El Faro Encantado

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**El Faro Encantado**

En una costa rocosa, azotada por el viento y las olas del mar, se alzaba un faro solitario
conocido como el Faro Encantado. La leyenda decía que este faro estaba habitado por un
espíritu bondadoso que protegía a los marineros perdidos y les mostraba el camino a casa.

En un pequeño pueblo pesquero cercano, vivía un joven llamado Mateo, cuyo padre había
desaparecido en el mar durante una tormenta hace muchos años. Desde entonces, Mateo
soñaba con encontrar a su padre y llevarlo de vuelta a casa.

Una noche oscura y tormentosa, cuando las olas golpeaban con furia la costa, Mateo
decidió emprender un viaje hacia el Faro Encantado en busca de respuestas. Con el corazón
lleno de esperanza y determinación, se adentró en el tumultuoso mar a bordo de su pequeño
bote.

A medida que se acercaba al faro, una niebla espesa envolvía su embarcación, dificultando
su visión. Pero Mateo continuó remando con valentía, guiado por la luz titilante del faro
que se recortaba contra la oscuridad de la noche.

Finalmente, llegó al pie del faro y amarró su bote a un viejo muelle de madera. Con pasos
temblorosos, ascendió por la escalera de caracol que llevaba al interior del faro, donde una
luz cálida y acogedora lo recibió.

Dentro del faro, Mateo se encontró con el espíritu del faro, una figura etérea envuelta en
una luz dorada. El espíritu le habló con una voz suave y reconfortante, reconociendo el
dolor que había llevado a Mateo hasta allí.

"Buscas respuestas, hijo mío", dijo el espíritu. "Pero a veces, las respuestas que buscamos
están más cerca de lo que pensamos".

Con estas palabras, el espíritu condujo a Mateo a una habitación oculta detrás de una puerta
cubierta de enredaderas. En el centro de la habitación yacía un cofre antiguo adornado con
símbolos náuticos.
Con manos temblorosas, Mateo abrió el cofre y encontró dentro una carta escrita por su
padre. En ella, su padre le contaba sobre su amor por el mar y su deseo de regresar a casa
algún día.

Lleno de emoción y gratitud, Mateo comprendió que, aunque su padre ya no estuviera


físicamente con él, siempre había estado presente en su corazón y en sus sueños. Con la
carta como un tesoro preciado, Mateo regresó a casa con un nuevo sentido de paz y
aceptación.

Desde entonces, el Faro Encantado se convirtió en un símbolo de esperanza y consuelo para


los marineros perdidos y para aquellos que buscaban respuestas en tiempos de
incertidumbre. Y Mateo, con la carta de su padre como su guía, encontró la fuerza para
seguir adelante y navegar hacia un futuro lleno de promesas y posibilidades.

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