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Sentimientos (in)apropiados de las


mujeres migrantes. Hacia una nueva
ciudadanía
Federico Besserer

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Federico Besserer

El cuerpo t ransnacional.
Federico Besserer
Sentimientos (in)apropiados de las mujeres migrantes:
Hacia una nueva ciudadanía.

Por: Federico Besserer


Departamento de Antropología.
Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Iztapalapa.

Publicado en:

Barrera Bassols, Dalia y Cristina Oehmichen Bazán (Eds.)


2000 Migración y relaciones de género en México. GIMTRAP-UNAM/IIA.
México pp.371-389
Dos programas de investigación en las ciencias sociales empiezan a converger
de una manera muy sugerente, los estudios transnacionales y la investigación
feminista. La combinación de ambos, pienso yo, han cambiado el horizonte en el que
se realizan los trabajos sobre migración.

Los estudios transnacionales han hecho evidentes dos cuestiones importantes:


En primer lugar, que no es siempre la migración la que explica la articulación entre
pueblos que se encuentran distantes, sino que algunos de estos pueblos como las
diásporas y las comunidades transnacionales primero se perciben como "pueblos" y
sólo entonces se explica la movilización de personas, signos, y valores a su interior
(Clifford 1994). En segundo lugar, los estudios transnacionales han llamado la atención
sobre el carácter histórico de la nación que, especialmente en el mundo actual de
rearticulación de los estados y el surgimiento de instancias supranacionales, advierte
que, en ocasiones, son los estados y las naciones los que cambian; las fronteras se
movilizan, las identidades se redefinen, surgen "nuevas identidades y tradiciones", todo
lo cual complejiza la situación de una manera en la que los estudios clásicos de
1
migración no pueden aprehender totalmente.

Por el otro lado, los estudios feministas se han acercado a los estudios
transnacionales con varias agendas entre las que destacan dos: La primera de ellas es
la de entender como se articula el lugar que ocupa la mujer en los discursos neo-
colonialistas sobre la nación y la colonización de la mujer y su cuerpo (Grewal et.al.
1994). La segunda es la explorar el "punto de vista" (en este caso el transnacional)
como puntos de partida desde dónde romper con la múltiple colonización de la mujer
(Harding:1996; Sikking: 1994).

Las páginas que siguen se inscriben precisamente en la intersección entre los


estudios transnacionales (por ocuparme de historias de mujeres que viven en
comunidades transnacionales) y la antropología feminista (por el interés en el estudio
de los sentimientos) 2. Partiendo de la teoría feminista, trataré de mostrar que el poder

2
estatal así como el familiar se sustentan en un orden sentimental que mantiene las
desigualdades sociales. Estas desigualdades se superponen y suman en el caso de
las mujeres que además de su condición de género son indígenas, trabajadoras y
transnacionales.

Como lo ha señalado Rosaldo (1995), en los estudios de migración que


simpatizan con los oprimidos, uno puede leer un tono "dramático", especialmente
cuando el tema involucra a las mujeres. Este ensayo pretende alejarse de esta
preferencia literaria, y compartir con el lector el estilo más bien picaresco y en
ocasiones "épico" de las narraciones de vida de mujeres jóvenes, que viven en
diversos puntos de las comunidades transnacionales y se han dado a la tarea de
cambiar las relaciones de desigualdad que las circundan. En este escrito, me apoyaré
en las historias de vida de dos mujeres mixtecas para mostrar cómo un cambio en los
sentimientos de estas mujeres, jugó un papel importante en la transformación de su
comunidad.

Quisiera de antemano aclarar dos puntos que podrían llevar a malas


interpretaciones de este trabajo:

El primero de ellos tiene que ver con el riesgo que conlleva hablar de
sentimientos cuando se refiere uno a mujeres e indígenas, ya que fácilmente podría
alimentarse aquella visión que argumenta que los indígenas y las mujeres no actúan
con la "razón" sino con los sentimientos 3.

En las páginas que siguen propondré que la entreveración entre sentimientos y


argumentos no son privativos de las mujeres e indígenas como grupos subordinados.
Mi propuesta es que las estructuras de poder (ya sean tradicionales, o de las
instituciones del estado) para ejercer la "gobernabilidad", requieren de un régimen
sentimental (por ejemplo un régimen de terror). Así, aunque el estado moderno se
proponga como racional, su legitimación requiere de imponer un orden de los

3
sentimientos. En los casos que describiré más adelante, los sentimientos de las
mujeres que fueron calificados como "inapropiados" desde la perspectiva masculina,
eran el resultado de la apropiación del pensamiento racional por parte de las
mujeres (a través de la escuela) y los sentimientos que iban asociados a ésta (el amor
romántico y el respeto). De ahí que use en las páginas que siguen la palabra
(in)apropiado con el prefijo "in" entre paréntesis para referirme a los sentimientos
apropiados por las mujeres y que siendo considerados inadecuados en el contexto del
régimen de sentimientos imperante, formaron parte del conjunto del cambio social y/o
de la resistencia de las mujeres al orden imperante.

El segundo punto que deseo proponer es que en los regímenes de poder


androcéntricos en los que viven las mujeres que describiremos más adelante existe lo
que podríamos definir como una “contienda de sentimientos”. Para algunos, cuando
ejercen el poder, los sentimientos son invisibles (como quienes creen que actúan en un
régimen objetivo orientado por la razón y no por subjetividades como los sentimientos)
y por ende les resulta también invisible la contienda de los sentimientos. En otros
casos, la estructura de sentimientos sí es visible pero aparece como organizada y bajo
control por estar ritualizada. También para éstos últimos la contienda de los
sentimientos resulta imperceptible.

Llámese "razón" o "respeto", la ritualización del poder lleva asociadas fórmulas


hegemónicas de sentimientos y cuando se generan sentimientos inapropiados, estas
fórmulas hegemónicas son disputadas. En otras palabras, cuando las mujeres
movilizan sentimientos inapropiados dentro de un régimen sentimental existente, se
genera una contienda de sentimientos. Esta contienda, pienso yo, es parte
consustancial del un cambio social. Es decir, no es que las mujeres movilicen
sentimientos en contra de "las razones" hegemónicas, sino que "la razón" no puede
ser diferenciada del régimen sentimental en que se reproduce. Si negáramos esta
realidad, no podríamos ver la contienda de sentimientos que se libra bajo el duelo de
las razones.

4
Las historias de vida que expondré más adelante son las historias de dos
mujeres mixtecas. Una de ellas, a quién entrevisté cuando ella tenía 32 años de edad,
desde su población en Oaxaca movilizó el "amor" como un sentimiento (in)apropiado
en su comunidad gobernada por el "respeto"; la otra, con una historia de vida urbana
que transcurre entre Mexicali y Los Angeles, antes de cumplir 25 años de edad
movilizó el "respeto" hacia las mujeres y el "enojo" como sentimientos
transformadores.

REGIMENES DE SENTIMIENTOS Y CIUDADANIA TRANSNACIONAL.

En México han sido identificados varios sentimientos consustanciales a la


construcción contemporánea de la nación. La nación mexicana se ha sustentado
sobre un régimen sentimental “melancólico” (Bartra 1987) y amoroso. Este último,
ha sido un sentimiento en torno al cual se articulan los discursos en que se desarrolla
la vida de la nación, la familia y la feminidad “modernas”. El amor es un tropo que
media entre discursos a la vez que los articula a su interior. Esto lo vemos en el uso de
la imagen de la virgen de Guadalupe como uno de los íconos en torno al cual se
galvaniza el amor patrio, se inspira el amor filio-materno, y se define una forma de
feminidad.

Sin embargo, podemos decir (parafraseando a Bruno Latour ) que nunca


hemos sido “modernos”. Nunca se ha concretado completamente en nuestro país el
concepto de nación “moderna”, ya que muchos sectores del país han quedado afuera
de la definición misma de nación. Uno de los sectores más importantes que quedaron
fuera de la definición de nación ha sido sin duda el sector indígena. No solamente ha
sido éste un proyecto inconcluso, sino inconcluíble, pues por definición “la nación
mexicana” ha sido una fórmula excluyente. Puede observarse ésto en la lectura de los
textos clásicos, que resumen la idea de nación mexicana (Vasconcelos: 199?) En ellos
se planteaba que hay que dejar de ser indígena para pertenecer a la nación cuya

5
cultura era la “mestiza”, y como lo ha observado perspicazmente Mónica Cinco a
algunos sectores de la población mexicana explícitamente se les negaba incluso la
posibilidad de mestizarse –como en el caso de los mexicanos de origen chino (Cinco
1999).

Así, no en todos lados ha operado el discurso de nación ni el amor romántico


como régimen sentimental dominante. En particular, en las comunidades indígenas
del país, ha destacado el “respeto” por sobre el amor como fórmula sentimental de
gobierno.

Las comunidades indígenas a las cuales nos referiremos en las páginas que
siguen han retado a la nación trascendiéndola más allá de sus fronteras. Irónicamente,
como mostrará uno de los casos que describiremos, la tras-nacionalización de la
comunidad, se ha sustentado sentimentalmente en el afloramiento del amor
romántico. El amor ha sido el cemento de la pareja distanciada, de la familia dispersa
en el espacio y de la comunidad desterritorializada, y cuanto más le permite el amor
a la comunidad desterritorializarse, menos nacional es la comunidad.

Las poblaciones de San Miguel Aguacates y San Juan Mixtepec en Oaxaca han
estado controladas por un sistema caciquil que se conecta con grupos de poder a nivel
regional y estatal (Besserer 1999). Ahí, en Oaxaca, el “respeto” fue el régimen de
sentimientos que subyacía al ejercicio político de unos pocos. Pero como planteába
antes, los sanmiguelenses y sanjuanenses viven y transitan adicionalmente, por otros
espacios sociales, como los condados del valle de San Joaquín en California EEUU,
donde se estructuran otras formas del poder que se sustentan en regímenes
sentimentales permeados por la economía política del racismo y el miedo.

En estos espacios complejos de la vida trasnacional, las mujeres migrantes


atraviesan por diversos sistemas políticos y sus respectivos órdenes sentimentalese,
mismos que acotan sus derechos políticos y ciudadanos. Inmersas en regímenes

6
varios de respeto (respectivamente irrespeto), de miedo, etc., su ciudadanía, es
restringida por su doble condición: transmigrante y mujer.

En la literatura sobre ciudadanía destacan varias etapas en las que el concepto


de ciudadanía fue comprehendiendo mayor numero de derechos y se refirió a nuevas
condiciones sociales. Así, se habló antes de la ciudadanía social, la política, la cultural
y hoy se discute el problema de la ciudadanía transnacional. Dentro de esta última
etapa encontramos varias posiciones: algunos teóricos enfatizan en la condición
cultural de los migrantes y sugieren la necesidad de una “ciudadanía multicultural”
(Kymlicka 1999), otros han hecho énfasis en el surgimiento de instituciones supra- o
post- nacionales lo que propone la posibilidad de una ciudadanía que trascienda a la
nación (Soysal 1999). Entre tanto, la literatura feminista ha hecho contribuciones
importantes al entendimiento del carácter androcéntrico de la ciudadanía y ha criticado
la idea de una ciudadanía comprehensiva, y proponen diferenciación entre las
ciudadanías (Young 1999).

En la discusión sobre la ciudadanía transnacional, se he enfatizado entonces en


el estudio de la cultura, la identidad y la condición de género, pero, no se ha explorado
el ámbito de los sentimientos en la construcción (y respectivamente limitación) de la
ciudadanía en un contexto transnacional. En este trabajo intento explorar la vertiente
entre transnacionalidad y sentimientos y en particular, el papel que pueden jugar las
mujeres en la subversión de los regímenes sentimentales; subversión que es necesaria
para la construcción de una nueva ciudadanía. Las contiendas de las mujeres,
sostengo, han allanado el camino hacia una nueva ciudadanía transnacional. El riesgo
es que la dinámica de integración de regiones a escala continental (Comunidad
Europea, TCL, etc.) subsuma el esfuerzo de las mujeres dentro de un nuevo orden
sentimental transnacional (como la “nostalgia”, régimen sentimental que subyace al
nuevo concepto bajo el cual la nación Mexicana se mira a sí misma como una
“diáspora”) dejando así la discusión en el ámbito de la nacionalidad y fuera de la
discusión sobre la ciudadanía de los transmigrantes y sus derechos políticos.

7
En las páginas que siguen veremos algunas estampas de la vida de dos
mujeres que desafían las diversas estructuras de sentimientos que rigen en los
espacios políticos que articula su comunidad transnacionalizada, y contribuyen de
manera importante a la construcción de nuevos órdenes de sentimientos que pueden
ser la base de una nueva ciudadanía transnacional.

LA SUBVERSION DEL ORDEN SENTIMENTAL.

Cuando hablamos de las comunidades de San Juan Mixtepec y de San Miguel


Aguacates podría afirmarse que, el respeto, el amor y el enojo son parte del
cemento social que mantiene sus instituciones. La iglesia conmina a la población a
actuar por amor, acudir a las celebraciones religiosas por amor, y a las mujeres les
llama a actuar, por amor (tal como lo hizo la virgen María). El "respeto" es el cemento
que une a los compadres en todo tipo de rituales, la máxima expresión de ésto es "El
Parangón" que es una sofisticada fórmula discursiva para mostrar el "respeto" entre
los futuros encompadrados. E incluso el "enojo" puede ser ritualizado, en particular en
el contexto de las celebraciones festivas: Las mamalenchas (que son siempre hombres
vestidos de mujer que participan en las danzas) o los chilolos que participan en las
celebraciones del Carnaval , pueden enojarse hasta los golpes.

Pero cuando hablamos del "respeto", el "amor" y el "enojo" puede


diferenciarse entre el sentimiento y la ritualización del mismo. Más aún, como lo
señala Appadurai (1990), frecuentemente la "dramatización social" de los sentimientos
y los sentimientos mismos experimentados en ese momento por las personas, sean
éstas actores o espectadores del drama, pueden no coincidir.

Por ejemplo, la dramatización del "respeto" puede encerrar "temor" por parte de
ese actor que juega un papel subordinado en la dramatización. A veces, el ritual del

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"respeto" puede encerrar humillación como en las ocasiones en las que el parangón
se transforma en un duelo de palabras entre los encompadrantes donde uno de los
dos termina humillado por el otro.

En esta misma línea de pensamiento, podemos advertir, que la ritualización


religiosa del "amor" católico durante la celebración del matrimonio, no corresponde
necesariamente a los sentimientos de aquellas mujeres indígenas que inician una
relación conyugal por respeto a la decisión de sus mayores y sin conocer realmente a
los hombres con los que unirán sus vidas en una relación de respeto y no de amor.

También el "enojo" ritualizado no se relaciona siempre con la "ira" como


sentimiento. El enojo, cuando es experimentado por las mujeres, puede incluso ser
considerado un síntoma de enfermedad, y como en el caso del "coraje" puede ser un
sentimiento inadecuado que cause incluso la muerte 4.

Entonces, el amor, el enojo y el respeto dramatizados socialmente, no siempre


van aparejados al amor, el enojo y el respeto como sentimientos. Más aún, los
sentimientos experimentados pueden estar en oposición al orden sentimental
ritualizado, constituyéndose en sentimientos (in)apropiados.

Por ejemplo, entre las mujeres mixtecas, es frecuente que se "pida" a las
mujeres en matrimonio al rededor de sus 12 años de edad. No acceder a la indicación
de los padres de que deben casarse con tal o cual persona, puede ser considerado
una "falta de respeto". Cuando una mujer en vez de actuar con timidez y respeto hacia
sus padres, resuelve no aceptar casarse con la persona que se le indica, y en vez de
ello decide optar por elegir a un compañero por amor, éste resulta un sentimiento
(in)apropiado.

También, una mujer que logra un sentimiento de respeto de la comunidad hacia


ella, genera un sentimiento que rompe con el monopolio que los hombres han tenido

9
en los papeles de ritualización del respeto. Este sentimiento en la comunidad se
convierte también en un sentimiento (in)apropiado.

Lo mismo puede decirse para el "enojo" que justifica las acciones de violencia
doméstica y extra-doméstica de los hombres. Este mismo sentimiento no es justificable
cuando es expresado por las mujeres a las que se les advierte que el enojo puede ser
una condición de enfermedad, ya que el "enojo", "coraje" o "muina" puede ser
concebido como el origen de ataques, suspensión del flujo lácteo en mujeres que
amamantan, del empacho de bilis y hasta el aborto.

En otras palabras, en los casos mencionados, cuando las mujeres despiertan el


sentimiento de respeto, cuando son agentes del enojo, y cuando argumentan actuar
por amor, éstos se transforman en sentimientos que pueden subvertir el orden
sentimental de la comunidad.

A continuación mostraré dos casos donde en la contienda de sentimientos, dos


mujeres subvierten el orden sentimental de su comunidad:

Primero presentaré el caso de la maestra Ana, quién opone el recientemente


apropiado sentimiento de "amor romántico", a la andro-céntrica fórmula de respeto
comunitario. En este caso, la fórmula amor-democracia convergen en el reclamo de un
derecho a "elegir" en una población donde los matrimonios y los puestos de gobierno
comunitario habían sido decididos por "designación" en un “régimen de respeto”.

En segundo lugar, presentaré el caso de Teresa que vive en los Estados


Unidos en un complicado sistema de opresión sentimental, donde los hombres
mixtecos no respetan a la mujer mixteca, donde la mujer mixteca es humillada por
mexicanos y chicanos, y donde la policía y los jefes habían impuesto un régimen de
sentimientos que le hacía vivir con "vergüenza". Teresa, quién al igual que Ana
cuestiona la violencia doméstica, logra el respeto de la comunidad y les cohesiona al

10
rededor de un sentimiento (in)apropiado: el enojo.

ANA: AMOR Y DEMOCRACIA.


Ana nació en la población de San Juan Mixtepec. Siempre ha sido rebelde nos
dijo. Le gustaba desde chica la carne y le pegaba a los niños en la escuela. Trabajó en
el servicio doméstico en una casa en Guadalajara, y después participó en el
movimiento por la construcción de la secundaria en el pueblo y al emplearse como
maestra apoyó la lucha magisterial de su sección en el estado hasta venir a México a
movilizaciones sindicales. Casada con un migrante, ella misma nunca ha viajado a los
Estados Unidos.
Mi mamá no sabe español. No sabe escribir, no sabe leer, no
sabe nada completamente. Pero mi mamá tiene más idea que mi papá.
(...) Las cosas que piensa son de verdad, ella dice: 'así tiene que ser'.
Anteriormente, la autoridad dijo que era obligatorio ir a la escuela.
Mi papá se puso celoso y no nos dejó ir a la escuela. Era su idea que uno
podía estar en riesgo. (...) Mi papá no le dio dinero a mi mamá para que
fuéramos a la escuela. Mi mamá vendía huevos, pollos, para
sostenernos. Mi papá trataba muy mal a mi mamá. Le pegaba mucho
cuando estaba borracho.
Ellos se pusieron furiosos cuando les dije que me iba a casar con
el que ahora es mi esposo. Yo lo conocía desde chica de la escuela. El
había estado cuatro años en los Estados Unidos. Se fue y luego volvió.
Mi mamá no conocía a mi papá cuando se casaron. Mi papá la
conocía a ella pero sólo de lejos. El no la enamoró. Mi mamá no conocía
a mi papá.
Fue muy difícil convencer a mi papá. Yo le dije: "yo lo quiero a él,
yo deveras lo amo".
Antes, las mujeres no podían ir a las asambleas generales del
pueblo. Pero ahora es diferente. Y si los hombres me ven extraño, no me
importa, mientras viva feliz con mi marido, no es asunto suyo.
Desde la secundaria, las mujeres participan en la política. Ahí las
mujeres participaron mucho. "Ya es demasiado lo que los caciques nos
han hecho".
Aquí, muchas parejas se han dejado. Se van con las americanas y
muchas veces ya no regresan (...). Que despreciables son esos hombres.
-)Cómo te fuiste a casar con esa clase de mosca? Les digo a algunas
mujeres.
-Porque no lo conocía, mi mamá y mi papá son los responsables de todo
ésto.
Se habían casado sin conocerse.
11
Yo también he participado en el movimiento magisterial. He ido a
las marchas, mitines, huelgas de hambre, porque queremos la
democracia.
Pero a veces le digo a mi esposo: "Tu trabajo en la política está bien,
pero lo que mantiene junta a la comunidad son las cosas que hemos
hecho, no solamente las promesas o las palabras." Yo le digo: "Si quieres
las democracias, aquí tenemos la casa, aquí hay que hacer la
democracia."

Hasta aproximadamente 1970 la manera más común de establecer el


matrimonio en San Juan Mixtepec, era que los padres arreglaban el matrimonio de sus
hijos cuando éstos tenían una corta edad. Las niñas eran entregadas a la familia de
los futuros esposos y sólo varios años después se mudaban a un hogar propio.

Muchas de las narrativas de vida que recabé en Mixtepec hablan de cómo las
mujeres eran golpeadas por sus maridos. El tema de la violencia doméstica surge
frecuentemente cuando se habla de la introducción de la escuela en el municipio, fuera
ésta la escuela primaria en los años 1960, o la secundaria en los 1970. Fueron
frecuentemente esposas golpeadas las que decidieron enviar a sus hijos e hijas a la
escuela incluso en contra de la opinión de los padres.

La construcción de la escuela secundaria en el municipio introdujo un cambio


importante en la comunidad. La narrativa de Ana, una mujer que actualmente es
maestra en el municipio, explica con claridad cómo junto con la escuela y la militancia
de los y las jóvenes en la defensa del proyecto educativo, llegó el amor romántico.

Fue a partir de ésta época que los niños y las niñas se empezaron a tratar y
conocer en la escuela y algunos, como en el caso de Ana, decidieron casarse aún en
contra de la voluntad de sus padres quienes preferían los arreglos matrimoniales.

Los jóvenes dicen haber escogido la nueva vía hacia el matrimonio porque
estaban enamorados. Y es que el sentimiento de amor requirió de un nuevo concepto

12
de persona en la población, a saber, la persona con elección. Un componente
necesario en el amor y en la democracia, que no era constitutivo de la población antes
de los años 1960.

El amor parece ser un sentimiento que articula de una nueva manera a la


comunidad de Mixtepec. Es un nuevo código de sentimientos que media entre la nueva
persona, la familia y la estructura de la sociedad.

El controvertido David Schneider proponía que el amor en los Estados Unidos,


aparece como un sentimiento que une a la familia y a la nación "con solidaridad difusa
y perdurable" (1969). Pero en el caso de Mixtepec el amor parece complicarse en una
paradoja siendo a la vez el nuevo sentimiento que une a la familia y el cemento que
afectivo que enlaza a la comunidad cuando ésta rebasa a la nación (o se
transnacionaliza).

Resulta que la construcción de la secundaria, se dio en un período en que se


aceleró la migración de la comunidad por haberse cerrado una mina que había dado
trabajo en el municipio a miles de trabajadores. La migración a los Estados Unidos
aumentó y las mujeres que se quedaron empezaron a jugar un papel más activo en la
vida del municipio. En este contexto, Ana describe los lazos de la comunidad
extendida como cimentados en las relaciones amorosas de las parejas que aunque
separadas se aman en contraposición a aquellas parejas que separadas por la
migración se dejan por no haberse elegido mutuamente. Así, los lazos amorosos que
unen a la familia son a su vez la mediación que sostiene a una comunidad que viola los
límites del estado-nación moderno.

En la narrativa de Ana, el carácter histórico de los sentimientos amorosos


aparece con claridad. El sentimiento de amor parece competir con el respeto como
mediador ente persona y comunidad. Los años 1970 fueron el escenario de esta
contienda de emociones que permeaba al sistema político y al parentesco. Mientras

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que anteriormente el respeto solía ser el cemento afectivo que informaba la selección
de personas para los cargos comunitarios, y articulaba la relación entre padres e hijos
así como entre esposos; ahora el amor parecía empezar a mediar en la relación de las
familias distanciadas, y compartía con la democracia el acto de la elección como
principio de la pareja y de participación política en la comunidad.

TERESA: ENOJO Y RESPETO.


Teresa nació siendo parte de la comunidad transnacionalizada de San Miguel
Aguacates que vive en Mexicali Baja California Norte. A temprana edad, sus padres se
mudaron a Tijuana, donde, bajo el cuidado de su abuela vendía chicles y pedía dinero
en la Calle.

Antes de los doce años su familia se mudó nuevamente a la población de


Farmersville en California. Ahí entró por primera vez a la escuela primaria donde
aprendió el español y el inglés. Fue la primera persona de San Miguel Transnacional
que terminó el "Highschool" (bachillerato).

Terminando la escuela se mudó a Los Angeles, donde consiguió un empleo


como secretaria en una oficina de abogados.

Respeto y violencia de género.


A sus doce años de edad, miembros de la comunidad de San Miguel en
Farmersville California, la fueron a pedir en casamiento.

- Me lavaron el cerebro los mayores -dice ella-, porque siempre llaman a los
mayores a que vayan a hablar con la muchacha para aconsejarla .

El compromiso se rompió, pero fue un proceso difícil para Teresa. Ella no quería
casarse, ) pero como decir que no? )Como faltarle al "respeto" a sus mayores?

14
Ella explica en las siguientes palabras sus razones para no querer establecer el
compromiso matrimonial:
-"No es que no quisiera casarme con un paisano, sino que yo no quiero vivir esa
vida. De niña ya sufrí, para volver a sufrir otra vez, eso no lo quiero para mí.
(Las mujeres) se levantan como a las tres o cuatro de la mañana, a hacer el
lonche para ir a trabajar, a veces el marido las maltrata, empiezan a tener hijos
y aún embarazadas van a trabajar. Y a mí eso no me gustó.

Teresa nos muestra la convivencia entre el "respeto" como una práctica entre
los hombres y hacia los hombres, y el maltrato hacia las mujeres. Podemos afirmar
que el respeto en la comunidad, no es un antídoto contra el maltrato doméstico
precisamente porque en la ritualización del respeto no impera el respeto como
sentimiento. El respeto frecuentemente encierra temor y humillación. El "respeto" y el
abuso no se excluyen mutuamente.

Vergüenza y respeto (in) apropiado.

Al sentimiento imperante entre las mujeres indígenas por no ser respetada,


Teresa le nombra "vergüenza" y es el resultado de vivir la constante humillación. Su
narrativa nos muestra como la niña y la mujer mixtecas viven la "falta de respeto"
como una situación que se reitera y profundiza dada su condición múltiple de
subordinación como mujer, indígena, mexicana, rural y finalmente por la pobreza.

-Mi percepción de la humillación empezó -dice Teresa- en las calles de Tijuana


en donde me nombraban María con desprecio.

Cuando llegó a la escuela en Farmersville sus compañeras mestizas -o


"mexicanas" como les dicen los mixtecos- le nombraban "oaxaquita" despectivamente.
Los chicanos la ofendían nombrándole "Wetback".

Al terminar Teresa la escuela preparatoria, viaja a los Angeles y se contrata


como secretaria.
-...como alguna gente sueña con trabajar en la Casa Blanca, para mí trabajar en
Mc Donalds era como trabajar en la Casa Blanca. Así pensaba yo, porque a mi
15
se me hacía algo muy imposible... Según el modo en que yo crecí era que tenía
que trabajar en el campo..."

Pronto regresa a Farmersville donde los hombres adultos, al verla llegar en un


carro recién comprado en la agencia, con un empleo urbano bien pagado... es decir,
con aquellas cosas que a un hombre le harían ganar respeto entre los demás hombres,
empieza ella misma a ser tratada con respeto.

Pese a que Teresa ganó el respeto de los hombres de su comunidad, se dio


pronto cuenta que la humillación no había cesado. Teresa describe de la siguiente
forma el orden sentimental al interior de las oficias de los Angeles y Farmersville :

-Yo miré que los ejecutivos de los Angeles se creían mucho y siempre querían
pisotear a las que son secretarias, quieren así como que si no fueran nada. No
me gustó y me salí porque no quería lo mismo otra vez. Yo llegó aquí, (a
Farmersville) siendo secretaria pero aún así no puedo lograr el respeto porque
al llegar aquí me dijeron "tu necesitas un degree para ser receptionist, un
bachelors degree o cinco años de experiencia". Pero no, esta gente que se
crece en el condado de Tulare son muy racistas todavía. Por eso dije "no, mejor
me regreso para Los Angeles".

La violencia institucionalizada y el "enojo" (in)apropiado.

El 5 de noviembre de 1993, entró la policía a un complejo habitacional en


Farmersville con la excusa de estar persiguiendo a un delincuente. Era parte de una
redada en la que la policía pidió los papeles de migración a los mixtecos y empezaron
a detener a aquellos que no pudieron comprobar su estancia legal en el país. La
redada se dio con lujo de violencia, arrestando, entre otros, a varios estudiantes
mixtecos de la preparatoria.

Teresa comenta que como resultado del operativo, la abuela se despertó

16
sorpresivamente y enfermó de "susto", para morir un mes y medio después en el
Hospital.

Para aquel entonces, Teresa había entrado a estudiar en la universidad en el


California State College de Fresno y narra así sus sentimientos:

-... que nos vamos a Farmersville a ver lo que sucedió. Ya llegamos allá. Se
habían llevado a un primo mío, y la policía se llevo a un muchacho, a un
estudiante. Me enojé mucho cuando supe que era un estudiante.

Con sus estudios, Teresa había ganado el sentimiento inapropiado de respeto


de los hombres hacia ella, transformando así el orden sentimental de la comunidad.
Ahora, el sentimiento (in)apropiado de enojo de una mujer indígena frente a la violencia
institucionalizada le ayudó a hacer comunidad más allá de los linderos étnicos y
nacionales que habían sido antes construidos con un orden mantenido por la
humillación constante.

Empezó por convocar a los estudiantes chicanos organizados en MECHA,


acudió a la radio en Fresno y visitó casa por casa en Farmersville para organizar una
manifestación en contra de la policía. El enojo, un sentimiento (in)apropiado para los
mixtecos en Estados Unidos conformó una nueva comunidad de sentimientos.

Cuando la manifestación se dispersaba, la policía empezó una provocación:

-La policía los empezó a empujar. Y yo le dije "Hey! Que estás haciendo? ..." Y
me estaba amenazando que por qué hice eso, que "...vas a ver..." y que me
iban a golpear, era lo que me estaba diciendo. Y antes de que bajara del bus
me dijo "wettback". Yo también no se que le dije, porque se lo regresé para
atrás. "

Cuando Teresa fue trasladada rumbo a la estación de policía, para ser detenida.
El policía que conducía la patrulla, mostrando sorpresa por el comportamiento
(in)apropiado de Teresa y la manera en que subvertía el orden interno de la policía,

17
comentó (en palabras de Teresa)..

-Es cierto que les pegaste?


-No, qué le voy a pegar al policía. Es un mentiroso. Yo soy mujer, qué le voy a
estar pegando. Fue él... como es tan gallina...
-Si, si yo sé que ese policía nada más está ahí sintiéndose el hero, nada más
para agarrar fama porque todo esto paso en Farmersville"...

Comunidad transnacional y subversión del orden de sentimientos.


Aunque fue dejada en libertad unos días después de su detención, el proceso
de Teresa continuó varios meses.

-Mi generación... en un tiempo nos avergonzábamos de ser indios o ser


oaxaqueños. Teníamos vergüenza. Era una humillación muy grande para
nosotros.

Pero después de la movilización, la población mixteca de Farmersville se


organizó y formó el comité Unidad y Justicia, del que Teresa fue nombrada presidenta.
Inmediatamente, el comité inició una demanda en contra de la policía del condado. La
nueva organización estaba asentada en una nueva estructura de sentimientos que
permitía una nueva expresión de la comunidad: El enojo había sustituido a la
vergüenza. El respeto hacia las mujeres había abierto la posibilidad de una nueva
condición ciudadana de los mixtecos de San Miguel en California.

Cuando su abuela murió, Teresa acompañó a su familia a enterrarla a San


Miguel Aguacates en Oaxaca. Teresa nos platica lo que vio allá:

-(Las mujeres) de mi pueblo, ni siquiera le levantan la voz al marido. Pero


algunas decían "mira, mi prima es cabrona, no se deja". Y yo oía como muchas
me apoyan. Y al mismo tiempo, lo que yo hice les está abriendo la puerta a más
muchachas para que sigan adelante con el estudio y que no se queden atrás.

CONCLUSIONES
Desde mi punto de vista, uno de los motivos por los que cobra importancia el

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estudio de la contienda de sentimientos en las comunidades transnacionales radica en
el hecho de que hoy en día vivimos una rápida transformación de las estructuras
hegemónicas de sentimientos.

En el contexto de las elecciones del año 2000, nuevos "sentimientos"


nacionalistas y/o regionalistas son movilizados por las oficinas de los gobiernos de los
estados y el gobierno federal mexicanos, tanto en los Estados Unidos como en las
poblaciones indígenas en Oaxaca. La organización de este nuevo régimen sentimental
es un componente fundamental en el proceso de reconfiguración del estado mexicano.
Por un lado se apela a los sentimientos de los mexicanos en California para que
participe en la construcción de una nueva nación mexicana diaspórica, y por el otro
lado se apela a los indígenas en México para que participen en el nuevo Federalismo.

Mi propuesta es que existe un cambio muy importante en las comunidades


transnacionales mixtecas del cual la subversión del orden sentimental es una parte
central. El amor romántico, el enojo de las mujeres y el sentimiento de respeto hacia
las mujeres, no eran sentimientos propios del orden sentimental hegemónico, de sus
comunidades y de los países en los que residen. La apropiación de estos sentimientos
por las mujeres ha iniciado un cambio político en las comunidades: Se han construido
puentes entre el amor y la democracia a través de la práctica de la elección. El enojo
ha sido un tropo que ha tejido la mediación entre las mujeres y sus comunidades
transnacionales, ambas sobrecogidas antes por la vergüenza. Estos cambios pueden
ser el sustrato sentimental de un nuevo orden político. Los sentimientos inapropiados
de la mujer migrante son, a mi parecer, una pieza clave en la lucha por una nueva
ciudadanía.

En los casos que describimos, la lucha afectiva que se da desde posiciones de


subalternidad como la de las mujeres, genera cambios en el orden sentimental
hegemónico. Pero estos cambios suceden como hemos visto, al mismo tiempo que
se da un cambio en el régimen sentimental más amplio movilizados por el nuevo

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discursos del estado mexicano en torno al concepto de nación y ciudadanía. El reto
que queda consiste en saber si en la contienda con los nuevos discursos y
sentimientos hegemónicos (como la "nostalgia" que intenta imponerse sobre la
comunidad mexicana en el extranjero para construir la nueva nacionalidad diaspórica
mexicana), los sentimientos (in)apropiados de las mujeres lograrán sostenerse como
un componente de cambio, o si serán domesticados en el contexto de un nuevo orden
sentimental.

Mientras que la construcción del nuevo orden sentimental por parte del estado
mexicano está vinculado a la formulación de una nueva definición de nacionalidad, la
contienda sentimental de las mujeres migrantes se orienta más bien, hacia la
consecución de derechos ciudadanos. Ni el estado mexicano ni el estadounidense
están de acuerdo en construir una nueva noción de ciudadanía acorde con la
experiencia de vida de los miembros de comunidades transmigrantes.

Los dos casos que hemos analizado demuestran la necesidad de integrar al


debate sobre nacionalidad y ciudadanía transnacional, la dimensión afectiva del
problema, el de los regímenes de sentimientos. Iris Young probablemente esté en lo
correcto al plantear que las mujeres requieren de una ciudadanía especial, pues el
concepto de ciudadanía general es androcéntrico. Pero esta ciudadanía seguramente
tendrá que ser transnacional, pues este es el carácter de los nuevos regímenes de
sentimientos que se empiezan a conformar tras el concepto de “nación diaspórica”. El
riesgo del planteamiento de la “ciudadanía transnacional como ha sido manejado hasta
ahora es que se reduzca a la diversidad cultural de un sitio acotado (como la
ciudadanía multicultural de Kymlica), o que dependa del desarrollo del estado (el
nuevo estado post-nacional como lo nomvra Soysal) la consecusión de la ciudadanía y
los términos de la misma. La contienda por un nuevo orden de sentimientos parece
mostrarnos la posibilidad de una ciudadanía des-territorializada, que emane “desde
abajo”, desde los ciudadanos.

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Los casos descritos son sólo dos en la contienda sentimental en la que muchas
mujeres minan el poder silencioso de los regímenes de sentimientos hegemónicos.
Pero estos casos son un ejemplo de cómo se construye cotidianamente un nuevo
orden alternativo con sentimientos (in)apropiados como el coraje, el respeto por la
mujer y el amor, lo que conforma un paso necesario en el camino hacia una nueva
ciudadanía.

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1..Para una revisión de las teorías sobre la transnacionalidad y diversas


definiciones de "comunidad transnacional" puede consultarse Besserer (1999).
2.. Para una aproximación feminista y antropológica de los sentimientos pueden
consultarse Rosaldo (1991), Abu-Lughod (1990)y el excelente texto de Jaggar (1989).
3..De este riesgo nos previene Jaggar en su interesante artículo (1989) en el que
además discute el papel de los sentimientos en la construcción del pensamiento
"objetivo".
4..Para un ejemplo del papel inapropiado del enojo de las mujeres en el contexto del
trabajo asalariado véase Martin (1992).

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