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Andrés Freijomil - Obituario Georg Iggers
Andrés Freijomil - Obituario Georg Iggers
Iggers
(1926-2017)
“La historiografía es un tipo de estudio que riografía –ya efectiva en los años 1970–, lo
integra fragmentos de unos cuantos libros im- cierto es que bien podría extenderse a nuestro
portantes que nunca fueron leídos en otro que tiempo puesto que, aún hoy, continúa siendo
tampoco leerá nadie.” Con este veredicto lapi- una práctica científica un tanto periférica y
dario, el historiador norteamericano Carl subsidiaria que muy pocos profesionales se
Becker expresaba en 1938 lo que, para enton- atreven a privilegiar de manera exclusiva e
ces, era un lugar común: la historia de la his- ininterrumpida desde el inicio y hasta el final
toriografía –en tanto history of historical wri- de sus carreras: o bien se aseguran, en algún
ting– no solo se veía como un florilegio momento del camino, la escolta de un objeto
acumulativo de vidas y obras destinado a un propiamente “histórico” inmune a una sospe-
simple manual de consulta, sino que cual- chosa ausencia en los archivos, o bien la gua-
quier indagación en el derrotero intelectual de recen –tal como, de algún modo, había ocu-
un historiador se consideraba un “pasatiempo rrido con el primer Iggers–, bajo el decoro
dominical” o una tarea de abierta indiscreción metodológico de una historia intelectual o
e, inclusive, de mal gusto. Ahora bien, si hubo una historia política que habilite, legitime y
alguien que intentó erradicar ese prejuicio ha torne respetable un objeto que, todavía en va-
sido, sin duda, Georg G. Iggers, quien falleció rias tradiciones académicas, no cuenta con las
el 26 de noviembre de 2017 en Amherst, credenciales suficientes para desandar el ca-
Nueva York, a los 90 años y cuyo nombre se mino por sí solo o, peor aun, es erróneamente
incorpora, junto al de Eduard Fueter, Herbert identificado con un desvío “teórico”. Esta úl-
Butterfield, George P. Gooch, Arnaldo Momi- tima cuestión, como se sabe, remite a un tipo
gliano, Charles-Olivier Carbonell y Hayden de reflexividad sobre el oficio que la corpora-
White (entre pocos más), al panteón de los ción de los historiadores ha abominado desde
historiadores profesionales que más han he- siempre y cuyos orígenes se remontarían a la
cho por convertir la historia de la historiogra- concepción empírica de la práctica en el
fía en un campo específico y autónomo den- mismo Ranke. Pues bien, he aquí, precisa-
tro de la disciplina, aunque, cabe confesar, mente, donde se cifra una de las grandes con-
esa batalla de ningún modo ha concluido. tribuciones de Georg Iggers. En un artículo
Recordemos que, en 1967, G. R. Elton, en muy temprano, “The Image of Ranke in Ame-
The Practice of History (uno de los clásicos rican and German Historical Thought”, publi-
más influyentes sobre el oficio de historia- cado en History and Theory en 1962 que se
dor), aún entendía que “esta moda de discutir tradujo rápidamente a varias lenguas (aunque
sobre historiadores más que sobre historia nunca al castellano) y que aún hoy sigue
contribuye a destruir cualquier criterio […]. siendo un texto imprescindible para compren-
Los buenos historiadores no son, en principio, der la historiografía moderna, demuestra que
hombres de ideas”. Si bien esta percepción la figura del historiador prusiano no fue la de
correspondía a una zona particular de la co- un simple cruzado antihegeliano o el defensor
munidad inglesa de historiadores y coincidía de una objetividad pura, sino un idealista muy
con la visibilidad que estaba adquiriendo la consciente de las condiciones teóricas que
profesionalización de la historia de la histo- subyacían tras sus grandes obras históricas y