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III.

El hombre como un “ser socialmente enredado”

1. “Así pues, es evidente que la ciudad es por naturaleza y es anterior al individuo; porque si cada
uno por separado no se basta a sí mismo, se encontrará de manera semejante a las demás partes
en relación con el todo. Y el que no puede vivir en comunidad o no necesita nada por su propia
suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios.” (Aristóteles, Política, I, 1253a 15)

2. “Fuera de la sociedad, el hombre aislado, como no debe nada a nadie, tiene derecho a vivir
como le parezca, pero en la sociedad donde necesariamente vive a costa de los demás, él les debe
en trabajo el precio de su conservación, esto carece de excepción. Por lo tanto, trabajar es un
deber indispensable al hombre social.” (Rousseau, Emilio, p. 142)

3. “El hombre nació libre, y sin embargo en todas partes se encuentra encadenado” (Rousseau, El
contrato social, p. 1)

4. “Si uno es diferente, se ve condenado a la soledad.” (Aldous Huxley, Un mundo feliz)

5. “La televisión -como su propio nombre indica- es «ver desde lejos» (tele), es decir, llevar ante los
ojos de un público de espectadores cosas que puedan ver en cualquier sitio, desde cualquier
lugar y distancia. Y en la televisión el hecho de ver prevalece sobre el hecho de hablar, en el
sentido de que la voz del medio, o de un hablante, es secundaria, está en función de la imagen,
comenta la imagen. y, como consecuencia, el telespectador es más un animal vidente que un
animal simbólico. Para él las cosas representadas en imágenes cuentan y pesan más que las
cosas dichas con palabras.” (Giovani Sartori, La Sociedad Teledirigida, p. 26)

7. “La comunicación digital es pobre en mirada. En un ensayo acerca del décimo aniversario de
Skype, observa el autor:

El videoteléfono produce la ilusión de una presencia y sin duda ha hecho más soportable la
separación espacial entre amantes. Pero se nota siempre la distancia, que permanece, quizá con
la mayor claridad en una pequeña descentración. Efectivamente, en Skype no es posible mirarse
el uno al otro. Cuando en la pantalla se mira a los ojos del otro, este cree que su interlocutor mira
ligeramente hacia abajo, pues la cámara está instalada en el marco superior del ordenador. La
bella peculiaridad del encuentro inmediato, la de que ver a alguien es siempre equivalente a ser
visto, ha dejado paso a la asimetría de la mirada. [Gracias a Skype] podemos estar cerca los unos
de los otros las veinticuatro horas del día, pero dejamos constantemente de mirarnos.

El hecho de que tengamos que pasar de largo sin mirarnos no es culpa exclusiva de la óptica de la
cámara. Apunta más bien a la falta de mirada por
principio, a la ausencia del otro. El medio digital nos aleja cada vez más del otro. La mirada es
también una categoría central de la teoría de la imagen de Jacques Lacan: «Ciertamente, algo
que tiene que ver con la mirada se manifiesta siempre en el cuadro». La mirada es el otro en la
imagen, el cual me mira, me aprehende y me fascina. Es el punctum, que rasga el tejido
homogéneo del studium. Como mirada del otro está opuesta al ojo, que se deleita en la imagen.
Perfora el encanto de los ojos y cuestiona mi libertad. El creciente narcisismo de la percepción
hace desaparecer la mirada, hace
desaparecer al otro.

El palpar con la punta de los dedos en la pantalla táctil (touchscreen) es una acción que tiene una
consecuencia en la relación con el otro. Elimina aquella distancia que constituye al otro en su
alteridad. Se puede palpar la imagen, tocarla directamente, porque ha perdido ya la mirada, la faz.
Al tocar con la yema de los dedos, yo dispongo del otro. Alejamos al otro con la punta de los dedos
para hacer aparecer allí nuestra imagen reflejada. Lacan diría que la pantalla táctil se distingue de
la imagen como pantalla (écran), que me blinda frente a la mirada del otro y a la vez me deja
traslucir para él.

La pantalla táctil del teléfono inteligente podría llamarse la pantalla transparente. Carece de
mirada.” (Bil Chung Han, En el enjambre, pp. 30-31)

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