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Selección de textos – Parte II

Friedrich Nietzsche
(1844-1900)
Temas:

a. La muerte de Dios (primera selección)

b. La verdad: su utilidad y perjuicio a la vida

1. “Que el valor del mundo reside en nuestra interpretación (-que quizás en alguna
parte sean posibles otras interpretaciones, diferentes de las meramente
humanas-), que las interpretaciones habidas hasta ahora son estimaciones
perspectivistas en virtud de las cuales nos mantenemos con vida, es decir, en la
voluntad de poder, de crecimiento del poder, que toda elevación del hombre lleva
consigo la superación de interpretaciones más estrechas, que toda fortificación y
ampliación de poder que se alcance abre nuevas perspectivas y hace creer en
nuevos horizontes -esto recorre mis escritos. El mundo que en algo nos concierne
es falso, es decir, no es un hecho, sino una invención y un redondeo a partir de
una magra suma de observaciones; está siempre «fluyendo», como algo que
deviene, como una falsedad que continuamente vuelve a trasladarse, que no se
acerca nunca a la verdad: porque -no hay «verdad».” (Fragmentos póstumos)

2. “Las cualidades son nuestros límites infranqueables; no podemos evitar de


ninguna manera sentir meras diferencias de cantidad como algo
fundamentalmente diferente de la cantidad, como cualidades que no son
reducibles unas a otras. Pero todo aquello para lo que la palabra «conocimiento»
tiene un sentido se refiere al ámbito en el que se puede contar, pesar, medir, a la
cantidad -; mientras que, a la inversa, todas nuestras sensaciones de valor (es
decir, justamente nuestras sensaciones) están relacionadas precisamente con las
cualidades, es decir, con nuestras verdades perspectivistas, que sólo nos
pertenecen a nosotros y que no puede ser «conocidas» en absoluto. Es evidente
que todo ser diferente de nosotros siente otras cualidades y vive, por consiguiente,
en un mundo diferente al mundo donde nosotros vivimos. Las cualidades son
nuestra auténtica idiosincrasia humana: exigir que esas interpretaciones y estos
valores nuestros, humanos, sean valores universales y quizás constitutivos, es una
de las locuras hereditarias del orgullo humano que sigue teniendo en la religión
su asiento más firme. ¿Es necesario aún que añada que, a la inversa, las cantidades
«en sí» no aparecen en la experiencia, que nuestro mundo de experiencia es un
mundo cualitativo, que por lo tanto la lógica y la lógica aplicada (como las
matemáticas) forman parte de los artificios del poder ordenador, dominador,
simplificador, abreviador que se llama vida, es decir, que <son> algo práctico y útil,
algo que conserva la vida, pero no por ello, ni lejanamente, algo verdadero?”
(Fragmentos póstumos)

3. “Contra el positivismo, que se queda en el fenómeno «sólo hay hechos», yo diría,


no, precisamente no hay hechos, sólo interpretaciones. No podemos constatar
ningún «factum en sí»: quizás sea un absurdo querer algo así. «Todo es subjetivo»,
decís vosotros: pero ya eso es una interpretación, el «sujeto» no es algo dado sino
algo inventado y añadido, algo puesto por detrás. ¿Es en última instancia
necesario poner aún al intérprete detrás de la interpretación? Ya eso es invención,
hipótesis.
En la medida en que la palabra «conocimiento» tiene sentido, el mundo es
cognoscible: pero es interpretable de otro modo, no tiene un sentido detrás de sí,
sino innumerables sentidos, «perspectivismo».
Son nuestras necesidades las que interpretan al mundo: nuestros impulsos y sus
pros y contras. Cada impulso es una especie de ansia de dominio, cada uno tiene
su perspectiva, que quisiera imponer como norma a todos los demás impulsos.”
(Fragmentos póstumos)

4. “La falsedad de un juicio no es para nosotros ya una objeción contra el mismo;


acaso sea en esto en lo que más extraño suene nuestro lenguaje. La cuestión está
en saber hasta qué punto ese juicio favorece la vida, conserva la vida, quizás
incluso selecciona la especie: y nosotros estamos inclinados por principio a
afirmar que los juicios más falsos (de ellos forman parte los juicios sintéticos a
priori) son los más imprescindibles para nosotros, que el hombre no podría vivir si
no admitiese ficciones lógicas, si no midiese la realidad con la medida del mundo
puramente inventado de lo incondicionado, idéntico a sí mismo, si no falsease
permanentemente el mundo mediante el número -que renunciar a los juicios
falsos sería renunciar a la vida, negar la vida. Admitir que la no-verdad es condición
de la vida: esto significa, desde luego, enfrentarse de modo peligroso a los
sentimientos de valor habituales; y una filosofia que osa hacer esto se coloca, ya
sólo con ello, más allá del bien y del mal. (Más allá del bien y del mal, 4)

5. “Pero al mismo tiempo, como el hombre, por necesidad y aburrimiento, quiere


vivir socialmente y al modo del rebaño, necesita un tratado de paz y por eso
intenta que desaparezca de su mundo por lo menos lo más grosero del bellum
omnium contra omnes (guerra de todos contra todos). Este tratado de paz
comporta algo que parece ser el primer paso hacia ese misterioso impulso hacia
la ver dad. En ese momento se fija, por ejemplo, lo que desde ahí en adelante será
"verdad".” (Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral)

6. “Si alguien esconde una cosa detrás de un arbusto, y justo allí la busca y
encuentra, no hay mucho que alabar en este buscar y encontrar; y sin embargo
eso sucede en el buscar y encontrar la "verdad" dentro del ámbito de la razón.”
(Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral)

7. “No vuelve a encontrar en las cosas nada que uno mismo no se haya introducido
en ellas: ¿este juego de niños, al que no quiero menospreciar, se llama ciencia?”
(Fragmentos póstumos)

c. La moral (próxima selección)

d. La superación del hombre (próxima selección)

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