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Positivismo y el concepto de progreso

Por Paula Milena Pérez Motta

Introducción

La apropiación del positivismo latinoamericano va más allá de la falta de originalidad


en la pugna entre el ideal unitario y el modelo federal; Abarca realidades materiales en
conflicto, como la era de las constituciones de los estados/naciones y las realidades de la
opresión. La integración disruptiva servirá como función de la clase dominante para justificar
el sistema económico y los proyectos de país que quiere construir. Desde este punto de vista
ideológico, el sujeto latinoamericano se convirtió en una barrera para el acceso de la
burguesía a la modernidad quedando fuera de los proyectos de país, creando así formas de
exclusión que aún hoy existen.

En el ámbito educativo, el positivismo fue asumido como una herramienta optimista


que confiaba firmemente en la capacidad creativa del hombre: su pensamiento, su cultura,
educación, ciencia, desarrollo y progreso industrial. Aliada del liberalismo dónde la mayoría
de los pueblos buscaban liberarse del colonialismo español llevando entonces al rompimiento
de un nuevo paradigma donde constantemente se encontraban las luchas entre las oligarquías
retrógradas y una naciente burguesía nacional.

¿Cómo influyó el positivismo en el concepto de progreso en los pueblos


latinoamericanos?

Se reconoce al positivismo como un producto de la modernidad europea en la era del


progreso científico, sólo puede decirse que América Latina asimiló esta corriente en forma de
ideología encontrando en ella, por parte de la intelectualidad colonizada la liberación política
de la metrópolis. Entender el positivismo como una ideología tiene que ver con las categorías
establecidas por Karl Marx, las cuales, al tener estas categorías significados diferentes, nos
permiten rechazar la posición de la ideología como un sistema de pensamiento que el propio
marxismo creía que existía. Entender que el positivismo ideológicamente es una expresión de
una época concreta y que hay una relación estructural profunda que se trata de ocultar.

Antes de analizar el concepto real de lo que significa ideología y cómo funciona, se


puede ver el papel de la ideología como positivista en el proceso de descifrar la estructura de
su apariencia.

La función de la ideología se caracteriza por el uso de temas raciales, climáticos y


evolutivos para encubrir el subdesarrollo de América Latina producto de ciertos sistemas
sociales, como el capitalismo, que divide el mundo en centros que absorben riqueza y su
periferia. Un lugar donde la pobreza se absorbe por el pueblo y la riqueza va al estado central
y las clases dominantes. En mi observación, la ideología actúa como un disfraz de las
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relaciones estructurales que dan lugar a lo que la ideología apoya en los factores, que en
última instancia, justifican el orden actual y sus formas de exclusión.

Si ahondamos en la ideología y sus orígenes, en una sociedad dividida en


explotadores y explotados, es necesario esclarecer el proceso por el cual la ideología expresa
la forma en que se divide la sociedad.

La ideología es una manifestación inmaterial de las relaciones materiales relacionadas


con las formas de producción y reproducción de la vida, no sólo de carácter económico. En
una sociedad dividida en clases como el capitalismo, las relaciones materiales serán
asimétricas. Un sector minoritario posee los medios necesarios la reproducción y producción,
y dónde la mayoría sólo puede lograr ser fuerza de trabajo. En una relación de poder
asimétrica que le permite continuar con su vida personal y familiar. La ideología será una
forma de enmascarar esta realidad para que la ideología de la clase dominante domine en el
resto de la sociedad indicando una falsa creencia o conciencia.

El positivismo funcionará como una ideología dual. Esto porque en los países
centrales funcionará como velo y máscara de las relaciones centro-periferia asimétricas, y en
América Latina la ideología positivista funcionará para encontrar el “ser”, que según la visión
europea moderna, no somos parte.

En la segunda mitad del siglo XIX, cuando los países latinoamericanos con períodos
relativamente cortos de independencia política formal se vieron envueltos en constantes
luchas internas entre diferentes modelos y proyectos nacionales, triunfaría la visión de ser
meramente exportador de materias primas e importador de productos terminados.

Ver el positivismo como una forma de ideología que oculta relaciones estructurales
desiguales y vincula estas causas a factores como la raza, el clima, etc. Simplemente pasaron
por alto la verdadera causa del subdesarrollo y así se convirtieron en los introductores de este
positivismo europeo. Esta noción de asimilación "ciega" y posterior diagnóstico del
continente llevó a los positivistas a lidiar con el tema del progreso/retroceso, viendo primero
la "no existencia" de América Latina y luego la "existencia" de América Latina y si estaba
relacionada al atraso ajeno a las condiciones estructurales del sistema capitalista, y creencias
aplicadas sobre la modernidad europea.

El progreso es uno de los elementos más discutidos en los escritos positivistas, y su


relación casi conyugal con la idea de orden, nos lleva a ver directamente que tiene un carácter
netamente teleológico, en el que el desarrollo histórico tiene una finalidad de diferentes
sociedades en desarrollo en el que se pueden observar evoluciones hacia una meta específica.

La idea de progreso era una forma de asimilación de algo ya construido o en


construcción, como la sociedad europea moderna, que se jacta de su validez universal. Esto
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constituye la idea de originalidad del pensamiento positivista latinoamericano y la forma


general de su ideología, que veía los temas indígena y negro como obstáculos al ansiado
progreso, incidiendo en el énfasis en lo que se consideraba desarrollo.

La asimilación y composición del positivismo como ideología no es original, formada


como una teoría del retraso, dejando la idea de copiar algo ajeno a Europa y socavando
ciertas condiciones de la estructura latinoamericana. El positivismo sirve como una
herramienta que los latinos usan para hacer los cambios que sienten que necesitan para
civilizarse.

En este sentido, según Pardo (2006), 3 puntos de convergencia serían aceptados por
todos los positivistas sin objeciones, y todavía tiene algo de vigencia hoy, en el liberalismo y
Neoliberalismo, etc.:

1) La ciencia y la tecnología son consideradas como condición necesaria para la


liberación de los pueblos.

2) Es legal y necesario extrapolar los métodos de las ciencias naturales a las ciencias
humanas.

3) El concepto de progreso social requiere inevitablemente el progreso de la ciencia


y la tecnología en sí.

En el primero, ‘’los problemas sociales exigen análisis, lo cual siempre involucra


actitudes epistémicas, técnicas y métodos para su investigación.’’ (Chambers, 2019, pág 68),
era necesario la incorporación a la nación los avances de la tecnología si ofrecía una nueva
forma para lo que Comte afirmaba, defensa de la soberanía de una nación. Los pueblos
latinoamericanos no lograron escapar de lo que el darwinismo social y la reducción
epistemológica planteaba, sin embargo no compartían la misma tesis racista que derivan de
aquellos postulados y tales diferencias con la metrópolis, sugerían que las mismas podía ser
superadas mediante el perfeccionamiento racial a través del mestizaje.

En el segundo apartado, el método científico usado en las ciencias naturales ha sido


utilizado para mantenernos en un acercamiento más verdadero al conocimiento, por lo tanto
todo conocimiento debe seguir dicho método. La sociología se debe entender como una física
de lo social y como su contraparte newtoniana, es poseedora de una parte estática y una
dinámica, una estudiará una sociedad en un momento dado y la otra la evolución de las
sociedades.

En cuanto al tercer apartado, los positivistas latinoamericanos pretendían lograr una


visión sistémica y con bases materialistas del desarrollo social a partir de los presupuestos
demostrados en la ciencia en cuanto a la evolución de la naturaleza y el desarrollo humano.
Según Comte (1995) en la ley de los tres estados, las sociedades progresan a medida que se
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acercan a un estado positivo, ya que al conocer las leyes científicas se puede predecir algo
con mucha exactitud y así poder actuar conforme a ello de forma acertada. Después de la
revolución industrial, se había transformado la base económica de la sociedad, los viejos
ídolos se habían derrumbado dando paso a un nuevo orden social cuya base intelectual era la
visión científica del mundo y que sea visto como un factor de progreso.

Los positivistas ven a los académicos latinoamericanos desde una perspectiva


histórica, hay más énfasis en geografía, antropología, análisis, sociología, etc. de la realidad
nacional en todos los planos, de acuerdo con los estándares científicos. Por lo tanto,
contribuyeron a nuestra mejor comprensión de Nuestra América. No había aspecto donde el
positivismo no estuviera presente: en actividad científica, política, jurídica, pedagógica, etc.

Josef Kunz plantea:

“El predominio de la filosofía positivista de Comte en la filosofía general


latinoamericana determinó también el carácter de la filosofía del derecho de esa época en
Hispanoamérica. Pero debemos distinguir entre positivismo filosófico y positivismo jurídico.
El positivismo filosófico se caracteriza por despreciar la metafísica contra la que profesa
acentuada hostilidad: por su valoración de la experiencia como fuente exclusiva de
conocimiento, el cual debe basarse tan solo en la observación de los hechos y sobre el
experimento: por limitar el método científico a la vía propia de las ciencias naturales y por su
repudio todas especulación metafísica, que siempre considera carente en absoluto de sustento
científico. El positivismo jurídico, en tanto que reacción contra el largo imperio y las
excesivas pretensiones del iusnaturalismo de los siglos XVII y XVIII, adopta la posición de
afirmar que el único objeto de la ciencia jurídica es el Derecho positivo, el derecho producido
por el hombre, válido tan sólo en un cierto tiempo y en determinado lugar, mientras que el
“Derecho natural” no es en modo alguno Derecho, y, por consiguiente no puede constituir
objeto de ciencia jurídica” (Kunz, 2018, pp 27-28).

El positivismo logró constatar la defensa de la propiedad privada y la acumulación de


riqueza como una condición del progreso, con el darwinismo social pretendían justificar las
razones de una plutocracia a mano de las más hábiles, inteligentes y fuertes dentro de la
sociedad. La defensa de la libertad de culto y junto a las reformas educativas en los gobiernos
donde lograron llegar a ejercer, aunque no todos los positivistas se declararon abiertamente
ateos, la mayoría de sus ideas poseían una construcción libre de pensamientos religiosos y
servían al materialismo filosófico.

Hoy en día se pueden encontrar innumerables deficiencias en aquella filosofía a


diferencia de cuando fue adoptada como último producto del desarrollo de la ciencia y la
filosofía como respuesta a las demandas de la vida política y cultural de Latinoamérica. Se
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debe apreciar mucho sus aciertos y aportes, pero por ningún modo se debe ignorar o
subestimar el lugar del positivismo al definir la filosofía latinoamericana.

Conclusiones

El impacto de las ideas positivistas en Latinoamérica permitieron desarrollar la visión


de lo que sería el progreso en los estados/naciones desde el aspecto de la vida científico,
político, cultural, pedagógica y de la industria, favoreciendo el intercambio de ideas entre los
mismos pensadores positivistas para un mayor entendimiento de nuestro pueblos.

Logró también desligar el pensamiento de creencias, supuestos místicos e ideas


religiosas de los aspectos más importantes de la sociedad, logrando así el establecimiento de
una corriente de pensamiento más enfocada al conocimiento verdadero y racional con valor
teórico.

El impacto del positivismo, aunque lleno de aciertos y desaciertos, trajo consigo un


cambio radical en la forma de desarrollar conocimientos para el avance progresista de las
naciones, aunque muchas de las ideas fueron usadas para justificación de la desventaja en la
propia sociedad, no podemos negar el alcance que tuvo para el mejoramiento de en cuanto al
desarrollo de contenidos en la academia, dejando una huella imborrable en el devenir
intelectual, educativo y en general cultural en Latinoamérica del siglo XIX al XX.

Bibliografía

CHAMBERS, Anthony Paul Epistemología y Política: una crítica de la tesis de la


‘’colonialidad del saber’’ Discusiones filosóficas. Año 20 Nº 34, enero – junio, 2019. pp. 68

GÓMEZ PARDO, Rafael (2006). El positivismo en América Latina en la era de la


globalización. Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, (142), 55-78.

COMTE, A., & Marías, J. (1995). Discurso sobre el espíritu positivo (J. Marías, Ed.).
Altaya

KUNZ, Josef, La filosofía latinoamericana del siglo XX, Editorial Losada. Buenos
Aires. (1951) pp. 27-28.

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