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Selección de fábulas
Será imprescindible traer este cuadernillo impreso para hacer el examen y no se admitirá ningún
tipo de anotación en él. Podéis imprimiros otra copia para trabajar en casa en la que, por supuesto,
podréis realizar todas las observaciones que consideréis necesarias.
IRIARTE
Fábula XI. Los dos conejos
Fábula XV. La rana y el renacuajo
Fábula XXVII. La mona
Fábula XXXI. La ardilla y el caballo
Fábula XXXII. El galán y la dama
Fábula XLI. El té y la salvia
Fábula LXVI. El ricote erudito
Fábula LXVII. La víbora y la sanguijuela
SAMANIEGO – LIBRO I
Fábula I. El asno y el cochino
Fábula VI. El león vencido por el hombre
Fábula XI. Las moscas
Fábula XIX. Los dos amigos y el oso
SAMANIEGO – LIBRO II
Fábula VI. El lobo y la cigüeña
Fábula VIII. El pájaro herido de una flecha
Fábula IX. El pescador y el pez
Fábula XIV. Las dos ranas
SAMANIEGO – LIBRO IV
Fábula VI. La zorra y las uvas
Fábula VII. La cierva y la viña
Fábula XXIII. Los navegantes
Fábula XXV. El león, el lobo y la zorra
SAMANIEGO – LIBRO V
Fábula II. El asno y el lobo
Fábula VII. Los cangrejos
Fábula IX. El cuervo y el zorro
—Podencos.
Yo soy viva,
soy activa,
me meneo,
La Salvia me perdone, 15
yo no defendería lo contrario,
falte una librería, bello adorno, Pues ¿qué más quieren los que sólo estudian
—Cierto, responde el otro. ¡Que esa idea 10 si con fingirlos de cartón pintado 40
capaces, pulidos, 15
Ya se ve: ¿por qué no? Para estos casos mas no picamos de la misma suerte:
que escriba buenos rótulos e imite tú, picando al más sano, le das muerte.
en guisa de matanza,
enterró su golosina.
en tono despreciador
no le siente el aliento,
ni el menor movimiento;
Entonces el cobarde, 15
pondera la fortuna
Fábula VI. El lobo y la cigüeña Fábula VIII. El pájaro herido de una flecha
—¿Tu salario? Pues ¿qué más recompensa nos dio, sin otras armas
a un hermanito mío
respondió a su amiga:
—¡Excelente aviso!
¡A mí novedades!
de padres, abuelos
Félix María de Samaniego – Libro III
que estaba en cesta como niño en cuna, entre la mansa oveja y el cordero,
la pregunta: —¿Qué es eso, pobrecita? cortar tus uñas y limar tus dientes,
—Muy mal me va, señora, en este instante; y el buen hombre lo deja desarmado.
como gato por liebre, por amigo. perros de su cabaña; de esta suerte
—Muy mal me va, señor, en este instante; dice, hablando del León, algún amante,
muy bien, si usted se quita de delante que de la misma muerte haría gala,
no ves el desengaño,
de la alta vid el fruto que pendía. más cercanos los perros y ojeadores.
Entonces fue cuando la Zorra dijo: Halla al paso una Viña muy frondosa,
—No las quiero comer: «No están maduras». y en lo espeso se oculta con presteza.
si te se frustra, Fabio, algún intento. viéndose a paz y a salvo en tan buen hora.
viendo su pobre nave combatida Mas ¿qué puede esperar el que maltrata
ya casi sumergida;
cuando súbitamente 5
y la afligida gente
Hizo venir los médicos, ansioso Convienen, pues, los grandes profesores
por ver si alguno de ellos lo curaba. en que no tenéis vicio en los humores,
De todas las especies y regiones 5 y que sólo los años han dejado 35
cada cual sus remedios le procura, con un remedio simple, liso y llano,
la Zorra como médico al congreso, 15 con apetito tal, que, sin esfuerzo, 45
Quiso su majestad que luego al punto murió el infeliz Lobo como un perro.
Un Burro cojo vio que le seguía pues, si puedo vivir tan regalado,
—Amigo Lobo, yo me estoy muriendo; quien deja el propio por ajeno oficio.
si yo no me valiese de herradores,
no solamente sé la anatomía, 15
Los más autorizados, los más viejos Repetían las madres sus lecciones,
Entre los graves puntos que trataron, sólo un ejemplo más que mil consejos.
siendo cierto también que los ancianos, la nueva ley al punto derogaron,
Toda madre, desde este mismo instante, 15 Y es así: Que la fuerza de las leyes 45
ellos obedecían;
yo no gasto lisonjas,
corresponde el gorjeo,
Al oír un discurso
de vanidad llevado,
El concurso lo advierte,
Me lo ha revelado, a la venida,
Félix María de Samaniego – Libro VII
Al Gran Turco imitaba en esta parte. como yo a aquellos hombres que se alejan
a la turba canora
a la sabiduría en mi semblante:
la salud francamente
van saltando los gatos de uno en uno. busque la provisión en los desvanes,
y se lo puso a ella.
A todos enamora, 20
y a los enfurecidos