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Posicionamiento Pikler
Posicionamiento Pikler
discapacidad
Posicionamiento
La razón de un posicionamiento
Los profesionales versados en la pedagogía de Emmi Pikler y que también trabajan con
niños con discapacidad, pedagogos terapéuticos o fisioterapeutas, solo pueden dar una
respuesta personal a la cuestión de si hay o puede haber relación; algún punto en
común entre la pedagogía de Pikler y las diferentes intervenciones terapéuticas y
formas de sanar. Una cuestión adicional es que, si la hubiera, habría que clarificar qué
áreas de la pedagogía Pikler abarcaría, en qué discreparían y cómo y en qué medida.
El atractivo de Pikler está en que da una respuesta clara y unívoca a la pregunta ¿de
qué modo debemos mirar al bebé y al niño pequeño si no queremos inmediatamente
transformarle a nuestra imagen y semejanza? Pikler vió al bebé y al niño pequeño como
un ser competente y autónomo que, en condiciones adecuadas, está listo para
descubrirse a sí mismo y su entorno. Detectó las bases de lo que significa la niñez:
observó y describió la fuerza motriz de su agilidad, las formas básicas de su interés,
curiosidad, iniciativa e interés. Consideró importante la responsividad del bebé desde
la edad más temprana. ¡En su aproximación lo significativo es lo que el niño sabe, no
lo que todavía no sabe!
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Es a este nivel donde su visión comienza a mostrarse atractiva también para los
profesionales que trabajan con niños con dificultades. Entre lo que los pedagogos
terapéuticos o fisioterapeutas habían aprendido y por lo que abogaban, y los principios
de Emmi Pikler no había lugar para sobreentendidos.
Emmi Pikler considera que para una óptima comprensión del niño es necesario
observarle intensa y continuamente. Para que el niño pueda sentirse comprendido el
adulto debe escucharle de manera consciente. Podríamos suponer que, tenga un
desarrollo normal o no, la intensa observación de un niño durante su actividad libre
cotidiana, así como los cuidados amorosos y conscientes en los que tiene relación
directa con el adulto podrían ser suficientes por un tiempo. Más allá, si el desarrollo de
un bebé difiere de la media, el profesional de orientación pikleriana puede desde el
principio ser de gran ayuda para los padres del bebé afectado al hacerles comprender
el beneficio de una atención más intensa. “Observémosle para comprenderle mejor.”
“Nos gustaría saber quién es en realidad.”
Si se le deja, el bebé puede comportarse como una persona autónoma en su juego libre.
No hay que presentarle los objetos, basta con saber cuál es su interés del momento, en
qué fase del juego se encuentra y qué es capaz de hacer en el ámbito de la manipulación
por sí mismo. Ahora el adulto que le cuida tiene un papel principalmente indirecto; su
tarea práctica consiste en la provisión y continuo mantenimiento del espacio de juego.
Esta cuestión también vale para los niños con discapacidad. En su caso es clave la
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capacidad de sacar partido autónomamente a su tiempo libre en un entorno que llama
a la actividad. La pedagogía Pikler emplea la observación como herramienta con
buenos resultados, también en el juego libre del niño pequeño. Sin embargo, cuando
un niño muestra poco interés por el mundo físico incluso en un entorno
adecuadamente preparado, es necesario prestar más atención todavía. ¿Qué es lo que
a pesar de todo le resulta importante? ¿Qué es lo que aparentemente no le interesa?
¿Con qué juega, cómo, por cuánto tiempo? ¿Su desinterés es permanente o pasajero?
Para el bebé y el niño pequeño es indispensable que pueda sentirse seguro. El entorno
cuidadosamente preparado y bien estructurado, el trato y los cuidados que le ofrecen
seguridad, así como un orden de día meridiano contribuyen a este sentimiento. Esto es
igualmente importante en el caso de niños con discapacidad. Cuando, además de la
observación necesite un apoyo especial, será fundamental que la actividad de apoyo
se integre en su día a día, por su parte establecido de manera óptima. También es
importante que a su nivel pueda prever cuándo y qué ocurrirá con él y si esto para él
será desagradable o no. Pikler, cuando podía, evitaba las intervenciones desagradables.
Pero si eran necesarias, por ejemplo, una vacuna, consideraba importante que nunca
cogieran al bebé o niño pequeño por sorpresa.
El elogio de la lentitud
Para Pikler la lentitud tiene doble valor. Por un lado, en los cuidados en el cambiador
el niño puede aprender un sinfín de cosas sobre sí mismo, sobre su entorno y sobre su
relación con el adulto, si éste le trata pausada y atentamente, dando tiempo a sus
iniciativas y respuestas. Al mostrar las oportunidades que podrían ayudar al niño en
su independización, su objetivo no era que el niño lo lograra lo antes posible. Por otro
lado, Pikler tampoco apresuró el ritmo del desarrollo en ninguna área. En su visión un
niño no tiene que ser capaz de sentarse, ponerse de pie o caminar a los 12 o 15 meses;
está permitido que se desarrolle más lentamente. Es más, precisamente el cómo de un
desarrollo más lento era un interesante terreno de observación para ella.
Nuestra opinión es que los puntos arriba mencionados son importantes también en
el caso de niños con discapacidad, pero no siempre son suficientes para su óptimo
desarrollo. Puede haber situaciones en las que no puedan cumplirse por completo o
bien necesiten ser complementados mediante terapias que acompañan o apoyan su
desarrollo.
Puede que la propia discapacidad limite la utilización del método y con ello su
beneficio.
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La aproximación pikleriana parte de un niño con órganos sensoriales sanos y
capacidades cognitivas y sociales adecuadas. Durante los cuidados, cada niño tiene que
sentirse a gusto, cada niño tiene que tener conciencia que las cosas ocurren con él y no,
sin él. Debe disponer de un entorno adecuado para su tiempo libre, que pueda
aprovechar activamente y con placer.
Dependiendo del carácter de la discapacidad los niños son, en mayor o menor medida,
capaces de vivir en estas circunstancias que se le ofertan. Pero una discapacidad puede
obstruir el principal objetivo de esta modalidad educativa: apoyar la óptima
competencia del niño.
Por tanto, depende del problema concreto del niño, cuán real es el objetivo de esperar
su cooperación o una actividad exploratoria de su parte. Por este motivo los
profesionales especializados subrayan las necesidades especiales del niño
discapacitado. Debido a sus peculiaridades requiere tanto una observación focalizada
como una atención exenta de prejuicios. Cuando los profesionales que han sido
convocados para ayudar, secundan con sus observaciones la sospecha de que hay
problemas en el desarrollo del niño; es decir, que una ayuda especializada puede ser
justificada, entonces esa competencia universal que formula Pikler en el caso de niños
sanos puede quedar en segundo plano en algunos terrenos de su vida. La competencia
del niño discapacitado será más angosta en el terreno de las funciones afectadas, más
bien se tratará de superar ciertos obstáculos. Para el niño con discapacidad, la
posibilidad de vivir que solo es cuestión de tiempo ser capaz de hacerlo todo, será
menor.
La autonomía durante las maniobras de cuidados puede ser importante por otros
motivos.
Las orientaciones metodológicas de Emmi Pikler están al servicio de una meta: que el
niño obtenga el control sobre ámbitos importantes de su vida, por iniciativa propia y
casi sin darse cuenta. En el cambiador puede comportarse de manera juguetona; en
beneficio de la comunicación puede probar, pongamos, hasta qué punto es capaz de
llevar adelante sus propias ideas. En el caso de niños sanos las afirmaciones “¡Yo solo!”
o “¡Yo!” son esenciales, mientras que, en el caso de niños con dificultades el avance
hacia estas vivencias psíquicas durante los cuidados -en pasos especialmente
pequeños- es menor. En niños con desarrollo diferente la intensa necesidad de
comunicación, el esfuerzo por un tono juguetón es menos frecuente y depende en gran
medida del carácter del daño. El lugar de la creatividad de los niños sanos lo ocupan
respuestas que podríamos calificar de reactivas. En este caso los pequeños pasos
pueden parecer pequeños obstáculos. La actividad conjunta, será una tarea tanto para
el adulto como para el niño, será desmenuzar todavía en más pasos y más pequeños el
trabajo pedagógico. Es importante que esta peculiar cooperación siga siendo una meta
a alcanzar, aunque el nivel conseguido sea menor. Dar un paso adelante por muy
pequeño que sea el éxito, puede acarrear verdadero placer, con frecuencia a posteriori,
también en el caso de niños discapacitados.
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¿Cuándo se debe tocar la alarma?
¡El desarrollo llamado normal tiene límites en el tiempo, por muy amplios que sean!
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que acudir aquí y/o allí regularmente o si alguien viene a casa, sino el hecho de que
desde este momento la propia competencia educativa y de crianza se reparte con la del
profesional.
Es absolutamente importante que en este momento los padres comprendan a qué
apunta y qué promete que el apoyo que se les ofrece. Esta manera de pensar que
consiste en proponerse metas es un dilema que en la aproximación de Emmi Pikler no
existe de esta forma. Su método se centra en cómo convivir con el niño. El camino no
se organiza en pos de una meta, ¡la meta es el camino! Un niño competente busca él
mismo el camino hacia actividades motrices o de juego cada vez más complejas; en su
caso es la propia experiencia quien promueve vivencias positivas cada vez más
complejas. En el caso de métodos estimuladores y/o correctores, esta perspectiva
puede recibir menor énfasis por lo que los propios principios educativos de los padres
pueden quedar atrás, causándoles incertidumbre.
Generalmente los padres, antes de que nazca, se decantan por algún principio relativo
a la educación de su futuro hijo. Sus ideas se componen de varios elementos, se basan
en su propia educación o en los conocimientos que hayan obtenido. Lo importante es
que su deseo nace de una convicción interna propia. Sin embargo, una propuesta
educativa o estimulativa creada para un niño discapacitado viene de fuera, representa
un mundo ajeno, un saber profesional desconocido para los padres. Este saber
profesional puede romper la avenencia de las opiniones de los padres, de la misma
manera que en la aproximación de Pikler, el factor fundamental que es la relación
lógica entre las diversas partes de la educación. El profesional que tiene como meta el
desarrollo puede quebrar esta unidad natural con lo que representa. Las fisioterapias
con diversos fundamentos y motivos, los diferentes modelos de atención temprana no
constituyen una unidad semejante a la aproximación pikleriana.
La integración del tratamiento en la vida del niño puede oponerse a los propósitos y al
trato al niño que los padres consideran suyo. Cuando el profesional no se esfuerza
realmente por integrar su trabajo en el día a día del niño, no se ocupa del niño en su
integridad, de las motivaciones propias del niño sino solo de sus funciones, los padres
se opondrán con razón a la intervención y pueden negarse a cooperar con el
profesional. Por otro lado, si aun así optan por colaborar, esto no será beneficioso ni
para los padres ni para el niño.
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del niño problema en la familia discurre de una manera mucho más dificultosa. Esta
situación es un peso heterogéneo para los padres, el comportamiento de su hijo puede
causarles ansiedad, al igual que la conciencia de que hay algún problema.
La entrada de un profesional especializado en la familia puede resultar un apoyo o una
molestia según la actitud y los conocimientos de esta persona. Cuando un especialista
tiene una visión de túnel y se centra únicamente en las disfunciones o discapacidades
del niño, el niño afectado puede fácilmente convertirse en el principal protagonista de
la familia en el peor sentido de la palabra. Su estimulación puede dar la impresión de
que sus necesidades especiales son más importantes que las necesidades de los demás
miembros de familia. Esta situación es casi imposible de evitar en algún momento, sin
embargo, es inaceptable a largo plazo. Los innumerables pensamientos de Pikler en
relación con la vida familiar pueden contribuir en gran medida a encontrar un nuevo
equilibrio provechoso para todos sus miembros. ¡Sus consejos son muy valiosos
también en la familia de un niño con discapacidad!
¿Cómo debemos referirnos al desarrollo de un niño cuando los padres y/o los médicos
perciben problemas y piden ayuda profesional? Constituye un conflicto ante el que
profesionales con diferentes formaciones se inclinan por métodos diferentes, e incluso
profesionales formados para la misma dificultad, con frecuencia, se contradicen entre
sí. Esta situación puede complicar todavía más la elección a los padres, si es que tienen
la oportunidad de elegir. ¿A quién y en qué creer? ¿Qué terapia será la más indicada?
¿A qué profesional confiar al niño?
Según esto, cuando su hijo requiere ayuda, unos padres piklerianos podrán llegar a ser
padres difíciles para los profesionales, en el buen sentido de la palabra. Si un
profesional tiene dificultad para aceptar este control materno esto significa que no ha
entendido la fundamental necesidad de la madre de seguir teniendo el control. ¡Es
verdad, que una madre puede ser difícil a causa de sus propios problemas emocionales,
pero en este caso es más importante si cabe, que ella pueda tomar las decisiones
relativas a su hijo, que el profesional fomente una relación de iguales!
Cuando un niño no se desarrolla bien, la vida de una familia puede entorpecerse, ¡pero
no puede venirse abajo! La madre es la persona que mejor conoce a su hijo, es ella
quien es capaz de medir y desarrollar de la mejor manera los demás parámetros de la
vida familiar. Ella tiene 168 horas a la semana y el profesional solo una o un par de
horas. ¡Una madre crítica es buena madre! Por lo tanto, encontrará más fácilmente un
equilibrio entre las necesidades de su hijo y su propia vida con un profesional de
orientación pikleriana, que si solo se interesa en que los profesionales lo hagan todo
para hacer desaparecer lo que es diferente en su hijo y a la mayor brevedad posible.
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muy importante para los padres y para cada miembro de la familia. Una intervención
temprana puede influir de manera positiva en esta calidad si los padres pueden decidir
junto con el profesional sobre el cómo, la duración y la integración de esta intervención.
Con un profesional especializado que trabaja desde la aproximación pikleriana las
familias pueden sentirse seguras.
En el caso de niños con discapacidad la pregunta está más presente todavía: ¿la vida
de quién está en el primer plano, la de los padres o la del niño?
Según Emmi Pikler al niño no le harán feliz unos padres que se sacrifican y sacrifican
sus propios intereses por él. Pikler buscaba la forma de vida óptima para ambas partes;
veía importante el bienestar de cada miembro de familia. Nos mostró, por ejemplo,
cuánto ganan los padres y toda la familia si reparten el espacio común, esto es, el bebé
también recibe su espacio, propio y seguro, lo que permite que todos los miembros de
la familia puedan dedicarse a sus propias tareas. Pikler nos mostró cuánto tiempo y
energía gana una madre si organiza las condiciones de vida de su hijo de una manera
sensata, prepara bien los tiempos juntos y le sigue con atención. Sabe, por ejemplo,
cuándo está cansado o cuándo está animado.
La estabilidad en el día a día es una base indispensable para cada niño y especialmente
cuando tiene dificultades de comprensión. ¡Esto también se reconoce en pedagogía
terapéutica cada vez más! Los padres podrán hacer el máximo por su hijo si ponen
énfasis en informarle exahustivamente sobre qué va a ocurrir y cuándo y cuáles son sus
expectativas en cuanto a su cooperación.
Las dos tendencias, el sistema educativo de Emmi Pikler y la intervención temprana
están básicamente de acuerdo en lo que se refiere al asesoramiento: tanto en su sistema
de valores como en la práctica diaria. El profesional especializado añade tan solo sus
conocimientos especiales a la vida de la familia para una mejor comprensión de su hijo
y facilitación de su trato.
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¡El tratamiento de la situación agravada de los padres, la llamada elaboración del
trauma no es parte del asesoramiento! Si la madre, a causa del estado de discapacidad
de su hijo, no encuentra su propio papel a su lado y, por tanto, su hijo tampoco lo puede
encontrar a ella, lo que realmente se necesita es que un psicólogo experimentado se
ocupe de la madre o ambos padres.
En los primeros tiempos de la intervención temprana –en Hungría esto data desde los
años sesenta– fueron principalmente especialistas, pedagogos terapéuticos y
fisioterapeutas quienes se empeñaron en crear, poner en marcha y seguir con atención
los programas de estimulación desarrollados según sus propias concepciones para
ayudar a niños afectados. En esos programas a los padres les correspondía el papel de
alumnos a quienes el especialista prescribía tareas que luego cumplían en casa de
manera obligatoria. La teoría subyacente de estos programas era la convicción de que
los primeros años son los más importantes en el desarrollo, las estructuras cerebrales
todavía son maleables y ciertas áreas pueden tomar las funciones de otras áreas con
una estimulación específica. El inicial entusiasmo fue decayendo a causa de la
imprevisibilidad del éxito. El contenido de un método terapéutico o fisioterapéutico;
las expectativas reales en relación al método se expresan de diversas maneras
actualmente. En el caso de niños con múltiples discapacidades el objetivo de la
intervención será una mejora de su calidad de vida, en vez de alguna expectativa de
resultado de aquella.
1. Es bueno si junto a cada niño pequeño afectado y sus padres hay un profesional
con formación especializada, lo que no significa que tenga que intervenir en sus
vidas directa y urgentemente.
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2. ¡Es fundamental que las necesidades básicas – formuladas por Emmi Pikler – y
las especiales del niño –las asociadas a sus dificultades concretas- estén
simultáneamente en el foco de la atención! No es raro que padres y especialistas
partan de los defectos del niño buscando la solución para enmendarlos o
eliminarlos mientras que sus potencialidades reales no reciben el énfasis
adecuado.
3. La aproximación de Emmi Pikler puede ser un punto de partida importante
también en el caso de niños afectados. No solo en su dimensión teórica, sino
también su aplicación práctica. Ofrece puntos de apoyo básicos para la
organización armoniosa del día a día sobre la que pedagogos terapéuticos y/o
fisioterapeutas pueden buscar su sitio para actividades dirigidas especiales.
4. En la mayoría de los casos hay posibilidad de que los especialistas apliquen en
su praxis también las bases piklerianas. Los métodos especiales que ayudan al
desarrollo pueden integrarse en una visión terapéutica de orientación
pikleriana.
5. ¡Es importante tener en la mente las competencias de los padres también en el
caso de niños afectados! Con cada niño afectado hay que aclarar qué resultado
puede tener una estimulación o una terapia, qué añade o puede añadir a la
calidad de vida del niño, a la perspectiva de su desarrollo, o qué le quita, qué
puede quitarle. Estas cuestiones se deben abordar junto con los padres
procurando mantener una relación de igual a igual.
6. Un niño diferente no es como un niño sano. Generalmente nace con menor
potencial de desarrollo; muestra lo que lleva dentro con mayor dificultad. Él
necesita mucho más la atención intensa de los adultos que le rodean, una
observación continua para mostrar quién es. En su caso es todavía más
importante percibir e interpretar lo que muestra de sí mismo. ¡Esta atención
consciente significa que no basta con percatarse de las faltas y tratarlas, sino
hay que ser capaces de comprobar qué es lo que ya tiene! ¡Quién es él y qué es
aquello sobre lo que, a pesar de las dificultades, se puede construir!
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