Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Este artículo o sección tiene referencias, pero necesita más para complementar su
verificabilidad.
La delincuencia juvenil comprende, desde el punto de vista jurídico, las conductas tipificadas
como delitos en el Código Penal, cometidas por menores de edad. La definición de minoría de
edad para la justicia juvenil varía de un país a otro, en general adolescentes mayores de 12 años
y menores de 18 años de edad. En Estados Unidos la delincuencia juvenil se define como un
acto criminal cometido por un niño menor de 18 años.[1]
Como la mayoría de los tipos de delitos, los crímenes cometidos por jóvenes se han
incrementado desde mediados del siglo xx. Por otra parte, una parte de los crímenes juveniles
puede asociarse a problemas psicológicos como la esquizofrenia, trastornos
conductistas/mentales, estrés postraumático, trastorno de conducta o trastorno bipolar, El
desempleo es otra variable de la delincuencia juvenil combinado con pobreza, hacinamiento,
desigualdad social, etc.[5]
Teorías de la delincuencia
[4]
juvenil
Podríamos identificar como el mal, completamente, del ser humano hacia la sociedad.
Teoría de la tensión
La teoría de la tensión se asocia principalmente al trabajo de Robert Merton, quien creía que en
la sociedad hay trayectorias institucionalizadas hacia el éxito. La teoría de la tensión sostiene
que el crimen es causado por la dificultad que tienen los que viven en pobreza para alcanzar por
medios legítimos metas socialmente valoradas. Para aquellos que, por ejemplo, no consiguen
logros educativos es más difícil alcanzar la riqueza y el estatus social asegurado por un empleo
bien pagado, y por tanto, es más probable que utilicen medios criminales para obtener estas
metas. Merton sugiere cinco adaptaciones a este dilema:
Teoría de subculturas
Se relaciona con la teoría de la tensión. La dificultad de la juventud para alcanzar objetivos y un
estatus socialmente reconocido produce grupos de gente joven que forman subculturas
delincuentes y desviadas del buen camino, que tienen sus propios valores y normas. Dentro de
estos grupos el comportamiento criminal puede ser valorado realmente, aumentando el estatus
de un joven.
La noción de subculturas delincuentes es relevante para los crímenes que no están motivados
económicamente. Los miembros masculinos de las bandas pueden discutir para tener sus
propios valores, tales como respeto por la habilidad para luchar y por el atrevimiento. Sin
embargo no está claro por qué los hace diferentes de los jóvenes normales "no-violadores de la
ley". Además no hay una explicación de porqué la gente incapaz de alcanzar metas socialmente
reconocidas debe elegir necesariamente sustitutos criminales. Las teorías de subculturas
también han sido criticadas por haber mantenido una distinción demasiado grande entre lo que
es "normal" y lo que es un comportamiento "desviado".
Hay también dudas sobre si la gente joven rechaza consciente mente los valores generalmente
aceptados.
Las personas que no se encuentran bajo seguimiento clínico o forense, pueden considerarse no
peligrosas; sin embargo, estos sujetos destacan por tener vínculos interpersonales en que
dañan a la otra persona por su falta de empatía, sensibilidad o sentimiento de grandeza y
superioridad.
Referencias[9]
Perspectivas psicológicas de
la delincuencia juvenil
Teoría ecológica
Belsky, en 1980, aplicó y adaptó el modelo ecológico de Bronfenbrenner para estudiar el abuso
infantil. Dentro del nivel microsistema ubicó a la familia; en el ecosistema al vecindario, el
trabajo, y las relaciones informales; finalmente, en el macrosistema, a los valores culturales y los
sistemas de creencias. El modelo de estudio fue tomado por investigadores para aplicarlo a la
realidad delincuencial juvenil mexicana. Se demostró que el contexto cultural sí afectaba la
forma en la que los jóvenes se relacionaban entre sí dentro de sus vecindarios y sus escuelas.
Las relaciones vecinales también influían en sus relaciones familiares que, a su vez, afectaban
en la conducta delictiva del menor. Se encontró que la cultura y subcultura, los factores
familiares y el grado de integración en la sociedad eran variables significativas para explicar el
desarrollo de las conductas desviadas en los jóvenes adolescentes.[11] También se aplicó el
modelo de investigación de Belsky en un estudio correlacional en el Perú. Se quería comprobar
si los adolescentes que presentaban disfunciones a nivel, micro, exo y macro sistema
desarrollarían una conducta antisocial y delictiva. Las conclusiones de los resultados mostraron
que, a nivel del micro sistema, la variable “abandono familiar de los padres” era un factor de
riesgo para el origen de conductas desviadas. En cuanto al exosistema, se encontró que las
variables “escuela” y “ambiente de barrio” desfavorables podían generar las mismas conductas,
tales como robos y formación de pandillas delictivas. Finalmente, en el nivel macrosistema, se
encontró que a mayores creencias y valores distorsionados respecto a la violencia y la ley
existen más posibilidades de que se desarrollen conductas delictivas.[12] La Organización
Mundial de la Salud, en su Informe Mundial sobre la violencia y la salud de 2002, utilizó el
modelo ecológico para estudiar la naturaleza multifacética de la violencia.[12]
Factores de riesgo
Sin perder generalidad, considerando el caso de las bandas en Estados Unidos,[13] los expertos
han identificado un gran número de factores de riesgo que estadística mente aparecen
vinculados a la adhesión a pandillas y actividades delictivas. Estos factores de riesgo abarcan
las diferentes dimensiones de la vida de un joven y por lo general se agrupan en cinco
categorías (dominios del desarrollo social):
Sin embargo, las conductas de riesgo son los comportamientos o acciones que representan un
peligro potencial para el individuo o para otros. Estas conductas pueden incluir el abuso de
sustancias, relaciones sexuales no protegidas, bajo rendimiento escolar, fracaso o absentismo
escolar, delincuencia, crimen o violencia. Las conductas de riesgo pueden ser clasificadas en
diferentes categorías según su naturaleza y pueden ser experimentales o persistentes.
Por lo tanto, mientras que los factores de riesgo son las condiciones subyacentes que
aumentan la probabilidad de que ocurran las conductas de riesgo, las conductas de riesgo son
los comportamientos específicos que representan un riesgo potencial para el individuo o la
sociedad. Es importante identificar tanto los factores de riesgo como las conductas de riesgo
para poder implementar intervenciones efectivas y preventivas en el ámbito social y
psicosocial.[18]
Trastornos mentales
Los trastornos mentales normalmente se desarrollan en la niñez y se manifiestan generalmente
durante la vida adolescente. (Holmes y otros: 2001 p.183) Un cierto comportamiento juvenil se
atribuye al trastorno diagnosticable conocido como trastorno de conducta. De acuerdo con el
DSM-IV-TR códigos 312.xx (donde xx varía de acuerdo con el subtipo específico) los
adolescentes que tienen trastornos de conducta también muestran una carencia de empatía y
una despreocupación por las normas sociales. El DSM es el Manual diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales publicado por la Asociación Psiquiátrica Americana y referenciado a
menudo por Psiquiatras para diagnosticar trastornos mentales. Los delincuentes juveniles que
reinciden en el sistema de justicia penal a veces se les diagnostica trastornos de conducta
porque muestran una indiferencia continuada sobre su seguridad y la de otros y de sus
pertenencias.
Una vez que el joven continúa teniendo los mismos patrones de comportamiento y llega a los
dieciocho, entonces está en peligro de diagnóstico con un trastorno antisocial de la
personalidad y es mucho más propenso a convertirse en un criminal serio.[19]
Uno de los elementos principales usado en el diagnóstico de un adulto con Trastorno antisocial
de la personalidad consiste en presentar un historial documentado de trastorno de conducta
antes de los 15 años. Estos dos trastornos de personalidad son análogos en su
comportamiento errático y agresivo.
Esta es la razón por la que delincuentes juveniles habituales diagnosticados con trastorno de
conducta es probable que muestren signos de Trastorno antisocial de la personalidad en la
madurez. Una vez que los adolescentes alcanzan la madurez, su comportamiento social
inaceptable se ha convertido en un estilo de vida y se convierten en criminales de carrera.
La investigación cuantitativa relativa a Estados Unidos fue hecha hace bastante tiempo, sobre
9.945 delincuentes masculinos juveniles entre edades de 10 y 18 en los años 70. La cohorte
longitudinal de nacimientos fue utilizada para examinar la tendencia de un pequeño porcentaje
de los criminales de carrera que explicaron el porcentaje más grande de la actividad criminal. La
tendencia mostró un nuevo fenómeno entre los delincuentes habituales. Para este estudio los
delincuentes habituales eran jóvenes que tuvieron más de cinco detenciones de la policía.[20] El
fenómeno indicó que solamente el 6% de la juventud estaba dentro de la definición de
delincuente habitual pero que era responsable del 52% de la delincuencia dentro de todo el
estudio.[20] El mismo 6% de delincuentes crónicos explicaron el 71% de los asesinatos y el 69%
de los asaltos con agravante.[20] Este fenómeno fue investigado más adelante entre una
población adulta en 1977 y dio lugar a resultados similares. El S.A. Mednick hizo una cohorte de
nacimientos de 30.000 varones y encontró que el 1% de los varones eran responsables de más
de la mitad de la actividad criminal. El comportamiento criminal habitual de jóvenes descubierto
es similar al de los adultos. Los delincuentes habituales “harán “una carrera” de malas
decisiones y mal comportamiento y terminarán probablemente, más pronto o más tarde,
muertos o en prisión”.[19] Estos delincuentes juveniles necesitan tratamiento porque tienen una
predisposición negativa y una alta propensión a continuar cometiendo crímenes.[19]
Los resultados mostraron que dichos factores, cuando son combinados, no tienen el mismo
impacto en hombres que mujeres. Así, las mujeres ven más influenciado su comportamiento
delictivo por el comportamiento desviado de los amigos o grupo de pares y por la desestructura
familiar, mientras que el factor más vinculado al comportamiento delictivo en los hombres es la
falta de autocontrol.[21]
Tipología de delitos
Al igual que al resto de delincuentes, a esta categoría de personas se les pueden atribuir una
serie de delitos, que principalmente suelen estar caracterizados por el poco uso de las armas,
así como algunos se sustentan en la falta de recursos:
Prevención de la
delincuencia
La prevención de la delincuencia es el término general empleado para todos los esfuerzos
encaminados a evitar que la juventud participe en actividades criminales o antisociales. Cada
vez más, los gobiernos están reconociendo la importancia de asignar recursos para la
prevención de la delincuencia. A menudo es difícil que los estados proporcionen los recursos
financieros necesarios para la adecuada prevención, las organizaciones y las comunidades. Por
todo esto los gobiernos trabajan en colaboración para la prevención.
Un factor preventivo podría ser el tratar de erradicar la violencia en los medios de comunicación.
Actualmente la violencia se asoma en todos los programas, no solo en películas o series,
incluso en los horarios dedicados a los niños. La violencia se convierte en algo habitual desde la
infancia. Según Schneider, esa "familiaridad" de los niños con la violencia "puede provocar
comportamientos violentos y delictivos cuando son adolescentes y adultos". La
impresionabilidad y la capacidad emocional de reaccionar a la violencia disminuye y la
agresividad se acepta como una pauta de comportamiento. Aunque es complicado eliminar la
violencia en los medios de comunicación, los padres deberían de controlar la situación y
establecer y hacer que se cumplan las reglas establecidas.[23]
Las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil son
directivas y orientaciones, dirigidas a los países que forman las Naciones Unidas, que buscan
evitar que los niños y personas jóvenes que se encuentran en riesgo social tengan conductas
criminales; entiendo que están en riesgo social los niños y jóvenes que fueron abandonados, los
que sufrieron abusos, viven en la calle o están en la pobreza extrema. Los Estados están
obligados a hacer planes y programas que protejan el desarrollo de la vida del niño y del joven,
tatar de que la Nación, las provincias y los municipios participen en los planes y programas,
financiar los planes y programas, asegurar que todos esos recursos lleguen realmente a los
niños y los jóvenes y sean beneficiosos para ellos y hacer que la comunidad participe en los
planes y programas.[24]
Las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil establecen
que los planes y programas que protegen la vida de los niños y jóvenes tienen que tener los
siguientes objetivos: protección de la familia, protección especial a los niños y adolescentes de
familias indígenas, inmigrantes, refugiados y de familias que tienen problemas por los cambios
económicos, atención médica - incluye la salud mental, sicológica, la calidad de la alimentación
y los tratamientos cuando hay consumo de drogas o alcohol-, educación con programas que
incluyan la enseñanza de los valores, de los derechos humanos y libertades fundamentales,
integración y socialización, vivienda y otros servicios indispensables para vivir bien como el
agua corriente, difundir por los medios de comunicación la existencia de esos servicios,
instalaciones y oportunidades dedicadas a los jóvenes, reducir al mínimo los mensajes por
televisión de la pornografía, drogadicción, explotación y violencia o cualquier otro mensaje que
denigre a los niños y jóvenes y realización de estudios especializados para entender y prevenir
la necesidad y oportunidad para cometer delitos.
Los programas de sensibilización «Scared Straight» (Asustar para corregir) tienen como objetivo
disuadir el crimen y la delincuencia, al proporcionar a delincuentes juveniles una experiencia de
primera mano sobre la vida en prisión y una interacción con reclusos adultos. Estos programas
se promueven como una estrategia de prevención del crimen, ya que identifica a los jóvenes en
riesgo de cometer delitos (también llamados predelincuentes) para desalentarlos de cualquier
conducta delictiva futura. Para ello, se organizan visitas a la cárcel, de manera que estos
jóvenes puedan obtener una visión más real de lo que significa vivir en prisión.
Una revisión sistemática de 9 estudios realizados en Estados Unidos concluyó que las
intervenciones «Scared Straight» producen efectos negativos, si se les compara con no hacer
nada. Específicamente, siete de los estudios demostraron que la intervención aumentó
significativamente las probabilidades de delinquir por parte de los delincuentes juveniles. Por
tanto, no es posible recomendar este tipo de intervenciones como una estrategia de prevención
del crimen. No obstante, si se continúan aprobando tales programas, se recomienda llevar a
cabo una evaluación rigurosa que garantice como mínimo que estos no causen más daños que
beneficios.[25]
Los toques de queda juveniles restringen la presencia de los adolescentes que tienen menos de
una determinada edad (generalmente 17-18 años) en lugares públicos durante la noche. Las
sanciones por violar estas restricciones van desde una multa, hasta servicio comunitario y
restricciones a su licencia de conducir. El objetivo de estas medidas es mantener a los jóvenes
en casa durante la noche y la madrugada, para así evitar que cometan algún crimen o sean
víctimas de los mismos. Sin embargo, esta política ha sido objeto de numerosas impugnaciones
jurídicas, debido a que se pudieran estar vulnerando ciertos derechos constitucionales de los
jóvenes.
Una revisión sistemática de 12 estudios realizados en Estados Unidos, evaluó la incidencia que
tienen los toques de queda juveniles, y encontró que estos no reducen la delincuencia ni la
victimización. Estas conclusiones van en línea con otros estudios que han sugerido que los
toque de queda pueden ser ineficaces, ya que la delincuencia juvenil se concentra en horas
anteriores y posteriores a los horarios escolares. Sin embargo, los estudios incluidos en esta
revisión sufren de varias limitaciones y sesgos que hacen difícil sacar conclusiones sólidas. Por
ello, es recomendable realizar más investigaciones que repliquen los hallazgos encontrados.[26]
Tipos de prevención
Intervenciones psicológicas
Las estrategias que tienen mayor aceptación y éxito son las intervenciones o tratamientos en
los que se busca la prevención, ya que se trabaja con los factores de riesgo de las conductas
antisociales. Es decir, se centran directamente en las causas del problema para evitar la
reincidencia de las conductas delictivas. Para ello, los psicólogos trabajan con especialistas de
las áreas de victimología, criminología, sociología, educación, trabajo social y derecho. Los
tratamientos psicológicos tienen el objetivo de disminuir los factores de riesgo relacionados
con conductas delictivas y consisten en intervenciones psicoeducativas que van dirigidas a
delincuentes convictos y jóvenes en riesgo de delinquir. Andrews y Bonta tienen un programa en
el que se hace alusión a cuatro grandes factores de riesgo para la delincuencia juvenil:
Consecuencias para la
sociedad
La primera consecuencia de la delincuencia juvenil es la pérdida de la escala de valores, seguida
de la violencia en la calle, trayendo consigo el temor de la población por el incremento de estos
grupos.
Otras consecuencias son los daños físicos, tanto por las heridas o la muerte de personas
atacadas por los delincuentes, dando lugar a nuevas víctimas como son la familia, que a su vez
acarrean consecuencias psicológicas. Generalmente la sociedad se preocupa más por la
prevención, castigo y rehabilitación del delincuente que por atender a las personas agredidas; es
importante tratar a los delincuentes pero también lo es tratar a las víctimas.
Una consecuencia positiva para la sociedad es el fomento de centros para la lucha y prevención
contra delitos y adicciones, así como instituciones que brindan apoyo psicológico a familias, las
cuales son el primer núcleo donde se puede terminar con la delincuencia.
Trastornos mentales no tratados
Una vez que el delincuente juvenil alcanza la madurez es probable que continúe mostrando
comportamientos de desadaptación y que aumente su riesgo de ser procesado a través del
sistema de justicia penal como delincuente adulto. Debido al pequeño porcentaje de
delincuentes adultos y juveniles habituales que contribuyen en alto porcentaje a los delitos
violentos (es decir, asesinato y asalto con agravantes) el sistema de justicia penal debe
supervisar esa pequeña población de criminales profesionales en un esfuerzo para prevenir la
proliferación de delincuentes violentos serios.
La pertenencia a pandillas está asociada con la delincuencia juvenil. No obstante, las pandillas
también pueden proveer capital social, sentido de pertenencia y un propósito para los jóvenes
marginados. Por ello, se ha planteado identificar los factores asociados con la afiliación de
jóvenes a pandillas, y las diferencias entre los jóvenes afiliados y los no afiliados. Comprender
estas relaciones es esencial para reducir los niveles de pertenencia a pandillas y la incidencia de
la violencia que se relaciona con ellas.
Una revisión sistemática de ocho estudios, realizados en cinco países y la región del Caribe,
examinó los factores predictivos de la pertenencia a pandillas juveniles a lo largo de cinco
esferas sociales: individual, de pares, familiar, escolar y comunitario. Se hallaron relaciones
significativas con determinados factores para cada una de estas esferas. Por ejemplo, en la
esfera individual, la delincuencia y el consumo de sustancias están relacionados con la
pertenencia a pandillas, al igual que la falta de supervisión parental en la esfera familiar. Estos
resultados, sin embargo, se basan en un pequeño número de estudios, por lo cual estas
conclusiones son limitadas.[29]
Delincuencia juvenil en
España
Sobre la base de los datos del Ministerio de Interior español, el número de bandas que son
controladas por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se ha incrementado un
cinco por ciento del año 2019 al 2021 ya que, se registran 627 bandas juveniles que se
encuentran vigiladas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (según datos 2021). El
Ministerio del Interior contabiliza esta información a través del “Plan de actuación y
coordinación policial contra grupos organizados y violentos de carácter juvenil”, en vigor desde
el año 2014.
Según la información del año 2021, las bandas más numerosas son las de extrema izquierda
(total de 382), suponiendo el 61% de la totalidad. Por otro lado, existen 82 bandas con ideología
de extrema derecha (13% del total), 87 bandas latinas (14% del total) y otras 76 bandas con
ideología no identificada o asociada a la violencia en el ámbito deportivo (12% de la totalidad de
bandas).
Las bandas juveniles están formadas principalmente por jóvenes de entre 12 y 24 años, aunque
existan bandas de jóvenes de hasta 32 años. Principalmente son hombres puesto que, el sexo
femenino supone un pequeño porcentaje existiendo entre ellas las “Latin Queen”.
Existen diferentes bandas, en función de la ideología política. Por un lado, las bandas
antisistemas (extrema derecha) y, por otro lado, las bandas con ideología política de extrema
izquierda.
Delincuencia juvenil en
América Latina
Argentina
En un estudio que se realizó en Buenos Aires se sostuvo la teoría de cómo, los jóvenes
establecen relaciones complejas con sus instituciones escolares. En primer lugar analizaron la
relación entre experiencia personal y sentido. Todos los jóvenes que investigaron tenían alguna
experiencia laboral, sin embargo, no había ningún rechazo hacía éste, sino que más bien era su
recurso de obtención de ingresos. Se dijo que casi todos los casos de delitos en jóvenes venían
mayormente de las escuelas y familias. Una de las jóvenes dijo que su rechazo hacia la escuela
era porque no entendía nada. Este rechazo hacia las escuelas puede ser más bien porque estas
están totalmente desvinculadas con lo que es la realidad del mundo exterior. No se le adjudica
una responsabilidad a la escuela, pero en esta experiencia delito y escuela no son más
excluyentes sino que al contrario se entremezclan afectando a la misma institución y los
docentes. Otro estudio realizado en el ámbito territorial del Municipio más poblado del
conurbano bonaerense, en la Provincia de Buenos Aires, es basado en una investigación que
analiza el problema del delito juvenil. Se planteó la institución escolar como el actor relevante de
construcción de identidad de los jóvenes. Los autores decidieron conocer las perspectivas de
alumnos, docentes, directivos y equipos de orientación escolar, acerca de la violencia y el delito.
En las escuelas sí existe la violencia y esto se demuestra mayormente con peleas. Entre las
situaciones que provocan esto, está en alguien que actúe de manera incorrecta.[30]
Colombia
En los últimos 14 años, el fenómeno de la delincuencia juvenil y los sicarios, es un problema que
ha evolucionado y que tuvo su apogeo entre 2012 y 2014. A partir de ese período no han cesado
de descender las cifras de delitos.[31]
México
La evolución de las cifras de cantidad de causas penales ingresadas en el sistema de Justicia
mexicano para adolescentes ha experimentado un descenso como norma general en los
últimos diez años. El máximo se marcó en 2011 con 19922 adolescentes y el mínimo en 2018,
con 4482 adolescentes.[32]
Durante 2019, con relación a las edades que presentaron los adolescentes internados en los
centros especializados de tratamiento o internamiento, un 41,5% tenían 18 años o más, un
28,9% tenía 17 años, un 17,9% tenía 16 años y el 11,6% restante 15 años o menos. Asimismo,
sobre el nivel educativo, un 29,8% tenía un nivel preparatorio o bachiller, un 42,7% Secundaria, un
24,9% preescolar o primaria y ningún estudio el 1,8% restante.[33]
Asimismo, sobre los tipos de delitos, de mayor a menor frecuencia, tenemos: robo con violencia
(35%), homicidio (22%), tenencia de armas prohibidas (17%), robo de vehículo (15%), secuestro
(15%), delitos contra la salud (10%) y delincuencia organizada (10%).[34]
El pandillaje es una de las formas más comunes en la que se hace presente la delincuencia
juvenil. La población que lo conforma son, mayormente, jóvenes que viven en espacios urbanos
marginales. Las acciones violentas de los jóvenes son una reacción de su descontento hacia
precarias condiciones materiales de vida, la desigualdad social, la falta de oportunidades y la
tradición política autoritaria que establece relaciones de subordinación antes que de integración
y diálogo.[37]
Estadísticas
Los datos registrados acerca de la situación de los centros de Detención de menores infractores
de la ley penal o Centros juveniles del Perú del 2007 y 2012 fueron publicados por la Defensora
del Pueblo. De acuerdo a ello, se señala que funcionan nueve centros juveniles a nivel nacional.
Además, en el año 2007 y 2012 los Centros Juveniles estuvieron conformados, en su mayoría,
por varones siendo, respectivamente, un 95.9% y un 96.8% de la población frente a un 4.10% y
3.2% de la población femenina.[35]
La edad de los menores infractores debería oscilar entre los 14 y 17 años. En el año 2012 se
encontró población mayor de edad dentro de los centros juveniles. Los jóvenes de 18 años
representan el 20.3% de la población. Los de 19, 20 y 21 años llegan a ser el 9.7% de la
población. Los jóvenes de 16 años representan el 32.9 % y los de 17 años representan el 24.3%
del total de la población.[37] Los porcentajes de población menor de 18 años en los Centros de
detención calculados de acuerdo al motivo de su ingreso demuestran que a diferencia del 2007,
en el 2012 la conducta delictiva contra el patrimonio tuvo un aumento del 13.7%. En el 2007 el
porcentaje de la población era del 46.7% y aumentó a 60.1% en el 2012.
El ingreso por tráfico ilícito de drogas, también ascendió de 3.3% en el 2007 a 6.4% en el 2012.
Los demás motivos de ingreso que son: actos antisociales contra el cuerpo y la salud, contra la
libertad sexual, el pandillaje, el terrorismo y otros han descendido, ya que en el 2007 las cifras
eran, respectivamente, 16.6%, 28.1%, 3.3%, 2.2%, 0.1% y 3.2% y en el 2012 descendieron,
respectivamente, a 10.9%, 18.9%, 1.0%, 0% y 2.6%.[35]
Véase también
Absentismo escolar
Anexo:Asesinos más jóvenes
registrados
Anomia (ciencias sociales)
Comunidad terapéutica
Delito
Educador social
Intolerancia (sociología)
Norma social
Pandilla o Mara
Sicario
Socialización
Sociología de la desviación
Teoría del delito
Trastorno antisocial de la personalidad
Tribunal de menores
Vandalismo
Notas y referencias
doi:10.21500/20112084.4855 (https://dx.doi.o
rg/10.21500%2F20112084.4855) .
Consultado el 17 de noviembre de
2022.
m.nih.gov/pmc/articles/PMC2887679) .
v/pubmed/18557694) . doi:10.1037/1040-
3590.20.2.169 (https://dx.doi.org/10.1037%2F
1040-3590.20.2.169) . Consultado el 17
de noviembre de 2022.
Consultado el 17 de noviembre de
2022.
rce/issn/2221-786X) .
Consultado el 13 de noviembre de
2018.
ce/issn/2222-9655) .
36. Gómez Mendoza, Gonzalo (2013).
Delincuencia juvenil. Normas Jurídicas
SAC. ISBN 978-612-46253-2-9.
doi:10.46794/gacien.1.3.458 (https://dx.doi.or
g/10.46794%2Fgacien.1.3.458) .
Enlaces externos
Datos: Q1001125
Obtenido de
«https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Delincuencia_juvenil&oldid=159503109»
Esta página se editó por última vez el 17 abr 2024
a las 17:43. •
El contenido está disponible bajo la licencia CC
BY-SA 4.0 , salvo que se indique lo contrario.