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Qué es la logoterapia?

“Logos”, palabra griega equivalente a “sentido”, “significado” o “propósito”, da origen al


vocablo Logoterapia. Es conocida como la tercera escuela vienesa de psicoterapia,
siendo la primera el Psicoanálisis de Sigmund Freud y la segunda la Psicología Individual
de Alfred Adler.
La Logoterapia fue fundada por el Dr. Víktor Frankl, quien sobrevivió el holocausto
y pasó tres años de su vida en los campos de concentración nazi, experiencia que le
permitió, a su salida, difundir y universalizar esta teoría y práctica terapéutica. La
Logoterapia considera como principal fuerza motivacional del ser humano, la búsqueda de
sentido, a través de valores de creación, de experiencia y de actitud.
Se debe tratar, indudablemente, temas importantes como el vacío y frustración
existencial, en donde la voluntad de sentido del hombre se ve frustrada. Asimismo, la
neurosis del domingo, la ansiedad y la neurosis, y la tríada traumática. Finalmente, se
abordarán las técnicas, tales como la intención paradójica, el optimismo trágico, las que
sólo pueden aplicarse, en la medida que la conciencia del consultante se oriente hacia los
aspectos positivos, buscando de esta forma sensibilizar y responsabilizar a las personas
hacia una existencia más plena. Este es el marco para abordar los aspectos existenciales
en torno al sufrimiento, la culpa y la muerte.

¿QUÉ ES EL SER HUMANO?


Según la Logoterapia, “la unidad de lo múltiple” ha sido la clásica definición del
ser humano. (Frankl, 1984). Para comprenderlo, debemos explicarlo por partes.
En un contexto existencial humanista el ser humano es un ser individualizado,
centrado en la persona, y como diría el filósofo alemán Max Scheler, el centro de la
actividad espiritual.
De acuerdo a Rollo May, el pionero de la psicología y psicoterapia existencial en
América: “Una serie de hechos une a la humanidad, a toda la humanidad. El ser humano
nace de padre y madre, y a menudo es concebido y criado con amor. Persigue ciertas
metas biológicas; pero también persigue otras metas que le exigen establecer su propia
identidad, tomar responsabilidades y satisfacer su curiosidad respecto al sentido de la
vida. Suele enamorarse y procrear: Muere siempre solo. A través de su vida experimenta
ansiedad, anhelos, dolor y placer”.
Bajo el punto de vista de la psicología humanista, podemos concebir al ser
humano basándonos en las siguientes ideas:
1. El ser humano nace con una tendencia a la auto conservación y a la auto
actualización, tiene dentro de sí mismo todo lo necesario para su conservación y
desarrollo.
2. El ser humano funciona como una totalidad organizada.
3. A medida que aumenta la conciencia en el ser humano tienen la posibilidad de
incrementar su libertad interna.
4. El ser humano es un ser en relación y sólo desde ahí se le puede comprender.
5. El ser humano es un ser en proceso de auto creación.
6. El ser humano requiere de un medio propicio para crecer.
7. Toda persona constantemente está buscando preservar y enriquecer su vida.
8. Hay una necesidad intrínseca de relación y afecto en el ser humano.

Si bien la persona tiene elementos psicofísicos, en esencia es espiritual (Frankl,


2004). Y es precisamente, este núcleo espiritual, existencial lo que hace que el ser
humano se individualice, integre y constituya su unicidad y plenitud.

6 principios fundamentales de la logoterapia


Los principios de la logoterapia son los siguientes:
 Visión del hombre en tres dimensiones superpuestas: somática (física), psicológica
y «noética». La dimensión noética distingue a los seres humanos de otros animales.
Corresponde a los fenómenos auténticamente humanos tales como el amor, el humor o
la gratitud. La intencionalidad es el factor clave en esta dimensión e implica que
podemos elegir nuestras conductas y acciones.
 La libertad de voluntad: pone de relieve la idea de que los seres humanos son libres
de elegir sus respuestas dentro del margen de posibilidades disponibles, bajo cualquier
circunstancia vital. Las personas no son «libres de» sus condicionantes biológicos,
psicológicos o sociológicos, pero tampoco están totalmente determinados, ya que
son «libres para» elegir una postura ante esos condicionantes.
 La voluntad de sentido: es la motivación fundamental de los seres humanos para
buscar el sentido y propósito de sus vidas. El sentido puede superar el placer porque los
seres humanos son capaces de sacrificar el placer y soportar el dolor en aras de una
causa significativa.
 El sentido de la vida: implica que la vida tiene sentido bajo todas las circunstancias,
incluso en medio de un sufrimiento inevitable.
 La responsabilidad: en la logoterapia, la responsabilidad está considerada como la
esencia de la existencia humana. Ser humano significa tomar responsabilidad para lidiar
con los retos de la vida a través de nuestras acciones y conductas. Según Frankl, no
somos nosotros quienes debemos pedir cosas a la vida sino que es la vida la que nos
cuestiona en cada momento. Nuestra respuesta debe consistir en conductas y acciones
adecuadas, no en palabras.
 La autotranscendencia: significa ir más allá de uno mismo. Este concepto, central
en la logoterapia, contrasta con el concepto de autorrealización de
Maslow. Frankl declara: «Lo propio del ser humano es estar orientado hacia algo,
hacia alguien, o bien hacia una obra o una idea». (Frankl, 1946/1979). En este caso,
la autorrealización es el efecto secundario de la autotrascendencia. Según Frankl, no hay
que perseguir la felicidad, porque la felicidad es un producto, un resultado de
la autotranscendencia.
Según la logoterapia, podemos encontrar el sentido en la vida por tres vías diferentes:
 Los valores creativos: representan lo que creamos o damos al mundo, como por
ejemplo el cumplimiento de una tarea o afición, la creación de una obra, o la
realización de una buena acción.
 Los valores experienciales: consisten en lo que tomamos del mundo, como por
ejemplo la experiencia de la naturaleza, la belleza y el amor hacia otro ser humano.
 Los valores de actitud: reflejan la postura que elegimos adoptar hacia situaciones
inmutables o de sufrimiento inevitable. Algunos ejemplos de actitud serían la valentía
versus la cobardía, o la perseverancia versus el abandono.

Cuando la voluntad de sentido se frustra o se bloquea, se tiende a experimentar una


sensación de vacío, desesperanza o desesperación. Este es un concepto
que Frankl denominó “vacío existencial”. Algunos de los síntomas de esta condición
incluyen apatía, aburrimiento, y en algunos casos puede llevar a la agresión, la adicción y la
depresión.
Viktor Frankl propuso la logoterapia como una terapia específica para estos tipos de
problemas existenciales y como terapia no específica o complementaria para el tratamiento
de otros tipos de problemas.
En este video subtitulado, Viktor Frankl explica las bases de la logoterapia:
Los beneficios de la logoterapia

La logoterapia anticipó algunos conceptos de la terapia cognitivo conductual y de la


psicología positiva, y presenta importantes similitudes con ellas. Su integración con la
terapia cognitivo conductual a nivel clínico presenta múltiples ventajas.

1.Es un enfoque compatible y complementario.

2.La inclusión de la tercera dimensión exclusivamente humana (noética) amplía la visión


del ser humano y ayuda a entender mejor y a motivar a los clientes en la terapia.
3.La logoterapia presenta técnicas y herramientas específicas y válidas a nivel clínico que
son útiles para el tratamiento de algunos trastornos de ansiedad, la depresión, la
desesperanza, la rumiación, la adicción, el duelo y casos de sufrimiento relacionado con
enfermedades crónicas o incurables. Es una terapia eficaz para los problemas y crisis
existenciales.
4.El concepto de sentido tiene validación empírica y está relacionado con el bienestar,
la resiliencia, la satisfacción y la estabilidad emocional (Melton & Schulenberg, 2008).
La logoterapia ha desarrollado varias pruebas psicométricas como el PIL (test de propósito
de vida) para medir el concepto de sentido, que pueden ser incluidas en la fase de la
evaluación clínica.
5.La inclusión de los conceptos de libertad de
elección, responsabilidad y autotranscendencia en el proceso clínico pueden ayudar a
contrarrestar el egocentrismo y el victimismo, fomentando acciones y iniciativas
responsables y humanas.
6.La adición del concepto de sentido en el protocolo de tratamiento de la depresión de la
terapia cognitivo conductual puede ayudar a mejorar la resiliencia y reducir las recaídas.
En resumen, la integración de la logoterapia con la terapia cognitivo conductual tiene el
potencial de aumentar la eficacia y la efectividad del proceso clínico, ofreciendo un
tratamiento más completo y óptimo.

Libertad y conciencia:
Para Frankl, la libertad se compone de un “de qué” y un “hacia qué”. El “de qué”
plantea al hombre la posibilidad de librarse de sus impulsos, y el “hacia qué” hace
referencia a su ser responsable, a la posibilidad de tener conciencia.

Lo espiritual:

Para referirse a la dimensión espiritual del hombre, Frankl suele emplear


el término «noológico». Noos remarca el carácter de lo espiritual -dimensión
íntima, genuina y característica del hombre—, y lo espiritual frente a las dimen-
siones psíquica o biológica.
La dimensión nológica, espiritual, no delimita o define por sí sola al hombre, pues
la naturaleza humana radica en la unidad-totalidad. No obstante, la fuerza
integradora de la unidad del hombre es condición directa de lo espiritual, en
cuanto lo espiritual constituye la dimensión más específicamente humana; hasta
el punto que en esa unidad, anclada en lo espiritual, anida el nudo sobre el cual
se tiende el puente unificador de la multiplicidad de las dimensiones del ser; es
decir, desde la espiritualidad, y sólo desde la espiritualidad, se diversifican los
distintos grados de participación de ser en la compleja unidad del hombre (Freire,
2002).

Conciencia y responsabilidad:
“La consciencia y la responsabilidad constituyen precisamente los dos polos básicos de
la existencia humana. Lo cual, traducido a una fórmula antropológica, se expresa así:
ser hombre equivale a ser consciente y responsable”. (Frankl, 1990)

Ser humano:
Frankl expresó: “todo ser humano es un ser en relación”. No es la natural
relación entre individuos, sino la relación espiritual entre personas.

El yo y el ello:
Freud dijo “donde está el Ello debe realizarse el yo”. Existencialistamente,
decimos que “El yo no se hace Yo sino en relación con un tú”. Es más, tal y
como sentencia Frankl, citado por Brito, 1998: “porque solamente el Yo que
tiende hacia alguien distinto de sí mismo puede integrar su propio Ello”.

La conciencia:

Para Brito, 1988: “Cada uno tiende hacia el otro porque es atraído por él. Este momento
que se llama autoconsciencia, es igualmente nuestra consciencia del otro. Sólo podemos
darnos cuenta de nuestro Yo, al darnos cuenta de que el otro es distinto de nosotros. Y
precisamente nos damos cuenta de esa diferencia por que el otro Yo interpela, nos llama,
nos exige salir de nosotros, nos presenta su necesidad, que no forzosamente coincide
con la nuestra, y ante la cual podemos responder, o bien negarnos.

Intencionalidad:

Sólo ante la interpelación del otro somos realmente libres. Podemos responderle, o no. La
decisión será nuestra, y así es como nos vamos formando. (Brito, 1998).

El ser humano:
Si uno responde positivamente al otro, se hace un ser libre. Si, se niega a
responderle al otro obedeciendo su tendencia natural, deja de ser libre, pues queda
sometido a sus meras condiciones naturales. Responder positivamente al otro no es,
desde luego, someterse a él, ya que éste también es interpelado y libre de responder
positivamente a quien lo interpela.

“En nuestra libre decisión, la autoconciencia se transforma en consciencia ética.


Esta consciencia ética, dice Frankl, comienza precisamente allí donde surge el problema
de si debo someterme a mi tendencia natural negando lo que el otro necesita de mí, o si
debo responder positivamente al otro, aun oponiéndome a mi tendencia natural (Frankl,
1990). Explica Frankl, de forma admirable: “el hombre no está sujeto a condiciones, sino
que se enfrenta con ellas; y son más bien sus condiciones las que pueden someterse a su
decisión” (Frankl, 19884). Ser libre y responsable es lo mismo, sólo que Frankl hace una
pertinente distinción: “que sólo soy libre de mi necesidad natural, cuando me hago libre
para responder a la necesidad del otro” (Frankl, 1990). Según Brito, 1998, la
responsabilidad es la “habilidad para responder conscientemente.

“Al responder positivamente a la interpelación del otro, sale uno de sí mismo, pues
el otro es totalmente distinto. Hasta cierto punto necesita uno olvidarse de sí mismo para
atender al otro. Este autoolvido sólo se logra autotrascendiendo. Es aquí donde el ego, al
relacionarse con el “tú” integra el “ello”. Esto se lleva a cabo cuando uno dirige sus
fuerzas físicas, psíquicas y sociales a la atención del objetivo que tiene frente a sí. Todas
las fuerzas dispersas, y en ocasiones contradictorias, son ahora unificadas por lo que
Frankl denomina: “la voluntad de sentido”.

Nos dice Brito: “Nuevamente tenemos que advertir que el reduccionismo identifica
voluntad con el mero deseo psíquico de placer, o con el mero “querer” psíquico. Este
deseo y este querer son procesos condicionantes, generalmente inconscientes. En
cambio, la voluntad es el ser consciente en la medida en que hace lo que decide. La
voluntad es la unificación consciente del deseo y del querer en el acto mismo de hacer lo
decidido y responsabilizándome de ello. El ser consciente decide siempre en relación con
algo o con alguien distinto de sí mismo. Es lo autotrascendente. Por eso, Frankl siempre
agrega: “de sentido”, porque la decisión es hacia un objetivo, al cual es uno atraído por un
valor que lo obliga. Recordemos que obligar proviene del latín ob – ligare, que significa
“ligarme con lo que tengo delantde”. El lenguaje ordinario generalmente confunde
obligación con imposición. Se cree que uno está obligado por fuerzas o normas externas
que nos imponen, pero eso no es obligación, sino precisamente “imposición”. Por ejemplo,
la salud me obliga porque es un estado que me trasciende, pues yo puedo estar saludable
o enfermo sin dejar de ser yo en uno u otro caso” (Brito, 1998).

La palabra espíritu fue introducida por Hartmann. A principios del siglo XIX, Hegel
la ubicó como concepto básico de la filosofía. Es una palabra tomada de la religión, pero
su contenido es el mismo en la religión, en la filosofía y en la ciencia. Se refiere a la
relación responsable y consciente entre personas. Frankl la emplea como sinónimo del
existente del humano.
La mente, siendo la unidad de lo psíquico, a través de su dimensión social, es
interpelada por otra persona, para que se haga consciente y responsable. Si es
interpelada para que se haga consciente, es porque aún es inconsciente. Este es el
inconsciente espiritual del que habla Frankl (2003), es la psique interpelada por una
autoconsciencia para que se trascienda y se responsabilice.
La logoterapia, entonces se constituye en la interpelación que la consciencia del terapeuta
le hace al inconsciente espiritual del doliente”. (Brito, 1998).
Trascenderse hacia algo o alguien distinto de uno mismo es salir ya de lo
meramente psíquico y entrar en lo espiritual o existencial.
“Es necesario advertir que, así como existe un psicologismo, es posible caer en
un “noologismo o espiritualismo, el cual consiste en creer que lo espiritual es el único
nivel de la existencia humana (Frankl, 2003). No, el espíritu sólo es la unidad
antropológica, y por lo tanto integra las otras dimensiones naturales del ser humano: la
biológica, la psíquica y la social. El espíritu, lejos de eliminarlas o destruirlas, las sana y
las humaniza. “La dimensión más elevada no excluye, incluye a todas las demás”
(Frankl, 1984). En realidad “la unidad de lo múltiple” ha sido la clásica definición del ser
humano (Frankil, 1984).

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