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DERECHO CONCURSAL T1. INTRODUCC - Julio Cesar Rivera
DERECHO CONCURSAL T1. INTRODUCC - Julio Cesar Rivera
TOMO I
INTRODUCCIÓN
PRINCIPIOS GENERALES
ISBN 978-987-03-2591-8
CDD 346.078
Impreso en la Argentina
Printed in Argentina
Argentina
Agradecimientos
Citas
Agradecimientos ...............................................................................
Prólogo a la primera edición............................................................
Citas ...................................................................................................
Capítulo I
Nociones Preliminares
I. Introducción .....................................................................................
1. Propósito de esta introducción ...............................................
2. Concepto de obligación ...........................................................
a) Noción ................................................................................
b) Evolución............................................................................
3. El patrimonio como prenda común de los acreedores .........
a) Noción ................................................................................
b) Su recepción en la legislación ..........................................
c) Proyecto de Código Civil y Comercial de 2012 ................
d) Irrelevancia de la omisión actual .....................................
e) Consecuencias ...................................................................
4. La protección del crédito .........................................................
a) Exposición del tema ..........................................................
b) Medios de tutela del crédito .............................................
c) Medidas precautorias ........................................................
d) Acciones de integración del patrimonio del deudor ......
e) Acciones de protección del crédito lesionado ................
f ) Acciones de ejecución .......................................................
XII Rivera - Casadío Martínez - Di Tullio - Graziabile - Ribera
f ) Características....................................................................
g) El denominado London approach ...................................
23. Estados Unidos .........................................................................
a) Introducción ......................................................................
b) Legislación .........................................................................
c) Distintos tipos de procedimientos ...................................
d) La insolvencia de las personas físicas en el derecho esta-
dounidense ........................................................................
e) Quiebra transfronteriza .....................................................
f ) Principales características del Capítulo 11 ......................
g) Prepackaged agreement ....................................................
h) Influencia de la ley estadounidense en la ley 24.522 ......
24. Otras legislaciones relevantes .................................................
a) Alemania ............................................................................
b) Suiza ...................................................................................
25. Algunos casos de reducido desarrollo del derecho concursal.
Actualización de esas legislaciones ........................................
a) Australia .............................................................................
b) España ................................................................................
c) México ................................................................................
d) Brasil ...................................................................................
e) Uruguay ..............................................................................
f ) Paraguay .............................................................................
26. Algunas conclusiones sobre este período ..............................
V. La renovación permanente de la legislación concursal en los úl-
timos años. Causas ...........................................................................
27. Reformas legislativas recientes. Enunciación ........................
28. Causas de este fenómeno de renovación permanente de la
legislación concursal ...............................................................
a) Enunciación .......................................................................
b) Metodología de la exposición ...........................................
29. Incidencia de la globalización ................................................
Derecho Concursal XV
Capítulo II
Antecedentes y Evolución
del Derecho Argentino
Capítulo III
Los Procesos Concursales. Presupuesto, Principios , Sujetos, ...
D Naturaleza ..........................................................................
E Excepciones .......................................................................
e) Disposiciones particulares................................................
f ) Honorarios .........................................................................
g) Costas .................................................................................
Capítulo IV
El Concurso Extranacional
NOCIONES PRELIMINARES
I. INTRODUCCIÓN
1
denomina Ley de Concursos . En el régimen legal vigente se ha agregado
como mecanismo preventivo el denominado "acuerdo preventivo
extrajudicial", comúnmente conocido por el acrónimo "APE"; de todos
modos, veremos en su momento el debate que existe acerca de la
caracterización del APE como un subtipo concursal o como un instrumento
de naturaleza exclusiva o predominantemente contractual;
— finalmente, es preciso anticipar que la ley concursal contiene disposiciones
de fondo y procesales, pues tanto la quiebra como el concurso preventivo
se desarrollan en un procedimiento judicial; incluso el acuerdo preventivo
"extrajudicial" tiene o puede tener una etapa "judicial" dirigida a obtener su
homologación por el juez a fin de hacer oponible el contrato de
reestructuración del pasivo del deudor a los acreedores no signatarios de
aquel contrato. Pero, como se verá, ello no importa desconocer que el
Derecho concursal es Derecho patrimonial de fondo;
— por último es necesario explicar cuáles son los intereses que se hallan
comprometidos en el problema de la insolvencia y cómo las leyes tratan de
obtener un balance entre esos intereses.
Estos temas preliminares se tratan en este Capítulo.
Pero también tenemos claro que el Derecho concursal no nace ni muere con
la Ley de Concursos, instrumento contingente cuya sobrevivencia depende, en
gran medida, de las políticas económicas que se sigan en un país, o incluso de
ideologías predominantes en lo filosófico político; es obvio que un país de
economía socialista tendrá una Ley de Concursos muy distinta a la de un país
con economía de libre mercado. Para entender acabadamente el Derecho
concursal —como cualquier otra rama del Derecho— no basta con conocer la
ley vigente; el Derecho no empieza con la sanción de un código o de una
ley (2) sino que sus instituciones se van gestando, desarrollando, modificando a
lo largo de los siglos, al vaivén de circunstancias políticas, económicas, sociales,
culturales, etcétera. Por ello es preciso hacer un examen a tenor del método que
se denomina histórico comparativo (3) , y a ello se refieren los parágrafos
siguientes de este Capítulo que comienzan con el Derecho Romano (4) , siguen
con la gestación del Derecho concursal medieval en las repúblicas italianas y su
expansión al resto de Europa, hasta concluir en un examen de las legislaciones
actuales más importantes. El mismo método se utiliza para exponer —en el
Capítulo II— el desarrollo del Derecho argentino desde la colonia, el Derecho
patrio (5) , la codificación, las leyes especiales hasta la recientemente
sancionada, donde trataremos de identificar los hilos conductores de cada
legislación.
Comenzamos entonces con la exposición del primer prenotado, que atento a
que el Derecho concursal forma parte del Derecho patrimonial común y
aprehende el fenómeno del incumplimiento generalizado, debe partir del
concepto mismo de obligación.
Luego seguiremos con unos conceptos básicos acerca del patrimonio como
prenda común de los acreedores, las acciones a través de las cuales ese
principio se hace efectivo, y nociones básicas e introductorias acerca del
Derecho concursal.
El Capítulo continuará con los orígenes históricos de esta rama del derecho,
la exposición de las características de las legislaciones más relevantes del siglo
2
XX comparándolas con otras en las que esta rama del derecho aparecía como
meramente secundaria y periférica, para desembocar en la exposición de los
grandes cambios que se han producido en la legislación concursal en los últimos
veinte años en todo el mundo y cómo ello ha repercutido en los denominados
principios orientadores o básicos de esta rama del derecho.
2. Concepto de obligación
a) Noción
La obligación es una relación jurídica en virtud de la cual un sujeto (deudor)
tiene el deber de realizar a favor de otro (acreedor) determinada prestación, que
puede consistir en dar, hacer o no hacer (6) .
b) Evolución
3
3. El patrimonio como prenda común de los acreedores
a) Noción
b) Su recepción en la legislación
e) Consecuencias
Del principio expuesto deriva que:
— los acreedores pueden ejercer individualmente acciones para agredir el
patrimonio de su deudor a los efectos de obtener satisfacción de sus
créditos;
— en caso de insolvencia, todos los acreedores deben participar del
procedimiento colectivo (la quiebra, y también en las soluciones preventivas
de ella que todos los ordenamientos organizan) y ese procedimiento
comprende todos los bienes que forman el patrimonio del deudor, salvo
exclusión legal expresa. Es la universalidad propia de los procedimientos
colectivos causados en la insolvencia (en la Argentina: arts. 1º y 111, Ley
de Concursos);
— en caso de fraude —enajenación de bienes que integran el patrimonio del
deudor de modo de provocar o agravar la insolvencia— los acreedores
pueden ejercer una acción integrativa del patrimonio que en el derecho
5
común es la acción pauliana y que cuando se ejerce en la quiebra es entre
nosotros conocida como acción revocatoria concursal (más allá del acierto
o error de tal denominación, tema que veremos en su momento).
c) Medidas precautorias
6
embargo preventivo, la inhibición general, la anotación de litis, la prohibición de
innovar, la intervención de la persona jurídica, etcétera.
7
se anula por efecto de la idea de causa; el negocio jurídico incidido por
alguno de estos acontecimientos deja de tener razón de ser, se frustra la
causa final, por ello se permite resolver o anular y obtener la restitución de
las prestaciones que hubieren sido cumplidas;
— las acciones de resarcimiento de daños; además de las acciones de
cumplimiento, tanto en forma específica como por equivalente, el acreedor
perjudicado dispone de una acción para ser resarcido de los daños y
perjuicios que el incumplimiento o la lesión de su derecho de crédito le
ocasione (art. 505, inc. 3º).
f) Acciones de ejecución
8
de mayoría que consisten básicamente en acuerdos alcanzados por el deudor
con alguna parte de la colectividad de sus acreedores y que al ser aceptados por
acreedores que representen ciertas mayorías dentro de esa colectividad resultan
oponibles aun a los disidentes o a los que no participaron del convenio.
b) Enunciación
En los concursos, fundados en la insolvencia del deudor, entran en juego:
— los derechos de los acreedores,
— la dignidad de la persona del deudor, y
— la protección de la empresa como entidad social y económicamente
significativa.
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Aun los autores que examinan la cuestión desde el punto de vista del Análisis
Económico del Derecho (AED) apuntan que por regla general cabe reconocer en
las leyes de quiebras, dos objetivos iniciales: establecer un método que permita
pagar ordenadamente a los múltiples acreedores; permitiendo al deudor
conservar un mínimo de bienes que le permitan mantener una vida digna o por
lo menos una nonpenonrious existence(13) .
El artículo 1º de la actual ley alemana sintetiza estos tres elementos, al decir: "El
procedimiento de insolvencia tiene por finalidad satisfacer colectivamente a los
acreedores del deudor mediante la realización de su patrimonio y la distribución
del producto resultante, o mediante un plan de insolvencia en el que se contenga
una reglamentación diferente especialmente dirigida a la conservación de la
empresa. A los deudores honestos les será concedida la oportunidad de
exonerarse de las obligaciones residuales".
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Cuando los bienes singulares que conforman el patrimonio del deudor son
insuficientes para responder a las obligaciones, se produce el fenómeno de la
quiebra, cuya finalidad es el desapoderamiento que autoriza y viabiliza la
liquidación de esos bienes para con su producido satisfacer a los acreedores.
A partir de allí la obligación nacida del contrato sólo pudo ejecutarse en los
bienes del deudor; fue el germen de la sustitución de la idea de potestad por la
de relación jurídica que sistematizara y expusiera la doctrina alemana del siglo
XIX.
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c) La conservación de la empresa
Ha sido una constante del derecho concursal la preservación de la actividad
empresaria del deudor cesante.
Ello se ha proyectado en la mayor facilidad de acceso a las soluciones
preventivas; y en la quiebra, en la priorización de la liquidación de la empresa
como unidad y en funcionamiento.
Claro es que esto merece una explicitación inicial.
En los ordenamientos que contemplan mecanismos preventivos de la quiebra,
está efectivamente presente la idea de conservación de la empresa, pues es
obvia la ventaja que ello acarrea en comparación con la liquidación de los activos
en la quiebra.
Pero ello no significa —necesariamente— conservar la empresa "para el
propietario".
Nos explicamos: en la práctica argentina el empresario que se concursa —
normalmente— pretende trasladar su insolvencia a los acreedores, quienes
deberían sacrificar sus expectativas de cobro para dar nueva vida a la empresa
insolvente; en esta línea, las soluciones preventivas generalmente propuestas
por los deudores consisten en quitas del capital y esperas no necesariamente
retribuidas con una tasa de interés razonable. Con lo cual el concurso preventivo
suele no ser más que un mecanismo destinado a la licuación del pasivo en
detrimento de los acreedores, sin que el deudor arriesgue la propiedad de su
empresa. Tan encarnada está esta forma de ver el concurso preventivo, que la
doctrina y parte de la jurisprudencia pretende excluir del cómputo de las
conformidades necesarias para obtener la aprobación de un acuerdo preventivo
a los "acreedores hostiles", categoría que por regla general identifica a aquéllos
que no quieren consentir que les roben sus créditos.
En otros países en cambio, el concurso supone la casi necesaria pérdida —
total o parcial— de la propiedad de la empresa. Es que en términos económicos,
el verdadero propietario ya no es el o los accionistas de la compañía insolvente
sino la colectividad de sus acreedores. Por ello en la práctica de otros países,
como los Estados Unidos, los accionistas de las sociedades sujetas a un
procedimiento equivalente a nuestro concurso preventivo, son tratados como
"acreedores subordinados" (19) .
Ideas como esta en Argentina serían revolucionarias, y causarían el estupor
de la clase empresaria que ha aprovechado de manera descarada las
debilidades estructurales de los mecanismos preventivos. Como veremos en su
momento, la ley 24.522 incorporó un mecanismo que consiste en autorizar a
terceros a ofrecer propuestas de acuerdo a los acreedores; si resultara aceptada
la oferta del tercero, los accionistas deben transmitir las acciones o cuotas a ese
tercero (art. 48 de la ley vigente, comúnmente conocido como "cramdown"). Ello
provocó una airada reacción de alguna doctrina que veía en esto una vía para
que los acreedores se quedaran con la propiedad de las empresas y por ello
hasta se atribuyó la inconstitucionalidad del régimen.
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7. Breve esquicio de la evolución del balance de los tres elementos
mencionados
La evolución del derecho concursal demuestra que el balance entre los
distintos intereses mencionados no es sencillo de alcanzar y que en muchos
períodos alguno ha prevalecido sobre los otros.
b) La preservación de la empresa
Concebida la quiebra como una solución virtualmente única al fenómeno de la
insolvencia, por ser excepcionales las soluciones preventivas, se la entendió
como una mera ejecución cuya finalidad era la de satisfacer los intereses de los
acreedores mediante la liquidación de los bienes del deudor común, para ser
repartido su producido entre aquéllos a prorrata de sus acreencias.
Esta concepción fue cuestionada en ciertos momentos del desarrollo de la
doctrina concursalista, pues claramente limitaba el fenómeno de la insolvencia a
la relación entre el deudor y sus acreedores, sin advertir que la insolvencia
proyecta sus efectos sobre otros múltiples planos: la producción, los derechos
de los trabajadores, la competencia en el mercado, los intereses fiscales, etc.
De allí que nuevos criterios dieron un lugar preeminente a la salvación o
conservación de la empresa, a la protección de las relaciones laborales, al
interés general, y dejaron para el último a los intereses de los acreedores.
Se argumenta que desde hace ya tiempo la figura del comerciante individual
no constituye el centro de atención del Derecho mercantil, pues ha "irrumpido" la
empresa, organización de los factores de la producción en orden a la producción
misma de bienes y servicios (21) .
En la empresa —se dice— se conjugan intereses que exceden los meramente
privados de los acreedores.
13
Por cierto, a veces en la empresa aparece comprometido el interés público ,
pues ella atiende la producción de insumos o prestación de servicios esenciales
para la vida comunitaria; alimentos, transportes, vestimenta, productos químicos,
combustibles, y todo aquello imaginable que el hombre común usa y disfruta
diariamente.
También en múltiples oportunidades la empresa se convierte en el verdadero
motor de la actividad de cierta comunidad; alrededor de una empresa de alguna
envergadura se puede asistir al nacimiento de asentamientos humanos de
importancia que dependen exclusivamente de la subsistencia de la actividad
empresaria, que vuelca en la comunidad sus salarios y prestaciones.
De allí que se sostuviera por los autores —y tuvo ello reflejo particularmente
en las legislaciones francesa, italiana y argentina— que no sólo importa el
mantenimiento de ciertas actividades empresarias (las ferroviarias u otras que
presten servicios públicos como en la ley 11.719, art. 195) sino de la empresa en
general, cualquiera fuese su actividad, cuando ella tiene cierta magnitud, o
alguna peculiar relevancia por los bienes o servicios que produce o por su
singular localización.
Se ha subrayado también la existencia de un interés social, como lo ha
calificado ÁNGEL ROJO(22) , que está dado por las relaciones laborales que
genera la actividad empresaria, de por sí creadora de puestos de trabajo. De allí
que se sostuviera con énfasis que las crisis empresarias repercuten primaria y
fundamentalmente sobre los trabajadores, constituyendo por ello un imperativo
tender a la preservación de la estabilidad del empleo y, más que ello, a la
conservación de la actividad generadora de empleos.
Por todas estas razones se sostenía que la ecuación insolvencia-quiebra-
interés privado de los acreedores, se encontraba manifiestamente superada.
Y es por ello que muchos autores señalaban la inelasticidad de la quiebra,
resultado de la forma en que ella se encontraba regulada en muchas
legislaciones, lo que la constituía en un mecanismo insuficiente para solucionar
las crisis empresarias y de ese modo dar satisfacción a los distintos tipos de
intereses que aparecen comprometidos por esa crisis.
Así, se ha hablado de la falencia de la falenci a producida por un desacople
entre norma y realidad; las legislaciones quiebrísticas, decían los autores,
pretendían conjugar los intereses de los acreedores con la liquidación de los
bienes del deudor, sin advertir que ello implicaba la desaparición de la actividad,
lo que era fuente de un daño mayor para todos los otros intereses en juego, y sin
que en gran parte de los casos se obtuviera una verdadera y real satisfacción de
los acreedores, pues los quirografarios recibían, luego de mucho tiempo, el pago
de una cantidad representativa de un porcentaje mínimo de sus acreencias.
En síntesis, lo que se ha calificado como quiebra de la quiebra, no fue sino el
reflejo de una tendencia a la adecuación de los procedimientos concursales en
orden a la solución de las crisis de las empresas, evitando llegar a su liquidación.
Pues se entendía que cuando ellas tienen cierta significación su desaparición
vulneraría otros intereses tanto o más importantes que los intereses privados de
los acreedores. Por eso se afirmaba que la quiebra tradicional debía quedar
como una solución residual para los comerciantes individuales o pequeñas
empresas carentes de toda significación (23) .
14
De este modo se amplió considerablemente el punto de mira del derecho
concursal, en tanto aparece un capítulo que es el de la prevención de la
crisis (24) , y se expanden las soluciones preventivas facilitándose notablemente
el acceso a ellas y su resolución favorable.
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individual al terminar el procedimiento concursal. Por otro lado, los acreedores
pueden reunirse en comités donde se vota y se decide por mayoría la adopción
de favores al deudor, y en particular adoptar o no el plan de continuación de la
empresa"(28).
En la misma orientación la Comisión Ministerial italiana para la reforma de la
legislación concursal, presidida por Piero Pajardi se planteó rescatar un principio
fundamental, cual es la protección de los acreedores; frente a la conservación
de la empresa, aun con la carga social que contiene y la excelsa finalidad
humana que la nutre, entiende que aquélla debe ser perseguida en forma
compatible con la protección creditoria para evitar un sacrificio injustificado de
unos por los otros (29) .
La Comisión Krings para la reforma del derecho concursal belga tuvo la tarea
ambiciosa de adaptar la ley de quiebras a las necesidades contemporáneas y
conciliar mejor los intereses de los acreedores, de los poderes públicos, de los
trabajadores y del fallido mismo (30) .
Y en la quiebra esto era bastante notorio en la ley argentina de 1972 donde
numerosas cuestiones relevantes (acciones de integración del patrimonio,
acciones de responsabilidad, continuación de la actividad de la empresa fallida,
modos de liquidación, etc.) eran resueltas sin tener en consideración la opinión
ni el interés de los acreedores; lo cual condujo a resultados a veces muy
negativos (postergación sine die de los derechos de los acreedores en la masa,
generación de pasivos por la continuación de la actividad de la empresa fallida,
promoción de acciones con resultado negativo con imposición de costas a la
masa).
Así, el proyecto que se convirtió en ley 24.522 preveía la posibilidad de que los
abogados ejercieran la sindicatura y que formaran sociedades con contadores
para integrar "estudios de síndicos" legitimados para intervenir en los concursos
de mayor relevancia. De esta forma llegó el proyecto al Senado y el debate en
particular se desarrollaba sin contratiempos ni mayores controversias hasta que
se llegó a este punto; allí ingresaron al recinto el senador Antonio Cafiero, de
profesión contador, y otros que hasta ese momento no habían demostrado el
menor interés por la materia que se discutía. Estando ya votado el artículo
pertinente, el senador Cafiero consiguió reabrir el debate y eliminar la
legitimación de los abogados para ejercer la sindicatura, con lo cual: se excluyó
una incumbencia que ya existía en la ley 19.551 para ciertos casos menores, y
se convirtió a los estudios de sindicatura en una asociación entre contadores,
cuando lo que se pretendía era que esos estudios tuvieran una integración
interdisciplinaria.
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gracias a esta reforma causada por el lobby egoísta, desaprensivo e ignorante
de parte de la corporación judicial porteña.
Como se comentó, para solucionar los problemas de 26 juzgados se
perjudicaron 2000; y ni hablar de los perjuicios causados a las partes.
a) Opinión clásica
Como ya se señaló supra, cierta parte de la doctrina califica a la quiebra como
una ejecución colectiva, en la que el sujeto pasivo y a la vez parte del proceso es
el fallido; el título ejecutivo, la sentencia de quiebra, y —según algunos— parte
actora son los acreedores. Decimos según algunos, pues para SATTA ,
sostenedor de la tesis procesalista durante muchos años, los acreedores no son
parte del juicio sino los destinatarios de ese proceso, esto es los titulares de los
intereses de cuya satisfacción se trata (35) .
No puede desconocerse que la quiebra contiene elementos exclusivos del
proceso ejecutivo, entre los cuales se destaca la realización del patrimonio
cesante para la satisfacción de los acreedores. El proceso concursal es el
instrumento defensivo del crédito contra la insolvencia. No podemos negar el
carácter contencioso del juicio de quiebra y del concurso preventivo, lo cual se
traduce en una sanción ejecutiva cierta en el primero y potencial en el segundo.
Y tampoco puede negarse que dicha ejecución es colectiva porque involucra a
todos los acreedores, y esto no significa que deban actuar todos sino sólo
aquellos que se presenten en el proceso concursal, sin importar que no exista
pluralidad de ellos, pues es suficiente la potencialidad colectiva. Lo mismo ocurre
en la ejecución individual cuando existen litisconsorcios activos o cuando se
presentan acreedores preferentes a hacer valer sus derechos en el proceso
individual, que no pierde su esencia por el hecho de que existan varios
acreedores, los que incluso podría ser todos.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, siguiendo el dictamen del
Procurador General, ha dicho que la ley de concursos es una norma de carácter
eminentemente procedimental (36) .
b) Crítica
18
La caracterización de la quiebra como proceso de ejecución colectiva ha
recibido severa crítica en la doctrina nacional, proveniente de MAFFÍA ; señala
este autor que más allá de ser opinable la caracterización de la sentencia
declarativa de la quiebra como título ejecutivo, el trámite falencial presenta
ribetes absolutamente ajenos a los juicios de ejecución.
Así apunta:
— la actividad precedente a la verificación de créditos, con la designación del
síndico, publicidad y emplazamiento de los acreedores;
— la misma etapa de verificación, con la labor de indagación e información de
la sindicatura;
— el contralor recíproco que existe entre los acreedores, que tienen la facultad
de comprobar e impugnar los créditos cuya verificación se pretende;
— la posición del juez, como director del proceso, atribuido con la carga de
impulsar de oficio el procedimiento;
— la virtual inexistencia de posibilidad de que en este proceso medie
allanamiento, desistimiento o cualquier modo de autocomposición (37) ;
— las consecuencias que la quiebra acarrea al fallido desde su misma
declaración, y con posterioridad, si en el régimen de la ley 19.551 hubiera
mediado calificación de conducta culpable o fraudulenta, y aun casual (ver
art. 264, LS que veda a los fallidos aun casuales de ser directores de
sociedades anónimas). En el régimen vigente, impuesto por la ley 24.522, la
declaración de quiebra acarrea también la inhabilitación por un tiempo
determinado que puede ser ampliado o reducido por el juez, aunque ahora
no está precedido del trámite de calificación de conducta, por lo que las
conclusiones de Maffía sobre este punto siguen siendo plenamente válidas.
19
Al exponer los prenotados apuntamos que las leyes concursales contienen
disposiciones de fondo y de forma. Es que al aprehenderse el fenómeno de la
insolvencia, el Derecho reacciona adoptando disposiciones que:
(i) afectan el status personal del concursado, y
(ii) las relaciones jurídicas entrelazadas por éste con terceros, y a la vez
(iii) organizan un procedimiento destinado a la adopción de soluciones
preventivas de la quiebra (concurso preventivo) o
(iv) el desapoderamiento y liquidación de los bienes del fallido y repartimiento
de su producido entre los acreedores (quiebra).
Así, como se ha dicho desde antaño, las leyes concursales constituyen un
fenómeno de coordinación de normas procesales y sustanciales
(CASTILLO ) (39) .
El análisis de las reglas de fondo será efectuado juntamente con las reglas
procesales que corresponden a ellas. Y no sólo por el método de exposición que
hemos adoptado sino también porque no existe en nuestra legislación concursal
una separación tajante entre ambos aspectos. Por el contrario, ella sigue un
camino intermedio: trata primero de identificar los diferentes institutos en la ley y
una vez hecho ordena separadamente dentro de ellos los preceptos de fondo y
los de forma; de esa manera se sigue una sucesión gradual armónica más fácil
de comprender y más al alcance de quienes no son expertos iniciados en la
interpretación de la norma (40).
20
11. Algunos principios estructurales del derecho concursal
En el tratamiento de estos intereses el derecho concursal se ha ido modelando
alrededor de ciertos principios estructurales. Sin perjuicio de particularidades de
los distintos regímenes, podemos señalar entre ellos a los siguientes:
universalidad, colectividad de los acreedores, concurrencia, igualdad de los
acreedores, judicialidad, territorialidad.
La universalidad del concurso supone que en él se ha de ventilar la suerte del
patrimonio del deudor concebido como universitas juris, por lo que en principio
quedan comprendidos todos los bienes que lo integran. En el derecho argentino
el principio está formulado en el artículo 1º de la ley vigente, que dice: "El
concurso produce sus efectos sobre la totalidad del patrimonio del deudor, salvo
las exclusiones legalmente establecidas respecto de bienes determinados ".
La universalidad debe también ser examinada desde el punto de vista pasivo.
Sin entrar ahora a la polémica de si las deudas forman parte del patrimonio, o
sólo lo gravan, lo cierto es que la universalidad del concurso se proyecta en que
él abarca a todas las obligaciones que soporta el concursado; de modo que todos
los acreedores están alcanzados por sus efectos, aun cuando su crédito fuere
ilíquido, condicional, a término, no vencido, discutido, ignorado, o de titular
ausente.
Esta faz del principio de universalidad se conecta con el de colectividad de los
acreedores, el que ha sido definido como el principio conforme al cual la iniciativa
y acción del acreedor individual en defensa de su particular interés cede, por
motivos ínsitos, a intereses que concurren contradiciéndose y que el
ordenamiento somete a su quehacer en función de tratamiento igualitario, a la
acción colectiva de todos los acreedores. Esa colectividad se denomina en
doctrina masa de acreedores o simplemente masa (en el Capítulo III donde
tratamos más extensamente estos principios expondremos también la cuestión
de la —inexistente— "personalidad de la masa").
La regla de concurrencia significa que todos los acreedores deben concurrir a
la sede concursal para poder participar del acuerdo si se tratase del
procedimiento preventivo, y de las cuotas concordatarias si éste prosperase, o
recibir su dividendo si se trata de la quiebra.
Las distintas legislaciones nacionales no son idénticas en punto al tratamiento
de esta idea de concurrencia, que está muy arraigada en el derecho argentino.
La materia concursal se halla regida por un principio fundamental: la igualdad
de los acreedores (par conditio creditorum ).
Es decir que, por regla general, todos los acreedores han de soportar
igualitariamente el efecto del acuerdo preventivo homologado, dando las mismas
quitas, esperas u otras estipulaciones al deudor común; y en la quiebra
participan pari passu en la distribución del producido de la liquidación de los
bienes del deudor común, y cuando el resultado de esa liquidación sea
insuficiente para atender a la totalidad de los créditos, se repartirá a prorrata del
montante de los créditos.
Se ha dicho que éste es el único principio de justicia que justifica existencial y
funcionalmente el proceso falimentario, sin el cual no puede ser concebido ni
enseñado el Derecho de quiebra, y sin él bastaría un proceso ejecutivo común
con algunos ajustes estructurales (PAJARDI ) (43) .
21
Los procedimientos concursales son por regla general judiciales y entre
nosotros el magistrado concursal cumple un rol clave en el desenvolvimiento del
proceso.
Finalmente ha sido tradicional reconocer a la quiebra un alcance casi
exclusivamente territorial, desconociendo los efectos locales de la quiebra
extranjera y negando la propagación de los efectos de la quiebra local en el
extranjero; de modo que de existir un patrimonio internacionalmente disperso los
acreedores deberán solicitar la declaración de quiebra en cada país donde
existan bienes, sometiéndose en cada país a las exigencias de la legislación
local.
La territorialidad supone la pluralidad de quiebras.
Como veremos en este mismo Capítulo estos principios están hoy sufriendo
modificaciones muy importantes que vienen cambiando drásticamente el perfil
de los mecanismos concursales.
22
En fin, encontrar el equilibrio de modo de dar instrumentos jurídicos idóneos para
la solución de los problemas reales de las empresas en dificultades sin afectar
los derechos de los afectados de una manera tan seria que resulte en definitiva
inconstitucional, es el desafío de una legislación sobre las dificultades
empresarias.
a) Manus iniectio
En sus orígenes el Derecho Romano concebía a la obligación como un
verdadero vínculo personal (48) . De allí que ante el incumplimiento, el acreedor
tenía derechos que podía ejercer sobre el cuerpo mismo del deudor, pudiendo
llevarlo a su casa y atarlo con cadenas por un plazo máximo de sesenta días,
23
vencido el cual el acreedor debía llevarlo al Foro por tres días pregonando su
deuda; si nadie se hacía cargo de ella, la persona del deudor quedaba a merced
del acreedor, pudiendo venderlo como esclavo fuera de Roma (transtiberim ), o
darle muerte, y si hubieran sido varios los acreedores, distribuirse su cuerpo en
proporción a sus respectivos créditos. Esto se conocía con el nombre
de legisactio per manus iniectionem y en principio requería una sentencia o
confesión del deudor, aunque fueron también admitidas formas de manus
iniectio pro iudicato , es decir créditos que por sí tenían fuerza ejecutiva, y
de manus iniectio pura en los que ni siquiera mediaba una ficción de haber
sentencia como en la pro iudicato .
La ley Pœtelia Papiria (326 a. C.) mejoró la situación de los deudores
prohibiendo que se les encadenara, vendiera o diera muerte, permitiéndose
rescatar su libertad mediante el pago de la deuda con su trabajo personal.
b) Bonorum venditio
Mas la situación de los deudores se atemperó por dos vías: una fue lacessio
bonorumo cesión de bienes, autorizada por la leyIulia iudiciaria, en virtud de la
cual cesaba toda ejecución sobre la persona del deudor de buena fe si éste
abandonaba todos sus bienes a favor de sus acreedores. La otra vía, que llegó
a sustituir a lamanus iniectio, fue labonorum venditio, que había sido autorizada
por primera vez en el Edicto del Pretor Rutilio Rufo (hacia el 118 a. C.).
24
La venta, que efectuaba el magister bonorum , se hacía en bloque al mejor
postor.
La bonorum venditio importaba tacha de infamia para el fraudator .
(iii) La tercera etapa era la de la liquidación. El comprador (bonorum emptor)
era considerado como un sucesor universal del deudor, el que virtualmente
perdía su capacidad jurídica.
Los acreedores eran satisfechos por el magister bonorum con el importe
de la venta y en proporción a sus respectivos créditos, respetando sus
privilegios y garantías reales.
Si los acreedores quedaban parcialmente impagos podían perseguir al
deudor sobre los bienes que adquiriese con posterioridad, aunque en
ciertos casos fue reconocido un beneficio de competencia (beneficium
competentiæ) por el que se lo condenaba a pagar en la medida de su
capacidad económica y dejándole lo indispensable para la vida (50) .
Sin duda, la bonorum venditio es el primer antecedente de la quiebra tal cual
la concebimos hoy en día.
c) Bonorum distractio
d) Otras medidas
25
El objetivo de esas medidas fue complementar la missio in possessionem , de tal
modo que los acreedores pudieran ejercerla sobre la totalidad de los bienes del
deudor.
En un principio este pacto era vinculante sólo para los acreedores que
participaban de él, mas luego se hizo obligatorio para los ausentes, y finalmente
aun para los presentes disidentes cuando era aceptado por la mayoría.
28
— la pena de muerte, estaba prevista en el Estatuto de Bolonia, y existían
otras penas menores como la pérdida de la ciudadanía, incapacidad para
ejercer el comercio, exposición pública como infame o llevar siempre un
gorro de color como escarnio.
Justamente para evitar las consecuencias tan rigurosas se admitió el
concordato, estructurado sobre los principios de mayoría e igualdad, es decir,
debía ser aprobado por ciertas mayorías especiales y sus condiciones debían
ser iguales para todos. Los acreedores privilegiados e hipotecarios no
participaban del mismo.
Se conoció también el concordato preventivo, es decir, anterior a la quiebra
con convocatoria a los acreedores y aprobado por mayoría (Estatuto de Lucca).
29
Por lo demás, la legislación seguía siendo muy severa, pues permanecía la
pena de muerte para los fallidos fraudulentos; pero por contrapartida no había
penas para los fallidos que no habían incurrido en fraude y se admitía que las
esposas de éstos tuvieran y mantuvieran bienes a su nombre.
La escasa eficacia de la ordenanza de 1673 en materia de quiebras no se
superó a través de las reformas posteriores, e incluso los abusos que
subsistieron después de 1789 dieron lugar a que el Código de Comercio de 1807
—al que nos referiremos más adelante— mantuviera —por inspiración del propio
Napoleón— un criterio muy severo para juzgar a los fallidos.
30
Este cuerpo reflejó con gran exactitud las costumbres mercantiles, fue
redactado por y para comerciantes por lo que instituyó un procedimiento simple,
expeditivo y económico, de tal modo que los jueces fueron legos y se impidió
tajantemente la intervención de abogados.
En lo tocante a la quiebra distinguía entre los meros atrasados que tenían
bienes para pagar, y que por ello no perdían su honra ni su crédito; los quebrados
inculpables que caían en la insolvencia por haber perdido su hacienda en virtud
de accidente en mar o tierra, o porque otros no les habían pagado, y los
fraudulentos o alzados , que eran aquellos que arriesgaban de más, hacían
negociaciones ruinosas y huían con sus bienes.
Según la opinión de CASTILLO(58) el procedimiento parecía estar más dirigido
a la represión del delito que a la satisfacción de los acreedores; predominaba el
voluntarismo de éstos; las sanciones eran muy graves, comenzando por el
arresto del fallido; no se reglamentaba la verificación de los créditos; se
otorgaban facultades excesivas a los síndicos y no había una fiscalización
suficiente como para evitar demoras maliciosas.
En nuestro país, como se verá más adelante, las Ordenanzas de Bilbao
rigieron hasta la entrada en vigor del Código de Comercio de 1859/62, salvo en
las Provincias de Corrientes, Mendoza y San Juan que adoptaron el Código de
Comercio Español de 1829, al que nos referimos en el parágrafo siguiente.
IV. El derecho concursal entre el siglo XIX y parte del siglo XX(59)
31
incluyó a los profesionales liberales, lo que demuestra una tendencia
expansionista del sistema (62) .
El Derecho argentino ha llegado a la unificación total con la ley 22.917, lo cual
ha sido mantenido con la ley 24.522, actualmente vigente, y a ella se orienta la
ley española.
En el sistema suizo se incluye a los no comerciantes inscriptos en el Registro
de Comercio.
32
influencia sobre los principios estructurales de la materia, tratamos en este
mismo Capítulo.
Y finalmente la globalización produce un acercamiento cada vez mayor entre
los distintos regímenes nacionales y la generación de iniciativas transnacionales
de las cuales por ahora la más exitosa es la ley modelo UNCITRAL sobre
insolvencia transfronteriza.
a) Razón de su exposición
El examen de las características definitorias de las legislaciones
contemporáneas comienza con el Derecho francés por un doble motivo: en
primer lugar, porque el fenómeno de la codificación encontró un cauce definitivo
en la iniciativa napoleónica que fructificó fundamentalmente en el Código Civil de
1804 y el Código de Comercio de 1807, cuerpos legislativos —en particular el
primero— que tuvieron además una extraordinaria proyección en todo el mundo;
y en segundo término, porque si bien las instituciones del derecho de la
insolvencia se originaron en la península itálica y fueron malamente llevadas a
la legislación francesa anterior a la revolución a través de las ordenanzas y
edictos ya estudiados, se dio la paradoja de que las primeras codificaciones
italianas a su vez copiaron a la legislación francesa.
33
oficio; ella importaba automáticamente el arresto del comerciante cesante en sus
pagos; la bancarrota culpable era considerada delito y la bancarrota fraudulenta
crimen, lo que sin embargo constituyó un avance respecto de la Ordenanza de
1673, pues ésta sólo contemplaba la quiebra casual o la bancarrota fraudulenta.
Dicen LYON-CAEN y RENAULT que el fracaso de esta legislación se demostraba
por los numerosos arreglos secretos que se hacían entre deudor y acreedores
para escapar de su aplicación (65) .
d) El ordenamiento de 1967
Muy rápidamente se gestó en Francia otra reforma, en este caso muy de
fondo, concretada en la ley del 13 de julio de 1967, completada con la ordenanza
del 23 de septiembre del mismo año (69) .
La legislación concursal nacida en 1967 parte de un principio fundamental: la
disociación del destino del patrimonio del comerciante, garantía de sus
acreedores, del destino del titular del patrimonio que ha incumplido sus
obligaciones. Es decir que tomando en cuenta el concepto de empresa que
invade todo el Derecho Comercial moderno, el legislador separa la suerte de la
empresa —cuadro de la explotación comercial— de la suerte de sus dirigentes.
34
Así se admitió la viabilidad de soluciones tendientes a la supervivencia de la
empresa que lo merezca sin perjuicio de la atribución de responsabilidad a sus
dirigentes, y aun de sanciones que pueden llegar a la quiebra personal. Ha sido
calificada como la primera tentativa de crear un "derecho de las empresas en
dificultades".
En este orden de ideas la legislación de 1967 encaró el tema de la
supervivencia de la empresa desde un punto de vista particularmente
económico, atendiendo a su importancia, magnitud, significación social y
económica, nacional o regional.
El régimen se completó con la ordenanza del 23 de septiembre del mismo año
1967, que introdujo la suspensión provisoria de las diligencias de persecución ,
instituto destinado a evitar la desaparición de una explotación que puede causar
una situación grave a la economía nacional o regional, si se pueden encontrar
soluciones compatibles con el interés de los acreedores; para someterse a esta
solución era preciso hacerlo antes de la comprobación de la cesación de pagos,
y para cuya viabilidad era necesario que se tratara de una empresa de
importancia nacional o regional y que se encontrara en situación no
irremediablemente comprometida. La finalidad del procedimiento consistía en
que el tribunal aprobara un plan de revisión colectiva del pasivo de la empresa,
el cual era oponible a todos los acreedores quirografarios; por lo demás, se podía
disponer la separación de los dirigentes responsables de la crisis empresaria.
Es claro que un procedimiento destinado a elaborar un plan a ser aprobado
por el tribunal, sin una votación de los acreedores como es típico del concordato
de mayorías, importó un debilitamiento notable de los derechos de los
acreedores y un acrecentamiento de los poderes del juez, lo que sería todavía
más evidente con la reforma de 1985 (70) .
El acuerdo o arreglo judicial y la liquidación de bienes no diferían mayormente
en sus objetivos de los de la antigua legislación; la verificación de los créditos se
hacía ante el síndico, estando sometidos a esa carga también los acreedores
privilegiados e hipotecarios; el concordato sólo era homologado si era serio, y
podía ser convertido por el tribunal, en cualquier momento, en liquidación de los
bienes.
En cuanto a la situación de los dirigentes de las empresas la legislación de
1967 permitía relacionar su responsabilidad personal haciéndoles soportar el
pasivo social, y podían llegar a ser castigados con la quiebra y la bancarrota
como si hubieran ejercido personalmente el comercio.
Por último, es preciso señalar que la ley del 13 de julio de 1967 no sólo era
aplicable a los comerciantes —como lo fue la legislación anterior— sino también
a las personas morales de Derecho Privado aunque no fuesen comerciantes
cuando ellas tuviesen un objeto económico y persiguiesen en derecho o en los
hechos un fin económico (71) .
e) Ordenamiento de 1984/5(72)
35
Pese a que en su momento la ley del 13 de julio de 1967 fue recibida como un
gran avance, la doctrina posterior sostuvo que había fracasado, y que se imponía
una nueva reforma.
Ella se concretó a partir de 1984; inicialmente en la ley 84-148 del 1º de marzo
de 1984, sobre prevención y solución extrajudicial de las dificultades de la
empresa; a continuación en las leyes 85/98 y 85/99 del 25 de enero de 1985.
La ley sobre prevención y solución extrajudicial de las dificultades de la
empresa tiene dos aspectos importantes: el primero está dado por la existencia
de un mecanismo societario de alerta de las dificultades, es decir que el síndico
social o el comité de empresa (representación de los trabajadores) pueden llamar
la atención de los dirigentes sociales, pudiendo el síndico llegar a la asamblea
de accionistas para informarla de las dificultades que enfrenta la empresa.
Más vinculado con lo concursal se encuentra el règlement amiable que tiende
al otorgamiento de un accord amiable (acuerdo amigable ); la empresa que se
encuentre en un estado de evolución preocupante puede concurrir al tribunal de
comercio para que designe un conciliador, funcionario cuya única misión es
favorecer la concreción de un acuerdo amigable con los acreedores que
participen de la negociación, es decir, que no es necesario que se incluya a todos
los acreedores, sino que la empresa puede limitarlo a los principales, y el
acuerdo a que se arribe no obliga sino a los que hayan participado. La Exposición
de Motivos destaca que se busca así un procedimiento "despojado de todo
formalismo, puramente contractual y estrictamente confidencial" tendiente a
facilitar ese acuerdo.
En punto a la reforma al sistema concursal, se caracteriza por la fusión de los
tres procedimientos existentes en la ley del 13 de julio de 1967 y su ordenanza
complementaria (suspensión provisoria, arreglo judicial [règlement judiciaire ],
liquidación de bienes), bajo el nombre de redressement judiciaire(73) , el que se
divide en tres etapas:
— la primera, de observación de la empresa, en la que se continúa la actividad
y se busca formular un plan de saneamiento;
— el plan puede consistir en la continuación de la empresa o en su cesión;
este último aspecto constituye uno de los pilares del sistema: si el
empresario no es idóneo o no tiene la confianza de los acreedores para
continuar gerenciando una empresa viable, debe transferirla a quien sí
pueda hacerlo;
— si no se aprueba el plan se abre la liquidación de bienes.
El sistema concursal (Ley de Saneamiento) de 1984 introdujo numerosas
reformas, todas muy importantes.
Para empezar, cabe puntualizar que su artículo 1º definía claramente su
orientación al establecer que los procedimientos de saneamiento y liquidación
tienen por finalidad: el salvataje de la empresa, el mantenimiento del empleo y la
actividad, el pago del pasivo. La doctrina y la jurisprudencia entendieron que esta
enumeración importaba una verdadera escala jerárquica de los objetivos del
régimen.
36
La ley de 1985 define la cesación de pagos como la imposibilidad de hacer
frente al pasivo exigible con el activo disponible , con lo que siguió la
jurisprudencia de la Corte de Casación.
El plan de saneamiento cuando propone la continuación de la empresa debe
contener un proyecto acerca de la suerte de las acreencias, determinándose las
quitas y los plazos con que han de ser satisfechas. Ese plan es obra exclusiva
del tribunal; es obligatorio para todos los acreedores, incluso los que gozan de
garantías reales, y en definitiva conduce a la desaparición del concordato.
Dispuesta la continuación de la empresa es posible que los dirigentes no sean
los mismos, pues el plan puede prever su reemplazo, el ejercicio del derecho de
voto de las acciones de esos dirigentes por un mandato judicial, e incluso ordenar
la venta de esas participaciones sociales por un precio determinado (art. 23), con
lo que se ratifica aquella orientación nacida con la ley de 1967 de distinguir entre
la empresa y sus dirigentes.
Otro aspecto importante es que la ley asigna una preferencia para el pago a los
acreedores posteriores al concurso por sobre los acreedores concursales; aun
en la primera versión del artículo 40 de la ley, esta preferencia valía incluso por
sobre los créditos con privilegio especial lo que incluía a los munidos de
garantías reales. La finalidad de este sistema es clara: facilitar la financiación de
las actividades de la compañía que está en un procedimiento de
reestructuración, tema que hoy en día es de preocupación central de los
legisladores de todas las latitudes. De todos modos la excesiva latitud de la
previsión original, hizo que debiera ser reformada, de modo que los créditos con
garantía real preconcursales no son ahora postergados por los créditos
postconcursales; lo mismo sucede con algunos otros créditos enumerados por
la ley (entre ellos los laborales).
Por último cabe puntualizar que desaparece la presunción de culpa que pesaba
sobre los dirigentes de toda persona jurídica fallida.
e) Reforma de 1994(74)
37
La ley 94/445 del 10 de junio de 1994, relativa a la prevención y el tratamiento
de las dificultades de las empresas modificó las leyes 84/148 y 85/98,
destacándose como sus objetivos la mejora de la prevención, la simplificación
de los procedimientos, la restauración de los derechos de los acreedores y la
moralización de los planes de cesión (CHAPUT ) (75) .
f) Reforma de 2005(76)
La legislación concursal francesa ha vuelto a ser reformada, esta vez por la "ley
de salvaguardia de las empresas" del 26 de julio de 2005.
38
puede ser extendido, a otras sociedades pertenecientes al grupo si hubiera
confusión de patrimonio con el del deudor (77) .
g) Sobreendeudamiento de particulares(82)
39
los acreedores, aun los disidentes, y puede contener diversas medidas, como la
reprogramación de los vencimientos de las obligaciones, la reducción de tasas
de interés, la consolidación, creación o sustitución de una garantía.
Por lo demás surge del conjunto de las disposiciones que las ejecuciones contra
el deudor son suspendidas (en una primera etapa provisoriamente y una vez
acordada obligatoriedad a las medidas anteriores por el juez, definitivamente
respecto de los acreedores alcanzados por el plan).
40
La moderna legislación italiana se inicia con el Código Sardo de 1842, llamado
Código Albertino, el que tomó inspiración en la ley francesa de 1838; este Código
fue adoptado para todo el reino de Italia en 1865.
El fue sustituido por el Código de 1883 cuyo Libro III se destinó a las quiebras,
reservadas a los comerciantes que hubieran cesado en el pago de obligaciones
comerciales. En 1903 se sancionó la ley del 24 de mayo que reglamentó las
pequeñas quiebras y el concordato preventivo. Posteriores reformas se
produjeron en 1925 y en 1930.
En 1942 el Rey Víctor Manuel III dictó el Real Decreto 27 por el que sancionó
la Disciplina del fallimento, del concordato preventivo, dell'amministrazione
controllata e della liquidazione coativa-amministrativa , denominación que pone
de manifiesto los grandes institutos contenidos en ella.
41
La liquidación coactiva administrativa se aplica a ciertas empresas determinadas
por leyes especiales que se dicten.
c) La legislación especial
42
plazo supere cinco veces el capital entregado y los veinte mil millones de
liras (85) . Este régimen ha sido reformado en más de una oportunidad.
La ley italiana ha sido reformada en 2006 y 2007 (87) . Con las modificaciones
introducidas se pretende privilegiar las soluciones preventivas de la liquidación;
particularmente cuando se trata de la insolvencia empresaria.
Así desaparecieron:
43
ah ora el juez puede desestimar el concordato que resulte en un abuso de
derecho.
22. Inglaterra(89)
a) Origen
Señala ROSSI que una de las características más interesantes del Derecho
falencial de los países anglosajones reside en que, a diferencia de la mayoría de
sus instituciones, el régimen concursal tiene un origen común al de los países
del continente europeo: las legislaciones estatutarias italianas. Sin perjuicio de
lo cual, naturalmente, esta rama del Derecho sufrió la incidencia lógica del
régimen jurídico general y de un notable desarrollo económico, bastante diverso
al de otras sociedades políticas.
De allí que hoy se sostenga que la insolvencia —cuando está exenta de fraude—
se avizora como haciendo parte de la dinámica de una economía competitiva
sana (90) . Esto se ha extendido al derecho de los Estados Unidos y de ello es
evidencia que desde un libro de introducción al derecho estadounidense de
insolvencia señale que el Bankruptcy Code fue creado para ayudar a las partes
en dificultades financieras a tener un "fresh start "... (91) .
44
c) Legislación
En Inglaterra rige actualmente laInsolvency Actdel 25 de julio de 1986, con la
enmienda de 2005, que contiene una nueva disciplina de los procesos falenciales
para las personas físicas, las sociedades de personas y las sociedades por
acciones,aunque también coexisten otros institutos para la reorganización de
sociedades como laCompanies Actde 1985 y 1989 (reorganizations), equivalente
a nuestro concurso preventivo y la Ley de Insolvencias de 2000.
d) Diversidad de procedimientos
Los procedimientos concursales establecidos por la Insolvency Act son
múltiples lo que hace que este derecho sea particularmente complejo (92) , pero
además existe otra serie de institutos dirigidos a obtener la reorganización de la
empresa que ofrecen como común denominador la adopción de soluciones
consentidas (93) . Por otra parte se distingue el tratamiento de la insolvencia de
las personas físicas de la insolvencia de las sociedades.
e) Presupuesto subjetivo
Una de las características del Derecho anglosajón era la enumeración de los
actos de quiebra; es decir, actos cuya comprobación permitían la declaración de
falencia; la ley inglesa de 1914 contenía una extensa enumeración de esos
actos (94) . En cambio, en la ley vigente hay que atender a la regulación concreta
de cada uno de los distintos procedimientos y sin duda ella se acerca a una idea
abstracta como la de insolvencia, cesación de pagos o dificultad económica. Así,
se considera que está dado el presupuesto objetivo cuando: (i) el deudor se
encuentra en imposibilidad de pagar una deuda exigible y ha sido intimado con
una anticipación de tres semanas; también cuando el deudor ha sido condenado
en juicio al pago de una deuda y estando notificado no la ha pagado en su
totalidad, (ii) el deudor no tiene posibilidad razonable de satisfacer un crédito.
Pero cuando se trata de abrir el procedimiento de administration el presupuesto
objetivo se configura cuando una empresa se encuentra en la imposibilidad de
pagar sus deudas o se encontrará en el futuro en esa situación; claro que
también puede usarse este procedimiento cuando el Tribunal estime que con él
será posible asegurar la continuación de la empresa o de una parte de ella; o
que la liquidación de los bienes será más conveniente utilizando este
procedimiento que bajo las reglas del winding up ( proceso de liquidación).
f) Características
Se dice que las características del derecho concursal inglés son: (i)
transferencia de la actividad empresaria a un tercero experto en insolvencia; este
tercero se llama insolvency practitioner y su función será administrar la empresa
sustituyendo así a los administradores sociales; esto se produce desde el primer
momento de los procedimientos; (ii) suspensión de las ejecuciones individuales;
45
(iii) graduación de los créditos conforme a los criterios de prioridad establecidos
en la ley, y distribución del producido de la liquidación de los bienes conforme a
esos mismos criterios; (iv) investigación de las conductas de los administradores
de la empresa. Esta enumeración que CANDELARIO MACÍAS toma del
profesor GOODE , es reveladora de la impronta básica del derecho inglés cual es
privilegiar la liquidación de los bienes frente a otras soluciones (95) . Sin
embargo, la misma autora señala que la ley de 1986 crea mecanismos que
funcionan como alternativas a la liquidación y que posibilitan acordar entre
acreedores y deudor cómo aquellos recuperan sus créditos manteniendo la
continuidad de la empresa (voluntary arrangements , administration order ). De
todos modos algunos autores señalan las debilidades de los mecanismos como
el voluntary arrangement , pues no existiendo una suspensión de acciones
individuales, cualquier acreedor podría frustrar el procedimiento mediante una
petición de liquidación (winding up ) (96) .
46
23. Estados Unidos(97)
a) Introducción
b) Legislación(99)
47
(ii) el Capítulo 9 de la ley prevé un procedimiento para las municipalidades y
haciendas municipalizadas, con la salvedad de que no se establece ni la
liquidación de sus bienes ni la cesación de su actividad (101) ;
(iii) el Capítulo 11 que contiene la reorganización cuya finalidad es el
saneamiento de la empresa; y que es aproximadamente equivalente a
nuestro concurso preventivo;
(iv) el Capítulo 13 es reservado a personas físicas con ingresos regulares.
Además existen otros procedimientos especiales como:
(v) el destinado a los granjeros con ingresos regulares, que es transitorio pero
que es siempre renovado por el Congreso;
(vi) las pequeñas quiebras (small bussines cases );
(vi) y los casos de un único inmueble como activo (single asset real estate
cases ).
48
Protection , y es motivo de crítica por parte importante de la doctrina
estadounidense(103) .
En el marco de esa reforma se encuentra también el debate sobre la
protección de la vivienda, en el que se entremezcla el derecho federal de
quiebras con las leyes estatales sobre homestead —equivalente de nuestro bien
de familia— que por ejemplo en Kansas, Florida y Texas permiten al quebrado
conservar su casa cualquiera sea su valor, lo que ha llevado a que personas de
alta exposición pública (como actores de cine) conserven viviendas millonarias.
La enmienda votada por el senado reduce a U$S 125.000 el valor de la casa a
conservar; el proyecto del Poder Ejecutivo era más complejo, pues permitía
conservar la casa de hasta U$S 250.000 si había sido comprada más de dos
años antes de la quiebra.
Por otra parte, el Capítulo 13 de la ley estadounidense contempla la
reorganización (procedimiento preventivo) aplicable a deudores individuales con
ingresos anuales regulares que tengan deudas quirografarias por menos de U$S
250.000 y deudas garantizadas (secured debts ) por menos de U$S 750.000. Se
trata de un procedimiento que sólo puede ser promovido por el deudor, en el que
se designa un trustee , y que termina con la propuesta realizada por el deudor
también de manera exclusiva que debe contemplar distintos aspectos impuestos
por la ley: pago total a los priority creditors en efectivo, salvo acuerdo del
acreedor; tratamiento igualitario de los créditos quirografarios, con posibilidad de
clasificación de éstos; no alteración de los derechos de quien tiene una garantía
sobre la casa del deudor; una porción de los ingresos debe ser sometida al pago
de las deudas y en el que el período de pago no ha de exceder los tres años,
pudiendo ser extendido por la Corte a cinco fundadamente. Este plan no es
votado por los acreedores, sino que es aceptado por la Corte. Ésta debe ceñirse
a los criterios establecidos en la sección 1325, que entre otras pautas señala que
el plan ha de haber sido propuesto en buena fe (in good faith ) y que los pagos
que en él se comprometan a cada uno de los acreedores quirografarios sean
mayores o iguales de lo que resultaría de aplicarse el sistema de liquidación del
Capítulo 7.
El sistema del Capítulo 13 también contiene un discharge que tiene lugar por
regla general después de completados los pagos de conformidad con el plan
aprobado por la Corte. De todos modos también puede mediar discharge sin
haberse completado los pagos, por decisión de la Corte, si mediaron
circunstancias excusables, los pagos fueron al menos tan importantes como lo
hubieran sido en la liquidación, una modificación del plan es impracticable y hubo
notificación y audiencia (Sección 1328).
e) Quiebra transfronteriza
Contemporáneamente con la reforma a la quiebra de la persona física, el USA
Bankruptcy Code se enriqueció con la incorporación al derecho interno de la Ley
Modelo UNCITRAL de quiebra transfronteriza; ella aparece entonces como
Capítulo 15 de la ley estadounidense.
De todos modos la introducción de la ley modelo en el sistema estadounidense
no parece haber generado avances con relación al anterior régimen —
49
consagrado en el art. 304 de la ley de bancarrotas— pues las primeras
decisiones relevantes han sido contrarias al reconocimiento de algunos
procedimientos extranjeros lo que ha causado cierta perplejidad (104) .
50
aprobado por todas las categorías de acreedores, aunque la ley prevé que el
juez la imponga a alguna clase disidente (cramdown power) (106) ; y siempre el
plan debe ser confirmado por el juez luego de que el deudor pruebe una serie de
requisitos estrictos.
Dos circunstancias son muy características del sistema:
— el acuerdo o plan es generalmente negociado por el comité de acreedores;
— los accionistas son tratados como acreedores subordinados (107) ; de allí
que si los activos sociales y las proyecciones financieras son insuficientes
para cubrir los pasivos externos, los titulares del capital habrán de ceder su
participación en aras de satisfacer a los terceros, a menos que estén
dispuestos a suministrar recursos adicionales a cambio de un porcentaje de
acciones de la sociedad reestructurada (108) .
Para facilitar la reestructuración la ley autoriza al deudor a asumir o rechazar
contratos de tracto sucesivo; si los asume debe satisfacer las obligaciones
causadas en él; y con el mismo objetivo se puede autorizar al deudor a solicitar
nuevo financiamiento que será preferido al pasivo preconcursal (sobre este
último tema volvemos más adelante).
g) Prepackaged agreement
Esta es una modalidad de la reorganización del Capítulo 11, consistente en un
plan que es negociado y aceptado por una significativa cantidad de acreedores
en un ámbito extrajudicial, esto es, antes de ser promovido el procedimiento de
reorganización bajo el Capítulo 11, pero que está destinado a ser presentado al
juez para su confirmación bajo las reglas del mismo. Así, los prepacks suponen
el cumplimiento de los mismos recaudos que cualquier otro plan de
reorganización bajo el Capítulo 11 (109) .
Una notable característica de esta instancia es que durante el período de
negociación el deudor no está protegido contra acciones judiciales.
Para dar cierta uniformidad y mayor celeridad al régimen de estos acuerdos,
ciertas jurisdicciones, como el Distrito Sur de Nueva York, han adoptado
procedimientos específicos para estos casos (110) .
Este procedimiento, que ha sido muy utilizado en las últimas décadas, ha
inspirado el acuerdo preventivo extrajudicial argentino (APE) incorporado por
la ley 25.589 en el año 2002.
51
de la vida de los negocios en una sociedad capitalista, abierta a la competencia
y al juego de oferta y demanda. De allí que la ley 24.522 haya eliminado la
calificación de conducta del quebrado, reduzca el período de inhabilitación y
consiguientemente el del desapoderamiento de los bienes del fallido.
a) Alemania(112)
La quiebra estuvo regulada por más de un siglo por la ley del 10 de febrero de
1877, modificada por la del 20 de mayo de 1898 y en otras ocasiones sucesivas,
entre ellas la del 16 de junio de 1957.
El régimen del concurso preventivo estaba establecido en una ley de 1935.
La doctrina señaló el fracaso del régimen concursal y ello fue recogido en el
Proyecto del Gobierno de Ordenanza de Insolvencia del 15 de abril de 1992.
Finalmente la reforma fue sancionada el 5 de octubre de 1994 (113) y entró en
vigencia el 1º de enero de 1999 (114) .
Pueden puntualizarse algunos aspectos esenciales de este régimen:
— la finalidad del procedimiento de insolvencia es satisfacer colectivamente a
los acreedores del deudor mediante la realización de su patrimonio y la
distribución del producido resultante, o mediante un plan de insolvencia en
el que se contenga una reglamentación diferente especialmente dirigida a
la conservación de la empresa (párr. 1);
— un procedimiento de insolvencia puede abrirse sobre el patrimonio de toda
persona natural o jurídica, inclusive la asociación sin personalidad jurídica
(párr. 11); también puede aplicarse el procedimiento a un patrimonio de una
sociedad o persona jurídica en liquidación; no es admisible para el Estado
Federal o un Estado o las personas de derecho público sometidas a la
vigilancia de un Estado si así lo determina el derecho del Estado;
— el presupuesto para la apertura de los procedimientos concursales es la
insolvencia, definida como la imposibilidad de cumplir las obligaciones
exigibles; ella se presume cuando el deudor ha cesado en sus pagos, lo que
se identifica con el incumplimiento (párr. 17);
— pero además constituyen presupuestos especiales "la amenaza de
insolvencia", situación que se configura cuando es previsible que el deudor
no se encontrará en condiciones de cumplir con las obligaciones pendientes
en el momento del vencimiento (párr. 18); "el sobreendeudamiento" que se
aplica sólo a las personas jurídicas, y que existe cuando el patrimonio del
deudor no cubre las obligaciones contraídas; para la valoración del
patrimonio del deudor se toma en cuenta la continuación de la empresa
cuando de conformidad con la mayor parte de las circunstancias ella sea
verosímil (párr. 19);
52
— el procedimiento es único; esto significa que hay un período inicial común
(período de información) al procedimiento liquidativo y al procedimiento de
reestructuración o reorganización; terminado el período de información se
decide si se opta por una u otra alternativa;
— el procedimiento se abre a pedido del deudor o del acreedor que demuestre
la existencia de su crédito y el interés legítimo que lo anima;
— el juez puede rechazar el procedimiento por insuficiencia de la masa lo cual
sucede cuando el patrimonio del deudor no puede cubrir los gastos (párr.
26);
— abierto el procedimiento de la insolvencia el juez designa un administrador
de la insolvencia, que sustituye a los administradores naturales (párr. 27);
ante el administrador se insinúan los créditos; lo interesante es que en la
primera junta de acreedores posterior al nombramiento del administrador,
los acreedores pueden elegir a otra persona para ese cargo, y el juez sólo
puede denegar el nombramiento si el propuesto no es idóneo (párr. 57).
Una vez nombrado, éste administra y dispone de la masa de la insolvencia
(párr. 80), tomando su posesión inmediatamente (párr. 148);
— hay una extensa e intensa participación del comité de acreedores (v. párr.
67 y ss.);
— la junta de acreedores decide si se continúa la empresa provisionalmente
o es paralizada (párr. 157);
— vencido el plazo de informe el administrador debe liquidar los bienes que
forman la masa de la insolvencia;
— pero también pueden satisfacerse los derechos de los acreedores por vía
de un plan de insolvencia (párr. 217); lo pueden presentar el deudor y el
administrador (párr. 218);
— el juez puede rechazar oficiosamente el plan, aun antes de someterlo a los
acreedores, cuando mediaren observaciones no subsanadas o cuando,
presentado el plan por el deudor, el juez considere evidente que no tiene
ninguna posibilidad de aceptación por los acreedores o de aprobación por
parte del tribunal (párr. 231);
— se deben categorizar los acreedores que estén en diferente situación
jurídica (párr. 222);
— el plan requiere la aprobación por mayoría de acreedores que representen
la mayoría simple del capital (párr. 244); también debe ser aprobado por el
deudor (párr. 247); y existe un régimen de oposición para la protección de
las minorías (párr. 247);
— requiere también aprobación judicial que se dicta previa audiencia del
comité de acreedores y del administrador de la insolvencia; puede ser
denegada tal aprobación cuando existan observaciones no subsanables o
cuando su aceptación haya sido causada de mala fe (para beneficiar a algún
acreedor).
b) Suiza
54
25. Algunos casos de reducido desarrollo del derecho concursal.
Actualización de esas legislaciones
Es recién en las últimas décadas del siglo XX o comienzos del actual que estos
países modernizan sus legislaciones, de lo cual daremos una brevísima noticia.
a) Australia(117)
El derecho de Australia ha sido naturalmente tributario del derecho inglés, de
donde inicialmente se distingue el tratamiento de la insolvencia de las personas
físicas del de las sociedades.
Como en Inglaterra, originariamente la solución para la insolvencia societaria
era casi exclusivamente la liquidación (winding up ), pero en los últimos años se
han sucedido una serie de reformas tanto a la insolvencia corporativa como a la
insolvencia de las personas físicas que han creado una serie de mecanismos
alternativos, entre ellos los arrangements tanto para las personas físicas como
las jurídicas.
Las sucesivas reformas del derecho australiano, entre ellas la concretada por
laBrankruptcy Legislation Amendment Actde 2002 y en vigor desde el 5 de mayo
de 2003, han sido causadas por los mismos fenómenos que se aprecian en otros
países: colapso de grandes conglomerados (como la compañía de aviación
Ansett) y un incremento significativo de las quiebras de personas físicas (118) ;
ello inclusive justifica el actual tratamiento del derecho de la insolvencia como
una rama independiente del derecho (119) .
b) España
Con posterioridad a las famosas Ordenanzas de Bilbao, el primer cuerpo
orgánico de legislación mercantil fue el Código de Comercio de 1829,
55
influenciado por el Código de Comercio francés de 1807, las enseñanzas del
jurisconsulto Pardessus y naturalmente por la legislación anteriormente vigente
en la península, en particular las propias Ordenanzas de Bilbao y el Consulado
del Mar.
Hasta entrado el siglo XXI el Derecho concursal español estaba constituido
por el Código de Comercio de 1885, la Ley de Suspensión de Pagos de 1922 y
la Ley de Enjuiciamiento Civil. Por su lado, el Código Civil reglamentaba el
concurso civil para los no comerciantes.
Las denuncias de la obsolescencia de estos regímenes eran reiteradísimas.
Un Anteproyecto había sido presentado en 1983 y otro en 1995. Sobre la base
de éste se dictó la nueva regulación legal que rige desde el año 2004; ella ha
sido instrumentada por vía de la Ley Orgánica 8/2003 y la Ley Concursal 22/2003
que contiene la mayor parte de la regulación sustantiva y procesal del concurso
de acreedores(120) . El nuevo régimen entró en vigencia el 1º de septiembre de
2004.
Algunas características relevantes del mencionado ordenamiento son:
— el concurso de acreedores es aplicable a todo deudor en situación de
insolvencia, sea persona natural o jurídica, comerciante o no;
— existe una fase común al concurso, en la cual la administración del concurso
determina tanto la masa activa cuanto la pasiva;
— a partir de allí se abre la vía del convenio, salvo que el deudor opte lisa y
llanamente por la liquidación;
— el deudor y acreedores que representen al menos el 20% del pasivo
ordinario pueden presentar propuestas de convenio; esta atribución de los
acreedores es cuestionada por la doctrina (121) ;
— el contenido del convenio no es absolutamente libre; por el contrario, la
nueva legislación española prohíbe lisa y llanamente que la propuesta
consista en la cesión de bienes y derechos a los acreedores en pago o para
pago de sus créditos, ni en cualquier otra forma de liquidación global del
patrimonio del concursado para satisfacción de sus deudas; además
establece condicionamientos para otros posibles contenidos; también este
aspecto de la legislación ha sido puesto en tela de juicio por la doctrina;
— el convenio debe ser aprobado en junta de acreedores; si la propuesta
emanara de los acreedores debe ser aceptada también por el deudor;
— existe un mecanismo que se llama "convenio anticipado" o "propuesta
anticipada de convenio" que el deudor puede presentar con la propia
solicitud de concurso voluntario o, incluso, cuando se trate de concurso
necesario... siempre que vaya acompañada de adhesiones de acreedores
en el porcentaje que la ley establece (así lo caracteriza la misma Exposición
de Motivos);
— de fracasar por cualquier razón la etapa de convenio, o si se prescinde de
esta, se pasa a la liquidación; es interesante señalar que la ley ha omitido
la denominada "gestión controlada" que preveía el Anteproyecto de 1983
como un medio para evitar la liquidación; sin duda una sabia decisión del
legislador español que evitará a la comunidad la supervivencia artificial de
empresas inviables administradas por burócratas o por los propios
56
trabajadores sin capital, sin crédito, sin tecnología y con subsidios pagados
por el erario público o sea por la población.
Ante la crisis del 2008 y el consecuente cambio del entorno económico del año
2003, el ordenamiento concursal español fue modificado por el Real Decreto-Ley
3/2009 del 27 de marzo, titulado "Medidas urgentes en materia tributaria,
financiera y concursal", con el fin de facilitar la refinanciación de pasivos de las
empresas que atravesaran dificultades financieras procurando evitar su
insolvencia. Con dicha reforma, según explican los fundamentos del D-L, "se
procuró agilizar los trámites procesales, reducir los costes de la tramitación, y
mejorar la posición jurídica de los trabajadores de empresas concursadas que
se vean afectados por procedimientos colectivos".
c) México(122)
57
d) Brasil
En Brasil rigió durante casi sesenta años el decreto-ley 7661 del 21 de junio de
1945. Se trataba de una regulación francamente rudimentaria aunque preveía
distintos tipos de concordatos: preventivo y suspensivo, previo o posterior a la
declaración de quiebra según el momento en que fuere pedido y contenía un
régimen penal de la quiebra.
La ley se aplica a los deudores comerciantes; la insolvencia civil se rige por otro
ordenamiento.
58
proponer un plan, el que es sometido a la aprobación de los acreedores; para su
homologación por el juez el plan debe ser aprobado por tres categorías de
acreedores: trabajadores, quirografarios y con garantías reales. Si el plan que
propone el deudor es rechazado por la asamblea de acreedores se decreta la
quiebra. En este procedimiento es importante el Comité de Acreedores que
representa a los trabajadores, acreedores con garantía real y acreedores
quirografarios.
La quiebra consiste en la liquidación del patrimonio del deudor para el pago a los
acreedores, pero en los términos de la nueva ley, esa liquidación debería ser
hecha, preferentemente, con la venta de los bienes en conjunto, de forma de
preservar el valor y permitir que la actividad empresaria sea mantenida intacta.
Todavía es muy pronto para conocer los efectos de la nueva legislación, pero sin
duda constituye un gran avance respecto de la de 1945 que había quedado
totalmente obsoleta (128) .
e) Uruguay
El régimen oriental, sostenido en una copiosa legislación sancionada entre
1866 y 1926 (129) , preveía más de diez procedimientos distintos (130) ,
generalmente calificados de ineficaces, en particular a partir de los efectos de la
crisis de 2002, que tornó estéril la reforma de 2001 y la creación de una justicia
especializada (131) .
El nuevo régimen, que introduce la ley 18.387 del 23 de octubre de
2008, debido fundamentalmente a la obra del Prof. Olivera García, se inspira en
la legislación alemana y española. De allí que se prevé un procedimiento único
con etapas que se suceden en la medida del fracaso de la antecedente.
En este régimen cualquier persona jurídica (comercial o no) y cualquier
persona física empresaria, puede ampararse en este procedimiento cuya
primera etapa está dirigida a obtener un convenio del deudor con los acreedores
que permita reestructurar los pasivos y la organización empresarial del deudor.
59
Si el acuerdo no se obtiene, se pasa a la segunda etapa que es la de liquidación
de la empresa en bloque, a través de la venta de la empresa en marcha por un
procedimiento licitatorio. Y si esto no puede obtenerse, se liquida la empresa por
partes, a través de la venta de sus activos.
La apertura del procedimiento puede ser pedida tanto por el deudor como por
sus acreedores. Una solución curiosa es que los acreedores que hayan instado
el procedimiento cuando no lo hubiera hecho el deudor, gozarán de un privilegio
sobre el 50% de sus créditos.
De modo que hay concurso voluntario y necesario. En el primero el deudor
conserva la administración de su negocio, mientras que en el necesario se
designa un síndico que lo sustituye.
En la primera etapa, como se dijo, se persigue que el deudor llegue a un
convenio por sus acreedores el que debe ser aprobado por estos reunidos en
Junta, con ciertas mayorías. Se puede prescindir de la junta si se presentara
antes un plan con el consentimiento de los acreedores.
La ley prevé un régimen de pequeños concursos y un acuerdo privado de
reorganización que sustituye al antiguo concordato privado. Volvemos sobre este
tema más adelante (v. Nº 43).
f) Paraguay
El Paraguay cuenta con un régimen de concursos sancionado el 13 de
diciembre de 1969 por la ley 154. Siguiendo lo que parece ser una tendencia que
va generalizándose, se regula conjuntamente la insolvencia de comerciantes y
no comerciantes; pero no se lo hace de manera uniforme, de tal modo que
aparecen entremezcladas las disposiciones relativas a unos y otros (vgr., en los
arts. 9º a 12 se trata del concordato para los comerciantes y en el 13 para los no
comerciantes).
Se regulan las pequeñas quiebras —lo que puede resultar importante en una
economía poco desarrollada— y la de las empresas prestatarias de los servicios
públicos. La ley paraguaya ha sido tenida en cuenta como fuente de nuestra ley
19.551, ya que se sancionó cuando nuestra Comisión redactora se encontraba
trabajando.
60
Estados Unidos, Francia, Italia y Argentina son ejemplos de ello, como se ha
visto.
61
Zelanda, países con extraordinario dinamismo económico, mantenían al derecho
concursal como una rama secundaria, no más que un capítulo del derecho
societario. En Canadá la quiebra era vista como un estigma realmente severo y
es recién en los últimos años que hay mayores desarrollos legislativos y
aplicaciones prácticas de los distintos mecanismos de reorganización (135) .
Veremos más adelante que ciertos países del Este Asiático lisa y llanamente no
tenían ningún régimen.
62
de la ley de los Estados Unidos, ha incorporado 55 medidas de reforma para
hacer más eficiente el sistema (140) ;
— En Turquía se han sancionado sucesivas reformas entre los años 2003 y
2004 que han acercado el régimen al de los países más avanzados, con
nuevos mecanismos de reorganización (141) ;
— En Nueva Zelanda un proyecto ha pasado ya dos lecturas en el Congreso
y se preveía su aprobación para mediados del 2007 (142) .
Se ha visto y comentado que países del área Hispano-Luso-Americana han
tenido reformas totales; así en España (ley del 9 de julio de 2003), Brasil (ley del
9 de febrero de 2005 en vigor desde el 10 de junio de 2005) (143) , Uruguay
(2008) y México (año 2000, ref. 2007).
China también tiene una nueva Enterprise Bankruptcy Law , sancionada el 27
de agosto de 2006 y entrada en vigor el 1 de junio de 2007; ley que comprende
12 capítulos con 1336 artículos, que reemplaza a la ley de 1984 (144) .
Alguno ha creado un régimen que antes no tenía; tal el caso de Nepal que ha
sancionado una Insolvency Ordinance en el año 2005 que reemplaza reglas
elementales existentes en la ley sobre compañías del año 1997 (145) . Esto
sucede por regla general en los países que han abandonado el sistema
comunista para abrazar la economía de mercado luego del colapso de la Unión
Soviética (146) . Como se dirá un poco más adelante, lo mismo pasó en algunos
países del Sureste Asiático con motivo de sus crisis sistémicas.
En la República Argentina, como consecuencia de la crisis de 2002, se
sancionó primeramente una reforma parcial por la ley 25.563 y luego una
contrarreforma instrumentada por la ley 25.589 en la que —por razones
circunstanciales— tuvimos participación casi exclusiva. En el año 2006 se
sancionó la ley 26.086,y en 2011 la ley 26.684, las cuales introdujeron reformas
parciales.
En Sud África el proceso de reforma viene siendo estudiado desde el año 2000
habiendo sido publicado en febrero de 2007 un proyecto deCompanies Billque
contiene lasbusiness rescue provisions.
Por si este panorama nacional fuese poco, la Ley modelo UNCITRAL sobre
quiebra transfronteriza tiene cada vez mayor recepción en el mundo y Europa
tiene una Convención conocida como European Insolvency Regulation , lo que
evidencia una transformación extraordinaria frente al criterio secularmente
aceptado de la territorialidad de la quiebra.
Y finalmente, la crisis financiera ha motivado urgentes respuestas del derecho
concursal.
a) Enunciación
63
La renovación permanente de la legislación concursal se debe a distintas
razones.
En primer lugar es evidente que el derecho concursal, antes una rama
periférica o secundaria en muchos países, ha pasado a ser una disciplina central
en el universo de la legislación nacional, pues se relaciona con la sanidad del
sistema económico-financiero y con la tutela del crédito lo que es absolutamente
relevante para la inversión tanto nacional como foránea. Es por lo tanto un
instrumento esencial a la economía de mercado.
Otra razón es que el siglo XX ha sido pródigo en crisis sistémicas que
afectaron a distintos países o regiones y que particularmente en los últimos dos
décadas del siglo XX motivaron la renovación —y a veces la creación— de
regímenes concursales para enfrentar la insolvencia generalizada de las
empresas y del sistema financiero.
En tercer lugar hay una permanente búsqueda de una mayor eficiencia del
régimen; no puede ocultarse que en la mayor parte de los países hay una
generalizada sensación de decepción con los regímenes concursales. Los
procedimientos preventivos son largos, costosos y generalmente sirven para
prolongar la agonía de empresas inviables; los procedimientos de quiebra
además de ser largos y costosos conducen a resultados insatisfactorios para los
acreedores ya que el recupero de las acreencias suele ser mínimo.
b) Metodología de la exposición
Analizaremos primeramente las causas que venimos de enumerar y luego
veremos con cierto detenimiento cómo la renovación de las legislaciones
concursales viene poniendo en crisis algunos de sus conceptos basilares.
64
Desde hace años asistimos a un fenómeno que se ha dado en llamar
globalización o mundialización de los mercados, que permite la realización de
negocios a escala planetaria; o sea el mundo como un solo mercado.
Pero desde hace mucho hay bienes que se cotizan sin limitaciones espaciales:
así, los cereales, los combustibles y los minerales tienen una cotización
internacional uniforme; por ello se llaman commodities y el precio de estos
bienes no depende del lugar en que se producen sino de la cotización que de
ellos se hace en "los mercados" en que se negocian estos bienes.
65
los suscriben, generando a la vez derechos subjetivos a favor de los ciudadanos
o habitantes de estos países.
d) La empresa desmaterializada
Estas empresas tan poderosas hoy presentan también características
distintivas.
Durante decenios las empresas giraron alrededor de la producción de bienes.
Típicas empresas eran Ford, General Motors, Bayer o Shell que proveían bienes
tangibles, concretos, producidos por ellos mismos (153) .
Pero esto ha cambiado enormemente en los últimos decenios, pues las
grandes empresas industriales ya no se centran en la producción. Cuando
compramos una galletita, una zapatilla o un automóvil puede ser que lleve la
marca que consumimos habitualmente, pero vaya a saber dónde se ha fabricado.
Por ello dice Francesco GALGANO que la sociedad post industrial es, antes que
nada, la sociedad de la riqueza desmaterializada (155) .
66
Ante todo, y como se señaló, la sociedad industrial era la sociedad de la
producción de mercaderías; la marca era sólo el signo distintivo de las
mercaderías producidas por la industria. En la sociedad post-industrial la marca
se ha convertido por sí misma, en un bien: un bien inmaterial que forma
autónomo objeto de cambio, el verdadero producto, en no pocos sectores
merciológicos, que el empresario coloca en el mercado, la verdadera fuente de
su provecho (156) .
67
sustituir el derecho estatal por reglas que consagren la libertad de actuación de
los agentes económicos (en particular las empresas y los agentes financieros).
Por otra parte, en un mundo sin fronteras, donde las marcas que —como se dijo,
identifican a las empresas— tienen alcance planetario, lo que se logra con una
trama tan extensa como compleja de relaciones contractuales, y en el que la
eficiencia se ha convertido también en un valor jurídico, la fuente de la regulación
de esa madeja contractual no puede limitarse al derecho estatal.
Esta sería una solución ineficiente: si los contratos de licencia de marca o diseño,
de transferencia de tecnología, de distribución, franquicia, agencia, etc., tuvieran
múltiples contenidos —ajustados a los de cada país en los que se celebren o
ejecuten— y a su vez estuviesen sujetos a múltiples leyes aplicables y a distintos
tribunales judiciales estatales para su interpretación, cumplimiento y extinción,
ello generaría costos de transacción que neutralizarían los efectos de reducción
de costos que produce el fabricar o comercializar a nivel global.
Por ello toda la ingeniería jurídica elaborada por las empresas tiende a superar
esa ineficiencia y para ello busca como objetivo inicial prescindir en la medida de
lo posible del derecho estatal. Lo que lleva a GALGANO a decir que en este mundo
absolutamente globalizado donde circulan mercaderías, know how , licencias de
producción, franquicias, licencias de marca y diseños, y los joint ventures unen
a empresas en distintos lugares del planeta, el derecho estatal parece el rugido
del ratón (161) , el que además es reemplazado por el renacimiento de la lex
mercatoria .
68
o menor extensión de los poderes del juez para revisar el contenido de los
contratos o para restablecer el sinalagma afectado originariamente o por
acontecimientos sobrevivientes, las reglas básicas del arbitraje(162)y la
definición de las materias arbitrables. El régimen que se asigne a los contratos
de comercialización como la agencia, la distribución y la franquicia será
fundamental para establecer relaciones con las empresas globalizadas. Por
supuesto esta legislación estatal regulará con mayor o menor amplitud la
protección del consumidor, materia que ha constituido nada menos que el
núcleo de la reforma al Código Civil alemán.
Se regulará la actuación de las sociedades nacionales y extranjeras, el
alcance de la limitación de la responsabilidad y numerosas materias que
abrirán o restringirán el acceso de sociedades al mercado local y a ciertas
actividades.
Otro sector sensible en el mundo globalizado es el de las garantías...
Muchas otras ramas de la legislación de lo que comúnmente denominamos
derecho privado patrimonial tendrán una importancia crucial a la hora de
definir la relación entre la comunidad nacional y los mercados globalizados.
Entre ellas la insolvencia que cada vez tiene mayor relevancia en el mundo
globalizado; tanta que como es sabido UNCITRAL ha elaborado una ley
modelo que ya ha sido incorporada al derecho interno de algunos
países(163)y existe una Convención Europea reciente.
De modo pues que no ha de minimizarse el rol del derecho privado nacional.
Es que, en definitiva, en manera alguna puede prescindirse del hecho que la
legislación es el medio por el que se expresa la política del Estado, y ello
abarca sin lugar a dudas a la legislación de derecho privado patrimonial. En
otras palabras, regular los contratos y las obligaciones que de ellos derivan,
la responsabilidad civil, la propiedad, las garantías, la insolvencia requiere una
decisión política y su resultado ha de ser un contenido que debe reflejar el
modelo de sociedad que se persigue " (164) .
69
de un régimen de insolvencia,la repartición previsible, equitativa y transparente
de los riesgos entre los actores de una economía de mercado. Y como
segundoproteger y maximizar el valor de la empresa en el interés de todas las
partes comprometidas en la economía en general.
De allí la relevancia significativa que esta rama del Derecho ha adquirido en los
últimos decenios. En una importante obra se señala que en los últimos veinte
años el derecho de quiebras ha tenido un impulso fenomenal, dado que sus
repercusiones financieras y humanas son enormes. En muchas economías
avanzadas, inclusive Estados Unidos de América e Inglaterra, el derecho de
quiebras aparece como un nuevo recurso estratégico de los dirigentes de
empresas (167) , tanto como una nueva frontera para los abogados y contadores
altamente expertos; y como materia de nueva urgencia para los gobernantes que
pretenden propiciar la asunción de riesgos empresarios preservando a la vez el
empleo y las industrias locales. En este sentido, el derecho de la insolvencia es
definitivamente característico de una economía de mercado; fija los límites de la
extensión del crédito, confrontando riesgos, especulaciones empresarias y las
decisiones de la empresa; compromete a todos los sectores de la economía; y
expresa los fundamentales conflictos en el corazón de la política capitalista entre
trabajo y capital, propietarios y administradores, deudores y acreedores, el
Estado y el mercado (168) . De otro lado, como se ha dicho ya en este Capítulo,
la insolvencia —en cuanto esté exenta de fraude— se avizora como haciendo
parte de la dinámica de una economía competitiva sana (169) .
Lo que justifica que los países del bloque oriental europeo y de otros países ex
comunistas, hayan debido sancionar leyes de quiebra al terminarse el período
de la economía planificada (172) y producirse la mercantilización de los medios
de producción (173) .
70
30. El derecho concursal ante las crisis
a) Introducción
Es difícil concentrar el estudio del siglo XX y de sus crisis en pocas palabras.
Múltiples razones han confluido para desatar un "siglo corto" (entre 1914 y
1991, primera guerra mundial y caída del comunismo) (174) pletórico de
desenvolvimiento tecnológico y a la vez el más cruel de la historia de la
humanidad con millones de muertos en decenas de guerras, con un desarrollo
asimétrico y a la vez signado por profundísimas crisis que fueron consecuencia
y causa de otras crisis y de otras guerras (la crisis alemana de la primera
postguerra es consecuencia de la derrota militar y de los acuerdos de paz de
Versailles, y concausa del advenimiento del nazismo y de la segunda guerra
mundial, la que a su vez es causa de la crisis de la segunda postguerra, etc.)
De todos modos es posible identificar algunos hitos en la historia del siglo XX
en tanto reflejan grandes perturbaciones económicas: las crisis alemanas (y en
general centroeuropeas) de ambas postguerras, la crisis monetaria mundial de
1929/30, las latinoamericanas de los 70/80 (hiperinflación argentina, boliviana,
brasileña, chilena); más recientemente la mexicana, y finalmente de los países
asiáticos (Malasia, Tailandia, Indonesia, Corea, a los que puede agregarse
Turquía) de finales de siglo. Todos conocemos y sufrimos la crisis argentina de
2002, una de las más profundas de nuestro país que de todos modos había
conocido otras cuantas (175) .
Y actualmente asistimos a las reformas legislativas en distintos regímenes de
insolvencia causadas en la crisis financiera global que comenzara en 2008 y
cuyos efectos aun se sienten (176) ; a lo que cabe agregar la crisis europea que
afecta la credibilidad en el Euro y ha dado lugar a planes de ajuste en Grecia,
España y aun en países como Alemania, Italia e Inglaterra. La recesión que se
ha reconocido oficialmente en países como Alemania, Francia, Italia, Irlanda,
Estados Unidos, las insolvencias bancarias, la pérdida de precio de
los commodities , la reducción de los índices de crecimiento de China, han
provocado lo que un distinguido abogado colombiano llamó "el retorno del
Estado " a través de planes y acciones concretas para estabilizar las economías
nacionales y acentuar los controles especialmente a los capitales y acciones
especulativas.
71
En la terminología actual más en boga se suele hablar de las crisis sistémicas,
lo que significa "perteneciente o relativo a la totalidad de un sistema, general, por
oposición a local"; y en medicina se lo usa como "perteneciente o relativo al
organismo en su conjunto".
De modo que una crisis sistémica es la que afecta a todo el conjunto y no
singularmente a alguna de sus partes.
En el tema bajo estudio, la crisis es sistémica cuando afecta al Estado, al
sistema financiero y a los particulares, reflejándose entonces en la pérdida del
valor de la moneda y la insolvencia generalizada lo que supone el incumplimiento
del Estado, la quiebra del sistema financiero, el deterioro de las fuentes de
producción y un estado de incumplimiento generalizado de las obligaciones entre
particulares.
72
concursal es también visto como un instrumento que debe estar al servicio del
tratamiento de las situaciones de crisis (177) .
Estas crisis presentan características distintas de las precedentes, pues tienen
en general una dimensión internacional. Dice el informe que "Los nuevos
métodos, la comunicación y la tecnología reformulan constantemente a los
mercados nacionales y redefinen las nociones del derecho de propiedad. Las
empresas comúnmente trascienden los límites nacionales y tienen acceso a
nuevos tipos de crédito (178) . Los riesgos de éste y de la inversión se miden
con fórmulas complejas, y el capital se traslada de un mercado a otro con solo
presionar una tecla de computadora (179) . Los flujos de capitales son dirigidos
por las percepciones públicas y la confianza del inversor en los mercados
locales. Los sistemas de insolvencia y de derechos de los acreedores
desempeñan un rol importante en la creación y mantenimiento de la confianza
de los inversores, tanto nacionales como extranjeros" (180) .
Y como consecuencia de ello se buscan nuevos medios para el tratamiento de
estas crisis.
En efecto: las crisis de las postguerras o la de la gran depresión del 1929
fueron generadoras de grandes procesos inflacionarios o de una ruina
económica generalizada ante la cual los legisladores y jueces trataron de
recomponer las relaciones jurídicas individuales (mediante leyes de
revalorización o de devaluación, como sucedió respectivamente en Alemania y
en EE. UU:) entre particulares o entre estos y el Estado (emisor de deuda pública
en poder de particulares); las reformas al derecho de la insolvencia también
existieron pero sin duda no estuvieron en el centro de la preocupación de los
legisladores (en Argentina las crisis dieron lugar a las leyes de quiebras de 1902
y 1933; y muchas leyes de concursos han sido reformadas como consecuencia
de grandes cambios económicos y crisis profundas: así ha sucedido en los
países asiáticos en los 90 y también en México).
En cambio, en el tratamiento de las crisis de los últimos años se ha dado
relevancia al establecimiento de un derecho de insolvencia eficiente, en tanto
este desempeña un rol importante en la creación y el mantenimiento de la
confianza de los inversores tanto nacionales como extranjeros (181) . Pero
además porque de lo que se trata es de generar procedimientos de insolvencia
que aseguren la supervivencia de las empresas viables con el menor costo
posible para todos los operadores económicos (acreedores, deudores, Estado).
En la misma orientación un informe del FMI sobre los procedimientos de
insolvencia, dice que la ausencia de procedimientos de insolvencia ordenados y
eficaces genera el riesgo de agravar las situaciones de crisis económicas y
financieras, porque en definitiva los acreedores corren el riesgo de no recuperar
sus créditos, los deudores (y sus trabajadores) de no estar suficientemente
protegidos y los diferentes acreedores de no estar equitativamente
tratados (182) .
En definitiva este acercamiento novedoso a las crisis no es de extrañar por lo
ya dicho, esto es, que el derecho concursal es hoy una herramienta esencial de
la economía de mercado.
Así vemos entonces que los países que han afrontado crisis significativas en
los últimos decenios han venido a adoptar —entre otras medidas— nuevas
73
soluciones para la insolvencia. Rusia sancionó tres leyes de quiebras en 10 años
(1992, 1998, 2002) (183) y un proyecto de reformas importante está a
consideración del parlamento y se prevé su aprobación para finales de
2010 (184) ; la reforma de México puede ser considerada un efecto de la crisis
del "Tequila"; la doctrina uruguaya reconoce que luego de largos años de debate,
han sido los efectos de la crisis regional lo que impulsó el debate del proyecto de
reforma finalmente sancionado en 2008 (185) y todos sabemos que es lo que
también en definitiva ha sucedido en Argentina donde durante el año 2002 se
sancionaron dos leyes que modificaron la ley vigente (las Nº 25.563 y 25.589) y
en el año 2006 se impuso otra reforma parcial que es también una consecuencia
del aumento de trabajo de los tribunales capitalinos causado por la crisis y una
tentativa de mejorar la situación de los trabajadores afectados por la insolvencia
de numerosas empresas.
Y finalmente no puede descartarse que este approach a las crisis más
recientes se debe también a una característica propia de la época, que es el
papel dominante y sumamente visible que en la economía moderna tiene la gran
empresa, tema al que ya hemos aludido (v. supra Nº 28).
Aunque tampoco es desdeñable tener en cuenta que un factor más de
preocupación por la reestructuración de las deudas empresarias y la
consiguiente evitación de la quiebra es el hecho de que la empresa es fuente de
empleos. Y como señala GALBRAITH , todos conocemos por experiencia que la
principal preocupación del hombre actual radica en el peligro de la pérdida de
sus ingresos, ya sea total o parcialmente, o sea de quedarse sin trabajo, con la
consiguiente pérdida de sus medios de vida. Por lo tanto los factores que afectan
hoy a la seguridad del empleo son más relevantes que antaño (186) .
Veamos entonces como reaccionaron los países que en los últimos años han
sufrido crisis sistémicas importantes.
74
Otros países en cambio no tenían sistemas razonables de quiebra, y debieron
proveer a ellos. Tailandia por ejemplo creó una Central Bankruptcy Court (junio
de 1999) e Indonesia sancionó una nueva ley de quiebras y creó tribunales
comerciales en 1998. De todos modos la situación en estos países es fluyente,
como en el resto del mundo en esta materia, y por ello se siguen analizando las
consecuencias de la legislación recientemente creada y estudiando
reformas (188) .
Pero la mejor enseñanza que han dejado las crisis asiáticas (y también la
denominada crisis "Tequila" de México) es el desarrollo de los denominados
"Out-of-court workouts ", inspirados en el denominado London Approach o
London Principles , al que nos hemos referido al tratar el derecho inglés (189) .
Estos workouts parten de la idea de que los deudores y los acreedores
(fundamentalmente grandes empresas y bancos) deben tratar de encontrar
juntos una salida para la crisis, para lo cual se organizan procedimientos
extrajudiciales pero institucionalizados para complementar (no desplazar) a los
judiciales.
Como ya fue señalado al tratar el derecho inglés, los principios del London
approach son: (i) un stand still period ; (ii) la designación de un líder de la
negociación (generalmente uno de los principales acreedores); (iii) una autoridad
que resuelva los conflictos (en muchos casos las cuestiones se resuelven por un
arbitraje); (iv) análisis profesional de la empresa (due diligence ); (v) la mayoría
obliga a la minoría; (vi) reescalonamiento de las obligaciones financieras; (vii) la
voluntad de ambas partes, acreedores y deudor, de absorber pérdidas; (viii)
puede ser necesario un working capital suplementario para facilitar las
operaciones de la compañía, caso en el cual debe ser reconocida una prioridad
a quienes den este capital de trabajo.
Tanto Corea, como Malasia, Tailandia e Indonesia han generado reglas
institucionalizando los workouts y ello ha permitido la superación de la crisis en
las más importantes empresas de esos países, envolviendo a miles de millones
de dólares de créditos involucrados. Inclusive se llegó a hablar del Bangkok
approach ; y en Corea la Corporate Restructuring Act reguló las negociaciones
extrajudiciales comprendiendo la suspensión de derechos de los acreedores,
aprobación de planes de reestructuración, otorgamiento de nuevo crédito, etc.
Ello ha supuesto la creación de organismos gubernamentales que han
participado de la reestructuración de la deuda privada, así como han habido en
general reformas legales y especialmente tributarias en orden a la facilitación de
las soluciones (por ejemplo, reformando los criterios de clasificación de los
deudores de los bancos para reducir las previsiones que estos deben hacer).
Por otra parte estas crisis han servido también para poner sobre el tapete que
su resolución impone a todos los agentes económicos reconocer pérdidas. El
informe del WB dice que "la reestructuración sistémica requiere la redistribución
de la riqueza y el control y la decisión de como serán repartidos los costos entre
el gobierno, los accionistas de bancos y empresas, y los inversores y
prestamistas extranjeros"(190).
75
f) El caso argentino: sucesivas reformas a la legislación concursal durante la
crisis
En el año 2002 la crisis sistémica argentina fue muy severa; luego de algunas
desafortunadas medidas tomadas durante la última parte del 2001 que
implicaron la cuasiconfiscación de los depósitos bancarios, se declaró que el
Estado argentino no honraría sus obligaciones y por la ley 25.561 se derogó el
régimen de convertibilidad del peso con el dólar de los Estados Unidos y se
declaró el estado de emergencia.
De allí derivaron una serie interminable de medidas legislativas, dictadas por
el Congreso y en muchas oportunidades por el mismo Poder Ejecutivo mediante
decretos de necesidad y urgencia.
Entre ellas estuvo una modificación de la Ley de Concursos mediante la ley
25.563. La reforma estuvo dirigida a salvar a algunos grupos empresarios amigos
del poder, especialmente en el área de los medios de comunicación; es más, sus
personeros recorrían activamente los pasillos (y despachos) del Congreso
presionando para obtener la sanción de esa y otras normas que les permitieran
licuar sus deudas y si fuera posible no pagarlas nunca. De esa presión salió una
ley vergonzosa, que amén de prorrogar todos los plazos de los procedimientos
concursales incluso en trámite, dispuso que la homologación de un acuerdo
beneficiaba también a codeudores y garantes, así como ordenó suspensión por
todo el período de la emergencia de "cualquier tipo de garantías de obligaciones
financieras que de cualquier modo permitan la transferencia del control de las
sociedades concursadas o subsidiarias"; amén de la suspensión —por 180 días
hábiles— de todas las ejecuciones judiciales y extrajudiciales, incluidas las
hipotecarias y prendarias. Claramente un instituto legislativo a la medida de
deudores deshonestos pero funcionales al proyecto político del gobierno.
Lo que no se esperaba fue la reacción de ciertos sectores, especialmente la
banca y los organismos financieros internacionales como el FMI que exigieron el
retorno a una legislación concursal razonable. Esto significa que se entendía que
en una crisis tan profunda hubiera medidas excepcionales, pero que ellas no
podían llevar a autorizar el no cumplimiento.
De allí que rápidamente comenzó un proceso de "contrarreforma" que culminó
con la sanción de la ley 25.589, la cual puede decirse que tuvo tres partes:
derogaciones de reglas emergenciales y transitorias de la ley
25.563, restablecimiento de reglas de la ley 24.522 y reformas a la ley 24.522.
Entre estas últimas se destacan: el régimen de verificación y voto
de representantes colectivos, materia indispensable para atender al fenómeno
de la insolvencia generalizada de sociedades argentinas que habían emitido
obligaciones negociables y bonos durante los diez años anteriores ; las
facultades del juez al tiempo de la homologación, que se renovaron; y el acuerdo
preventivo extrajudicial, una suerte de acogimiento de la cultura del London
approach inspirado también en el prepackaged agreement del derecho
estadounidense.
Veremos estas dos leyes con mucho mayor detenimiento en el Capítulo II.
g) Prospectiva
76
Lo notable es que al amparo de las ideas nacidas con motivo del London
approach se ha producido un cambio significativo en la orientación de los
sistemas concursales.
Hasta los años 80 parecía que toda reestructuración de deuda debía hacerse
bajo procedimientos estrictamente judiciales, con un juez superpoderoso, con
facultades inquisitivas y sancionatorias, donde participaran inexorablemente
todos los acreedores.
Pero en los años recientes, y como decíamos luego de visto el éxito que tuvieron
las iniciativas de las negociaciones privadas, lo cierto es que ellas son
largamente recomendadas tanto por los organismos internacionales de crédito
como por los profesionales de la insolvencia. Así INSOL —una asociación
privada que reúne a abogados, contadores, profesores y jueces de todo el
mundo especializados en concursos— ha dado a luz un trabajo llamado
"Statement of principles for a global approach to multi-creditors workouts " (191) .
Ese trabajo parte de la idea de que es conveniente alentar las soluciones
acordadas entre los acreedores y el deudor en dificultades financieras, de modo
de evitar un procedimiento formal de insolvencia, destacando incluso el deber de
cooperación entre los acreedores, argumentando sobre los impredecibles costos
e incertidumbres de un procedimiento formal.
77
orden a permitir una razonable evaluación a ser hecha sobre su posición
financiera y las proposiciones a ser hechas a los acreedores relevantes;
6) las propuestas para resolver las dificultades financieras del deudor, y en la
medida en que fuesen practicables, arreglos entre los acreedores
relevantes deberían reflejar la ley aplicable y las posiciones relativas entre
los acreedores relevantes al comienzo del standstill period ;
7) la información obtenida debe estar a disposición de los acreedores
relevantes y ser tratada como confidencial;
8) si un fondeo adicional es provisto durante el standstill period o con la
finalidad de salvataje (rescue ) o reestructuración, su repago debería
hacerse en condiciones de prioridad respecto de otros créditos o reclamos
de los acreedores relevantes.
Además, tanto en procedimientos estructurados como en procedimientos
fuera de los tribunales, se entiende que en ciertos casos ya NO es necesario
citar a todos los acreedores o que todos ellos estén afectados por la apertura de
un procedimiento de insolvencia. Así, en el derecho de los Estados Unidos es
admitido que en ciertas circunstancias el juez autorice que se paguen las deudas
anteriores a aquellos acreedores que no han de ser afectados por el plan
(nuestro acuerdo preventivo) y en la ley alemana lisa y llanamente se priva de
voto a los acreedores cuyos créditos han de ser pagados regularmente. Estas
soluciones son absolutamente razonables en el mundo de los negocios de hoy:
una gran compañía que enfrenta un problema de default de su deuda financiera
tratará con sus bancos y con los representantes de los bonistas, pero podrá
seguir cumpliendo regularmente sus obligaciones con los proveedores, con los
trabajadores y con el fisco. De este modo limita el procedimiento a los acreedores
relevantes, continúa con el curso ordinario de sus negocios sin afectarlos
significativamente y sobre todo no agrava la situación pues evita crear problemas
innecesarios a proveedores y trabajadores.
Desde nuestro punto de vista estamos frente a una verdadera revolución en la
concepción del derecho concursal, en tanto ya no sólo se acepta la legitimidad
del tratamiento privado de la reestructuración de las deudas sino que se lo
alienta; no sólo se acepta que no haya una igualdad absoluta de los acreedores
sino que no participarán todos los acreedores sino sólo algunos, generalmente
los más relevantes, mientras que otros cobrarán sus créditos en condiciones
normales, sin interrupciones; y donde una de las preocupaciones más relevantes
es cómo asegurar el financiamiento de la empresa en dificultades y de allí que
se propicie reconocer una preferencia significativa a favor de los acreedores que
presten ese financiamiento, etc.
Muchos de estos aspectos quedaron consagrados en Argentina en un
anteproyecto elaborado por una comisión que trabajó con los Ministerios de
Justicia y Economía durante los años 2002/2003 del cual daremos noticia en el
próximo Capítulo.
78
Es obvio que la quiebra de la persona física no es ninguna novedad; por el
contrario, el derecho concursal nació antes de la creación de la sociedad,
mercantil con lo cual los quebrados eran siempre personas físicas. Pero esas
personas físicas eran comerciantes, esto es, profesionales en el intercambio de
bienes muebles, conforme a la definición corriente.
Hoy en día las personas físicas que caen en insolvencia son calificados como
"consumidores", de allí que un capítulo del moderno derecho del consumo, es el
tratamiento a dar a la insolvencia de las personas físicas no comerciantes, o "no
profesionales" como se las identifica en algunos países, o directamente como
deudas de los consumidores (consumers debts ) como las denomina en términos
muy generales y comprensivos el informe de INSOL titulado "Consumer debt
report. Report of findings and recommendations " (192) .
Cabe puntualizar que el informeINSOLal que aludimos se hace cargo de que
las obligaciones de las personas físicas pueden reconocer distintas causas:
exceso del crédito es una de ellas, pero también pueden estar comprendidos
casos de ejercicio individual de actividades comerciales (small bussines) y a ellas
se refiere también el informe, el que entonces alude en general a las personas
naturales, hombre y mujer, cuyas deudas por las cuales son personalmente
responsables, cualquiera fuera su causa (privada o comercial) exceden su
capacidad de repago en un período razonable (193) .
Este informe, amén de destacar que las consecuencias sociopsicológicas que
produce la insolvencia de las personas naturales fueron largo tiempo
subestimadas (194) , propone algunos principios básicos y algunas medidas a
adoptarse por la legislación, los gobiernos, los dadores de crédito y las
asociaciones de consumidores.
Entre los principios generales que constituyen las ideas rectoras de las medidas
propuestas, se señala la provisión de alguna forma de "discharge", rehabilitación
o "fresh start" para el deudor; privilegiar las soluciones extrajudiciales; y prevenir
la insolvencia para reducir la necesidad de intervención sobre ella.
Así, Nueva Zelanda tiene una Ley de Concursos que prevé la regulación de la
quiebra de la persona física sin activos (no asset procedure : NAP). Una persona
física sería admitida al NAP si tiene deudas entre 1.000 y 40.000 dólares de NZ
y no ha sido antes beneficiaria de un NAP o sujeta a la quiebra. El efecto del
NAP es una moratoria, de la cual resultará que el deudor se beneficiará con
un discharge (con extinción de las deudas) al final de un período que irá de 12 a
36 meses (197) .
79
Del mismo modo en Rusia el Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio
presentó al Gobierno un proyecto destinado a autorizar la quiebra de personas
físicas. Se trata en realidad de un procedimiento destinado a facilitar la
reestructuración de las deudas de personas que durante más de medio año
tengan deudas impagas de por lo menos 100.000 rublos (4.300 dólares); el
deudor podrá obtener plazo de hasta cinco años y componer un plan
personalizado de satisfacción de sus obligaciones. Si cumple el plan queda
liberado de toda obligación anterior; si no lo hace se procede a la liquidación de
sus activos.
Otra solución, cuestionable por cierto, fue la que tomó el Superior Tribunal de
Justicia de Córdoba, que dejó cesante a una empleada del Poder Judicial porque
estaba en quiebra (200) , decisión que agrava la situación el deudor y su familia.
80
régimen de pequeños concursos sino además de afrontar concretamente la
insolvencia de los consumidores (202) .
81
de necesidades e intereses económicos. En esta orientación, sostiene un autor
holandés, que numerosas instituciones jurídicas clásicas, como el usufructo, la
accesión o la cláusula de reserva de propiedad no son otra cosa que la
reglamentación de relaciones económicas sutiles. Sin embargo, ellas están tan
profundamente ancladas en el derecho positivo que no las percibimos sino como
instituciones jurídicas, sin darnos cuenta de su significación económica (206) .
Con el mismo criterio, no siempre el contrato fue visto como un instrumento
destinado a satisfacer intereses económicos de los sujetos. Pero ya en la
segunda mitad del siglo pasado, MESSINEO destacaba este rol del contrato como
principalísimo y definitorio. Dice este prestigioso jurista: "El contrato, cualquiera
que sea su figura concreta, ejerce una función y tiene un contenido constante: el
de ser centro de la vida de los negocios, el instrumento práctico que realiza las
más variadas finalidades de la vida económica que impliquen la composición de
intereses inicialmente opuestos o no coincidentes. Dichos intereses, por el
trámite del contrato, se combinan de manera que cada cual halla su satisfacción;
de ello deriva, en el conjunto, un instrumento de utilidad para la satisfacción de
los intereses de las partes de lo cual se beneficia también, indirectamente, la
comunidad". De allí que propiciara una clasificación de los contratos atendiendo
a su finalidad económica (207) .
La elaboración de la idea de causa en sentido objetivo, fruto de la doctrina
italiana es sin duda un aporte sostenido en la ponderación de la finalidad
económica que persiguen los contratos. Y entre nosotros, ALTERINI ha dicho que
la interpretación debe tener como objetivo que se cumpla, sin distorsiones, la
finalidad económica perseguida por las partes al celebrar el negocio (208) .
Ello ha tenido reflejo en la jurisprudencia, la que ha sostenido que debe ser
desestimada la interpretación propiciada por una de las partes, de la cual resulte
afectada la finalidad económica del negocio, alterando la reciprocidad y
equivalencia de las prestaciones.
De otro lado la jurisprudencia argentina no ha sido ajena al análisis
consecuencialista de sus decisiones; así la jurisprudencia local ha sido pródiga
en la utilización de un método asumido como indispensable por el AED. Ya lo
anticipaba Borda hace muchos años, al sostener que los jueces no pueden
prescindir de las consecuencias de sus fallos, no sólo respecto de los litigantes
en concreto, sino de sus repercusiones respecto de la comunidad en general.
Así, en un importante fallo de la CSJN, que tuvo una relevancia fenomenal para
permitir el desarrollo del contrato de franquicia, el Alto Tribunal argumentó: "La
finalidad económica de la franquicia comercial se frustraría si el derecho
aplicable responsabilizara sin más a los concedentes por las deudas laborales
de las concesionarias, con perjuicio para la economía nacional por las indudables
repercusiones que ello tendría en las inversiones, en contratos de este tipo" .
Esta Corte no puede omitir la consideración de estas circunstancias pues como
reiteradamente ha juzgado "no debe prescindirse de las consecuencias que
naturalmente derivan de un fallo toda vez que constituye uno de los índices más
seguros para verificar la razonabilidad de la interpretación y su congruencia con
el sistema en que está engarzada la norma" (209) .
Finalmente la jurisprudencia de la Corte Suprema es pródiga en ejemplos de
aplicación de nociones económicas a la resolución de los casos concretos, como
lo revela toda la construcción de la emergencia.
82
C) La sistematización de la interacción de lo económico y lo jurídico: el análisis
económico del derecho
a) Qué es el AED
El AED, que nace aproximadamente en la década del 60 del siglo XX, en
EE.UU. con los trabajos de Coase y Calabresi, es el intento de aplicar el análisis
económico en forma sistemática a áreas del derecho tradicionalmente ajenas a
este tipo de análisis(210) .
Puede decirse que el AED propicia la interdisciplinariedad en el estudio de los
fenómenos jurídicos; implica una relectura del derecho desde la economía
compartiendo principios, metodología e instituciones; o, como señala otro autor,
lo común y definitorio del AED es la aplicación de la teoría económica en la
explicación del derecho (211) .
En este sentido, el AED incorpora al análisis jurídico la noción de eficiencia en
la asignación de recursos .
En la misma orientación, OPPETIT dice que el análisis económico del derecho
suministra al jurista un método destinado a permitirle repensar las funciones de
las instituciones jurídicas; él se vincula a una visión dinámica del derecho,
apreciado en su historicidad y su perfeccionamiento por oposición al estatismo
de un sistema encerrado en sí mismo, en el cual el jurista no tiende más que al
estudio exhaustivo de las reglas de derechos establecidas y a la búsqueda de
soluciones a los problemas jurídicos nuevos en el interior de su misma disciplina.
Y agrega que el análisis económico del derecho vale en principio como
descripción de la realidad; procura un cuadro de análisis para comprender las
finalidades y evoluciones del sistema jurídico; de otro lado, ambiciona provocar
los cambios legislativos si se revela una adecuación insuficiente entre los
modelos y la realidad. Ella puede responder a una triple finalidad: crítica (predecir
cuáles serán los efectos no esperados de la ley); normativa (determinar cuál
legislación debería ser adoptada); predictiva (predecir qué legislación —o quizás
que solución judicial (esto es nuestro)— será adoptada (212) .
83
Y a partir de allí —y de otros puntos centrales a los que haremos referencia
más adelante— el AED se sostiene en algunos de los siguientes principios que
definen los profesores alemanes SCHÄFFER y OTT(213) :
(i) La eficiencia en la administración de los recursos (escasos) consiste en
aplicarlos de modo de obtener el mayor grado de satisfacción de
necesidades; de allí el criterio de restricciones, propio del análisis
económico. Ese criterio no es propio del mundo del derecho, pero incide
en la toma de decisiones jurídicas.
El AED entonces estudia las normas y decisiones teniendo en cuenta si ellas
producen un despilfarro o aplican adecuadamente los recursos.
Para determinar qué es lo más adecuado al interés general o bienestar social
se han formulado distintos criterios de eficiencia , siempre reconducidos a
la idea de bienestar social; la exposición de tales criterios excedería en
mucho los límites impuestos a esta introducción.
(ii) El AED hace un análisis consecuencialista de las normas y decisiones
judiciales, de modo de apreciar cuáles son las consecuencias (efectos) que
la norma o decisión produce en la sociedad y los individuos (214) .
(iii) La eficiencia es el valor que debe realizar el derecho.
Alguien ha dicho que una sociedad eficiente no debe ser también justa. Y aquí
llegamos al nudo de la cuestión, por lo que esto merece un párrafo aparte, y con
él concluimos esta exposición.
Venimos de señalar que, según algún criterio, una sociedad eficiente no debe
ser necesariamente justa. Es éste un motivo de crítica al AED entre los
profesores de Derecho, pues parecería que se propicia la sustitución de todos
los valores propios del derecho por la sola eficiencia. Y así lo asumen algunos
profesores, como decíamos al comenzar.
En realidad la justicia debe presidir toda acción en lo jurídico (al legislar, al juzgar)
y se impone a la eficiencia.
Uno de los fundadores del AED (al menos en su concepción moderna), GUIDO
CALABRESI , en una obra ya clásica dice: "Por ello un sistema de responsabilidad
civil o en cualquier otro ámbito del derecho privado patrimonial y del derecho en
general, debe ser inicialmente justo y buscar también la eficiencia, lo que se
evidencia en que ha de reducir el coste de los accidentes y ha de desalentar las
conductas antisociales en el ámbito de la responsabilidad civil y ha de perseguir
84
la satisfacción de las finalidades económicas de los contratos lo que supone que
ambas partes han de conseguir una utilidad del mismo"(215) .
Por otro lado, la aplicación de los criterios de eficiencia tampoco se justifica por
la sola circunstancia de su obtención. Al respecto, los autores
alemanes SCHÄFFER y OTT explican: que la cuestión es preguntarse si todas las
situaciones sociales en que se logra el óptimo de eficiencia están justificadas.
"Ello sólo podría admitirse si se prescinde de los criterios de justicia distributiva,
lo cual no todos están dispuestos a aceptar (en particular los juristas). Por ello,
la situación ideal de una sociedad es aquélla en que concurren simultáneamente
la eficiencia... y la justicia distributiva" (216) . Por eso, casi siempre se exige la
puesta en práctica de medidas de política distributiva que asignen con
neutralidad los recursos.
Además hay muchos casos en que la eficiencia cede frente a otras exigencias o
valores. Los mismos SCHÄFFER y OTT reconocen que la protección de los débiles
(los menores de edad, los enfermos mentales), la tutela de la privacidad y los
derechos inviolables que hacen a la dignidad humana no pueden ser medidos
en términos de eficiencia (217) .
Por ello, en todos los casos, los criterios de determinación de la elección entre
dos situaciones sociales están limitados por los derechos fundamentales de los
individuos(220) . Lo que deja sin argumento a aquellos que desechan el AED por
considerar que propone la sustitución de los valores jurídicos por el criterio de
eficiencia exclusivamente.
85
E) Conclusión
Si bien es cierta la advertencia de OPPETIT : "El hombre no es reducible a la
sola eficiencia", lo cierto es que un sistema jurídico eficiente hace que mayor
cantidad de gente pueda beneficiarse; y que la ineficiencia está normalmente
ligada a la injusticia (221) .
Y en otra perspectiva, el AED abre la visión del jurista a las consecuencias
económicas de las opciones legislativas y judiciales. Y ello es importante pues
una sociedad más eficiente es también una sociedad más justa (222) .
F) AED e insolvencia(223)
El AED como se ha visto persigue establecer criterios de eficiencia para la
interpretación, la creación y la crítica de las normas jurídicas (leyes y sentencias),
sin que ello implique relegar los otros valores que el Derecho persigue. Por el
contrario son los criterios de justicia los que limitan los enfoques eficientistas.
En una disciplina como la concursal, que se enfrenta al fenómeno de la
insolvencia y en circunstancias de las crisis sectoriales, de las generalizadas y
aun de las sistémicas, no hay duda alguna que corresponde tener en
consideración las enseñanzas del AED en busca de sistemas concursales más
eficientes.
Ello lo ha reflejado claramente un informe del FMI denominado "Por
procedimientos de insolvencia ordenados y eficaces" presentado en el año 2000.
Este informe señala como el primer objetivo de un régimen de insolvencia, la
repartición previsible, equitativa y transparente de los riesgos entre los actores
de una economía de mercado .
Y como segundo proteger y maximizar el valor de la empresa en el interés de
todas las partes comprometidas en la economía en general .
Esa búsqueda de sistemas concursales más eficientes es una constante hoy
prácticamente universal (224) .
Hace algunos años había países que virtualmente no tenían regímenes
concursales (Tailandia, Corea) y otros en los cuales eran poco relevantes,
careciendo la disciplina de autonomía didáctica y doctrinaria pues solía ligarse a
la enseñanza del derecho societario (Australia); otros tenían viejas leyes
(España, Chile).
Hoy estos fenómenos han desaparecido; como vimos en este mismo Capítulo
todos los países buscan casi desesperadamente soluciones concursales en las
situaciones de crisis sectoriales o sistémicas; así sucedió en los países del
Sureste Asiático; otros como España y Chile (225) han renovado sus
legislaciones; en otros el derecho concursal ha adquirido autonomía legislativa y
didáctica; y aun aquellos que tienen larga tradición en la materia —como Francia,
Italia, Estados Unidos, Argentina— reforman sus reglas vigentes en orden a
lograr disminuir los costos de los procesos concursales, abreviar su
duración (226) , conservar el valor de los activos, optimizar el recupero de los
créditos, generar mecanismos preventivos que realmente funcionen y no sean
una mera prolongación de la agonía de las empresas, etc.
86
En definitiva los legisladores de los distintos países van en busca de sistemas
concursales más eficientes para lo cual —consciente o inconscientemente—
aplican el método del AED.
33. Enumeración
En lo que sigue hemos de tratar los conceptos estructurales del derecho
concursal que se hallan hoy en tela de juicio. Anticipamos que ello no predica
que hayan de ser suprimidos o sustituidos, sino que muchos de ellos están en
un proceso de revisión, muchas veces tratando de encontrar nuevos
instrumentos que permitan llevar a cabo las finalidades redefinidas de un sistema
concursal íntimamente vinculado con la salud económica de la sociedad (227) .
Hemos entonces de exponer:
— La crisis de las soluciones preventivas;
— La crisis de la unidad
— La crisis de la judicialidad
— La crisis de la pars conditio
— La crisis de la universalidad
— La crisis de la territorialidad
— La crisis de las garantías
87
que no podía ser reestructurada utilizó el procedimiento de reestructuración sólo
para bloquear una liquidación (228) .
b) Soluciones posibles
Hemos señalado antes que es muy difícil determinar si una empresa es o no
salvable por vía de una reestructuración a la apertura del procedimiento; de allí
que generalmente estos procedimientos son concebidos como uno (la
liquidación) siguiendo al otro (la reestructuración).
En la ley alemana se puede desestimar la presentación del deudor que no
puede asegurar el pago de los gastos (art. 26). Pero aceptado el procedimiento
en una primera etapa de tres meses, como máximo, las reglas son comunes; la
separación entre procedimiento de liquidación o procedimiento de
reestructuración, se opera recién cuando puede determinarse que la
reestructuración es posible o no.
Y además el juez puede desestimar de oficio el plan de tratamiento de la
insolvencia que presente el deudor cuando es evidente que el plan no tiene
ninguna posibilidad de aceptación por el juzgado o por los acreedores; o cuando
es evidente que el plan no puede ser cumplido (art. 231). La nueva ley Uruguaya
se inspira en la normativa alemana.
En Francia al término del período de observación, el juez puede disponer la
liquidación o la aprobación de un plan.
En Argentina no hay ninguna solución legal explícita para frenar este abuso.
Inclusive un tribunal de Alzada revocó una sentencia de 1ª Instancia que había
desechado la apertura del concurso preventivo del sujeto por considerar que no
tenía posibilidad alguna de ofrecer un acuerdo preventivo. Y más recientemente
aún se ha decidido que no es posible rechazar la apertura de un concurso
preventivo por el hecho de que el concursado no tenga actividad económica
alguna (229) .
Merece estudiarse la conveniencia o no de incorporar algunas pautas que
faculten al tribunal a desestimar in limine un concurso preventivo que
inicialmente carezca a todas luces de viabilidad; verbigracia: por notorias
diferencias entre activo y pasivo, por la evidencia de que el pasivo no podría ser
afrontado por los fondos generados por la actividad o con nuevos aportes de
capital, por haber cesado en la actividad; lo cual incluso podría ser decidido por
el juez luego de un breve período de observación.
88
Pero en un reciente estudio publicado en EE. UU. se advierte cómo las
grandes empresas que han recurrido al Capítulo 11 lo han hecho no para
encontrar en él una vía para acordar con sus acreedores y continuar gerenciando
sus negocios, sino para vender sus activos. Así, se ejemplifica con los casos de
TWA que vendió sus activos y rutas a American Airlines, Enron que vendió su
negocio de intermediación en la generación y venta de energía y sus principales
oleoductos a pocos meses de haber presentado su proceso de reorganización;
y lo mismo hizo Budget que vendió sus activos a una empresa vinculada a
Avis (230) .
Se apunta que son muchas las razones por las cuales las grandes
corporaciones utilizan de este modo el proceso de reestructuración; a ello
seguramente no es ajeno que tanto el proceso del Capítulo 11 como el concurso
preventivo argentino obran como una suerte de due diligence que permite
conocer el estado de activos y pasivos de la compañía así como sus reales
posibilidades de recuperación, lo cual facilita las negociaciones con terceros.
89
sectores en crisis. En Francia se ha extendido el acuerdo amigable a favor de
los productores rurales. En Canadá han regido tres leyes (1970, 1986 y 1997)
sobre endeudamiento de los agricultores; las dos últimas de aplicación en todo
el país, permiten al agricultor en dificultades financieras presentar una demanda
de examen de su situación o de ayuda en vista de facilitar la conclusión de un
acuerdo con sus acreedores (232) .
También en EE.UU. uno de los capítulos del USA Bankruptcy Code (el Nº 9)
se aplica a los municipios; en Suiza también hay regulaciones sobre la
insolvencia de los cantones; y la ley argentina de insolvencia prevé el
sometimiento al régimen general de las sociedades en que el Estado Nacional,
provincias o municipios tengan parte. El tema de la insolvencia de los entes
públicos fue uno de los temas tratados en el XVI Congreso de la Academia
Internacional de Derecho Comparado que tuvo lugar en Brisbane (Australia) en
2002.
Pero sin duda el mejor ejemplo es Italia. El régimen de administración
extraordinaria para grandes empresas en crisis de 1979 (legge Prodi), creado
para atender a la crisis de grandes deudores de la época, se ha ido actualizando
y cambiando a medida de las necesidades de algunos "nuevos" grandes
deudores. Así, a la reforma de 1999 se sumó la legge Marzano publicada el 20
de febrero de 2004 que disponía "medidas urgentes para la reestructuración
industrial de grandes empresas en estado de insolvencia". En realidad fue una
ley taylor made para la falencia de Parmalat, uno de los escándalos más grandes
de la primera década del siglo. Esta ley permite intervenir en las empresas con
más de mil trabajadores y una deuda superior a los 1.000 millones de euros que
se encuentren en estado de insolvencia; las sociedades afectadas son
gestionadas por un comisario extraordinario con amplios poderes, nombrado por
el Gobierno para preservar la continuidad de la empresa quien debería presentar
un plan de reestructuración.
Pero he aquí que Alitalia ha devenido una empresa inviable y entonces se
ajustó la Legge Marzano a la crisis de esta empresa mediante una reforma del
año 2008 (dec. ley 134/08).
Con lo cual en Italia rigen: la Ley de Concursos ordinaria, reformada en años
sucesivos como se ha visto; la legge Prodi en su versión original (ley 26/1979),
aunque los procedimientos abiertos bajo su régimen están en liquidación desde
el 2003; la segunda versión de la legge Prodi (ley 270/1999); la legge
Marzano originaria (dec. 347/2003, ley 39/2004) y la legge Marzano modificada
(dec. 134/2008, ley 166/2008). La aplicación de los textos vigentes es
extraordinariamente confusa.
b) El APE argentino
Por ello las leyes sancionadas a partir de la ley 22.917 incluyen previsiones
sobre los acuerdos extraconcursales; hasta llegar a la ley 25.589 que incorpora
el acuerdo preventivo extrajudicial (APE).
En este sentido la legislación argentina actual se enrola en las corrientes más
modernas, seguramente inspiradas inicialmente en el denominado London
Approach que hemos visto supra y en los prepackaged agreements de la
práctica de los tribunales estadounidenses. Es una suerte de "contrato"
absolutamente privado que el deudor celebra con sus acreedores, pero que
puede ser sometido a homologación judicial para tornarlo eficaz frente a los
acreedores no signatarios si cuenta con la adhesión de un cierto porcentaje del
total del pasivo.
El APE fue pensado como un mecanismo que facilitara la reestructuración
extrajudicial de la deuda de las grandes compañías argentinas que por haber
recurrido al mercado de capitales en el extranjero o a la financiación
internacional, estaban endeudadas en divisas y veían "pesificados" gran parte
de sus ingresos.
A pesar de las críticas a su formulación legal el APE se manifiesta como una
institución eficaz y lo cierto es que ha sido usada por muchas empresas de
envergadura para reestructurar sus obligaciones después de la crisis. Desde
este punto de vista la pretensión del legislador aparece satisfecha (235) .
Justamente así lo dijo el Fiscal de la Cámara de Apelaciones en lo Comercial:
"...no significa despreciar el acierto de la incorporación de este instituto en
oportunidad de declararse el estado de emergencia económica, productiva y
crediticia (...) Basta señalar que los tribunales de comercio, ya entonces
91
desbordados de causas, no hubieran podido asimilar todos los trámites
concursales que se iniciaron para la reestructuración de la deuda privada (...)
Mas, en mi parecer, urge mejorar y clarificar el mecanismo legal del acuerdo
preventivo extrajudicial, pues, de la manera que quedó regulado, no es idóneo
para garantizar el respeto de los derechos y garantías constitucionales de los
acreedores..." (236) .
e) En otros países
92
regulación del "acuerdo de reestructuración de deudas", que puede ser
promovido por el deudor que se encuentre en cesación de pagos, dificultad
transitoria, crisis, etc.; consiste en el depósito de un acuerdo que si ha recibido
la aprobación del 60% de los créditos es homologado y hace irrevisables en una
quiebra posterior los actos cumplidos en función del acuerdo. En esto, se
asemeja a la antigua legislación argentina de los acuerdos preconcursales, que
por tener un efecto tan limitado no fueron utilizados en la práctica.
93
La validación del acuerdo y de la forma como se logro su aprobación —por fuera
de concurso— debe hacerse por el juez competente (243) , mediante el
denominado "proceso de validación del acuerdo extrajudicial de
reorganización" .
La ley establece que: "Si como resultado del proceso de validación el juez del
Concurso autoriza el acuerdo, este tendrá los mismos efectos que la presente
ley le confiere a un acuerdo de reorganización.
Incumplido el acuerdo de reorganización extrajudicial, se aplicarán las normas
que para el efecto están establecidas para el incumplimiento del acuerdo de
reorganización de que trata la presente Ley".
La ley actualmente vigente, del año 2006, ha en alguna medida reducido las
competencias de la Superintendencia, pero sigue siendo ante ella que se
tramitan los procedimientos más relevantes (244) .
En Perú rige la ley 27.809 que define la competencia para conocer en los
procedimientos concursales a favor de la Comisión de Procedimientos
Concursales del Indecopi (Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de
la Protección de la Propiedad Intelectual) en primera instancia, y en segunda y
última instancia al Tribunal del Indecopi. Asimismo se establece en el título
94
referido a normas procesales que dicha competencia es exclusiva para resolver
las impugnaciones que se emitan en cualquier procedimiento concursal en
materias reguladas por la ley hasta que se agote la instancia administrativa. Las
resoluciones que agoten la vía administrativa en los procedimientos concursales
sólo pueden ser impugnadas en la vía del proceso contencioso
administrativo (245) .
Cabe esperar los resultados de esta experiencia tan ajena a nuestra tradición.
95
De todos modos cabe señalar:
— que la tutela del acreedor frente a una categorización irrazonable aparece
ahora más intensa a través de la facultad del juez de imponer el acuerdo a
una categoría disidente, lo que puede hacer siempre y cuando no haya
habido discriminación contra esa clase, por lo que en definitiva los
acreedores disidentes podrán incorporarse a otra categoría;
— algún tribunal ha utilizado la facultad de modificar la categorización
propuesta por el deudor, incorporando a todas las sociedades vinculadas
—que no están excluidas de votar— a una categoría distinta (247) ;
— a nuestro juicio es claro que la categorización puede también ser utilizada
en los acuerdos extrajudiciales.
Desde otro ángulo la igualdad absoluta también aparece cuestionada cuando
se propicia que si un fondeo adicional es provisto durante elstandstill periodo con
la finalidad de salvataje (rescue) o reestructuración, su repago debería hacerse
en condiciones de prioridad respecto de otros créditos o reclamos de los
acreedores relevantes; esto es, que se reconozca una prioridad (un verdadero
superprivilegio) al financiamiento posterior a la aparición de la insolvencia.
Adviértase que estamos hablando no sólo de prioridad para el financiamiento
postconcursal (como el que reconocía el art. 40 de la ley francesa de 1985), sino
del reconocimiento de una preferencia que pueda ser hecha valer en un concurso
en caso de que tal financiamiento haya sido dado durante elstand
stillpreconcursal, cuando la empresa estaba tratando de superar sus dificultades
por vía de procedimientos pre o extrajudiciales (v., infra Nº 45 a).
96
podrá seguir cumpliendo regularmente sus obligaciones con los proveedores,
con los trabajadores y con el fisco. De este modo limita el procedimiento a los
acreedores relevantes, continúa con el curso ordinario de sus negocios sin
afectarlos significativamente y sobre todo no agrava la situación pues evita crear
problemas innecesarios a proveedores y trabajadores.
Ello tiene reflejo en el derecho argentino en materia de APE. Es que los
tribunales de primera instancia en lo comercial que tuvieron competencia en la
homologación judicial de los acuerdos preventivos extrajudiciales causados en
la crisis del 2002, autorizaron a que ellos estuvieran dirigidos a una porción de
los acreedores y no a todos ellos. De este modo las grandes empresas
endeudadas en el exterior, en divisas y con acreedores financieros,
generalmente instrumentadas esas obligaciones en bonos, obligaciones
negociables o commercial papers , pudieron renegociar sólo estas obligaciones
sin comprometer a sus proveedores y acreedores laborales, fiscales o
comerciales. Ello derivó en una notable simplificación de los procedimientos,
ahorro de costos y en la reestructuración de la deuda que realmente se
necesitaba renegociar sin afectar a obligaciones que fueron cumplidas conforme
lo originalmente previsto (v. Capítulo IX, nº 50).
97
esa orientación y las legislaciones nacionales tratan también de adecuarse a esta
realidad de la empresa global o cuanto menos transnacional (250) .
Fue aprobada por consenso en Viena, en 1997, con una guía para su
incorporación al derecho interno de los Estados, y adoptada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas por resolución 52/158 del 15 de diciembre del
mismo año (253) .
Tiene por objeto ayudar a los Estados a dotar a su derecho de insolvencia con
una normativa moderna, equitativa y armonizada, para resolver con mayor
98
eficacia los supuestos de insolvencia internacional es decir casos en que el
deudor tiene bienes en más de un Estado o en los que concurren acreedores
locales y extranjeros. Por lo tanto, no es una tentativa de armonización de las
leyes locales ni de introducir un régimen global de insolvencia (254) .
b) Otras iniciativas
En Europa el Reglamento Comunitario del 29 de mayo de 2000 contiene
algunas reglas materiales (258) y tiene ya importantes aplicaciones concretas.
Se aplica a todos los procedimientos colectivos fundados sobre la insolvencia
del deudor que impliquen el desapoderamiento parcial o total del deudor así
como la designación de un síndico. El Reglamento enumera en anexos los
procedimientos de cada país que se asimilan a esta definición, así como los
distintos funcionarios que en cada país pueden ser considerados equiparables a
un síndico. En cambio no define la insolvencia para respetar los distintos criterios
que existen en cada país. El Reglamento establece una regla de competencia
internacional directa, fundada en el "centro de los intereses principales del
99
deudor" que para las sociedades y personas jurídicas es presumido ser el lugar
de la sede estatutaria (259) . Pero no consagra el principio de la unidad pues
pueden igualmente asumirla tribunales de los Estados miembros en los cuales
el deudor tenga establecimientos o bienes aun cuando el "centro de interés" esté
en otro lugar, abriéndose los que se llaman "procedimientos secundarios". El
Reglamento contiene también reglas sobre derecho aplicable al procedimiento
concursal y sobre los efectos del procedimiento en los otros estados miembros
de la UE (260) . Una de sus finalidades es evitar tanto el forum shopping como
el law shopping(261).
A ello debe sumarse el esfuerzo del Banco Mundial con sus "Principios"
reiteradamente citados, los de INSOL con sus aportes en distintas áreas de la
materia algunos de los cuales han sido puestos de manifiesto en este Capítulo,
y el Transnational Insolvency Project del American Law Institute(262) .
100
Yendo ahora concretamente al tratamiento de las garantías en el marco del
concurso, señalemos que en nuestro derecho las seguridades reales están:
— excluidas del fuero de atracción;
— excluidas de la suspensión de intereses;
— por regla general excluidas de los efectos del concurso preventivo, en
función de la regla que impone la unanimidad para hacer aprobar un
acuerdo preventivo para los titulares de créditos munidos de privilegio
especial.
Además, los créditos amparados por estas garantías reales, tienen derecho a
la ejecución separada y la suspensión de ejecuciones tiene una duración breve,
de modo que el titular puede ejecutar su garantía aun durante el trámite del
proceso de concurso preventivo. Finalmente, se les reconoce una prioridad
(privilegio).
Esto lleva a decir que estos créditos están virtualmente excluidos de la mayor
parte de los efectos del procedimiento de reestructuración y por ello la suerte de
la reestructuración está muchas veces en manos de los titulares de estas
garantías.
Cabe señalar que ésta no es la orientación de otros ordenamientos. RIVERA ha
señalado en un trabajo anterior que tanto en el derecho de los Estados Unidos
como en el derecho francés los créditos con garantías reales soportan
limitaciones mucho más importantes que en el derecho argentino. De modo que
formen parte de la solución y no del problema.
Sin duda la legislación argentina merece una completa revisión en este punto.
Claro que ello no es tarea fácil, desde que es necesario encontrar una
armonización razonable entre la protección de la empresa y la tutela del crédito
garantizado, hoy en día no sólo a través de hipotecas o prendas, sino también
por fideicomisos, cesiones de crédito en garantía, leasing con finalidad de
garantía (lease - back ), etc.
La preocupación del legislador para tutelar las relaciones laborales opera en una
doble dirección. Por un lado en miras de mantener los empleos y por otro en
privilegiar de algún modo los créditos causados en el contrato de trabajo o en su
misma disolución causada por la insolvencia.
La reforma argentina del 2002 instrumentada por ley 25.589 y la del 2011 por
la ley 26.684 son un ejemplo de la primera intención. En la primera se estableció
101
la posibilidad de la continuación de la empresa a través de cooperativas de
trabajadores y en la segunda se incrementó el campo de acción de las
cooperativas de trabajo no sólo en la quiebra sino también en el procedimiento
de salvataje en el concurso preventivo (art. 48).
102
los trabajadores— están sometidas a una acción declarativa de
inconstitucionalidad que está pendiente de resolución ante el Supremo Tribunal
Federal (270) .
Otros países en cambio prefieren seguir las vías de la seguridad social, dando a
los trabajadores subsidios o prestaciones con cuyo pago el Estado se subroga
en los créditos de los empleados contra el principal quebrado (271) .
103
conservación de la empresa y la necesaria prevalencia de la buena fe. Claro que
ello depende también de como cada magistrado ejerce estas atribuciones.
Ahora bien; los tribunales de algunos países, entre ellos Alemania, intentaron
poner algún límite a este fenómeno, desconociendo por ejemplo la eficacia de
contratos celebrados por sociedades extranjeras cuyo principal objeto estaba en
el país. Pero tal criterio fue desestimado por la jurisdicción de
Luxemburgo (281) y también por la jurisprudencia de otros países, como
Francia (282) .
Entre ellos podemos mencionar, sin pretender ser exhaustivos ni mucho menos,
los que siguen.
105
Uno de los temas relevantes en las reestructuraciones de deuda es el
financiamiento de la empresa post crisis; ello ha sido puesto de relieve en los
principios propuestos por INSOL para los work outs , a los que ya hemos hecho
referencia.
Una solución simplista fue la del artículo 40 de la ley francesa de 1985 que
estableció una suerte de privilegio absoluto del crédito postconcursal y que debió
rápidamente ser reformada (283) .
106
La razón de ser de esta disposición incorporada por la ley 24.522 es justamente
la de facilitar al deudor concursado la obtención de crédito después de
homologado el acuerdo. Quien da crédito al concursado sabe cuál es
definitivamente el monto del pasivo de su deudor; en cambio, en el régimen
anterior la quiebra dejaba sin efecto las estipulaciones del acuerdo y se volvía a
la relación original, con lo cual —por ejemplo— quedaban sin efecto las quitas
que hubieran sido otorgadas al deudor.
En este sentido, hemos dicho que la ley trata de buscar solución a uno de los
temas más relevantes de la realidad de la empresa concursada, cual es la falta
de crédito.
Tanto es así que, antes de ahora, hemos sostenido que la idea del patrimonio
atributo de la personalidad, que es único y que responde por todas las deudas
del titular, ha sido sustituida por una casi genérica autorización para fraccionar
el patrimonio a través de la utilización de sociedades (286) .
De allí que ciertos acreedores merecen especial protección, por ejemplo los
trabajadores y el fisco, que no pueden exigir garantías a la sociedad o a sus
socios y administradores (288) y los que en general se denominan "acreedores
involuntarios", como por ejemplo aquellos que lo son en razón de causas
extracontractuales (las víctimas de hechos ilícitos) (289) , entre otros supuestos
que analizaremos brevemente a continuación.
107
desarrollados en Mendoza en octubre de 2009. Y en la jurisprudencia, aunque
sea intuitivamente, se encuentran algunas decisiones que excluyeron de los
efectos del concurso a ciertos acreedores, aun causados en relaciones
contractuales.
1) "González Feliciana"
En un concurso preventivo de una empresa de transportes, se homologó un
acuerdo preventivo que preveía una quita del 40% y el pago del 60% restante en
18 cuotas anuales.
Luego de la homologación, se presentó una acreedora, víctima de un
accidente de tránsito ocurrido en 1992, que sufrió una quebradura de cadera y
una operación de artroplastia con prótesis de Thompson, debiendo litigar 9 años
para obtener el reconocimiento de su crédito en sede civil.
En primera instancia se ordenó el pago del 40% de la indemnización, es decir,
lo mismo que se convino con los restantes acreedores, pero se redujo la espera
a 24 cuotas mensuales, exceptuándola de tal modo de quedar sujeta a los
términos del acuerdo preventivo, en razón de que su crédito tiene basamento en
las prerrogativas constitucionales a la salud e integridad física y a la vida (291) .
Apelada esta resolución, la sala I de la Cámara 1ª Civil y Comercial de San
Isidro (292) , confirmó el decisorio considerando que al momento de la sentencia
la insinuante tenía ya 77 años y que la última cuota anual que percibiría conforme
el acuerdo sería cobrada cuando tendría 96 años, es decir cuando superaría
ampliamente la expectativa normal de vida. Además, se tomó en consideración
el largo camino judicial que ya había transitado en sede civil para obtener el
¿reconocimiento? de su indemnización.
Se postuló que de aplicarse el acuerdo, la limitación que se le imponía a la
víctima era tan grande que desnaturalizaba su derecho fundamental a la
indemnización hasta hacerlo inexistente, ya que era razonable pensar que el
crédito disminuido por la quita terminaría siendo percibido por los herederos.
Recurrido aquel fallo, la Suprema Corte de la Provincia de Buenos
Aires (293) ratificó esta última sentencia, expresando, entre otras
consideraciones, que no existe razón alguna para que la ley soslaye el orden
jerárquico constitucional, como estaría ocurriendo en el caso.
108
Por las lesiones sufridas, el menor había quedado con parálisis cerebral, que
le causaba 100% de incapacidad irreversible.
En primera instancia se declaró la inconstitucionalidad del régimen de los
privilegios concursales en sus arts. 239, párrafo primero, 241, 242, parte general,
243, parte general, e inc. 2º de la ley 24.522.
Para arribar a tal conclusión entendió que por imperio de la Convención de los
Derechos del Niño y el Pacto de San José de Costa Rica (Convención Americana
de los Derechos Humanos), el Estado Argentino se ha comprometido a respetar
los derechos reconocidos esos tratados, y que aquéllos son directamente
operativos. En este sentido, los derechos del niño tienen prioridad en la
exigibilidad de la protección jurídica cuando sus derechos colisionen con los
intereses de los adultos, de las personas jurídicas públicas o privadas. Ergo, si
el sistema cerrado de privilegios concursales no reconoce esa prioridad, el
mismo es inconstitucional.
Por ello se resolvió que el capital y los intereses detentarían un privilegio
especial de primer orden, sobre los bienes inmuebles y muebles del
establecimiento médico fallido; y se dispuso el pronto pago de los mismos.
Estos precedentes han tendido dispar recepción en la doctrina nacional (295) ,
pero cabe destacar que la sentencia de primera instancia fue revocada por la
sala A de la Cámara de Apelaciones en lo Comercial, desestimando de manera
expresa la declaración de inconstitucionalidad del régimen de privilegios
(sentencia del 16/7/2010).
3) "Persini"
109
4) Otros antecedentes judiciales
En la causa "Correo Argentino SA s/Concurso Preventivo s/Incidente de
verificación — Pronto pago— p/Segura, Carlos" (297) , con fecha 2/5/2003. se
otorgó pronto pago a un crédito por honorarios profesionales de un abogado por
costas de origen laboral, por el hecho de que su titular, gravemente enfermo,
debía afrontar una intervención quirúrgica.
Empero, en el precedente "Alí, Juan P. c/ H. A" (298) , se rechazó el pedido
de pronto pago de un crédito por daños y perjuicios por mala praxis con
fundamento en la interpretación restrictiva de los privilegios concursales y en la
no admisión de la analogía.
5) Denominaciones propuestas
a) Acreedores involuntarios
Los detractores de esta denominación expresan que nadie es acreedor en
forma voluntaria. En realidad sí hay acreedores voluntarios; el que da crédito a
otro asume voluntariamente su condición de acreedor. Es lo que normalmente
sucede en los créditos de causa contractual. En cambio, la víctima de un hecho
ilícito no tuvo en el origen de la relación ninguna intención ni de ser víctima ni de
ser acreedor a una indemnización. Tampoco lo es el trabajador, que tiene
derecho y espera la retribución periódica por su trabajo.
b) Acreedores extracontractuales
Ésta es la restante alternativa utilizada en doctrina que tiene mayor
predicamento, si bien en menor medida que la antes indicada. La principal crítica
estiba en que engloba lato sensu otros créditos que no poseen fuente contractual
y que nadie pretende incluirlos en este especialísimo grupo, tal el caso de las
acreencias fiscales.
110
c) Acreedores postergantes
En doctrina (300) se ha ensayado utilizar esta denominación, en
contraposición a los demás, que pasan a una categoría de "postergados".
Esta categoría sería la contracara de los créditos subordinados previstos por
los arts. 41 y 250, LCQ.
Cabe mencionar que la nueva redacción del art. 16 reformado por la ley 26.684 al
art. 16 establece: "Excepcionalmente el juez podrá autorizar, dentro del régimen
de pronto pago, el pago de aquellos créditos amparados por el beneficio y que,
por su naturaleza o circunstancias particulares de sus titulares, deban ser
afectados a cubrir contingencias de salud, alimentarias u otras que no admitieran
demoras...".
7) Soluciones posibles
Repasando las soluciones posibles que podría brindarse a estos acreedores,
tenemos distintas alternativas no excluyentes.
111
a) Categorización independiente
b) Nuevo privilegio
Si bien las posturas sobre la senda que debería seguir una reforma legislativa
no son unánimes (305) , se propugna (306) que a los acreedores involuntarios
por responsabilidad civil por daños personales a la vida, salud, integridad
psicofísica de las personas, debe reconocérseles por el capital adeudado, una
preferencia de carácter general de igual rango que el que le corresponde a los
créditos laborales del art. 246, inc. 1º, LCQ por sueldos, salarios y
remuneraciones.
Acotando que en el caso de existir seguro, la preferencia del saldo insoluto
quedará con rango posterior a los demás créditos con privilegio general, siendo
inadmisible la preferencia para la aseguradora que se subrogue en los derechos
del acreedor por el monto pagado. La preferencia no debería incluir la
indemnización por daños materiales, ni personales no corporales.
También se ha propuesto (307) incluir a los créditos por indemnizaciones en
el régimen de privilegios generales, como inc. 2º del art. 246, LCQ.
c) Pronto pago
Se postula (308) , a la par de reconocerse el privilegio antes indicado, que se
debería reconocer una preferencia temporal de cobro a través del pronto pago,
cuando la indemnización estuviese reconocida judicialmente en la sede
correspondiente.
112
adeudados. Ello así por cuanto el efecto novatorio es, en principio, irreversible y
únicamente no subsiste en algunos casos de nulidad del acuerdo homologado.
Asimismo, se ha propugnado (309) una reforma legislativa que agregue a la
primera parte del art. 107, LCQ, que los acreedores involuntarios podrán ejecutar
y cobrar sobre los bienes adquiridos con posterioridad a la rehabilitación, es decir
que sería la consagración de una excepción al discharge que produce la ley
argentina.
e) Propuesta
Casadío Martínez (310) propugna que la mejor solución pasaría por el
reconocimiento de una categoría "aparte" en el concurso preventivo y un pronto
pago tanto en el caso de quiebra como en la instancia preventiva. Sin efecto
novatorio del acuerdo sobre estas acreencias, para que en el supuesto de
quiebra indirecta pueda concurrirse a la distribución por el total de la deuda.
En las quiebras, la única forma de satisfacer estos créditos sería mediante una
modificación total del sistema de privilegios, además de aquel pronto pago. Para
estos supuestos, y como aproximación, propone que se prevea un doble
privilegio especial para los créditos más urgentes y uno general, conjuntamente
con los salarios, y que entre ambos "tomen" el 50% del remanente una vez
satisfechos los privilegiados especiales. Asimismo propugna que estos créditos
puedan cobrarse sobre los bienes que se adquieran luego de la rehabilitación.
c) Nuevas formas de negocios: los derivados, los fideicomisos, los hedge funds,
etc.
Cada vez más los procedimientos de bancarrota se encuentran frente a
nuevas formas de negocios que llevados a cabo por el ahora insolvente,
enfrentan a experiencias novedosas a los tribunales, síndicos, acreedores. Y
esto no sucede sólo en los países centrales, pues reestructuraciones o
liquidaciones que han afectado a empresas de nuestra área. Sin duda esto
también puede atribuirse a la globalización, que nos brinda nuevos actores
(hedge funds ) y nuevos productos (como los derivados) que han crecido de
manera dramática (311) .
En Argentina ello se manifestó con motivo de la crisis del año 2002. La
segunda reforma a la ley sancionada ese año contuvo disposiciones
específicamente dirigidas al reconocimiento de créditos derivados de los
fideicomisos y otras hipótesis de múltiples acreedores representados por algún
sujeto fiduciario. Tal fue lo que sucedió en reestructuraciones muy importantes,
como la de Aerolíneas Argentinas donde el acreedor más importante era la IATA
que representaba créditos de más de 200 aerolíneas; y en la de Supercanal
Holding, una empresa de televisión por cable que tenía obligaciones de cientos
de millones de dólares instrumentados en letras emitidas a favor de un banco
fiduciario y registradas bajo el régimen de DTC. La reforma a la ley intentó
resolver cuestiones más o menos elementales causadas por estas —para
nosotros— nuevas formas de crédito.
113
46. Conclusiones
En este último parágrafo nos hemos limitado a mostrar algunas de las
transformaciones que se están produciendo en el derecho de la insolvencia,
tanto en Argentina cuanto en el resto del mundo.
Si se hace un repaso, se advertirá que la universalidad, la judicialidad, la
igualdad de los acreedores y muchos otros principios estructurales de esta
materia están en trance de renovación.
De allí que no pueda sino coincidirse con la afirmación que se hace en un
trabajo ya citado: "The face of bankruptcy practice has changed dramatically over
the last decade " (312) . Lo apasionante es tomar conciencia que esta
generación de abogados es actora de este proceso de cambios tan profundos.
CAPÍTULO II
I. METODOLOGÍA Y ANTECEDENTES
1. Metodología
En este Capítulo estudiaremos la evolución del Derecho nacional, desde sus
orígenes en el Virreinato, el período llamado del Derecho patrio y, a partir de la
organización nacional, estudiaremos los sucesivos regímenes vigentes.
En los Nº III y IV del Capítulo veremos la ley 19.551, sus principios
estructurales y los efectos de su aplicación como un modo de ingresar al estudio
de la ley 24.522 que rigió entre 1995 y principios del 2002 sin cambios (Capítulo
V).
Y en el Nº VI trataremos el Derecho concursal de la emergencia, esto es, el
parido a partir de la crisis de 2002 y que diera lugar a dos leyes modificatorias
114
de la ley 24.522 y que aún hoy está en evolución. El Capítulo concluirá con la
presentación sumaria de la ley 26.086 luego haremos un comentario sobre lo
que nosotros consideramos una reforma de hecho del sistema concursal cual es
la utilización de la expropiación de los activos del quebrado como modo de
liquidación de la quiebra, y finalizaremos con la reforma de la ley 26.684.
115
abusivamente por deudores de mala fe. Su aplicación fue inmediata aun a los
juicios pendientes.
5. La Constitución de 1853
El artículo 67, inciso 11, de la Constitución de 1853 autorizaba al Congreso de
la Nación a dictar los Códigos Civil, Penal, Comercial y de Minería, así como la
Ley de Bancarrotas; el texto, en este punto, no sufrió modificaciones en la
Reforma de 1860 ni en las sucesivas. A partir de la Reforma Constitucional de
1994 el texto corresponde al artículo 75, inciso 12.
La disposición encuentra su antecedente en la Constitución de los Estados
Unidos de Norteamérica que concede la misma atribución al Congreso Federal.
El texto dio lugar a una antigua y hoy superada cuestión doctrinaria. El doctor
Amancio Alcorta sostuvo que él autorizaba al Congreso de la Nación a dictar una
ley comprensiva exclusivamente de las falencias comerciales, pero no de las
quiebras de los sujetos no comerciantes, argumentando sobre la base de la
etimología de la palabra bancarrota .
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que en los Estados Unidos de América
el Congreso dictó una Ley Federal de Quiebras aplicable a comerciantes y no
comerciantes, siguiendo así la tradición legislativa anglosajona, en la cual, por lo
demás, la palabra bancarrota es sinónimo de quiebra sin distinción acerca del
sujeto al cual se aplica.
Por otro lado la insolvencia de los no comerciantes sería materia a regular por
el Congreso Nacional, habida cuenta de su competencia para dictar el Código
Civil.
De todos modos, cabe apuntar, los textos legislativos dados a partir de 1862
(nacionalización del Cód. de Com. del Estado de Buenos Aires) y hasta la ley
19.551 contemplaron exclusivamente la situación de los comerciantes.
Y para estupor general el Código Civil no reguló los efectos de la insolvencia
de los no comerciantes (5) , por lo que los juicios de concurso civil quedaron
sometidos a las leyes locales de procedimiento, las cuales eran susceptibles de
ser tachadas de inconstitucionales en cuanto excedieran el marco de lo
puramente ritual para consagrar soluciones de fondo, como, por ejemplo, el
concordato de la mayoría; de allí que antigua jurisprudencia de la Corte Suprema
de la Provincia de Buenos Aires haya sostenido que no era posible imponer al
acreedor ausente o disidente el concordato votado por cierto número de
116
acreedores, el que sólo podía ser considerado como un contrato obligatorio para
quienes le diesen su consentimiento (6) .
La cuestión es inactual. La ley 19.551 reguló el concurso de los no
comerciantes juntamente con el de los comerciantes, y a partir de la ley
22.917 su régimen es uniforme, sin que quepa duda alguna de la
constitucionalidad de tales reglas. Esa política legislativa ha sido mantenida en
la ley 24.522.
7. La Reforma de 1889
117
Una vez sancionado el Código Civil se sintió la necesidad de reformar el
mercantil, pues éste contenía disposiciones que se superponían con las de
aquél. Luego de diversos proyectos (el de los Dres. Villegas y Quesada, y el de
Lisandro Segovia quien con justicia es considerado como uno de los más
grandes juristas argentinos) (9) , el 5 de octubre de 1889 fue aprobado el
elaborado por la Comisión de Códigos de la Cámara de Diputados, entrando a
regir el 1º de mayo de 1890.
Mantuvo el arresto del fallido, pero sólo hasta la presentación del informe del
síndico acerca de las causas de la quiebra, momento en el cual cesaba la
detención si no había indicios de fraude. Suprimió el juicio de calificación de la
quiebra pero mantuvo la moratoria, la que siguió siendo tan mal empleada como
antes, lo que seguramente contribuyó al desprestigio del sistema concursal en
general. Tampoco dio lugar a soluciones adecuadas la incorporación de la
adjudicación de bienes que permitía a los acreedores la explotación o liquidación
de los bienes.
En síntesis, la Reforma de 1889 no mejoró las cosas y las quiebras siguieron
constituyendo un campo propicio para el fraude y el abuso (10) .
La vigencia de esta reforma en materia concursal fue breve, pues ya en 1902
se sancionó la ley 4156 que la sustituyó íntegramente.
8. La ley 4156
A los apuntados defectos de técnica de la Reforma de 1889 se adicionó
raudamente la crisis económica de 1890 que los hizo aún más patentes. De allí
que prontamente el Congreso de la Nación fuera recipiendario de numerosos
proyectos de reforma.
La Cámara de Diputados llegó a aprobar una ley de concordato preventivo
fundada en la experiencia belga; pero al pasar al Senado éste introdujo varias
modificaciones esenciales al régimen aprobado por la Cámara joven en ese
punto y además consideró necesario redactar nuevamente el Título IV del Código
de Comercio.
Ese proyecto, sancionado el 30 de diciembre de 1902, fue la ley 4156 y rigió
hasta 1933.
La mencionada ley adoptó un sistema marcadamente voluntarista en virtud del
cual los acreedores quedaban dueños de decisiones fundamentales y el juez era
reducido a un mero fiscalizador de las formas.
La adjudicación de bienes, regulada ahora como mecanismo preventivo, dio
lugar a tales abusos que hubo de ser suprimida en la ley 11.719.
El concordato preventivo, incorporado por la ley 4156, era sin duda una
solución deseada; pero normalmente dominada la tramitación por algunos
acreedores condujo a verdaderas expoliaciones.
En síntesis, muy rápidamente se puso de relieve el fracaso de esta ley y
comenzaron a circular los proyectos de reforma que sin embargo no fructificarían
hasta 1933.
118
Debe señalarse algo importante, sin embargo; durante la vigencia de la ley
4156 la doctrina nacional tuvo un gran desarrollo, varias obras vieron la luz en
esa época y revelaron la profundidad del conocimiento de los autores nacionales,
entre ellos puede mencionarse a MARTÍN Y HERRERA(11) , autor de un
significativo libro y un proyecto de ley de quiebras para sustituir a la 4156,
y ARMENGOL , cuya obra Fundamentos y crítica de la Ley de Quiebras(12) es
sumamente valiosa.
9. Ley 11.077
Ya hemos señalado que nuestro Código Civil no contenía reglas relativas a la
insolvencia del deudor, y las leyes de quiebras regulaban sólo el problema
cuando el deudor era comerciante. Así, de caer en cesación de pagos un
obligado no comerciante no existía legislación de fondo, y por ello los Códigos
Procesales locales reglamentaron el concurso civil.
Esta afligente situación del concursado civil (13) llevó a la sanción de la ley
11.077 del 16 de octubre de 1920 (fecha de promulgación).
Por ella la extinción de las obligaciones del concursado civil, siempre que no
existiese causa que lo sometiera al fuero criminal, se producía por:
— la aprobación judicial de la adjudicación de bienes (que era materia deferida
a la decisión de los acreedores según el Código Procesal de la Capital
Federal, a imagen y semejanza de la ley 4156);
— el transcurso de tres años de iniciado el trámite; esto había de ser entendido
como una limitación al efecto del desapoderamiento, es decir, que
quedaban excluidos de él los bienes que el deudor adquiriese a partir de los
tres años de comenzado el concurso (14) ;
— si mediaba dolo o fraude, a los cinco años de cumplimiento de la sentencia
condenatoria; el efecto era el mismo explicado en el apartado anterior.
La ley 11.077 rigió hasta 1972, o sea, hasta la entrada en vigencia de la ley
19.551 que la derogó. Es decir, fue el régimen concursal argentino de más
extensa vigencia.
119
informe, fue votado favorablemente en primer lugar por el Senado y luego por la
Cámara de Diputados (el 22 de septiembre de 1933), y fue promulgado por el
Poder Ejecutivo el 27 de septiembre de 1933.
La ley 11.719 fue un significativo avance y constituyó un sólido instrumento
jurídico, aunque en muchas oportunidades fue mal aplicado.
Restringió el voluntarismo de los acreedores, dando importantes atribuciones
al juez, entre ellas la de homologar o no concordatos aprobados por aquéllos.
Por lo demás eliminó la adjudicación de bienes que tantas críticas habían
levantado, y su técnica fue en general buena, revelando que —
señalan MAFFÍA y MAFFÍA — el legislador aprovechó los notables estudios
doctrinarios que provenían de Italia y de Francia (16) . Por otro lado, el
mismo CASTILLO en su obra apunta que entre 1902 y la sanción de la ley 11.719
—en gran medida como consecuencia de la crisis generalizada que siguió a la
Primera Guerra Mundial— numerosos países (prácticamente todos los que se
encontraban a la cabeza en materia jurídica) habían cambiado total o
parcialmente sus leyes, y ello fue un hontanar de novedades en que abrevó el
legislador con indudable provecho y acierto (17) .
Esto último no fue sino una muestra de una aplicación algo tímida de la Ley
de Quiebras, como lo ponían de resalto los a veces furiosos dictámenes del fiscal
de la Cámara Comercial, doctor Britos, pocas veces seguidos por el tribunal.
Cuando a partir de la segunda mitad de la década de los años 50 se incorporaron
a la justicia comercial de la Capital Federal nuevos jueces de gran jerarquía
intelectual y comenzaron a modificar las antiguas deformaciones, ya la ley se
estaba poniendo vieja; las nuevas necesidades del comercio, la modificación de
las estructuras de producción, servicios, cambio, etcétera, ponían de relieve la
insuficiencia de la Ley Castillo.
Por lo demás, nuevas corrientes doctrinarias y legislativas evidenciaban que
no era posible seguir pensando en la quiebra del comerciante individual sino en
la crisis de las empresas.
120
De allí que el principio de conservación de la empresa pasó a ser considerado
uno de los ejes del Derecho concursal.
121
13. Método de la exposición
En el número precedente dijimos que la ley 19.551 rigió desde 1972 y tuvo una
reforma parcial en 1983 que no alteró su espíritu. En 1995 se sancionó la ley
24.522 que establece un nuevo régimen concursal.
— recordar cuáles son los intereses que debe atender una regulación
concursal, y cómo ha variado a lo largo del tiempo el balance entre esos
intereses;
— cómo intentó ese balance la ley 19.551, lo que haremos recorriendo sus
principios estructurales;
— las razones por las cuales se sustituyó la ley 19.551 por la ley 24.522 y los
principales cambios de orientación que incorporó este nuevo régimen
concursal;
— concluiremos el Capítulo con algunas consideraciones sobre los resultados
de la aplicación de la ley 24.522 y sus reformas.
122
Lo cierto es que los juristas, economistas y políticos de todas las latitudes se
debatieron durante todo el siglo XX sin encontrar más que respuestas
coyunturales o efímeras.
Analizaremos a partir de ahora cómo intentó hacerlo la ley 19.551, los efectos
que ella produjo y cómo la ley vigente 24.522 trató de cambiar algunas de las
orientaciones de aquella ley de 1972.
ALEGRIA decía que las funciones que cabía reconocer a esos principios eran:
— identificar la ley con su tiempo y con las necesidades que cubre. De modo
que la ley habría de sobrevivir en la medida en que esos principios fueran
compartidos por la comunidad, sin perjuicio de la actuación concreta de la
ley a través de las interpretaciones de la jurisprudencia y las innovaciones
de la doctrina;
123
— brindar sustento estructural a la ley. Es decir que las soluciones dadas en
las regulaciones de cada instituto deberían ser coherentes con esos
principios, para lograr así un cuerpo legal armónico a todo lo largo de su
articulado;
— servir de base a la interpretación de sus normas (22) .
Las leyes, como los hombres, tienen sus circunstancias, que las condicionan en
punto a sus fines, a sus contenidos, a su técnica.
Con los años, las circunstancias del país cambiaron, y también mutaron las ideas
que daban sustento a muchas de las soluciones del Código. Y ese cambio se
reflejó especialmente en la ley 17.711. De modo que se atemperó la fuerza
obligatoria de los contratos incorporando la lesión y la imprevisión, y se morigeró
el carácter absoluto del dominio al imponer su ejercicio "regular". Y seguramente
en poco tiempo más se ajustará el régimen sucesorio a nuevas ideas, como lo
ha sido el de la responsabilidad civil y el de otras instituciones.
Prueba de ello fue que la ley 4.156, acuñada después de la crisis de 1890 y por
ello nacida en los primeros años del siglo, debió ceder paso a la 11.719 luego de
la crisis de 1929/30. Y del privatismo de la ley 4156 se pasó a una legislación
con un rol menos decisivo de los acreedores, en que se dieron mayores
facultades a los jueces y donde estaba en germen la idea de continuación de la
empresa.
En 1972 nació la ley 19.551. Por qué era necesaria la reforma lo explica
Héctor ALEGRIA en su libro Algunas cuestiones de Derecho concursal(23) .
124
Era obvio que la ley 11.719, más allá de sus méritos tenía algunos defectos,
como se ha hecho notar, que posibilitaron ciertos abusos por parte de los
deudores.
A ello habría que agregar otros datos. Por empezar, el Estado tenía una
participación decisiva en la actividad económica. El profesor ROITMAN señalaba
en una conferencia dictada en la Universidad Nacional de Cuyo que en aquella
época la participación del Estado argentino en el producto bruto interno era
porcentualmente equivalente a la del Estado húngaro —un país socialista— en
el producto bruto interno de ese país (24) .
De otro lado, más allá de los principios liberales declamados por la Constitución
de 1853, lo cierto es que la economía se encontraba severamente regulada. Los
principios de libertad de mercado estaban fuertemente limitados por las
regulaciones de todo tipo, generales y particulares que abarcaban
reglamentaciones de productos agrícolas como el azúcar, la yerba mate, el vino,
o minerales como el petróleo y el gas; se fijaba el tipo de cambio, se limitaba el
125
acceso al mercado de cambios, se imponían barreras arancelarias, etcétera. En
suma, la economía argentina era claramente dirigida desde el Estado.
Otro aspecto a señalar era la fuerte presencia sindical que condicionaba muchas
decisiones, e hizo de la negociación colectiva uno de sus instrumentos.
126
Las soluciones concretas de la ley 19.551 que recogieron efectos de esta
orientación fueron:
(i) El derecho de pronto pago del artículo 17;
(ii) la prohibición de renunciar al privilegio proveniente de relaciones laborales
(art. 50);
(iii) el pronto pago en la quiebra (art. 176);
(iv) el privilegio especial que amparaba a los créditos enumerados en el
artículo 265, inciso 4º, y el privilegio general que abarcaba a los enunciados
en el artículo 270, inciso 1º; cabe acotar que en razón de este último
precepto prácticamente todos los créditos eran privilegiados. Además los
créditos por sueldos, salarios y remuneraciones mencionados en el inciso
1º del artículo 270 quedaban excluidos de la limitación de los privilegios
generales al 50% del producido líquido de los bienes;
(v) en la continuación de la empresa fallida o de alguno de sus
establecimientos, el contrato de trabajo se mantenía en las condiciones
dispuestas por el Derecho común, sin perjuicio de la facultad del síndico de
elección de personal (art. 187); las prestaciones devengadas con
posterioridad a la quiebra gozaban de la preferencia del artículo 264
(créditos contra el concurso);
(vi) en caso de enajenación del establecimiento o empresa en funcionamiento,
el adquirente era considerado sucesor del fallido y del concurso respecto
de todos los contratos laborales existentes a la fecha de la transferencia a
su favor (art. 189).
Pero además de estos dispositivos legales, la jurisprudencia interpretó:
(i) Que el crédito del trabajador estaba excluido de la suspensión de la
actualización monetaria (26) ;
(ii) que el crédito del trabajador estaba excluido de la suspensión de intereses
del artículo 20 de la ley (27) ;
(iii) en materia de quiebra, que los créditos laborales privilegiados no estaban
sometidos a la ley 21.488 (28) .
Ésta fue una ley dictada durante el período de economía inflacionaria, que
terminó con el nominalismo en materia de quiebra. Lo hizo disponiendo que
el pago total que ponía fin a la quiebra fuera el que comprendía el capital,
la actualización del capital y los intereses. Pero establecía el siguiente
método: con los fondos resultantes de la liquidación, se pagaban los
créditos en sus importes nominales, y el monto remanente se aplicaba a
pagar la actualización monetaria sin considerar los privilegios . La
jurisprudencia excluyó a los créditos laborales de la aplicación del sistema
de la ley 21.488, disponiendo que los créditos laborales se pagaban
actualizados sobre la masa inicial de dinero resultante de la liquidación de
los bienes del deudor, de donde el remanente era el dinero que restaba
después de pagados los créditos laborales actualizados y los demás
créditos en sus importes nominales. Solución impuesta por la Corte
Suprema a partir del fallo dictado in re "Complejo Textil Bernalesa". La
exclusión se fundó en que tales créditos debían ser satisfechos antes de
que existiera el remanente a que se refería esa ley. Esta solución
127
pretoriana tuvo después acogimiento legal en el texto de la ley 23.616 que
modificó el artículo 276 de la LCT.
(iv) los acreedores laborales tenían la opción de recurrir al proceso laboral de
conocimiento, tanto estuviera el empleador en situación de concurso
preventivo o de quiebra; esa opción era irrenunciable por ser irrenunciable
el fuero laboral, por lo que se llegó a admitir que el trabajador ocurriera ante
la justicia laboral aun después de la desestimación de su pretensión
verificatoria en la sede concursal (29) .
A todo esto se sumó en algún momento la LCT, que amplió el asiento de los
privilegios especiales y modificó su orden, y la ley 23.472 que reglamentó el
pronto pago de los créditos laborales, modificando el artículo 266 de la LCT.
128
Sin embargo, su aplicación terminó en un fracaso rotundo. Se continuaron
empresas carentes de toda significación y lo que es peor sin "viabilidad"; de
modo que para mantenerlas en actividad se evitaba el pago de impuestos o de
aportes previsionales y aun de otras obligaciones. Por otro lado se pretendía
obtener una enajenación ventajosa, lo que llevaba a sucesivos fracasos de las
licitaciones llamadas para su venta.
Esto generaba las siguientes consecuencias:
(i) Se difería en el tiempo la percepción de los créditos de los acreedores en
la masa, a veces durante años;
(ii) se generaban pasivos que tenían la preferencia asignada a los créditos
contra la masa (art. 264, ley 19.551) y que, por ende, eran de satisfacción
generalmente anticipada a los créditos en la masa;
(iii) en alguna oportunidad se llegó a la insolvencia de las empresas
"continuadas", lo que fue calificado como el impensado fenómeno de la
quiebra de la quiebra ;
(iv) las empresas continuadas constituían un factor de distorsión del mercado
en el cual participaban, pues lo hacían sin pagar los impuestos, los aportes
previsionales, y a veces subsidiadas de alguna manera por el Estado (30) .
130
(i) El acuerdo resolutorio como modo de solución de la quiebra era más
nominal que real. Después de varios meses de desapoderamiento era
infrecuente que el fallido tuviese interés —y menos posibilidades— de
resolver la crisis de su empresa.
(ii) La vigencia del acuerdo resolutorio impedía iniciar de manera inmediata la
liquidación de los bienes del fallido.
(iii) Ello contribuía a la dilación innecesaria de los procedimientos liquidatorios;
también confluía a ello la pretensión de los jueces, síndicos, martilleros,
de enajenar los bienes con "bases" muchas veces irreales, lo que llevaba
al fracaso de sucesivas subastas o licitaciones.
(iv) Las ventas a plazos con garantías a veces insuficientes, produjeron en
algunos casos que las quiebras nunca pudieran cobrar el saldo del precio
de los bienes enajenados, ni recuperar éstos.
(v) Por otra parte, la pretendida igualdad de los acreedores que obligaba a
formular una propuesta de acuerdo preventivo única para todos los
acreedores, era violentada de manera permanente. Y esto era así no por
mala fe de los intervinientes en el proceso concursal, sino por imperio de
la realidad; no son iguales el proveedor de servicios al que se le adeudaba
una suma ínfima y el banco al cual se le debían cientos de miles de pesos.
(vi) Los acuerdos preconcursales —regulados a partir de la reforma
introducida por la ley 22.917— no tuvieron gran efecto práctico,
probablemente debido a la complejidad del trámite homologatorio. De
donde los clubes de bancos siguieron funcionando, sin que los contratos
que se celebraban entre el deudor y sus acreedores financieros fueran
sometidos a homologación, lo cual siempre causaba alguna duda respecto
a la estabilidad de los actos cumplidos.
(vii) El régimen de inoponibilidad de los actos perjudiciales para los acreedores
dio lugar a algunas controversias, e incluso a algunos fallos polémicos,
como el que extendió una suerte de presunción de fraude para todos los
actos otorgados durante el período de sospecha (33) , o el que pretendió
"revocar" un mutuo estableciendo al mismo tiempo una suerte de "deber
de conocer la cesación de pagos" para ciertos acreedores (34) ; a lo cual
se sumaba la polémica doctrinaria sobre la exigibilidad o no de "perjuicio"
causado por el acto susceptible de ser declarado ineficaz (35) .
(viii) Además se apreciaba como demasiado extensa la enumeración de los
actos inoponibles de pleno derecho, en particular en cuanto comprendía
al pago por entrega de bienes y la constitución de garantías en seguridad
de créditos originariamente quirografarios. Estas reglas habían contribuido
a que en la práctica desapareciera la dación en pago y se dificultara
notablemente la refinanciación de obligaciones del deudor con sus
bancos, pues normalmente al pretender pasar de una línea de corto a una
de largo plazo los bancos exigen la constitución de garantías reales, a
veces incluso para adecuarse a disposiciones reglamentarias.
(ix) El régimen de la responsabilidad de terceros tenía una defectuosa
formulación en el artículo 166 que confundía los presupuestos de la
responsabilidad civil al equiparar el dolo y la violación a normas
131
inderogables; lo cual hacía dudosa una cuestión relevante: si el factor de
atribución era exclusivamente el dolo o también lo era la culpa (36) .
(x) El régimen de la calificación de conducta se había revelado como altamente
insatisfactorio; su aparente severidad, inclusive anunciada en la
Exposición de Motivos, no era tal cuando se advertía que el tiempo de la
inhabilitación se iba consumiendo durante el trámite del incidente. Así
muchas veces el incidente llegaba a sentencia cuando el plazo de la
inhabilitación estaba íntegramente consumido. Por otra parte, la
inhabilitación —cuando se disponía— no se inscribía en ningún registro
(pues el previsto por la ley nunca se organizó) con lo cual la sanción era
más nominal que real. Un distinguido profesor de la materia solía decir que
"la calificación de conducta sólo preocupa a la gente decente, porque los
otros saben que es indolora".
(xi) La complicidad había sido regulada con extraordinaria severidad, pero fue
poco aplicada y estaba desubicada pues correspondía su tratamiento en
la responsabilidad de los terceros.
(xii) La interdicción de salida del país, tanto en el concurso preventivo como
en la quiebra, había sido usada de manera inadecuada, pues más
aparecía como una sanción que como un instrumento al servicio del deber
de cooperación que la ley atribuía al concursado o al fallido. Por otra parte
la jurisprudencia había contribuido a esta confusión al no poner límite
temporal a su subsistencia.
(xiii) La no perimibilidad de los incidentes promovidos por el síndico era una
desigualdad irritante, y conducía a situaciones desesperantes para los
demandados en acciones de responsabilidad, de extensión de quiebra o
revocatorias concursales.
(xiv) Finalmente, es una cuestión siempre discutible cuál es el régimen más
apropiado para la sindicatura concursal; en este sentido la ley 19.551
había optado por mantener el criterio tradicional de atribuirlo a los
contadores. Con buen criterio la ley 22.917 había pretendido privilegiar a
quienes hicieran carreras especializadas en sindicatura concursal, pero en
la Capital Federal el sistema fue desnaturalizado por la Cámara Comercial
que exigió un determinado "promedio" a los graduados y limitó su acceso
a un porcentaje de los integrantes de las listas.
25. El balance(37)
A pesar de las observaciones que hizo la doctrina, muchas de ellas
absolutamente injustificadas, lo cierto es que la ley 19.551 constituyó un enorme
avance en el Derecho argentino. Como ha sido señalado muchas de las
instituciones incorporadas o reguladas a nuevo por ella, han quedado
incorporadas de manera duradera a nuestro régimen jurídico.
Y las reformas que se han producido tienen como causa la notablemente
acelerada modificación de las condiciones sociales y económicas que todos
conocemos, a las que nos referiremos más adelante. Así como la crisis de 1890
hizo envejecer rápidamente a la reforma de 1889, la de 1930 impuso la sanción
132
de la ley 11.719, y nuevos vientos trajeron la 19.551, los importantes cambios
que causó la convertibilidad impusieron modificaciones al régimen concursal. A
ello se sumó el avance de la doctrina y nuevos aportes del Derecho Comparado,
así como una corriente de pensamiento que puso nuevamente sobre la mesa el
trascendental rol de los acreedores, y muchas veces la conveniencia de facilitar
el desarrollo de negociaciones privadas, llevadas fuera del ámbito del tribunal.
Pero las reformas de la ley 24.522 no afectaron la estructura general del
sistema organizado por la ley 19.551. Es cierto que la nueva normativa trajo
muchas novedades y quizás cambió algunas orientaciones, por ejemplo dando
un rol más activo a los acreedores, pero la existencia de dos procesos básicos
—el de concurso preventivo y el de quiebra—, la verificación de los créditos, la
sindicatura, los privilegios, los actos revocables, la extensión de la quiebra, la
responsabilidad de terceros, los efectos de la quiebra sobre las relaciones
jurídicas preexistentes, provienen de la ley de 1972 y no se avizoran cambios
relevantes en estos puntos.
Ello de por sí pone de relieve cómo la ley 19.551 es un hito en el desarrollo
del Derecho argentino y por ello sus autores merecen el reconocimiento de la
comunidad jurídica argentina.
133
pasivos (tasa regulada, comunicación A 185 del BCRA, etc.) o fijaban tasas de
interés o de ajuste que eran inferiores a la tasa real de inflación.
Por lo que el concurso preventivo quedó anclado a la idea de refinanciación
del pasivo.
Claro es que al producirse la brusca eliminación del proceso inflacionario, el
efecto fue el fracaso de los acuerdos preventivos; se afirmó, aunque no sabemos
con qué fundamento estadístico serio, que la gran mayoría de los acuerdos
homologados en la Capital Federal han terminado en quiebra por incumplimiento
del acuerdo, la mayoría desde la primera cuota.
Es que al no haber inflación es preciso que la empresa concursada genere
ganancias genuinas para poder afrontar su pasivo, es decir, debe reestructurarse
para transformarse de una unidad deficitaria —que por eso llegó a la cesación
de pagos— en una unidad superavitaria.
Debemos señalar ahora que el fenómeno del fracaso de las soluciones
preventivas parece no ser exclusivo de Argentina; el informe del FMI al que
hemos aludido en el Capítulo I, puntualiza que en realidad en casi todos los
países se presenta la misma situación, lo que evidencia que son admitidas al
concurso preventivo (o procedimientos de finalidad semejante) empresas que
son inviables.
134
preventivo se persigue a través de otros mecanismos y en la quiebra pasa a ser
una solución excepcional; se permite la revisión de aspectos de las relaciones
laborales, el acuerdo preventivo causa la novación de las obligaciones, se prevé
el acuerdo extrajudicial, etcétera.
Y sobre todo se trata de dar instrumentos para cambiar una concepción: el
concurso preventivo no es exclusivamente el modo de diferir los pasivos sino
que: (i) debe ser un período en el cual la ley brinda al deudor la posibilidad de
reestructurar su empresa, para convertirla —como decíamos más arriba— de
una unidad deficitaria en una unidad superavitaria; (ii) el concurso preventivo
puede terminar en la cesión de la empresa a un tercero (como en el Derecho
alemán y así funciona también en Estados Unidos) lo que se logra a través del
procedimiento del salvataje comúnmente conocido como cramdown (art. 48,
LC) .
En este sentido se orientan varias de las reformas introducidas por la ley
24.522:
— la suspensión de los efectos del convenio colectivo y la posibilidad de
redefinir las relaciones de trabajo;
— las propuestas de acuerdo por categorías y con alternativas que permitirán
al deudor ofrecer reorganizaciones empresarias (capitalización de créditos,
fusiones, etc.) a ciertos acreedores que puedan estar interesados en ello;
— incluso la renunciabilidad del privilegio de los trabajadores, que también
podrán participar en programas de capitalización como lo han hecho en
otros ámbitos;
— la novación de los créditos por la homologación del acuerdo que tiende a
cristalizar el pasivo y facilitar la obtención de crédito posconcursal;
— el acuerdo de grupos, que permite el tratamiento del patrimonio de los
distintos sujetos como si fuera único o como si fueran distintos, para
determinar el contenido de la propuesta de acuerdo, lo cual facilita también
procesos de reorganización, a través de escisiones, fusiones, constitución
de sociedad con los acreedores, etcétera;
— por supuesto la posibilidad de que terceros o acreedores hagan ofertas de
acuerdo preventivo, con el correspondiente cambio de titularidad de la
propiedad accionaria si el acuerdo obtuviere las mayorías legales (art. 48,
LC);
— la prescripción de los créditos no verificados a los dos años de la apertura
del concurso preventivo, lo cual también tiende a cristalizar el pasivo del
deudor de manera más o menos rápida, lo cual puede facilitar la
enajenación de la empresa, la obtención de créditos y las propuestas de
terceros.
Creemos que ésta es la orientación más significativa de la ley 24.522; la mera
refinanciación de los pasivos, su diferimiento en el tiempo, no es solución para
la crisis empresaria. Para que ésta sea realmente superada es necesario
convertir a esa unidad económica que es la empresa concursada en una unidad
capaz de generar ganancias genuinas con las cuales atender su pasivo, lo cual
requería una legislación que diera los medios para ello.
135
A partir de ahora analizaremos brevemente las principales características de
la ley, siempre teniendo en consideración este aspecto liminar: la mayor parte de
las reformas se dirigieron —en el fondo— a autorizar, viabilizar, facilitar reformas
estructurales de la empresa para que ésta pueda realmente superar las causas
que la han llevado a la cesación de pagos, y en caso de fracaso a posibilitar la
cesión de la empresa a un tercero.
136
acuerdo preventivo extrajudicial creado por la ley 25.589, que veremos más
adelante en este mismo Capítulo.
137
Un régimen excepcional fue creado por la ley 25.284 para las entidades
deportivas con dificultades económicas; si bien lo comentaremos en su
momento, cabe adelantar que esta ley constituye uno de los episodios más
vergonzosos de la historia legislativa argentina, pues es una ley de privilegio,
para un deudor en particular (Racing Club), que se extiende a otros clubes sólo
para guardar las formas, y que constituye un despojo groseramente
inconstitucional de los derechos de los acreedores.
a) Comités de acreedores
Se preveía que desde el mismo momento de la apertura del concurso
preventivo comenzara a funcionar el comité de acreedores, compuesto
inicialmente por los tres acreedores quirografarios de mayor monto denunciados
por el deudor, ya posterioripor un acreedor por cada categoría (art. 42, segundo
párrafo). Si bien con la reforma introducida por la ley 26.086, se dudó de la
vigencia del comité desde la misma apertura del concurso, con la ley
26.684, como lo veremos en su momento, la duda quedó disipada. También la
reforma de 2011 modificó la denominación "comité de acreedores" por "comité
de control", incorporando entre sus integrantes a representantes de los
trabajadores.
Las facultades de información y consejo del comité están enunciadas en el
artículo 260. Una vez homologado el acuerdo preventivo, el control del
cumplimiento del acuerdo recae en el comité, cuya designación debe preverse
en la propuesta de acuerdo preventivo.
Finalmente, en la quiebra el comité tiene facultades de consejo en la etapa de
liquidación.
Se dijo que estos comités no habrían de funcionar en la práctica. En la
realidad, estos comités han funcionado en concursos de gran significación
económica (ATC SA, Supercanal SA), a lo que tampoco es ajeno el hecho de
que en esos concursos muchos de los acreedores eran extranjeros, con lo cual
tienen una práctica del funcionamiento de los comités que no tienen los
acreedores argentinos, quienes además suelen temer a eventuales
138
responsabilidades que pudieran atribuirse a quienes ejerzan la función, con lo
cual suelen resignar las designaciones.
Y aun dentro de cada categoría el deudor puede ofrecer alternativas entre las
cuales elegirán libremente los acreedores comprendidos en ella.
De este modo se facilita enormemente la negociación del deudor con sus
acreedores, sincera la realidad subyacente y flexibiliza la propuesta
acomodándola a las necesidades del deudor y a las distintas naturalezas de las
pretensiones o necesidades de cada categoría de acreedores.
Esto sí: para evitar que el deudor pueda crear una categoría "cenicienta", la
propuesta de acuerdo preventivo debe ser aceptada —con las mayorías
legales— en todas y cada una de las categorías. La inexistencia de mayoría en
139
alguna categoría conduce a la quiebra o a la apertura del registro para recibir
ofertas de terceros. A partir de la ley 25.589 el juez puede imponer el acuerdo
preventivo a una clase disidente, pero para ello es necesario el cumplimiento de
una serie de pautas rigurosamente descriptas en el artículo 52 de la LC.
Finalmente la categorización de los acreedores conforme a pautas razonables
es también una forma de dar relevancia a todos los acreedores. En efecto, en el
sistema de la ley 19.551 algunos acreedores no eran siquiera tenidos en cuenta
por no ser relevantes para la obtención de las mayorías. Ahora, al dividirse en
clases y ser necesaria la conformidad de todas las clases para que el acuerdo
sea aprobado, los acreedores pequeños, los quirografarios laborales, los
proveedores, pueden alcanzar mayor peso propio en la adopción de la decisión
de aprobar o no el acuerdo preventivo.
140
sostenido en un trabajo anterior (43) y lo demuestra acabadamente VÍTOLO(44) .
Cabe destacar que planteos de inconstitucionalidad —carentes de mayor
fundamentación— han sido desestimados por los tribunales.
Entendemos además que esta posibilidad de que los acreedores o terceros
intervengan a través de la realización de ofertas de acuerdo preventivo,
constituye un modo de equilibrar el poder negociador entre acreedores y deudor
pues obliga a éste a ofrecer un acuerdo razonable y susceptible de ser cumplido.
De allí que, como veremos más adelante, quizás aparezca como una primera
hipótesis más razonable la recurrencia al acuerdo preventivo extrajudicial vigente
a partir de 2002.
d) Enajenaciones en la quiebra
La ley 24.522 pretende que la liquidación de los activos se haga de manera
inmediata y expeditiva, pues se considera que la subsistencia de la quiebra
constituye un mal social, pues genera gastos amén del deterioro de los bienes
normalmente abandonados a su suerte, con lo cual la dilación hace que ellos
pierdan valor y disminuyan las posibilidades de los acreedores de recuperar su
acreencia.
Para ello la ley manda que la orden de enajenación se incluya en el mismo
auto de quiebra (art. 88, inc. 9º), y luego dispone:
— que la enajenación singular de los bienes se hace sin tasación previa y sin
base (art. 208); sin perjuicio de lo cual autoriza al juez a aplicar las reglas
del artículo 205 en lo que resulte pertinente. De modo que si existen bienes
particularmente valiosos el juez podría disponer que se tasaran y fijar una
base. En definitiva lo deja librado a la prudencia judicial;
— que la venta en licitación ha de hacerse al contado. Esto tiene por objeto
evitar lo que antes expusimos, esto es, que en oportunidades las quiebras
no han podido cobrar los saldos de precio ni recuperar los bienes
enajenados. Pero además, se eliminan problemas de calificación de las
ofertas en punto a la calidad de las garantías;
— que la adjudicación ha de hacerse a la oferta más alta en cuanto a precio,
con lo cual se elimina toda posibilidad de cuestionamiento de la
adjudicación. La ley 26.684 modificó el punto y el juez para adjudicar
deberá tener en cuenta la continuación de la empresa y la conservación de
la fuente de trabajo;
— que en caso de fracaso de la primera venta en licitación, la segunda ha de
hacerse sin base. Se trata de evitar las sucesivas licitaciones fracasadas
por falta de postores, que no sólo dilatan enormemente el trámite de la
quiebra sino que además generan gastos en edictos, publicidad adicional,
etcétera.
Es preciso señalar que la ley trata de robustecer el mensaje imponiendo
sanciones a jueces y síndicos de no cumplirse la liquidación en ciertos períodos
(art. 217).
141
RIVERA decía en Instituciones de Derecho Concursal que lamentablemente los
términos allí fijados son muy breves y la experiencia demuestra que aun un
tribunal expeditivo habría de tener serias dificultades para cumplirlos. Con lo cual
ello traería aparejado un acostumbramiento a la infracción de la norma y por
ende a su derogación por desuetudo (45) . Es lo que ha sucedido en la práctica
en los años que lleva de vigencia la ley 24.522.
142
empresaria en la 19.551, A lo expuesto cabe sumar las deficiencias espantosas
de la ley 26.684 en punto a su técnica (46) .
Por ello la ley 24.522 "cierra" el régimen de los privilegios, al admitir la eficacia
sólo de aquellos reconocidos en la misma Ley de Concursos, con la salvedad de
los originados en "microsistemas": Ley de Entidades Financieras, Ley de
Seguros, Ley de Navegación y Código Aeronáutico.
Por otro lado se ha reducido el asiento de los privilegios laborales. Con ello se
ha atendido a la crítica de la doctrina especializada que veía en el segundo
párrafo del inciso 4º del artículo 265 una solución excesiva, en cuanto ampliaba
enormemente el asiento, y aun de compleja aplicación por la difícil vinculación
entre ciertos asientos y la actividad desplegada por los trabajadores del
establecimiento (48) .
143
En el concurso preventivo ello persigue evitar que los honorarios de la sindicatura
se conviertan en un nuevo problema para el deudor, que a veces contribuye al
fracaso de la solución preventiva.
144
utilice sus genéricas atribuciones para impedirlo, y disponga la no homologación.
En definitiva, no es necesario que la ley repita a cada momento que el juez debe
impedir la concreción del fraude que todo lo corrompe " (50) . Y como se verá
más adelante, la jurisprudencia y gran parte de la doctrina había seguido esta
orientación. De modo que no resultó extraño que la ley 25.589 reformara el
artículo 52, estableciendo que el juez no ha de dar homologación a las
propuestas de acuerdo preventivo fraudulentas o abusivas.
A estas facultades judiciales —una restablecida por la ley 25.589 y otra nacida
con ella— se agregan otras que la ley le reconoce como director del proceso,
tanto en el concurso preventivo como en la quiebra.
La experiencia de otros países demuestra que los trabajadores son parte activa
de las soluciones de las crisis empresarias; en muchos casos ellos han sido parte
de la solución, mediante la capitalización de sus créditos, lo que los ha convertido
en propietarios de partes significativas del capital; aceptando a veces
reducciones de salarios o pérdida de ciertas ventajas a cambio de otros derechos
como la participación en comités de gestión o de control, etc.
145
24.522 autorizaba desde la modificación del convenio colectivo a la adopción de
medidas para la modificación, suspensión o extinción del contrato de trabajo,
amén de que la misma ley concursal preveía el fuero de atracción aun sobre los
juicios de trabajo excluyendo la competencia del juez en lo social (51) .
146
El precepto daba lugar a múltiples cuestiones interpretativas; por ejemplo, si
había disposiciones del convenio colectivo que podían quedar excluidas de la
suspensión (53) . Y en particular dejaba perplejo la remisión al "convenio de
crisis"; ello se debe a que durante la discusión de la Ley de Concursos se
preparaba también un proyecto de Ley de Negociación Colectiva, que debía
contener este "convenio de crisis". Pero la Ley de Negociación Colectiva no fue
sancionada y así la norma apareció desprovista de contenido concreto, salvo
que se propicie la aplicación de la Ley de Negociación Colectiva vigente. De
todos modos quedaban sin respuesta varios interrogantes: entre quiénes se
negociaba el convenio de crisis; qué rol jugaba el comité de acreedores, el
síndico y el juez; qué rol tendría la autoridad administrativa; qué sucedía si no se
llegaba a un acuerdo, etcétera.
Sin perjuicio de los defectos apuntados, es preciso puntualizar que lo que la ley
persiguía es que se renegocien las condiciones de trabajo y que los trabajadores
participen de la solución de la crisis de la empresa. Para la adopción de este
criterio se ha tenido en cuenta que los trabajadores constituyen una parte
fundamental en la solución de los problemas empresarios, y el orden público
muchas veces se ha convertido en una valla infranqueable para obtener
soluciones. De este modo los trabajadores y el empresario podrán estipular
condiciones de trabajo y remuneración con contenidos distintos al del convenio
colectivo, pero siempre teniendo en consideración la Ley de Contrato de Trabajo
como "piso" de los beneficios del trabajador.
Todo este sistema ha quedado suprimido, sin mayores argumentos, por la ley
26.684, al derogarse el segundo párrafo del art. 20, LCQ. La única razón de ser
de la reforma puede ser encontrada en razones fácticas, la inexistencia del
convenio de crisis, por lo que se mantenían las condiciones laborales de los
trabajadores teniendo ultractividad casi todas las condiciones contenidas en los
convenios supuestamente suspendidos.
147
Para facilitar soluciones a la percepción de los créditos del trabajador, se admite
la renuncia a los privilegios de los créditos laborales. Con ello el trabajador podrá
formar una categoría o clase de acreedores, la de los quirografarios laborales,
cuya conformidad será indispensable para la aprobación del acuerdo. Los
trabajadores podrán así participar en soluciones tales como la capitalización de
los créditos, convirtiéndose en socios de la empresa.
33. La novación
148
El artículo 55 de la LC dispone que en todos los casos el acuerdo homologado
importa la novación de todas las obligaciones con origen o causa anterior al
concurso.
Lo cierto es que no parece que este efecto se haya producido; por el contrario,
muchos concursos importantes han terminado con la homologación de acuerdos
que contienen quitas.
Nuestro país tenía dos experiencias, una sociológica y la otra legislativa, que en
alguna medida sirvieron de inspiración a este capítulo de la ley 24.522.
149
La segunda eran los denominados "acuerdos preconcursales", a los que ya nos
hemos referido (v. Nº 24), señalando su escasa —por no decir nula— aplicación
práctica, por la complejidad de su regulación.
Pero sí producía el efecto de dar absoluta estabilidad a los actos que hubieren
sido otorgados o cumplidos en razón del acuerdo extrajudicial homologado, los
que no serían susceptibles de declaración de inoponibilidad si se producía una
quiebra posterior.
ROUILLON señaló que con esta institución, la ley enviaba un claro mensaje a los
deudores y acreedores, cual era la conveniencia de recurrir al procedimiento
extrajudicial, con el cual lograrían la estabilidad de lo acordado y cumplido y, a
la vez, el deudor evitaría la fuerte apuesta que constituye el concurso preventivo
judicial, en el cual ahora se ve expuesto a la posibilidad de que terceros hagan
ofertas más ventajosas o seductoras para los acreedores.
Sin embargo, tampoco la ley 24.522 tuvo suceso, y por ello no existen
prácticamente casos de acuerdos extrajudiciales homologados.
150
La ley vigente contempla en cambio el concursamiento de grupos, así como el
de los garantes de las personas concursadas, resolviendo inicialmente
cuestiones de procedimiento que suelen demorar enormemente el trámite, como
ser las de competencia y designación de síndicos.
Es interesante señalar que la ley prevé que la propuesta de acuerdo tenga dos
modalidades: por cada uno de los sujetos concursados ponderado
individualmente, o tomando en consideración el pasivo total del grupo. En este
último caso la quiebra de cualquiera de los sujetos concursados se extiende de
manera inmediata a los otros.
Hemos señalado supra (v. Nº 24) algunos efectos indeseables de la prolija y muy
técnica regulación que la ley 19.551 hiciera del tema de los actos perjudiciales
para los acreedores otorgados en el período de sospecha.
151
37. Morigeración del carácter sancionador
Es honesto señalar que este capítulo de las reformas de la ley 24.522 ha sido
casi unánimemente criticado, por considerarse que virtualmente anula la
posibilidad de ejercicio de estas acciones.
152
39. Otras reformas
La ley 24.522 ha atendido a otras críticas que se hacían al régimen de la ley
19.551 y en general ha seguido las orientaciones propiciadas por la doctrina.
Entre ellas cabe mencionar:
(i) la morigeración de la interdicción de salida del país, tanto en el concurso
preventivo cuanto en la quiebra (arts. 25 y 103);
(ii) el establecimiento de plazos ciertos de prescripción o caducidad para el
ejercicio de acciones tales como la extensión de quiebra, responsabilidad
de terceros o representantes, declaración de ineficacia concursal y
declaración de pleno derecho de actos inoponibles;
(iii) se ha vuelto a la igualdad de trato al imponer un plazo de perención a las
acciones e incidentes promovidos por el síndico concursal;
(iv) se ha eliminado el acuerdo resolutorio, autorizando al quebrado a solicitar
la conversión de la quiebra en concurso preventivo, satisfaciendo los
recaudos del artículo 11.
40. La sindicatura
153
Dos proyectos de reforma a la ley 24.522 se gestaron a poco tiempo de su
entrada en vigor. El primero, redactado por una comisión integrada por
prestigiosos juristas designada por el Ministerio de Justicia (resolución 89/97). El
segundo fue una reelaboración de este mismo trabajo concretada por el senador
Branda, a la sazón presidente de la Comisión de Legislación General del Senado
de la Nación.
42. Colofón
En síntesis, la ley 24.522 aun dentro del cuerpo de la ley 19.551, no se limitó a
retocarla, a superar defectos menores o coyunturales ni a integrar las soluciones
de la jurisprudencia o eliminar sus desviaciones.
Por el contrario, la nueva ley 24.522 pretendió insuflar un espíritu nuevo, distinto,
al régimen concursal, no ya inspirado en las ideas dirigistas o intervencionistas
que habían privilegiado el "interés general" por encima del interés de los actores
del proceso (deudor, acreedores, trabajadores), sino en las entonces más
corrientes que dejan un margen más amplio a la autocomposición de los
intereses particulares.
Y sobre todo persiguió dar a las empresas los instrumentos que le permitieran
una reestructuración real, de modo de que el concurso preventivo no se limite a
una mera refinanciación de los pasivos, instrumento generalmente insuficiente.
Fue pues una ley adecuada a las circunstancias de su momento y, RIVERA dijera
en Instituciones de Derecho Concursal... : "la vigencia de sus principios estará
sometida a la supervivencia de esas circunstancias"(59) .
154
VI. EL DERECHO CONCURSAL DE LA EMERGENCIA
Antes de entrar a estudiar las dos leyes modificatorias del régimen concursal
sancionadas durante el año 2002, es preciso situarse en las circunstancias
económicas y jurídicas que resultaron fundamentalmente de decisiones políticas
instrumentadas a partir de la ley de emergencia 25.561.
155
Sin duda aquí se centró el gran problema de la pesificación. No en que se
autorizara a los deudores a pagar en moneda devaluada pues eso solo
seguramente no hubiera justificado un planteo de inconstitucionalidad, sino en
que el tipo de cambio se disparó de tal manera que la devaluación prevista fue
superada brutalmente por la realidad que ha llevado el tipo de cambio de 1 peso
por un dólar a principios de enero de 2002 a pesos 3,50 por cada dólar a fines
de noviembre, aunque bajando hacia fines de 2002 y comienzos de 2003. Es
más, hasta el 2009 el dólar no volvió a alcanzar los 3,50 por unidad, esto es la
cotización de siete años atrás.
(iii) Asimétrica
(iv) Flexible
El régimen legal fijó las reglas generales, como corresponde a la legislación; pero
previó la posibilidad de adecuaciones, las que serían realizadas por los tribunales
ponderando las circunstancias particulares de cada caso.
156
Y además estableció una cierta revaluación de las obligaciones por aplicación
del CER o del CVS, lo que en la medida en que el tipo de cambio no se disparase
de una manera exagerada permitiría paliar —aunque más no sea parcialmente—
la pérdida del acreedor. Esto es en definitiva lo que ocurrió; la aplicación del CER
debió haber acercado la obligación pesificada a un valor bastante próximo al de
la moneda extranjera en que había sido pactada originariamente la obligación.
Además estas obligaciones devengaban una tasa de interés mínima para los
depósitos y máxima para los intereses.
157
d) Reprogramación de los depósitos bancarios
f) Evolución de la pesificación
En definitiva la pesificación vino a ser legitimada por los tribunales, y en
particular por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en algunos precedentes
vastamente conocidos. Lo mismo sucedió con la reprogramación de los
depósitos bancarios.
El Congreso de la Nación dio a luz en febrero de 2002 la ley 25.563 que incorporó
algunas reformas al régimen vigente, fundadas en la situación de emergencia
que la Argentina vive desde diciembre de 2001. Esa ley fue promulgada el 14 de
febrero de 2002 y publicada en el Boletín Oficial del 15 de febrero de 2002.
158
a) La emergencia
La ley 25.563, sancionada y promulgada con veto parcial por decreto 318/2002,
constituye un capítulo más dentro de la emergencia económica que comenzó en
nuestro país el 30 de noviembre de 2001, y que se ha exteriorizado en múltiples
normas, en particular en la ley 25.561.
La pretensión del legislador en principio era que la ley fuera de emergencia y por
ende transitoria. Con ello trató de adecuarse a los recaudos que la jurisprudencia
de la Corte (desde "Avico") ha establecido para legitimar la legislación
emergencial, uno de los cuales es la transitoriedad de la misma (61) .
La conclusión era entonces que la intención del legislador fue que las reformas
a la Ley de Concursos —que está entre las mencionadas y de manera
principalísima— eran transitorias, esto es, regían hasta el 10 de diciembre de
2003.
159
En consecuencia el 11 de diciembre de 2003 volvería a regir la Ley de Concursos
24.522 en su texto original.
Sin perjuicio de ello cabe comentar que según surge del debate en el Senado de
la Nación, los senadores entendían que la derogación del artículo 48 de la Ley
de Concursos 24.522 (que establece el denominado cramdown o salvataje que
permite a terceros hacer una oferta de acuerdo preventivo a los acreedores
cuando el deudor ha fracasado en obtener las mayorías) era definitiva (62) .
Consistían en: (i) ampliación a 180 días del período de exclusividad; (ii) prórroga
del período de exclusividad para todos los concursos preventivos en trámite; (iii)
derogación del mínimo —40% del capital a ofrecer— en caso de que la propuesta
concordataria contenga quita; (iv) ampliación del efecto novatorio a los garantes;
(v) derogación del salvataje o "cramdown"; (vi) suspensión por todo el período
de la emergencia de "cualquier tipo de garantías de obligaciones financieras que
de cualquier modo permitan la transferencia del control de las sociedades
concursadas o subsidiarias"; (vii) suspensión —por 180 días hábiles— de todas
las ejecuciones judiciales y extrajudiciales, incluidas las hipotecarias y
prendarias; (viii) reducción de honorarios, y (ix) reducción de la tasa de justicia.
160
Mas la verdad es que en esta reforma la finalidad real no fue facilitar la libre
negociación entre las partes, sino todo lo contrario.
De donde esta fue una reforma oportunista, y que debe ser vista como una pieza
más en un engranaje que se completa con la suspensión de la ejecución de las
garantías, la extensión del efecto novatorio en beneficio de los codeudores, la
obstrucción al take over y la eliminación del cramdown o salvataje del artículo
48.
Con la modificación introducida por la ley 25.563 los efectos del acuerdo se
extendían al fiador y a los codeudores solidarioslos que quedarán obligados
solamente en la extensión de la nueva obligación nacida del acuerdo
homologado.Significaba que las reducciones, quitas, esperas, y demás acuerdos
que el deudor hubiese celebrado con sus acreedores serían oponibles por los
garantes al acreedor, sin necesidad de que este garante se presentara en
concurso preventivo y obtuviera la aprobación de un acuerdo preventivo.
Esto importaba una desnaturalización significativa de las instituciones (67) .
Adviértase que:
— la fianza y otras garantías, deben funcionar en plenitud justamente en el
caso de insolvencia del deudor ; con lo cual ellas quedan desprovistas de
eficacia precisamente en el caso para el cual han sido constituidas;
— la imposición de una modificación de las relaciones obligatorias por vía del
concordato de mayorías, es una solución excepcional, que no puede
extenderse a favor de otros sujetos que no solicitaron la formación de su
concurso preventivo;
— y, esa extensión de los efectos del acuerdo preventivo de un deudor en
beneficio de otro sujeto no concursado (su codeudor o fiador o garante por
161
cualquier título), resulta todavía más insólita si se atiente a que el pasivo del
fiador puede no ser idéntico al del deudor principal, con lo cual no puede
aventurarse ni siquiera como hipótesis, que el fiador o codeudor o garante
hubiera también obtenido una aprobación mayoritaria en un concurso
propio.
Y lo cierto es que hoy existe consenso en que el mal denominado cramdown fue
una incorporación feliz a nuestro régimen concursal y sirvió en la práctica para
evitar la quiebra de algunas empresas de cierta envergadura. Ello más allá de
que el artículo 48 era realmente farragoso y contuviera en el mecanismo algunas
piezas superfluas o mal terminadas. En esa orientación el Proyecto de reformas
que elaborara en 1997 una Comisión designada por el Ministerio de Justicia,
propició modificaciones al sistema pero ampliándolo al patrimonio de las
personas físicas, a las sociedades de personas y a las personas jurídicas no
comerciantes.
Por ello era inexplicable esa derogación del artículo 48. Se intentó fundar esta
solución atrabiliaria en el temor a la posible transferencia de empresas
nacionales a manos extranjeras y esos argumentos se reprodujeron durante el
debate de la ley 25.589. Nos referiremos a ellos al comentar el nuevo artículo
48.
162
permitan la transferencia de control de las sociedades concursadas o sus
subsidiarias".
Lo de la suspensión de medidas de garantías sembró el desconcierto. ¿Qué
quiere decir que se suspende una garantía? Parecía que no había otra solución
que sostener que lo que se suspendía era su ejecución.
Por lo demás era necesario definir cuáles eran las obligaciones financieras ,
lo que traería aparejados no pocos problemas.
(vii) Suspensión de ejecuciones judiciales e hipotecarias
De allí que esta mera suspensión estaba bien encaminada y debería ser la
puerta para una reforma más profunda del sistema concursal en lo que hace a
los derechos de los titulares de créditos con garantías reales.
(viii) Reducción de honorarios
Ha sido una obsesión en todas las reformas a los ordenamientos concursales
introducir modificaciones a los regímenes arancelarios. Esta vez se limita al 1%
del activo prudencialmente estimado en los casos que exceda de 100 millones
de pesos.
Con relación a los honorarios del síndico, la reducción de su retribución para
los casos en trámite ya ha sido declarada inconstitucional por la Corte. De modo
que al menos para las etapas cumplidas durante la vigencia de la ley
24.522, deberá aplicarse la escala prevista en esta ley.
Por otra parte la redacción de la norma la hace absurda; si el activo es de 99
millones el síndico tendrá derecho a la retribución fijada entre el 1 y el 4% del
activo, y si es de 100 millones de pesos tendrá derecho sólo al 1%...
(ix) Reducción de la tasa de justicia
Para los procesos concursales de trámite en la Capital Federal, se reduce la
tasa al 0,75%, y en los procesos superiores a 100 millones de pesos del pasivo
verificado, la tasa es del 0,25%. Lo cierto es que esto es aplicable sólo en el
163
orden nacional (Capital Federal y territorios nacionales), mientras que en el resto
del país —que es donde tramitan gran número de concursos— la reducción
depende de la eventual reforma de los códigos tributarios y leyes impositivas
locales. Esta norma sí constituye un progreso y un beneficio, pues el erario
público nunca ha incrementado notablemente sus ingresos con este aporte, y,
en cambio, en numerosas ocasiones la imposibilidad de hacer frente a tasas
excesivas (que en algunas jurisdicciones llegaron al 3%) produjo la quiebra de la
concursada. También, para contrarrestar ese exceso, las tasas exorbitantes
fueron declaradas inconstitucionales.
Debería haberse completado la reforma alcanzando a los concursos de grupos
y garantes, esto es, que en esas hipótesis, el impuesto se calculara sobre el
"pasivo consolidado" de modo de evitar una múltiple imposición. Así lo había
propuesto RIVERA en un trabajo anterior (71) .
(x) Concursos preventivos con acuerdo homologado
De este modo se acordó un verdadero plazo legal de gracia para los deudores
con acuerdo homologado, por la obvia referencia a la LC 24.522.
La duda que generaba esta previsión era si ella se aplicaba a todas las
obligaciones del concursado causadas en el acuerdo. Adviértase que no
necesariamente el acuerdo ha de consistir en el pago de una suma de dinero,
sino que puede prever: una dación en pago, una constitución de sociedad con
los acreedores, la capitalización de ciertas acreencias, la escrituración de un
inmueble, etcétera. Para éstas no parecería que hubiera razón para el plazo de
gracia, que sin duda debió haberse limitado a aquellas obligaciones de pagar en
dinero (72) .
En una primera instancia parecía dirigida al pedido de quiebra por acreedor (73) ,
particularmente por la mención del artículo 85 de la ley vigente; pero también se
ha sostenido que sólo suspende los pedidos de quiebra indirecta toda vez que
se encuentra en el capítulo De los deudores en concurso preventivo(74) .
164
(xii) Acceso al crédito
La norma del artículo 12, textualmente prevé: "El Banco Central de la República
Argentina procederá a reglamentar la eliminación de toda restricción que de
cualquier modo impida, obstaculice o encarezca el acceso al crédito de las
personas físicas y/o jurídicas concursadas. El Banco Central de la República
Argentina instrumentará una línea de redescuentos destinada a las entidades
financieras que asistan a las empresas concursadas que se encuentren en la
etapa prevista en el artículo 43 de la Ley 24.522 que tenga por efecto asegurar
a los concursados el acceso a créditos y avales suficientes para formular una
propuesta de acuerdo a sus acreedores que sea considerada razonable y viable
por la entidad bancaria a cuyo cargo se encuentre la asistencia crediticia ".
165
preventivo extrajudicial o declaren eldefaultde algunas obligaciones, como ha
sucedido recientemente con una empresa distribuidora de gas que ha sido
"intervenida" por decisión de un organismo administrativo por incumplir cierta
obligación con el argumento de que ello pone en peligro la prestación del servicio
(!).
O sea que se va en el camino inverso al de la ley 25.563.
e) Lo que no se aprobó
El proyecto inicial proponía también:
— que en caso de no obtenerse la aprobación del acuerdo preventivo el juez
debería disponer la capitalización obligatoria de los créditos, que se
convertirían en acciones preferidas, sin derechos políticos, y cuya
preferencia existiría sólo en la liquidación de la compañía;
— la extinción de las garantías cuya ejecución permitiera asumir el control de
la sociedad concursada.
La inconstitucionalidad de estos disparates era tan notoria que el Senado las
eliminó.
f) Conclusiones
La ley 25.563 fue un baldón en la historia de la legislación argentina.
Si bien se mira, esta ley tenía algunas disposiciones que actuaban de manera
armónica para despojar a los acreedores.
166
de la quiebra, de la cual —como decía el juez Mosso— los acreedores
huyen como se huía de la peste en la Edad Media;
— mientras duraba el concurso tampoco se podía ejecutar la prenda de las
acciones, pues esta ejecución estaba suspendida hasta el 10 de diciembre
de 2003;
— llegado el 10 de diciembre de 2003 el acreedor prendario tampoco podría
hacer efectiva su garantía, pues homologado el acuerdo preventivo de la
sociedad, los accionistas garantes estarían beneficiados por los alcances
de ese acuerdo, con lo cual habrían visto reducida y extendida su deuda, y
por ende no estarían en mora.
Suenen los clarines: la maniobra estaba consumada.
167
económica") (77) , lo que se produce a los pocos meses de su entrada en
vigencia.
(ii) Las previsiones sobre las empresas argentinas (en particular las endeudadas
en divisas)
La instrucción era llegar a un acuerdo con el FMI sobre estas leyes, pero luego
había que convencer a senadores y diputados nacionales que semanas antes
habían votado la ley 25.563. Eso fue tarea del Ministro Lavagna y del Jefe de
Gabinete (en un principio Capitanich, luego Atanasoff). Los Dres. Juan Anich y
Julio César Rivera, tuvieron que presentar el proyecto ante la reunión conjunta
de las comisiones de Presupuesto y de Legislación General de la Cámara de
Diputados.
168
Finalmente se llegó a un texto que fue sancionado como ley 25.589.
La ley 25.589 derogó ese artículo, pero hay que tener en cuenta que el artículo
20 del mismo texto dispone: "Esta ley entra a regir el día de su publicación y se
aplica a los concursos en trámite. La aplicación de esta ley no modifica los plazos
o fechas establecidos en cada caso por el juez, pero queda derogada
expresamente la previsión contenida en el primer párrafo del artículo 43 de la ley
24.522, texto según ley 25.563 que autorizaba a extender el período de
exclusividad. En función de ello, el juez no podrá por ninguna razón ampliar o
prorrogar el período de exclusividad ya establecido, ni suspender, postergar o
169
modificar la fecha de la audiencia informativa prevista por el artículo 45, quinto
párrafo, ley 24.522".
Por lo que a esa fecha se harían exigibles las cuotas concordatarias que habían
sido prorrogadas por aquella ley de emergencia.
170
1) Restablecimiento del artículo 55 de la ley 24.522. El alcance del efecto
novatorio del acuerdo preventivo
171
empresas y conservar el aparato productivo lo más activo posible, y con ello
las fuentes de empleo;
— que el límite no es un contenido esencial, tanto que en la misma ley 24.522
ese mínimo no se exige cuando se trata de la oferta por terceros (art. 48,
en su redacción original);
— que la misma ley 25.589 incorpora una facultad judicial muy importante: el
juez puede no homologar el acuerdo cuando él es abusivo o en fraude a la
ley, lo cual opera a modo de balance con la atribución del deudor de ofrecer
un acuerdo por debajo del 40% que preveía la ley 24.522.
172
jurídica; como señaló algún autor, "los accionistas se compraban a sí
mismos";
— se mantiene la idea de que es el primero que obtiene las conformidades
quien tiene derecho a requerir la homologación del acuerdo preventivo.
173
— en caso de que verifique el fiduciario o trustee , ¿es necesaria alguna
ratificación de los tomadores finales del crédito?;
— ¿tiene el trustee derecho de voto?, o
— ¿deben votar los tomadores de bonos individualmente?;
— en cualquier caso ¿cuál es el procedimiento y cómo se computan los votos?
A esta compleja situación tuvieron que responder los jueces sin el apoyo de
un texto legal.
Pero ello no era suficiente, pues era previsible que durante el año 2002 se
presentaran solicitudes de concursos de compañías endeudadas en el exterior
conforme a estos mecanismos, conforme efectivamente sucedió —y por ello era
conveniente establecer en la ley un régimen de verificación y voto.
A esta situación se dirigen las disposiciones de los artículos 32 bis y 45 bis de
la ley 24.522 incorporados por la ley 25.589, el primero de los cuales se refiere
a la legitimación del representante colectivo para verificar y el otro al mecanismo
para recoger la votación.
2) Homologación del acuerdo preventivo
Como en alguna medida ya fue dicho, la ley 24.522 modificó esencialmente el
régimen de la homologación del acuerdo preventivo, al privar al juez de la
facultad de no homologarlo, atribución que en el régimen de la ley 19.551 podía
ejercer cuando se dieran las circunstancias del artículo 61 de aquel régimen;
pero tal norma fue relativizada por la doctrina y la jurisprudencia.
Pero por otro lado, los autores también se interesaron en el
verdadero cramdown , esto es, en la facultad del juez de imponer el acuerdo
preventivo a alguna clase disidente, siempre que se diesen ciertas condiciones
que asegurasen a esa clase un trato equitativo; así lo había recomendado —
aunque con técnica cuestionable— el Proyecto de reformas de 1997.
En esta orientación, la ley 25.589 incluye un nuevo artículo 52 de la ley
24.522, el que ahora prevé tanto que el juez no ha de homologar las propuestas
abusivas o fraudulentas, cuanto la atribución del juez de imponer la
homologación del acuerdo a categorías de acreedores disidentes, es decir, que
no hubiesen dado las mayorías exigidas por la ley en esa categoría.
De donde, ahora en nuestro Derecho se restableció la facultad judicial de no
homologar el acuerdo cuando este sea abusivo o en fraude a la ley, y a la vez —
obrando a modo de fiel de la balanza— el juez puede imponer el acuerdo a una
clase disidente.
3) El acuerdo preventivo extrajudicial
Hemos dicho en el Capítulo anterior que la crisis de la judicialidad se evidencia
en la tendencia cada vez más notoria de la legislación comparada de privilegiar
las soluciones extrajudiciales (Cap. I, Nº 43).
174
institutos tuvieron una finalidad timorata: sólo evitar la declaración de
inoponibilidad de los actos cumplidos en razón de esos acuerdos.
Las reformas inciden en el aspecto nuclear, esencial, del sistema, pues ahora el
acuerdo extrajudicial es un verdadero acuerdo preventivo.
175
Es un ejemplo de las soluciones mágicas, nacidas al amparo del voluntarismo
que cree en la supervivencia de las empresas sin crédito ni tecnología ni
gerenciamiento, y que ha sido largamente denunciada por la doctrina. En
general, esto tiene éxito solamente en casos marginales, de pequeños talleres
sin mayor relevancia económica, aunque seguramente causarán daño a los
acreedores que verán postergadas sus expectativas de cobro.
Por otra parte, el artículo 190 tiene una considerable omisión; la cooperativa
actúa a su propio riesgo empresarial, o los pasivos que asuma serán soportados
por la quiebra. Parecería que lo lógico es lo primero, desde que la cooperativa
es una nueva y distinta persona jurídica, y que la ley excluye expresamente que
su actividad pueda generar nuevos pasivos laborales. Remitimos para el
tratamiento de este tema al Capítulo XIV.
i) Entrada en vigencia de la ley 25.589
La ley entró en vigor el día 16 de mayo de 2002, pues el artículo 20 dispone que
lo hace el día de su publicación.
Ella se aplicó a los juicios en trámite; así lo prevé el mismo artículo 20 y esta
técnica es reiterada en materia concursal, pues tanto la ley 24.522 como la
25.563, y ahora ésta, se han aplicado de manera inmediata a los juicios
pendientes.
j) Valoración
176
de protección de las sociedades que hacen al "acervo cultural", cuya única razón
fue proteger a cierta empresa de medios de difusión de la acción de sus legítimos
acreedores.
177
d) Determinar las deudas que existan contra las entidades mencionadas en el
artículo 1º, de conformidad con el procedimiento establecido en las disposiciones
del Título II, Capítulo III, Sección III de la ley 24.522.
e) Dictaminar respecto de todas las solicitudes de verificación de los créditos
y privilegios contra las entidades sobre las que haya recaído sentencia de
quiebra posterior a la sanción de la presente ley y continuar las actuaciones
incidentales y/o cualquier proceso en trámite. En todos los casos se aplicarán las
disposiciones del Título II, Capítulo III, Sección III de la ley 24.522.
f) Individualizar cada uno de los bienes fideicomitidos y determinar el valor
realizable de ellos en oportunidad de cada distribución.
g) Elaborar el presupuesto anual de ingresos y egresos, no pudiendo apartarse
de él, salvo que por razones de fuerza mayor o caso fortuito el juez determinara
hacerlo, a fin de no agravar la situación de los acreedores ni de la institución
comprometida.
h) Designar al personal técnico y administrativo necesario para el
funcionamiento institucional.
i) Realizar mediante licitación toda contratación de servicio que supere el giro
ordinario de la administración para el normal funcionamiento de la entidad.
j) Presentar al juez un informe trimestral sobre los avances de la gestión, bajo
apercibimiento de ser considerado su incumplimiento causal de mal desempeño
del cargo. En el primer informe que se presente deberán expedirse con respecto
a todos los contratos pendientes, debiendo opinar sobre su continuación,
resolución o renegociación.
k) Rendir cuenta al juez sobre el estado del patrimonio fiduciario, con la
periodicidad que aquél fije, la que podrá ser también solicitada judicialmente por
los acreedores y socios de la entidad.
l) Instruir sumarios administrativos a las tres últimas administraciones de la
entidad, siempre que existan presunciones de la comisión de actos u omisiones
contrarios a las leyes, estatutos y reglamentos, de los cuales pueda derivarse un
perjuicio contra la entidad involucrada, debiendo garantizarse en todos los casos
el derecho de defensa de los sumariados, conforme a las leyes procesales
vigentes en cada jurisdicción.
A su vez, el sistema de liquidación de bienes persigue que la distribución del
producido por la realización de los bienes fideicomitidos, así como también del
porcentaje de los ingresos generados a favor de los acreedores, pueda realizarse
hasta dos veces en el transcurso de cada ejercicio.
Las sumas parciales a distribuir las determinará el juez, previo informe de los
fiduciarios y de los peritos judiciales, de acuerdo a los bienes existentes y
recursos percibidos durante la gestión.
178
Un tema particular es el relativo a que la administración fiduciaria emitirá
certificados representativos del pasivo consolidado, a favor de los acreedores
definitivamente declarados como tales. Estos certificados deberán ser
nominativos y podrán negociarse por vía de endoso y en ningún caso
devengarán intereses.
179
emprendimientos de esas características—, la norma descripta presenta un
sinnúmero de errores jurídicos tanto de fondo como de procedimiento. Entre ellos
puede destacarse especialmente que la nueva regulación no prevé la posibilidad
de que exista salvataje por vía de que otra empresa nacional pueda rescatar el
emprendimiento en crisis y en quiebra virtual, dejando el potencial rescate sólo
en manos de eventuales interesados extranjeros, quienes deberán ser
previamente autorizados a hacerlo por parte del Poder Ejecutivo Nacional. La
contradicción entre los propósitos protectores invocados por el legislador para
sancionar la norma, y el resultado concreto salta a la vista.
49. Antecedentes
Con la reforma de la ley 26.086 —que introduce modificaciones al texto de
la ley 24.522 (85) — se pone una vez más de manifiesto la tendencia a intentar
alterar realidades económicas y sociales —que obedecen a otras causas— por
medio de la modificación de la Ley de Quiebras. Del análisis que efectuaremos
podrá deducirse que la misma debe evaluarse negativamente y que muy lejos
está de poder alcanzar los propósitos enunciados por el legislador para justificar
la sanción de la ley.
¿Cuáles han sido los elementos que motivaron la reforma introducida por la ley
26.086 al texto de la ley 24.522? (86) .
180
omnicomprensiva de responsabilidades que se está gestando (90) —; iv)
perdurabilidad en el tiempo de los conflictos no atraídos con la prolongación de
los plazos de prescripción de ciertos créditos preconcursales (91) ; v) eliminación
de la posible injerencia de los acreedores en el control concursal durante la etapa
verificatoria (92) ; vi) aumento de las funciones y responsabilidades sindicales
convirtiendo al síndico concursal —por una nueva función otorgada— en una
suerte de coadministrador para el manejo del pago de ciertas obligaciones
laborales del deudor (93) , y vii) evitar ciertos abusos en los que habrían incurrido
algunos deudores que recurrieron al instituto del acuerdo preventivo extrajudicial
para reestructurar pasivos (94) .
Asimismo, la nueva norma —al modificar el inciso 11 del artículo 14, de la ley
24.522— dispone que en la resolución de apertura del concurso el juez debe
correr vista al síndico para que en el plazo de diez días se pronuncie sobre los
pasivos laborales; realice una auditoría en la documentación legal y contable e
informe sobre la existencia de otros créditos laborales comprendidos en el pronto
pago; y explique la situación futura de los trabajadores en relación de
dependencia ante la suspensión del convenio colectivo de trabajo ordenada por
el artículo 20 de la Ley de Quiebras. Y todo ello en sólo diez días (95) .
Por si con sus funciones naturales, con más las mencionadas que se incorporan,
el síndico no tuviera ya bastante responsabilidad, se le impone la participación
necesaria en todos los procesos de conocimiento y juicios laborales contra el
concursado, los que —contrariamente al sistema originario de la ley 24.522—
181
continúan tramitando en sus tribunales de radicación anterior y no son atraídos
por el concurso. Imaginar esta actuación a nivel nacional en un país federal con
enorme cantidad de jurisdicciones judiciales sólo refresca algunas frustrantes
historias vividas durante la vigencia de la ley 19.551 (96) .
De ello deriva que los únicos juicios contra el concursado que realmente se
suspenden son las ejecuciones que no sean de garantías reales; todos los
demás continuarán su trámite regular por ante el tribunal competente.
183
Sin duda esta reforma altera la celeridad del proceso de reorganización de la
empresa o de liquidación de los bienes —según sea el caso— y quita todo poder
al juez del proceso universal sobre estos créditos, ya que como hemos dicho, la
sentencia será dictada por un juez extraño al concurso, la cual establecerá el
monto que deberá ser incorporado al pasivo del deudor concursado o fallido, sin
que los demás acreedores tengan una amplia posibilidad de discutir o atacar la
validez, legitimidad, o alcances del crédito, ya que la discusión sobre estos
aspectos queda fuera del proceso concursal y se mantiene —en principio, según
se desprende de la reforma— en el ámbito del juez con competencia específica
en el conflicto.
Finalmente, en contradicción con lo dispuesto por el texto original de la ley
24.522, la nueva norma sancionada dispone que en los procesos que no se
atraen —salvo en los fundados en relaciones de familia, expropiación y ejecución
de garantías reales—, es decir en los procesos de conocimiento y juicios
laborales, no procederá el dictado de medidas cautelares y las que se hubieren
ordenado deben ser levantadas por el juez del concurso previa vista a los
interesados (101) .
En lo que a los procesos de quiebra se refiere, los artículos 7º y 8º de la ley
26.086 modifican la redacción de los artículos 132 y 133 de la ley 24.522 de
modo de adecuarlos al nuevo criterio vigente en materia de fuero de atracción y
respecto de los litisconsorcios pasivos necesarios.
El artículo 9º de la ley 26.086 —por su parte— dispone que a los juicios
excluidos del fuero de atracción por el artículo 21, que a la fecha de entrada en
vigencia de la ley se encuentren radicados ante el juez concursal, les serán
aplicadas de inmediato las modificaciones introducidas a la competencia
material, debiendo ser remitidas las actuaciones a la justicia originariamente
competente dentro de los quince días hábiles. Quedan exceptuados aquellos
casos en los que en el expediente se hubiera dictado el llamado de autos para
sentencia, los créditos de pronto pago y aquellos juicios en los que se hubiera
optado por la verificación del crédito según lo previsto por el artículo 21, inciso
1º de la ley 24.522.
Cuando RIVERA hizo el primer comentario a esta reforma con los
colegas ROITMAN y VÍTOLO(102) , imaginaban el desbande de expedientes que
se avecinaba, con la generación de incontables incidentes entre los distintos
tribunales, lo que acarrea demoras inconmensurables en la tramitación de todos
esos procesos "reasignados" a diversos tribunales a lo largo y a lo ancho del
país. Y efectivamente así ha sucedido; algunos expedientes han "desaparecido"
probablemente para siempre, se han planteado infinitas cuestiones de
competencia, los trámites se han dilatado y complicado de una manera increíble,
sólo para que algunos juzgados comerciales de la Capital Federal se liberaran
de continuar tramitando algunos cientos de causas.
184
que dentro del plazo de diez días de emitido el informe por parte del síndico
respecto de la situación de los créditos laborales, el juez del concurso autorizará
el pago de: i) las remuneraciones debidas al trabajador; ii) las indemnizaciones
por accidentes de trabajo o enfermedades laborales; iii) las sanciones
conminatorias por omisión de ingresos de aportes retenidos previstas en el
artículo 132 bis de la ley de contrato de trabajo 20.744 —si se diera el supuesto—
; iv) indemnizaciones agravadas por despidos por causa de embarazo —artículo
178 de la ley 20.744— si existiera el supuesto; v) las correspondientes al despido
por causa de matrimonio —artículo 182 de la ley 20.744— si se diera el
supuesto; vi) las indemnizaciones sustitutivas del preaviso, integración de
indemnización con salarios del mes de despido, y la indemnización por
antigüedad, aun en caso de despido indirecto —artículos
232, 233, 245, 246, 247 y 248 de la ley 20.744—; vii) las indemnizaciones
agravadas de la ley 25.877 —artículos 4º y 5º—; viii) las indemnizaciones
agravadas para relaciones laborales no registradas o registradas de modo
deficiente contempladas en la ley 25.323 —artículos 1º y 2º—; ix) las
indemnizaciones agravadas de la Ley de Empleo 24.013 —artículos 8º, 9º, 10,
11 y 15; x) las indemnizaciones suplementarias y sancionatorias previstas en la
Ley de Prevención de la Evasión Fiscal 25.345 —artículos 44 y 45—, y xi) la
doble indemnización prevista en la Ley 25.561 de Emergencia Pública (que ya
no está en vigencia).
Ello siempre que estos conceptos y créditos surjan del informe que debe
realizar el síndico y que gocen de privilegio general o especial. Como puede
advertirse, es una larga lista de reclamos la que integra el régimen de pronto
pago.
Podemos imaginar la responsabilidad del síndico en este proceso y la
situación en la cual se lo coloca frente al concursado, al emprendimiento y su
posibilidad de continuación mientras se desenvuelve el proceso concursal, y en
relación con el interés particular de los acreedores laborales. Ello especialmente
porque la norma legal también dispuso que estos créditos serán abonados en su
totalidad si existieren fondos líquidos disponibles y que, en caso contrario —y
hasta que se detecte la existencia de fondos líquidos por parte del síndico—, el
funcionario concursal debía afectar el 1% mensual del ingreso bruto de la
concursada a este efecto.
Adicionalmente el síndico debía elaborar un plan de pago para los acreedores
titulares del derecho a pronto pago realizando un control e informe mensual,
incluyendo las modificaciones necesarias —si existen fondos líquidos— a
efectos de pagar la totalidad de los pronto pagos o modificar el plan de pago
oportunamente presentado al tribunal.
La reforma innova fuertemente en el régimen de pronto pago descartando
totalmente el concepto que contenía la originaria versión de la ley 24.522 que
afectaba para el pronto pago en forma prioritaria el "resultado de la explotación"
—en el caso de concurso preventivo (art. 16 en su anterior versión)— y los
"primeros fondos" —en el caso de quiebra— (art. 183). Bajo este régimen, el
pronto pago de los créditos laborales podía impactar directamente la caja del
deudor concursado y su disponibilidad de fondos "líquidos" sin siquiera evaluar
la rentabilidad real del emprendimiento o la afectación de la capacidad para
continuar con la actividad.
185
Ahora bien, en el caso de que el crédito que reclama el trabajador como
amparado bajo el régimen de pronto pago no estuviera incluido en el listado que
confecciona el síndico, no por ello el trabajador debe recurrir al proceso de
verificación de créditos reglado en el artículo 32 de la ley 24.522 ni promover
juicio laboral en el fuero respectivo. Simplemente deberá presentar su solicitud
de pronto pago y, previa vista al síndico y al concursado, el juez resolverá
admitiendo o denegando la petición. Siendo en todos los casos la decisión
apelable, aquella que deniegue el pronto pago habilitará al acreedor laboral para
iniciar o continuar el juicio de conocimiento laboral ante el juez natural, y la que
lo admita tendrá calidad de decisión pasada en cosa material juzgada e importará
la verificación del crédito en el pasivo concursal.
De todos modos la reforma no parece haber tenido gran eficacia, y los
denominados "pronto pago" siguen siendo un mecanismo de incorporación al
pasivo pero no un medio para cobrar anticipadamente.
El régimen descripto fue reformado parcialmente por la ley 26.684, a la cual
aludimos más abajo.
La reforma introducida por la ley 26.086 —artículo 5º— modifica este criterio
estableciendo que si el título verificatorio fuera una sentencia de un juicio
tramitado por ante un tribunal distinto al del concurso, el pedido de verificación
no se considerará tardío si, no obstante haberse excedido el plazo de dos años,
el reclamo se produce dentro de los seis meses de haber quedado firme la
sentencia.
En primer lugar cabe señalar que esta disposición es inútil, pues si un proceso
judicial ha continuado su trámite hasta la sentencia, jamás podría haberse
producido la prescripción, pues su curso está interrumpido por la existencia del
proceso judicial; en este sentido llama la atención la intervención de los
186
legisladores en el debate de la Cámara de Senadores cuando dicen que esta
regla se incorpora para evitar la prescripción.
Esta modificación fue sumamente pertinente para evitar los abusos en que
incurrieron ciertos deudores al presentar solicitudes de homologación de
acuerdos inconclusos o con defectos sustanciales o formales, con el mero
objetivo de detener las acciones de contenido patrimonial iniciadas por
acreedores no participantes del acuerdo u opuestos a él.
187
Como consecuencia de haber reformado totalmente la redacción del inciso 11
del artículo 14 de la ley 24.522, a través del artículo 1º de la ley 26.086, ha
quedado eliminada definitivamente la obligación del juez de constituir —como
parte integrante de la resolución de apertura del concurso— el Comité Provisorio
de Acreedores, actualmente denominado Comité de Control (ley 26.684), y la
disposición que fijaba la forma de composición del mismo, tal como estaba
previsto en la redacción originaria de la ley 24.522. No conocemos si esto ha
sido por distracción o si la modificación persigue algún fin específico.
Lo cierto es que el Comité, como tal, no ha desaparecido del conjunto de
órganos del concurso (art. 260) —aunque sea un órgano de mera información y
consejo—, manteniendo funciones e intervenciones específicas tales como las
previstas en el artículo 16, aunque lo relativo a la forma y oportunidad de su
composición queda librado —ahora— al criterio judicial.
188
del deudor, pero no excluye la posibilidad de mantenimiento del emprendimiento
por la vía de la enajenación de la empresa en marcha.
189
La ley 24.522 hizo una reglamentación estricta de la continuación de la
empresa bajo administración sindical que había dado pésimos resultados
durante la vigencia de la ley 19.551.
Pero esa finalidad de la ley 24.522 se frustró con la crisis de 2002 a partir de
la cual se han incorporado dos nuevos sistemas.
El primero de ellos por vía legal: a partir de la ley 25.589, la Ley de Concursos
dispuso que cooperativas de trabajo formadas por cierto porcentaje del personal
de la empresa quebrada pueden continuar la actividad empresaria, lo cual fue
reafirmado e incrementado por la reforma de la Ley 26.684.
Este criterio de la Corte tuvo aplicación por el eficaz juez comercial subrogante
Dr. Cárrega en su sentencia dictada en la causa Ghelco(106) .
De todos modos alguien podría pensar que desde el punto de vista de los
acreedores la expropiación no sería cuestionable en la medida en que la
190
indemnización a pagar sustituiría el activo, o mejor dicho, se transformaría en el
activo de la quiebra.
191
concurso a los tribunales neuquinos; los ocupantes utilizan los activos fabriles
desde hace años, comercializan los productos con la marca de la quebrada y ya
en la etapa de la quiebra han "locado" la planta por una suma irrisoria luego de
haber proferido toda suerte de amenazas contra el tribunal porteño para el caso
de que se le ocurriera aplicar la ley y liquidar los activos conforme a los
mecanismos previstos por la ley de quiebras.
192
"...todos los ciudadanos están sometidos a las leyes y ninguno puede invocar
en su favor derechos supralegales, por lo que "aun en la hipótesis de que
los obreros tuvieran toda la razón y la empresa ninguna, sería siempre
verdad que la ocupación de la fábrica por aquellos es ilegítima, como vía de
hecho no autorizada por las leyes " (110) .
Por lo que una cosa es la expresión de ideas, aun incompatibles con el sistema
democrático y liberal de la Constitución, y otra cosa es admitir que la fuerza
predomine avasallando así a los derechos y garantías reconocidos por la
Constitución Nacional.
53. Resultados
Y cuáles son los resultados de esta irrupción de los trabajadores como nuevos
dueños de las empresas, pomposamente calificadas por algunos como "fábricas
sin patrones".
Por lo tanto: las empresas "recuperadas" tienen una actividad reducida, suelen
diferir el pago de impuestos y tasas, carecen de capital de trabajo, no tienen
crédito en la plaza y a veces hasta protestan porque tienen que conseguir
habilitaciones para hacer funcionar los establecimientos. Con lo cual en la
realidad subsisten en base a subsidios y su penetración en el mercado es
mínima(111) .
193
X. UNA CURIOSA REFORMA CASI INADVERTIDA: LEY 26.422
54. Antecedentes
Es sabido que en Argentina existe una Ley de Presupuesto que lleva el
Nº 11.672 y que todos los años el Congreso debe tratar el presupuesto del
Estado Nacional para el año siguiente.
Más de una vez por la vía de la ley anual de presupuesto se han incorporado
disposiciones de derecho de fondo que "tardan" en ser descubiertas por los
especialistas justamente porque aparecen emboscadas en la maraña casi
indescifrable del presupuesto.
Esta conducta tan propia de un Estado con instituciones hiper-débiles como
es Argentina, se repitió al aprobarse el presupuesto para el año 2009 por ley
2.622 sancionada el 5 de noviembre de 2008.
El art. 61 de la ley 26.422 modificó el artículo 44 de la ley 11.672 y en él
introdujo una extrañísima novedad: excluye la aplicación de ciertos preceptos de
la Ley de Concursos para ciertas operaciones.
Examinaremos tal previsión normativa:
194
Para la fijación de los precios de las operaciones se deberán tomar en
cuenta los valores existentes en los mercados y/o utilizar los mecanismos
usuales específicos para cada transacción.
Los instrumentos que se adquieran mediante estas operaciones o por ventas
de activos podrán mantenerse en cartera a fin de poder utilizarlos en
operaciones de pase, opciones, conversiones y cualquier otro tipo de
operación habitual en los mercados.
Cuando en alguna de dichas operaciones la contraparte de la SECRETARIA
DE HACIENDA y la SECRETARIA DE FINANZAS ambas del MINISTERIO
DE ECONOMIA Y PRODUCCIONse encontrare sujeta a cualquiera de los
procedimientos regidos por la Ley 24.522 o los previstos en los artículos 34,
35 bis, 44, 48, 50 y siguientes de la Ley 21.526 y sus modificaciones, y al
cual fueran aplicables las disposiciones de la Ley 24.522, no serán de
aplicación:
a) El artículo 118 inciso 3º de la Ley 24.522 respecto y en la medida de
garantías adicionales constituidas por la contraparte del Estado con
posterioridad a la celebración de una o más operaciones debido a la
variación del valor de mercado del o los activos a los cuales se refieren tales
operaciones si la obligación de constituir tales garantías adicionales hubiera
sido acordada antes o en oportunidad de la celebración de la o las
operaciones respectivas;
b) Los artículos 20, 130, 144 y 145 de la Ley 24.522, permitiendo el ejercicio
por parte del Estado de sus derechos contractuales a rescindir
anticipadamente tales operaciones, a efectuar compensaciones de créditos
y débitos recíprocos a los valores acordados contractualmente por las partes
y a ejecutar las garantías correspondientes.
Asimismo, dentro de las facultades otorgadas por el presente artículo, la
SECRETARIA DE HACIENDA y la SECRETARIA DE FINANZAS ambas
dependientes del MINISTERIO DE ECONOMIA Y PRODUCCION, podrán
realizar operaciones de cesión y/o disposición de créditos contra particulares
provenientes de créditos devengados o facilidades de pago de deudas
fiscales o previsionales mediante cualquier modalidad aceptada en los
mercados financieros del país o del exterior.
Estas operaciones no se considerarán operaciones de crédito público y por
lo tanto no se hallan sujetas a los límites impuestos por el artículo 60 de
la Ley 24.156, de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del
Sector Público Nacional.
56. Desarrollo
195
financieros, opciones y, en general, cualquier otra transacción financiera habitual
en los mercados de productos derivados .
b) Sujetos autorizados
Los sujetos autorizados a celebrar estas operaciones son la Secretaría de
Hacienda y la Secretaría de Finanzas ambas dependientes del Ministerio de
Economía y Producción y podrán realizarse a través de entidades
creadas adhoc .
En otras palabras, la ineficacia de pleno derecho del art. 118, inc. 3º, no aplica
en el caso en que al tiempo de la celebración del negocio se haya estipulado la
196
obligación de la parte privada de constituir una garantía real por ejemplo si los
activos tuviesen una cotización inferior a "x".
Ahora bien, lo notable es que esta es una excepción que funciona a favor de
un solo acreedor: el Estado Nacional.
Si la intención del legislador ha sido dar cierta estabilidad a negocios en
los mercados de productos derivados pudo haber previsto la excepción para
cualquier operación y no sólo para un acreedor determinado.
197
herramienta para reestatizar servicios y obras públicas privatizadas en otras
épocas.
(iii) No aplicación del art. 130 LC
El artículo 130 se refiere a la compensación, uno de los modos ordinarios de
extinción de las obligaciones regulado en el Código Civil; la Ley de Concursos
establece que la compensación sólo tiene efecto si se ha producido antes de la
quiebra.
De modo que si antes de la declaración de quiebra los créditos del fallido y de
la contraparte eran líquidos, exigibles y estaban expeditos, se produce el efecto
de la compensación, y por lo tanto las obligaciones se extinguen hasta el importe
de la menor.
Pero si alguno de los créditos es de vencimiento posterior a la quiebra o no se
da alguno de los recaudos, la compensación no opera. De donde el
contratante in bonis debe cumplir su obligación y verificar su crédito en la quiebra
para cobrar en moneda de quiebra.
De este modo se preserva la igualdad entre los acreedores.
La excepción a favor del Estado Nacional es de dudosa constitucionalidad,
pues afecta el principio de igualdad ante la ley, máxime cuando en materia
concursal ese principio es particularmente relevante.
El segundo error era creer que éste es un medio para paliar la desocupación o
para preservar las empresas. Lo hemos señalado antes, salvo casos
198
excepcionalísimos las cooperativas obreras van a subsistir de subsidios o lisa y
llanamente van a terminar en un fracaso (114) .
199
afectados a cubrir contingencias de salud, alimentarias u otras que no
admitieran demoras.
— En concordancia con el plenario "Excursionistas" dictado contra legem , se
excluye de la suspensión de intereses, los créditos laborales
correspondientes a salarios o indemnizaciones.
— Se elimina el efecto que la apertura del concurso provocaba respecto de
los Convenios Colectivos de Trabajo (2º párr., art. 20, LC).
— Como nuevo recaudo dirigido al síndico, se exige que el anoticiamiento de
la apertura del concurso preventivo que el funcionario debía dirigir por carta
a los acreedores, también lo haga a los miembros del comité de control,
aunque ello tiene sentido únicamente respecto del representante de los
trabajadores porque los restantes integrantes son acreedores.
— En la etapa de verificación tempestiva, se permite, en la incorporación que
se hace como último párrafo del art. 34 correspondiente al período de
observación de créditos, que los trabajadores de la concursada, que no
fuesen acreedores, revisen los legajos de verificación y además tienen
derecho a ser informados por el síndico acerca de los créditos insinuados.
— Expresamente se determina que podrá inscribirse en el registro previsto
para el llamado salvataje, la cooperativa de trabajo conformada por
trabajadores de la misma empresa, incluida la cooperativa en formación.
— Luego se incorpora un art. 48 bis, que en lo principal determina que para el
caso de que en el registro del salvataje se inscribiese la cooperativa de
trabajo, que el juez ordene al síndico que liquide los créditos de los
trabajadores inscriptos conformantes de la cooperativa correspondientes a
indemnizaciones de los arts. 232, 233 y 245LCT, estatutos especiales,
convenios colectivos o contratos individuales. Tales créditos podrán
hacerse valer para intervenir en el salvataje.
— En un claro supuesto de desconocimiento del tema, tratando de igualar la
situación a la incorporación que se hace al art. 19 correspondiente al
concurso preventivo, se determina que no se suspenden los intereses
compensatorios devengados con posterioridad —a la quiebra— que
correspondan a créditos laborales, pero este tipo de acreencias no
devengan intereses compensatorios, sino moratorios.
— Se permite a la cooperativa de trabajo de trabajadores de la concursada a
proponer contratos para la conservación, administración u obtención de
frutos de los bienes desapoderados. De manera alternativa, la cooperativa
de trabajo podrá proponer contratos de cualquier tipo (v.gr., locación,
fideicomiso, leasing) (nuevo art. 187, LC).
— A partir de la reforma, la continuación de la explotación de la empresa fallida
deja de ser excepcional y se transforma en un trámite fundamental a los
fines de la conservación de las fuentes de trabajo. Como aspecto positivo
primordial de la ley de reformas, debe destacarse la incorporación de la
"viabilidad económica" como pauta valorativa para que el juez resuelva la
continuación inmediata de la explotación (nuevos arts. 189 y 191, LCQ). Se
incorpora la conservación de la fuente de trabajo como fundamento para
habilitar a la cooperativa de trabajo de los empleados de la fallida —incluso
en formación— a realizar la continuación inmediata de la empresa.
200
— Cuando la explotación sea continuada en forma mediata, según el trámite
del art. 190, LC, y la misma sea solicitada por la cooperativa de trabajo, se
le exige ahora a ésta, que en el término de 20 días, a partir del pedido formal
que haya hecho de continuar con la explotación de la empresa, presente un
proyecto que contenga las proyecciones referentes a la actividad económica
que desarrollará.
— La autorización que debe dar el juez, conforme el art. 191, LCQ, para
continuar con la explotación de la empresa puede fundarse en viabilidad
económica o en resguardo de la conservación de la fuente laboral.
— Se crea en cabeza del Estado una obligación de asistencia técnica a la
cooperativa de trabajo que continuase con la explotación de la empresa en
quiebra o de alguno de sus establecimientos.
— Se adecua la redacción del art. 192 LC, que contiene el régimen aplicable
en caso de continuación de la explotación de la empresa, incorporándose a
la cooperativa de trabajo y sistematizándose la norma separándola en
incisos.
— Respecto del art. 195 LC, referido a los derechos de los acreedores
hipotecarios y prendarios en la continuación de la empresa, se extiende la
imposibilidad de ejecutar la garantía a través del concurso especial, no sólo
cuando los créditos no estén vencidos al momento de la quiebra y el síndico
satisfaga las obligaciones posteriores, sino que tampoco —ahora— podrá
ejercerse dicho derecho, cuando aun vencidos los créditos al decretarse la
quiebra, el acreedor no se encuentre definitivamente incorporado al pasivo
concursal como hipotecario o prendario —lo que choca con el art. 126LCQ,
el cual continua permitiendo solicitar la formación de concurso especial, sin
perjuicio del cumplimiento oportuno de la carga de solicitar la verificación
del crédito—. Se autoriza al acreedor hipotecario o prendario a prestar
conformidad a la suspensión de la ejecución.
— Se incorpora un último párrafo al art. 196, LC, donde se excluyen los efectos
de la continuación de la explotación de la empresa con respecto al contrato
de trabajo —la llamada reconducción—, cuando dicha continuación esté a
cargo de una cooperativa de trabajo.
— También en el art. 197, LC se agrega un último párrafo, determinándose la
inaplicabilidad de la norma originaria para el supuesto de continuación por
la cooperativa de trabajo, ello porque los contratos laborales se extinguen
con la continuación de la explotación de la empresa por la cooperativa de
trabajo y no habrá elección del personal por el síndico sino que continuarán
los integrantes de la cooperativa.
— inalmente, se vuelve a la solidaridad laboral de la ley 19.551. Se dispone
en el art. 199, LC, que quien adquiera la empresa continuada en la quiebra
sólo será considerado sucesor del concurso con respecto a los derechos de
los trabajadores cuyas relaciones se mantuvieron en el período de
explotación continuada en la quiebra. Entonces, no será sucesor respecto
de los créditos concursales, es decir, lo adeudado antes de la quiebra.
— Como primera medida, para la etapa liquidativa, aunque ipso facto así
ocurría, por imposibilidad material, se determina en el art. 203 LC que no
debe aplicarse la inmediatez allí prevista para la liquidación de los bienes
201
del fallido en caso de continuación de la explotación de la empresa en
quiebra, ya sea la inmediata, la mediata, por el síndico o la cooperativa de
trabajo.
— Luego se incorpora un art. 203 bis LC, que expresamente dispone que la
cooperativa de trabajo puede ser adquirente de la empresa, pudiendo
compensar sus créditos, lo que implica la posibilidad de que los integrantes
de la cooperativa hagan valer la compensación de sus créditos a los fines
de adquirir la empresa. Se deja de lado la imposibilidad de compensar
contenida en el art. 211 LC.
— Se le da preferencia a la cooperativa de trabajo para la adquisición de la
empresa fallida, la reforma del art. 205 LC es en tal sentido.
— Ahora, a partir de la ley 26.684, deberá darse intervención a la cooperativa
de trabajo que continuó la explotación de la empresa. En la modificación
que se hace al art. 213 LC, se determina que en los supuestos de venta
directa debe darse vista previa a la cooperativa de trabajo que haya
continuado la explotación.
— Finalmente se incorpora como excepción al cumplimiento de los plazos
estrictos de liquidación contenidos en el art. 217 LC, el supuesto de
continuación para el cual se aplica el plazo del art. 191, inc. 2º, LC, es decir
que será determinado por el juez al momento de autorizar la continuación.
El juez puede ampliar ahora dicho plazo en noventa días por resolución
fundada; antes podía prorrogarlo excepcionalmente por treinta días.
202
desocupación, la seguridad social (o quizás fuera mejor decir la 'inseguridad
social') en todos sus aspectos (jubilaciones, salud, educación), aparecen
como deudas que el sistema económico vigente en la mayor parte del mundo
tiene con la gente. De donde no es insólito ver el renacimiento de los partidos
políticos ex comunistas en la Federación Rusa y en Polonia, las huelgas
salvajes en Francia, y aun los conflictos en el gobierno de los EE. UU. por el
mantenimiento o la eliminación del 'gasto social'. Por lo que estamos
preparados para que dentro de poco se critique a esta ley 24.522 por su
'privatismo' o por la 'desprotección de la relación laboral', y por lo tanto que
se la reforme o se la sustituya lisa y llanamente; ello forma parte del flujo y
reflujo de las ideas y del constante avance del hombre hacia formas más
perfectas de justicia ".
Al publicar la segunda edición, después de la emergencia (año 2003), Rivera
dijo:
No hay ninguna duda de que mucho de esto ha sucedido en el curso de estos
años, y ha hecho eclosión en la emergencia de 2002 y las dos reformas
hechas a la Ley de Concursos(115).
En el año 2008, el mundo occidental se vio enfrentado a una de las crisis más
profunda y extendida desde 1929; se han producido quiebras de bancos, de
fondos, los valores de las propiedades se han caído a niveles históricos; se
perdieron millones de empleos, las tasas de interés de los bancos centrales
están en mínimos históricos, las personas están al borde de la desesperación
por no poder pagar sus deudas, particularmente las hipotecarias (tanto en
EE.UU. como en España); y de ello resulta que emerge nuevamente el Estado
como salvador con planes que prevén la inyección de dinero fresco en la
economía, obra pública, ayuda a deudores hipotecarios, reducción de impuestos,
etc.; o sea, un retorno a las ideas de Keynes, que por algo fue considerado por
alguna publicación el personaje del año 2008 (116) . En 2013 el panorama no ha
cambiado demasiado; la crisis afecta con severidad a muchos países de la zona
euro (España, Portugal, Chipre).
Es evidente entonces que opera aquél corsi e ricorsi del que hablábamos; y
sin abdicar de la economía de mercado, asistiremos a una renovación (o retorno)
de las ideas y los métodos, lo cual seguramente va a repercutir en el derecho
concursal en muchos países, pues esta crisis tan profunda va a causar que tanto
empresas como consumidores estén muy expuestos al riesgo de la insolvencia.
Por lo que debemos prepararnos para otros cambios, siguiendo así la tendencia
que se mostró en el Capítulo I.
203
Hemos dedicado a este tema un informe presentado en la Academia Nacional
de Derecho hace algunos años (117) . Decimos en él que según nuestro criterio,
los problemas que detectamos en el funcionamiento de los concursos son los
siguientes:
— la existencia de un único procedimiento preventivo y de quiebra para todos
los deudores, cualesquiera fueren sus condiciones y circunstancias
(persona física o jurídica, gran empresa, pequeña actividad rural,
asalariado, ama de casa);
— las atribuciones de los acreedores munidos de garantías reales que pueden
frustrar el concurso preventivo (antes o después de obtenido el acuerdo);
— el abuso del concurso preventivo por la presentación de empresas
absolutamente inviables; lo que supone abordar otra temática controvertida,
esto es, si es conveniente o no exigir que el concursado presente su
propuesta con un programa o plan de reestructuración que sirva de
fundamento a la posibilidad de cumplimiento de lo ofrecido;
— la existencia de propuestas uniformes para los créditos fiscales impuestas
por vía reglamentaria;
— el costo del concurso preventivo;
— la demora en la liquidación de los activos en la quiebra;
— el funcionamiento de la sindicatura;
— la insuficiencia del régimen de responsabilidad de administradores;
— la ineficacia del sistema represivo de los delitos de quiebra.
204
Derecho del consumidor pues, en general, la persona física llega a la
situación de insolvencia como consecuencia del abuso del crédito, la
incomprensión del alcance de las obligaciones asumidas, la no adaptación
a nuevas realidades económicas, etcétera. En los países donde regímenes
como éstos se han establecido, se atribuyen facultades importantes a los
jueces u organismos administrativos intervinientes, los que pueden imponer
ciertas soluciones (determinación de plazos de espera, reducción de
intereses, etc.)(118) .
— Hacer algunas modificaciones al tratamiento de las garantías reales en el
concurso preventivo, pues el excesivo poder que se atribuye a los titulares
de créditos con tales garantías muchas veces pone la suerte del concurso
exclusivamente en sus manos. Este exceso de poder de los acreedores
garantizados es normalmente denunciado en todos los países, y muchos
de ellos —aun con una cultura fuertemente proteccionista del crédito— han
generado límites a esas atribuciones, de modo de evitar la frustración de la
reestructuración empresaria.
— Estudiar la conveniencia o no de incorporar algunas pautas que faculten al
tribunal a desestimarin limineun concurso preventivo que inicialmente
carezca a todas luces de viabilidad.
— Reducir los costos del proceso, en particular el de tasa de justicia, cuya
magnitud y régimen de pago se convierte en un problema adicional a los
que ya tiene la empresa concursada.
— Modernizar todo el régimen del concurso transnacional, como lo exige la
realidad y lo vienen requiriendo con sólidos fundamentos el profesor
AdolfoROUILLON. En este tema lo más lógico sería adaptar la ley modelo
UNCITRAL como han hecho otros países y será el camino que siga la
mayoría.
— Estudiar otros regímenes para la sindicatura concursal. El proyecto que se
convirtió en ley 24.522 preveía la habilitación de los abogados, tanto para
ser síndicos clase B como para formar sociedad con contadores y crear
estudios clase A. La intervención del senador Cafiero hizo que se eliminara
a los abogados, lo cual despojó de gran parte de su sentido a la sindicatura
clase A.
— Un tema muy relevante es el del tratamiento de los créditos alimentarios,
esto es, las deudas por alimentos causadas en las relaciones de
parentesco. Estas deudas deberían estar lisa y llanamente excluidas del
efecto del concurso preventivo y no extinguirse por efecto de la quiebra. Es
que el régimen actual ha dado lugar a abusos increíbles, como el de un
concursado cuya principal deuda genuina era la causada en la obligación
alimentaria hacia sus hijos e hizo aprobar un acuerdo preventivo con una
quita y plazos exorbitantes aprovechando que los parientes del concursado
no pueden votar;
— Otra cuestión que ha dado lugar a múltiples dificultades y a decisiones
judiciales altamente controvertidas, es el de laexclusión de voto (119) en los
concursos preventivos; por un lado en algún concurso se permitió votar al
controlante indirecto (Aerolíneas Argentinas) mientras que en otro se
excluyó a un acreedor genuino porque tendría algún interés distinto al resto
205
de los acreedores por participar —parcialmente— del mismo mercado que
el concursado (120) .
— Finalmente la cuestión de la eficacia del pago con subrogación hecho a
algún acreedor para sustituirlo en la etapa de obtención de las
conformidades o de las cesiones de créditos durante la etapa anterior a la
homologación, genera gran inquietud en la doctrina y ha dado lugar a
algunos pronunciamientos judiciales contradictorios.
Muchas otras sugerencias podrían ser hechas. Nos hemos limitado a las
principales, tratando de no caer en las cuestiones meramente procedimentales
de las que a veces resulta tan cautiva la doctrina argentina.
206
concursada hasta que se ordene la cancelación de la inscripción de la sociedad
concursada, momento en el cual no se establece dónde seguirán prestando
tareas esos trabajadores. No obstante, en virtud de la reforma propuesta a la ley
20.337, incorporando un art. 2º bis, dichos trabajadores pasarán a revestir la
condición de empleados en relación de dependencia de la cooperativa de
trabajo, sin indicarse si les será reconocida la antigüedad que poseían en la
concursada. Con este proyecto se echa por tierra la prohibición de contratar
empleados que establece el decreto 2015/1994 para evitar el fraude laboral.
Ahora el fraude será reglamentado por ley.
Luego, se proyecta la modificación del art. 189 LC, sin advertirse que la reforma
sancionada únicamente se refirió al primer párrafo de dicha norma, por lo que
innecesariamente se reproduce el segundo párrafo referido a las empresas que
explotan servicios públicos, pues el mismo ha quedado en su redacción anterior.
En cuanto al primer párrafo, se retoca una frase, determinándose que la
continuación inmediata podrá ser solicitada por la cooperativa de trabajo,
quedando ello habilitado cuando "el emprendimiento resulta económicamente
viable la conservación de la fuente de trabajo", lo que la verdad resulta
ininteligible. También se prevé la continuación inmediata decidida oficiosamente
por el juez del concurso, para lo cual, además de los parámetros dados para
aquella decidida por el síndico o solicitada por la cooperativa de trabajo, debe
evaluarse el interés general.
Se proyecta, respecto del nuevo art. 203 bis LC excluir la frase "no siendo
aplicable en este caso la prohibición del artículo 211", pues se modifica el art.
211 LC, incluyéndose en la excepción a los acreedores comprendidos en el art.
203 bis LC; y también se borraría la final que determina que "el plazo del pago
del precio podrá estipularse al momento de efectuarse la venta".
En concordancia con ello, se proyecta para el inc. 4º del art. 205 LC incorporar
que "el proyecto de pliego podrá prever que, en el caso de que resulte
207
adjudicataria de la enajenación la cooperativa de trabajo, la condición de venta
podrá ser a plazo, debiéndose otorgar garantía suficiente".
Se pretende también adecuar el inc. 9º del art. 205 LC, relacionándolo con lo
establecido para las cooperativas de trabajo en el inc. 4º.
Asimismo se pretende incorporar el art. 2º bis a la ley 20.337 para habilitar que
las cooperativas de trabajo en el supuesto del art. 48 LC utilicen los servicios de
personal en relación de dependencia, para así despejar la contradicción actual
existente entre la aplicación del 48 LC y el régimen de las cooperativas.
CAPÍTULO III
208
El fin primordial del concurso como proceso es colocar a los acreedores en una
situación de aislamiento del patrimonio, para que así no sea descompuesto en
sus bienes individuales y se conserve su calidad de garantía genérica de los
acreedores. Se busca la recomposición del patrimonio del deudor in malis a
través del acuerdo preventivo con los acreedores —concurso preventivo o
acuerdo preventivo extrajudicial— o la liquidación del patrimonio afectado por la
insolvencia para repartir el producido entre los acreedores —quiebra—. Puede
decirse que, en principio, se trata un proceso en beneficio de los acreedores.
209
unificada de procedimientos que afectan a sujetos vinculados por relaciones
jurídicas.
a) Noción preliminar
210
Hemos caracterizado la insolvencia como el estado general y permanente de
desequilibrio patrimonial que coloca al deudor en la imposibilidad de hacer frente,
de manera regular, a las obligaciones exigibles.
212
a) Estado patrimonial
La idea de estado patrimonial excluye la identificación con el mero hecho del
incumplimiento. El incumplimiento de las obligaciones, como fenómeno jurídico,
no siempre es producto de la imposibilidad de cumplir, sino que hasta puede
causarse en la mera negativa de pago por parte del deudor, y allí no existiría
insolvencia o cesación de pagos. Puede ocurrir a la inversa, que el deudor se
encuentre en insolvencia y procure por todos los medios el pago de sus
obligaciones, incluso por medios ilícitos, e impida la exteriorización de su
verdadero estado económico. Como decía Yadarola, cuando un patrimonio llega
a la insolvencia o cesación de pagos, no sólo no puede, sino que no debe pagar
para no afectar la igualdad entre todos los acreedores; el incumplimiento es
efecto necesario del estado de cesación de pagos; existe, pues, entre ambos
una relación de causa y efecto.
Alguna antigua doctrina pretendió distinguir entre insolvencia y cesación de
pagos, adjudicando al primer concepto el entendimiento de ser el estado del
patrimonio en el cual el pasivo es superior al activo ; mientras que la cesación de
pagos sería la imposibilidad de pagar las deudas a su vencimiento.
Sin embargo, el mero desequilibrio entre activo y pasivo es un concepto
puramente contable que puede resultar absolutamente irrelevante a los efectos
de la quiebra.
Así, hace ya muchos años ha dicho ROCCO que desde el punto de vista
contable existe equilibrio cuando el complejo de los valores que constituyen el
activo del patrimonio iguala el complejo de las deudas que componen el pasivo,
y desequilibrio cuando el activo resulta inferior al pasivo. En cambio, desde el
punto de vista económico, si se quiere constatar el estado de desequilibrio o
falencia, debe tenerse en cuenta no sólo la cantidad sino también la realizabilidad
de los valores que constituyen el activo, y no sólo la cantidad sino también los
vencimientos de las deudas que constituyen el pasivo: y así hay paridad o
equilibrio cuando a las deudas hacen contrapartida otros tantos valores
realizables en los respectivos vencimientos, y desequilibrio en el caso inverso.
La confusión de conceptos surge de alguna doctrina italiana, que denomina al
desequilibrio aritmético como insolvibilitá , cuya significación es diferente de la
de insolvencia como imposibilidad de pago (CUZZERI-CICU) , aunque otros
acentúan la diferencia respecto de la posibilidad o la voluntad de pago
(PROVINCIALI ), e incluso otros, si bien las diferencian, hacen constituir a ambas
como presupuesto objetivo concursal (PAJARDI ).
213
Igualmente, el contraste que pueda hacerse entre el concepto de insolvencia y
el del estado de cesación de pagos no existe; etimológica y literalmente son lo
mismo.
b) General y permanente
214
La observación del fiscal de Cámara es importante, y sirve para distinguir
permanencia de perpetuidad. De lo que se trata, cuando se exige la
permanencia, es de no decretar la quiebra por un incumplimiento causado en
una razón meramente transitoria o momentánea (estar cerrado el banco, no
poder disponer de los fondos retenidos por una medida cautelar que el deudor
puede sustituir o levantar). Pero si entre el incumplimiento y el momento en que
el deudor debe dar explicaciones ante el pedido de quiebra promovido por el
acreedor, la situación subsiste, ella tiene suficiente permanencia como para
autorizar el decreto de quiebra.
Estos caracteres del estado de cesación de pagos, han sido los principales
culpables de la decadencia de la tesis amplia de la cesación de pagos, pues
resulta casi imposible que el juez, más allá de la generosa discrecionalidad que
posee en este aspecto, pueda determinar antes de la apertura del concurso la
existencia de tal estado general con la sola alegación de alguno de los hechos
que lo revelan. En otras palabras, con la sola acreditación de los hechos
reveladores enunciados por las leyes concursales resulta utópico que el
magistrado pueda determinar que éstos no se refieren a un estado pasajero o
permanente del patrimonio o incluso a un actuar caprichoso del deudor, lo que
sí podrá después determinarse dentro del concurso. Ello es lo que ha causado
que en los hechos los tribunales hayan debido enfrentarse a concursos
tramitados íntegramente habiéndose comprobado al final del camino que el
deudor no estaba en cesación de pagos.
c) Imposibilidad de cumplir
Como decíamos antes, la cesación de pagos importa imposibilidad de cumplir;
lo que el sujeto no puede hacer por carecer de liquidez actual o de crédito
suficiente.
Ahora bien, qué sucede con el deudor que pudiendo cumplir no lo hace.
Según una corriente de opinión en ese caso el acreedor debe seguir la vía de
la ejecución individual (SATTA, PAJARDI, RAGUSA MAGGIORE ).
En cambio Provinciali, en tesis que compartimos, considera que el deudor que
pudiendo cumplir no lo hace, también puede ser declarado en quiebra, pues él
también atenta —y más aún, lo hace dolosamente— contra el interés de su
acreedor y la economía general.
Sin embargo, atento a que la exteriorización del estado de insolvencia,
cualquiera sea su causa, se hace a través de hechos reveladores, es muy difícil,
casi imposible, para el juez conocer dicha diferencia.
d) De manera regular
Legislación, doctrina y jurisprudencia, señalan que el deudor está en cesación
de pagos cuando cumple, pero no lo hace de manera regula r.
215
Es entonces del caso preguntarse qué quiere decir cumplir de manera regular.
La doctrina enseña que cumplir regularmente importa hacerlo en el plazo
convenido, en la especie estipulada (con lo cual no cumple regularmente quien
en vez de pagar en dinero una obligación de esa especie, lo hace entregando
otros bienes), y lo hace con todos los acreedores. Del mismo modo, no cumple
regularmente quien para hacerlo recurre a medios ruinosos (usura).
En cambio no está en cesación de pagos el deudor que para pagar recurre al
crédito, siempre que se trate de un crédito obtenido en condiciones normales de
mercado.
La regularidad implica el cumplimiento de las obligaciones de manera
ordinaria.
e) Obligaciones exigibles
Las obligaciones cuyo cumplimiento está diferido en el tiempo son —por regla
general— irrelevantes para caracterizar la cesación de pagos. Ello así pues de
lo que se trata es de confrontar la liquidez o realizabilidad normal o regular de
los activos con el pasivo exigible, y no la mera diferencia negativa entre activo y
pasivo.
Sobre la exigibilidad de la obligación que justifica el pedido de quiebra por
acreedor en los términos del art. 80 ("todo acreedor cuyo crédito sea exigible...
puede pedir la quiebra") remitimos a un imperdible precedente de la Corte
mendocina (8) y al Capítulo X de esta obra.
g) Liquidez de la obligación
216
Entendemos que hay un error en este razonamiento.
217
Clásicamente, siguiendo a Bonelli, se ha clasificado los hechos reveladores en
directos e indirectos. Y los primeros se los ha diferenciado entre expresos y
tácitos. Entre los hechos reveladores directos expresos encontraríamos a los
extraprocesales, como son las notificaciones de negativas de pago o el
reconocimiento extrajudicial, y entre los procesales, la confesión del deudor o
reconocimiento judicial. Como hechos reveladores directos tácitos encontramos
a la fuga, ocultación, cierre del negocio, suicidio, balances de las sociedades y
los incumplimientos. Y dentro de los indirectos tenemos a los expedientes
ruinosos o fraudulentos y todos los modos anormales para encubrir la
insolvencia.
3. La cesación de pagos en la LC
La ley 19.551 (ver arts. 85 y 86) adoptó la noción de cesación de pagos que
venimos estudiando, y así se mantuvo en la ley 24.522.
Este estado fue caracterizado como insolvencia . Nuestra ley sigue utilizando la
terminología cesación de pagos , pero ella debe ser entendida en el sentido que
ha sido explicado, por lo que para el Derecho argentino cesación de pagos e
insolvencia son sinónimos .
218
Esa impotencia patrimonial que se traduce en la imposibilidad de pagar no puede
ser confundida con el mero incumplimiento de una obligación (13) , pues puede
no pagarse por circunstancias ajenas a un estado de impotencia patrimonial; ni
tampoco ha de confundirse con la carencia de activo, pues un activo no líquido
o no liquidable, no permitiría solventar las deudas, a medida que fueren exigibles
aunque fuere considerablemente superior al pasivo (14) .
a) Enumeración
Sin perjuicio de la fórmula general del artículo 78 de la LC, el artículo 79 de
dicha ley, enumera los hechos que pueden ser considerados reveladores de la
cesación de pagos.
Son ellos:
219
6) revocación judicial de actos realizados en fraude de los acreedores. Se trata
de la sentencia judicial contraria al deudor en el ejercicio de la acción pauliana o
revocatoria ordinaria del art. 961 del Código Civil, por existencia de fraude a los
acreedores
b) Carácter
c) Importancia
220
dichos (21) , de lo contrario el magistrado estaría excediendo los límites de
apreciación que la ley le confiere en la materia (22) .
d) Interpretación
Los hechos reveladores enumerados pueden ser considerados como
exteriorizadores de la cesación de pagos, por lo que la trascendencia de los
mismos queda sometida a las circunstancias del caso y la apreciación judicial
(TONÓN ).
Por lo demás, el mismo TONÓN señala con acierto que en la práctica el estado
de cesación de pagos se tiene por acreditado con el reconocimiento que el
deudor hace al pedir la apertura de su concurso preventivo o la declaración de
su quiebra. Y tratándose de quiebra pedida por acreedor, normalmente basta
221
con la prueba sumaria que éste suministra —la que suele emanar de un pagaré
impago o de un cheque rechazado o de una sentencia no cumplida— de que el
deudor se halla en mora en el cumplimiento de una obligación.
Y es el deudor quien debe demostrar que no se halla en estado de cesación
de pagos, normalmente depositando —en pago o a embargo— el monto del
crédito con más sus accesorios.
Estos temas serán ampliados al tratar el pedido de quiebra hecho por
acreedor.
a) Regla general
Como se explicaba en el punto I, de este Capítulo, la cesación de pagos
constituye presupuesto común del concurso preventivo y de la quiebra.
Surge ello del mismo artículo 1º de la LC, conforme al cual:
El estado de cesación de pagos, cualquiera sea su causa y la naturaleza de
las obligaciones a las que afecte, es presupuesto para la apertura de los
concursos regulados en esta ley, sin perjuicio de lo dispuesto por los
artículos 66 y 69.
222
largamente probado. Cabe puntualizar que el régimen concursal francés
instaurado por la ley de 1985 también mantenía la cesación de pagos como
presupuesto de los concursos.
Sin embargo, cabe reconocer que la corriente actual del derecho comparado es
otra. En Francia, el famoso Rapport Sudreau de 1975, pretendía separar la
empresa viable del empresario infortunado. En los Estados Unidos, en
el Bankruptcy Code , la insolvencia no es una condición precedente o necesaria
para la apertura de los procedimientos concursales, pues un deudor puede
peticionar voluntariamente su concurso preventivo — la reorganización
del Chapter 11—, o el liquidatorio del Chapter 7, requieriéndose sólo la
acreditación de obligaciones del deudor incumplidas. En la Insolvenzordnung , si
bien el presupuesto objetivo general es la insolvencia, también se incorporan
como segunda causa la "amenaza de insolvencia", y como tercera el
"sobreendeudamiento". A ello se adiciona que la solución preventiva de la crisis
puede ser abierta por el deudor y los acreedores. La nueva ley concursal
española de 2003, si bien fija como presupuesto objetivo el estado de
insolvencia, permite que la apertura del procedimiento se haga cuando éste sea
actual o inminente, disponiendo también que la apertura puede ser solicitada por
el deudor o los acreedores. El Code de Commerce francés de 2000 funda el
procedimiento concursal en la idea de la "empresa en dificultades" y en la
prevención de dicha sintomatología. El proceso puede iniciarse a instancia del
deudor o de oficio por el Tribunal de Comercio cuando tenga certeza de la
existencia del presupuesto objetivo. Dicha evolución tiene su punto más alto, en
2005, en la Ley de Salvaguarda de la Empresa, donde el presupuesto objetivo
son las dificultades patrimoniales que el deudor no está en condiciones de
superar, y que son susceptibles de conducirlo a la "cesación de pagos". Se busca
la solución de la crisis empresarial antes de que se configure la cesación de
pagos y quizá se torne ella irreversible.
c) Excepciones
Para la apertura del concurso resultará suficiente con que uno de los
integrantes del agrupamiento se encuentre en estado de cesación de pagos,
con la condición de que dicho estado pueda afectar a los demás integrantes
del grupo económico. Lo previsto en este artículo se aplica al concurso de
223
los garantes de obligaciones de un concursado que tramite en conjunto con
el del garantizado (art. 68, LC).
En cuanto al acuerdo preventivo extrajudicial, la ley requiere que el deudor se
encuentre en cesación de pagos o tenga dificultades económicas o financieras
de carácter general (art. 69).
Tampoco se exige la cesación de pagos para que sea procedente la
declaración de quiebra por vía de la extensión de la quiebra de otro sujeto
(arts. 160 y ss., LC).
Finalmente, la apertura de un concurso en el extranjero es presupuesto
suficiente para la apertura de concurso en el país (art. 4º).
En otro fallo que exhibió un inusual desenlace se decidió revocar la apertura del
concurso preventivo por desaparición sobreviniente del presupuesto sustancial
objetivo que le dio sustento y lo curioso es que tal decisión se adoptó en ocasión
de resolverse la homologación del acuerdo sometido a consideración del juez.
En el caso, el Dr. Ribichini juzgó que la propuesta ofrecida por la deudora era tan
disparatada, tan carente de sentido y finalidad, tan pero tan poco seria , que
vaciaba de causa fin al negocio jurídico que se somete a homologación porque
sólo animus jocandi podría aceptarse que la concursada requiera de una quita
del 55% y de una espera de 10 años, con 6 de gracia, con relación al 3% del
pasivo, mientras cancela anticipadamente, antes del comienzo de aquel plazo,
el 100% del 97% restante de las acreencias verificadas.
Para resolver de este modo el magistrado evaluó la sustancia del negocio que
contemplaba tan extraña proposición, afirmando que tal acuerdo representaba
un uso absolutamente disfuncional y abusivo del régimen concursal y de la
224
jurisdicción, por lo tanto y frente a la propuesta planteada, concluyó que declarar
la quiebra sería tanto o más disparatado que homologar el acuerdo por ello dejó
sin efecto la sentencia de apertura del concurso (34) .
225
e) Proyecto de Código Civil y Comercial de 2012. El concurso del patrimonio del
fallecido.
226
Esa dicotomía de la legislación nacional llevó a largas elucubraciones para
determinar cuáles eran los sujetos que estaban comprendidos en las leyes de
quiebra y cuáles en las regulaciones de los códigos procesales, cuyas
soluciones, por otra parte, eran muy insuficientes.
La ley 22.917, que reformó en 1983 a la ley 19.551, derogó el artículo 310,
estableciendo definitivamente un régimen único de concursos, pudiéndose
detectar sólo una diferencia entre el concurso de persona comerciante y no
comerciante, que radicaba en la especialidad profesional de quien habría de
ejercer la sindicatura, pues de tratarse de un concurso de persona no
comerciante que no desarrollaba su actividad en forma de empresa económica,
aquélla era desempeñada por un abogado de la matrícula designado de
conformidad con las reglas locales (art. 277, ley 19.551).
227
a) Personas físicas
Una vieja cuestión era la de determinar si los incapaces podían o no ser
concursados, pues ello se vinculaba a su aptitud para el ejercicio del comercio.
Hoy en día el tema se encuentra superado, pues el eje dilucidador de la
controversia no pasa por la capacidad o no del sujeto para ser considerado
comerciante en los términos del artículo 1º del Código de Comercio sino
exclusivamente por su solvencia o insolvencia. El principio general de los códigos
de fondo es la capacidad y la excepción la incapacidad, pero, en materia
concursal, como expusimos, no importa que el sujeto sea capaz o no, sino que
pueda contraer obligaciones por sí o por representante que pueda afectar su
patrimonio, lo que supone la consecuencia de poder ser titular de derechos.
Por lo tanto los incapaces e inhabilitados pueden ser concursados: el artículo
7º de la ley establece expresamente que ellos pueden —por medio de sus
representantes legales— solicitar concurso preventivo, por lo que también
pueden ser declarados en quiebra a su pedido o de acreedor o como
consecuencia de la frustración del procedimiento preventivo (39) .
Algunos autores se preguntan si las personas por nacer pueden ser
concursadas; para fundar una respuesta negativa recurren al argumento de que
ellas tienen una capacidad limitada a la posibilidad de recibir bienes por donación
o herencia (arg. art. 64, Cód. Civ.), y que sólo pueden contraer obligaciones
accesorias de esos derechos. Sin embargo, ese criterio es repudiado por la
doctrina civilista más moderna que enseña que la capacidad de derecho
del nasciturus no está de manera alguna limitada, por lo que puede adquirir todos
los derechos y contraer todas las obligaciones, sin más restricciones que las que
deriven de la representación que se les asigna por ser incapaces de hecho (arg.
art. 54, inc. 1º, Cód. Civ.). Ello, salvo el caso del parto abortivo donde el nonato
no llega a adquirir derechos.
En el régimen vigente es irrelevante que el sujeto persona física sea
comerciante o no lo sea, y, si es comerciante, que esté matriculado como tal o
sea un comerciante de hecho. Todos ellos pueden recurrir al concurso preventivo
y pueden ser declarados en quiebra.
Son las enunciadas por el artículo 33, segunda parte, incisos 1º y 2º del Código
Civil, esto es, las asociaciones y fundaciones, y las sociedades civiles y
comerciales.
228
Puede apuntarse también que a partir de la ley 22.917 las sociedades
irregulares y de hecho pueden recurrir al concurso preventivo (arts. 5º y 11, inc.
1º, segundo párrafo, LC) (41) . Son sujetos de derecho y, por lo tanto,
concursables. Aisladamente, Argeri le ha negado la concursabilidad,
entendiendo que el estatus que consolida la sentencia de quiebra o la sentencia
homologatoria en el concurso preventivo haría transformar, por la misma
sentencia y no por la ley, en regular a la sociedad.
Las sociedades en formación, es decir, aquellas que tienen un tipo legal y
están completando su etapa constitutiva, teniendo personalidad jurídica, pueden
concursarse.
(i) Las simples asociaciones
En cambio continúa vigente un problema, cual es el de determinar si
las simples asociaciones del artículo 46 del Código Civil pueden o no ser
concursadas (42) .
Recordemos que el precepto mencionado establece que "las asociaciones que
no tienen existencia legal como personas jurídicas, serán consideradas como
simples asociaciones civiles o religiosas, según el fin de su instituto. Son sujetos
de derecho siempre que la constitución y designación de autoridades se acredite
por escritura pública o instrumentos privados de autenticidad certificada por
escribano público. De lo contrario, todos los miembros fundadores de la
asociación y sus administradores asumen responsabilidad solidaria por los actos
de ésta...".
Las dificultades nacen de la poco clara redacción que la reforma de 1968 dio
al artículo 46, y que ha generado innumerables debates. Es que resulta muy
evidente la contradicción del texto, que comienza por afirmar que no son
personas jurídicas para luego reconocer el carácter de sujetos de derecho a las
que se constituyan de determinada manera; ello lleva a concluir —como lo han
hecho autores de la talla de Llambías y Borda— que hay sujetos de derecho que
no son personas: esos serían las simples asociaciones del artículo 46 cuyo
estatuto y autoridades consten en escritura pública o instrumento privado
certificado.
Desde el punto de vista concursal el tema tiene importancia: si se admite la
distinción entre sujeto de derecho y persona jurídica no serían sujetos pasivos
de los concursos, pues el artículo 2º de la ley 19.551 limita el acceso a los
mismos a las personas jurídicas.
Hemos sostenido en otra obra que puede hacerse una distinción entre personas
jurídicas y personas de existencia ideal en sentido estricto. Las personas
jurídicas son la especie normal o general, mientras que las personas de
existencia ideal en sentido estricto son la especie excepcional. Dentro de estas
personas de existencia ideal en sentido estricto están las simples asociaciones
del artículo 46 del Código Civil, que tienen una capacidad más restringida que
las personas jurídicas, en tanto carecen de capacidad para recibir bienes por
donación, herencia o legado (arts. 1806 y 3734, Cód. Civ.), salvo las
liberalidades que se realicen con el fin de crear la entidad como así también las
donaciones manuales (43) .
229
Ahora bien, nos parece que estas asociaciones son sujetos susceptibles de
concursarse, pues tienen capacidad para adquirir bienes —con lo cual tienen un
patrimonio— y por ende asumen responsabilidad civil frente a terceros
(contractual o extracontractual). Por lo demás, para algunos autores los socios
son responsables de las deudas de la entidad, pero dicen que la tal
responsabilidad de los asociados es subsidiaria y accesoria; para nosotros, no
existe responsabilidad de los socios, pues la cuestión queda subsumida en lo
dispuesto en los artículos 39in finey 42 del Código Civil, que atribuyen la
responsabilidad a la persona ideal. De todos modos la cuestión de la
responsabilidad de los socios no cambia la cuestión de la concursabilidad de la
entidad sino que, a lo sumo, la quiebra de la entidad acarrearía la de los socios
si ellos tuvieran también responsabilidad solidaria por las deudas (arg. art. 160,
LC).
De donde, para nosotros, las asociaciones del artículo 46 del Código Civil
pueden ser sujetos de los procesos concursales.
232
personalidad jurídica. Por lo demás la figura del administrador de la
sucesión es una creación del derecho procesal local pues no está prevista
en el Código Civil que, por el contrario, adopta la regla de la unanimidad
para los actos de los herederos sobre los bienes heredados mientras se
mantenga la indivisión (art. 3451, Cód. Civil) (49) .
(vi) La ausencia de ratificación materializa con el desistimiento automático de
la petición (50) . Se advierte una tendencia judicial que flexibiliza la
estrictez del texto legal, marcando las diferencias que existen entre la
necesaria ratificación de orden contractual que prevalece en las
sociedades y la requerida para los herederos que no están sometidos a
un vínculo de esa naturaleza (51) .
La ratificación debe ser hecha por todos los herederos; al respecto debe
tenerse en cuenta que conforma al art. 3451 del Código Civil las
resoluciones sobre los bienes en el estado de indivisión deben adoptarse
por unanimidad; y si no la hubiere, debe decidir el juez del sucesorio. En
los hechos esto significa que si uno o más coherederos no están
conformes con la presentación del pedido de concurso preventivo, su
oposición deberá ser ponderada por el juez del sucesorio quien decidirá
conforme a lo que resulte más conveniente a los herederos y a los
acreedores del causante.
(vii) La declaratoria de herederos y el auto aprobatorio del testamento son los
medios idóneos para acreditar la calidad de herederos. Pero la resolución
judicial que reconoce el carácter de heredero no causa estado y sólo se
dirige a declarar formalmente la calidad de sucesor legítimo, sin perjuicio
del derecho de otros que no se han presentado aún (MEDINA ).
(viii) Puede suceder que el auto de declaratoria no haya sido dictado, y ante
la situación de desequilibrio patrimonial y la pesada carga de deudas
exigibles, se torne imperiosa la necesidad de efectuar la presentación. En
ese caso parece razonable sugerir que el juez del sucesorio extienda un
certificado donde se deje constancia de las personas que han activado el
reconocimiento judicial instituyente a efectos de ser acompañados como
medio de prueba ante el juez del concurso. La condición requerida es que
se justifique la calidad de heredero, pero la valoración que realice el
magistrado debe responder a cánones amplios y flexibles, si no hay
declaración judicial, bastará la acreditación con la partida de defunción y
la prueba del vínculo familiar para otorgar legitimación al heredero que
promueve el concursamiento.
(ix) En torno al pedido de quiebra del patrimonio cesante, instado por los
propios herederos, y confrontando el rigor del art. 81 LC que dispone
exclusiones expresas en orden a la legitimación de la petición por
cuestiones de parentesco, la doctrina se ha expedido por la procedencia
del pedido porque por aplicación del art. 3417 del C.C. los herederos
continúan la persona del causante y por ello goza del derecho que en vida
le hubiera correspondido al difunto. Asimismo se ha entendido que si los
herederos están autorizados para solicitar la convocatoria de acreedores
(art. 8º LC) y por esa vía pueden caer en quiebra indirecta (supuestos del
art. 77 inc. 1º LC), es dable aceptar que también puedan peticionarla en
forma directa (CÁMARA ). Además en este caso, pierden virtualidad los
233
motivos que llevaron al legislador a imponer la prohibición, que estuvo
pensada para la defensa del estado de familia y los lazos parentales, pero
en otras condiciones.
(x) Tratándose de quiebra de la sucesión activada por acreedor, los recaudos
son los de rutina: conforme los arts. 80 y 83 LC, deberá probar la
verosimilitud y exigibilidad de su crédito, la cesación de pagos mediante
alguno de los hechos reveladores y la concursalidad del sujeto a quien se
pide la falencia. El reenvío al art. 2º inc. 1º LC, le impondrá otro requisito,
esta vez dirimente para dilucidar la procedencia del pedido: la prueba de
la separación de los patrimonios y del mantenimiento de esa circunstancia
en ocasión de formular la solicitud (MEDINA ).
(xi) Queda claro que el patrimonio del fallecido puede ser concursado mientras
se mantenga separado del patrimonio de sus sucesores (art. 2º inc.1º LC).
Debe relacionarse este recaudo con la previsión legal contenida en el
art. 3363 C.C. incorporada por la Ley 17.711 que establece: "toda
aceptación de herencia se presume efectuada bajo beneficio de
inventario". Esta figura ha sido prevista en interés de los herederos, y
apunta a la precisa delimitación de patrimonios, alejando posibles
confusiones. La referida presunción legal en consecuencia efectiviza la
separación de patrimonios e impide el entrecruzamiento de créditos,
amparando los derechos de los herederos ante terceros.
(xii) En caso de quiebra, la necesaria etapa de ejecución colectiva de los
bienes que componen el caudal relicto tendrá lugar con la concurrencia de
los acreedores del causante sin interesar el patrimonio de los herederos
ni afectar a los acreedores de éstos.
(xiii) El concurso de la sucesión preserva la imputación patrimonial
diferenciada, sorteando de tal modo la colisión con los acreedores
personales de los herederos, ya que se entiende que si éstos han
aceptado con beneficio de inventario, los acreedores de la sucesión no
podrán ejecutar los bienes relictos sino hasta que los acreedores
hereditarios y legatarios hubiesen liquidado las deudas y cargas de la
sucesión (ZANNONI ).
(xiv) Si fuese imposible distinguir o separar los patrimonios, es decir, cuando
se encuentre confundido con el de sus herederos (por aceptación simple
de la herencia o por pérdida del beneficio), la petición de concursalidad
entendida conforme el supuesto del art. 2º inc. 1º no puede prosperar, aún
cuando se compruebe la insolvencia. En todo caso, ante esa circunstancia
queda expedita la vía colectiva pero la deberá poner en marcha cada
heredero afectando la totalidad de sus bienes, esto es, los que tenían
antes de recibir la herencia y los adquiridos por sucesión del causante, ya
que esas dos masas de bienes constituyen un único patrimonio (por efecto
de los arts. 3342, 3343, 3431, 3432 y 3417 C.C.).
235
Las sociedades constituidas en el extranjero son un deudor "domiciliado en el
extranjero" por lo que no hay inconveniente alguno para que soliciten la
formación de su concurso preventivo o sean declaradas en quiebra si tienen
bienes en el país (art. 3º, inc. 5º, LC).
Se afirma (56) que la norma —al exigir que haya bienes en el país— constituye
una autolimitación a la admisión de la jurisdicción argentina, en la inteligencia de
que a nuestros tribunales no les corresponde ni interesa resolver controversias
totalmente extrañas a la paz nacional (57) ; al mismo tiempo que se rinde tributo
a la eficacia de las decisiones y a evitar el dispendio inútil de la actividad judicial.
La norma aplica a los concursos preventivos, quiebras y acuerdos preventivos
extrajudiciales; y la expresión "bienes" debe ser aprehendida conforme a la lex
fori , esto es, el art. 2312 del Código Civil con sus pertinentes distinciones (58) .
Pese a la claridad del texto, su aplicación ha dado lugar a resoluciones
judiciales controversiales
(i) El caso "Great Brands"
Pese al texto legal se ha planteado otra cuestión, cual es si puede solicitar la
apertura del concurso la sociedad extranjera inscripta por el artículo 123 LS
(sociedad extranjera que tiene participación en otras sociedades argentinas),
cuyo único activo son acciones de sociedades argentinas.
Concretamente se trataba de la sociedad Great Brands controlante de
Havanna S.A.; la sociedad extranjera hacía años que estaba inscripta conforme
al artículo 123 y que operaba en el mercado argentino, había celebrado contratos
e incluso dado garantías sobre las acciones de que era propietaria. Sin embargo
el juez de primera instancia consideró que la sociedad debió ajustarse al artículo
124 LS conforme al cual la sociedad cuyo objeto se cumple en Argentina debe
sujetarse a la ley argentina, y como la sociedad tenía un solo socio, era nula, y
como tal no podía solicitar la formación de su concurso preventivo. A poco de
andar se advierte lo descabellado del razonamiento. En primer lugar la sociedad
no es nula pues a lo sumo tiene un defecto de registración, que no obsta al
concursamiento desde que en Derecho argentino todas las sociedades inclusive
las de hecho y las irregulares, pueden pedir la formación del proceso preventivo.
Pero además, si la sociedad fuera nula: ¿qué sucedería con los bienes que son
de su propiedad, con los contratos que ha celebrado, las garantías que ha dado,
etcétera?; en este caso el ostensible error del juez partía de aplicar a las
nulidades societarias los efectos de las nulidades de los actos jurídicos que
regula el Código Civil, lo que es inapropiado. Cuando una sociedad es nula no
desaparece de la faz de la tierra como por arte de magia, sino que entra en
liquidación, pues han de enajenarse sus activos para pagar sus pasivos; esto es
lo que se ha resuelto siempre que existieron sociedades anuladas, por ejemplo,
por fraude a la legítima o a la sociedad conyugal.
La Cámara Comercial revocó la sentencia y admitió que la sociedad en estas
condiciones está legitimada para solicitar la formación de su concurso
preventivo (59) . En un extenso y meduloso fallo el Tribunal ponderó:
— que no es procedente crear presunciones de fraude; las que por lo demás
quedan desvirtuadas cuando el sujeto constituido en el extranjero se
somete explícitamente a la ley y a los tribunales nacionales al solicitar su
concursamiento preventivo;
236
— que el objeto societario no debe ser visto en concreto, sino de acuerdo a
las potencialidades que surgen de su descripción en el estatuto; por lo que
si el objeto descripto en él autoriza a la sociedad a actuar en cualquier lugar
del mundo, no puede considerarse a la sociedad como de "objeto exclusivo
a cumplir en la Argentina" porque de hecho esté actuando principalmente
en el país;
— la inscripción conforme al artículo 123 LS (sociedad extranjera que tiene
participación en sociedades argentinas) resguarda suficientemente el orden
público societario argentino, habida cuenta las amplias facultades de control
que tiene la IGJ;
— aun cuando se requiriera la constitución de la sociedad conforme al artículo
124 (esto es, como sociedad argentina), de ello no podría predicarse una
inmediata y sobreviniente irregularidad del ente;
— pero aun así, menos puede sostenerse que no exista ente o sujeto de
derecho como centro de imputación diferenciada;
— en la medida en que existe "persona de existencia ideal" tiene el derecho
de solicitar la formación de su concurso preventivo.
Un excelente pronunciamiento que echa luz sobre un tema complejo —el de
las sociedades extranjeras— pero que a la vez sienta —en realidad ratifica— un
principio esencial de nuestro sistema: la ley de concursos debe ser interpretada
de modo de concretar en los hechos el amplio acceso a la solución preventiva
para todos los sujetos.
(ii) El caso "Belforte Uruguay S.A."
En el caso "Belforte Uruguay" la Cámara de Apelaciones en lo Comercial
ratificó la competencia del juez argentino para intervenir en el concurso
preventivo de una sucursal inscripta conforme al art. 123 LS. Ello así pese a lo
dispuesto por el art. 40 del Tratado de Montevideo de 1940 pues, en el caso, se
había demostrado que la sucursal tenía importantes bienes y actividad
económica en Argentina por lo que podía ser considerada una casa
independiente en los términos del art. 41 del mismo Tratado de
Montevideo (60) (sobre esta sentencia volvemos en el Capítulo IV, Nº 8).
(iii) El caso "Boskoop S.A."
En este precedente la Cámara de Apelaciones en lo Comercial (Sala A)
entendió que es competente el juez argentino para declarar la quiebra de una
sociedad constituida e inscripta en el extranjero que desarrolla una actividad
habitual y única en nuestro país —en el caso, explotación como garaje de un
importante inmueble—, sin haber denunciado ni inscripto dicha actividad
comercial ante la Inspección General de Justicia (IGJ), pues ello da cuenta del
incumplimiento de los recaudos establecidos por el art. 118 de la ley de
sociedades, lo que impone que deba ser juzgada como si se tratase de una
sociedad local, sometida al contralor de los jueces de esta jurisdicción —art. 124
LS—.
En su dictamen la Sra. Fiscal General que la Cámara expresa que en estas
situaciones el art. 40 del Tratado de Montevideo no da primacía al domicilio
estatutario, sino al lugar donde el comerciante tiene el asiento principal de los
negocios, asimismo tratándose de una sociedad extranjera "in fraudem legis " es
237
aplicable la norma de competencia del art. 3º inc. 4º de la ley concursal (t.o.
1984).
Y aun en el contexto del art. 3º, inc. 3º (LCQ) que establece que es competente
el juez del domicilio en el caso de las sociedades regularmente constituidas, se
ha entendido que no se aplica la regla si se comprueba el carácter ficticio del
domicilio social, por ejemplo, cuando ha sido constituido al solo efecto de
dificultar la acción de los acreedores o para eludir la competencia de
determinados tribunales (CSJN, "Cía. Azucarera Arg. Com. Ind. La Corona SA
s/ quiebra", Fallos 312:476; CNCom., Sala B, "Inverlac SA s/ pedido de quiebra
por Gelfix SA"). Se trata de dar primacía a la realidad sobre la apariencia. En
este sentido, se ha resuelto que debe ceder el domicilio legal como determinante
de la competencia para conocer en la quiebra de una sociedad si ésta realizaba
sus actividades y casi la totalidad de su activo en otra jurisdicción (CSJN,
"Trillagro SA s/pedido de quiebra por Finagri SA", 9.4.91)" (61) .
(iv) Sociedades extranjeras sin bienes en el país: el caso "Compañía General
de Negocios SAIFE"
El art. 2º, inc. 2º es claro que alude a deudores domiciliados en el extranjero
respecto de bienes en el país.
De modo que no contempla la posibilidad de la apertura de un procedimiento
concursal preventivo o liquidativo respecto de deudores domiciliados en el
extranjero y que NO tengan bienes en el país.
Si bien volvemos sobre el punto en el Capítulo IV, anticipamos que la cuestión
fue tratada por la Cámara de Apelaciones en lo Comercial la que resolvió que
"es inadmisible rechazar el pedido de quiebra de un deudor domiciliado en el
extranjero que no tiene bienes en el país, pues la falencia puede producir otros
efectos, como es la extensión a otros sujetos, la responsabilidad de terceros no
fallidos e incluso su proyección hacia el extranjero" (62) .
Esta jurisprudencia había sido justificadamente cuestionada por la doctrina.
Así, Rouillon sostuvo que la justicia argentina carece de jurisdicción para juzgar
a una persona que tiene domicilio en el extranjero. Excepcionalmente puede
hacerlo cuando se den dos condiciones: (i) que tenga bienes en el país, como lo
prevé el artículo 2º, inc. 2º, LC; y (ii) que además tenga un acreedor local, esto
es, que debe ser pagado en el país (sobre este último punto la tesis es opinable;
v. lo que decimos en este mismo número, apartado c). La previsión del inc. 5º
del artículo 3º no importa extender la jurisdicción del juez argentino respecto de
un deudor no domiciliado en el país, sino exclusivamente la determinación de
cuál juez interviene en caso que corresponda el concursamiento de ese deudor
domiciliado fuera del país en la hipótesis del inc. 2º del art. 2º (63) .
La cuestión volvió a plantearse en el caso "Compañía General de Negocios
SAIFE s/ pedido de quiebra por Mihanovich, Ricardo L.", fallado por la Corte
Suprema el 24 de febrero de 2009. Si bien afirma la competencia del juez
argentino, es preciso ponderar las particularidades del caso que impiden
generalizar la solución dada por la Corte.
La sociedad en cuestión había sido constituida en la Republica Oriental del
Uruguay al amparo de la legislación especial del vecino país.
— En Uruguay se encuentra en vigencia la ley 11.073 que establece un
régimen especial para "las sociedades anónimas cuya actividad principal
238
sea realizar, directa o indirectamente, por cuenta propia o de terceros, o
para terceros, inversiones en el extranjero en títulos, bonos, acciones,
cédulas, debentures, letras, bienes mobiliarios o inmobiliarios" y que
conforme el art. 7º cuando su "único activo en la República esté formado
por acciones de otras sociedades de la misma clase, y o por saldos en
cuenta corriente en suma inferior al diez por ciento de su activo, abonarán
como único impuesto, tasa o contribución, el Impuesto Sustitutivo del de
Herencias, Legados y Donaciones que se calculará con una tasa del tres
por mil sobre su capital y reserva", con lo cual poseen una casi nula
tributación.
— Esta norma establece limitaciones y prohibiciones para el accionar de estos
entes dentro de la República Oriental del Uruguay; es decir que claramente
se prevé la posibilidad de crear sociedades que actuarán fuera de los límites
del vecino país, con una limitadísima imposición.
Las actividades de la sociedad fueron cumplidas, conforme afirma la Sra.
Fiscal General de Cámara al fundamentar el recurso extraordinario, en forma
clandestina en Argentina, en la sede del Banco General de Negocios (adviértase
la similitud de nombres), situada en la Ciudad de Buenos Aires. Las mismas
consistían en captar fondos y títulos valores de ahorristas e inversores argentinos
que eran registrados como recibidos o transferidos al vecino país, sin ningún tipo
de control del BCRA, con lo cual también se violaba la legislación uruguaya.
Ante un pedido de quiebra formulado por un acreedor, tanto en primera como
en segunda instancia se rechazó la pretensión argumentando que el peticionante
no acreditó su condición de acreedor local es decir que su crédito debiera ser
pagado en el país y por ello se entendió que resultaba competente para intervenir
en el proceso de quiebra, el juez del domicilio del deudor.
Asimismo se postuló que no concurría el supuesto de excepción que
permitiera declarar la pluralidad de concursos y que tampoco se encontraba
acreditado de modo fehaciente que la deudora poseyera bienes en el país,
recaudo exigido a su entender por el art. 2º inc. 2º de la ley 24.522 para dar curso
a la petición de falencia.
Ante recurso planteado por el peticionante de la quiebra y la Sra. Fiscal de
Cámara la cuestión llegó al más Alto Tribunal de la Nación.
La Corte Federal resolvió la competencia del juez concursal argentino, por
aplicación de los Tratados de Montevideo de Derecho Comercial Terrestre de
1889 y de 1940 —arts. 35 y 40 respectivamente—.
Se expresa que le "asiste razón a la recurrente cuando señala la arbitrariedad
del fallo, ya que a efectos de examinar la concurrencia del elemento atributivo de
la jurisdicción y competencia de los tribunales nacionales, no puede prescindirse
de ponderar el régimen legal de constitución del ente y el consiguiente margen
de actuación legal que a éste le concierne en ese marco normativo".
Resalta la Corte que "tampoco (se) ha ponderado... que en un proceso
seguido ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 1 de
la Ciudad de Buenos Aires, se tuvo por acreditado —entre otros hechos— que
la Compañía General de Negocios SAIFE funcionaba clandestina y
marginalmente en dependencias del Banco General de Negocios situadas en la
Ciudad de Buenos Aires, captando dinero y disponiendo de esos fondos, a la vez
239
que el domicilio situado en la Ciudad de Montevideo, República Oriental del
Uruguay, actuaba como una simple oficina de registración contable." Continúan
razonando los altos magistrados que la decisión acerca del tratamiento legal que,
en el derecho interno, corresponde a la sociedad cuya quiebra se peticiona, se
encuentra inescindiblemente unida a la conclusión a que se arribe acerca del
lugar en que ésta desarrolló su actividad principal, criticando la interpretación
respecto a la calidad de acreedor local (art. 4º) o la existencia de bienes en el
país (art. 2º), concluyendo que debe revocarse la sentencia dictándose un nuevo
fallo conforme a derecho (64) .
Estimamos que estos últimos requisitos deberían ser merituados sólo en el
supuesto que el deudor fuera "realmente" extranjero, es decir cuando no se
aplique el art. 124 LS (65) .
g) Mutuales(66)
La concursabilidad de las asociaciones mutuales había dado lugar a polémica,
pues la ley que las regula las excluía expresamente del régimen concursal, pero
alguna solución había que adoptar en caso de insolvencia. Finalmente la ley
20.321 de asociaciones mutuales ha sido reformada, y su artículo 37 vigente las
somete expresamente al régimen concursal; por lo cual hoy pueden tanto
solicitar su concurso preventivo como ser declaradas en quiebra.
Cabe recordar que las asociaciones mutuales constituyen una subespecie del
género más amplio "asociaciones", están regidas por la ley 20.321 (y su
modificatoria 25.374) que regula íntegramente las cuestiones concernientes a la
vida de la entidad, desde su misma creación, comprendiendo las reglas relativas
a su funcionamiento y las que prevén su extinción.
Precisamente la Ley nº25.374 modificatoria de la ley orgánica de las mutuales
(20.321), produjo la incorporación de estas entidades al ámbito subjetivo de
concursalidad, a partir de la íntegra sustitución del texto del antiguo Artículo 37
(que anteriormente impedía a las mutuales el concursamiento), por el siguiente:
"Las mutuales quedan comprendidas en el régimen de la Ley 24.522".
La reforma de la ley mutualista recogió el pensamiento de un amplio sector de
la doctrina de ambas disciplinas que se habían expedido contrarios al obstáculo
legal (67) .
Si bien es cierto que la prohibición persiste en el art.2 in fine de la legislación
concursal, es obvio que la ley 25.374 tiene prevalencia en la aplicación de sus
preceptos respecto de la ley 24.522, ya que se trata de una legislación especial
posterior y por tanto debe regir en plenitud (HEREDIA; DI TULLIO ) ya que ha
operado una derogación tácita por notoria incompatibilidad entre ambas. Así lo
ha entendido la jurisprudencia en todo el país, aplicando la nueva legislación y
abriendo el concurso preventivo de numerosas entidades mutuales. Por lo que
se ha entendido derogada la mención del último párrafo del art. 2º (ROUILLON ).
La adecuación de la normativa concursal (eliminando la veda de las mutuales)
se imponía como una consecuencia natural de la reforma producida en el ámbito
propio de la legislación mutual.
240
h) Obras sociales y sindicatos(68)
Ambos pueden solicitar su concursamiento preventivo cuanto ser declarados
en quiebra, más allá de su posible encuadramiento como personas jurídicas
paraestatales (conf. HEREDIA ). Así lo han resuelto los tribunales en varios
pronunciamientos (69) . Carecen de régimen especial de liquidación y no existe
norma expresa que excluya su concursamiento.
Específicamente el artículo 2º de la ley 23.660 establece que las obras
sociales son entidades consideradas sujetos de derecho en los términos del
artículo 33, inciso 2º, del Código Civil, debiendo ser reputadas personas jurídicas
de Derecho Privado (70) . Para Lorente, son personas de derecho público no
estatales, sosteniendo que cuando uno de estos sujetos de derecho, cuya
naturaleza jurídica resulta de la zona gris que separa el derecho público del
derecho privado, carece de un régimen de liquidación administrativa, es lógico
concluir que les serán aplicables las normas de liquidación del derecho privado.
En cuanto a la calidad de integrante de una AFJP que puede ostentar la obra
social, ha sido resuelto que si bien las Administradoras de Fondos de
Jubilaciones y Pensiones no son sujetos concursables (art.2º último párrafo LC),
esta prohibición no alcanza a sus accionistas por tratarse de sujetos
distintos (71) .
Por otro lado, tratándose de una asociación sindical con personería gremial de
conformidad al art. 23 de la ley 23.551, calificable como persona jurídica de
carácter privado en los términos del art. 33 2º párr. 2º inc. del Cód. Civ., no se
encuentra obstáculo para permitir su concursamiento, puesto que estas
entidades no se hallan excluidas de la concursalidad (72) .
Sin embargo cabe hacer una digresión respecto de las obras sociales en tanto
se han visto beneficiadas —coyunturalmente— por la suspensión de los pedidos
de quiebra articulados en su contra. Ello así, en razón de la declamada
emergencia sanitaria nacional que impide ejecutar las sentencias que las
condenen al pago de sumas de dinero por el lapso que dure la emergencia en
aras de neutralizar la grave crisis económica, financiera e institucional que
atraviesan estas entidades. La Corte ha convalidado este criterio en un conocido
precedente.
En el caso se discutía la inteligencia otorgada al artículo 24 del decreto
486/02 que contempla la declaración de emergencia sanitaria nacional, —
prorrogada sucesiva e inexplicablemente por varios años— en tanto prevé la
suspensión de las ejecuciones contra los agentes del sistema nacional del
seguro de salud.
La Corte Suprema decidió que el decreto mencionado incluye la suspensión
de los pedidos de quiebra articulados contra obras sociales, atendiendo a la
naturaleza de dicha acción, interpretando que también se hallan alcanzados por
la previsión legal porque ese ha sido el fin perseguido por la legislación en aras
de asegurar la prestación de los servicios sociales de salud, que se hallan
afectados por la situación de emergencia económica financiera nacional que
contempla la suspensión temporaria de la ejecución de las acciones promovidas
contra sus agentes (73) .
241
i) Sociedad conyugal(74)
Es claro que en el Derecho argentino la sociedad conyugal no es una persona
jurídica(75) ; en realidad nuestro régimen de bienes en el matrimonio es el de
administración separada, y la ganancialidad adquiere relevancia al tiempo de la
extinción de la comunidad por divorcio o muerte de uno de los cónyuges. Por lo
tanto, resulta ajustada al Derecho argentino la solución de un tribunal que
desechó la presentación del concurso preventivo de una "sociedad conyugal"
como sujeto distinto de los cónyuges (76) .
Tal es el criterio actual de la jurisprudencia habiéndose decidido que:
— No cabe admitir el concurso de la sociedad conyugal porque no es dable
encuadrarla en la connotación de "persona de existencia ideal", de carácter
privado, en los términos del art. 2º de la ley 24.522 con aptitud para
constituirse en sujeto concursal distinto de las personas individuales que la
componen (77) .
— La LC no prevé como sujetos concursales a la sociedad conyugal: el sujeto
pasivo de un proceso concursal es sólo una persona física o persona
jurídica, por lo cual corresponde abrir un proceso concursal para cada una
de las personas físicas. De lo contrario, se encontrarían entrelazados el
régimen de la comunidad de gananciales, su pasivo y el concursal (78) .
— De posibilitarse la concursabilidad de la sociedad conyugal se daría lugar a
una indebida superposición de regímenes patrimoniales de orden público,
que como ya lo he dicho, lo son el matrimonial y el concursal (79) .
— Los cónyuges sólo pueden pedir su concurso preventivo en forma individual
y no como sociedad conyugal, siendo improcedente tramitar un único
proceso que englobe el patrimonio de ambos cónyuges y,
fundamentalmente, que confunda a sus acreedores en una sola masa (80) .
— La formación de concurso preventivo de una sociedad conyugal aparece
como inadmisible más allá de las numerosas y divergentes opiniones
existentes, tanto en doctrina como en jurisprudencia, respecto de su
naturaleza jurídica; ya que no es posible encuadrarla dentro del concepto
de "persona de existencia ideal de carácter privado" en los términos del art.
21 de la LC, porque la mentada sociedad de cónyuges no cuenta con aptitud
para constituirse en sujeto concursal autónomo, diferente o distinto de
quienes la integran. En rigor, son los cónyuges individualmente quienes
tienen la titularidad de los bienes y deudas que integran sus respectivos
patrimonios (81) .
— La sociedad conyugal no conforma una categoría subjetiva a la cual pueda
atribuirse un patrimonio, careciendo por tanto de aptitud para ser declarado
en concurso preventivo (82) .
— Los cónyuges sólo pueden pedir su concurso comercial preventivo en su
carácter de comerciantes individuales, si lo fueren, y no como sociedad
conyugal. Y no empece a esta conclusión la circunstancia de que en alguna
oportunidad se haya admitido la petición conjunta de tal beneficio o la
extensión del concurso del marido solicitada por la esposa, pues en tales
hipótesis lo único que se ha hecho es admitir una acumulación de procesos
242
concursales, por razones de economía procesal, sin que por ello las causas
pierdan individualidad, lo que equivale a decir que en las mismas deben
cumplirse separadamente todas las etapas del concurso preventivo,
realizándose la verificación de créditos en cada uno de ellos, la
determinación del activo también separadamente y, finalmente, la votación
por separado del acuerdo preventivo que cada uno de los cónyuges pueda
proponer a su respectiva masa de acreedores, situación que no se asemeja
para nada a la de autos, pues allí se pretendía realizar un solo proceso que
englobara ambos patrimonios de los cónyuges y, fundamentalmente, que
confunda a sus respectivos acreedores en una sola masa, lo que no resulta
admisible (83) .
Sin embargo, el creativo juez Guillermo Mosso, encontró una solución apropiada
para el frecuente caso en que los cónyuges gestionan de modo conjunto alguna
actividad comercial. Sostuvo que efectivamente no es apropiado admitir el
concursamiento de la sociedad conyugal como tal, pero que en esos casos en
que los esposos actúan como socios ante terceros, la solución posible es acudir
al procedimiento del artículo 65 LC, no porque la sociedad conyugal se asimile a
un grupo económico sino porque generalmente los cónyuges son fiadores,
garantes o avalistas recíprocos, deviniendo entonces aplicable el artículo 68
LC (84) .
243
En la justicia de la Provincia de Córdoba se han planteado algunos supuestos
en los cuales se aceptó el concurso y la quiebra de matrimonios que
conformaban una sociedad de hecho comercial (86) , decisión que ha sido
criticada (87) .
La Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires resolvió un caso en el cual el
juzgado de primera instancia había revocado la apertura del concurso por no
encontrarse la sociedad de hecho comprendida dentro de la normativa de la LC.
La Cámara confirmó la decisión, pues dijo que admitir que los cónyuges
constituyeran una sociedad es contrario a lo dispuesto al art. 27 de la ley
19.550, por lo cual la sociedad sería nula de nulidad absoluta y se debería
proceder a su liquidación conforme a las normas generales, ya que tal tipo
societario está expresamente vedado para los cónyuges. Ante ello los deudores
interpusieron recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley y el Máximo
Tribunal provincial dijo que el art. 29, primer párrafo, de la ley de Sociedades es
terminante al fijar la sanción de nulidad para las sociedades que violen la
prohibición contenida en el art. 27 —que los esposos puedan integrar entre sí
otro tipo de sociedades fuera de las que sean por acciones y de responsabilidad
limitada, correspondiendo su liquidación— (88) .
Éste es el criterio que siguen los tribunales del interior de la mencionada
Provincia de Buenos Aires. Así, la Cámara de Apelación de Azul, en un pedido
de concurso de una sociedad de hecho entre ambos cónyuges, recordó que se
prohíben las sociedades comerciales de personas (colectiva, de capital e
industria y comandita simple) entre esposos (arts. 27 y 29 de la ley 19.550), y
agregó que la presentación en concurso debió ser formulada en forma separada,
determinando el patrimonio y el pasivo de cada uno de ellos de manera
independiente (89) .
En el mismo sentido, la Cámara de Apelaciones de La Matanza, utilizando
palabras de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, ha dicho que el
art. 29 citado de la Ley de Sociedades, es claro al disponer la sanción de nulidad
para las sociedades que violen la prohibición contenida en el art. 27, como es la
sociedad de hecho constituida por los esposos (90) .
También la justicia nacional comercial rechazó un pedido de extensión de
quiebra de un cónyuge respecto del otro por "confusión patrimonial", ya que dijo
que de las constancias del expediente no permitían tener por cierta la sociedad
irregular, ya que la "existencia de una sociedad irregular requiere aportes
destinados a desarrollar la gestión económica y, en el caso, el tribunal no cuenta
con prueba o indicio de que hubiese existido otro aporte de la cónyuge que no
fuese la prestación del trabajo, conducta propia de alguien que integra la
sociedad conyugal. En el derecho argentino los cónyuges pueden ser socios
comerciales sólo en sociedades anónimas o de responsabilidad limitada (art. 27,
LS). Una sociedad constituida en violación de esa norma sería nula". "La
confusión patrimonial que justificaría la extensión a los términos del art. 165 inc.
3º también requiere de especial motivación. En el caso, el síndico la invocó, pero
no explicó de qué modo esa confusión de bienes excede lo propio del régimen
matrimonial en lo ganancial. En ese ámbito, no son exigibles libros ni registros
de lo correspondiente a los consortes, siendo práctica social la administración
promiscua del dinero. El funcionario no describió los impedimentos hallados para
delimitar claramente el activo del cónyuge fallido; dicho en otros términos, no
justificó discursivamente la existencia de confusión patrimonial inescindible de la
244
mayor parte de los activos y pasivos que requiere la norma invocada". Por ello,
como bien se ha dicho en este caso, es difícil afirmar que el tribunal rechazó la
petición porque entendió que ambas sociedades no son compatibles, o porque
la sociedad de hecho, sino porque parece ser que no fue probada (91) .
245
diversas soluciones y que pueden marcar el camino de futuros precedentes. Se
trata de un antiguo pronunciamiento de un tribunal provincial que admitió el
concurso preventivo de un consorcio (94) y otro que sostuvo que la
concursabilidad del consorcio dependería de que previamente se hubiera
interpelado infructuosamente a los propietarios (95) .
k) Entidades bursátiles
Las entidades bursátiles comprendidas en la ley 17.811 no son entidades
financieras en el sentido de la ley 21.526; por lo tanto, pueden solicitar su
concurso preventivo o su propia quiebra (98) .
l) Sociedades en liquidación
También la sociedad en liquidación puede ser sujeto pasivo del concurso,
máxime frente a lo dispuesto por el artículo 5º de la ley 19.551 (99) . Más allá de
la previsión expresa, la cuestión no presenta dudas,atento a que las sociedades
en liquidación conservan su personalidad jurídica, confor me el art. 101 de la ley
246
19.550, aunque tan sólo sea en forma limitada a la conclusión de las relaciones
jurídicas pendientes.
m) Entidades deportivas
Como asociaciones civiles sin fines de lucro, estos sujetos son susceptibles
de ser declarados en concurso preventivo o quiebra.
A partir del régimen instaurado por la ley 25.284 (100) , se ha previsto el auxilio
de la crítica situación que atraviesan estas instituciones en nuestro país, en
especial los clubes de fútbol (con quiebras declaradas), procurando su salvataje
en orden a la superación del estado de insolvencia mediante una administración
eficiente.
Atenúa los gravosos efectos de la quiebra, excepcionando de tal manera el
régimen de concursalidad liquidativa, previsto en la ley 24.522 (Di Tullio).
Un sector de la doctrina ha criticado este régimen privilegiado (Games,
Esparza, Rubin). Las entidades deportivas en concurso pueden optar por el
sometimiento voluntario al amparo de la ley 25.284. La normativa incorpora la
figura del fideicomiso de administración (mediante un órgano fiduciario
colegiado) sujeto al control judicial, prolongando la vida de los clubes en proceso
de liquidación por un lapso de tres años, renovable a criterio judicial, hasta un
máximo de nueve.
Tratamos en extenso este tema en el Capítulo XXI.
9. Sujetos excluidos
a) Principios generales
El último párrafo del artículo 2º excluye de los concursos a los siguientes sujetos:
247
— las compañías de seguros (art. 51, segunda parte, ley 20.091), cuya
liquidación está sometida a procedimientos particulares; debe incluirse en
la excepción a las aseguradoras de riesgo del trabajo (ART), excluidas
como sujetos concursables por la ley 24.557. El sistema de liquidación
determinado por las leyes que las regulan en muy poco difiere del proceso
de quiebra, aunque sí se les impide presentarse en concurso preventivo; la
diferencia radica en que no puede pedir su quiebra un tercero, aunque
creemos que, pedida la quiebra, el juez debe determinar su liquidación por
disolución forzosa;
— las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones, reguladas por
la ley 24.241 que establece un régimen especial de liquidación (arts. 71 y
72) (101) ; la ley especial determina un proceso de liquidación
administrativa llevado a cabo por su Superintendencia. Antes de ahora se
ha propiciado reformar la ley 24.241 y que ésta remita a la ley concursal
como norma supletoria para las relaciones de los entes que no se vinculen
con la administración del fondo (García Martínez). La modificación del
sistema previsional ha relativizado la importancia de la cuestión.
— las excluidas por leyes especiales.
248
protección de los depositantes; éstos son verdaderos acreedores
superprivilegiados. De allí que pueden existir medidas legales que tutelen
concretamente a estos acreedores (seguros, por ej., o generación de patrimonios
de afectación para pagarles a éstos con exclusión de otros acreedores de la
misma entidad financiera insolvente). Es lo que sucede en el Derecho argentino
con el artículo 35 bis de la Ley de Entidades Financieras (LEF) que permite
excluir ciertos activos en orden a la reestructuración de la entidad "en defensa
de los depositantes".
En fin, la legislación sobre insolvencia bancaria no tiene por qué estar calcada
sobre los moldes de la insolvencia privada general. En ella se ponen en tensión
valores distintos: la sanidad del sistema financiero en general, la confianza
pública en el sistema, su eficiencia para servir a la economía, los intereses de
los depositantes y los de los demás acreedores.
Para la solución de estas tensiones, el legislador, como en muchos otros
casos, debe adoptar medidas que privilegian unos intereses por sobre otros,
porque ellos son considerados más valiosos en ciertas circunstancias.
Esto se evidencia en que algunas legislaciones someten a los bancos a las
reglas generales sobre la insolvencia, mientras que en otras la legislación
bancaria contiene normas especiales para la reestructuración y la liquidación
forzada de éstos.
Esta última solución es claramente la preferible, desde que:
— la reestructuración es, en el Derecho bancario, un concepto más amplio
que el de reorganización en el Derecho general de la insolvencia; la
reestructuración bancaria debe comenzar mucho más temprano que la
reorganización de las empresas privadas;
— la reestructuración bancaria no suele estar en manos de los jueces, sino de
las autoridades administrativas, normalmente las que rigen y controlan a las
entidades bancarias (en el caso de Argentina, el Banco Central de la
República Argentina);
— ello se justifica en que la actividad administrativa acostumbra ser más
experta que la judicial en estas materias, amén de que puede actuar con
mucha más celeridad que un tribunal. Por ello, en Estados Unidos, como en
Argentina, la actividad está fundamentalmente concentrada en la autoridad
administrativa. En Argentina, como se verá, sólo en última instancia actúan
los tribunales (para la liquidación de la ex entidad financiera). En el sistema
alemán e inglés la autoridad administrativa debe remitir las actuaciones a
los tribunales para la reestructuración o la liquidación.
Es preciso comprender la existencia de estas tensiones entre intereses que
son distintos a los de la insolvencia privada para poder enfrentar el estudio de
las reglas particulares que se refieren a la insolvencia bancaria. De otro modo se
puede caer en el error de algunos autores que quieren pasar la legislación
bancaria por el tamiz del sistema concursal ordinario, y por ello condenan a
aquélla como si fuera anatema (104) o caen en lugares comunes para demonizar
a las entidades financieras (105) .
(ii) Información breve sobre el sistema de la LEF
249
La Ley de Entidades Financieras que rige en Argentina es la 21.526 con las
modificaciones de las leyes 24.144, 24.485 y 24.627.
Como es obvio, para funcionar como banco es necesaria una autorización del
BCRA, el cual puede resolver la revocación de esa autorización para funcionar:
c) por afectación de la solvencia y/o liquidez de la entidad que, a juicio del BCRA,
no pudiera resolverse por medio de un plan de regularización y
saneamiento (106) ;
d) en los demás casos previstos en la ley (art. 44, LEF). La resolución que
dispone la revocación es apelable al solo efecto devolutivo por ante la Cámara
Federal en lo Contencioso Administrativo (art. 47, LEF).
250
La autoliquidación se tramita conforme a la Ley de Sociedades 19.550; la quiebra
por la Ley de Concursos y Quiebras 24.522.
251
El antiguo artículo 50 LEF disponía:
Las entidades financieras no podrán solicitar la formación de concurso
preventivo ni su propia quiebra, ni ser declaradas en quiebra a pedido de
terceros, hasta la revocación de su autorización para funcionar, salvo lo
dispuesto en el artículo 52 de la presente ley.
252
prevista la reestructuración de las entidades y la protección de los depositantes
a través del sistema del artículo 35 bis. En el régimen vigente, una vez hecha la
exclusión de activos y pasivos como un medio para proteger a los depositantes,
la ex entidad financiera queda con un pasivo compuesto casi exclusivamente por
acreedores no financieros (las empresas de transporte de caudales, la empresa
de seguridad, la de limpieza, alquileres, servicios de computación, honorarios a
algunos profesionales, y eventualmente algún pasivo fiscal, generalmente poco
significativo pues se supone que los bancos han de estar controlados y han de
pagar sus impuestos), a lo que a veces cabe agregar obligaciones negociables
emitidas por la entidad cuando estaba activa. Entendemos que no hay razón de
fondo para que este pasivo no pueda ser negociado en el marco de un concurso
preventivo.
254
fallo concordante de la sala C del tribunal, del 25 de octubre del mismo año),
no se concilia con la finalidad del instituto del concurso preventivo la
actividad de la que aquí se trata, porque en la labor aseguradora existen
medios preventivos específicos, previstos en la ley 20.091, para prevenir y
evitar las situaciones de iliquidez, insolvencia u otras que, así fuese
potencialmente, puedan provocar perjuicios para el interés y los derechos
de los asegurados (arts. 31 y ss.);
— así una vez acreditada la impotencia patrimonial de la aseguradora, no es
posible acudir al concurso preventivo o al acuerdo resolutorio, porque se
ajustan al interés eminentemente publicístico que constituye una nota
característica de los procesos liquidatorios de este tipo de entidades e
importaría la posibilidad de conjurar el desarreglo patrimonial a través del
sacrificio de los asegurados;
— la aplicación de la norma en nada se ve alterada por el hecho de
encontrarse —como aquí ocurre— la aseguradora en estado de
disolución voluntaria . Al respecto la sala D de la Cámara en la causa
"Compañía de Seguros del Interior SA s/pedido de quiebra por Cargill SA",
fallo del 6 de marzo de 1995, manifestó que "...En el caso de las sociedades
de seguros sucede, en sustancia exactamente igual; no procede admitir la
disolución voluntaria de la sociedad, que no será liquidada por los
liquidadores estatutarios, sino que procede declarar judicialmente la
liquidación forzosa de la aseguradora, que no puede ser declarada
nominalmente 'en quiebra', pero cuya liquidación se ajustará al régimen
legal de las quiebras, y será cumplida por la Superintendencia —
equivalente al síndico liquidador de una 'quiebra' propiamente dicha—".
Determinó allí la Cámara que el estado de cesación de pagos de la
aseguradora debía llevar necesariamente a su disolución forzosa por la
autoridad de control, lo que es "lógico y jurídicamente incompatible" con la
decisión societaria de encomendar la liquidación por disolución voluntaria de la
sociedad al órgano designado por la asamblea.
La verdad es que los argumentos están bien expuestos pero no son muy
convincentes. Es cierto que la ley excluye a las compañías de seguros del
concurso aun cuando fueran ex compañías de seguros, esto es, sociedades a
las que se les ha retirado la autorización para funcionar como tal. Pero lo cierto
es que tal prohibición dista de ser razonable cuando justamente la sociedad ya
no tiene por objeto dedicarse al seguro sino que, por el contrario, entra en
liquidación necesariamente pues la Ley de Sociedades dispone que las
sociedades a las que se les retira la autorización para funcionar entran en
disolución (art. 90, LS). Es que en ese caso es una sociedad corriente, en la que
hay que liquidar activos para pagar pasivos y para tal caso está justamente
previsto el régimen concursal. Es más, sin duda con el concurso se amparan
mucho mejor los derechos de los acreedores que con la liquidación a cargo de
la Superintendencia de Seguros.
De todos modos no parece previsible una modificación de esta jurisprudencia
mientras los actuales textos legales sigan rigiendo; lo cierto es que después del
fallo anotado otra sala de la misma Cámara Comercial siguió idéntico
criterio (116) .
255
d) Otros sujetos excluidos: sociedades accidentales, patrimonio fiduciario
Están excluidas del concursamiento las sociedades accidentales o en
participación por no ser personas jurídicas. Se somete a concurso el socio o
socios gestores donde concurren en igualdad de condiciones los acreedores del
socio, los acreedores de la sociedad y los socios partícipes. Son estos socios
gestores los que se obligan personalmente y actúan en nombre propio en este
tipo de sociedades, permaneciendo ocultos los demás socios partícipes. La
quiebra del socio gestor produce la disolución de la sociedad.
Del mismo modo cabe razonar respecto de las uniones transitorias de
empresas y las agrupaciones de colaboración, reguladas por la LS; es decir que
al no ser personas jurídicas no están admitidas al concurso preventivo ni a la
quiebra. Igualmente, algunos autores se han pronunciado por el concursamiento
de estos contratos de colaboración:de lege lata,entendiendo que pueden
presentarse en concurso preventivo en caso de agrupamiento, respecto de lo
cual entendemos que no se concursa el contrato sino los sujetos integrantes del
grupo económico (Barbieri); yde lege ferenda,entendiendo que debe admitirse
su concursamiento por la forma de organización de dichos contratos, con
nombre, domicilio, patrimonio, representante, objeto, capacidad para estar en
juicio, pero sin personalidad jurídica, pero quepodrían incluirse con los mismos
fundamentos que el del patrimonio del fallecido (Kleidermacher).
En definitiva serán los integrantes quienes respondan por las deudas y, por lo
tanto, ellos son quienes —en su caso— serán sometidos a la quiebra o
peticionarán el concurso preventivo.
Las sociedades (art. 19, ley 19.550) o personas físicas que ejerzan una
actividad ilícita no son admitidas al concurso preventivo; por ejemplo, quien
realiza una actividad de intermediación financiera al margen de la ley que regula
la actividad; así fue resuelto en numerosas oportunidades por nuestros
tribunales. Lo mismo para las sociedades con objeto ilícito (art. 20, ley 19.550),
es decir aquellas que atentan contra el orden público, por tener un objeto vedado
en razón del tipo social elegido. Tratándose de sociedades, la ley específica
determina que tanto la sociedad de objeto lícito con actividad ilícita como la de
objeto ilícito son nulas y se liquidarán (art. 18, ley 19.550). En la única hipótesis
en que podrían concursarse las sociedades de objeto ilícito en la etapa de
liquidación (art. 5º , in fine, LC), sería cuando la ilicitud sobreviene por algún
cambio legislativo que impide al tipo societario elegido desarrollar su objeto
social.
Tampoco existe el concurso preventivo ni la quiebra del patrimonio
fiduciario (117) . La ley 24.441 que regula el fideicomiso establece de manera
explícita que los bienes fideicomitidos constituyen un patrimonio separado del
patrimonio del fiduciario y no pueden ser agredidos por los acreedores del
fiduciante ni del fiduciario. Pero ello no excluye la posibilidad de que el patrimonio
fideicomitido sea insuficiente para atender las obligaciones que pesan sobre él.
En tal caso, se procederá a su liquidación la que estará a cargo del fiduciario
quien deberá enajenar los bienes que lo integran y entregará su producido a los
acreedores conforme al orden de privilegios previsto para la quiebra (art. 16, ley
24.441).
256
Se ha propiciado su concursamiento, entendiendo que las exclusiones que hace
la ley —por leyes especiales— son sólo respecto de personas jurídicas (art. 2º ,
tercer párrafo, in fine , LC) y aquí debe prescindirse de la personalidad
jurídica (118) . Sin embargo, se debe concluir lo contrario, pues siendo
solamente concursable la persona —salvo la única excepción del patrimonio del
fallecido estipulado expresamente—, es obvio que las excepciones excluyentes
se van a referir a ese tipo de personas.
10. Universalidad
El principio de universalidad de los concursos aparece expresado en el
segundo párrafo del artículo 1º de la LC:
El concurso produce sus efectos sobre la totalidad del patrimonio del deudor,
salvo las exclusiones legalmente establecidas respecto de bienes
determinados.
257
Ahora bien, el concurso supone que en él se ha de ventilar la suerte del
patrimonio concebido comouniversitas juris,por lo que en principio quedan
comprendidos todos los bienes que lo integran.
a) Exposición
Ha sido definido como el principio conforme al cual la iniciativa y acción del
acreedor individual en defensa de su particular interés cede, por motivos ínsitos,
a intereses que concurren contradiciéndose y que el ordenamiento somete a su
258
quehacer en función de tratamiento igualitario, a la acción colectiva de todos los
acreedores. Esa colectividad se denomina en doctrina masa de acreedores o
simplemente masa.
La principal consecuencia de este principio es que las acciones individuales
de los acreedores quedan suspendidas a las resultas del concurso, salvo
contadas excepciones (ver arts. 21 y 132, LC).
No está de más señalar que esas pocas excepciones fueron ampliadas por la
reforma introducida por la ley 26.086, con lo cual se debilitó tanto el principio de
colectividad como el fuero de atracción que ejerce el concurso sobre las acciones
judiciales promovidas contra el concursado.
259
efectos que se producen con relación a esa colectividad o comunidad de
derechos.
12. Concurrencia(123)
a) Exposición
b) Excepciones
Durante la vigencia de la ley 19.551 cabía reconocer en el concurso preventivo
dos excepciones al principio de concurrencia:
— los créditos que debían estar satisfechos para acceder al proceso, esto es,
los salarios y los causados en las denominadas genéricamente leyes
sociales (inc. 8º del art. 11, agregado a la ley 19.551 por ley 20.595);
260
— los créditos laborales que por estar prácticamente todos amparados por
privilegios irrenunciables, eran considerados acreedores no concurrentes al
concurso preventivo, por lo que estaban excluidos de algunos efectos
propios del mismo (suspensión de intereses, y de actualización a tenor de
la inflación antes de la Ley de Convertibilidad).
A partir de la entrada en vigor de la ley 24.522, ambas excepciones han
desaparecido pues se ha derogado el inciso 8º del artículo 11, y los acreedores
laborales pueden ahora tener participación en el concurso preventivo al admitirse
la renuncia del privilegio, por lo que podrán formar parte de una clase de
acreedores: los quirografarios laborales. Cabe acotar que el acceso de los
acreedores laborales al concurso preventivo y la quiebra no es idéntico al de los
demás acreedores, pues ellos pueden hacerlo a través del procedimiento básico
del pronto pago (art. 16, LC), debiendo recurrir a la verificación conforme al
procedimiento general sólo si el pronto pago es rechazado.
La ley 26.086 ha implementado una importante reforma en la materia
ampliando el menú de opciones insinuatorias para los acreedores laborales:
a) Verificación de la sentencia laboral previa: (que no se considerará tardía y
con dispensa del curso de la prescripción abreviada, art. 56).
b) Verificación directa (tempestiva o tardía), que contiene la suspensión del
proceso laboral.
c) Pronto pago en sus dos modalidades ("automático" o "dispositivo") que una
vez admitido tiene efecto de cosa juzgada material.
d) El rechazo del pronto pago habilita al acreedor a iniciar o continuar el juicio
de conocimiento laboral ante el juez natural con posterior insinuación en el
concurso.
Este régimen lo tratamos con particular detalle en el Capítulo VI.
La concurrencia es una carga para el acreedor y no una obligación. Los
acreedores concursales no concurrentes no permanecen en las mismas
condiciones que antes de la apertura del proceso, pues pierden el ejercicio de
las acciones individuales e incluso de la colectiva, al no poder solicitar la quiebra
de su deudor, pues ésta ya está declarada y su crédito es de causa o título
anterior. La participación en el concurso resulta necesaria para los acreedores
concursales. Convertirse en concurrentes es la única forma que les resta para
hacer valer sus derechos.
a) Caracterización e importancia
La materia concursal se halla regida por un principio fundamental: la igualdad
o paridad de los acreedores (par conditio creditorum ). Este principio desplaza el
de prior in tempore de la ejecución individual.
261
Es decir que, por regla general, todos los acreedores han de soportar
igualitariamente el efecto del acuerdo preventivo o resolutorio homologado,
dando las mismas quitas, esperas u otras estipulaciones al deudor común, y en
la quiebra participa pari passu en la distribución del producido de la liquidación
de los bienes del deudor común, y cuando el resultado de esa liquidación sea
insuficiente para atender a la totalidad de los créditos, se repartirá a prorrata del
montante de los créditos.
La par conditio es un principio que actúa en protección del interés general, que
indirectamente recae sobre el interés individual de los acreedores, como medio
de preservación ética en los procesos concursales. Y en la práctica eso se ve
plasmado en la relación entre el concursado y sus acreedores, imposibilitándose
que aquél otorgue ventajas a alguno de éstos.
b) Excepciones
262
c) Regulación de los privilegios
La Ley de Concursos regula los privilegios y las preferencias emanadas de los
derechos reales de garantía en un cuerpo único a partir del artículo 239. Tal
legislación es en principio excluyente de cualquier otra (así lo expresa el art. 239,
LC, en su primera parte), con lo que se pretende llegar a la unificación de los
privilegios concursales. Este objetivo no fue alcanzado plenamente en la ley
19.551, por lo que la nueva ley 24.522 ha profundizado las soluciones
unificadoras y excluyentes de la aplicación de otras normas creadoras de
privilegios.
263
separado, para obtener la venta judicial de la cosa prendada o hipotecada
(arts. 126 y 209, LC).
Ello redunda también en una ventaja de orden temporal: los acreedores
hipotecarios y prendarios podrán percibir sus créditos una vez efectuada la
subasta, sin necesidad de esperar a la distribución final.
(v) Los créditos amparados por derechos reales de garantía (hipoteca, prenda)
gozan de otra ventaja muy importante en materia de quiebra.
Por regla general los intereses que producen los créditos se suspenden a la
fecha de declaración de la quiebra (art. 129, LC). Pero tal limitación no
juega para los intereses compensatorios generados por créditos munidos
de hipoteca o prenda (art. 129, segundo párrafo), con el límite del
producido del bien gravado.
La misma excepción se producía a favor de los créditos hipotecarios y
prendarios con registro respecto de la indexación del capital, cuando tenían
inserta una cláusula de estabilización registrada conforme a la ley 21.309.
(vi) En el concurso preventivo también se suspenden los intereses a la fecha
de presentación (art. 19), con una excepción expresa en favor de los
créditos hipotecarios y prendarios.
Bajo el régimen de la ley 19.551, la jurisprudencia interpretó que los créditos
de origen laboral estaban excepcionados de la suspensión de la indexación
y de los intereses (126) . La creación pretoriana relativa a la indexación
carece de trascendencia actual en razón de la prohibición de toda forma de
actualización impuesta por la ley 23.928 (denominada Ley de
Convertibilidad), que viene de ser ratificada en este aspecto por la ley de
emergencia económica 25.561. En cuanto a la suspensión de
intereses, hasta la reforma de la ley 26.684, consideramos que alcanzaba
a los créditos laborales pese al plenario de la CNCom. en el caso "Club
Atlético Excursionistas", el cual había sentado doctrina contraria (127) ; los
fundamentos del fallo interpretamos que eran paupérrimos, aspecto sobre
el cual volveremos en su momento (v. infra Capítulo V). Luego de la
reforma mencionada, los intereses de créditos laborales quedan excluidos
de la suspensión.
(vii) Por regla general la apertura del concurso preventivo produce la
suspensión de todos los juicios de contenido patrimonial, salvo las
ejecuciones hipotecarias y prendarias que pueden promoverse o
continuarse en el juzgado que corresponda, bajo la única condición de que
se haya presentado el pedido de verificación respectivo (art. 21, incs. 1º y
3º, LC). Hay algunas acciones que no se suspenden o que incluso pueden
promoverse después de abierto el concurso preventivo; nos referimos, por
ejemplo, a las acciones de simulación y revocatoria ordinaria (o pauliana).
Sobre este punto en particular nos explayamos al tratar el tema de los
efectos de la apertura del concurso preventivo analizando el nuevo
esquema vigente en la materia a partir de la ley 26.086.
De allí que una vez homologado el acuerdo, los acreedores cuyos créditos
están amparados por privilegios recobran el ejercicio de sus acciones
individuales para obtener el cobro inmediato de sus créditos, pudiendo
incluso peticionar la quiebra de su deudor. Salvo, claro está, que se hubiera
264
votado favorablemente un acuerdo preventivo que comprenda también a
los acreedores privilegiados, lo cual es francamente excepcional en la
práctica.
265
matemática calcada sobre las relaciones conmutativas previas al estado
concursal sino un criterio orientador del reparto basado en una justa distribución
de bienes; en ello ha de reconocerse amplitud de acción a la prudencia
legislativa, habida cuenta de que depende de un conjunto de factores que
pueden insinuar distintas soluciones posibles, o incluso variar de acuerdo a
circunstancias sociales o económicas" (129) .
266
o parte de los bienes en interés de los acreedores, o en cualquier otro acuerdo
que, teniendo votación suficiente, el juez estimase susceptible de homologación
(art. 42, ley 19.551).
La ley 22.917 amplió las soluciones preventivas con dos modificaciones
sustanciales:
— la admisión al concurso preventivo del comerciante no matriculado y de las
sociedades irregulares y de hecho (art. 11, inc. 1º, ley 19.551).
— la regulación de los acuerdos preconcursales.
Además, la ley 22.917 modificó el artículo 10 de la 19.551, suprimiendo la
carga de que la presentación en concurso se hiciere dentro del tercer día de
conocida la cesación de pagos.
Estos criterios se han mantenido en la ley 24.522 vigente, pues si bien ésta
impuso algunos recaudos formales no previstos por la legislación anterior,
flexibiliza el trámite del concurso preventivo admitiendo su desistimiento bajo
ciertas condiciones, facultando la categorización de los acreedores, reduciendo
las mayorías exigidas para la aprobación del acuerdo preventivo, dando la
posibilidad de presentación de ofertas por terceros (art. 48, LC), autorizando el
concurso de agrupamientos y de garantes, y con la vigencia de la ley 25.589 se
ha ampliado significativamente el efecto de los acuerdos preventivos
extrajudiciales (arts. 69 y ss.).
En otra oportunidad, Graziabile (130) ha sostenido que no resulta desacertado
pretender que el procedimiento concursal sea iniciado siempre como forma de
prevención de la crisis y sea el juez quien determine que deba pasarse a la etapa
liquidativa. Así, se evitarían los pedidos de quiebra de poco monto de deudores,
incluso sin bienes, y podría así también evitarse la dilación del procedimiento
preventivo cuando es inexorable la liquidación del patrimonio insolvente. Sin
embargo, creemos, como ya expusimos, que primeramente habría que modificar
el presupuesto objetivo para la apertura de los procedimientos concursales, de
modo que la protección legal llegue antes de que la crisis sea irreversible, como
en casi todos los casos ocurre en la praxis judicial argentina.
15. Oficiosidad(131)
La oficiosidad ha sido entendida como la atribución del juez de impulsar de
oficio el trámite iniciado por deudor o acreedor (aspecto procesal), y de recurrir
a las instituciones y remedios más aptos aún sin petición (aspecto sustancial)
(ALEGRIA ).
Importa, por un lado, la carga para el juez de proseguir los trámites del juicio,
y por otro, la adopción de medidas tendientes a hacer efectivos los restantes
postulados (QUINTANA FERREYRA ); ello se advierte en la afirmación del artículo
274 de la LC, que asigna al juez la dirección del proceso —como postulado
general— y enumera alguna de sus atribuciones, lo que hace con carácter
meramente enunciativo y sin perjuicio de las que se le han asignado a lo largo
de todo el articulado.
No se trata solamente de aplicar de oficio la ley, sino del actuar del tribunal
respecto de la ley. Declarado el concurso, el que no se instaura de oficio, el juez
267
impulsa el proceso (aspecto procesal) y recurre a las instituciones y remedios
más aptos, aun sin petición de parte de otro órgano (aspecto sustancial).
Hay oficiosidad cuando el juez dispone la extensión de la quiebra de la
sociedad a los socios ilimitadamente responsables o cuando declara la ineficacia
de pleno derecho de un acto sin pedido de parte interesada; él insta el proceso
y no las partes. Luego de la reforma de la ley 26.086 también existe la posibilidad
de que el juez autorice el pronto pago laboral ex officio (art. 16, segundo párrafo,
LC).
Debemos dejar en claro que esto no afecta a los derechos de los deudores y
acreedores sino que el tribunal insta el proceso en forma oficiosa y produce
cognición en forma inquisitiva, como veremos, sin suplir cargas procesales de
las partes.
La oficiosidad —a la que se asignaba el primer lugar entre los caracteres de
los procedimientos concursales— (así MAFFÍA y la doctrina italiana por él citada),
se vincula directamente con la publicización de los concursos (BERGEL ).
Abandonado el privatismo que en los concursos sólo veía el medio de satisfacer
los intereses de los acreedores, se asistía a una cada vez más notable tendencia
a privilegiar otro tipo de intereses, que —se afirmaba— eran en definitiva los de
la comunidad interesada en la supervivencia de las empresas de significativa
relevancia.
Así, si lo que estaba en juego no era sólo el interés de los acreedores sino
también lo que se denominaban intereses generales (art. 61, inc. 1º, in fine , ley
19.551) era preciso dotar al magistrado de los poderes suficientes para su
adecuada tutela y preservación.
En este orden de ideas el juez tiene la dirección y el impulso
fundamentalmente en el proceso de quiebra. Además en la ley 19.551, el juez
tenía la facultad de homologar o no el acuerdo votado favorablemente por los
acreedores, aunque no mediaran impugnaciones (art. 61, ley 19.551), para lo
cual debía valorar las pautas establecidas por el artículo citado, que
comprendían la conservación de la empresa, la conveniencia del acuerdo para
el interés general, el merecimiento del deudor, etcétera.
Ya hemos visto la evolución de las ideas en esta materia, la que ha llevado a
la restricción de ciertas atribuciones judiciales y a priorizar las soluciones
privadas, sin intervención judicial. De todos modos con la ley 25.589 se ha
restituido a los jueces la atribución de no homologar los acuerdos cuando fuesen
abusivos o en fraude a la ley, así como la de imponer el acuerdo a categorías
disidentes bajo ciertas condiciones previstas en el artículo 52.
16. Inquisitoriedad
a) Noción
La inquisitoriedad se exterioriza en las facultades de investigación que tiene el
juez (art. 274, LC), sin necesidad de actividad de las partes. Conforme a ese
268
precepto el juez puede dictar las medidas de investigación que resulten
necesarias, a cuyo efecto puede disponer la comparecencia del concursado y de
las demás personas que puedan contribuir a los fines señalados, y a tal efecto
puede solicitar el auxilio de la fuerza pública en caso de ausencia injustificada.
También puede requerir la presentación de documentos que el concursado o
terceros tengan en su poder, los cuales deben devolverse cuando no se vinculan
a hechos controvertidos respecto de los cuales sean parte litigante.
Esto se ve claramente en la imposibilidad procesal concursal de
autocomposición de la litis. Así, si —como sostienen algunos— el allanamiento
del concursado a la demanda de revisión o verificación tardía del pretenso
acreedor no obliga al juez, es porque el juez actúa inquisitivamente, porque él y
no las partes disponen del proceso.
Si bien el proceso concursal es eminentemente inquisitivo, no se deja de lado
en él el principio dispositivo que adquiere importancia en algunas etapas
procesales. Sin embargo, esa instancia dispositiva, atento a la pluriconflictividad
del concurso, no es idéntica a la de los procesos judiciales comunes (132) .
269
siempre a petición de deudor o acreedor. No existe y nunca existió en la
legislación nacional la quiebra ex officio .
Tampoco puede imponer la iniciación de incidentes, pues, como éstos
implican el ejercicio de una pretensión de partes, es necesario que sean
incoados por el deudor o los acreedores y en limitados casos por el síndico como
funcionario.
Sin embargo, y como ya se ha señalado, ello no excluye las amplias facultades
oficiosas de impulso procesal que tiene el juez del concurso, las que se ven
incrementadas con los poderes inquisitorios que la ley le confiere para llevar a
su conocimiento el verdadero estatus patrimonial que produjo la insolvencia, es
decir, los poderes de investigación (art. 274, LC).
Estas facultades-deberes que tiene el magistrado concursal no deben suplir la
actuación que les compete al concursado y a los acreedores, sino que siempre
deben ser desarrolladas valorándose todos los intereses en juego,
armonizándolos, en busca de la verdad real.
Estos poderes que claramente la ley otorga al juez concursal no se traspasan
a los tribunales de alzada sino sólo en la medida de los recursos que sean
interpuestos. En otras palabras, la jurisdicción de los tribunales de Alzada queda
siempre sujeta al principio tanto apelatum, tanto devolutum. Pero los tribunales
de alzada pueden usar estos poderes, a los fines de resolver la cuestión materia
del recurso; es decir que podrán actuar principalmente en forma inquisitiva, a fin
de investigar, y por qué no, en forma oficiosa para encarrilar el proceso y para
resolver la materia sobre la cual tienen jurisdicción .
En cuanto a las funciones del juez del concurso, estamos convencidos de que
éstas son plenamente jurisdiccionales, pues él resuelve la litis concursal
planteada en el proceso (135) . En forma secundaria ejerce funciones
administrativas. También el juez, investido del poder jurisdiccional, controla a los
demás órganos concursales.
Las facultades del juez concursal se hallan contempladas en numerosas
normas que las exteriorizan.
En el concurso preventivo, entre otras, goza de las siguientes atribuciones:
a) resuelve la apertura del concurso preventivo o su rechazo (arts. 13 y 14);
b) despacha de oficio —y también a pedido de interesado— el pronto pago
laboral (art. 16);
c) decide la autorización al deudor concursado para realizar ciertos actos que
exceden la administración ordinaria (art. 16);
d) juzga sobre la viabilidad de intervenir a la sociedad concursada; (art. 17);
e) en la ejecución de créditos con garantía real, tiene atribuciones para ordenar
la suspensión provisional de la subasta y de las medidas precautorias que
impidan el uso por el deudor de la cosa gravada (art. 24);
f) autoriza el viaje al exterior cuando la ausencia del deudor y/o
administradores supere el plazo de 40 días (art. 25);
g) declara el pasivo concursal (admitiendo o desestimando los créditos
insinuando), sin que lo vincule el informe individual del síndico (art. 36);
270
h) decide sobre la categorización de los acreedores (art. 42);
i) decide sobre la procedencia de la homologación del acuerdo preventivo y
sus impugnaciones (arts. 51 y 52);
j) fija la forma en que se aplicarán los efectos del acuerdo homologado ya
ocurridos respecto de los acreedores tardíos (art. 56).
En la quiebra, los poderes oficiosos del juez se incrementan notablemente en
directa relación con el debilitamiento de las facultades de administración y
disposición del deudor respecto de sus bienes, y también respecto de su
actuación en el proceso (vgr. arts. 88; 102; 103; 117; 118; 144; 146; 162; 166;
176; 177; 183; 184; 186; 189; 190; 191; 192; 200; 204; 205; 206; 207; 208; 212;
213; 214; 216; 221; 222; 226; 228; 230; 231; 233; 263; 281; 282; 283).
Las funciones administrativas del juez concursal son las destinadas a dirigir y
vigilar el proceso. Las pocas funciones administrativas, aunque no menos
importantes, quedan resumidas a la etapa de continuación de la empresa en
quiebra (art. 189, LC), sin dejar de mencionar aquellas propias de cualquier
proceso judicial, como son la designación, el control y la sanción de los
funcionarios que en él actuarán conforme lo determina la ley (síndico, martillero,
evaluador, etc.).
Claro que, procesalmente hablando, las funciones judiciales pueden también
clasificarse en impulsorias, inquisitorias y correccionales. Y ellas deben
compatibilizarse con el sistema inquisitivo-oficioso propio del concurso y con el
principio de rapidez y economía procesal, imperante en estos procesos
concursales.
Finalmente, puede decirse que tiene todas las facultades necesarias para
velar por el orden y la regularidad del juicio a fin de que se realice la finalidad
que lo determina (Castillo).
c) Límites
Los poderes del juez del concurso presentan algunos límites, que son
impuestos por la vigencia de la garantía constitucional del debido proceso
(art. 18, Const. Nac.).
De modo que el juez debe obviamente respetar el derecho de defensa en
juicio, lo cual significa que en el ejercicio de sus atribuciones de investigación
deben respetarse los principios fundamentales, como que nadie está obligado a
declarar contra sí mismo, a hacerse asesorar por un abogado, a conocer las
razones por las cuales es requerido por el tribunal. Sería nula toda actuación que
se llevase a cabo en el marco de las facultades investigativas del juez sin
asegurar la vigencia efectiva de tales garantías, y como tal no podría hacerse
valer como prueba en un proceso posterior, ya que esa aparente prueba habría
sido recogida vulnerando el derecho de defensa.
En cuanto al secreto con el cual algunos tribunales suelen "proteger" las
actuaciones investigativas ha de ser limitado en el tiempo; es absurdo que el
proceso criminal exija publicidad y que, por el contrario, actuaciones llevadas a
cabo en un juicio de quiebra puedan quedar ocultas sine die .
271
También el juez concursal encuentra limitaciones de tipo procesal, pues no
puede apartarse del principio de congruencia y debe regirse por las normas
generales de rito para dictar medidas de mejor proveer que suplan la actividad
de las partes. La incongruencia subjetiva asume relevancia en el proceso
concursal en cuanto no puede reconocerse como acreedor a quien no lo ha
solicitado; el juez y sus poderes inquisitivos no pueden suplir la actividad del
acreedor renuente. Sin embargo, existe una dimensión diferente respecto de la
incongruencia objetiva, donde radica la distinción con los procesos dispositivos,
lo que lleva al juez a tener en cuenta hechos soslayados por las partes y resolver
en contra de los admitidos por éstas, aunque siempre en los límites de la petición
de las partes (136) .
El juez concursal no puede suplir la actividad de los sujetos de los incidentes,
por lo que las medidas para mejor proveer están sometidas a los requisitos
ordinarios.
Es obvio que debe respetar los derechos de terceros; esto significa que el juez
del concurso no puede decretar medidas que importen agredir el patrimonio de
terceros ajenos al proceso universal (137) ; para ello será necesario el ejercicio
de acciones judiciales —que en la quiebra promoverá el síndico— de modo de
satisfacer adecuadamente las garantías constitucionales del debido proceso y
de la propiedad (art. 17, Const. Nac.). Del mismo modo se debe actuar en el
concurso preventivo, por lo que el juez del concurso no tiene atribuciones para
exigir a terceros entregas de bienes o documentos sin que esos terceros tengan
la posibilidad de defenderse plenamente.
Tampoco tiene atribuciones para imponer a terceros contratar con el
concursado. Por ello no se ha admitido ni aun en etapa cautelar que se imponga
a un banco el mantenimiento de una cuenta corriente o se ordenara su
apertura (138) .
Sin embargo, se ha aceptado cautelarmente obligar a ciertas droguerías a
contratar con el deudor concursado (administrador de farmacias), vendiéndole
mercadería de contado. El caso presenta aristas muy particulares, y su
fundamento ha ido más por el lado de la presunta violación por la droguería de
la Ley de Defensa de la Competencia 25.156 causada por el abuso de la posición
dominante. Por lo que no tiene una doctrina que pueda generalizarse (139) .
Finalmente debe respetar las reglas generales del procedimiento concursal.
De allí que en principio no deba designar funcionarios adicionales a los previstos
por la ley, como fue resuelto por la Cámara Comercial de la Capital en el caso
"Sasetru" (140) , ni exigir recaudos adicionales a los legalmente impuestos para
la presentación del concurso preventivo.
d) Procedimientos especiales
275
i) Liquidaciones administrativas : Quedan bajo este régimen de liquidación
administrativa aquellas sociedades excluidas del estatuto concursal, ya sea
porque éste lo prescribe o por decisión de leyes especiales. Entendemos que en
estos casos no se llega a la quiebra por voluntad societaria sino que se produce
por decisión de la autoridad de aplicación; aunque no necesariamente se
producirá una liquidación administrativa, sino que puede decidirse que ésta sea
judicial, y esta última es muy similar a la quiebra legislada por la ley concursal.
El principal caso de liquidaciones administrativas es el de las entidades
financieras (ley 21.526), donde se legislan cinco tipos de liquidaciones: una
extrajudicial a cargo de la misma sociedad, una administrativa llevada adelante
por el BCRA y tres judiciales: la autoliquidación que realiza judicialmente la
misma entidad; la liquidación sin quiebra, cuando no puede autoliquidarse y la
autoridad de aplicación no pide la quiebra; y finalmente la liquidación con
quiebra, cuando se revoca la autorización para funcionar y se decreta la falencia.
Pero éstas no son las únicas entidades que pueden liquidarse
administrativamente; también pueden hacerlo las aseguradoras y las
administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones.
276
cantidad de acreedores para el concurso preventivo, pues ello determinará la
importancia e injerencia al momento de la negociación concursal y el del monto
del activo, conjugado podría ser con el de los trabajadores en la quiebra, porque
es en ella donde importa los bienes liquidables para hacer frente a su pasivo y la
conjunción de ambos podría determinar la importancia de decidir la continuación
de la empresa. Igualmente, todas las medidas que se adopten para realizar la
calificación de los pequeños concursos quedan reservadas a la voluntad del
deudor o serán conocidas demasiado tarde en el proceso.
f) Procedimientos extrajudiciales
V. Competencia judicial(147)
19. Introducción
El Derecho concursal es Derecho de fondo pero necesariamente se desarrolla
a través de un proceso: el concurso preventivo o la quiebra. De modo que, como
ya fue dicho, la Ley de Concursos contiene también disposiciones procesales,
comenzando por las que tienden a determinar con la mayor precisión posible la
competencia judicial.
En principio, corresponde delimitar las diferencias existentes entre jurisdicción
y competencia, entendiéndose a la segunda como la medida de la primera que
277
es una potestad estatal. La función jurisdiccional del Estado es delineada a
través de diversas jurisdicciones, y los jueces, quienes ejercen aquella función
estatal, se encuentran delimitados en cuanto al ámbito de actuación a través de
la competencia (148) . Se define a la competencia como la capacidad que la ley
reconoce a un juez para ejercer sus funciones respecto de una determinada
categoría de asuntos.
Antiguamente se ha debatido, principalmente en Francia, si el concurso —sólo
la quiebra en aquel entonces— era materia del juez comercial o del civil, cuestión
que no traspasó a nuestro país, pues el art. 1388 del Código de Comercio de
1889 (art. 1522, Cód. de Comercio de 1862) disponía que la competencia le
correspondía al juez de comercio. Actualmente, en razón de la materia, en la
ciudad de Buenos Aires la competencia concursal está a cargo de los jueces
comerciales, aunque el deudor no sea comerciante; en Mendoza y en Córdoba,
tal como analizaremos más adelante, existen juzgados concursales que
entienden en la materia y en las demás jurisdicciones locales la competencia
concursal queda a cargo de los jueces civil y comerciales.
El artículo 3º establece con cierto detalle las reglas de competencia,
distinguiendo varios casos. También la ley contiene reglas especiales de
competencia para los casos de concurso en caso de agrupamiento (art. 67,
párrafo primero, LC), concurso del garante (art. 68, LC) y cuando se trate de una
extensión de quiebra (art. 162, LC).
278
competencia concursal es excluyente, pues ante el juez concursal se
sustanciarán, como principio, las cuestiones patrimoniales contra el concursado
(vis attrativa ), como así también aquellas acciones contra terceros promovidas
por el oficio concursal, haciéndose así desplazamiento de los jueces ordinarios.
La base de la competencia territorial está dada en general por el domicilio de
los sujetos procesales, en el concurso ello no varía y la principal pauta de
competencia la configura el domicilio del concursado, aunque no precisa
concretamente el tema sobre el domicilio comercial o el domicilio civil o ni
siquiera domicilios legales, sino que se desarrolla el tema a partir de ciertas
nociones especiales de domicilio cuando no se refiere directamente al domicilio
real. También para atribuir competencia al concurso de las sociedades en que el
Estado es parte, se utiliza la noción de domicilio legal. Cabe reconocer que en el
art. 3 LC se emplean diversos vocablos con distintos alcances respecto del
domicilio, ya que se hace referencia a la sede de la administración de los
negocios, sede de la administración del establecimiento principal, lugar de la
administración, pero además concretamente se refiere a domicilio, lugar del
establecimiento o explotación principal o lugar de la actividad principal.
En el supuesto de competencia territorial, si la incompetencia no se plantea
oportunamente, se aplica el principio de la perpetuatio iurisdictionis , es decir que
debe seguir entendiendo válidamente el juez que previno aunque de hecho no
sea, en razón del territorio, el competente (152) .
279
Y también se ha resuelto que no siendo una persona física comerciante, el
domicilio fiscal carece de eficacia en tanto la ley concursal no lo menciona como
parámetro determinante para fijar la competencia (156) . En este caso la
competencia quedará signada por el domicilio inscripto, debiéndose presumir
que en él se encuentra su actividad comercial y, por ende, la administración de
sus negocios, teniendo preeminencia por sobre el lugar de su domicilio (157) .
No existe consenso en cuanto a determinar cuál es el juez que previno en el
caso de varias administraciones sin poderse determinar el establecimiento
principal. Seguimos a la doctrina que sostuvo que es aquel magistrado que
resolvió la apertura concursal, pues dicha sentencia hace ejercer por aquél su
jurisdicción en el marco de su competencia (Fernández, Cámara). Así también
en el derecho italiano (Bonelli, Bolaffio, Luciani, Ramela, Cuzzeri, Cicu). En
contra se sostuvo que el juez previniente es aquel que haya dictado cualquier
resolución en el proceso aunque no haya determinado aún su apertura
(Quinatana Ferreyra, Zavala Rodríguez), pues el principio de prevención significa
ejecutar las primeras diligencias aun en la etapa preconcursal. No coincidimos
con estas posturas, por cuanto sería suficiente la mera petición para prorrogar la
competencia, pues ello provocaría que el pedido de quiebra —sin declaración
falimentaria— prevaleciera si es anterior, para determinar la competencia, por
sobre el concurso preventivo abierto posteriormente (158) .
La ley modifica el criterio sustentado para los deudores locales, pues si bien
mantiene como norma principal la competencia del juez del lugar de la
administración en el país, la regla subsidiaria se modifica, pues carecería de
280
sentido determinar que la competencia corresponda al juez del domicilio pues
éste estaría en el exterior.
En el caso de varias administraciones se aplicará el inc. 2o del art. 3o, LC, pero
se considerará la principal en el país y en su defecto el establecimiento principal.
Debe considerarse que para que la administración o explotación local no pueda
considerarse domicilio especial local (arts. 90, inc. 4o, y 101, Cód. Civil) y
convierta al deudor con domicilio en el extranjero en deudor local, su encargado
no debe tener facultades especiales —otorgadas por el titular domiciliado en el
extranjero— para contratar en nombre del principal y concertar con autonomía
las condiciones de los negocios (Rouillon).
24. Precisiones
Los párrafos precedentes merecen alguna aclaración, pues es posible cierta
confusión, habida cuenta de que el artículo 3º de la LC tiende a emplear quizás
con ligereza los términos sede, domicilio, administración, establecimiento,
etcétera, como lo destaca SOLARI BRUMANA .
El domicilio de las personas jurídicas regularmente constituidas se determina
según la calidad de sujeto comerciante o no; es decir, que si es sociedad
comercial es aplicable el artículo 11, inciso 2º, LS, conforme al cual el domicilio
es la ciudad o pueblo que figura en el estatuto o sede social. Si existen
sucursales, será competente, atento a la accesoriedad y el carácter secundario
de aquéllas, el juez que corresponda al lugar donde se encuentra la casa matriz,
por lo que la existencia de sucursales no afecta la competencia concursal.
De ser persona jurídica no sometida a la LS (asociación, fundación, sociedad
civil), se aplica el artículo 90, inciso 3º del Código Civil, que dispone que el
domicilio de esas personas es el que aparece en la autorización que se les dio o
en sus estatutos, y si no estuviese determinado en ellos lo será el lugar de su
administración o dirección.
Por administración de los negocios, debe concebirse el lugar donde se halla
la organización administrativa, de donde parten las directivas y adonde uno
puede dirigirse en relación a la actividad desplegada (FARINA ). Esta idea tiene
vigencia respecto de personas físicas, personas jurídicas irregulares y deudores
domiciliados en el extranjero.
281
La sede, concepto al que la ley alude en reiteradas oportunidades, es la
ubicación precisa y determinada del lugar que constituye el centro de los
negocios de la persona. Es el lugar desde donde se imparten las directivas, se
lleva la organización administrativa y contable.
Aun cuando la ley parece muy terminante, la Corte Suprema ha dicho que el juez
que debe intervenir en el juicio concursal de una sociedad regular es el del lugar
donde la autoridad le otorgó personería o en cuyo registro público está
regularmente inscripta, salvo los casos en que el domicilio sea ficticio o haya sido
constituido al solo efecto de dificultar la acción de los acreedores o para eludir la
competencia de determinados tribunales(160) .
En definitiva, la idea del domicilio ficto (164) , reiteradamente por aplicada por
la Corte (165) , se sostiene en la noción de fraude a la ley. Esto es, a través de
la utilización de mecanismos aparentemente lícitos —el cambio de domicilio—
se persigue burlar una norma de jerarquía superior, en el caso la que impone la
competencia de ciertos tribunales para atender las cuestiones
concursales (166) que es de orden público y por ello no disponible para los
interesados.
No se discute que resulta relevante determinar ante qué Juez va a quedar
radicado un concurso, pues la apertura del mismo produce consecuencias de
orden sustancial y formal de enorme relevancia, que involucran la afectación al
control judicial de todo el patrimonio del concursado, la sujeción forzada de sus
282
acreedores a un procedimiento especial, de carácter sumario y plazos limitados
y la intervención de terceros, auxiliares que hagan viable el preciso conocimiento
de la situación al Tribunal.
En un concurso debe entenderse por domicilio ficticio, a aquél sólo aparente
o convencional, destinado a alterar los principios que consagran la
indelegabilidad de la competencia o la prohibición de prórroga por voluntad de
las partes (167) , al estar de por medio el interés público (168) . La determinación
del ejercicio anómalo de la jurisdicción no sólo se infiere de la oportunidad en
que se produce la mutación del domicilio, sino también de otros elementos de
juicio (169) que permiten dilucidar si mediante tal comportamiento se ha
intentado eludir la acción de los acreedores.
Algunos ejemplos concretos contribuirán a ilustrar la aplicación del instituto en
la jurisprudencia del máximo tribunal.
(i) En el precedente "Rosiere (170) "la Corte juzgó que debía mantenerse la
radicación del concurso preventivo en jurisdicción provincial aun cuando el
concursado había manifestado domiciliarse en Capital Federal, dado que
en el caso se habían configurado los siguientes extremos:
a) el deudor había denunciado su domicilio real en una localidad de la
Provincia de la Pampa;
b) sus bienes y la totalidad de sus acreedores se encontraban en dicho
lugar;
c) existían testigos, acciones judiciales en su contra y otras circunstancias
que daban cuenta que el domicilio denunciado en Capital era ficticio.
(ii) En "Tubos Prodinco" SA" (171) se receptó la tesis del domicilio ficto al
advertirse que el cambio del domicilio social a la provincia de San Luis fue
concomitante con la decisión de la sociedad de presentarse en concurso
preventivo cuando ya la deudora se hallaba en estado de quiebra en Capital
Federal (vale destacar que en el caso el deudor, encontrándose en
conocimiento del juicio de quiebra radicado en jurisdicción nacional inició
su pedido de concurso preventivo en la provincia de San Luis el mismo día
en que fue decretada su quiebra en aquella sede. Pero hay más, con
posterioridad se presentó ante el Juez Nacional, requiriendo la conversión
del trámite que allí se sustanciaba en concurso preventivo, pedido que fue
rechazado por el referido magistrado comercial).
(iii) En "Curi Hnos. SA (172) " se resolvió la contienda de competencia en favor
de un tribunal de Santiago del Estero aplicando los alcances de la doctrina
del domicilio ficticio. Pero este caso presenta una particularidad que no está
presente en el resto de los precedentes y es que el concurso preventivo
que tramitaba ante el Juzgado Nacional Comercial se hallaba en un
avanzado estado, inclusive con acuerdo homologado; aún así y
configurados los recaudos que tornaban aplicable la teoría del domicilio
ficto, se ordenó la remisión del expediente al tribunal del interior del país,
aclarándose que dicho tribunal debía atender al estado procesal del trámite
del concurso preventivo y a la validez de sus actuaciones para el debido
resguardo de los derechos nacidos a su amparo, cuando ello
correspondiere, en el marco de lo dispuesto por la previsión del artículo 101
de la LC.
283
Las constancias de la causa indicaban que:
a) la concursada cambió su domicilio social que se hallaba en Santiago del
Estero a la jurisdicción de Capital Federal, inmediatamente antes de
iniciar este Concurso Preventivo;
b) el trámite de baja de la inscripción ante la jurisdicción de Santiago del
Estero, se inicia sólo cinco días antes de la promoción del concurso;
c) el desistimiento de la deudora de su concurso en la Provincia de Santiago
del Estero, se formula también cinco días antes de realizar la
presentación de un nuevo concurso en Capital Federal. Y tales
circunstancias no fueron puestas en conocimiento al tribunal de Capital
Federal, como era exigible al momento de presentar su concurso, según
lo prevé la norma legal (art. 11 inciso 1º y 7º LC);
d) más del 90% de la actividad la realizaba en Santiago del Estero;
e) en la jurisdicción provincial tramitaban numerosas causas promovidas
contra la deudora, iniciadas con anterioridad a la presentación en
concurso, en particular de naturaleza laboral y una muy importante
cantidad de sus dependientes tenían su domicilio en dicha Provincia y allí
prestaban sus servicios para la concursada;
f) es en la Provincia de Santiago del Estero donde se encontraba la mayoría
de los bienes registrables que componen el principal activo de la
empresa.
(iv) En esta misma senda puede citarse también el precedente dictado en el
caso Compañía General de Negocios que fuera analizado al estudiar el
concursamiento de las sociedades extranjeras en nuestro país.
Pero también se ha admitido la competencia del tribunal que corresponde a
un domicilio fijado por la sociedad poco antes de presentarse en concurso
preventivo, si con él no se persigue sino adecuar el domicilio inscripto a la
realidad del lugar en que funciona la administración, y de ello no se sigue
perjuicio a los acreedores que mayoritariamente están emplazados en ese
mismo lugar (173) . Con el mismo parámetro se ha decidido que el cambio de
sede social practicado casi un año antes de la presentación concursal descarta
en principio la existencia de elementos que permitan suponer que la nueva
inscripción represente un recurso ficticio urdido con el propósito de eludir la
acción de los acreedores o la competencia judicial (174) .
Finalmente resulta de interés consignar que la aplicación de esta teoría ha
sido útil también en la órbita criminal para dilucidar cuestiones de competencia
en tanto el máximo Tribunal ha dicho que si puede sospecharse seriamente que
el domicilio social es ficticio o ha sido elegido para eludir la competencia de
determinados tribunales, debe conocer en los delitos previstos en los artículos
176, 177 y 178 del Código Penal (quiebra fraudulenta) el juez del lugar donde se
encuentra tanto el asiento de los negocios, como la sede de la administración
fallida (175) .
284
Para el supuesto de concurso del patrimonio del fallecido, entendemos
aplicables las mismas reglas que para las personas físicas, aunque el causante
haya dejado de serlo. Contrariamente, se sostuvo que la competencia debe
corresponderle al juez del último domicilio real, conforme el art. 3284, inc.
4º , Cód. Civil. (Quintana Ferreyra), respecto de lo cual no habría problema si el
de cujus no fuese comerciante, pero en caso contrario importa el lugar en que
ejercía el comercio, por lo que deben aplicarse las reglas de los incs. 1o y 2º del
art. 3º , LC, que abarca ambos casos.
El tema se plantea por la coincidencia del fuero de atracción del juicio sucesorio
(art. 3284, Cód. Civ.) y de la quiebra (art. 132, LC) y del concurso preventivo
(art. 21, LC). Numerosas opiniones se han vertido en la doctrina, pero el criterio
prevaleciente parece ser —como lo hemos anticipado— el que excluye la
acumulación entre ambos procesos (por otro lado incompatible con las reglas
que emanan de los arts. 188 y ss., Cód. Proc.). Ahora bien, si ambos tramitan en
la misma jurisdicción territorial no existe obstáculo para que lo hagan por ante el
mismo juez, siempre que éste tenga competencia por razón de la materia para
entender en ellos. En muchas circunscripciones judiciales de nuestro país es
posible tramitar los procesos concursales ante el mismo juez del sucesorio, pues
la competencia civil y mercantil se halla unida. Pero esto se revela imposible en
la Capital Federal y en las provincias en donde existen tribunales especializados
por razón de la materia.
Según nuestro juicio no existe obstáculo en que el juicio sucesorio avance hasta
la declaratoria de herederos; por lo demás, de no ser así se impediría concretar
lo previsto por el artículo 8º de la Ley de Concursos, que autoriza a los herederos
a peticionar la apertura del concurso previsto.
285
Con esta denominación se identifica el caso en que fallece una persona ya
declarada fallida.
La solución aparece en el artículo 105 de la LC, el que en su primera parte
dispone que la muerte del fallido no afecta el trámite ni los efectos del concurso;
los herederos sustituyen al causante unificando la personería, y en el segundo
párrafo adopta expresamente la solución que nosotros propiciamos para el caso
del concurso del patrimonio del fallecidoin bonis: en el juicio sucesorio no se
realiza trámite alguno sobre los bienes objeto de desapoderamiento.
286
deudora por deudas postconcursales. En principio podría sostenerse que no
existe conexidad entre las causas y debería entender el magistrado que resulte
competente conforme las reglas procesales de cada jurisdicción, empero
razones de orden práctica inclinarían la balanza por la competencia del mismo
magistrado, evitando una nueva verificación de las acreencias del concurso
preventivo.
287
incompetencia debe plantearse en la primera oportunidad o por cualquier
acreedor que no haya sido el peticionante de la quiebra.
Nada obsta a que se plantee la inhibitoria ante el juez que se crea competente.
Provincia de Córdoba
Con motivo del dictado de la ley 6259 autorizó al Tribunal Superior de Justicia a
otorgar a determinados juzgados competencia exclusiva en materias
específicas. En uso de esta facultad se crearon los juzgados de concursos, con
competencia también en materia societaria (Acuerdo 9.3.79).
Provincia de Mendoza
Una década después, en Mendoza se dictó la ley 4606, que creó el Juzgado de
Procesos Concursales y de Registro, siendo reformada por las leyes 4619 y
4729.
288
En diciembre de 1987 se sanciona la Ley Orgánica de Tribunales 5854 para esta
Provincia, previendo la creación de juzgados de primera instancia "en lo
Comercial Especial"(art. 2º inc. 3-b), que conocerán en los concursos y quiebras,
sociedades y en los trámites del Registro Público de Comercio (art. 57).
Provincia de Chaco
Mediante la ley 3475 del año 1989 se creó para la ciudad de Resistencia un
juzgado civil y comercial, que se denominó de la Décima Nominación, para que
tuviera competencia exclusiva concursal. Pero el proyecto se concretó en
diciembre de 1995, ampliándose la competencia para los procesos sucesorios.
En mayo de 2000 se dicta la ley 4712, que reestableció la competencia
originaria asignada por la ley 3475, por lo cual en la actualidad tiene competencia
exclusivamente concursal.
Un antecedente extranjero: Uruguay
La ley 17.292 creó dos Juzgados de Concursos para la ciudad de Montevideo,
por transformación de dos Juzgados Letrados de Primera Instancia en lo Civil,
teniendo competencia en procedimientos concursales (concursos civiles,
concordatos, moratorias de sociedades anónimas, quiebras y liquidaciones
judiciales) y consecuentemente respecto de los procesos atraídos por éstos.
También son competentes en las acciones sociales de responsabilidad
promovidas contra los administradores o directores de sociedades (arts. 83 y 393
y siguientes de la ey 16.060) y en las acciones reivindicatorias y revocatorias
concursales.
32. Introducción
A lo largo de la historia concursal, han variado las facultades y deberes de los
jueces y de los síndicos, y la profesión de incumbencia de estos últimos o su
desdoblamiento en cuanto a sus funciones, con los liquidadores hasta 1972.
También se han incorporado nuevos funcionarios para actuar en este tipo de
proceso, u órganos como el comité de acreedores creado por la ley 11.719, lo
que se llamaba primitivamente comité de vigilancia y con la ley 26.684 pasa a
ser el comité de control; los estimadores nacidos a través del cramdown creado
por la ley 24.522, pasando a ser en 2002 los evaluadores en el mismo
procedimiento del art. 48, LC.
A pesar de estos cambios, se observa que existen dos categorías de órganos
concursales: una que representa el interés público a través de la labor
jurisdiccional y otra, la de los órganos especiales, pues su actuación sólo ha sido
prevista en estos procesos singulares, como el síndico, el comité de control, el
289
administrador, los evaluadores, entre otros (180) . Estos órganos —algunos
funcionarios públicos— constituyen instrumentos mediante los cuales el Estado
opera y desenvuelve el proceso concursal.
Los procesos concursales exigen la constitución de un centro de poder
autónomo, procesal, específico que coordine y realice actividades a través de las
cuales se articula el concurso. Las funciones de estos órganos nacen
originariamente de la ley concursal.
En el proceso concursal actual intervienen, además del juez, el concursado y
los acreedores (181) , algunos funcionarios: el síndico, los enajenadores, los
estimadores, los coadministradores en la extensión de la quiebra (arts. 261, 262,
259, LC) y los comités de acreedores (ver art. 260, LC). La enumeración que
hace el art. 251, LC, es meramente ejemplificativa, pues pueden existir otros
sujetos que actúen en el concurso en situaciones especiales no previstas por la
ley.
De todos ellos nos hemos de referir ahora al síndico concursal, que es el
funcionario por excelencia.
a) Antecedentes
290
Numerosos sistemas de designación de síndicos son conocidos en el Derecho
Comparado (183) . La sindicatura concursal históricamente ha sido ejercida por
los acreedores, por contadores y por abogados, conjunta, indistinta o
excluyentemente según el ordenamiento jurídico de que se trate. En Argentina
es tradicional la sindicatura privada, atribuida desde la ley 4156 a contadores
públicos; esta ley ya preveía la formación de listas de aspirantes a ejercer la
función y la designación en cada juicio concursal por sorteo realizado entre los
inscriptos.
El objetivo del proyecto era, por un lado, incluir a los abogados pues es notorio
que en las funciones del síndico confluyen las incumbencias de contadores y
abogados; tanto es así que en la práctica los contadores actúan casi
inexorablemente con patrocinio letrado.
291
concursos de personas individuales que no ejerzan actividad comercial,
suficiente sería que la sindicatura sea desempeñada por un abogado, como era
antaño. Ante el pequeño concurso de una empresa, individual o colectiva, no
existirían mayores problemas para que la sindicatura sea desarrollada por un
contador público que debería tener una formación jurídica suficiente para ello.
En los casos de grandes concursos donde deban actuar estudios debería
exigirse que éstos no sean formados sólo por contadores sino que sean jurídico-
contables, limitándose así la actuación de los contadores al dictamen en las
cuestiones referentes a la incumbencia de sus conocimientos, y dejando la parte
jurídica para los abogados. Finalmente, en el caso en que se decida la
continuación de la explotación de la empresa, la sindicatura también debería
estar compuesta por un profesional en administración de empresas que debería
actuar juntamente con el contador y el abogado.
c) Sistema vigente
El régimen aparece concretado en el extenso artículo 253 de la LC, que en
resumen establece:
— incumbencia profesional exclusiva para contadores públicos;
— pueden inscribirse como aspirantes, ante la Cámara de Apelaciones con
competencia en lo concursal del lugar, los contadores que tengan más de
cinco años de antigüedad en la matrícula o estudios (de contadores
obviamente) en los cuales la mayoría de los integrantes tengan la misma
antigüedad;
— se otorgará preferencia a quienes posean títulos universitarios de
especialización en sindicatura concursal (185) ; aunque también se tendrán
en cuenta los antecedentes profesiona les, académicos y la anterior
experiencia en sindicatura concursal;
— cada cuatro años la Cámara de Apelaciones forma dos listas, una de
profesionales individuales, la otra de estudios; las listas en conjunto deben
tener quince titulares y diez suplentes por juzgado; la Cámara puede reducir
el número de síndicos por juzgado; también puede prescindir de formar las
dos listas en las jurisdicciones cuya población fuere inferior a 200.000
habitantes.
La ley actual prioriza la sindicatura profesional, la experiencia y la
especialización (186) .
292
concurso de que se trate. Su decisión es inapelable (art. 253, inc. 5º, LC). Como
bien apunta Rouillon, es usual y frecuente que se designen síndicos-estudios
para los "grandes" concursos y síndicos individuales para los "pequeños" (art.
288, LC).
Luego procederá al sorteo, lo que se hace en audiencia pública (art. 14, inc.
2º). Los sorteos se realizan independientemente para concursos preventivos y
quiebras, por lo que cada aspirante tiene la posibilidad de ser desinsaculado una
vez en cada uno de los sorteos de cada tipo de proceso, hasta que sean
designados todos los componentes de cada lista (art. 253, incs. 4º y 6º, LC). El
sistema de sorteos asegura imparcialidad y es el más sencillo y
transparente (187) .
Las listas funcionan separadamente para concursos preventivos y quiebras,
de modo que el que resulta sorteado para un concurso preventivo, sale de la lista
de concursos preventivos hasta que sean desinsaculados todos los aspirantes;
pero permanece en la lista de aspirantes en las quiebras, en la que se sigue el
mismo procedimiento.
Los postulantes a la sindicatura incluidos en las listas respectivas como
suplentes sólo participarán de los sorteos cuando pasen en reemplazo de los
titulares, ya sea porque éstos han renunciado, han sido removidos, suspendidos
o háyanse tomado licencia. El suplente reemplaza al titular en la lista, pero no
los procesos donde el titular ya fue designado.
También el juez concursal puede designar excepcionalmente un síndico ad
hoc cuando exista conflicto de intereses entre la sindicatura y algún acreedor
que provocaría su incompatibilidad, y en general en todo supuesto de cese de la
función del síndico producida en el proceso. En caso de que la incompatibilidad
fuese con el deudor, corresponde la excusación. Para la designación del síndico
ad hoc se entiende que puede nombrarse al suplente del titular o realizarse un
sorteo extraordinario para reemplazar al síndico afectado por la incompatibilidad;
nosotros creemos que necesariamente debe nombrarse un síndico de la lista de
titulares, pues los suplentes reemplazan al titular en la lista (188) .
El art. 256, LC contiene el régimen de incompatibilidades para el ejercicio de
la sindicatura concursal. El síndico queda afectado por las mismas causas,
respecto del fallido, de recusación y excusación de los magistrados que prevén
las legislaciones procesales locales. Cuando se trate de un estudio que ejerza la
sindicatura, dicha incompatibilidad debe darse respecto de los integrantes
principales. En caso de que ella se dé respecto de un acreedor, se designará un
síndico ad hoc , nombramiento que recaerá sobre un síndico suplente de la lista.
Si el profesional no denunciase encontrarse dentro de las causas que le
producen la incompatibilidad y no se excusa dentro de los cinco días de su
designación o desde la aparición de la causa, ello será considerado como causa
grave y dará lugar a que el juez imponga la sanción que corresponda.
293
El síndico designado en un concurso preventivo actúa en la quiebra que se
decrete como consecuencia de la frustración del concurso (189) , pero no
en la que se decrete como consecuencia del incumplimiento del acuerdo
preventivo.
Pero el artículo 64 de la LC, dice que cuando se declare la quiebra estando
pendiente el cumplimiento del acuerdo preventivo, actúa el mismo síndico .
La contradicción de las dos normas debe interpretarse en el sentido de que el
artículo 64 se refiere a los pequeños concursos, que son aquellos en los cuales
el síndico actúa como controlador del cumplimiento del acuerdo; es decir, que no
ha cesado su función al concluir el acuerdo preventivo.
f) Sindicatura plural
El último párrafo del artículo 253 de la LC autoriza al juez a designar más de
un síndico, cuando así lo requiera el volumen y complejidad del proceso.
La posibilidad de designar una sindicatura plural nace a partir de la doctrina
judicial sentada en el caso "Swift-Deltec" (190) de 1974, que produjo la inclusión
en la ley 19.551, a través de la reforma de la ley 22.917.
Para Rivera, esta previsión en principio debe entenderse referida a las
jurisdicciones en que no exista lista de estudios .
Pero en realidad no excluye que en procesos de gran complejidad o magnitud
—como pudieron haber sido "El Hogar Obrero", "Sasetru" u otros— el juez pueda
designar más de un estudio, o incorporar estudios y contadores individuales. En
los últimos años se han hecho designaciones plurales en el concurso de
Supercanal SA, y en el Correo Argentino el juez designó a los tres estudios y a
seis síndicos individuales, atribuyendo distintas funciones a cada uno.
La ley también autoriza la integración de una sindicatura originalmente
individual, incorporando síndicos de una u otra categoría, cuando así lo
aconsejare el conocimiento posterior que tuviere de la magnitud y dificultades
del proceso.
295
quiebra, siendo nulos los pactos por los cuales se impide al síndico el
ejercicio de los derechos patrimoniales de los fallidos (art. 142).
Se tratan éstas, de funciones procesales, las cuales tienen carácter
institucional porque hacen del actuar del síndico algo insuprimible y esencial
(Pajardi).
296
fecha y hora bajo su firma o de la persona autorizada en el expediente, de
todo escrito que le sea presentado en la oficina durante el período de
verificación de créditos y hasta la presentación del informe individual
(art. 275);
(vi) interviene en el trámite incidental de rendición de cuentas previsto para los
titulares de acreencias con garantía real con derecho a ejecutar mediante
remate no judicial (art. 23 y 210);
(vii) en el incidente tardío de verificación presenta un informe luego de
concluido el período de prueba (art. 56) y contesta el traslado en la
demanda de revisión (art. 281);
(vi) en la quiebra indirecta tiene a su cargo el recálculo de los créditos
(art. 202).
b) En el control de la administración del concursado y del acuerdo
Las funciones de control del síndico son instrumentales. Si bien en el concurso
preventivo el síndico no administra los bienes del deudor, ejerce al respecto una
función fiscalizadora de la administración que realiza aquél de su patrimonio,
causado en el desapoderamiento atenuado que existe en este tipo de
procedimientos.
(i) participa del trámite de los actos sujetos a autorización judicial (art. 16);
(ii) interviene en el procedimiento de autorización judicial relativo a la solicitud
de continuación de los contratos con prestaciones recíprocas pendientes
(art. 20);
(iii) presenta el informe general dando cuenta del cuadro integral del
patrimonio del deudor (art. 39) que contiene:
1) El análisis de las causas del desequilibrio económico del deudor.
2) La composición actualizada y detallada del activo, con la estimación de
los valores probables de realización de cada rubro, incluyendo
intangibles.
3) La composición del pasivo, que incluye también, como previsión, detalle
de los créditos que el deudor denunciara en su presentación y que no se
hubieren presentado a verificar, así como los demás que resulten de la
contabilidad o de otros elementos de juicio verosímiles.
4) Enumeración de los libros de contabilidad, con dictamen sobre la
regularidad, las deficiencias que se hubieran observado, y el
cumplimiento de los artículos 43, 44 y 51 del Código de Comercio.
5) La referencia sobre las inscripciones del deudor en los registros
correspondientes y, en caso de sociedades, sobre las del contrato social
y sus modificaciones, indicando el nombre y domicilio de los
administradores y socios con responsabilidad ilimitada.
6) La expresión de la época en que se produjo la cesación de pagos,
hechos y circunstancias que fundamenten el dictamen.
7) En caso de sociedades, debe informar si los socios realizaron
regularmente sus aportes, y si existe responsabilidad patrimonial que se
les pueda imputar por su actuación en tal carácter.
297
8) La enumeración concreta de los actos que se consideren susceptibles
de ser revocados, según lo disponen los artículos 118 y 119.
9) Opinión fundada respecto del agrupamiento y clasificación que el deudor
hubiere efectuado respecto de los acreedores.
10) Deberá informar, si el deudor resulta pasible del trámite legal prevenido
por el Capítulo III de la ley 25.156, por encontrarse comprendido en el
artículo 8º de dicha norma.
(iv) es el encargado de controlar el cumplimiento del acuerdo en los pequeños
concursos (art. 289) y participa del trámite de quiebra indirecta por
incumplimiento total o parcial (art. 63 LC).
c) En el trámite de la quiebra y liquidación de bienes
En la quiebra ejerce la administración del patrimonio del fallido por la
existencia del desapoderamiento pleno, y en la etapa liquidativa, el síndico
además de funciones administrativas ejerce funciones conservatorias de los
bienes.
(i) Es parte en el trámite del recurso de reposición (art. 95) y en el planteo de
incompetencia (art. 100 LC).
(ii) Por efecto del desapoderamiento tiene a su cargo la administración de los
bienes del fallido y participa de su disposición en la medida fijada en esta
ley (art. 109).
(iii) Sustituye la legitimación procesal del fallido para obrar en todo litigio
referido a los bienes sujetos a desapoderamiento (art. 110).
(iv) actúa en los trámites del juicio sucesorio en que esté comprometido el
interés del concurso, puntualmente en las hipótesis en que el fallido acepte
o repudie herencias o legados (art. 111) y en las donaciones con cargo
otorgadas en favor del fallido, el síndico tiene atribuciones para rechazar
la donación; o bien, si la admite, debe cumplir el cargo por cuenta del
concurso; en ambos casos previa autorización judicial (art. 113).
(v) Procede a la apertura de la correspondencia interceptada entregándose al
interesado la que fuere estrictamente personal (art. 114).
(vi) Puede requerir autorización al juez para pagar íntegramente el crédito
prendario o hipotecario ejecutado por el acreedor con fondos líquidos
existentes en expediente, cuando la conservación del bien importe un
beneficio evidente para los acreedores (art. 126).
(vii) Es el legitimado natural para el ejercicio de las acciones de recomposición
patrimonial (revocatoria concursal, responsabilidad de administradores y
terceros, societarias y de extensión de quiebra), y para solicitar en esos
procesos la adopción de medidas cautelares, interviniendo en su trámite
cuando la acción es promovida por los acreedores (arts. 119; 174 y 163
ss. y cds.).
(viii) Puede constituirse en parte coadyuvante en las acciones societarias de
responsabilidad iniciadas con anterioridad a la quiebra (art. 175 LC) y
decidir continuar la acción pauliana (art. 120).
(ix) Participa en el trámite de readquisición de la posesión de bienes promovida
por el enajenante de los mismos; pudiendo el síndico optar por cumplir la
298
contraprestación y mantener los bienes en el activo del concurso, previa
autorización judicial (arts. 139 y 140); asimismo evacúa la vista en el
procedimiento de restitución de bienes de terceros (art. 138).
(x) Interviene en el procedimiento destinado a decidir la continuación (o bien
la resolución) de los contratos con prestaciones recíprocas pendientes
(art. 144).
(xi) Promueve la acción que persigue la reclamación de los aportes societarios
no integrados (arts. 149 y 150).
(xii) Se encarga de practicar la incautación, y ostenta amplias facultades en
materia de conservación y administración de los bienes (art. 177).
(xiii) Es el responsable de llevar adelante la liquidación falencial aconsejando
acerca de la mejor forma de realización de los bienes (art. 203, 205, 213,
214, 215 y 217); puede solicitar la venta inmediata de bienes perecederos
(art. 184); celebrar contratos que sean necesarios para la conservación de
los bienes (art. 185 y 186).
(xiv) Dictamina sobre la procedencia del concurso especial intentado por el
acreedor con garantía real examina el instrumento con que se deduce la
petición (art. 209).
(xv) Tiene a su cargo el cobro de créditos del fallido, encontrándose legitimado
para iniciar los juicios tendientes a la efectivización de los mismos y sólo
requiere especial autorización para transigir, otorgar quitas, esperas,
novaciones o comprometer en árbitros (art. 182).
(xvi) Rinde cuentas de la totalidad de las operaciones realizadas en la quiebra
presentando el informe final y el proyecto de distribución de fondos
(art. 218) que contempla:
1) rendición de cuentas de las operaciones efectuadas, acompañando los
comprobantes.
2) resultado de la realización de los bienes, con detalle del producido de
cada uno.
3) enumeración de los bienes que no se hayan podido enajenar, de los
créditos no cobrados y de los que se encuentran pendientes de
demanda judicial, con explicación sucinta de sus causas.
4) el proyecto de distribución final, con arreglo a la verificación y
graduación de los créditos, previendo las reservas necesarias.
(xvii) Efectúa las reservas para atender a los créditos sujetos a condición
suspensiva y los pendientes de resolución judicial o administrativa.
(xviii) Propone las distribuciones complementarias (art. 222) y el pago de los
intereses suspendidos cuando hubiera remanente en la hipótesis de
conclusión de la quiebra por pago total (art. 228).
(xix) Tiene la iniciativa para solicitar la clausura del procedimiento por falta de
activo (art. 232).
d) En la quiebra con continuación de la explotación
Si bien originariamente en la continuación de la explotación de la empresa en
quiebra la sindicatura tenía primordial participación ahora, luego de la ley
299
26.684, en ella también es importante la injerencia de la cooperativa de trabajo
formada por los trabajadores de la fallida.
(i) Está facultado para continuar de inmediato con la explotación de la empresa
en los casos previstos por la ley (art. 189) comunicando al juez tal situación
en el término de 24 hs.
(ii) debe informar al juez sobre la posibilidad excepcional de mantener la
explotación de la empresa del fallido o de alguno de sus establecimientos y
la conveniencia de enajenarlos en marcha (art. 190).
El informe del síndico debe expedirse concretamente sobre los siguientes
aspectos:
1) La posibilidad de mantener la explotación sin contraer nuevos
pasivos, salvo los mínimos necesarios para el giro de la explotación de la
empresa o establecimiento;
2) La ventaja que resultaría para los acreedores de la enajenación de la
empresa en marcha;
3) La ventaja que pudiere resultar para terceros del mantenimiento de la
actividad;
4) El plan de explotación, acompañado de un presupuesto de recursos,
debidamente fundado;
5) Los contratos en curso de ejecución que deben mantenerse;
6) En su caso, las reorganizaciones o modificaciones que deben realizarse
en la empresa para hacer económicamente viable su explotación;
7) Los colaboradores que necesitará para la administración de la
explotación;
8) Explicar el modo en que se pretende cancelar el pasivo preexistente.
(iii) se encuentra autorizado para realizar todos los actos de administración
ordinaria que correspondan a la continuación de la explotación, requiriendo
autorización judicial para los actos que excedan dicha administración
(art. 192).
(iv) Decide qué dependientes deben cesar definitivamente ante la
reorganización de las tareas (art. 197).
a) Su naturaleza
Uno de los temas espinosos en el Derecho concursal es determinar las
funciones de la sindicatura y fijar su naturaleza, a lo cual no es ajena la profunda
evolución que ha tenido la institución no siempre reflejada en la terminología
utilizada por las leyes y la doctrina. De los antiguos antecedentes de la
institución, ha quedado sobre todo la idea de que el síndico es un representante,
pero lo singular es que según las posturas de los autores o las distintas funciones
que le son encomendadas, se ha dicho que es representante de los acreedores,
del fallido, de la masa.
Se han defendido, durante la historia de la sindicatura, diversas teorías (192) .
300
La primera doctrina entendía al síndico como un representante legal del fallido,
afirmándose que el síndico administra la quiebra y los bienes del fallido. Su
promotor fue Vidari, pero rápidamente se pasó a la idea de la representación de
la masa, tanto en Francia (Dalloz, Lyon-Caen y Renault), como en Italia (Bonelli,
Bolaffio).
Otros consideraron que el síndico representaba a la masa y al deudor, pues
éste último continuaba siendo propietario de los bienes que se administraba en
interés de la masa (Percerou, Ripert). Entendía Rocco que el proceso concursal
reunía a los acreedores del fallido en una comunión que era representada
necesariamente por el curador o síndico. Reconocía que se estaba ante una
representación legal de la masa, por lo que se decía que estaba subordinado a
la voluntad exteriorizada en votación producida en la asamblea de acreedores.
Luego de la evolución legislativa se pronunció a favor de entender al síndico
como un mandatario del Estado, un oficial público, que no representa a ninguna
de las partes sino a la sociedad toda.
Para Bonelli deben distinguirse tres estadios procesales: el primero. en el que
el síndico es enteramente emanación de la voluntad del tribunal; en el segundo
es producto de la voluntad del tribunal, iluminada por los acreedores, y en el
tercero, es principalmente el resultado de la voluntad de los acreedores,
controlada por el tribunal, y nunca representa a los deudores ni a los acreedores
sino a la masa de la quiebra. En igual sentido opinaba Calamandrei.
Brunetti, por su parte, desarrolló una tesis que entendía al síndico como
sustitución o subrogación, es decir que mediante la sindicatura se opera una
sustitución en la forma del ejercicio de derechos patrimoniales; el síndico actúa
en el lugar del sujeto, y no por cuenta del sujeto, produciendo efectos incluso
contra y en perjuicio del titular del patrimonio.
Finalmente en la doctrina italiana ha predominado la tesis de que el síndico es
un oficial público (Rocco, Ferrara, Navarrini, Candían, Provinciali, Pajardi, entre
otros), entendiendo que ejerce su cargo en representación del Estado y ejercita
el derecho de ejecución en interés de los acreedores. En nuestro país, Castillo
en la Exposición de Motivos de la ley 11.719 sostuvo que la sindicatura participa
de las características de las oficiales, por su origen y la autoridad de la cual
dependen.
En la doctrina argentina se descarta la concepción del síndico como
representante. Tal tesis ha sido superada, pues ya no se discute que el síndico
no recibe sus facultades ni de los acreedores, ni del deudor (ni siquiera de la
masa, cuya naturaleza jurídica parece aún indescifrable), en tanto la función que
ejerce le ha sido asignada por la ley (193) , por lo que no puede sostenerse
válidamente que actúe en interés directo de unos u otros sino en aras del
cumplimiento de las finalidades del proceso concursal.
Obviamente tampoco es parte del proceso, más allá de que en ciertas
circunstancias puede actuar como tal: verbigracia, cuando actúa por la quiebra
en un proceso seguido contra un tercero.
Por lo tanto prevalece la idea de que el síndico es un órgano necesario del
concurso cuyas atribuciones, legitimación, responsabilidades, vienen dadas por
la ley.
301
En el esquema propuesto ha terciado un conocido pronunciamiento de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (194) , que se inscribe en la corriente de
opinión que caracteriza al síndico como un órgano del concurso (195) cuyas
atribuciones, legitimación y responsabilidades son conferidas por la ley.
Los argumentos expuestos en el caso "Amiano" pueden compendiarse del
siguiente modo:
La ley no le atribuye al síndico el carácter de funcionario del Estado sino del
concurso , cuya actuación (personal y excluyente de las del deudor y los
acreedores) comprende la facultad de librar toda cédula y oficio ordenados
por el juez, solicitar todas las medidas dispuestas en la ley de concursos y
las que sean procedentes a los fines indicados y, de manera general, ser
parte necesaria en el proceso principal y todos sus incidentes.
El síndico del concurso no constituye un órgano mediante el cual el Estado
exterioriza sus potestades y voluntad, sino un sujeto auxiliar de la justicia,
cuya actividad en el proceso colectivo se desarrolla con autonomía, sin
subordinación jerárquica, y en base a la idoneidad técnica que deriva de su
título profesional. Como se ha expresado, sus funciones están determinadas
por la ley respectiva tanto en interés del deudor, como de los acreedores; y
del proceso colectivo en general, como sucede con otros auxiliares de la
justicia.
La actividad del síndico no puede ser propiamente caracterizada como
pública, en el sentido en que lo son las de los funcionarios y empleados del
Estado pues, por las mismas razones expuestas respecto de los escribanos
de registro, la naturaleza del vínculo del síndico con el Estado Nacional
resulta insuficiente para adjudicarle el rango de funcionario público a los
efectos previstos en el art. 1112 del Código Civil. En consecuencia, al juez
del concurso, en cuanto órgano estatal, no puede serle imputada
responsabilidad por la omisión del síndico en inscribir la inhibición general
de bienes oportunamente ordenada en la resolución de apertura del
concurso, ni el Estado Nacional puede ser responsabilizado por ese hecho,
a título de funcionamiento irregular del servicio de administración de justicia.
Como lógica derivación de lo expuesto se deduce el natural descarte de las
teorías "representativa" y "pública".
Todas estas clasificaciones son relativas y no tienen mayor utilidad, por lo que
preferimos enunciar las atribuciones de la sindicatura tal como se ha
descripto supra .
303
procesal en los juicios patrimoniales en que actúe el concursado
preventivamente.
Respecto de la mención "parte necesaria" en el art. 21 LC, entendemos que
el síndico no puede ser parte y mucho menos necesaria, lo primero porque existe
incompatibilidad entre las funciones del síndico y el concepto de parte procesal,
y lo segundo porque la referida mención se entiende como necesaria
participación del síndico en el proceso, pero no como parte (200) .
304
Por disposición de la norma II.C.3, los informes escritos del auditor deben
contener las siguientes características, básicas que deben cumplir también los
informes concursales:
1."La identificación del objeto del examen",
2. "La indicación de la tarea realizada"
3."La opinión que ha podido formarse el auditor a través de la tarea realizada,
claramente separada de cualquier otro tipo de información".
4."Los elementos adicionales necesarios para su mejor comprensión".
Asimismo, y más allá de las disposiciones sobre excusación y recusación del
estatuto falimentario, deberá aplicarse en lo pertinente la norma II.A.1 de la RT
7 que regula la independencia del auditor.
Se ha sostenido que el principal procedimiento de auditoría que deberá aplicar
el síndico será el de revisar la correlación entre registros y entre éstos y la
correspondiente documentación respaldatoria (202) .
No obstante las similitudes apuntadas y la aplicación supletoria a que hemos
hecho referencia, existen diferencias entre el informe de un auditor y el que emite
el síndico. Así tenemos que el síndico en mayoría de los casos no dictamina
sobre la razonabilidad como al auditor, sino que debe dar un juicio profesional
de valor, de certeza por así decirlo, tal como acontece en la verificación de
créditos (203) . Otra diferencia sustancial radica en la posibilidad o no de efectuar
un muestreo de la información y que será analizado en el Capítulo V.
305
actuar con patrocinio letrado. Los honorarios de dichos profesionales serán a su
exclusivo cargo; sin embargo, entendemos que cuando el patrocinio letrado sea
obligatorio conforme las leyes rituales locales, dichos emolumentos deberán ser
determinados individualmente en el proceso y no estarán a cargo del síndico sino
que correrán la suerte de la imposición de costas. También importa una
excepción el caso en que la contratación del profesional haya sido previamente
autorizada por el juez del concurso y expresamente dispusiera que los
honorarios del mismo serán a cargo del concurso.
A partir de 2006, la ley 26.086 impuso que cuando estemos ante juicios no
atraídos, el síndico actuará a través de un abogado mandatario suyo, y también
que la regulación de honorarios de este apoderado letrado, en caso de que el
concursado sea condenado en costas, estará a cargo del juez del concurso.
Cabe anticipar que la delegación no autorizada de las funciones constituye un
grave incumplimiento de los deberes del síndico, y así lo han ponderado los
tribunales en numerosas oportunidades.
a) Oportunidad
El síndico tiene derecho, como los demás funcionarios, a una retribución que el
juez fija en las oportunidades previstas en el artículo 265 de la LC, o sea, al
homologar el acuerdo preventivo, al resolverse sobre la distribución final o las
complementarias, al sobreseer los procedimientos por avenimiento o al concluir
por cualquier otra causa el proceso concursal. Claramente la ley impone que, en
general, al culminar el proceso deben regularse los honorarios sin poder hacerse
estimaciones anticipadas y serán inoponibles al concurso aquellas regulaciones
que se hagan a los funcionarios en otros tribunales distintos al concursal (205) .
306
El derecho al cobro de honorarios no nace a partir de la regulación judicial sino
a partir del comienzo de la actividad procesal generadora de éstos, pero se
necesita de aquélla para su cuantificación.
Repárese que si bien la LC sólo hace referencia a "los funcionarios" en el art.
265, y en esta categoría sólo revisten el síndico, el coadministrador y los
controladores (conf. art. 251), también se procede a la regulación de los
estipendios de los letrados del deudor (si bien resulta controvertida la situación
en las quiebras en cuanto a los honorarios por tareas realizadas en beneficio
exclusivo del fallido estimamos que deben ser también incluidos (207) y así lo
entendió la jurisprudencia (208) ) y de los peticionantes de la quiebra, cuando lo
realiza un acreedor.
(iii) Escalas
La ley establece escalas para la determinación del monto total que se atribuirá
en concepto de honorarios en favor de todos los profesionales intervinientes que
—básicamente— son:
307
La ley prevé también unos montos mínimos vinculados a los sueldos judiciales,
lo que en consecuencia autoriza a superar los porcentajes aludidos cuando ellos
no alcancen a cubrir esa retribución mínima. Este criterio inspiró la solución
plenaria de Rosario, que resolvió: En la quiebra liquidativa, si los tres sueldos de
secretario de primera instancia de la jurisdicción en que tramita el concurso
previstos como mínimo a los fines de regular honorarios implican un monto
superior al 12% del activo realizado, la pauta a aplicar es la del mínimo de tres
sueldos de secretario (211) . Si bien esta postura no es unánimemente
receptada, ni aun en la misma provincia, ya que un plenario de la Cámara de la
ciudad de Santa Fe adhiere a la postura contraria. habiendo decidido que en el
caso de la quiebra liquidativa si el mínimo de tres sueldos de Secretario de
Primera Instancia supera el máximo del 12% del activo realizado, este último
deberá ser tenido en cuenta para proceder a la regulación de los honorarios de
los funcionarios y demás profesionales intervinientes en el proceso
falencial (212) .
308
e) Posibilidad de regular por debajo del mínimo
La ley 24.522 dispone en el artículo 271, segundo párrafo, que:
Los jueces deberán regular honorarios sin atender a los mínimos fijados en
esta ley, cuando la naturaleza, alcance, calidad o resultado de la labor
profesional o el valor de los bienes que se consideren indicaren que la
aplicación lisa y llana de aquéllos conduce a una desproporción entre la
importancia del trabajo realizado y la retribución resultante.
Tal solución legal es consecuencia del principio de razonabilidad que impone
a los jueces dejar de lado los topes legales para conceder una regulación justa.
La ley impone que el juez debe fundar tal decisión, dando lugar a una resolución
ex aequeo et bono (217) .
Se ha resuelto que incluso puede prescindirse del mínimo de los tres sueldos
de secretario previsto en el artículo 267 LC, cuando ello significara una
desproporción entre la importancia del trabajo y la retribución obtenida (218) .
En caso resuelto por una Cámara del interior del país (219) ", se decidió que
el límite mínimo que fija el art. 267 LC no puede ser aplicado cuando supera el
12% del producido total a distribuir entre los acreedores. El Tribunal interpretó
que el mínimo de los tres sueldos juega dentro del máximo del 12% del activo
realizado, permitiendo así que se retribuyan las tareas de los profesionales que
actúan en la quiebra, cumpliendo un principio de concurrencia y proporcionalidad
con los fondos a distribuir.
Sin perjuicio de ello reconoció que existen casos en los que la aplicación de
las disposiciones de la ley determina montos que no guardan una relación con
un mínimo decoroso de la retribución de la actividad profesional prestada,
siempre teniendo en cuenta el total del valor del activo realizado, y con ese fin
se confirmaron fallos que consagraban algún aumento que permitiera atender
los reclamos en tal sentido del funcionario de la quiebra, sin que en momento
alguno, mediante esta regulación se violaran los principios que reiteradamente
sostiene la CSJN respecto de la interpretación de las leyes, es decir que el
juzgador debe evitar que les de un sentido que ponga en pugna sus
disposiciones, destruyendo las unas por las otras, y por el contrario debe adoptar
un criterio verdadero que las concilie y deje a todas con valor y efecto.
Con tal temperamento la Cámara rechazó la pretensión del Síndico dirigida a
que sus honorarios se fijaran en el monto correspondiente a tres sueldos de
Secretario de Primera Instancia. Sin embargo, y atendiendo a la importante
actividad desplegada por el síndico, se juzgó procedente —en el caso— elevar
sus honorarios para asegurarle una retribución digna y decorosa de la tarea
profesional cumplida.
309
La exigibilidad del crédito por honorarios difiere en la quiebra y en el concurso
preventivo. En la quiebra los honorarios deben satisfacerse cuando la regulación
esté firme; en el concurso preventivo, los honorarios deben pagarse a los
noventa días contados a partir de la homologación o simultáneamente con el
pago de la primera cuota a alguna de las categorías de acreedores que venciere
antes de ese plazo (art. 54, LC).
Los honorarios regulados en el concurso preventivo que no hubieren sido
pagados, conservan el carácter de gasto de justicia en la quiebra posterior (arg.
art. 239, segundo párrafo, LC).
g) Apelabilidad de la regulación
La ley dedica el art. 272, LC, a la apelabilidad de la regulación de honorarios,
por los titulares y el síndico.
La determinación es apelable por parte del deudor en el concurso preventivo
al concluir el concurso, al terminar la quiebra por avenimiento, pago total o cartas
de pago.
Aquí adquiere importancia la consulta de los honorarios por la alzada —aun
cuando nadie haya apelado—, en los casos en que el deudor no está habilitado
para apelar, pudiendo la alzada reducirlos o confirmarlos pero nunca
aumentarlos por no haber habido acción del interesado (Rouillon). También la
alzada puede revisar la base patrimonial tenida en cuenta por el juez para regular
los emolumentos, pues la norma es una consecuencia directa del orden público
concursal.
h) Distintos supuestos
(i) Acuerdo homologado
El art. 266, LC, regula la forma en que se determinarán los honorarios en caso
de homologación del acuerdo en el concurso preventivo.
Como dijimos, la base para ello es el activo prudencialmente estimado por el
juez. Son pocas las bases que tiene el magistrado para hacer esa estimación
más allá del informe general de la sindicatura, por lo que generalmente se toma
el activo determinado en éste ponderando también las eventuales
impugnaciones que pudiera haber recibido, aunque excepcionalmente se
tendrán en cuenta la denuncia realizada por el concursado al momento de su
presentación y los cambios de valores que pudiesen darse desde el momento en
que se considera el activo hasta el auto regulatorio (220) .
Igualmente, y para una correcta valoración económica del asunto, aquí la ley
impone un doble parámetro, pues la determinación de los honorarios no puede
superar el 4% del pasivo verificado, por lo que éste se convierte en tope
máximo (221) . El fundamento del doble tope atiende a la realidad de casos en
que el concurso preventivo es requerido por quien tiene un importante activo
inmovilizado y llega al concurso por no poder afrontar sus obligaciones exigibles,
lo que haría, teniendo en cuenta sólo el activo, que los funcionarios con sus
regulaciones sean los principales acreedores del concurso (222) .
310
del activo o del pasivo, debe ser respetado atento el fundamento de la norma,
cual es dignificar la labor profesional con una remuneración mínima determinada
objetivamente a través de parámetros comparativos. La ley 25.563, a la cual nos
hemos referido antes, incorpora un nuevo tope para casos de activos
importantes, prescribiendo que cuando éstos superen los cien millones de pesos,
los honorarios no pueden superar el 1%. Igualmente, nada impide que se aplique
en este caso el tope del 4% del pasivo, por lo que el agregado estaría de más.
Las pautas que determina el art. 266, LC, son igualmente aplicables para los
casos en que el concurso haya culminado por el procedimiento del art. 48, LC
(Rouillon).
El art. 289, in fine , LC, determina que los honorarios correspondientes al síndico
en los pequeños concursos por la etapa de cumplimiento del acuerdo serán del
1% de lo que se les pague a los acreedores, regulación que deberá hacerse al
decretarse el cumplimiento del acuerdo (art. 59, sexto párrafo, primera parte,
LC).
En el art. 267, LC, la ley determina las pautas para la regulación de honorarios
en caso de liquidación en la quiebra, ya sea el caso de distribución final (inc. 4º,
art. 265, LC) o distribuciones complementarias (inc. 3º, art. 265, LC); siendo
también aplicable la norma para los casos de pago total (art. 268, inc. 1º, LC).
También se aplica la norma para los casos de conclusión de la quiebra por carta
de pago y por avenimiento, casos en los que también se tendrá en cuenta el
activo —realizable— no realizado y las etapas efectivamente cumplidas.
311
En sentido contrario, se sostiene que deben ser excluidos los bienes realizados
mediante concurso especial (art. 209, LC), de cuyo producido sólo pueden
detraerse los gastos y honorarios que señala el art. 244, LC. Concordantemente
con ello, se resolvió que el activo realizado es aquel liquidado en el concurso con
participación de los beneficiarios de los honorarios a regularse; no se computan
los realizados en concursos especiales, salvo los excedentes producidos una
vez satisfechos los créditos en cuyo beneficio se formó el concurso especial, y
en la medida en que se incorporaron a la masa general sujeta a
distribución (225) . Este criterio puede llegar al absurdo de que si todos los
bienes se realizaran por medio de concursos especiales no existiría base
regulatoria.
La ley impone que las regulaciones deben oscilar entre el 4% y el 12% del activo
realizado, no pudiendo igualmente ser inferior a tres sueldos de secretario de
primera instancia de la jurisdicción, para así evitar regulaciones ínfimas que no
se relacionen con la importancia y responsabilidad que importa el proceso
concursal, mínimo éste que prima por sobre el máximo estipulado respecto del
activo (226) —respecto de la posibilidad de que el piso sea mayor del máximo
de 3 sueldos de secretario y cual debe primar remitirnos a lo expuesto
precedentemente— Sin embargo, resulta aplicable nuevamente el art. 271,
segundo párrafo, LC, que permite al juez por resolución fundada no respetar los
mínimos establecidos por la ley cuando hubiese desproporción entre los
honorarios y las tareas efectivamente realizadas.
Como bien se sostuvo, resulta aplicable al caso el inc. 2º del art. 268, LC, que
habilita a que las regulaciones consuman el total del activo liquidado, teniéndose
en cuenta que en caso de bienes vendidos en concurso especial los
emolumentos se harán efectivos sobre las reservas realizadas en dichos
procedimientos (art. 244, LC), y el resto siendo crédito prededucible (art. 240,
LC) concurrirá a prorrata con las demás acreencias que contemplen la misma
preferencia.
En el segundo inciso del art. 268, LC, la ley concursal determina las pautas para
la determinación de los honorarios de los profesionales en los casos de clausura
del procedimiento de quiebra por falta de activo o de acreedores, sin imponer
topes ni bases de cálculo, esto último por ser inexistente en dicho supuesto; o
no hay activo realizado o no hay pasivo que justifique la realización de activo.
Igualmente, y aunque la ley no lo prescriba, el juez pude tener en cuenta, como
pauta: cuando no haya activo, excepcionalmente el pasivo verificado; cuando no
haya pasivo, valorará el activo, y cuando ambos son inexistentes, el crédito en
virtud del cual se solicitó la quiebra.
312
En estos casos es primordial la labor discrecional del juez, quien debe ponderar,
para determinar los emolumentos, la labor realizada, pudiéndose consumir el
total de los fondos existentes, luego de desinteresados los acreedores con
privilegio especial y los demás créditos prededucibles.
Aquí la ley determina la regulación del síndico y del coadministrador: para aquél
una regulación complementaria y para éste una originaria, pues se encuentra
313
excluido de las regulaciones en la oportunidad del art. 265, LC (art. 270, inc.
2º, in fine , LC). Estas regulaciones se vinculan con las utilidades obtenidas en
la administración con un tope del 10% del resultado neto de explotación, sin tener
en cuenta el producto de la realización de los bienes.
Sin embargo, el juez por auto fundado puede apartarse de ello y fijar el pago de
una cantidad fija al coadministrador sin depender del resultado de la explotación
o concurriendo con éste, según el caso. También puede determinar el pago por
períodos a ambos funcionarios a cuenta de lo que correspondería como
retribución total por la continuación de la explotación de la empresa. Esta última
es la forma más común aplicada en la praxis judicial para estos casos.
Rouillon sin embargo postula que serán a cargo del concurso los honorarios de
los profesionales que asesoren al síndico si este requirió autorización judicial y
la misma le hubiera sido concedida con tal imputación de los emolumentos y
también cuando el juez, al regular los mismos los considere como "gastos de
conservación y justicia" apreciando si su actuación fue necesaria y útil.
314
con los emolumentos estimados para la sindicatura (conf. Pasaresi - Passaron),
sin ser incluida en la regulación total, por lo que el concurso nunca se vería
perjudicado. Y en caso de estar dichos honorarios del letrado a cargo del
concurso, como gasto prededucible, dicha regulación no afectará tampoco al
concurso, sino a los titulares de los restantes honorarios, pues siempre aquél
queda resguardado por los topes legales, dentro de los cuales se incluirán dichos
emolumentos. Las escalas legales son impuestas para los honorarios a cargo
del concurso (234) . Concluye que igualmente deberá analizarse cada caso en
particular y determinar la necesidad e importancia para el concurso del patrocinio
letrado del síndico, lo que en definitiva no modificará la forma de regular los
honorarios, sino que servirá para determinar judicialmente si éstos son a cargo
del síndico o del concurso.
a) Supuestos ordinarios
En el concurso preventivo el síndico cesa en sus funciones con la
homologación del acuerdo (art. 59, LC), salvo que se trate de un pequeño
concurso, hipótesis en la cual tiene a su cargo el contralor del cumplimiento, por
lo que su función termina con la declaración de haber sido cumplido el acuerdo.
En la quiebra, termina con la conclusión de la quiebra por cualquiera de las
hipótesis previstas en la ley.
b) Renuncia
La petición de licencia debe hacerse ante el juez concursal, quien eleva el pedido
a la Cámara, y durante el tiempo de trámite y hasta la aceptación de la renuncia
el síndico debe seguir en sus funciones, salvo que por razones fundadas el juez
designe uno ad hoc (Junyent Bas, Molina Sandoval). La renuncia al ejercicio de
la sindicatura fundada en causa grave que impida su desempeño, debe
necesariamente ir acompañada de la invocación, aun somera, de las
circunstancias concretas y objetivas que llevan a tomar tal decisión. Para pedir
315
licencia (art. 255, último párrafo, LC), el síndico debe demostrar una
imposibilidad temporaria, que no puede superar los dos años, en el ejercicio de
sus funciones; ésta es evaluada por el juez concursal con apelación a la Cámara
en caso de denegatoria. Todo esto es consecuencia de prácticas de antaño en
que los síndicos sólo ejercían funciones en los procesos que les convenían
económicamente. Es decir que ahora el profesional no puede elegir en qué
proceso actuar y en cuál no, sino que debe asumir su cargo en todos aquellos
en que sea desinsaculado.
c) Remoción(242)
Las sanciones según la actuación del síndico pueden ser graduadas por el
juez concursal desde el apercibimiento hasta la remoción, pasando por la multa.
(i) Causas
La remoción del síndico puede ser dispuesta por negligencia, falta grave o mal
desempeño de sus funciones, y en tanto tales comportamientos aluden a
conceptos jurídicos abiertos o bien indeterminados, el juez debe ponderarlos con
relación al caso concreto (243) , analizando las conductas atribuidas y su rango
de gravedad con especial cuidado evitando el riesgo de incurrir en arbitrariedad.
Sin duda se trata del ejercicio de una potestad reglada (244) y correctiva que
se justifica por la naturaleza del acto antijurídico que se examina (mal
desempeño, falta grave, negligencia) y que contempla el aspecto discrecional
exclusivamente en lo que se refiere a la graduación de la pena.
La responsabilidad del síndico es correlativa a la importante función que ejerce
en el proceso y el incumplimiento de sus deberes conlleva la imposición de
sanciones por derivación del poder disciplinario ínsito a la actividad
jurisdiccional (245) . Siendo ello así, rigen en la materia los elementales
316
principios que movilizan y justifican el género sancionatorio ubicándose la
remoción concursal como especie de ese género.
En la casuística jurisprudencial se han considerado causas válidas de
remoción del síndico:
(a) la acentuada falta de actuación y presencia "personal" en el ámbito
operacional del fallido y en el lugar de localización de los bienes de la masa,
con la asiduidad y gravitación que las circunstancias exigían (246) ;
(b) la percepción de honorarios antes de la regulación (247) ;
(c) la delegación de funciones en otros contadores;
(d) el grave desconocimiento de la ley evidenciado al haber aconsejado
verificaciones de créditos no insinuados (248) ;
(e) el incumplimiento sistemático de los deberes procesales y la negativa a
contestar los requerimientos del tribunal (249) o hacerlo en forma poco
clara, reticente y evasiva, sobre todo cuando esa omisión tiene
antecedentes que provocaron severos llamados de atención previos (250) ;
(g) la omisión de cumplir con las inscripciones registrales que están a su cargo;
(h) el desistimiento de un importante juicio de daños promovido por la fallida
cuando estabain bonissin ponerlo en conocimiento del juez;
(i) la inversión de dinero de la masa en un circuito financiero no institucional
(unamesa de dinero) (251) ;
(j) la no atención de los acreedores que pretendían insinuar sus
créditos (252) ;
(k) la inactividad procesal durante largo tiempo (253) ;
(l) el haber requerido autorizaciones de acreedores para gestionar el cobro de
los créditos percibiendo por ello un porcentaje de lo cobrado (254) ;
(m) la omisión de presentar el informe final y proyecto de distribución del
dividendo concursal en los términos del art. 218 LC, cuando al momento de
decidir la remoción habían transcurrido más de ocho meses desde que fue
aprobada la subasta de los bienes del activo falencial (255) ;
(n) permitir que se operara la caducidad de la instancia, circunstancia que
produjo daños a la quiebra, traducida en las costas cuyo pago debe
afrontar (256) ;
(o) no denunciar el interés personal que se tiene en un acto de liquidación que
el propio funcionario tiene a su cargo (257) ;
(p) la desidia en el desempeño de sus obligaciones y en la defensa de los
intereses que le fueran confiados al momento de hacerse cargo de los
bienes de la fallida (258) ;
(q) la resistencia inexcusable y la palmaria desobediencia a una medida
dispuesta por el magistrado (259) ;
(r) su inactividad para gestionar las diligencias requeridas en la sentencia de
quiebra (260) , y en el trámite de liquidación de los bienes (261) ;
(s) la falta de presentación del informe general, pieza de vital importancia en
el proceso concursal (262) ;
317
(t) defectuosa información técnico-contable suministrada por el funcionario
relativa al resultado de la explotación de la empresa (puntualmente respecto
de la existencia de fondos genuinos para atender las obligaciones laborales,
tributarias y previsionales necesarias para atender el giro de la continuidad
empresaria) (263) ;
(u) la no presentación en el plazo establecido de un informe complementario
del art. 35 LC, causando un daño al proceso con su demora (264) ;
(v) el no haber ejercido la acción de responsabilidad de terceros (265) cuando
era evidente la presencia de los recaudos de procedencia (266) .
(ii) Apreciación
Los tribunales también han establecido que la conducta del síndico debe ser
apreciada globalmente, con consideración de la totalidad (267) de su
desempeño (268) , ponderando los hechos (269) y omisiones
anteriores (270) como antecedente (271) .
(iii) Procedimiento
318
El juez puede imponer sanciones al síndico actuando de oficio; inclusive puede
hacerlo sin necesidad de darle una vista o requerirle explicaciones si la falta es
notoria.
Por otro lado se destacó que la ley concursal no contiene ninguna particular
previsión respecto al procedimiento a seguir para la remoción del Síndico, ya que
tan sólo dispone que le compete al juez, con apelación ante la Cámara, sin otra
exigencia en cuanto a la preexistencia de petición expresa o de sustanciación.
De allí que la Corte santafesina juzgara razonable que el mismo magistrado
pudiera disponerla "ex officio" al advertir la concurrencia de alguna de las
causales enunciadas en el art. 255 LC; facultad, ésta, que sin dudas se
enmarcaba en el ámbito de las atribuciones que la ley le otorgara en su rol de
director del proceso, y en miras a la protección de los intereses comprometidos
en la quiebra (292) .
319
El pronunciamiento resulta de interés porque descartó la arbitrariedad de la
medida (en el caso se reprochó al funcionario "la tardanza inconcebible —casi
dos años desde que aceptó el cargo—, en que incurrió para cumplimentar con la
incautación de la totalidad de los bienes denunciados por el fallido en su
presentación falencial"). Pero además, y en orden a la supuesta omisión de
sustanciación del incidente, el Superior Provincial refutó tal agravio al sostener
que en el régimen vigente el proceso de remoción compete al juez del concurso,
con apelación ante la Cámara y si bien es cierto que no ha mediado un incidente
disciplinario autónomo como lo entiende cierta doctrina y suele ser utilizado como
procedimiento previo, precisó que el art. 255 3er párrafo LC se encarga de tutelar
razonablemente el ejercicio del derecho de defensa en juicio en tanto como fue
expresado en el pronunciamiento atacado "...la concesión de la apelación a la
funcionaria agraviada importa asegurar el ejercicio del derecho de defensa y de
la garantía de la doble instancia con lo que queda adecuadamente resguardada
el legítimo derecho a ser oída y defenderse...".
En cualquier caso, quedó claro en las constancias del expediente que el derecho
de defensa del funcionario no fue afectado desde que se le otorgaron las
garantías necesarias para el correcto cumplimiento de su función, como lo
acreditan los diversos emplazamientos previos —bajo apercibimiento de
remoción— que le requerían la observancia en tiempo y forma de sus
deberes (293) .
En cualquier caso, la regla que debe presidir tales medidas (suspensión cautelar
del síndico) es la excepcionalidad (299) y la prudencia en la apreciación de los
recaudos de su viabilidad, dependiendo de la naturaleza de los hechos en que
se funda el pedido de remoción (300) .
320
La remoción causa la inhabilitación para desempeñar el cargo de síndico
durante un plazo no inferior a cuatro años ni superior a diez años, el que es fijado
en la resolución respectiva.
a) por el obrar moroso en la dilucidación de los bienes (305) del fallido que ha
dilatado por más de dos años la conclusión del proceso falencial (306) ;
b) por omitir incluir una demanda verificatoria en el informe del art. 35 (307) ;
c) por el retardo en la presentación del proyecto de distribución que privó a los
acreedores de acceder a las disponibilidades (308) ;
d) por ejercer una prerrogativa (consulta al Colegio de Escribanos) cuya
autorización le había sido denegada (309) ;
e) por demorarse en activar la distribución final (310) ;
f) por omitir la contestación de un emplazamiento (311) y la tardanza en
responder a los sucesivos requerimientos que se le efectuaran (312) ;
g) por el incumplimiento reiterado de las medidas ordenadas por el juez
relativas a la indagación del patrimonio del fallido conforme lo previsto por el
art. 217 y concordantes LC (313) ;
h) por la demora (más de un año) en el diligenciamiento de un oficio (314) ;
321
i) por omitir realizar la constatación y clausura de los inmuebles de la fallida
durante algunos meses transcurridos desde la declaración de quiebra (315) .
También se ha juzgado procedente la aplicación de apercibimientos en estos
supuestos:
a) por razón de la objetiva desatención que importa evacuar un requerimiento
del tribunal tres meses después del emplazamiento respectivo (316) ;
b) por la falta de presentación a la causa de contratos de locación que obraban
en su poder y afectaban el inmueble a subastar (317) ;
c) por la omisión de presentar un informe requerido por el juez concursal sobre
los créditos pendientes de cobro en el proceso falencial (318) ;
d) por la omisión de informar al juez sobre los actos de administración del
concursado (319) ;
e) por la demora en la conclusión del procedimiento falencial al no haberse
producido la realización de los bienes que componen el acervo falencial,
pese al largo tiempo transcurrido desde su apertura (320) ;
f) por la inactividad procesal del funcionario que expuso a la quiebra al riesgo
de perder pruebas cuya producción no instó con adecuada diligencia (321) ;
g) por la inclusión de un gasto no autorizado en el proyecto de distribución de
fondos(322) ;
h) por retrasos en el cumplimiento de las tareas tendientes a la determinación
del activo de la fallida (323) ;
i) por la omisión —en la quiebra indirecta— de presentar en tiempo y forma el
r ecálculo de los créditos ya verificados y por no llevar a cabo debidamente
sus funciones de liquidación en el proceso (324) ;
j) por la extemporánea presentación del informe individual (325) .
Y simples llamados de atención en estos otros casos
a) por la demora en la publicación de los edictos de conformidad a la fecha
prevista para la apertura de sobres de la convocatoria a mejorar la
oferta (326) ;
b) cuando frente a un pedido de extensión de quiebra mantuvo una actitud
pasiva, por cuanto no aportó elemento de prueba alguno ni participó en las
audiencias llevadas a cabo en la causa, limitando su intervención a contestar
el traslado de la demanda y emitir opinión luego de producida la
prueba (327) .
La imposición de sanciones es apelable, como lo hemos dicho, En cambio el
mero llamado de atención no es una sanción y, por ende, no es susceptible de
recurso de apelación.
(vii) Imposición de costas
No procede la imposición de costas al síndico en los procesos o
incidentes (328) en que él haya intervenido; el síndico no es el vencido y su
incuria o negligencia tiene otros remedios que son los previstos específicamente
en la ley (329) . Por lo demás la Corte Suprema de Justicia de la Nación anuló
por unanimidad una sentencia de la Cámara Comercial que había impuesto
costas a un síndico con el ligero argumento de equiparlo al mandatario aplicando
el artículo 52 del Código Procesal. Dijo la Corte que no era idónea tal
322
equiparación, pues la ley 24.522 contiene una regulación específica en lo
referente a las sanciones aplicables (330) .
La imposición de costas a la sindicatura no encuentra justificación alguna
máxime si entendemos que el funcionario interviene en el juicio para cumplir las
obligaciones excluyentes que legalmente tiene asignadas con miras a sanear el
patrimonio del concursado o su eventual liquidación y distribución entre los
acreedores verificados y declarados admisibles (331) .
Con idéntica orientación se ha expedido la Corte de Mendoza (332) (siguiendo
los lineamientos de la Corte Federal en la causa "Flores") al juzgar que la
condena en costas a la sindicatura: a) carece de todo apoyo normativo; b) ignora
la naturaleza jurídica de la función del síndico; y c) configura una errónea
aplicación de la ley, porque el órgano concursal no es el vencido sino la masa de
acreedores, y la actuación de la sindicatura se debió al cumplimiento de un deber
legal (en el caso cumplir con la orden judicial que le imponía proceder a la
redistribución entre los acreedores de los fondos dejados de percibir por los
acreedores verificados). A juicio del Alto Tribunal Provincial el argumento
empleado por la Cámara dejaba a la sindicatura en una situación injusta desde
que si contestaba la apelación, automáticamente debía soportar las costas; y si
no lo hacía quedaba sometida a la sanción de remoción por mal desempeño de
sus funciones.
a) Coadministradores
323
el caso de continuación de la empresa en la quiebra, estos coadministradores o
profesionales en administración de empresas deberían ser parte integrante de la
sindicatura para que sea más coordinada la participación en este tipo de
procesos. Por ello, la elección no sería directamente hecha por el juez a través
del sorteo de una lista, sino que conjuntamente con el contador para ejercer la
sindicatura concursal debería inscribirse un administrador de empresas, como
integrante de ésta, para así existir una relación profesional de confianza y
coordinación entre ambos.
b) Enajenadores
En el régimen de la ley 19.551 los martilleros eran los únicos sujetos a los
cuales se atribuía la función de vender los bienes de la quiebra.
Actualmente el artículo 261 dispone que:
La tarea de enajenación de los activos de la quiebra puede recaer en
martilleros, bancos comerciales o de inversión, intermediarios profesionales en
la enajenación de empresas, o cualquier otro experto o entidad especializada.
Con ello se persigue habilitar al juez a designar para la enajenación a personas
que hoy en día tienen mayor experiencia para la enajenación de activos
complejos (plantas industriales, empresas en funcionamiento, paquetes
accionarios, títulos públicos nacionales o extranjeros, etc.). La norma es
enunciativa y el juez podrá designar a cualquier persona con tal que sea experta
o especializada en la enajenación del tipo de cosas que se vendan, para así
flexibilizar la liquidación en la quiebra, obteniendo mayor rentabilidad en la venta
de activos.
Son considerados auxiliares delegados del juez del concurso.
Para el martillero la ley exige que tenga casa abierta al público y seis años de
antigüedad en la matrícula.
324
Generalmente la designación se realiza a través de sorteo en audiencia
pública de una lista conformada al efecto, salvo el caso del concurso especial,
donde el martillero podría ser propuesto por el ejecutante cuando estuviese
previsto en el contrato (333) ; lo mismo para las ejecuciones de garantías reales
en el concurso preventivo. Entendemos que ello es así porque, en resguardo de
la voluntad contractual, la misma filosofía de la ley concursal que permite la
ejecución separada de la general reconoce implícitamente, en estos casos, la
primacía de aquella voluntad, y además en nada se perjudica a la quiebra.
En punto a la retribución de estos enajenadores, la misma es la comisión, que
sólo se cobra del comprador. Sin embargo, se ha resuelto que se aplica este
principio para el caso de subasta fracasada, pero cuando ésta haya sido
suspendida a instancia del fallido y la quiebra culmina sin liquidación,
corresponde el pago de honorarios a cargo del deudor (334) .
Sólo podrán realizar los gastos de costumbre para la subasta, necesitando
para los demás autorización judicial.
c) Evaluadores
El artículo 48 de la LC reglamenta, como se ha dicho, el denominado salvataje
o cramdown , procedimiento que autoriza que terceros o los mismos acreedores
ofrezcan propuestas de acuerdo una vez que el deudor ha fracasado en obtener
conformidad con la suya.
Cuando la propuesta de acuerdo del tercero ha obtenido las mayorías
necesarias y es homologada, ese tercero tiene derecho a que le sea transferida
la totalidad de la participación que los socios o accionistas tengan en la sociedad
concursada, por el valor real de mercado (inc. 3º del art. 48, LC), el que será
determinado por un evaluador designado de conformidad al artículo 262 LC
(reformado por la ley 25.589).
Los evaluadores, como los denomina la ley, son los encargados de valuar las
cuotas o acciones representativas del capital social y el valor presente del pasivo,
en el procedimiento del art. 48, LC, llamado "salvataje" o cramdown . Se trata de
verdaderos peritos (Grispo) que tienen conocimientos técnicos ajenos a los del
juez. Se ha criticado la designación de los evaluadores entendiendo que en los
grandes concursos preventivos existiría una sindicatura plural que ya tendría
opinión fundada sobre la valuación y además porque es una simple operación
financiera que los profesionales contadores públicos se encuentran capacitados
para hacer. Ello, en busca de una reducción de honorarios estériles.
Los evaluadores son bancos de inversión, entidades financieras autorizadas
por el BCRA o estudios de auditoría con más de 10 años de antigüedad.
El nuevo texto sigue diciendo:
Cada cuatro años la Cámara de Apelaciones formará una lista de
evaluadores.
De la mencionada lista, el comité de control propondrá una terna de
evaluadores, sobre la cual elegirá el juez.
325
Si no existiese tal lista por falta de inscriptos, el comité de control sugerirá al
juez, dos o más evaluadores, que reúnan similares requisitos a los
establecidos en el párrafo primero de este artículo, correspondiendo al juez
efectuar la designación sobre dicha propuesta. En el caso de que no se haya
constituido el comité de control, deberá procederse a la designación
directamente por el juez sorteando de la lista que se haya conformado o a
propuesta de la sindicatura si aquélla no existiese. Algunos han entendido
que directamente debe designarse al BCRA, como banca oficial (Di Tullio,
Macagno, Chiavassa).
La remuneración del evaluador la fijará el juez en la misma oportunidad en
que regule los honorarios de los demás funcionarios y abogados, y se hará
sobre la base del trabajo efectivamente realizado, sin consideración del
monto de la valuación.
d) Ministerio Público
326
e) Empleados
En el art. 263, LC, se contempla la posibilidad de que el síndico contrate
empleados, los que actuarán bajo su responsabilidad.
Para ello, el síndico necesita autorización judicial, la cual contendrá el tiempo
y los honorarios —a cargo del concurso— a percibir por los empleados. Para
ello, el juez ponderará la necesidad de personas que colaboren con el síndico
para la eficaz y económica realización de sus tareas.
La incorporación de personal no le permitirá al síndico obviar el cumplimiento
de su función en forma personal e indelegable (Martorell).
En cuanto a la naturaleza de la relación, se sostuvo que no se vinculan por
contrato de trabajo alguno con el concurso (336) ; sin embargo, en otro orden se
ha dicho que se trata de un contrato de trabajo eventual (García Martínez,
Fernández Madrid). Graziabile se adhiere a esta última postura, entendiendo que
el empleado queda vinculado con el síndico a través de un contrato laboral
eventual y lo único establecido dentro de la ley, para lo cual se requiere la
autorización, es el diferimiento del pago de sus honorarios al concurso en lugar
de ser a cargo del síndico contratante. En cambio, si el síndico no solicita la
autorización, serán a su cargo los emolumentos pero igualmente se regirán por
un contrato de trabajo eventual.
El art. 264, LC, regula el pago de estos servicios y dispone la imposibilidad de
que éstos sean abonados antes de que sean fijados definitivamente a través de
la correspondiente regulación judicial en oportunidad del art. 265, LC.
Las excepciones a la prohibición de extraer fondos del concurso para el pago
a cuenta de servicios continuados cuya remuneración dependa de estimación
judicial son: el caso de servicios retribuibles mensualmente o por operaciones
contratadas y pagos durante la etapa de continuación de la empresa, incluyendo
síndico y coadministrador. No creemos que el caso del arancel de verificación,
más allá de lo dispuesto en el segundo párrafo de la norma, sea una excepción
a este principio, pues no resulta una extracción de fondos del concurso sino que
es abonado por los acreedores insinuantes; la norma impide el "pago a cuenta"
por el concurso, no el "cobro a cuenta".
327
(i) Enajenadores y Evaluadores : Se trata de la convocatoria periódica a
martilleros con casa abierta al público y una antigüedad mínima de seis
años en la matrícula, bancos comerciales o de inversión, instituciones
financieras autorizadas por el Banco Central de la República Argentina,
intermediarios profesionales en la enajenación de empresas, o cualquier
otro experto en la materia o entidad especializada, o estudios de auditoría
con más de diez años de antigüedad a los efectos de desempeñarse
como enajenadores (art. 261 de la ley 24.522) o evaluadores(conforme la
modificación introducida por el art. 19 de la ley 25.589 al art. 262 de la ley
anteriormente citada), para que presenten ante la Cámara las solicitudes de
inscripción en las listas a que se refieren los artículos citados.
(ii)Sindicatura: El listado (o registro como refiere la norma) incluye a los
síndicos en función de lo dispuesto por el art. 253 incisos 1º y 2º LC. Se
convoca a la inscripción cada 4 años a los contadores públicos, con una
antigüedad mínima en la matrícula de 5 años; y estudios de contadores que
cuenten entre sus miembros con mayoría de profesionales con un mínimo
de 5 años de antigüedad en la matrícula. Los integrantes de los estudios al
tiempo de la inscripción no pueden a su vez inscribirse como profesionales
independientes. Se tomarán en cuenta los antecedentes profesionales y
académicos, experiencia en el ejercicio de la sindicatura, y se otorgará
preferencia a quienes posean títulos universitarios de especialización en
sindicatura concursal, agrupando a los candidatos de acuerdo a todos estos
antecedentes.
Como es común en todas las jurisdicciones, cada 4 años la Cámara de
Apelaciones pertinente forma 2 listas: categoría A, integrada por estudios, y la
segunda y categoría B, integrada exclusivamente por profesionales; en conjunto
deben contener una cantidad no inferior a 15 síndicos por juzgado, con 10
suplentes, los que pueden ser reinscriptos indefinidamente. Para integrar las
categorías se tendrán en cuenta los antecedentes y experiencia, otorgando
prioridad a quienes acrediten haber cursado carreras universitarias de
especialización de posgrado. Para integrar las categorías se tomarán en cuenta
las pautas indicadas en el último párrafo del inciso anterior.
Al tiempo que la ley concursal acuerda a las Cámaras de Apelaciones
competencia para confeccionar las listas de síndicos, enajenadores y
evaluadores y para dictar la pertinente reglamentación, debe ser destacado
también que las distintas circunscripciones o departamentos judiciales en que
está dividido el Poder Judicial en cada Provincia, presentan características
diferentes, que imponen o justifican modalidades reglamentarias diversas, dentro
de las alternativas y posibilidades que acuerdan los artículos 253, 261 y 262 y
275, inc. 7º, LC, lo que torna inconveniente una reglamentación única aplicable
a toda la Nación a la hora de reglamentar las convocatorias y el armado de las
listas, precisamente por la diversidad apuntada.
328
42. Nociones generales
a) Finalidad
Sea como fuere el nombre que se le haya dado a la institución, siempre en el
proceso concursal hubo una participación importante de los acreedores,
organizados de alguna forma, ya sea ejerciendo la misma sindicatura concursal
o en forma independiente y coadyuvante a ésta.
Se dijo ya que una de las finalidades de la ley 24.522 es robustecer el rol de los
acreedores. Una de las instituciones de que se vale para tal objetivo estaba
constituida por los comités de acreedores.
Algún autor (Russo) dice que con ello se pretende incorporar el voluntarismo y
que es incoherente con el carácter inquisitivo del proceso. La crítica parece
infundada: nada tiene que ver el control que hagan los acreedores con el
voluntarismo que se atribuía a la ley 4156, toda vez que la iniciativa de las
soluciones preventivas la tiene exclusivamente el deudor y en la quiebra es
notorio que la dirección del proceso la tiene el juez, y la circunstancia de que el
proceso tenga carácter inquisitivo y el juez tenga atribuciones para actuar de
oficio en ciertos casos, en manera alguna constituye un obstáculo definitivo para
que los acreedores participen del proceso de alguna manera más activa. De otra
parte ningún proceso civil es absolutamente inquisitivo y oficioso sin participación
de las partes, ni absolutamente dispositivo sin atribuciones del magistrado
judicial; en todos se busca cierto equilibrio entre las atribuciones de las partes y
los poderes del juez. Esta concepción contraria a la recepción de los comités de
acreedores es propia de los que privilegian los llamados (y confusos y
difusos) intereses generales , que si bien en algún caso excepcional pueden
estar presentes, no deben hacer olvidar que los acreedores tienen también en
juego su crédito (que es su propiedad constitucionalmente protegida) y por lo
tanto tienen derecho a tener voz en el proceso concursal. Por estas razones ha
dicho PAJARDI que el comité de acreedores representa la no infeliz convergencia
de concepciones de índole privada y pública; posibilita una visión general de los
problemas del proceso y realiza una integración funcional que asegura una visión
práctica de las posiciones, dada la calificación de sus miembros (en el mismo
sentido ESCUTI y JUNYENT BAS ). Por otra parte los comités de acreedores existen
329
en la legislación de casi todos los países, en muchas de las cuales tienen
atribuciones mucho más extensas que las que les asigna la ley argentina.
330
a) Tipos
La redacción del inc. 11 del art. 14 dada por la ley 26.086 al sustituir el antiguo
art. 14 omitió involuntariamente al comité provisorio de acreedores en el
concurso preventivo y ello se debe a un evidente error de técnica legislativa que
pasó inexplicablemente inadvertido en el trámite de su sanción.
Pese al defecto incurrido, se sostuvo con razón (338) que el comité provisorio
sigue con vida, en primer lugar porque no ha sido la intención del legislador su
supresión y además porque el art. 16 in fine aún prevé oír a dicho comité cuando
le toca intervenir en el trámite relativo a los actos sujetos a autorización judicial
emitiendo opinión al respecto. Y por su lado, el propio art. 260 sigue
contemplando su vigencia al definir al comité provisorio en el concurso preventivo
como un órgano de información y consejo. Finalmente se advierte que el párr. 6
del art. 260 sigue remitiendo al comité provisorio previsto en el art. 14 inc. 11.
Igualmente, la cuestión quedó zanjada con la ley 26.684, que reincorpora el tema
en el inc. 13 del art. 14, sin la denominación de provisorio al comité de control
constituido en la apertura del concurso preventivo.
b) Excepción
331
Avanzado el proceso, de modo que se tenga ya el informe individual y
presentada la propuesta de categorización de los acreedores, el juez procede a
designar un nuevo comité provisorio que sustituye al anterior, lo que hace en la
resolución que aprueba la categorización (art. 42).
Este nuevo comité estará integrado como mínimo , con un acreedor de cada
categoría, entre los cuales debe estar el acreedor de mayor monto de cada
categoría y se incorporan dos representantes más de los trabajadores. El juez
podrá reducir la cantidad de representantes de los trabajadores cuando la
nómina de empleados así lo justifique. A partir de ese momento cesarán las
funciones de los anteriores integrantes del comité que representan a los
acreedores. Como bien determina la ley, en su art. 260, sexto párrafo, LC, las
funciones de estos comités son de información y consejo.
Se advierte que en la integración de este comité las facultades del juez son
mayores; es razonable que así sea, pues ahora tiene elementos que le permiten
formarse un juicio: el informe individual, el informe general, la categorización, los
informes que pudo haber dado el comité precedente.
d) Comité definitivo
En el artículo 45 dice que: "La integración del comité deberá estar conformada
por acreedores que representen la mayoría del capital ", lo que ha llevado a algún
autor a decir que los integrantes del comité deben ser acreedores que
representen la mayoría del capital; obviamente tal interpretación es absurda,
pues así el comité puede llegar a tener decenas de acreedores; ha de
interpretarse que conformada quiere decir aceptada, con conformidad , con lo
cual se hace coherente el artículo 45 con el artículo 260.
Por otra parte el artículo 260 también es poco claro en cuanto agrega que: "Sus
integrantes son elegidos por los acreedores por mayoría de capital ". Es evidente
la incongruencia con el mismo artículo 260 y el ya mentado artículo 45 que dejan
la iniciativa a la propuesta de acuerdo. Lo que ha querido decirse en ese párrafo
332
un poco enigmático es que la propuesta debe ser aprobada por acreedores que
representen la mayoría del capital.
El juez debe oír al comité pero no está obligado en manera alguna a seguir sus
consejos ni a satisfacer sus requerimientos en punto a audiencias,
investigaciones, etcétera, si considera que son innecesarios o evidencian
hostilidad respecto del concursado.
333
Como la constitución del comité de acreedores varía, ha de tenerse en cuenta el
monto de los créditos de los integrantes del comité que contrató a los
profesionales.
a) Integración
En el caso de quiebra indirecta se mantiene el comité definitivo que actuaba
en el concurso preventivo (art. 260, LC).
En la quiebra directa la elección del comité corresponde a los mismos
acreedores, por mayoría del capital, y a los trabajadores sus representantes,
para lo cual el síndico deberá promover la constitución del comité remitiendo a
los acreedores comunicación escrita (art. 201, LC). Esa comunicación deberá
hacerse dentro de los diez días contados a partir de haberse dictado la resolución
que resuelve sobre la verificación o admisibilidad de los créditos (art. 36, LC).
Dado que la ley no organiza el modo en que los acreedores han de reunirse ni
la forma de exteriorizar la voluntad de los mismos, parecería razonable que el
síndico requiera al tribunal la fijación de una audiencia para que los acreedores
que concurran adopten la decisión pertinente.
El comité se constituirá como mínimo con tres acreedores y con los
representantes de los trabajadores, que tampoco debe ser necesariamente un
dependiente actual o anterior
b) Funciones
Conforme al artículo 260 de la LC en la etapa de liquidación en la quiebra el
comité puede proponer medidas que normalmente han de estar vinculadas a la
liquidación de los bienes, y eventualmente a su conservación o administración.
334
También puede requerir información a los funcionarios del concurso, solicitar
audiencias y cualquier otra medida que considere conveniente.
45. Informes
Los comités deben informar de su gestión a los acreedores y trabajadores,
conforme lo prevé el artículo 260 de la LC. Ello se refiere sustancialmente al
comité definitivo, pues la ley dispone que ha de hacerlo con la periodicidad que
se indique en el acuerdo, la que no podrá ser inferior a cuatro meses.
El artículo 260 dice que el informe debe quedar a disposición de los acreedores
y de los trabajadores en el domicilio que a tal efecto constituyeron en el
expediente. No es clara la expresión de la ley, pero cabe entender que ha querido
decir que el informe estará a disposición de todos los acreedores y todos los
trabajadores en el domicilio procesal constituido por el comité; ello no excluye —
a nuestro juicio— la exteriorización del informe en el expediente sino que exime
de presentar copias en número suficiente para cada acreedor y trabajador; el
que desee tener una copia del informe lo requerirá en ese domicilio ad lítem del
comité.
46. Retribución
Para Graziabile, los honorarios del comité provisorio deberán ser regulados por
el juez, al homologarse el acuerdo, teniendo en cuenta la labor realizada (art.
265, LC). Para otros, ambas regulaciones en el concurso preventivo deben ser
contenidas en el acuerdo tanto para el comité provisorio como para el definitivo
(Kleidermacher).
En cambio para la quiebra, la ley determina que la retribución del comité se fija
teniendo en cuenta la naturaleza y extensión de las funciones cumplidas.
47. Remoción
Dispone el último párrafo del artículo 260 que:
La remoción de los integrantes del comité de control se rige por lo dispuesto
por el artículo 255. Sin perjuicio de ello, sus integrantes podrán ser
removidos en cualquier oportunidad por los acreedores, bajo el mismo
régimen de mayorías de su designación, excepto los representantes de los
trabajadores, que podrán ser sustituidos en cualquier oportunidad por el
mismo procedimiento por el que fueron electos.
También se aplican las reglas de la recusación, principalmente en el supuesto
de ser competidores del deudor que pretendan obtener información reservada
que pueda ser utilizada en contra del concurso.
48. Evaluación
Debe reconocerse que los comités han tenido una actuación poco eficaz en la
mayor parte de los concursos preventivos y virtualmente nula en las quiebras. El
Proyecto de reformas que se elaboró en el seno del Ministerio de Justicia
propiciaba algunos ajustes interesantes, como hacer depender su existencia de
la iniciativa de los mismos acreedores.
49. Justificación
336
hacerse efectivas— que ciertas reglas procesales especiales estén expresadas
en la ley concursal. Eso es lo que hace la ley argentina entre los artículos 273 y
289; además, a partir del artículo 290 organiza un procedimiento propiamente
concursal, denominado incidente, que se aplica a toda cuestión que tenga
relación con el objeto principal del concurso y no se halle sometida a un
procedimiento especial.
La celeridad que se impone en los procesos concursales (arts. 275 y 278 LC),
ha llevado al legislador a procurar un sistema de términos y plazos especiales,
los cuales pueden ser fijados directamente por la ley o determinados por el
magistrado dentro de un arco temporal establecido.
Los plazos procesales del concurso en su generalidad son legales, ya sea que
se fijen en un término fijo o entre un lapso de tiempo mínimo y otro máximo cuyo
337
tope se fijará judicialmente, también en el concurso ciertos actos procesales
deberán cumplirse en el día fijado (v.gr., presentación de los informes
individuales y generales). Cuando no existiese plazo especial fijado legalmente
se considerará el término de cinco días (art. 273, inc. 1º, LC). Especialmente por
ese plazo se conferirán las vistas o traslados que no tuviesen expresamente
previsto un término distinto en la ley (342) .
338
Con frecuencia se exime al síndico —en su carácter de funcionario del
concurso— del rigor establecido en este inciso, subsanándose las omisiones
incurridas y las presentaciones efectuadas fuera de término con cierta intimación
o emplazamiento, confiriéndosele un nuevo traslado, bajo apercibimiento de
sanción (345) . Se entiende que es deber del síndico evacuar todos los traslados
que se le corren por su condición de órgano del concurso, teniendo en cuenta
que la aplicabilidad de las reglas procesales comunes debe armonizarse con las
disposiciones propias del estatuto concursal (346) .
Es lo que ocurre por ejemplo cuando le incumbe evacuar el traslado del incidente
de revisión en los términos del art. 281 LC, expidiéndose la doctrina y la
jurisprudencia a favor de la dispensa del plazo, seguida de la pertinente
intimación ordenando un nuevo traslado, bajo apercibimiento de las sanciones
correspondientes por su falta de diligencia (347) . Para justificar tal
temperamento se sostiene que no puede prescindirse del dictamen, traslado u
opinión del síndico desde que su participación es obligatoria, necesaria e
ineludible y su opinión un elemento decisivo a los fines de aconsejar al juez en
la forma más conveniente sobre la pretensión planteada (348) .
339
admitir su aplicación, más cuando no afecta la celeridad del proceso concursal.
En principio, entendemos que debe admitirse el plazo de gracia en todas las
hipótesis, pero más aun en cualquier supuesto en que quepa facilitar la
preservación del concurso, considerando además que no puede decirse que el
trámite concursal pueda ser considerado como rápido y económico (354) .
b) Cómputo
Por ser plazos procesales, se computan exclusivamente los días hábiles
judiciales (inc. 2º), salvo excepción legal expresa en contrario, que son las que a
continuación detallamos:
— en el art. 25 se le encomienda al concursado y, en su caso, a los
administradores y socios con responsabilidad ilimitada de la sociedad
concursada, que comuniquen al juez del concurso, su viaje al exterior, el
que no podrá extenderse por un plazo superior a 40 días corridos, en su
defecto deberá requerirse la respectiva autorización judicial. El art. 144 que
regula los efectos de la quiebra sobre los contratos con prestaciones
recíprocas pendientes prescribe que dentro de los 20 días corridos de la
publicación de edictos, el tercero contratante debe presentarse haciendo
saber la existencia del contrato pendiente y su intención de continuarlo o
resolverlo y, en igual término, cualquier acreedor o interesado puede hacer
conocer la existencia del contrato y, en su caso, su opinión sobra la
conveniencia de su continuación o resolución;
— en el art. 190 cuando en las quiebras con eventual continuidad de
explotación, se requiere del síndico un informe detallado sobre la posibilidad
excepcional de continuación de la explotación de la empresa del fallido o de
alguno de sus establecimientos. Informe que debe ser presentado al juez
en el término de 20 días corridos contados a partir de la aceptación del
cargo;
340
— en el art. 196 al establecer que la quiebra no produce la disolución del
contrato de trabajo, sino su suspensión de pleno derecho por el término de
60 días corridos;
— en el art. 197 cuando dispone que una vez resuelta la continuación de la
empresa, el síndico debe decidir, dentro de los 10 días corridos a partir de
la resolución respectiva, qué dependientes deben cesar definitivamente
ante la reorganización de las tareas.
También los plazos expresados en meses (art. 217) o años (art. 236), se
cuentan por períodos completos sin considerar días hábiles o inhábiles.
Los plazos determinados por días hábiles comienzan a correr a partir del día
hábil siguiente a su notificación. Los actos también deben desarrollarse dentro
de las horas hábiles, los que se realicen en el Juzgado, dentro del horario de los
Tribunales y los que se realicen fuera, son hábiles las horas entre las 7 y las 20,
sin perjuicio de la habilitación tácita hasta la culminación de la diligencia y la
posibilidad de que el juez puede de oficio o petición de interesado habilitar
expresamente días y horas inhábiles para llevar a cabo las diligencias (arts.
152, 153 y 154CPCCN). Respecto de las horas hábiles, debe tenerse
especialmente en cuenta las que se fijen por las Cámaras de Apelación dentro
de las cuales el síndico deberá tener oficina abierta al público durante la etapa
de verificación de créditos (art. 275, inc. 7º, LC). Nada impide y de hecho se
compatibiliza con la naturaleza del concurso, que el juez en casos de urgencia
habilite días y horas para realizar una determinada diligencia, lo que
generalmente ocurre en la etapa de incautación inmediata posterior a la
declaración de quiebra (357) .
341
trabajo (arts. 177/199 LC). La apelación no se concede nunca libremente ni se
encuentra previsto que lo sea con efecto diferido. Sin embargo, se sostuvo que
en los casos de apelación contra sentencia que pone fin a un incidente (art. 285,
LC), se modifica una situación afín, pues todas las resoluciones dictadas durante
el trámite del incidente son inapelables, pero se admite que éstas puedan
impugnarse solicitando su revocación al fundarse el recurso interpuesto contra
la sentencia.
d) Excepciones legales
Se admite la vía recursiva ordinaria, excepcionando la regla general (361) ,
contra las siguientes resoluciones:
— la que rechaza la petición de concurso preventivo (art. 13 LC);
— la que resuelve sobre la admisión y denegatoria del pronto pago laboral
(art. 16);
— la que dispone la separación de la administración en el concurso (por el
deudor con efecto devolutivo y si se deniega puede apelar el síndico)
(art. 17 LC);
— la que ordena la suspensión de remates y medidas precautorias (por el
deudor, acreedor y síndico, con efecto devolutivo) (art. 24 LC);
— es apelable por el concursado la decisión que admite la impugnación; y la
que la rechaza lo es por el acreedor impugnante concediéndose al solo
efecto devolutivo (art. 51 LC);
— reclamación contra créditos admitidos. Facultades del juez sobre el
cumplimiento de la prestación (art.58 LC);
— la que se pronuncia sobre la conclusión del concurso (art. 59 LC);
342
— la que declara la quiebra indirecta por nulidad del acuerdo (art. 61 LC);
— la que declara la quiebra por incumplimiento del acuerdo (art. 63 LC);
— la que establece la desestimación de la petición de concurso de
agrupamiento (art. 65 LC);
— la que dispone la quiebra directa, aunque esta sentencia tiene un régimen
específico de impugnación (art. 94 y sgtes. LC);
— la que se pronuncia sobre el levantamiento sin trámite de la quiebra: la
resolución que deniegue la revocación inmediata es apelable únicamente
por el deudor al efecto devolutivo y se debe resolver en la alzada sin
sustanciación (art. 96 LC);
— la que extiende la interdicción de salida del país (art. 103 LC);
— la que fija la fecha de inicio del estado de cesación de pagos (por quienes
hayan intervenido en el trámite de determinación) (art.117 LC);
— la que declara la ineficacia de pleno derecho (también es recurrible por vía
incidental) (art. 118 LC);
— la que se pronuncia acerca de la continuación de contratos con
prestaciones recíprocas pendientes (por el tercero cuando se hubiere
opuesto a la continuación) (art. 144 LC);
— la que rechaza la continuación de la explotación de la empresa quebrada
(por el síndico con efecto devolutivo) (art. 191 LC);
— la que decide sobre la enajenación: bienes gravados (art. 206 LC);
— la que dispone la entrega a asociaciones de bien público de bienes
invendibles (por el síndico y el deudor si hubieren manifestado oposición
expresa y fundada) (art. 214 LC);
— la que ordena la clausura por falta de activo (art. 232 LC);
— la que ordena la remoción del síndico (art. 255 LC);
— la que se pronuncia sobre las regulaciones de honorarios (art. 272 LC);
— la que dispone el rechazo in limine de un incidente (art. 281 LC);
— la que pone fin al incidente (art. 285 LC).
343
Resumiendo, tanto en el concurso como en la quiebra (362) la regla general
es la inapelabilidad de las resoluciones; por ello, para que sea posible la
apelación, debe estar prevista en la norma legal aplicable al caso (363) , pues lo
que la Ley de Concursos ha querido es que sea el juez de primera instancia
quien conduzca el juicio concursal, salvo algunos pocos y limitados casos en que
expresamente otorga la posibilidad de que sus decisiones sean revisadas por un
tribunal de alzada (364) .
(ii) Excepciones
344
de excepción, serán apelables todas aquellas resoluciones que los jueces
consideren que poseen naturaleza definitiva concursal (372) .
En definitiva, la apelación se encuentra restringida, y ello se funda en evitar
dilaciones y perturbaciones al normal desarrollo del proceso; sin embargo,
cuando la ley no determine la apelación y la resolución que se pretenda gravosa
no corresponde al trámite normal del concurso (caso no previsto) y conceder el
recurso no afecte la celeridad concursal, pretorianamente ha sido
admitido (373) . El tema de la restricción apelativa concursal tiene relevancia
atento a la especificidad recursiva impuesta por la norma que rige los concursos,
imponiendo un régimen de completitividad del régimen recursivo que lleva a la
reserva y persistencia del trámite concursal en este tipo de cuestiones, pasando
de la restricción a la especialidad apelativa. Entonces, para que proceda la
apelación la ley concursal no debe prever otro medio impugnativo y la aplicación
de las normas locales, atento a la regla de reserva, no debe afectar la celeridad
concursal (Baracat).
(iv) Casuística judicial
345
— la resolución que dispone la categorización (375) ;
— la decisión concerniente al cumplimiento o no de la propuesta efectuada
por un tercero en los términos del art. 48 (cramdown) (376) ;
— la resolución que intimó a satisfacer una cuota concursal bajo
apercibimiento de quiebra (377) ;
— la denegación del pedido de prórroga del período de exclusividad (378) ;
— cuando el concurso no se encuentra aún abierto, supuesto en que no rigen
los principios generales en materia de apelabilidad (379) ;
— la que dispuso la desafectación de un inmueble del régimen de bien de
familia (380) ;
— la desestimación respecto al momento en que debe comenzar a cumplirse
el acuerdo preventivo homologado (381) ;
— la desestimación del pedido de quiebra formulado por un
acreedor (382) ;tema que ampliaremos más adelante;
— la que dispuso tener por desistido al deudor de la presentación en concurso
preventivo (383) ;
— la declaración de quiebra indirecta (384) y (385) ;
— declaración de quiebra por la presentación tardía de un acuerdo
preventivo (386) ;
— la desestimación de las observaciones formuladas por el Fisco al proyecto
de distribución al discutir el grado de preferencia de su crédito (387) ;
— la cuestión referente a la inembargabilidad e inejecutabilidad de la
vivienda (388) ;
— la decisión que desestima una petición tendiente a que se suspenda una
subasta de bienes del concursado dispuesta en el marco de una causa que
tramita en extraña jurisdicción (389) ;
— cuando se trata de la venta de un inmueble de la quiebra, respecto del cual
existen importantes discrepancias objetivas sobre la base (390) ;
— rechazo del levantamiento de la quiebra por avenimiento (hay
jurisprudencia en contra)(391);
— resolución que manda a depositar en un concurso en un plazo perentorio
determinada suma con más sus intereses y costas a fin de satisfacer el
crédito del acreedor(392):
— la resolución que en una quiebra rechazó la pretensión del acreedor
hipotecario de obtener la nulidad de la cancelación de la hipoteca que
pesaba sobre un inmueble del fallido(393) ;
— la que denegó legitimación al recurrente para formular observaciones a los
créditos en los términos del art. 34 LC cuando se trata de un acreedor que
ha optado por continuar con el proceso promovido contra la concursada
ante el Tribunal originario (394) ;
— la materia concerniente a la exclusión de acreedores en el cómputo de las
mayorías necesarias para obtener la homologación del acuerdo
propuesto (395) ;
346
— la decisión que admite o rechace el pronto pago (de conformidad al expreso
texto del art. 16 según ley 26.086) (396) , y porque la admisión del pedido
de pronto pago, involucra una decisión relativa a la incorporación de un
acreedor al pasivo concursal (397) ;
— el pronunciamiento sobre el recálculo de los créditos verificados en el
trámite del concurso preventivo anterior (398) .
(v) Resoluciones inapelables. Casuística judicial
Por el contrario, y con estricto apego al texto legal que contempla la regla
general de inapelabilidad, se ha denegado la vía recursiva en los siguientes
casos (la enumeración que se exhibe a continuación no pretende de ningún
modo agotar las hipótesis):
— la sentencia que ordena la realización de los bienes del quebrado (399) , y
toda cuestión vinculada con la liquidación (400) del activo falencial (401) ,
porque en materia de realización de bienes, rige con mayor rigor el art. 273,
inc. 3º, de la LC (402) ; como así también las decisiones relativas al
desapoderamiento e incautación de los bienes del deudor (403) ;
— la desestimación del pedido de quiebra instado por acreedor (404) ; aunque
la mayor parte de los tribunales concede el recurso contra esta resolución;
— la intimación a cumplir con la publicación de edictos (405) ;
— la resolución de homologación (406) ;
— la sentencia de quiebra directa (407) ;
— resoluciones sobre medidas cautelares (408) ;
— la apertura del concurso preventivo por los acreedores (409) ;
— la declaración de quiebra indirecta por falta de obtención de las
conformidades (art. 46 LC) (410) ; sin embargo en ocasiones la misma ha
sido concedida cuando mediaban circunstancias especiales tales como la
la exclusión de la conformidad vertida por un acreedor decidida de oficio por
el Juez (411) ;
— la intimación al deudor para depositar cierta suma de dinero, bajo
apercibimiento de quiebra (412) ;
— las cuestiones que surgen en el curso de los incidentes (413) ;
—la resolución que rechaza la solicitud de la concursada a fin de que se
excluya al Fisco del cómputo del pasivo (414) y las decisiones relativas al
cómputo de las mayorías (415) necesarias para la posterior homologación
del acuerdo (416) ;
— la que posterga la decisión acerca de la continuidad del contrato para una
oportunidad ulterior (417) ;
— la que deniega el pedido de remoción del síndico (418) y la que le impuso
al funcionario un simple llamado de atención (419) ;
— la que ordena al síndico diligenciar los oficios de levantamiento de la
interdicción de salida del país dispuesta respecto de los administradores de
la firma fallida (420) ;
347
— el pronunciamiento que declara desistido el concurso preventivo por la
omisión de publicar edictos (421) y también —a contrario sensu — la
decisión que no hace lugar al desistimiento porque importa una decisión en
pro de la inmutabilidad del trámite concursal normal y ordinario (422) ;
— el auto que difirió el pedido de rehabilitación del fallido hasta la finalización
del proceso informativo (423) ;
— el rechazo del avenimiento (424) ;
— el condicionamiento del levantamiento de la inhibición general de bienes
del fallido por la rehabilitación, a la previa la anotación de embargo sin
monto sobre los bienes desapoderados que debían ser realizados (425) ;
— la decisión que autorizaba a los Síndicos o a sus letrados patrocinantes a
participar de las reuniones celebradas entre la concursada y la banca
estatal en el marco de la conclusión del concurso preventivo (426) ;
— la designación de un síndico ad hoc , o a la designación de una sindicatura
plural (427) ;
— la resolución que decide las observaciones dirigidas al proyecto de
distribución de fondos si lo que se cuestiona es la tasa de interés
utilizada (428) .
— la providencia que ordena a la sindicatura hacer efectivo el cobro de los
créditos a favor de la fallida, o bien, la iniciación o prosecución de los juicios
respectivos a fin de concretar sus acreencias (429) ;
El rechazo del pedido de quiebra
Un tema ya mencionado que ha dado lugar a decisiones judiciales
contradictorias, es el relacionado a si es apelable la denegación del pedido de
quiebra a solicitud del acreedor, por lo cual es conveniente una referencia en
particular.
Según algunos autores el rechazo es apelable porque el principio de la
inapelabilidad que sienta la LC, afirman, es aplicable para una vez que se dicte
la sentencia de quiebra. También se afirma que el rechazo no se trata de una
"resolución" como establece el art. 273, inc. 3º, LC, sino de una sentencia, por lo
cual concluyen que es apelable (430) .
Pero para otra parte de la doctrina, el rechazo de la quiebra es inapelable, tal
como establece el citado art. 273, inc. 3º; agregan que no hay una disposición
que expresamente autorice el recurso, y que la decisión no causa estado, por lo
cual el acreedor puede reiterar el pedido (431) .
Conforme surge de las citas, se puede afirmar que en el ámbito de la justicia
nacional comercial predomina la idea a favor de la apelabilidad, mientras que en
la Suprema Corte de Buenos Aires se inclina por la solución contraria: es
inapelable.
(vi) Recursos de reposición y nulidad
348
corrija sus errores sin demora; lo cual no significa que, en materia concursal, si
se contempla la apelabilidad, sea necesario transitar por la reposición previa a la
apelación, por lo que, en el caso, la interposición del recurso de reposición de la
ley procesal local deviene innecesaria (432) ; pero las regulaciones de
honorarios de los funcionarios y letrados sólo son susceptibles del recurso de
apelación (433) .
Si bien no se sigue del artículo 296, ley concursal, la procedencia del recurso de
nulidad por no contenerlo expresamente la norma citada, empero debe
entenderse que él está comprendido en el de apelación que se regula, según la
norma el artículo 253 del Código Procesal, y por ello corresponde igualmente su
tratamiento (434) .
f) Notificaciones
En materia de concurso preventivo, la ley establece que el deudor debe
comparecer a secretaría los días de nota, desde la iniciación del trámite y que
salvo que se deje constancia en el libro respectivo de secretaría, todas las
providencias se considerarán notificadas por ministerio de ley (concs. art. 26, LC;
arts. 40, 41, 42, 133 y 142 del CPCCN y similares del CPC Pcia. de Bs. As.), lo
cual es aplicable al proceso de quiebra (436) .
El referido art. 26 LC debe ser complementado con los respectivos Códigos
de Procedimiento y reglamentaciones locales (cfr. art. 301, LC, arts. 134 y 137
del CPCN y Pcia. de Bs. As.). Además. la citada norma concursal cabe
mencionar que el art. 273 inc. 5º LC establece que la citación de las partes se
efectúa por cédula y que las demás notificaciones se las entenderá practicadas
tácitamente (437) . También el traslado de los incidentes se notifica por cédula
(art. 281, párr. 3º, parte 1ª).
Cabe agregar que la ley prevé algunos supuestos de notificación por edictos,
como es el caso de la apertura del concurso preventivo (art. 27), conclusión del
concurso (art. 59), celebración del acuerdo preventivo extrajudicial (art. 74), la
sentencia de quiebra (art. 89), en la liquidación de bienes por licitación el pliego
349
con condiciones (art. 205-4), venta singular de bienes (art. 208), el informe final
(art. 218) y el proyecto de distribución (art. 218).
Complementariamente, también se establece la notificación a los acreedores
por carta certificada para hacerles saber la apertura del concurso, horario y
domicilio en que se atenderán los pedidos de verificación, fecha hasta la cual
deberán presentarse las verificaciones (arts. 14, inc. 8º, y 29 LC).
Debemos mencionar, además, la publicidad de los concursos que se hace
mediante el Registro de Juicios Universales.
Pero como bien se ha destacado, dicho principio orientador cede en aquellos
casos en que por su naturaleza e importancia exigen notificación personal o por
cédula (438) , a lo cual podemos agregar en los que sea necesario resguardar la
defensa en juicio (ejs. art. 285 LC).
Liminarmente se debe diferenciar la citación, de la notificación. La notificación
es el acto procesal mediante el cual se hace conocer a las partes o terceros una
resolución judicial; en cambio la citación, especie dentro de aquélla, importa
hacer conocer a una persona, sea o no parte en el proceso, su deber de
comparencia ante la autoridad judicial por ser de necesidad a sus intereses o de
conveniencia para el mismo proceso (Argeri). Igualmente, la ley no determina
qué sucede con los emplazamientos e intimación, que son especies dentro del
género notificaciones, entendiéndose al emplazamiento como el llamado que se
hace a una persona para que comparezca a juicio dentro de un plazo
determinado, lo cual quedaría incluido dentro de la citación de las partes; y
entendemos por intimación o requerimiento a la comunicación que se hace a
alguien con un mandato judicial para que cumpla un acto o se abstenga de hacer
alguna cosa, bajo apercibimiento de sufrir las consecuencias disvaliosas de sus
omisión o acción.
En este último caso, si bien se ha resuelto que procede la notificación por
cédula para las resoluciones que impongan intimaciones (439) , entendemos
que excepcionalmente, ante el silencio de la ley, sólo el juez podrá determinar la
notificación por cédula, cuando ello se condiga con la rapidez y economía
concursal, aplicando así las leyes locales (440). Ello, porque el sistema impuesto
por la ley no excluye que el juez concursal como director del proceso, en uso de
sus facultades instructorias y ordenatorias, determine expresamente la
notificación por cédula (Galdós). Aunque repetimos, tal facultad deberá ser
usada sólo excepcionalmente y cuando la índole de la resolución así lo exija,
atendiendo alguna urgencia concreta. Contrariamente a ello, se sostuvo que la
manera de notificar las decisiones judiciales la determina la ley, no estando
incluida entre las facultades de los jueces la de elegir el medio, importando ello
una modificación en el cómputo del plazo de que se trate (441) .
Entonces, cabe acotar que, pese a la disposición legal, la jurisprudencia ha
resuelto que la sentencia recaída en los incidentes concursales debe ser
notificada personalmente o por cédula (442) . Y lo mismo pasa, como
expusimos, con los autos que ordenan intimaciones, como el que exige el
cumplimiento de la presentación de un certificado expedido por el Registro de
Juicios Universales (dec. 3003) (443) .
350
Además se ha juzgado que existen supuestos en los cuales el sistema
automático de notificaciones resulta claramente insuficiente y perjudicial para dar
a conocer ciertas resoluciones delicadas para los interesados, como es el caso
de la decisión que ordena la desafectación del bien de familia en los que procede
la notificación personal o por cédula (444) , pues se trata de una cuestión ajena
al trámite ordinario del concurso y no altera el desarrollo del proceso
principal (445) . Incluso se ha entendido que hasta la propia sentencia de
apertura del concurso preventivo debe ser notificada mediante cédula(446) a
contrapelo del texto legal y de la opinión ampliamente mayoritaria de los autores
nacionales (447) que han interpretado que tal decisión se notifica ministerio
legis, esto es automáticamente al deudor (extensivo a sus representantes).
351
resolución (459) . En cambio, cuando se está ante una situación expresamente
prevista y normada por la ley especial, no es dable alterar el modo de notificar
una resolución respecto de la cual la ley prevé el modo de anoticiamiento,
máxime cuando tal alteración sea claramente incompatible con los principios
estructurales del concurso (460) . En realidad ley concursal impone la forma de
notificación de las resoluciones dictadas en el proceso concursal —principal o
incidental— sin posibilidad de aplicación de los códigos locales por no tratarse
de una situación no reglada, admitiéndose que el juez concursal, director del
proceso, modifique excepcionalmente esa forma de anoticiamiento, en auto
consentido por las partes, requiriéndose expresamente que se ordene la
notificación por cédula, atento a que se varía la forma estipulada por la ley (461) .
352
g) Eficacia del domicilio constituido
353
pedidos de verificación cuando la envergadura del concurso y la cantidad de
acreedores así lo amerite; la designación del contador se notificará por cédula al
domicilio constituido por el profesional, al momento de formarse la lista, y tendrá
tres días para aceptar el cargo; realizado ello, queda investido en la función de
síndico (475) .
h) Remisión de expedientes
El inc. 7º del art. 273, dispone prohibitivamente la remisión del expediente
concursal a otra sede jurisdiccional. Esta prescripción legal se funda atendiendo
el continuo movimiento procesal que se produce en el concurso, considerando
la multiplicidad de cuestiones que en él se debaten.
No creemos que esta norma que comentamos pueda ser relacionada con la
recusación o excusación con causa y con la incompetencia firme, pues no se
354
trata de una remisión a un juzgado distinto al de su tramitación, sino del envío
del expediente al juzgado que llevará su trámite.
h) Gratuidad de trámites
Igual criterio se aplica para los tributos previos que se requieran para la iniciación
de la acción revocatoria concursal por el síndico y para las acciones tendientes
a perseguir el cobro de los créditos del fallido (arts. 119 y 182, respectivamente,
LC).
De acuerdo con ello quedan diferidos gastos tales como edictos, arancel del
registro de la propiedad, etcétera. Cabe acotar que esta disposición se aplica a
la quiebra y no al concurso preventivo; en este último, el concursado debe
proveer los fondos para la realización de estos gastos.
j) Carga de la prueba
El inciso 9º dispone que la carga de la prueba en cuestiones contradictorias,
se rige por las normas comunes (art. 377, CPC).
Creemos que el dispositivo es innecesario, y al estar incluido resulta
incompleto. Decimos lo primero porque suficiente hubiera sido lo previsto por el
355
art. 278, LC, respecto de la aplicación de las leyes locales. Y afirmamos lo
segundo porque al incluir la ley tal prescripción debió decirse que ésta debe
cumplirse sin afectar los principios concursales (Argeri).
Sin dudas el mayor campo de aplicación de esta regla se ubica en la etapa de
la verificación de créditos (476) .
356
LC), toda vez que la formación de una masa única puede perjudicar a los
acreedores de cada deudor (arts. 162, 163, 164, 167, 168, 169 LC) (479) .
— El hecho de que el síndico debe realizar todas las compulsas necesarias
con las facultades que le da el art. 34 LC, ello no libera al pretenso acreedor
de suministrar al órgano concursal las evidencias de la existencia y
extensión del derecho invocado, cooperando con la investigación que aquél
debe emprender (480).
— En el incidente de revisión (art. 37 LC) se acentúan las cargas relativas al
ofrecimiento y producción de la prueba que permita acreditar sin dudas la
causa de la obligación que, obvio es decirlo, pesan sobre el acreedor que
intenta la revisión (481) .
— El incidente de revisión constituye una verdadera demanda autónoma, por
lo tanto resulta aplicable en lo que a la carga de la prueba se refiere la
disposición del art. 375 CPCC, por lo cual pesa sobre el incidentista la carga
de la producción de los hechos por él invocados como fundamento de su
pretensión (482) .
— En los incidentes de verificación tardía es carga procesal del actor probar
fehacientemente los extremos fácticos de su pretensión, por lo que la
ausencia o insuficiencia de prueba no ha de incidir sino en contra de quien
tenía la carga de producirla, es decir, el pretenso acreedor (483) .
— La teoría de la "las cargas probatorias dinámicas" constituye un
apartamiento excepcional de las normas legales que establecen la
distribución delonus probandi.En definitiva, este instituto debe utilizarsein
extremis.Cuando la responsabilidad profesional se funda en la culpa, ésta
debe ser, en principio,probada por el actor, sin perjuicio de que el juez tenga
en cuenta la importancia de las presunciones judiciales, y del concepto de
carga probatoria dinámica, cuyo funcionamiento es excepcional, que hace
recaer la carga de la prueba en cabeza de aquel que se encuentra en mejor
situación para probar" (484) .
357
fundada. En caso de continuación se aplicará el plazo establecido en el artículo
191, inciso 2).Sanción. El incumplimiento de los plazos previstos en este Capítulo
para la enajenación de los bienes o cumplimiento de las diligencias necesarias
para ello da lugar a la remoción automática del síndico y del martillero o la
persona designada para la enajenación. Asimismo, respecto del juez, dicho
incumplimiento podrá ser considerado causal de mal desempeño del cargo".
La previsión legal transcripta contiene un precepto imperativo, claro y
categórico: la liquidación de los bienes que componen el activo falencial debe
llevarse a cabo en el plazo perentorio de cuatro meses contados a partir de la
sentencia firme de quiebra y tiene una excepción que autoriza al magistrado de
la quiebra a extender el plazo por treinta días adicionales.
Desde la doctrina se ha justificado la reforma en este aspecto cuando se
sostiene que "el objetivo es evitar las dilaciones que sufren las liquidaciones, con
los consiguientes apercibimientos. Si bien debe reconocerse que el plazo, en la
práctica, es de imposible cumplimiento, sin embargo la sola inclusión de esta
norma dentro del ordenamiento concursal ha posibilitado que se aceleren las
liquidaciones y se impulsen los trámites" (485) .
La inobservancia de la manda legal genera una severa consecuencia para los
funcionarios que intervienen en la liquidación excediendo el plazo establecido.
Así, para la sindicatura y el enajenador está prevista su remoción ope legis y en
el caso del magistrado puede dar lugar al proceso de su destitución.
Ahora bien, analizado el texto legal ¿Es razonable el plazo fijado por la ley
para concluir con las enajenaciones? Y este interrogante plantea otro aún más
decisivo, ¿Es operativa la sanción automática de remoción por incumplimiento
del plazo de liquidación?
A juicio de algún autor, ambas respuestas son negativas. En primer lugar no
puede ser pensado que en cuatro meses puede concluirse el procedimiento de
enajenaciones en la quiebra, la experiencia tribunalicia así lo indica en todo el
país. Pero además la remoción automática por la negligencia incurrida es
inconstitucional en tanto violenta el debido proceso y las garantías del derecho
de defensa en juicio.
Siguiendo aDI TULLIO(486)en el análisis de este tema, encontramos que la
jurisprudencia registra dos casos testigo en este sentido:
(i) En el causa "Llosas" —de la Sala C de la CNCom (487) — se dijo que si
bien el objetivo de celeridad y abreviación de los plazos de liquidación
perseguido por la nueva ley concursal es encomiable, el método utilizado
—remoción automática de los funcionarios intervinientes para el supuesto
de excederse del plazo de cuatro meses establecido en el artículo 217— es
criticable, sea por la falta de realismo de un término tan exiguo, sea por la
afectación de los derechos y garantías de los sujetos pasibles de la sanción.
Para superar esta falsa opción que plantea el legislador en la norma que se
analiza, el Tribunal decide que para adoptar una decisión sobre el asunto,
el juez deberá ponderar: a) el vencimiento de dicho plazo; y b) otros
elementos de juicio que pueden incidir en la cuestión, tales como las
diligencias realizadas por los funcionarios, la naturaleza, cantidad y
dimensión de los bienes, pero cuidando que esta interpretación no revista
caracteres de tanta laxitud que desvirtúe el sentido y finalidad de la norma.
358
(ii) Mientras que en el precedente "Extrader" (488) , la Sala D fue más audaz
en su interpretación acerca de la naturaleza de la sanción automática
establecida en el art. 217, norma a la que calificó de inconstitucional por
violatoria del derecho de defensa y del derecho a un debido proceso
amparados por el art. 18 de la CN, pues sencillamente impide el ejercicio
de la defensa y mutila al proceso, al punto de reducirlo a una simple
comprobación del transcurso del plazo de cuatro o cinco meses de la
existencia y luego de ese lapso cosas del fallido no enajenadas.
Hemos dicho en otra oportunidad que la disposición bajo análisis es irrelevante
por impracticable y francamente absurdo el plazo que fija para llevar a cabo la
liquidación.
Esta desigualdad en favor del síndico no tenía justificación y, más aún, llevaba a
la desesperación a los demandados por el síndico en acciones revocatorias
concursales, acciones de responsabilidad y procesos de extensión de quiebra,
pues la incuria del síndico hacía que durasen años y los tribunales hesitaban
sobre la procedencia o no de la perención en esos juicios.
359
hace la norma analizada cuando se refiere a "las demás actuaciones", pudiendo
ser éstas incidentales concursales o pertenecientes al anteconcurso (490) .
Cabe destacar que —fuera del trámite principal del concurso o la quiebra que
nunca perimen— la caducidad de instancia que dispone el artículo 277 de la ley
24.522 alcanza a todas las demás actuaciones (acciones o incidentes) sin
distinción de sujetos que hayan instado el proceso. Por lo que se aplica a los
promovidos por el síndico, el fallido, acreedores —incluso el laboral (491) — o
terceros, desde que todos ellos se encuentran en la misma situación en este
aspecto (492) , a diferencia de lo que ocurría con la ley 19.551.
La caducidad concursal y el plazo fijado por el art. 277 de tres meses rige en
todas las instancias, incluso en la tramitación de los recursos ordinarios y
extraordinarios (493) , y el síndico está plenamente habilitado para solicitar la
perención (494) .
La Suprema Corte bonaerense decidió que era aplicable la norma particular del
Código Procesal local (496) .
360
La realidad es que no estando regulada concursalmente la perención de
instancia, deben aplicarse las normas locales, respecto de lo cual no existen
razones para la exclusión de la intimación contenida en los arts. 315 y 316 CPCC
Buenos Aires. La ley concursal no prevé la cuestión, no hay norma análoga
aplicable y no atentando ello contra la celeridad concursal, corresponde la
aplicación de las normas locales incluidas la referida intimación (RIBERA —
ROZENBLAT — GRAZIABILE ).
361
En sentido contrario se ha dicho que el pedido de quiebra es una instancia
previa a la sentencia que declara abierto el concurso, por lo cual debe quedar
sujeto al plazo semestral previsto en el art. 310, inc. 1º, CPC (501) .
362
Cuando la ley se refiere a que el legajo debe estar a disposición de los
interesados, no debe limitarse al deudor, síndico y acreedores, sino extender las
facilidades de compulsa e información a todo aquel sujeto que tenga un interés
legítimo en recabar conocimiento de la causa (504) .
363
cuestión no puede solucionarse concursalmente, debe acudirse a los Códigos
rituales locales en la medida en que sean compatibles con el concurso (Rouillon).
El esquema queda configurado de la siguiente manera:
1) aplicación de las normas procesales de la ley de concursos en los
supuestos por ella previstos,
2) aplicación analógica de dichas normas para los casos no previstos,
3) aplicación de los códigos procesales si la situación no prevista no es
solucionada por la analogía: la aplicación de las normas procesales locales
podrá hacerse cuando sea compatible con la rapidez y economía del
concurso y también se aplicarán las normas formales de los códigos
procesales, cuando, aunque afecte la celeridad concursal, la cuestión no
pueda ser resuelta de otra manera. Respecto de esto último, entendemos
que aunque se afecte a primera vista —y no realmente— la celeridad del
trámite concursal, los institutos procesales regulados por los códigos de rito
llenan vacíos de la ley concursal, cuando el instituto no se encuentra
regulado en aquella ley. Y el juez o el intérprete no pueden disgregar y
discriminar las normas procesales, sino que aquéllas cuando se refieran a
un determinado instituto deben ser aplicadas en su totalidad, salvo que
realmente se contradigan con el concurso y la cuestión pueda solucionarse
dejándose de lado la norma. De hecho las normas procesales, son rituales
y tales reglas de por sí no son económicas sino que hacen al buen desarrollo
del proceso— del debido proceso— y al efectivo resguardo del derecho de
defensa.
a) Recusación y excusación
Creemos, en cambio, que en el caso de que exista causa resultan aplicables las
normas locales de excusación y recusación en resguardo de la garantía
constitucional del debido proceso (art. 18, CN), aunque no encontramos tal
sustento constitucional (514) para el caso de la recusación sin causa, por lo que
en colisión con el art. 278 LC y la economía y rapidez concursal, repetimos que
nunca debe admitirse en materia concursal, incluida la etapa del anteconcurso.
Siempre deberá ejercerse el derecho a recusar con causa en la primera
presentación que haga el deudor o los acreedores.
365
También el síndico podrá recusar al juez, aunque si bien el mismo no es parte
en sentido estrictamente técnico del vocablo, corresponde el desplazamiento de
la competencia del magistrado pues si no no podría resolver cuestiones referidas
a la sindicatura como función, ejerciendo sus potestades ordenatorias, es decir,
conceder licencias, aplicar sanciones o disponer su remoción.
El beneficio de litigar sin gastos tiende a poner en situación similar a las personas
que deben actuar ante la justicia, a fin de que quien carezca de recursos
suficientes para afrontar las cargas económicas que impone un proceso, pueda
atender con amplitud cuanto demande el reconocimiento judicial de su derecho.
El fundamento último de esta franquicia o privilegio reside en el deber del Estado
de remediar la desigualdad de las partes y asegurar a todos los ciudadanos el
cumplimiento de la garantía constitucional de la defensa en juicio (art. 18, CN).
Cuando la quiebra es pedida por el propio deudor, el beneficio nunca podría ser
invocado porque se paga la tasa de justicia de monto indeterminado y ésta es
integrada luego de liquidados los bienes; además, por los demás gastos, existe
el diferimiento que hace el art. 273, inc. 8º, LC. Sin embargo, cuando la quiebra
es pedida por un acreedor, podría solicitarse el beneficio si reúne los requisitos.
En los casos de extensión de quiebra, no procede cuando ésta sea iniciada a
instancia del síndico, pues su pago queda diferido (art. 273, inc. 8º, LC), y en el
caso de que la acción sea ejercida por los acreedores podría solicitársela si se
reúnen los recaudos de procedencia. Expresamente, en el art. 120, LC, es decir,
la acción de inoponibilidad concursal por conocimiento del estado de cesación
de pagos ejercida por los acreedores, la ley excluye la posibilidad de conceder
el beneficio de litigar sin gastos. El art. 120 es inexplicable y violatorio de las
garantías constitucionales; es notorio que se partió de lo anormal, desde lo
patológico, y se vincula desde esa óptica a todos los acreedores que con
absoluta buena fe y seguridad en su pretensión pueden intentar una acción
revocatoria en beneficio de la masa, cercenando su acceso judicial por su
carencia de recursos. En el caso de acciones de responsabilidad, resultaría
viable su solicitud en los casos en que la acción no sea iniciada por la sindicatura
concursal, pues en este caso se aplica el diferimiento de pago del inc. 8º, art.
273, LC.
366
a importe y trascendencia, y el concursado no puede afrontar dichos montos,
cómo podrá cumplir con la propuesta de acuerdo.
No corresponde admitir el beneficio de litigar sin gastos para evitar el pago del
arancel verificatorio, en principio, atento a que el pedido de verificación y el pago
del arancel se hacen al síndico, y éste se encuentra inhabilitado para otorgar el
beneficio; sin embargo, podría el acreedor haberlo solicitado previamente al juez
y habiéndosele otorgado puede hacerlo efectivo ante el síndico y evitar el pago
del arancel. En las restantes modalidades verificatorias, que se hacen a través
del trámite de incidentes, el acreedor puede solicitar el beneficio de litigar sin
gastos.
c) Medidas cautelares
Como todo proceso del derecho patrimonial, las medidas cautelares no son
ajenas al proceso concursal, ya que se tiende con ellas a la protección de los
bienes que forman la universitas in malis. No vamos a analizar aquí la forma en
que se desempeña cada una, pues ello será tratado en cada caso, pero sí
daremos un enfoque de su utilización. Aquí convergen, como en tantos otros
aspectos del proceso concursal, lo procesal con lo concursal, teniéndose en
cuenta para la viabilidad de las medidas precautorias la ley concursal, y en
cuanto a las formas de hacerse operativas aquéllas, la ley procesal local. Aunque
siempre en caso de duda debe darse preeminencia a la legislación
concursal (515) .
La medida cautelar primordial de los procesos concursales, juicios
universales, es la inhibición general de bienes, la que se traba tanto en el
concurso preventivo (art. 14, inc. 7º, LC) como en la quiebra (art. 88, inc. 2º, LC),
a los fines del desapoderamiento. Se dispone de oficio por el juez y en forma
principal y no subsidiaria del embargo, como ocurre en los procesos ordinarios.
Como vemos, la inhibición actúa desde la apertura del proceso concursal, en la
quiebra hasta su conclusión, y en el concurso preventivo hasta la declaración de
cumplimiento, salvo lo que se pacte en el acuerdo homologado y el efecto que
tendrá el cese de la inhabilitación respecto de los bienes adquiridos con
posterioridad a ella.
En el concurso preventivo, donde el deudor continúa en la administración de
sus bienes, cuando se infringen las reglas de este desapoderamiento atenuado,
el juez podrá imponer como sanción diferentes medidas cautelares
taxativamente determinadas por la ley, que irán graduándose desde el veedor
judicial, el coadministrador, hasta la separación de la administración (art. 17, LC).
En cuanto a las medidas cautelares trabadas antes de la iniciación del
concurso preventivo, en los juicios de conocimiento, en los laborales y en los que
exista litisconsorcio pasivo necesario formado por el concursado, los cuales no
son atraídos, se levantarán las que se haya trabado (art. 21, párr. 4º, LC) porque
ante el concurso las medidas pierden interés por aplicación de la paridad entre
los acreedores. El levantamiento de la medida no es automático, sino lo decide
el juez concursal, previa vista a los interesados (actor-acreedor). Sin embargo,
se mantienen las trabajadas en los restantes juicios excluidos del fuero de
367
atracción (expropiaciones, fundados en relaciones de familia, garantías reales).
Especialmente para estas últimas, el art. 24, LC, dispone la suspensión de las
medidas precautorias trabadas, en caso de necesidad y urgencia, cuando
aquéllas impidan el uso de la cosa gravada por parte del deudor. Se trata de una
suspensión, y, como tal, temporaria, con un máximo de noventa días.
En el caso de pedido de quiebra realizado por acreedor, éste se encuentra
habilitado para solicitar que se traben medidas precautorias en protección de la
integridad del patrimonio del deudor (art. 85, LC). En este caso, como no
estamos ante un proceso concursal abierto, deben cumplirse los requisitos
exigidos por las leyes de rito, es decir, verosimilitud del derecho, peligro en la
demora y contracautela; siendo este último el más relevante, pues los anteriores
son fácilmente existentes en el pedido de quiebra. Estas medidas no afectarán
a un bien determinado sino necesariamente a todo el patrimonio, es decir que
consistirá en la inhibición general de bienes, intervención judicial, o alguna otra
medida efectiva a tal fin.
La quiebra decretada, además de la inhibición general de bienes, tiene como
medida precautoria general de los bienes del fallido, como forma de materializar
el desapoderamiento (arts. 107 y concs., LC), a la incautación (arts. 177 y concs.,
LC), a la cual podría emparentársela con el secuestro de los Códigos Procesales.
También puede concedérsele naturaleza precautoria concursal al
desapoderamiento: si bien emparentado con el embargo, contiene caracteres
netamente concursales que lo alejan de la figura procesal. La finalidad del
desapoderamiento es asegurar la integridad del patrimonio para su liquidación.
Tampoco escapan al tema cautelar las acciones que puedan desprenderse de
la quiebra decretada, todas ellas tendientes a la recomposición patrimonial, ya
se trate de la extensión de ésta, de las acciones revocatorias o de
responsabilidad, donde podrán decretarse las cautelares que se crean
convenientes tendientes a resguardar los derechos comprometidos.
57. Incidentes
a) Regla general
Procesalmente se ha definido al incidente como toda cuestión contenciosa que
pueda surgir durante el desarrollo del proceso y guarde algún grado de
conexidad con la pretensión o petición que constituye el objeto de aquél (516) .
El régimen incidental concursal fue regulado por primera vez por la ley 11.719,
estableciendo expresamente en qué casos se aplicaba dicho procedimiento. A
partir de la ley 19.551, se fija una aplicación general para toda cuestión con
trámite no previsto.
Como decíamos antes, entre los artículos 280 y 287 la LC reglamenta el
procedimiento de los incidentes, que se aplica a toda cuestión que tenga relación
con el objeto principal del concurso y no se halle sometida a un procedimiento
368
especial . El artículo concluye disponiendo que debe formarse en todos los casos
una pieza separada.
La ley, en aplicación concreta de los principios de celeridad concursal y de
economía y concentración procesal, en el art. 286, LC, dispone la
acumulación ab initio de todas las cuestiones, conocidas por el accionante, que
deban tramitar por la vía incidental. Ello, bajo pena de rechazarse in limine las
que se entablen con posterioridad. Entendemos que la única forma en que
proceda esta acumulación es que las cuestiones sean de causa común, para así
dictarse una sentencia única (ROUILLON ).
c) Naturaleza
Toda la doctrina y jurisprudencia ha entendido que estos incidentes
constituyen procesos abreviados de conocimiento pleno (517) , por lo que las
369
decisiones que en ellos recaigan tienen efecto de cosa juzgada material (518) ,
con efecto intra y extraconcursales.
d) Excepciones
e) Disposiciones particulares
Entre los artículos 281 y 285 la ley trae las reglas particulares a que queda
sometido este proceso:
— en el escrito de promoción del incidente debe ofrecerse toda la prueba y
agregarse la documental (art. 281, LC); en caso de no acompañarse toda
la documentación en poder del incidentista u ofrecerse toda la prueba,
precluye la oportunidad procesal siendo improcedente la ampliación de la
demanda atento a la celeridad concursal expresada en el art. 278, LC;
— la citación a quien sea la contraparte es por diez días (art. 281, LC); y la
resolución que corre el traslado implica la admisión del incidente, el cual se
notificará por cédula a quien tenga domicilio constituido y por nota a los
restantes, si se trata de un sujeto que se cita al proceso deberá notificársele
por cédula a su domicilio real;
— el período de prueba es de veinte días (art. 282, LC) como máximo, estando
a cargo del juez señalar el término de dicha etapa dentro de tal límite;
— se admiten sólo cinco testigos, salvo cuando la complejidad del asunto
requiera recibir otras declaraciones (art. 284, LC); la absolución de
posiciones sólo es admisible cuan do se trate de intereses personales del
concursado, aunque no cuando implique intereses de los acreedores, pues
se vulneraría la paridad entre ellos, adquiriendo virtualidad lo expresado
respecto de la imposibilidad de autocomponer la litis concursal, incluso la
incidental;
— la pericial se produce por un perito único de oficio, salvo que por la
complejidad de la causa se admitan dos peritos de parte (art. 283, LC);
370
— la apelación es admitida sólo respecto de la resolución que rechazain
liminela demanda (art. 281, con efecto devolutivo) y la que pone fin al
incidente (art. 285), toda otra resolución dictada en el trámite del incidente
es inapelable (inc. 3º, art. 273), sin perjuicio de que la segunda parte del art.
285, admite que se solicite su revocación en la alzada al momento de fundar
la apelaci ón concedida contra la sentencia, importando ello, como ya
afirmáramos, una especie de recurso diferido, aunque sin necesidad de
apelación previa;
— la notificación de la sentencia que pone fin al incidente debe hacerse
personalmente o por cédula —en contra Graziabile— (ver supra Nº 47.e).
La legitimación activa le corresponde al deudor, los acreedores, el síndico o
por cualquier tercero que vea afectado un derecho propio. Debe cumplirse,
respecto de la demanda, con los requisitos de forma exigidos por los Códigos de
rito (art. 330, CPCCN). Presentada la demanda, el juez hará un previo análisis
formal y podrá admitir o rechazar in limine el incidente cuando sea
manifiestamente improcedente, lo que será apreciado discrecionalmente por el
juez, sin poder suplir las omisiones en que haya incurrido el incidentista, lo que
importaría amparar la indebida negligencia procesal de éste atentándose contra
la celeridad concursal (art. 278, LC). En su caso, el allanamiento que haga el
deudor incidentado no obliga al juez, debido a la imposibilidad de
autocomposición existente.
No prevé la ley la actuación de la sindicatura en los incidentes genéricos
cuando éstos no hayan sido iniciados por aquélla. Es indudable la necesidad de
la participación del síndico (art. 275, in fine , LC) y entendemos que ésta debe
producirse, previa vista, una vez concluida la etapa probatoria y considerada la
causa de puro derecho por el juez por aplicación analógica del pár. 9º del art. 56,
LC, regulador de la verificación tardía.
f) Honorarios(519)
La ley 24.522 ha agregado un artículo 287 que proviene de la ley 24.432, el
que dice:
En los procesos de revisión de verificaciones de créditos y en los de
verificación tardía, se regularán honorarios de acuerdo a lo previsto para los
incidentes en las leyes arancelarias locales, tomándose como monto del
proceso principal el del propio crédito insinuado y verificado.
Con este precepto se deja sin efecto —para los incidentes mencionados — la
jurisprudencia de la Corte Suprema existente a partir del caso "Sanfilippo" en el
que se resolvió que a los incidentes concursales se aplicaban las escalas de
regulación de honorarios de los procesos de conocimiento.
Desde nuestro punto de vista la solución legal es la acertada, pues la
jurisprudencia de la Corte había encarecido notablemente el costo de esos
incidentes cuya finalidad es ser admitido al pasivo concursal, con lo cual muchos
acreedores se inhibían de iniciar revisiones o verificaciones tardías por una
posible imposición de costas.
371
En un caso muy interesante porque ubica la materia objeto de debate en su
justo cauce (evitando regulaciones exorbitantes), la Corte de Mendoza (520) se
pronunció sobre la base regulatoria que resulta procedente estimar a los fines de
practicar la regulación de honorarios de los profesionales intervinientes en el
incidente de verificación tardío: esto es, si debe considerarse la totalidad del
crédito peticionado, o sólo el monto por el cual se verificó.
En la oportunidad, y luego de efectuar un completo repaso doctrinario y
jurisprudencial sobre la cuestión, y de llevar a cabo una interpretación gramatical,
finalista y sistemática de la normativa involucrada (art. 287 LCQ), la Dra.
Kemelmajer de Carlucci concluyó que en los incidentes de verificación tardía en
los que el monto verificado no coincide con el peticionado, el juez debe atender,
en principio, al monto insinuado o pretendido (pauta de la ley provincial de
Mendoza), pero podrá disminuirlo y atender al verificado o a uno distinto, si el
monto que resulta de tomar la base prevista en la ley local resulta
desproporcionado con la importancia de la labor cumplida.
A tal efecto consignó que la disminución tendrá en consideración todas las
pautas reseñadas por el art. 10 de la ley arancelaria local, a las que podrá sumar
otras propias del proceso concursal (posibilidades de cobro, etapa preventiva o
liquidativa, etc.).
Finalmente dejó sentado que esta solución respeta la letra de la ley concursal
(pues deja entrar ambas pautas), y su finalidad (desde que la apertura a otras
pautas permite que los honorarios sean proporcionales a la actividad realizada).
Creemos que igualmente para los restantes incidentes que no sean de la etapa
verificatoria deben aplicarse las normas sobre incidentes locales por analogía,
debiendo el juez especificar cuál es el monto considerado como base sobre el
cual se aplicará la alícuota.
g) Costas
La ley concursal nada determina en cuanto a la imposición de costas, por lo
que por aplicación del art. 278, LC, adquieren virtualidad las normas locales, por
372
lo que se aplica, como regla, el principio del vencimiento (arts. 68 y 69, CPCCN)
y del vencimiento parcial y mutuo (art. 71, CPCCN). También se aplican las
excepciones contenidas en los Códigos Procesales, es decir, la eximición que
determine el juez siempre que encuentre mérito para ello (art. 68, segundo
párrafo, CPCCN), cuando se trate de una cuestión dudosa de derecho (art. 69,
primer párrafo, CPCCN). Atento a lo expuesto sobre el allanamiento y la
imposibilidad de autocomposición de la litis , resulta más restringida la excepción
contenida en el art. 70, CPCCN, correspondiente al allanamiento real,
incondicionado, oportuno, total y efectivo. Igual excepción en el art. 76, CPCCN,
cuando el demandado no ha dado lugar a la demanda y se allanare a ella.
CAPÍTULO IV
El Concurso Extranacional(1)
I. QUIEBRA EXTRANACIONAL
373
1. Planteo de la cuestión
El enorme desenvolvimiento del comercio internacional, facilitado por los
avances tecnológicos en el campo del transporte y de las comunicaciones,
admite cada vez con mayor frecuencia que las relaciones jurídico-económicas
se expandan espacialmente a través de más de un Estado Nacional y, a la vez,
que los sujetos tengan bienes dispersos en varios territorios.
Así, es frecuente que cuando se produce una crisis patrimonial aparezcan
créditos tomados o pagaderos en el extranjero, y/o que el deudor tenga bienes
en distintos países.
Esto es lo que se denomina quiebra extranacional, transnacional o
transfronteriza : es decir, la que afecta a un sujeto que posee un patrimonio
internacionalmente disperso (KALLER DE ORCHANSKY ). Aunque en realidad en el
derecho actual la expresión "quiebra" es reemplazada por la de "insolvencia",
abarcativa entonces de la quiebra, así como de otros procedimientos: concurso
preventivo, acuerdos extrajudiciales, reestructuraciones, etc.
2. Ámbito de la cuestión
En la práctica derivan también cuestiones que en los últimos años han adquirido
relevancia, como la posibilidad de declarar la quiebra de un sujeto no domiciliado
en Argentina (tenga o no bienes en el país) y si puede un acreedor "extranjero"
pedir la quiebra de un sujeto extranjero que tiene domicilio en el país.
374
propuesto una ley modelo sobre la insolvencia transfronteriza con una guía para
su adaptación al derecho interno y que ya rige —con las adecuaciones
pertinentes— en algunos países (Estados Unidos como Capítulo 15
del Bankruptcy Code , así como Japón, México, Polonia, Sudáfrica, Eritrea,
Rumania, Serbia, Colombia y el Reino Unido, mientras que Nueva Zelanda,
Canadá y Australia la están considerando).
a) Territorialidad y extraterritorialidad
El criterio de la territorialidad —que ha predominado en las legislaciones
nacionales— parte de la idea de que decretada la quiebra (o eventualmente
abierto otro procedimiento de insolvencia) en un país, comprende sólo los bienes
existentes en el país y no habilita por sí la apertura de procedimientos de
insolvencia en otros países (SCOTTI ).
Los efectos de este criterio son:
— el desconocimiento de los efectos locales de la quiebra extranjera: ella no
autoriza a declarar la quiebra en el país, de modo que un acreedor que
pretenda actuar sobre el patrimonio aquí existente, debe probar la cesación
de pagos;
— niega la propagación de los efectos de la quiebra local en el extranjero; por
lo que de manera simétrica a lo ya expuesto, de existir un patrimonio
internacionalmente disperso, los acreedores deberán solicitar la declaración
de quiebra en cada país donde existan bienes, sometiéndose en cada país
a las exigencias de la legislación local (o sea, probando los presupuestos
subjetivos y objetivos exigidos por la legislación local para la apertura de un
procedimiento de insolvencia) (3) .
Resulta claro entonces que el criterio de la territorialidad importa un
fraccionamiento del patrimonio del deudor según el criterio de los territorios
nacionales en que se encuentre. Ello se complementa con preferencias para los
acreedores "locales" o "nacionales".
El criterio de la extraterritorialidad —partiendo de la idea de que el patrimonio
es único (4) — propicia que todos o algunos de los efectos de la quiebra se
expandan internacionalmente, esto es, a los países donde existan bienes,
créditos o deudas.
375
La territorialidad supone la pluralidad de quiebras, pero su declaración en los
distintos países depende de la instancia de los acreedores. En cambio, la
extraterritorialidad supone que la declaración de quiebra de un sujeto debe
necesariamente expandirse a todos los lugares donde existan bienes, pues no
se puede ser fallido en un país y no serlo en otro. De todos modos el sistema de
la extraterritorialidad deja pendientes dos problemas:
(i) El de la unidad o pluralidad pues, como se dice más adelante, pueden darse
los dos sistemas, y
(ii) cómo se concreta el principio de que el patrimonio es prenda común de los
acreedores, pues puede haber acreedores que hayan dado crédito teniendo
en consideración todo el patrimonio y otros que sólo hayan tenido en cuenta
el patrimonio existente en el país donde la relación jurídica se estableció
(previsión internacional y previsión nacional) (5) .
b) Unidad y pluralidad
Para el sistema de la unidad el juicio es único y universal. Las leyes procesales
y de fondo del lugar del domicilio o del principal establecimiento del insolvente
rigen los procedimientos y las relaciones del deudor con los acreedores, todos
los cuales deben acudir a esa jurisdicción para hacer efectivos sus créditos
cualquiera sea el lugar de cumplimiento o el de los bienes con que el individuo o
la sociedad deben responder a su liquidación.
El sistema de la pluralidad supone que la quiebra es un régimen de
indisponibilidad de bienes, limitado por razones de soberanía a los de cada país
porque los jueces no pueden tomar medidas sino respecto a aquellos que se
encuentran en su propia jurisdicción; con este sistema se protege mejor a los
acreedores locales, es decir, aquellos cuyos créditos son ejecutables en un país
determinado. La mayoría de los países se inclina por la regla de la pluralidad,
aduciéndose en su favor las normas reglamentarias de los privilegios, ligadas
estrechamente a la organización del crédito. Cabe puntualizar que algunos
países han desarrollado sistemas intermedios a partir de la jurisprudencia (6) .
377
Al mismo tiempo, nuestro país es signatario de los Tratados de Montevideo de
1889 y 1940, en los que aparecen reglas relativas a esta materia, y que
constituyen Derecho interno vigente pues fueron oportunamente ratificados por
el Congreso Nacional.
378
individualmente su derecho sólo en el caso de existir remanente, una vez
pagados íntegramente los créditos de los primeros".
379
que dicta el juez local, siendo esta última y no aquélla la que confiere por sí
misma condición ejecutoria a la quiebra local (Heredia).
Respecto del tipo de proceso que debe ser abierto en el extranjero, entendemos
que puede tratarse de cualquiera tendiente a resolver la crisis patrimonial que
tenga carácter concursal aunque no tenga equivalente en el derecho argentino.
(iii) Legitimación
Como se verá más adelante, este primer párrafo del artículo 4º subsiste en la
legislación actual, por lo que los comentarios que hacemos sobre él siguen
teniendo relevancia.
380
Pero otros tribunales del interior del país aplicaron el artículo 4º, aun en el
supuesto de concurso preventivo.
Es que se sostiene que no hay distinción alguna hecha en el texto legal, por lo
que no habría entonces que diferenciar, salvo en lo que hace al párrafo segundo
referido a la pluralidad de concursos en el que la preferencia de los acreedores
locales respecto de los extranjeros se da solamente en el caso de quiebras pues
hay liquidación y saldo sobre el que cobrarán los acreedores extranjeros (12) .
381
Incluso, de ser insuficiente este patrimonio para atender a los créditos, puede
declararse la quiebra del deudor domiciliado en el extranjero (art. 2º, inc. 2º, ley
24.522; era el inc. 5º del mismo artículo en la redacción de la ley 19.551), lo que
también autoriza la primera parte del mismo artículo 4º. Es decir, que ello puede
suceder exista o no concurso en el extranjero: las soluciones pueden ser muy
diversas según haya o no pluralidad de concursos, como se verá más abajo.
e) ¿Pluralidad de concursos?
En principio, y hasta 1972, primaba el acreedor local por sobre todo acreedor
(local o extranjero) que estuviese dentro de un concurso abierto en el extranjero
(pluralidad concursal necesaria). En efecto, la segunda parte del artículo 7º de la
ley 11.719 se refería a acreedores que pertenecieran a concurso extranjero, por
lo que se interpretó que la exclusión de los acreedores extranjeros del concurso
nacional requería pluralidad de quiebras. Sin embargo, esa tesis entró en crisis
como consecuencia de una sentencia dictada por el entonces juez de primera
instancia en lo Comercial, y profesor de Derecho Internacional Privado, Antonio
Boggiano; él dijo en la causa Lital (16) : "El fin que persigue la preferencia
nacional es la defensa de acreedores que hubieren basado sus expectativas de
cobro y garantías sobre bienes situados en la República. La preferencia se funda
`en una cualidad de créditos' que concurren a la Argentina: la cualidad sustancial
de ser pagaderos en el país, esto es, cuyo lugar de cumplimiento espontáneo
deba operarse aquí. Esto significa que la preferencia beneficia a los acreedores
cuyos créditos debían satisfacerse normalmente en la Argentina, con
prescindencia de las vías de ejecución forzosa. Por ende, aquel privilegio se
sustenta en la razonable expectativa de tales acreedores, que confiaron en la
capacidad de pago voluntario del deudor por virtud del potencial económico
radicado en el país, que no conduciría a la cesación del cumplimiento de las
obligaciones que aquél contrajera. Se funda en el crédito de ciertos acreedores
a la capacidad de pago voluntario del deudor en razón de su potencial económico
radicado en la Argentina. Si ésta es la razón de ser del privilegiado, no se advierte
por qué regiría tan sólo en un concurso argentino cuando preexistiese otro
extranjero".
382
En suma, una interpretación que armonice los dos párrafos del artículo 7º de la
ley 11.719 debe llevar al resultado de la aplicabilidad de la preferencia local en
el concurso argentino, aun cuando no se hubiere declarado otro en el exterior, a
fin de asegurar a los acreedores pagaderos en el país que no se le disputarán
mejores derechos sobre bienes sitos en la República por acreedores pagaderos
exclusivamente en el extranjero. Estos acreedores al aceptar que el deudor se
obligará a pagar fuera de la Argentina han dado crédito a la solvencia del deudor
en el extranjero, sea con mira a sus bienes allí radicados, sea por garantías que
terceros hubiesen prestado para asegurarle el cobro de su crédito, que por tales
razones se localizó en el exterior. Estas consideraciones valen también para
interpretar el artículo 4º de la ley 19.551 en vigor. Es revelador un párrafo de su
Exposición de Motivos respecto de la segunda parte de la norma sobre el
supuesto de créditos pagaderos en el extranjero. Dice la Exposición: "Sin
embargo, es evidente que el principio se aplica también cuando en el extranjero
se hubiere formado concurso después de la formación de uno en el país". Se
destaca la vinculación del artículo 4º al artículo 2º, inciso 5º de la ley.
Consiguientemente, declarado el concurso en el país subsiste la posibilidad de
una ulterior declaración concursal del deudor fuera del mismo que provoca la
preferencia de los créditos pagaderos en la Argentina".
Debe apuntarse que esta interpretación no fue bien acogida por alguna parte de
la doctrina (ONETTO, MAIRAL ); se apartaba del criterio de la Cámara
Comercial (17) y la sola posibilidad de que pudiese ser la interpretación fluyente
del artículo 4º, había sido calificada de xenófoba (KALLER DE ORCHANSKY ) e
inconveniente para los mismos intereses del país (NADELMANN ).
Sin embargo, hizo fortuna, y fue admitida para aplicar el artículo 4º de la ley
19.551 por la Cámara de Apelaciones de Rosario (18) y por alguna sala de la
Cámara Comercial (19) .
Alguna interpretación más amplia consideró como tal todo crédito que no tuviese
al menos una cláusula de pago alternativo en el país (doctrina del caso Lital).
Un autor sostuvo en cambio que todo crédito tomado por un deudor nacional
tiene de por sí una cláusula implícita de pago alternativo en el país por aplicación
del artículo 1216 del Código Civil por lo que sólo cabía considerar crédito
pagadero en el extranjero al contraído por un deudor domiciliado en el extranjero
o por una casa matriz extranjera y sin lugar de pago expreso en Argentina; por
lo que si el crédito había sido tomado por deudor domiciliado en Argentina o por
sucursal argentina, no resultaría de aplicación el artículo 4º (MAIRAL ).
383
Sin embargo, se hizo a esta tesis una objeción más que evidente: el artículo
1216 del Código Civil no establece un lugar de pago alternativo sino una regla
de jurisdicción internacional, pues autoriza a que el deudor nacional
sea demandado ante los jueces de la República Argentina (SANCINETTI ).
Cabe señalar que la Corte Suprema anuló las sentencias dictadas en la causa
"Cura Hnos.", pero con el argumento de que el acreedor no era pagadero
exclusivamente en el extranjero (24) .
384
vez satisfechos los acreedores nacionales ellos accionarían conforme a las
reglas de ejecuciones individuales, sin sujeción por tanto a los principios
concursales. Sin duda que la solución que fluía de esta interpretación de la ley
no era la mejor, pues nada obsta a que los acreedores pagaderos en el
extranjero sean verificados, y una vez pagados los acreedores nacionales se
forme una segunda masa —compuesta por los extranjeros— entre quienes el
remanente se distribuyera conforme reglas concursales.
Pero con motivo de la crisis económica que se gestó con el plan económico del
2 de abril de 1976, el tema surgió como una realidad ineludible; numerosas
empresas argentinas habían tomado créditos en el exterior y se encontraban
ante la imposibilidad de pagarlos; ello se puso de manifiesto en el concurso
preventivo de "Cura Hnos.", vieja empresa metalúrgica, y aun con mayor
resonancia en el concurso preventivo de "Celulosa Argentina", una de las
empresas nacionales de mayor envergadura, fuertemente endeudada con
bancos extranjeros.
De todos modos era más que evidente que la reforma del artículo 4º no podría
tener efecto retroactivo, por lo que el trabajo doctrinario —que fue muy intenso—
como la labor de la comisión reformadora, se dirigió a elaborar una norma que
superara las dificultades que ofrecía el artículo 4º pero que sólo operaría para el
futuro.
Nació así el artículo 4º según la redacción que le dio la ley 22.917, mantenido
íntegramente en la ley 24.522, con sólo un agregado que comentaremos
oportunamente.
385
Es decir que:
— se admite el concurso declarado en el extranjero como causal para su
apertura en el país; de donde el acreedor puede pedir la quiebra sin
necesidad de probar la cesación de pagos, bastándole la invocación de la
apertura de un procedimiento de insolvencia en otro país;
— se mantiene la prevalencia de los tratados internacionales;
— se conserva la preferencia local respecto de los bienes existentes en el
país;
— así como la imposibilidad de invocar el concurso extranjero para anular
actos otorgados por el fallido con los acreedores nacionales.
b) Pluralidad de concursos
El texto vigente dice así:
386
escasa o nula aplicación práctica, pues en la realidad las quiebras
liquidativas pocas veces tienen saldos.
(iv) Si hay pluralidad de juicios hay pluralidad de masas. Si hay un solo juicio
el juez puede, de todos modos, mantener separadas las diversas ramas,
procedentes de los diversos países, para así dar preferencia a los
acreedores locales (sistema de las preferencias nacionales o locales (30) ,
que según los partidarios de la unidad en la fuente interna, se da también
en el art. 4º segundo párrafo de nuestra ley (31) ). Se califica a los
acreedores locales como aquellos cuyos créditos deben ejecutarse en e l
país respectivo (art. 40 tratado del 89 y 46 del comercial del 40).
(v) Para caracterizar al acreedor extranjero se elimina el criterio del lugar de
pago exclusivo en el exterior, y se lo sustituye por el depertenecera
concurso abierto en el extranjero, sea el crédito pagadero en el país o en
el extranjero, y no para todos los acreedores pagaderos en el extranjero.
Ello lleva a dos reflexiones. La primera es que se afirma la idea de que debe
mediar pluralidad de concursos para excluir a algún acreedor extranjero de
la quiebra nacional; con lo que se vuelve al sistema anterior a la ley 19.551.
La segunda, es que se reproducen los inconvenientes para determinar qué se
entiende por acreedor que pertenezca a un concurso extranjero; esto es,
si se trata del verificado, o del que pudo verificar; se ha señalado que este
precepto será fuente de malentendidos (SANCINETTI, RAISBERG).
Como la norma reformada agrega la regla de reciprocidad para los acreedores
pagaderos en el extranjero no vinculados a concurso fuera del país, cuando
aquélla no quede acreditada, jugará la preferencia local.
(vi) Es conflictivo determinar cómo cobran los acreedores
"extranjeros".RAISBERGpropone varias alternativas: previa verificación y por
ende en la quiebra, actuando colectivamente; ejecutando individualmente
el "saldo"; por medio del síndico,trusteeo funcionario representante del
concurso extranjero si la ley aplicable a este lo autoriza; por medio del
concurso extranjero (o sea transfiriendo el saldo al concurso extranjero
para que lo distribuya el juez que entiende en él).
Frente a todas esas posibilidades apuntamos que la eliminación de la
referencia alejercicio individualpermite interpretar que los acreedores
pertenecientes a un concurso extranjero serán verificados y actuarán como
una segunda masa que irá sobre el remanente que queda una vez
satisfechos los acreedores na cionales.
No creemos que respecto de los acreedores pertenecientes a concursos
extranjeros juegue el principio de prior tempore potior in iure, es decir que
queden sujetos a la prioridad en el tiempo, según el momento en que se
produzca la traba del embargo sobre el saldo (Heredia). Entendemos, en
cambio, que verificados los acreedores pertenecientes al concurso
extranjero en el concurso local, concurrirán a prorrata sobre el saldo de la
quiebra local, conforme los principios generales que rigen la materia
concursal que excluyen la aplicación del principio de derecho común de la
preferencia del embargante (32) .
387
Pero si resultara aplicable alguno de los Tratados de Montevideo, el juez
argentino transferiría el saldo al juez que entiende en el concurso foráneo
(arts. 41 y 47).
Y, finalmente, los acreedores extranjeros insatisfechos no conservan acciones
individuales para ejecutar bienes adquiridos por el deudor que estén
excluidos del desapoderamiento.
Para hacer efectivo el derecho del acreedor perteneciente a un concurso
extranjero sobre el saldo de la quiebra local, es necesario que éste tenga
la posibilidad de verificar su crédito para así pasar a ser acreedor concursal
concurrente, controlar el procedimiento y finalmente cobrarse sobre el
saldo.
(vii) Concurso preventivo. Pero si la ley aclara que el régimen de pluralidad de
concursos se aplica cuando hay una quiebra en la Argentina, queda un
vacío: ¿qué pasa con los acreedores pertenecientes a un concurso
extranjero cuando en la Argentina hay un concurso preventivo?
La cuestión no es sencilla, pues puede ser que en el extranjero haya una
quiebra o un procedimiento preventivo.
Los autores se inclinan por sostener que si hay quiebra en el extranjero y
concurso preventivo en Argentina, no rige la exclusión del artículo 4º que
se aplica sólo a la hipótesis de quiebra en nuestro país (conf. ROUILLON ).
TONÓNa su vez afirma que el acreedor de un proceso preventivo en el
extranjero no tiene derecho a participar en el concurso preventivo abierto
en Argentina, lo que es opinable.
c) Reciprocidad
El tercer párrafo del artículo 4º dice:
La verificación del acreedor cuyo crédito es pagadero en el extranjero, y que
no pertenezca a un concurso abierto en el exterior, está condicionada a que se
demuestre que, recíprocamente, un acreedor cuyo crédito es pagadero en la
República Argentina puede verificarse y cobrar —en iguales condiciones— en
un concurso abierto en el país en el cual aquel crédito es pagadero.
La Suprema Corte de Mendoza recordó que dicha institución es una
supervivencia de la teoría de lacomitas gentiumo cortesía internacional de la
doctrina de la escuela holandesa y flamenca de los siglos XVII y XVIII (33) . Se
trata de una aplicación del derecho de retorsión, lo que parece inapropiado y es
extraño a las orientaciones vigentes en el mundo. En este sentido la ley Modelo
UNCITRAL sobre insolvencia transfronteriza —a la que nos referiremos en este
mismo Capítulo— dispone que los acreedores, sin importar el país al que
pertenezcan, recibirán un tratamiento igualitario, sin discriminaciones. Por eso,
conforme los arts. 13 y 14 de esa ley modelo se invertiría la carga probatoria: la
reciprocidad se presumiría y debería probar su inexistencia quien así lo
alegase (34) .
388
En sentido contrario, se sostuvo que la extraterritorialidad del derecho privado
no se basa en el comitas gentium o cortesía de las naciones, por motivo de
conveniencia política, sino en el derecho inalienable del individuo de que se
aplique la ley que corresponda a la relación jurídica de que se trate con
prescindencia total de las relaciones entre Estados (35) .
Más allá de que la regla de la reciprocidad parece algo ingenua, pues nuestro
país no es exportador de capitales y difícilmente algún argentino resulte acreedor
de una quiebra extranjera algo significativa, lo cierto es que tampoco es muy feliz
la referencia al lugar de pago como punto de conexión.
Es que ese punto de conexión puede ser fácilmente burlado por un deudor
perteneciente a un país cuya legislación discrimina a los acreedores extranjeros,
mediante la elección de otro lugar de cumplimiento; por ello la doctrina propicia
la conexión por el domicilio del acreedor o por su nacionalidad.
d) Prueba de la reciprocidad
El acreedor extranjero que acredite reciprocidad de trato actuará en el
concurso local en igualdad de reglas con los acreedores locales.
Es suficiente con que tal prueba sea producida una vez en el expediente
concursal.
389
Por otra parte, desde que hay tribunales argentinos que ya han admitido que el
sistema legal norteamericano es receptivo de los créditos pagaderos en la
Argentina, "no es necesario que cada acreedor en el futuro lo deba hacer
también" , sentando así el principio de la acreditación de la reciprocidad a través
de los propios precedentes de la jurisprudencia argentina (36) .
El art. 13 del Código Civil consagra el principio dispositivo y el art. 377 del
CPCCN dispone que si el derecho extranjero invocado por alguna de las partes
no hubiere sido probado, el juez podrá investigar su existencia, y aplicarlo a la
relación jurídica materia del litigio.
Para informarse del derecho extranjero aplicable y no probado por las partes, el
juez debería acudir, en primer lugar, al informe que la autoridad jurisdiccional
correspondiente del país cuyo derecho hay que aplicar le brindara acerca de la
sentencia que con el máximo grado de probabilidad dictaría si dicha autoridad
entendiera en la causa, de ser posible. Luego, se acudiría a jurisprudencia de
esos mismos tribunales o sentencias uniformes de ese país, a informes
doctrinarios y por último a la legislación del país de referencia.
390
La consecuencia de la no aplicación del derecho extranjero por falta de prueba
del mismo por las partes sería finalmente la aplicación del derecho del juez.
Creemos que, en todo caso antes de ello, debería procurarse alguna solución
cercana al derecho no probado, esto es, de algún derecho emparentado con el
que debería aplicar, en razón de su pertenencia a una familia jurídica común, o
de un derecho vinculado con la causa, antes de terminar aplicando el derecho
del juez. Por supuesto, el juez no debe dejar de fallar so riesgo de caer en una
denegación internacional de justicia.
Con gran acierto, el artículo 11 del proyecto de código de derecho
internacional privado argentino (40) consagra la teoría del uso jurídico, ya que
su segundo párrafo, define al derecho extranjero como la sentencia que con el
máximo grado de probabilidad dictarían los tribunales del país cuyo derecho es
aplicable.
En el primer párrafo, se establece el tratamiento procesal o aplicación procesal
del derecho extranjero, ya que dispone que los tribunales deben aplicar de oficio
el derecho extranjero designado por la norma indirecta, sin perjuicio de la
facultad de las partes de alegar su existencia y contenido.
Coherente con la postura señalada, se enumeran en el tercer párrafo algunos
medios de información y prueba del derecho extranjero, a saber: informes de
tribunales y autoridades del país de referencia, si fuera posible, dictámenes de
expertos en ese derecho y, por último, textos legales y precedentes
jurisprudenciales con indicación de su vigencia, obtenidos de manera fehaciente.
A fin de evitar la denegación internacional de justicia, se establece en el último
párrafo, que el juez no puede rechazar la demanda por falta de prueba del
contenido del derecho extranjero que correspondiera aplicar.
Se ha dicho también que la reforma obtiene una mayor estabilidad de los actos
preconcursales del deudor con sus acreedores, lo que es una preocupación
constante del legislador de la ley 24.522 (MARTÍNEZDE PETRAZZINI ).
391
Al respecto el artículo 4º dice:
Este párrafo está destinado a solucionar el caso del acreedor que verificado en
el concurso argentino, percibe parte de su crédito en el exterior.
No se produce el mismo efecto para el caso de que el pago se haya hecho antes
de la apertura del concurso local, porque ante dicha circunstancia queda
reducido el crédito que se verifique en el concurso.
6. Tratados de Montevideo
La referencia a los tratados internacionales que hace el artículo 4º ha de
entenderse dirigida a los Tratados de Montevideo de 1889 y 1940, únicos que
vinculan a nuestro país con otros en materia concursal. El de 1889 fue ratificado
por Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú, Uruguay y cuenta con la adhesión de
Colombia ; Chile y Brasil lo suscribieron pero no lo ratificaron. El Tratado de 1940
fue suscripto por Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Colombia, Bolivia y Perú
y sólo ratificado por Argentina, Uruguay y Paraguay.
Estos tratados no unifican el derecho de la insolvencia de los países
signatarios, pero sí unifican diversas reglas del derecho internacional concursal.
Respecto de las relaciones internacionales entre Argentina, Brasil, Uruguay y
Paraguay, adquiere virtual importancia la integración efectuada a través del
392
Mercado Común del Sur (Mercosur), donde se busca la armonización legislativa
entre dichos países. En procura de ello, y de lege ferend a, se propuso tratar
como locales a todos los acreedores pagaderos en los Estados miembros, lo que
importaría la derogación de la acreditación de reciprocidad.
Cabe agregar también que rige en Latinoamérica el Código Bustamante de
1928, el cual involucra a algunos países de América Central y Sudamérica, pero
del cual no participa Argentina.
Sin embargo, por lo incompleto, por la falta de uniformidad, por tratarse de
distintos cuerpos de normas que regulan relaciones internacionales entre países
latinoamericanos, la regulación de la insolvencia internacional no ha dado los
mejores frutos como fuente internacional, sino que en general se ha utilizado la
fuente interna contenida en las leyes concursales de cada uno de los países.
Hechas las publicaciones, los acreedores locales —aquellos cuyos créditos son
pagaderos en el país (art. 46)— pueden promover un juicio de quiebra en él
(art. 45). En ese caso cada juicio de quiebra tramita separadamente, conforme a
la ley territorial, y si hubiere excedente éste corresponderá a la masa activa del
otro juicio de quiebra (art. 47), y si hubiere más de uno al del juez que hubiese
prevenido (art. 51).
Ahora bien, si hubiese un solo juicio de quiebra, todos los acreedores deberán
verificar sus créditos en él, pero los acreedores nacionales tienen preferencia
393
sobre los acreedores extranjeros sobre los bienes existentes en el país donde
tramita la quiebra (art. 48, in fine ), dejando a salvo siempre las preferencias que
emanan de las garantías reales (art. 50).
8. Jurisdicción internacional
a) Normativa aplicable
En materia dejurisdicción internacional, la fuente interna, ley 24.522, establece
en su artículo 3º, que es competente, en el caso de las personas de existencia
visible, el juez del lugar de la sede de la administración de sus negocios y, a falta
394
de éste, el del lugar del domicilio. Si el deudor tuviere varias administraciones es
competente el juez del lugar de la sede de la administración del establecimiento
principal; si no pudiere determinarse esta calidad, lo es el juez que hubiere
prevenido. En caso de concurso de personas de existencia ideal de carácter
privado regularmente constituidas, y las sociedades en que el Estado Nacional,
Provincial o Municipal sea parte, entiende el juez del lugar del domicilio. En el
caso de sociedades no constituidas regularmente, entiende el juez del lugar de
la sede; en su defecto, el del lugar del establecimiento o explotación principal.
Tratándose de deudores domiciliados en el exterior, el juez del lugar de la
administración en el país; a falta de éste, entiende el del lugar del
establecimiento, explotación o actividad principal, según el caso.
Por su parte, el artículo 2.2º dispone que son sujetos comprendidos en el
concurso, los deudores domiciliados en el extranjero respecto de bienes
existentes en el país (42) , lo que es una consecuencia de la adopción del
principio territorialista y se justifica una cuestión de eficacia de los
pronunciamientos ya que de lo contrario los mismos no serían reconocidos en el
extranjero, carecerían de eficacia extraterritorial (43) ), con lo cual los jueces del
lugar de situación de los bienes en el país también son competentes.
Se consagra de este modo el foro del patrimonio (44) local.
La normativa citada ha sido aplicada en algunos casos que hemos visto en el
Capítulo III, y a los que aludimos aquí en forma sintética.
395
el concurso foráneo. La jurisdicción quedará, en principio, delimitada a los bienes
locales, y no necesariamente tendrá injerencia respecto del patrimonio del
concursado internacionalmente disperso, fuera del territorio de este país. De este
modo, el principio de universalidad del patrimonio establecido en el párr. 2º del
art. 1º Ley 24.522 (46) queda acotado a la masa de bienes aquí situados, la
norma no requiere que exista en el país agencia, representación o sucursal del
deudor domiciliado en el país".
Una primera lectura del artículo 2º, inc. 2,º LC, parece indicar un solo camino
posible: se puede declarar la quiebra del deudor domiciliado en el extranjero si
este tiene bienes en el país.
396
Sin embargo, la Sala D de la CNCom., resolvió que "es inadmisible rechazar el
pedido de quiebra de un deudor domiciliado en el extranjero que no tiene bienes
en el país, pues la falencia puede producir otros efectos, como es la extensión a
otros sujetos, la responsabilidad de terceros no fallidos e incluso su proyección
hacia el extranjero" (50) .
Este mismo criterio había sido sostenido por Boggiano en su voto en disidencia
en una sentencia de la CSJN (52) . Afirmó BIDART CAMPOS : "Si el sujeto no es
parte de la población del Estado, ni tampoco hay bienes suyos situados acá, el
concurso está desprovisto de toda base, porque está ausente el punto de
conexión suficiente para provocar la jurisdicción de nuestros jueces".
e) Quiebra de una sociedad off shore sin bienes pero con actividad clandestina
en el país
Adolfo ROUILLON ha propiciado un criterio según el cual el art. 2º, inc. 2º, al
autorizar el concurso del deudor domiciliado en el extranjero respecto de bienes
existentes en el país, lo hace con efectos limitados a esos bienes, por lo que no
afectaría el estatus personal del deudor, a quien no se le impondrían
inhabilitaciones, limitándose el procedimiento a la distribución del producto
conforme a las normas argentinas sobre preferencias (55) .
398
Este criterio es el sostenido en un interesante fallo, con fundamento en el art. 4º
de la LC conforme al cual "La declaración de concurso en el extranjero es causal
para la apertura del concurso en el país, a pedido del deudor o del acreedor cuyo
crédito debe hacerse efectivo en la República Argentina" (57) .
Sin embargo LORENTE ha señalado con agudeza que la exigencia del crédito
pagadero en la Argentina se aplica cuando de lo que se trata es de propagar una
quiebra declarada en el extranjero, como lo dice explícitamente el artículo 4º;
pero si el deudor domiciliado en el extranjero tiene bienes en el país, hipótesis
del artículo 2º, inc. 2º LC, cualquier acreedor, local o extranjero, puede pedir la
quiebra de ese deudor (58) .
La solución ha sido criticada por ROUILLON , quien entiende que la regla del
art. 2º, inc. 2º se aplica a la quiebra y no al concurso preventivo; y que la pretensa
concursada al constituir domicilio ad litem en Argentina se somete
voluntariamente a la jurisdicción del tribunal nacional; por lo tanto sostiene que
debió admitirse el concurso, salvo que el tribunal entendiese que se trata de una
selección irrazonable de la jurisdicción concursal argentina (60) .
399
III. PROPUESTAS DE SOLUCIONES A LA QUIEBRA TRANSFRONTERIZA
14. Introducción
400
La Comisión para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI o UNCITRAL)
ha elaborado —con la colaboración de INSOL— una "Ley Modelo para la
insolvencia transfronteriza" (1997) aprobada por la Asamblea General,
conjuntamente con una "Guía para su incorporación del Derecho Interno" (64) .
Su objetivo es que los Estados incorporen una normativa equitativa y
armonizada para resolver los casos de insolvencia, cuando ésta transvasa los
límites del territorio estatal, ya sea por tenencia de bienes en varias jurisdicciones
o acreedores pagaderos en distintos países.
La Ley Modelo es una especie de soft law que está destinada a que los
Estados adopten normas acordes con ella, con el fin de lograr la uniformidad, la
armonización del derecho aplicable a los casos de quiebra transfronteriza(65) .
Para ello se dan una serie de calificaciones, definiciones, de procedimiento
extranjero principal y no principal, representante extranjero, tribunal extranjero y
establecimiento (art. 2º). Se dan pautas de interpretación en el art. 8º, teniendo
en cuenta el origen internacional de la disposición y la necesidad de promover la
uniformidad de su aplicación y la observancia de la buena fe.
En el art. 13 se prevé que los acreedores extranjeros gozarán de los mismos
derechos que los acreedores nacionales respecto de la apertura de un
procedimiento en este Estado y de la participación en él, lo que no afectará, de
todos modos, al orden de prelación de los créditos en un procedimiento abierto
con arreglo a la fuente interna.
En el capítulo referido al reconocimiento de un procedimiento extranjero se
enumeran los requisitos formales que deberá cumplir el representante extranjero
en su solicitud, con la presunción de autenticidad de los documentos, estén o no
legalizados, a opción del tribunal. Entre los requisitos procesales del
reconocimiento figuran: a) que se trate de un procedimiento de acuerdo a la
definición de la ley modelo; b) que la solicitud haya sido presentada al tribunal
competente. Como requisito material, sustancial o de fondo, existe la excepción
de orden público (art. 6º).
Hasta el momento, los países que han adoptado la Ley Modelo son Australia
(2008), Colombia (2006), Eritrea (1998), los Estados Unidos de América
(2005) (67) , Gran Bretaña (2006), el Japón (2000), México (2000), Polonia
(2003), Montenegro (2002), Nueva Zelanda (2006), República de Corea (2006),
401
Rumania (2003), Serbia (2004), Sudáfrica (2000) y las Islas Vírgenes Británicas
(2005).
Por Resolución Nº 111 del 13.2.02, emanada del Ministro de Justicia y Derechos
Humanos se creó una Comisión Redactora para el examen y preparación de
enmiendas a la legislación de insolvencia internacional, la que propuso, por
iniciativa de la Dra. Ana Piaggi, que se adoptara la Ley Modelo de UNCITRAL de
Insolvencia Transfronteriza (68) . El proyecto fue titulado "Régimen de
insolvencia transfronteriza".
402
dada por instrumentos más rígidos originados en espacios integrados, de
derecho comunitario, como es el caso del Reglamento (CE) Nº 1346/2000 del
Consejo de la Unión Europea, de 29 de mayo de 2000, en vigor desde mayo de
2002, sobre procedimientos de insolvencia, especie de hard law , derecho fuerte
o duro, de aplicación directa e inmediata en los Estados miembros, sin necesidad
de transposición legal(71) .
Pretende la simplificación de las formalidades que subordinan el
reconocimiento de la ejecución recíproca de decisiones judiciales,
principalmente en los casos de insolvencia.
Dicha convención no tiene en cuenta el principio de unidad de la quiebra
internacional. Sin dejar de lado la búsqueda de la universalidad a través de
procedimientos secundarios, no busca un tratamiento global de la insolvencia a
través de la unidad patrimonial, la extraterritorialidad y la unidad legislativa, sino
que utiliza mecanismos de cooperación entre jurisdicciones múltiples, con
aplicación de leyes locales (72) . Ello, en virtud de que el concurso que se abra
en el país donde se encuentra el centro comercial del deudor no impide la
apertura de procesos secundarios en los Estados donde existan bienes del
deudor con efectos estrictamente territoriales (Uzal).
Como fuente tendiente a la unificación del derecho, se ocupa en el art. 2º de
las calificaciones o definiciones de procedimiento de insolvencia, síndico,
procedimiento de liquidación, tribunal, decisión, momento de apertura del
procedimiento, Estado miembro en el que se encuentre un bien y
establecimiento.
En cuanto a la jurisdicción (competencia) internacional, se establece el criterio
del Estado donde se sitúe el centro de los intereses principales del deudor
(art. 3º).
El derecho aplicable es el del Estado de apertura del procedimiento (lex fori ).
Quedan a salvo los derechos reales de terceros sobre los bienes, materiales o
inmateriales, muebles o inmuebles que pertenezcan al deudor y que, en el
momento de apertura del procedimiento, se encuentren en el territorio de otro
Estado miembro (art. 5º).
En materia de contratos sobre bienes inmuebles y efectos sobre los derechos
sometidos a registro (arts. 8º y 11) se seguirán rigiendo exclusivamente por el
derecho del Estado en cuyo territorio esté situado el inmueble y por el derecho
del Estado bajo cuya autoridad se lleve el registro, respectivamente. En materia
de contratos de trabajo, se seguirá aplicando el derecho que las normas del
Estado del procedimiento establezca como aplicable (art. 10).
En el capítulo II se regula el reconocimiento del procedimiento de insolvencia
adoptado por el tribunal competente de un Estado miembro en todos los demás
Estados, con la excepción del orden público (entendido especialmente como
conjunto de principios fundamentales y derechos y libertados individuales
garantizados por la Constitución) del Estado de reconocimiento (art. 26). Sin
embargo esto no impedirá la apertura de otro procedimiento de insolvencia por
parte del tribunal competente de otro Estado miembro, aplicando su derecho, lo
que se considerará entones procedimiento secundario de insolvencia, regulado
en el capítulo III, lo que permite, así, la extraterritorialidad del hecho generador
de la quiebra. Entre los síndicos del procedimiento principal y de los secundarios
existe un deber de cooperación recíproca (art. 31).
403
Los acreedores que tengan su residencia habitual, su domicilio o su sede en
un Estado miembro distinto de aquel en el que se haya abierto el procedimiento
tendrán derecho a presentar sus créditos por escrito en el procedimiento de
insolvencia (art. 39).
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