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IGLESIA BAUTISTA

AMBIENTE DE GRACIA
Burke, 09/07/2017
Rev. Julio Ruiz, pastor
Mensajes de Romanos

LEVANTÁNDONOS DEL SUEÑO


(Romanos 13:11-14)

INTRODUCCIÓN: Este es un pasaje sorprendente. La forma como Pablo termina el


capítulo nos revela una aplicación para un soldado cristiano, después de habernos hablados
de las autoridades a quienes le debemos obediencia, respeto y honra. El primer asunto del
cual se habla es acerca del uso del tiempo. Un análisis de los cuatro textos nos indica que
somos llamados a conocer el tiempo. Pero no se trata de conocer las estaciones del año,
sino las estaciones divinas. El tiempo para el hombre es el crono, de allí las nominaciones
del llamado tiempo cronológico que se mide a través del reloj. Pero el tiempo de Dios es el
Kairos, esto es un tiempo que no puede ser contado por horas, días y años. Así, pues, Pablo
no está hablándonos de pasar una noche de descanso o de desvelo. Lo primero que se nos
dice es que ya es hora de levantarnos del sueño. No es tiempo de seguir en la cama.
Además se nos exhorta que el día de nuestra salvación ahora está más cerca que nunca. De
igual manera Pablo dice que la noche está avanzada, eso es una referencia al dominio de las
tinieblas sobre este mundo. Y el otro aspecto acerca de ese tiempo es que el “día se acerca”.
Por lo general tenemos en la vida los días de expectativa. La llegada de un bebé es un día
anhelado. El día de finalizar las clases es un gran día para los niños. El día de casarse es un
día de expectativa para los novios. Pero también hay días que no los deseamos, por
ejemplo el que tiene que ver con alguna sentencia condenatoria, del de una noticia que
cambiará todo en la vida, el día de la muerte… que nadie sabe cuándo llegará, pero llegará.
De modo que el pedido del apóstol de levantarnos se justifica. No es tiempo para seguir
durmiendo el sueño espiritual. La pregunta que formularemos hoy será por qué debemos
levantarnos del sueño.

I. PORQUE EL TIEMPO DE NUESTRA REDENCIÓN ESTÁ CERCANO

1. Conociendo el tiempo v. 11. Nos hemos hecho expertos en conocer los tiempos. Hoy los
indicadores que nos muestran acerca de lo que va suceder con el tiempo para el día o la
semana son asuntos ya probados. Las distintas aplicaciones que nos ofrecen le ayudan al
lector a ver cómo estará el tiempo para hoy. Así, pues, se conoce muy bien si lloverá o hará
sol, si nevará o será un día muy frío, si va ocurrir algún tornado, huracán o algún otro
fenómeno. Los satélites se convirtieron en nuestros guías. Pero al igual que en los tiempos
de Jesús los hombres pudieran conocer las señales de los tiempos del crono, pero ignorar
los tiempos divinos. Como los fariseos y saduceos que probaban al Señor pidiendo señales
o milagros del cielo. Y en la respuesta del Maestro él los encaró diciéndoles que eran muy
conocedores de los tiempos (Mt. 16:2-3) pero no de las señales del cielo que incluía la
llegada su presencia. Al igual que los fariseos del tiempo de Jesús, hoy vemos todavía a una
generación pidiendo señales para creer en el Señor. El creyente debe saber distinguir esos
tiempos. Muchas veces vivimos ignorando lo que nos viene. Conozcamos el tiempo de
Dios.
2. La hora ha llegado v. 11b. En la vida siempre tenemos una gran expectativa acerca de
la frase “la hora ha llegado”. Y el no saber que viene detrás hace que esto sea más
intrigante. Tenemos muchos acontecimientos donde algo o alguien nos llega y nos dice:
“La hora ha llegado”. Es en efecto saber que ya no hay más tiempo. Tengo que pensar que
cuando hablamos de esa hora en nuestras vidas muchas cosas cambian. Imagínese por un
momento el tener que inmigrar a otro país sin saber lo que le viene adelante. En relación a
nuestra redención “la hora ha llegado”. Y no se trata de una fecha puesta por los
pronosticadores sino lo que la Biblia nos dice. La segunda venida es la más grande y
bendita esperanza que tiene la iglesia de Cristo. Pablo registró esa esperanza con estas
palabras: “Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro
gran Dios y del Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). De modo que podemos afirmar que la
segunda venida de Cristo y el establecimiento de su reino son dos de los temas más
importantes de la Biblia. Llegó la hora.

3. La salvación más cercana v. 11c. El sueño del cual Pablo habla acá no es una referencia
al acto de llegar a la cama, tomar la almohada y comenzar a roncar, más bien es una
metáfora vívida para un estado de estupor que es el opuesto a la disposición a hacer frente a
una crisis. La salvación de la que se habla en este pasaje es una clara referencia al acto final
de nuestra redención en la segunda venida. Esta es una clara referencia a la salvación final,
lo que Pablo habla de la adopción que estamos esperando, “la redención de nuestro
cuerpo” (8:23). La declaración más cercana no es una referencia a una venida de manera
inmediata. El asunto central de esto es el de reconocer que para todo creyente cada día nos
acerca más al gran día. Esto nos dice que como hijos de Dios siempre viviremos en el borde
de la historia. La Biblia nos habla de una segunda venida siempre cercana (Fil. 4:5), a la
puerta. Por lo tanto nuestra esperanza de la segunda venida de cristo debería conducirnos a
una mayor motivación a la fidelidad (Fil. 4:4–7). Vivamos en la cercanía de su segunda
venida.

II. PORQUE EL PODER DEL MAL ESTÁ MUY AVANZADO

1. Hay una noche muy avanzada v. 12. Esta es una figura que nos ilustra al mundo de las
tinieblas y el dominio de Satanás con el pecado. Todos nosotros sabemos que las noches
más peligrosas de la vida son aquellas avanzadas, donde el sueño domina y donde reinan el
miedo y el misterio. La noche avanzada es el tiempo para que aparezca todo aquello que
intimida y es misterioso. En la noche más avanzada aparecen los animales más extraños en
busca de su presa. En la noche más avanzada se dan los crímenes más horrendos, el pecado
parece activarse en proporciones desbordante, la prostitución y la homosexualidad
desarrollan su gran negocio. Es en la noche más avanzada cuando el príncipe e las tinieblas
decide comandar todo su imperio del mal con sus agentes infernales para que hagan el
oficio que solo ellos pueden hacer: matar, hurtar y destruir. Mis amados, mientras no nos
despertamos del sueño que nos domina y nos gobierna, estamos dejando que las noches del
mal sigan avanzando. Lo único que puede detener el avance de las tinieblas es que
encendamos la luz.

2. Hay que desechar las obras de las tinieblas v. 12b. Pablo da por sentado que las obras
de las tinieblas son malas. Desechar es un verbo que tiene su sinónimo en hacer inútil a
algo para que no funcione más. La idea es que ni siquiera sirva para el reciclaje. Otra
palabra cercana sería deshacerse de algo que ya no sirve. Antes de venir a Cristo todos
nosotros pertenecíamos al reino de las tinieblas y de allí fuimos traslados al reino del
amado Cristo (Col. 1:13). Pero después de haber salido de las tinieblas fuimos creados en
Cristo Jesús para buenas obras (Ef. 2:10). De esta manera la vida del creyente se mueve
entre las malas obras en las que vivía y las nuevas obras que se le demanda ahora como
parte de su nueva vida. Por lo tanto el llamado de este texto es para que nos apartemos de
todas las obras que antes practicábamos. La figura es despojarse de las ropas de las
tinieblas; aquellas que acompañaron al hombre viejo mientras vivió en el sueño de esa
vida. Pablo nos demanda a que no guardemos ninguna obra de las tinieblas sino que
andamos en luz.

3. Vestirse con las armas de luz v. 12c. Previo a vestirse hubo que quitarse la ropa usada
durante la noche. Después de desechar las obras pecaminosas de las tinieblas debemos
ponernos el vestido. ¿Cómo vestir el alma para su combate? Cuando Pablo menciona el
asunto de las “armas de luz” sabía muy bien que los cristianos son soldados en conflicto
que necesitan estar alertas y equipados para la batalla. La armadura que él describe en
Efesios 6:10–17 y 1 Tesalonicenses 5:8 tiene que ver con esto. Observe que no es
cualquier armadura que se pone el cristiano, es la armadura de la luz. Así que si usted no
está armado de esta manera debe reconocerse desnudo. Satanás usa las armas de la
oscuridad para derrotar a sus víctimas. Pero Cristo posee las armas de la luz con las que
podemos enfrentar sus ataques. ¿Cuáles son las armas de luz que posee en el creyente?
Podemos resumirlo así. Debemos vestirnos con la justicia de Dios para nuestra justificación
y con el Espíritu y la gracia de Cristo para santificación. Contra estas armas no hay otro
poder que nos destruya.

III. PORQUE FUIMOS SALVADOS PARA ANDAR DE DÍA

1. No proveyendo para los deseos de la carne v. 14b. El versículo 13 pareciera describir lo


que Pablo quiso decirnos cuando habló de las obras infructuosas de las tinieblas. Mire los
seis pecados que menciona en este texto. Nada podía ser más descriptivo para hablarnos de
lo que se hace en la oscuridad. El creyente ha sido llamado para no proveer a ninguno de
estos deseos de la carne. Todos tienen que ver con los deseos y el apetito de la carne. Vea
la forma cómo son agrupamos y conectados por la preposición “y” como si fueran familia
del mismo oficio. Es una manera muy gráfica para describir los llamados pecados de la
carne de los que se supone fuimos liberados cuando salimos de las tinieblas. En efecto eso
era la vida del creyente antes de venir a Cristo. Por lo tanto el llamado ahora es andar
“honestamente”. Esta palabra es un distintivo en este texto. Si la palabra “honestamente”
la ponemos al lado de la palabra día y la palabra “deshonestamente” al lado de la palabra
oscuridad el resultado será el gran contraste entre la vida vieja y la nueva. Para la vida
vieja no debemos proveer a los deseos de la carne, pero si debemos proveer para que
andemos de día, en el Espíritu.

2. Poniéndose el vestido de Cristo v. 14. En este texto hemos visto cómo Pablo utiliza las
metáforas de la noche y el día, de las armas y ahora menciona la metáfora del vestido. Todo
es presentado en la acción de dormir, despertarse y vestirse. Si nos ajustamos a la idea
central del tema de levantarnos del sueño, llegamos a la conclusión que la vida cristiana
demanda de un despertarse de esos estados que muchas veces son cómodos, conformistas y
que paralizan la vida del creyente. En consecuencia, el llamado del apóstol es a despertar ya
del sueño y luego vestirse, pero observe cómo es la vestimenta. La exhortación es a vestirse
del Señor Jesucristo. Pablo nos dirá en la carta de Efesios 6 que como soldados del Señor
nos pongamos la armadura de Dios. Sin embargo el planteamiento de este pasaje es a
ponernos la auténtica vestimenta de un cristiano. Nosotros no tenemos otro vestido que
ponernos sino el que tiene que ver con nuestro Señor. Vestirse de Cristo es ponerse su
amor, su misericordia, su compasión, su pasión por el perdido y su entrega por los
hombres. No importa que vestido nos pongamos sino vestimos al hombre nuevo con el traje
de Cristo. Cuando esto hacemos transitamos de día y no de noche. Estamos despiertos
haciendo la voluntad del Señor.

CONCLUSIÓN: Hermanos, ¿estamos durmiendo bien? ¿Tienes tantos problemas que no


te dejan dormir? ¿Hay alguna enfermedad que es la causa de tu insomnio? ¿Qué es lo que te
roba la paz en tu merecido descanso? El asunto es que todos sabemos cuán importante y
necesario es el sueño físico para poder desempeñarnos eficazmente, pero ¿sabía usted que
la Biblia dice que el sueño espiritual puede ser sumamente peligroso (Mt. 25:5-13)? El
apóstol Pablo escribió: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de
la noche ni de las tinieblas. Por lo tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y
seamos sobrios” (1 Tes. 5:5-6). Se ha dado cuenta que el creyente es el único que siempre
se le pide que debe estar despierto. Este es el mensaje de las diez vírgenes, las prudentes y
las insensatas. La pronta venida de Cristo es la razón principal por la que debemos estar
despiertos. Mantengamos las lámparas con aceite y encendidas y no durmamos. Amén.

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