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“Mitos y creencias en los procesos de cambio de América Latina”

-Ocampo López-

 Mitos y creencias de una sociedad en proceso de cambio:

Los mitos y creencias son estructuras de larga duración y ritmo lento en su


movimiento y transformación, por lo que se convierten en elementos estables de la
sociedad y permanecen invariables durante muchos siglos. En algunos casos, éstos son
capaces de integrar y movilizar a los hombres para la acción política, mientras en otros,
realizan la función de fuerzas negativas para los cambios.

Encontramos en los mitos un conjunto de creencias brotadas del fondo emocional, que
se expresan en un juego de imágenes y símbolos, y que se pueden considerar como una
estructura mental.
El mito es una realidad viviente de la que se cree acaeció en los tiempos originarios, e
influye continuamente en el mundo y el destino de los hombres. Por ello, el mito no es
mera historia contada, sino realidad vivida.

En los pueblos en que los mitos son la esencia de la sociedad, se suprime la


historicidad del instante. La larga duración lleva a la permanencia y a la identidad del
ayer y el mañana; el fin es idéntico al comienzo. El tiempo cíclico de los eternos
retornos que explican la atemporalidad y la profunda ligazón de la unidad del devenir.
En la mentalidad cíclica se presenta una percepción sincrónica, no en forma de línea,
sino de plano.
Los europeos trajeron a América la idea y vivencia lineal del tiempo; el tiempo
concebido como una línea que va del pasado al futuro. La temporalidad lineal histórica
es fundamentalmente secuencial y considera en forma diacrónica los acontecimientos.
En la yuxtaposición de estas dos concepciones se encuentra la explicación de algunos
de los problemas que enfrentan los latinoamericanos en el mundo contemporáneo. Por
una parte, los ritmos acelerados en el movimiento hacia el cambio, que siempre ha
estimulado la temporalidad lineal histórica y, por otra, los ritmos lentos y de larga
duración que presenta la temporalidad de las permanencias y los eternos retornos,
opuestos al cambio acelerado que implica el tiempo corto.

 Las supervivencias etnoculturales en los mitos y creencias de América Latina


contemporánea:

Para conocer los mitos y creencias latinoamericanos es importante partir del estudio
de las supervivencias indígenas, europeas y africanas.
Para una cierta línea de pensamiento, es evidente que el contacto entre los elementos
socioculturales que conforman las etnias latinoamericanas llevó a lo que se denominó en
un momento dado “hibridismo racial y cultural”. Se dice que el método comparativo
en la investigación de las ideas, creencias, mitos y tradiciones de los diversos pueblos ha
llevado a la unidad estructural en muchos de ellos y a la adaptación y diversidad en
otros. Un aspecto generalizado en estos pueblos sería el que se relaciona con los dioses
tutelares o personificaciones de las fuerzas naturales que gobiernan la vida de los
pueblos y los campos. Estos dioses tutelares serían a la vez amos de los seres mortales y
servidores suyos, merced a las advocaciones realizadas para conseguir su favor o su
ayuda.
No existe por consiguiente la noción de un mundo como “objeto”, sino que el hombre
se encuentra en comunión con él mediante la fuerza que es participada y manifestada
por doquier, la cual permite establecer una acción recíproca.

Particularmente en América del Sur, los mitos poseen un engranaje que los
interrelaciona. Pero el significado del mito depende de su posición en el grupo y de
ahí que, para descifrarlo, sea necesario observar el contexto en el cual aparece.
Respecto a las “creencias populares” en América Latina debemos tener en cuenta las
actitudes de compromiso de la gente ante determinados hechos concretos que se
consideran dignos de una aceptación verdadera. Las creencias crean una actitud mental
que sirve de base a la acción voluntaria y lleva a los individuos a una actuación
enérgica. La fe de un carbonero, por ejemplo, puede hacer variar el destino de un
proyecto científico que tiende al bienestar popular, lo cual es de una importancia
excepcional para quien realiza el análisis de las mentalidades populares.

 Función de los mitos y creencias:

La función del mito es, en síntesis, la de reforzar la tradición y darle mayor valor y
prestigio relacionándola con una realidad más allá, mejor y sobrenatural que la de
los acontecimientos iniciales.
Con el estudio de los mitos aparecen asimismo las creencias populares, entendidas
como aquellas actitudes de compromiso en relación con un hecho determinado de la
naturaleza o sociedad.

Podemos así convertir en mitos a determinados hombres caudillos que poseen “un
carisma” o fuerza vital humana; o a determinadas ideas y conceptos que se mitifican
como formas más precisas de integración política: los mitos de patria y sus símbolos,
libertad, igualdad, república, revolución, pueblo modelo para el futuro, regreso al
pasado, etcétera.
La función de los mitos y creencias se presenta, asimismo, en aquellas épocas de
crisis, cuando los pueblos se enfrentan a circunstancias difíciles y a desesperanzas en
las posibles soluciones: dependencia externa e interna, desigualdades económicas,
injusticias sociales, etc., es decir, en aquellas épocas en que se introduce la angustia en
la sociedad y se hace vigente un pensamiento de evasión de la realidad presente.
Dadas estas circunstancias, algunos pueblos buscan un refugio en movimientos
mesiánicos: allí la idea de los “cataclismos” y las “revoluciones” se convierte en
mitos para llegar a la meta. En algunos casos la gente se da a la búsqueda de “la
sociedad ideal” o “la tierra sin mal”, mientras en otros, piensan que el regreso al pasado
que les dio origen representa la evasión del nefasto presente y la única forma posible
para una renovación de la vida.

 Los mitos del mesianismo y la revolución:

La revolución en América Latina, aparece como el gran “cataclismo de la crisis” que


supone el “fin” de la problemática existente y la venida de un nuevo orden, con una
sociedad que se idealiza. Aparece como una época de crisis en la cual se ajustan
cuentas con las sociedades dominantes, las élites dirigentes y las circunstancias que
llevaron a dicha situación; así se da una plena satisfacción a resentimientos
acumulados. Después de la culminación de la crisis, en el cataclismo, surgirá una
“nueva era”, con el establecimiento de nuevos valores de aquella sociedad que se
considera la ideal.

El mito de la revolución se presenta de manera un tanto esquemática en América


Latina a través de dos tendencias: la tradicionalista y la revolución integral.

Revoluciones tradicionalistas: se manifiestan a través de cambios de gobierno por


medios extraconstitucionales, sin que vayan acompañados por transformaciones en el
orden social y económico. Se manifiestan por revueltas, levantamientos, golpes
militares, y se muestran como un empuje hacia la modernización; cambios reformistas
para mitigar los problemas económicos, sociales y culturales, acción comunal,
corporativismo, etc.

Revoluciones integrales: en ellas encontramos movimientos ideológicos de izquierda,


estimulantes de la necesidad de un cambio profundo y radical de la realidad existente
por el camino de la revolución, así como movimientos mesiánicos.
Los mitos alrededor de los cataclismos universales y el fin del mundo, como puentes
entre el mundo existente y el mundo nuevo, están en relación con el “mito de la
renovación de los mundos”, muy incrustado en el origen mismo de los americanos:
Recordemos que el tiempo cíclico de los mayas y los aztecas conlleva la concepción
del mito de la renovación cósmica, según el cual las edades o soles se suceden,
presentándose cataclismos en el final de cada edad.

 El mito de los “caudillos o héroes civilizadores”:

La fuerza de “la revolución” y los movimientos mesiánicos, llevan al convencimiento


de la necesidad de los “mesías”, “salvadores” o “caudillos”, necesarios para la lucha
en los cataclismos y la conducción de los pueblos hacia la meta de la sociedad ideal. En
algunos casos, los “mesías” se manifiestan como la proyección humana de seres
sobrenaturales; en otros, se presentan como “héroes fundadores”. En ambos casos se
trata de una fuerza “carismática” que converge hacia “el salvador”, considerado
portador y distribuidor de una fuerza superior. Ese carisma hace que los dominados
reconozcan al caudillo y se entreguen psicológicamente a él, con entusiasmo y
esperanza en las soluciones nacionales.

Ante la experiencia anárquica en el desarrollo de los nacientes países


latinoamericanos, se opinaba que las naciones no estaban preparadas para la vida
republicana, y que las constituciones eran cúmulos de proposiciones para conformar
modelos ideales de estados, ajenos completamente a las realidades latinoamericanas.
Se necesitaban gobiernos fuertes y líderes dominantes que fijaran pautas inalterables y
llenaran el vacío de poder, ante la anarquía, las guerras interamericanas y las guerras
civiles que se avirozaban en la debilidad de los países recién independizados.
Los caudillos, que en su mayoría habían luchado en las guerras de independencia, tenían
una convicción en su papel provincial en el establecimiento del orden y la consolidación
nacional.
 El mito de la “sociedad ideal”:

La imitación de ideologías y realidades anglosajonas, norteamericanas, francesas y


alemanas se convirtió en un momento dado en la vocación más importante de ciertos
latinoamericanos. Movimientos filosóficos que surgían en el viejo continente y Estados
Unidos, planteando realidades y circunstancias de su propio medio, de inmediato eran
introducidas en América Latina y seguidos por las minorías cultas de acuerdo con sus
inclinaciones, y propuesta como planes para organizar la nación ideal con el modelo de
“Occidente”, que se convirtió en el “mito de la sociedad ideal”. Imitarlo implicaba para
América Latina cambiar “de la barbarie a la civilización”; de la sociedad tradicional
a la moderna; del despotismo a la libertad y la realización plena de la ideología delegada
por “Occidente”: “el demoliberalismo”, el único camino para llegar a ser como el
modelo.

Conclusiones del autor:


No es en los países “centrales” u otras naciones donde debemos encontrar el modelo
ideal para nuestra sociedad, sino en América Latina misma; en su medio físico, en
su pueblo, en su carácter, costumbres, sistemas de valores, vigencias y creencias y en su
propia problemática.

 Tres corrientes de interpretación para explicar, en base al mito de los orígenes, la


razón de ser y la autenticidad de las culturas en América Latina:

1. Corriente “indigenista”: Conforma una mentalidad “americanista” de hombre que,


sin formar parte de las culturas autóctonas, considera al indígena como base
fundamental de la nacionalidad.

2. Corriente “hispanista”: Es otra forma de mentalidad “americanista” que no nace con


el doblamiento de los aborígenes en tierras americanas, ni con la independencia en
el siglo XIX, sino en el contacto de culturas realizado en el siglo XVI con el empuje
ibérico de la conquista y la civilización.

3. Corriente del “nacionalismo cultural latinoamericano”: Lleva a la convicción sobre


la existencia de un “pueblo nuevo” en el ámbito mundial, que surge de las culturas
indígenas, europeas y africanas. Un pueblo “síntesis” de varias culturas y que
cada día más adquiere conciencia de unidad y de las problemática común.

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