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1. EL NEOLITICO.

CARACTERISTICAS Y CAMBIOS CON RESPECTO A LA EPOCA PALEOLITICA (CAMBIOS ECONOMICOS,


SOCIALES Y CULTURALES)

El Neolítico (5000-2500 a. C.) llega a España (primero al sur y levante peninsular y progresivamente al resto) desde el
Próximo Oriente a través del Mediterráneo y norte de África, aunque hay autores que hablan de un proceso de
neolitización propio de la península Ibérica.

El Neolítico se suele dividir en dos etapas: un Neolítico inicial (5000-3000 a.C.) en que se desenvuelve la llamada cultura
de la cerámica cardial (decoración hecha con los dedos o con conchas de berberecho) con yacimientos en Alicante
(cueva de l'Or) y Andalucía (Nerja) y un Neolítico pleno (3500-2500) en el que se desarrolla la cultura de los sepulcros
de fosa en Cataluña (tumbas individuales con ofrendas) y la llamada cultura de Almería (tholos de Antequera).

Las comunidades neolíticas iniciaron la producción de alimentos: agricultura (trigo, cebada...) y ganadería (cabras,
ovejas...) pasando de la economía depredadora del Paleolítico a una productora. Hasta ese momento no se producían
alimentos y la economía se basaba en la caza, la pesca, la recolección de frutos y el carroñeo. La práctica de la
agricultura propició el sedentarismo y la construcción de asentamientos estables mientras que el desarrollo de la
ganadería propició la trashumancia.

Unido a la agricultura y a la ganadería aparecen otras innovaciones tecnológicas entre las que destacamos: la cerámica
que permite contener cereales y líquidos (La cerámica de la época inicial (hacia el 4000 a. C.) es de la llamada «cardial»,
con incisiones de diversos tipos en la arcilla blanda pero ya moldeada, hechas con los dedos o con punzones o espátulas
de hueso o piedra pulida, pero principalmente con la concha del molusco Cardium edule (berberecho) de donde recibe
el nombre), la cestería, el huso y el telar que permitieron la fabricación de tejidos (lana y lino), útiles agrícolas (azadas
para cavar, hoces para segar, hachas, picos, molinos para el grano...) y nuevas técnicas para labrar la piedra ya que se
pasa de la piedra tallada del paleolítico a la piedra pulimentada.

El sedentarismo provoca el desarrollo de poblados. En la península Ibérica, al principio se mantienen las cuevas y los
abrigos rocosos como en el Paleolítico, después serían pequeñas chozas de madera, para ser sustituidas por
construcciones en las que se emplearía el adobe. Sería grupos pequeños que estarían situados al lado de los ríos.
Restos sobre todo en el levante peninsular: Alicante, Tarragona, Almería.

Las estructuras sociales se van haciendo cada vez más complejas como consecuencia de una organización del trabajo
más diversificado (ceramistas, tejedores...) y de la apropiación de los excedentes por parte de unos pocos (aparece
por primera vez el concepto de riqueza). El hallazgo de objetos de prestigio en algunas tumbas indica la existencia de
cierta jerarquía social. Algunos de estos objetos muestran la existencia de actividades comerciales a larga distancia.

Entre las diversas manifestaciones artísticas, además de las construcciones megalíticas que se van realizando al final
del neolítico, podemos destacar la pintura. Pasamos del arte en el interior de las cuevas del Paleolítico a los abrigos
rocosos del levante peninsular. Al lado de la temática animalística, propia del Paleolítico, aparece la figura humana
y escenas con carácter narrativo, pero se abandona el naturalismo y el colorido para realizar figuras más
esquemáticas y monocromas. La técnica sigue siendo la misma: grasas de animales y pigmentos naturales. En cuanto
al sentido de esas pinturas, ahora a la idea de ser una pintura propiciatoria para la caza se añade el sentido narrativo
para describir escenas. Podemos destacar la cueva de Cogull (Lérida), la de la Valtorta (Castellón), la de Alpera
(Albacete) y la de la Araña (Valencia).

Por último, en lo que respeta a las creencias religiosas suponemos que adoraban a las fuerzas de la naturaleza (tierra,
sol, agua...); que rendían culto a la “diosa madre” que podríamos identificar como la señora de la naturaleza que
protegía el ganado, las cosechas y fertilizaba la tierra, y que rendían culto a los muertos (depósito de los cuerpos en
telas o pieles con ajuares - puñales, anillos, broches, collares, etc.-. Quizá el desarrollo de los ritos funerarios fue lo que
propició que a finales del Neolítico se iniciase la cultura megalítica. Se trata de construcciones de grandes dimensiones
que suelen tener un sentido simbólico, religioso y de enterramiento. Los principales tipos de monumentos megalíticos
son las tumbas, los alineamientos y los menhires. En Galicia aparecen muy temprano y predominan las tumbas,
llamadas dolmen, construcción formada por una cámara de grandes piedras que puede tener un corredor o no, o
mámoas (túmulos de tierra de planta redondeada sin construcción interior). Destacamos los dólmenes de Axeitos y
Dombate (A Coruña). En Extremadura y Andalucía es donde se conservan en más número. Destaca el poblado de los
Millares en Almería y la cueva de Menga en Antequera. También destacan las construcciones de la cultura talayótica
de la Islas Baleares.

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