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ECLESIOLOGÍA DEL PAPA FRANCISCO

LA MISIÓN, PALABRA PRIMERA DE LA ECLESIOLOGÍA

Lo que trataré de expresar aquí tiene un sentido


programático y consecuencias importantes. Espero que
todas las comunidades procuren poner los medios
necesarios para avanzar en el camino de una conversión
pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como
están. Ya no nos sirve una «simple administración».
Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un
«estado permanente de misión» (EG 25)
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo
todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el
lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce
adecuado para la evangelización del mundo actual más que
para la autopreservación. La reforma de estructuras que
exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este
sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más
misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias
sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes
pastorales en constante actitud de salida (EG 27).

A partir de los discípulos misioneros la Iglesia deberá ser


“discípula misionera” (EG 40)
UNA IGLESIA BAUTISMAL
En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha
convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada uno de los
bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de
ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar
en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados
donde el resto del pueblo fiel sea sólo receptivo de sus acciones. La nueva
evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los
bautizados…Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha
encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos
«discípulos» y «misioneros», sino que somos siempre «discípulos
misioneros». Si no nos convencemos, miremos a los primeros discípulos,
quienes inmediatamente después de conocer la mirada de Jesús, salían a
proclamarlo gozosos: «¡Hemos encontrado al Mesías!» (EG 120).
El bautismo es una experiencia salvífica fundante, el comienzo del camino
de la fe que a lo largo del itinerario del creyente permanece como realidad
viva que sigue afectando al presente

Por el bautismo participamos del acontecimiento salvífico de Cristo.

Insertados en Cristo vivo, gracias al bautismo hemos recibido del Él el


don de la vida nueva, más aún, le hemos recibido a Él mismo.

Por ello el bautismo es el encuentro personal con el Cristo viviente.

Gracias al bautismo hemos sido introducidos en la comunión con Dios y


ya no estamos bajo el poder del mal y del pecado sino que recibimos el
amor y la misericordia del Padre.
El bautismo nos inserta en la Iglesia que existe en el tiempo: la comunión
hace que el creyente no exista más que en el “nosotros” que es la Iglesia.

La comunión es participación en los rasgos “familiares” de la Trinidad, por


lo que la Iglesia puede ser considerada la familia de Dios; en la familia de
los hijos de Dios todos deben reconocerse hermanos e iguales.

Todos y cada uno de los bautizados son necesarios para construir el edificio
(1Pe 2, 1-5), un edificio de piedras vivas, que es la Iglesia. En esta
experiencia comunional se enraíza el protagonismo de todos, como
discípulos misioneros, de cara a la misión y a la evangelización.
En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la
fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar. El Pueblo de
Dios es santo por esta unción que lo hace infalible «in credendo». Esto
significa que cuando cree no se equivoca, aunque no encuentre palabras
para explicar su fe. El Espíritu lo guía en la verdad y lo conduce a la
salvación. Como parte de su misterio de amor hacia la humanidad, Dios
dota a la totalidad de los fieles de un instinto de la fe —el sensus fidei
— que los ayuda a discernir lo que viene realmente de Dios. La presencia
del Espíritu otorga a los cristianos una cierta connaturalidad con las
realidades divinas y una sabiduría que los permite captarlas
intuitivamente, aunque no tengan el instrumental adecuado para
expresarlas con precisión (EG 119).
Si el santo pueblo de Dios está ungido con la gracia del Espíritu habrá que
estar muy atentos a esa unción a la hora de reflexionar, pensar, evaluar y
discernir.

Así los Sínodos están insertos en la sinodalidad global de la Iglesia. No se


puede prescindir de la escucha del pueblo creyente, que debe ser
considerado y respetado como sujeto eclesial.

La Iglesia se alimenta de la Liturgia y de la Palabra


UNA IGLESIA SINODAL
“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia
del tercer milenio”

La misión reclama la sinodalidad, la sinergia y la convergencia de las


capacidades y potencialidades de todos.

Sinergia y convergencia son expresiones de la comunión, del ser íntimo


de la Iglesia, del “nosotros” que caminan juntos.

El carácter sinodal es “dimensión constitutiva de la Iglesia”.

Dado que la misión y la comunión confluyen en la sinodalidad, en ella se


contiene todo lo que Dios nos pide: el caminar juntos de laicos, pastores
y el obispo de Roma.
En virtud del bautismo, la totalidad de los fieles han recibido la unción
del Espíritu Santo y por ello no pueden equivocarse en creer.

El sentido sobrenatural de la fe actúa desde los obispos hasta el último


de los fieles laicos, lo que hace posible el consenso universal en cosas
de fe y de moral

Todo bautizado es un sujeto activo.

El Pueblo de Dios está constituido por todos los bautizados, y no


puede ser excluido de ningún proceso de consulta.

Una Iglesia sinodal es una Iglesia que escucha.


La Iglesia sinodal transforma la anterior eclesiología centrada en la
jerarquía.

Es una pirámide invertida, pues la cima se encuentra por debajo de la


base.

El servicio jerárquico debe ser entendido y vivido “en el interior de


una Iglesia toda ella sinodal”.

La comunión se realiza en diversos niveles: la Iglesia local, las


agrupaciones de Iglesias, la Iglesia universal.

“El primer nivel de ejercicio de la sinodalidad se realiza en las


Iglesias particulares”

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