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Análisis de caso 20 de marzo de 2024

Brecha terciaria
Durante la tercera sesión de la materia hemos dialogado sobre la brecha terciaria. El
capítulo 5 del libro “La larga y compleja marcha del CLIP al CLIC” define la brecha
terciaria como la que separa la escuela de la sociedad en términos de adaptación al
entorno digital. Mientras que la sociedad, especialmente los jóvenes en edad escolar, se
encuentra inmersa en la tecnología digital, las instituciones educativas enfrentan
desafíos para integrar efectivamente estas herramientas en el proceso de enseñanza-
aprendizaje.
En el texto se destaca que esta brecha no es simplemente una cuestión de acceso a la
tecnología, ya que de hecho, los estudios muestran que la mayoría de los estudiantes
tienen acceso a internet tanto en casa como en el aula. Sin embargo, sí que existen
discrepancias en cómo se utiliza la tecnología en el entorno escolar y en el hogar.
Como han mencionado en clase las compañeras del Campus de Albacete, en el entorno
familiar el uso de la tecnología y de internet suele relacionarse con fines recreativos,
mientras que en la escuela tiene fines lúdicos. Además, el uso que hacen los niños y
niñas de la tecnología en la escuela está mucho más supervisado que en casa.
Esta desconexión entre la escuela y la sociedad en el uso de la tecnología puede tener
implicaciones significativas para el futuro de los estudiantes. Por mucho uso que hagan
de las nuevas tecnologías en casa, los conocimientos y habilidades que desarrollan en
ese entorno nada tienen que ver a las que se podrían trabajar en el aula.
El documento, además, señala que en la escuela existen múltiples desafíos a la hora de
cómo aplicar todos estos recursos digitales para conseguir un aprendizaje significativo
en los alumnos.
Algunos de estos desafíos guardan relación con la formación y disposición del
profesorado. Muchos docentes no cuentan con buenos conocimientos sobre
alfabetización digital y por ello no se atreven a incluir la tecnología en sus clases,
generando así una resistencia al uso de las TICs.
Otros tienen que ver con los recursos físicos y económicos de los propios centros. Como
menciona el texto y ha mencionado Patricia durante la sesión, los centros de carácter
concertado-privado suelen tener una mejor dotación de instalaciones y recursos
tecnológicos que los centros públicos. Además en este tipo de centros se pone un mayor
empeño en la formación de sus empleados para que se mantengan actualizados.
Aunque esto es así de manera general, tal y como hemos comentado en clase, la realidad
en nuestro país es muy diferente en función de la región en la que se encuentre el
centro: no es lo mismo un centro concertado de la Comunidad de Madrid que uno de
Castilla-La Mancha, tal y como exponía Manuel.
No obstante, el texto consultado data de 2016 y tal y como ha señalado Cristina en estos
años la situación parece haber cambiado en gran medida. De hecho, todos parecemos
estar de acuerdo en que actualmente la resistencia de los docentes al uso de las TICs en
el aula parece haber desaparecido y que, de hecho, el uso de la tecnología puede ser
incluso excesivo en muchas ocasiones.
Ahora mismo se busca potenciar que los alumnos sepan usar las tecnologías que tienen
a su disposición, conociendo los beneficios y riesgos que estas entrañan. Sin embargo,
aunque tengan que formarse en ese ámbito no es necesario que la tecnología sea
partícipe de cada actividad que se lleva a cabo en la clase. En otras palabras, como ha
mencionado Elena, un mayor uso de la tecnología no implica un mejor proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Todos estos desafíos y la evidente desconexión entre la sociedad y la escuela que hemos
debatido durante la sesión nos llevan a una conclusión que ya señala el propio texto en
la página 52: “la brecha terciaria (la inercia escolar) arroja a los alumnos a las fauces
de la brecha secundaria (la desigualdad entre los hogares)”. En otras palabras, puede
que la propia institución escolar acabe profundizando incluso más esta evidente brecha.
Actitudes tan cotidianas en el día a día de un docente como pedir a los alumnos que
investiguen sobre un determinado tema en casa pueden evidenciar este problema. Si
bien es cierto que la mayoría contarán con acceso a internet en casa para poder realizar
una búsqueda no todos se encontrarán en la misma situación. Aquellos que provienen de
un ambiente socioeconómico más favorecedor contarán con la ayuda de adultos
cercanos (como sus padres) que tendrán una formación suficiente como para ayudarles o
ser críticos con la información seleccionada. Por su parte, los que pertenezcan a un
entorno menos favorecido realizarán esta tarea solos, con las consecuencias que eso
puede implicar. Por ejemplo, no tendrán las herramientas necesarias para contrastar si la
información encontrada es cierta o no, siendo así más fácil que caigan en bulos o datos
erróneos.
Como menciona William Davies en la entrevista comentada en clase existe un contraste
muy grande entre dos mundos: uno que al menos intenta comprobar la veracidad de lo
que lee en internet o redes sociales y el otro, en el que hay una clara sensibilidad
instantánea que requiere inmediatez.
Por tanto, con todo esto cabe preguntarnos no sólo que separación hay entre la escuela y
la sociedad en términos de adaptación a la tecnología, sino qué cambios hay en los
valores sociales que se transmiten.
Es evidente que se necesita un mayor diálogo entre todas las partes involucradas,
incluyendo al gobierno, las instituciones educativas y los propios docentes, para así
intentar dar un acceso más equitativo a las herramientas tecnológicas.
Pero desde mi punto de vista, el problema en sí no se trata del acceso del alumnado a
estas herramientas, sino del uso adecuado de las mismas.
Si bien es cierto que el uso que dan a todas estas tecnologías en casa y en el colegio es
diferente siempre debería existir un nexo común: un código de buenas prácticas que
asegure la seguridad de los menores en internet, la capacidad crítica para cuestionarse la
información y la capacidad de contrastar fuentes.
Al final todos van a acabar teniendo acceso a este tipo de recursos, de una manera más
directa o menos, en la escuela y en casa o quizá solamente en la escuela. Pero lo que si
podemos intentar como docentes es generar en ellos una actitud crítica y conciencia de
la evidente inmediatez que vive la sociedad actual.

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