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Vértigo Bajo La Luna Llena parte 1 (2)
Vértigo Bajo La Luna Llena parte 1 (2)
l a luna lenaa
Javier Arévalo
ALFAGUARA
ALFAGUARA
Diseño de la colección:
RAFA SANUDO, Rano, S.L.
Ilustración de carátula:
JULIO GRANADOS
Edición:
ALESSANDRA CANESSA
ISBN: 9972-00-208-X o
Hecho el depósito legal Ley N° 26905 Registro N' 98-1721
A Gabriel,
que me lee las palabras mágicas
con las que se abren las puertas
de Fantasia.
ÍNDICE
El comisario,
oculto detrás de su portezuela. pidió.
apoyo a otra
delegación.
-iTira el y no te muevas!
-gritó por el Un feo aprieto
arma
las manos en alto, que se rindieran. Esperó, miró hacia atrás, vio la en los próximos minutos, no valía un centavo.
mueca grotesca del muchacho muerto, entonces recordó a su hijo, Todos se pusieron de pie, también él. Salió al pasillo. Escuchó
una voz en su nuca: Vete por el muro de atrás, no se volvió a ver el
que tendría la misma edad.
iMierda!-volvió a decir, con rabia. rostro de quien le daba el consejo. Ya lo había pensado, es más, lo
había hecho antes y fue terrible
Aquella vez, de pronto, se encontró en medio de diez muchachos
de su edad, desarrapados, sucios, que habían estado fútbol
jugando
enla pista y que empezaron a silbarle y a tirarle piedritas apenas lo
descubrieron descolgándose del muro. La calle tenía las pistas
destruidas, y las casas todas parecían a medio construir.
Uno dijo, amenazó, que la mochila que Marcelo traía en la
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espalda era muy bonita. Otro demando peaje porutilizar su calle
atropellados.
mo vía de escape. Lo cercaron, Marcelo se dio cuenta de que
calle
no arriesgándose a
ser
prometiendo despellejarlos en cuanto los tuviera en sus manos -iDesea algo? -preguntó el vendedor.
Los chicos esquivaron correazos, usaban a sus amigos de escudos. Las señoras lo miraban con impertinencia.
Los otros reían. itiene raso?
pero voy a ver, aunque
-Si, algo,
Marcelo respiró hondo, aprovechó el desconcierto, la algarabía,
Si, ide qué color?
uno de los chicos que no le había quitado la vista de encima lo vio
escabullirse, pero no lo delató, Marcelo se lo agradeció con el alma,
-Rojo?
entonces se escurrió.
Rojo?
Si, hacen raso rojo?
Usó trancos largos. La mochila, que rebotaba en su espalda, le
-Lo hacen de varios colores.
estorbaba. Ganó la esquina y miró hacia atrás. Allí estaban, venían
por él. &Negro?
Dobló la esquina, cruzó la calzada. La luz roja del semáforo -Sí, hay negro, claro.
contenía a tres largas filas de autos. Las calles que seguían, hacia -Y azul?
cualquier dirección, eran tan macabras como las que había dejado -iLo quiere normalode doble ancho?-preguntó el dependiente
atrás. Ninguna ofrecía esperanzas. De -iSeñor!-dijo una de las mujeres.
pronto, los autos comenzaron
a moverse. Desde el
frente, sus perseguidores no lo perdían de vista. Espéreme un momento, joven, enseguida lo atiendo.
Los autos en movimiento formaron
móvil, una frontera
una tranca Qué era doble ancho, es más, qué era raso. Había oído por allí lo
impenetrable. Pero algunos eran avezados, y retaron a los autos, del raso, y le dio gracia que hubiese soldados rasos y una tela
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acordé-dijo-. Mi madre lo quiere de doble anchho. de camionetas, hasta que tras el paso
Ya me
una grúa. Siempre
aparecía y desaparecía,
entrecerrando los ojos-, Si me volvió a aparecer más.
Bien dijo el vendedor, de un gran
camión de basura no
momento, lo atiendo. uno de los
muchachos que lo perseguía.
-No puede ser -dijo
un
-Bien -dijo el de los bigotes-, qué quería? tendría que hacer lo mismo ahora.
Así escapó aquella vez, y quizá
otra ocasión, había salido del colegio
verdad es que ahora ya no estoy segurO. Pero voy a
-La No lo había decidido. En
en esta oportunidad,
no
preguntarle bien a mi madre lo que quiere y regreso. No vaya a rodeado de profesores; pero el recurso,
saldría del colegio en... por lo
molestarse porque me equivoco. Ningún profesor
tenía posibilidades.
una reunión para
coordinar un simulacro
menos, una hora. Tenían
El vendedor frunció el ceño, quizá sospechó que burlaban de
se
en el último
Marcelo respiró hondo y se lanzó a la de sismo. Una cabeza rota y una pierna partida,
él, tal vez no le importaba. temblor, habían obligado a la dirección a
tomar esta medida.
calle. multitud de chicos
de omnibuses. Marcelo llegó al patio y se confundió en la
Caminó pegado a las paredes, hacia un paradero Más de cuatro mil alumnos estudiaban
en
estaba arreglando. 25
carpinteros la
estuviesen apostados en una de las dos
Lo más seguro e r a que
Salamandra tenía meioras
Se volvió, y lo fulminó con sus
pupilas hechas brasas de odio.
estaban? &Y si
puertas. Pero y si no -Dígame-dijo Sifuentes, divertido-, den qué libro leyó usted eso?
desfigurarla? -Sólo las niñas leen libros -dijo Salamandra.
cosas que hacer que
lo había dejado en Se puso de
No, la que pensaba era totalmente ingenua, fue de la clase. Al salir tiró la puerta. pie y se
de todos, en clase. Y lo había puesto
delante
ridículo, otra vez, Sifuentes no agregó nada. Miró la puerta, luego
furioso, de eso no había duda alguna; le había hecho broma
una
movió la cabeza, de un lado
a Marcelo,
sus amigos. Sifuentes
a otro, con desánimo.
demasiado para Salamandra y En
inteligente, ese momento, Marcelo supo que se había metido en un feo
el nombre del autor de la
había preguntado por la nacionalidad y aprieto.
Colmena. Salamandra había mirado hacia u n costado.
novela La
no porque le importara realmente
sólo para ver si alguien le soplaba,
le temía al ridículo. Pero nadie salía
responder bien, sino porque
más c e r c a n o s o eran tan bestias cómo
en su auxilio. Sus compañeros
existía.
él o preferían olvidar que
Salamandra devolvía la mirada al frente para responder, como
era su costumbre, que no
conocía la respuesta, cuando descubrió
JONN.
-iPara usted fue A- be-jón quien escribió La Colmena?
Sólo entonces Salamandra se dio cuenta de la broma de Marcelo.
Cucurucho-man al rescate
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-iVete, Cucurucho! iO te cae! -ladró Salamandra. -Puedo ir a mi casa. No tienes que preocuparte por mí -dijo
-Pero es que no quieres un heladito? Marcelo.
-Me hubieras dicho eso antes.
iCarajo con los chistosos! Tiene demasiados esta ciudad.
Salamandra estiró el brazo, aprisionó por las solapas a
-No podía -dijo Marcelo-, estaba ocupado comiendo puñetes.
Marcelo miró hacia atrás, no los seguían. Miró a Cucurucho,
Cucuruchoy lo atrajo hacia í.
era pequeño, tenía la
Ya te
piel cobriza, era delgado y musculoso, tenía
fregaste, viejito! -dijo Salamandra. una nariz de
aguilucho, pequeñita, los cabellos largos y negros, a
De pronto, el heladero pesar de
latigueó los brazos en el aire, y su edad, ojos.
como sus
aparecieron sus fierros y con una velocidad de mono, estrelló uno -No poder volver al colegio -le dijo Marcelo.
vas a
en la cabeza de
Salamandra y el otro se lo encajó justo en el medio -Qué bueno, no me gustaban las matemáticas -agregó
de las piernas. Cucurucho.
Flaquito, Sortija y Pajaloca soltaron a Marcelo, que se tambale0
bastante grogui, mientras Salamandra caía al suelo, agarrando
la cabezay los testículos.