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Narra Tiva
Narra Tiva
I
PRELUDIO A LOS DES - CONOCIDO
Anaranjado, cálido, redondo, así se veía el sol reflejado en los peñascos del valle de
enfermería, cuando el sol se ocultaba, su olor era inconfundible, mezclado con la hierba, la
tierra, y el movimiento de quienes querían salir de su refugio. Alfonso suspiró después de un
día de arduo trabajo, se aproximó al valle, dejó su bici recostada cerca para no perderla y
finalmente se recostó contra un árbol, sintió un dolor punzante en la cabeza que duró un par
de minutos y a pesar de lo repentino que fue, pensó que sería por el momento del semestre,
recordó que se acercaba el final del semestre, le tocaría recoger todo el producto hasta el
instante de irse a su provincia en el Llano; sus resultados seguramente serían evaluados
con lupa como hasta el momento, él quien acostumbraba a dar lo mejor de sí, pensaba con
cierto temor en sus tutores, Mario, Javier y Ángela reconocidos en todo su país, la Nacho,
como los más estrictos, los más seguros y por supuesto, los más severos. Les tenía gran
estima y mucho reconocimiento, él pensó: algún día seré como ellos…, pero por ahora, solo
soy un digno aprendiz de ellos es su territorio.
Se sacudió el pequeño mareo por el dolor de cabeza y recordó que no podía seguir
perdiendo tiempo, se acercaban las entregas de casos, de las historias clínicas y los
productos y no podía tomar aire y reflexionar. Ha de ser la falta de sueño, o la falta del
medicamento que le había prescrito el médico, la última semana, recordó. El Dr. había dicho
en tono imperativo: tienes solo una migraña, Alfonsín, deja el estrés, termina rápido tu
semestre y regresa en dos semanas. Lo más importante es que debes tomar una pastilla
diaria. Al instante, giró su cabeza y pensó, ya tendrás tiempo para descansar - se dijo una
vez más, antes de reanudar su camino hacia el caserío de odontología.
Alfonso, al día siguiente al llegar al caserío, todavía cansado; apenas sobre el tiempo para
entrar a la clase de 7 a.m., se preguntaba: ¿podré pasar con las notas que espera mi
padre?, solo le faltaba tomar la flota intermunicipal, caminar hasta el paradero del tren y
luego esperar el transporte colectivo.
Al entrar al salón, todos lo saludaron, estaba radiante, feliz con su maleta de viaje, pesada
por los regalos que llevaría a su casa al terminar la jornada. Pero ese día cambiaría todo en
su vida. El no sospechaba nada, solo quería charlar con sus amigos, comer unas
empanadas y cruzar el territorio de Humanas/Derecho, entregar sus trabajos, recibir las
felicitaciones de sus tutores y como siempre, al llegar a la escalera del segundo piso, frente
a la ventana del futuro, a esperar a su amada, Catherine. Eso era algo que Alfonso no
cambiaría por nada, pues como ella, venía de otro territorio Derecho/Humanas solo
imaginar sus abrazos, sus besos, su pelo suave y su olor, eran para él, el mejor regalo para
terminar el semestre.
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Parva, tomaron, comieron, rieron, chismosearon, compararon sus notas, hicieron planes
para el semestre entrante y se despidieron. Alfonso como siempre fue el mejor, su promedio
era el más alto, y además ayudaba a los demás a mejorar sus notas, estaba ansioso por ver
a Catherine.
Llega a su caserío, un rato después, suelta el morral, vota los tenis lejos, se quita la
chaqueta, come el guiso que estaba en el horno, el que más le gustaba, su mamá se lo
había cocinado en la mañana, pues solía hacerlo como premio por sus notas. En su hogar,
se sintió adormilado, prendió la televisión y en poco tiempo se quedó dormido, su mamá no
demoraría en llegar, y antes de ella su Catherine.
Desde ese día, su hermano mayor no dejaba de llorar, su mamá peleaba con el padre,
repartiéndose la culpa. Y la familia empezó a reunirse para saber qué y cómo hacer la
nueva vida con Alfonso. El padre accedió a compartir con todos los fines de semana, pues
su trabajo fuera del país no se lo permitía. La madre ya no estaría dedicada a ser ama de
casa, a acompañar a la abuela, a llevar los primos al colegio, a apoyar a la comunidad en la
iglesia. Su prima le hablaba más y le tomaba del pelo.
II
ENTRE CUERPOS
El despertar fue difícil, la confusión se adueñaba de su cabeza, creía reconocer los muros
del lugar en donde estaba, pero no parecía poder nombrarlo, las personas a su alrededor
hablaban en un lenguaje que parecía conocer, pero que no entendía, era la misma
sensación de un dejavú, de haber habitado en ese lenguaje, pero su significado se había
desdibujado de su conciencia e incluso de su propia lengua.
Quiso expresar muchas cosas, la sed que le producían las medicaciones, la preocupación
por la confusión, quiso preguntar en ¿dónde estaba?, ¿quién era? ¿Quiénes eran ellos?,
pero su propio lenguaje no respondía, quiso tocar el hombro de la joven que recibía
instrucciones del hombre maduro que le hablaba en un lenguaje extraño y especializado,
pero vio con horror como su propio brazo desconoció su deseo.
De pronto el hombre vestido de blanco posó su mirada en él, se acercó e iluminó sus ojos y
le hizo preguntas.
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- ¿Cuál es tu nombre? - dijo con voz gruesa y seria - ¿Sabes en dónde estás? -
Regresó al no encontrar respuesta -
- La señora cuidadora de sombrero blanco, quería subirlo a la camilla, y al mirarlo, se
compadeció, más que hablarle, lo movió y le puso una sábana para taparle el
cuerpo.
- La mamá le preguntaba al hombre de bata blanca, ¿lo puedo llevar a la casa
caminando normalmente? ¡Vamos al Llano!
- Los papeles, los exámenes y las medidas, inundaron el lugar y el silencio hizo
presencia.
Alfonso creía saber lo que pasaba, pero no lo entendía. Habían traído una silla de ruedas,
que para él era pesada. Su prima, todo el tiempo a su lado anotaba las recomendaciones de
la señora cuidadora, ahora y desde ese momento sería su sombra. Le ayudaría a moverse y
a ver todo; aunque la fuerza de la prima no faltaba, Alfonso se sentía más pesado. Al salir
de allí, estaba amarrado a esa silla. Nadie le había explicado ¿por qué? ni ¿por cuánto
tiempo? Su mamá lo miraba y lloraba a escondidas. Pero al llegar su padre, se quiso parar
para abrazarlo y él al verlo, dijo: Mi niño amado. Acá estoy y acá me quedo. Perdón, no
pude estar antes.
Entre él y ese segundo hogar, había muchas escaleras, giros y personas por conocer.
Alfonso nunca dudó que seguiría yendo allí, solo al llegar a la puerta se dio cuenta: ¿cómo
vamos a subir los 20 escalones entre cada piso de los tres, y su afán era subirlos en muy
poco tiempo? Al mirar hacia las clínicas, del primer piso todo era igual que antes, excepto
él, y al preguntar al hombre de bata blanca, su tutor, le dijeron sin palabras, ni te lo
imagines. Ese ya no es tu mundo. Se reencontró poco a poco con sus profesores, con
algunos de sus amigos, de sus amigas, sus tutores, pasó de un territorio a otro, sin darse
cuenta para él, lo más difícil estaba por llegar, era y fue: ver a Catherine.
Ella estaba hermosa, tierna, dulce y lejana. Al acercarse a él, sus esfínteres no pudieron
aguantar. El líquido tibio y abundante lo delató y todo su cuerpo se animó como antes para
besarla, pero ella, al verlo por primera vez después de las vacaciones, no lo podía creer.
Ella ya lo sabía todo, pero no tenía idea de su sentir, de su recuerdo, de su olor, de su
mirada, sus tartamudeos y de su escucha. Todo era un mundo nuevo y al verlo, ella quería
tocarlo, besarlo, y saber de él, tanto como él. Pero todo había cambiado, y alrededor
también, era como un país nuevo, un idioma nuevo, un ambiente distinto, y un país otro.
III
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NUEVOS SER-ES, MUCHAS MANOS
Con su familia, Alfonso quería darles pistas para entenderlo, pero al quedarse congelada en
el instante del accidente, no dejaba avanzar, la recriminación llegaba al cuerpo de todos y
se encarnaba con dolor y sin salida.
En la de la escuela, ni siquiera lo veían: sólo surgían recomendaciones y pedidos cada día,
entre el carnét, el permiso de la oficina de bienestar, los certificados médicos, las tareas y
los registros en las tabletas de comunicación. Ya cansado Alfonso quería explicarles a sus
tutores. A veces lograba que Mario y Ángela lo percibieran pero al ver tantos obstáculos, se
propuso buscar herramientas para aprender. La complicidad de la prima y el deseo de
ayudar de sus amigos, le llevaron a sus recuerdos, al principio sutiles y trémulos, pero cada
día más nítidos. Los lugares y los anhelos afloraron, y el semestre empezó a correr.
¿Eran los Registros akáshicos una opción?, se preguntaba una y otra vez, ¿cómo acceder a
ellos? ¿a quién pedir asistencia?. Era su intimidad, pero también eran su presencia; así que
definió poner sus pies firmes y empezó a ver, a sentir y a leer en su cuerpo esos registros.
Cada vez eran más accesibles para él. El parto, su infancia, la llegada a la familia en un
segundo lugar como hombre de una familia de tres hombres y una mamá. Su padre
competitivo y fuerte, su abuelo, aun viviendo del campo, el trabajo. Uno tras otro esos
registros le dieron las respuestas que buscaba.
IV
Esa mañana de lunes, al despertar vio en su almohada un nuevo computador: tenía pantalla
táctil, recibiría y enviaría las tareas a sus tutores, de forma que mostrar sus avances no
sería ya un problema. Su padre, feliz por conseguir-le este regalo, había regresado a su
trabajo fuera del país. Antes de desayunar ya estaba escribiendo sus ensayos y una carta
larga y clara dedicada con cuidado a todos sus amigos. Su sombra inseparable, entregó la
carta al tutor y al leerla al final de la clase, varias de ellas lloraban disimuladamente y otros
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en cambio le pidieron apoyo con sus relatos, el profesor no daba crédito al éxito de su
nuevo método: clases personalizadas, guía solo para él, salidas académicas y tareas
grupales. Su querida prima, se acercó al profesor y le pidió que la calificara también.
Lo más difícil se acercaba, el cierre del semestre y la proximidad de las nuevas materias a
todos preocupaba. Alfonso al contrario, quería entrar a un nuevo grupo, tomar más materias
y alcanzar nuevos desafíos. Los profesores nuevos, todos, sin falta, temerosos, se
preguntaban ¿Cuál es el currículo para él? qué pacientes va a atender?, quién le va a
enseñar? lo vamos a llamar odontólogo sin ser capaz de hacer nada clínico?, quién lo va a
evaluar? asumiremos una nueva forma de enseñar la odontología?, si lo hacemos, qué
pasará con los estudiantes que estamos formando?. La parálisis fue generalizada. Alfonso
que manejaba su silla con mucha perfección, quería decirles: pero si el tullido soy yo!
VALIDANDO SABERES
A pesar de mantenerse en sus labores y cumplir con todo, cada vez se le dificultaba más
seguir el paso de sus compañeros, las metodologías no estaban diseñadas para él, las
clínicas requerían algo más que los recuerdos para ejecutarse y veía como cada maestro se
cerraba a la posibilidad de continuar con el ejercicio y nuevamente volvía la confusión y el
desamparo, ¿acaso realmente ahora era dueño de un cuerpo incapaz? ¿No realizaría sus
sueños?
Su querida prima, siempre atenta a sus necesidades, veía como su ánimo decaía y sin
pensarlo dos veces buscó por doquier formas de animarlo, pensó en salir a recorrer todo el
país, buscando otras maneras de trabajar con su primo, pero ¿A dónde irían? A las tierras
del norte, la concha acústica y el Alfonso López, su prima recordaba esas tierras con
melancolía porque allí se encontraban los grandes deportistas del país, ¿Las tierras del
oriente? Las tierras de agronomía y posgrados, llenas de cultivos y grandes relatos, ¿Las
tierras del occidente? La productivas y avanzadas tierras de ingeniería y económicas o las
tierras del sur, territorios del cañón de humanas y los grandes y embrujados bosques de
Freud y de Chomsky, llenas de mística, saberes y rituales muy comentados en todo el país.
Fue así que caminando por la intersección que lleva al bosque de Freud, un punto en dónde
se comercian alimentos, escuchó a unos viajeros de estas tierras decir que para el próximo
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encuentro del cañón de humanas llegaría una comunidad de nómadas que venían
construyendo desde nuevas formas de habitar el cuerpo, oyó decir que entre ellos habían
personas que planteaban los cuerpos desde diferentes visiones que trabajaban y
desarrollaban nuevos saberes desde sus construcciones ancestrales y se articulaban.
Emocionada corre a ver a Alfonso y este recibe la feliz noticia con la indiferencia que ya le
provocaba cualquier alternativa que le ofrecieran, sin embargo no podía ignorar a su querida
sombra, quien jamás lo abandonaría y aceptó como si ya no estuviera perdiendo la
esperanza, así fue como emprendieron su viaje a las tierras del sur, la tierras frías con
grandes extensiones de naturaleza y sonidos y aromas aún desconocidos.
Para el día en el que llegaron se congregaba una multitud de gente, su querida sombra lo
animó a acercarse y conversar con estas personas, fue así que se acercó y empezó a
escuchar las posturas de los presentes, escuchó a curanderos que venían de su propia
tierra hablar de la deshumanización de las personas con discapacidad, escuchó a
habitantes de las tierras de humanas hablar de teorías y de lo que para él fue una
revelación, de un mundo discapacitante, escuchó a gente que venía de los valles de artes
hablar de nuevas corporalidades y de proyección, también escuchó a los habitantes de
ingeniería y villa económicas opinar sobre avances tecnológicos e intervención en
infraestructuras y políticas que pueda generar la inclusión.
Entonces, por primera vez en muchos días se acercó y propuso sus nuevas metodologías
de aprendizaje en las áreas de la salud y fue recibido con curiosidad y muchos aportes,
reconoció en esta comunidad personas de otros países y otras realidades, les reconoció
más que por su piel, más que por sus costumbres, por sus relatos, por sus experiencias y
por sus construcciones.
Fueron días y semanas de largas discusiones, en donde Alfonso pudo criticar y aportar
desde su realidad, desde su cuerpo y desde su percepción del mundo, cuestionó a sus
nuevos compañeros y se cuestionó a sí mismo, se dio la posibilidad de reconocer en su
cuerpo lo que hasta ahora se había invisibilizado, la belleza y la potencialidad, porque no es
más que una nueva forma de habitar el mundo, repudió y desconoció por completo ese
mundo que llaman normal y se comprometió con estos nómadas a construir nuevos mundos
posibles
Alfonso: ¿Cómo pararse en un mundo que te enseña que solo puedes pararte en dos
piernas? ¿Cómo hacer que reconozcan tus necesidades en un mundo planificado por los
que dicen ser normales? ¿Cómo apreciar la belleza si todo el tiempo te dicen lo que debes
ver como bello? ¿Cómo ver el mundo sin que tus ojos sean el centro de esta actividad?
Debemos aprender a desaprender, ver con todo el cuerpo y escuchar con algo más que con
los oídos, correr por el mundo sin tus piernas y gritar con todos los sentidos, por difícil que
sea, lo normal no nos define, porque somos mundos dentro de este mundo, somos ríos y
fuentes que fluyen de diferentes maneras y en este nuevo mundo, solo así, habrá lugar para
todas y todos.
MORALEJAS
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En el desarrollo de este ejercicio nos encontramos con algo más que con las teoría tratadas
en las sesiones, nos encontramos con mundos de posibilidades, con crisis, con giros y
alternativas. Sentimos propia la historia que se basa en una experiencia real, pero a la cual
quisimos ponerle diferentes giros decoloniales, darle a nuestro personaje nuevas
oportunidades.
Esta historia la pensamos mucho más larga y compleja, pero habituarse a los tiempos del
capitalismo requiere recortar partes para fines concretos de la norma, de la tarea y la
entrega, sin embargo el país Nacho, construido en charlas y cafés, cuenta con otros
mundos y hasta con mundos donde definitivamente no se puede. Los estudios críticos de
nuestra América Latina en discapacidad, reclaman nuevos lugares y territorios en la Nacho.