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Prof: Helena Establier y Laura Palomo

2023-2023

TEMA 3
HUMANISMO Y REALISMO:
JUAN VALERA
Literatura Española del Realismo y Romanticismo

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Literatura Española del Realismo y Romanticismo

Valera era egabrense (nacido en Cabra, Córdoba en 1824) perteneciente a una familia
aristocrática, siendo su madre la marquesa de la Paniega y su padre un marino retirado.
Fue un escritor y crítico español cuya obra se inscribe en una corriente esteticista opuesta
al realismo naturalista.
Además de político y diplomático, fue un hombre culto y refinado,
cuyo hedonismo no estuvo desvinculado de sus numerosas
aventuras amorosas e incluso de su tardío y desgraciado
matrimonio con Dolores Delavart, a la que doblaba en edad. Se
inició como teórico literario con Ensayos literarios (1844), libro
que fue destruido casi en su totalidad, y con críticas y recensiones
en diversos diarios y revistas españoles e hispanoamericanos.
Conocía la cuestión religiosa, pues se había formado en el seminario conciliar de Málaga,
siendo lector de los románticos y clásicos, incluso llegó a traducir novelas como Dafnis
y Cloe del novelista griego Longo. Estudió derecho en Madrid y en 1847 ingresó en el
cuerpo diplomático.

Colaboró en los periódicos y diarios más importantes, con artículos críticos sobre temas
políticos e intelectuales. Tuvo una gran relevancia por su conocimiento profundo de
personalidades, movimientos y corrientes de pensamiento (Realismo y Neoclasicismo
mayoritariamente) durante la segunda mitad del siglo XIX, no centrado solamente en el
ámbito hispánico, con títulos como De la naturaleza y carácter de la novela (1860) y
Apuntes sobre el nuevo arte de escribir novelas (1886 y 1887).
En éstos también escribió cuentos y novelas por entregas, pero su entrada definitiva en la
narrativa se produjo tardíamente, cuando dio a conocer Pepita Jiménez (1874), la novela
española más popular del siglo XIX, en la que, no obstante, sus notas costumbristas y su
temática amorosa de corte romántico, concretó literariamente sus posturas antirrealistas,
sus inquietudes formales y su voluntad de definir una prosa y un estilo depurados.
Más tarde dio a conocer Las ilusiones del doctor Faustino (1875), publicada por entregas,
El comendador Mendoza (1877), Pasarse de listo (1878) y Doña Luz (1879). Tras un
largo paréntesis que separó sus novelas en dos periodos y ya afectado por una progresiva
ceguera, aparecieron Juanita la larga (1896), también publicada anteriormente por
entregas, y Morsamor (1899). Su dominio de una depurada técnica narrativa le permitió
valerse de recursos expresivos que ampliaron los registros temáticos de sus novelas,
consideradas en sí mismas "cuentos rosas" por algunos críticos. Otros cuentos suyos
pueden ser los Cuentos fantásticos: “Parsondes”, “El pájaro verde”, “El bermejino
prehistórico” y “La buena fama”, los cuentos históricos: “Los cordobeses en Creta” y “El
cautivo de doña Mencía” y los cuentos de sátira literaria: “La conjuración de las palabras”,
“Un artículo de fondo” y “Un tribunal literario”

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Literatura Española del Realismo y Romanticismo

CARACTERÍSTICAS

Juan Valera contaba con un pensamiento estoico; era partidario del arte por el
arte. La poesía tiene en sí un fin altísimo, cual es la creación de la hermosura. La poesía,
y por consiguiente la novela, se rebajan cuando se ponen por completo a servir a la
ciencia; cuando se transforman en argumento para demostrar una tesis. Entre las
características de sus novelas se encontraba la presencia de la elegancia a la
vez que la filantropía (platonismo) y el hedonismo, epicureísmo. Su ideología liberal-
moderada hizo que la novela se limitase a narrar lo que comúnmente sucede, no sería
poesía, ni nos ofrecería un ideal, ni sería siquiera una historia digna, sino una historia,
sobre falsa, baja y rastrera” (De la naturaleza y carácter de la novela), llena ironía y
perspectivismo (influencia de Cervantes)
TÉCNICAS NOVELISTICAS
Sus obras completas alcanzan los 46 volúmenes. Dentro de la narrativa se destacó como
novelista, con un gran dominio de la técnica narrativa que difundía de las fronteras
genéricas: reflexividad, ironía, dramatismo, confusión entre cuento y novela…mediante
una técnica epistolar y cierto autobiografismo dotado siempre de una gran originalidad e
ingenio.
Contaban con fragmentación narrativa dentro de una estructura compleja, sus escritos
estaban dotados de análisis psicológico.
ESTILO Y LENGUA
En sus obras el autor usaba un lenguaje culto, sin adaptarlo a los diferentes personajes
siendo a su vez expresivo, bello, claro, cuidado. Un vocabulario sencillo, elegante,
refinado, natural a la vez que introducía un amplio léxico andaluz con giros populares y
sensualismo

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-Pepita Jiménez
Pepita Jiménez es la primera novela del diplomático, político y escritor español Juan
Valera, publicada en 1874.
Siguiendo el modelo de Cervantes, Valera hace pensar en la recuperación
de un manuscrito encontrado en los papeles de una catedral de Andalucía,
en el que se narra (en dos partes, una primera epistolar y una final ya
narrativa) una historia sobre unos personajes a los que se cambiará el
nombre para preservar su identidad.
El joven seminarista don Luis de Vargas (narrador protagonista en toda la primera parte,
que insiste en su deseo de consagrarse a la labor religiosa y representa en principio la
negación de la naturaleza, la interpretación mística e irracional de la vida y el mundo en
el catolicismo ortodoxo) regresa a su pueblo natal para unas breves vacaciones allí antes
de pronunciar sus votos. Se encuentra con que su padre, Don Pedro (cariñoso, generoso,
sabio. Representa la materialización de los impulsos salvajes, de búsqueda individual del
placer, la riqueza y el poder, indiferencia hacia los elementos espirituales e intelectuales
humanos) se dispone a contraer nupcias con la joven Pepita Jiménez (auténtica, fuerte,
segura, vital, sensual) de veinte años y viuda de un octogenario. Los contactos entre el
futuro sacerdote y la joven viuda son novedosos para el joven ya que ha pasado su
adolescencia recluido en el seminario, y poco a poco siente flaquear su vocación. El
seminarista acompaña a Pepita en sus paseos por el campo, asiste a reuniones en su casa
y, sin darse cuenta, cede poco a poco a una pasión que él considera pecaminosa, pero que
se hace más fuerte que su vocación y que su amor por su padre, en el que ve secretamente
un rival. Todo esto empieza a ser sospechado por el Deán al que el seminarista escribe
sus cartas contándole sus incidencias. Luis se quiere marchar, pero Pepita, que le ama y
que ha hecho todo lo posible para enamorarle, se finge enferma y le convence de que
reconozca su amor y se lo comunique a su padre. Así lo hace, pero en lugar de hallar la
oposición en su padre, este le dice que lo comprende y que a escondidas había estado
haciendo todo lo posible para que las cosas llegasen a su solución natural.

La obra es en realidad una novela psicológica en que abunda una suave ironía. Encubre
una novela de tesis en que defiende la primacía de lo natural y lo vital sobre lo artificial
y lo afectado y presenta un imaginario idílico burgués en el que las clases populares
quedan desdibujadas en un trasfondo folclórico y lo natural queda sometido al control del
patriarcado. Explora temas como la lucha entre el amor profano y el misticismo, que se
acaban sintetizando y fundiendo en una conjunción armónica que se presenta como
definición de lo humano, con un auge del vitalismo, triunfo de lo auténtico, espontáneo y
natural, el derecho a reconducir la propia trayectoria vital, la victoria del amor sobre el
orgullo, la revalorización sutil de lo ético y humano, sobre lo dogmático religioso.
Trata de demostrar que los krausistas son panteístas, igual que los místicos de los siglos
XVI y XVII, para ello, se documenta leyéndose libros ascéticos y místicos porque “quería
dar muestra al público español de ahora, lo que tenía olvidado” del misticismo. no critica
en su novela el misticismo, sino el falso misticismo. El ideal religioso se considera un
tipo de existencia superior. La tesis de la novela no es, como podría parecer, la defensa

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Literatura Española del Realismo y Romanticismo

de lo terrenal sobre lo divino, aunque se justifica, por razones individuales, que Luis
abandone su vocación religiosa. En Pepita Jiménez propone una armonización entre razón
y mística, entre vida y ascética, entre naturaleza y espíritu, que está en la línea de la
filosofía krausista.
La influencia de la filosofía krausista se traduce en:
o Una percepción igualitaria de la mujer. Importancia de la educación y la cultura.
o Concepción armónica del matrimonio. Se entiende como una unión fruto del amor
y el apoyo mutuo.
o Importancia del racionalismo. Equilibrio entre razón-pasión.
o Una visión panteísta del mundo. Esta filosofía promulga que todos los seres finitos
están en Dios y, por lo tanto, Dios permanece inmanentemente en todas las cosas
Es una obra perspectivista (cuatro narradores: el editor, el deán, Luis y don Pedro), cuya
técnica da una sensación de realidad, que cuenta con un distanciamiento irónico entre el
lector y los personajes que los lleva a una evolución psicológica de los personajes y a un
análisis del alma humana mediante la meta literatura, el equilibrio y la elegancia. Todo
esto se lleva a cabo dentro del género epistolar con una estructura compleja, dividida en:
o Prólogo.
o Introducción: el narrador nos da noticia del hallazgo de unos manuscritos. Nos
presenta la obra como si fuese un manuscrito que él encontró entre los papeles de
un deán de una catedral andaluza.
o Cartas a mi sobrino: es una colección de cartas que el sobrino del deán, el
seminarista Luis de Vargas, manda a su tío durante su estancia en la casa de su
padre, en un pueblo andaluz. Los manuscritos incluyen las cartas escritas entre el
22 de marzo y el 18 de junio de un año que no se explicita, próximo al de
publicación. A través de estas cartas conocemos la evolución psicológica de Luis
de Vargas, el protagonista.
o Paralipómenos: narración en tercera persona, aunque es una cuestión debatida, en
la propia novela se atribuye su creación al deán (es significativo que el texto lleve
un nombre bíblico), pero luego se siembra la duda en el lector. Acaba con una
resolución feliz del conflicto.
o Epílogo. Cartas de mi hermano: fragmentos de las cartas de don Pedro a su
hermano el deán en los cuatro años siguientes a la boda entre Pepita y Luis.
El final de la novela muestra una armonía del proyecto liberal de colonización y
explotación de la naturaleza. Aceptación controlada de lo natural. Los personajes se casan
y además se quedan en el pueblo, comprometidos con la labor civilizadora del campo,
asumiendo su deber de clase de ejercer el liderazgo socioeconómico. Restaura el “orden
natural” alterado al principio: un joven con ensoñaciones místicas y misioneras que
rechaza su papel de heredero y quiere permanecer soltero dedicado al sacerdocio, un
hombre maduro que quiere casarse con una chica mucho más joven, y esta, que quiere
permanecer soltera.

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-Juanita la Larga
Otra gran obra del autor Juan Valera fue Juanita la larga, publicada por
primera vez en El Imparcial en 1895. Esta fuertemente influida por la
obra de Moratín, El viejo y la niña; Lope, La discreta enamorada y el
cuadro de costumbres escrito por el propio Valera, La mujer de Córdoba,
para la colección Las mujeres españolas, portuguesas y americanas
(1872).
La novela narra un tema clásico, el amor, tanto sagrado como profano
entre un hombre y una joven con deseos de consagrar matrimonio, buscando la libertad
para llevarlo a cabo y adicionando la yuxtaposición entre la naturalidad y el artificio y las
relaciones individuo-sociedad.
Don Paco López, secretario del ayuntamiento de Villalegre, viudo y maduro, se enamora
de Juanita, una joven bella, inteligente, orgullosa, valiente y noble. Juanita es hija natural
de Juana. La hija de don Paco, doña Inés, desconfía de la unión de su padre con la
muchacha y trata de separarlos: difama a la madre y a la hija, intenta convencer a su padre
de que se case con alguien de su edad y presiona a Juanita para que se haga monja.
Entonces, el cacique del pueblo también se siente atraído por Juanita, lo que causa los
celos de don Paco, que se marcha del pueblo. Finalmente, vuelve y se acaba casando con
la joven.
En Juanita la larga, igual que en el resto de sus obras se encuentran elementos
autobiográficos como la similitud de Villalegre con los pueblos cordobeses, la relación
entre don Paco y Juanita (su mujer era bastante más joven que él), el ambiente y lenguaje
andaluz…
En la novela tienen cabida elementos de todas las tendencias narrativas del siglo XIX, al
esteticismo, el idealismo (embellecimiento de la realidad), con preponderancia del humor
(bajo la forma de la ironía, la sorna o el sarcasmo, según qué personajes y situaciones),
en una obra idílica, alegre como ninguna otra del autor, sin el menor dejo de amargura, y
la más verídica en cuanto a emociones, en el contexto de la vida rural que ningún escritor
realista pudo realizar (andalucismo). Una de las características a resaltar de la obra es la
complicidad del narrador con el lector, pues el propio autor decía:
“Yo he estado en Villalegre; he visto algunos trajes hechos por Juanita, y me he quedado
estupefacto. Y cuenta que yo tengo buen gusto. Todo el mundo lo sabe”.

Valera es el fundador de una prosa artística en que la perfección formal, tal como él la
concebía, se convierte en un fin en sí mismo. Quiere esto decir que, sin excluir la
trascendencia que ya hemos apuntado, su formación clásica le lleva a poner en práctica
un ideal de estilo en que se unen la belleza y la falta de afectación.

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