu cac ión pos ibili tó el acc eso y la 1ncl.u~1
lmente ex~lu1-
educati vo de gru pos sociales nuevos o trad1c1ona
uela homogenea
dos, lo que ex ige cam biar el parad igma de la esc
voces y cos -
a una escuela m ultic ultu ral que pone en valor sus
246 Edu ·· ·
cac,on Y cuidado en la primera infancia
r es en compara ción con el ideal ' lo que imP 1ca Juzgarlos· sacrali-
. .
e . . 1