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Introducción
Los primeros homínidos llegaron al territorio de la actual España hace 1,2 millones de años
aproximadamente. Se sucedieron varias especies, como Homo antecessor, los preneandertales
de la Sima de los Huesos (identificados en un principio como Homo heidelbergensis) y los
neandertales (Homo neanderthalensis), hasta que hace unos 35 000 años los humanos
modernos (Homo sapiens) entraron en la península ibérica y fueron desplazando a estos
últimos, con los que aún coexistirían durante cerca de 10 000 años. Hace unos 27 000 años se
extinguieron las últimas poblaciones neandertales en el sur. Durante los milenios siguientes el
territorio fue lugar de asentamiento de pueblos íberos, celtas, fenicios, cartagineses y griegos y
hacia el 200 a. C. la península comenzó a formar parte de la República romana, constituyendo
la Hispania romana. Tras la caída de Roma, se estableció el Reino visigodo. Dicha monarquía
visigótica se inició en el siglo v y se mantuvo hasta comienzos del siglo viii. En el año 711 se
produjo la primera conquista musulmana desde el Norte de África; en pocos años el islam
dominaba gran parte de la península ibérica. Durante los 750 años siguientes, el reino
dominado por musulmanes sería conocido como al-Ándalus, y mientras gran parte del resto de
Europa permanecía en los años oscuros, Al-Ándalus experimentaba un esplendoroso
florecimiento multicultural, científico y artístico.1
El Imperio español en 1580, tras la unificación de la península ibérica bajo un único rey
español, Felipe II, comprendía América del Sur, América Central y el Caribe, grandes áreas de
América del Norte en diferentes grados de influencia o control, las islas Filipinas en Asia, así
como enclaves de diversa importancia en las costas de África y la India. Incluía además
numerosas posesiones en Europa, los Países Bajos Españoles, el Ducado de Milán o el Reino de
Nápoles, la mayoría de ellas perdidas tras la paz de Utrecht de 1713.1011121314
La católica e imperial España se vio involucrada durante este período en numerosos conflictos
especialmente contra el Imperio otomano, los Países Bajos, los protestantes, Inglaterra y
Francia. Con la muerte de Carlos II en 1700, la casa de Austria se extinguió para dejar paso a la
de los Borbones tras la guerra de sucesión española. España fue perdiendo progresivamente su
preponderancia militar y tras sucesivas crisis el país redujo paulatinamente su poder; a
principios del siglo xix ya se había convertido en una potencia de segundo orden.151617
Tras la muerte del dictador Franco, se recuperó la monarquía española en la figura del jefe del
Estado, el rey Juan Carlos I, y se aprobó la Constitución de 1978 durante el transcurso del
periodo conocido como transición, que garantizó una gradual evolución de la nación hacia la
consolidación de la monarquía democrática parlamentaria.24252627 España ingresó en la
Comunidad Económica Europea, actual Unión Europea, en 1986, organizando importantes
eventos internacionales como la Copa Mundial de Fútbol de 1982 o los Juegos Olímpicos de
Barcelona 1992, y en 2002 adoptaría el euro como moneda oficial.2829
De Hispania a España
Mapa histórico y geográfico de los reinos de España y Portugal, en el Atlas historique de Henri
Abraham Chatelain (1705 a 1739). Biblioteca Nacional de España.
El momento histórico exacto en que se hace referencia a España por primera vez no está
claramente definido, existiendo escritos del siglo vi en los que ya aparece la palabra España,
como el «Laus Spaniae» de la Historia de los reyes godos, vándalos y suevos de San Isidoro de
Sevilla.3031 En otros países de Europa comenzó a conocerse al conjunto de reinos cristianos
de la península como España, en singular, desde tiempos muy tempranos. El propio término
español aparece documentado a comienzos del siglo xv en el Concilio de Constanza, cuando los
reinos de Portugal, Aragón, Castilla y Navarra aparecen formando una sola entidad, «la nación
española»32 y compartiendo el mismo voto.
En la península ibérica se hablaría de los reinos de León, Navarra, Castilla, Aragón y de Portugal
como reinos hispanos, de Hispania (España en latín) por tanto;33 y cuando por razones
dinásticas o de conquista uno de ellos conseguía tener bajo su cetro la mayor parte de la
España cristiana, se autotitulaba emperador de España, como Alfonso VI y Alfonso VII de
León.33 Los Reyes Católicos eran conocidos como reyes de España (o de las Españas). El
historiador Hernando del Pulgar comenta cómo en 1479 se planteó en el Consejo Real si
designar a los Reyes Católicos como Reyes de España;34 finalmente se acordó no usar dicha
titulación. En 1493 el gobierno municipal de Barcelona se refirió a don Fernando como el «rey
de Spanya, nostre senyor».35 Nicolás Maquiavelo en su obra más reconocida El Príncipe (1513)
hace referencia al rey de España,36 así como Lope de Vega cita a Carlos I como rey de
España.37
A partir de Carlos I, todos los reyes son llamados rey de España (o de las Españas), aunque
utilizan todos sus títulos, desde rey de Castilla hasta Señor de Vizcaya y de Molina. Hasta el
siglo xix, las monedas españolas solían llevar junto al nombre del rey la leyenda «Hispaniarum
(et Indiarum) Rex».38 Igualmente, monarcas como Fernando VII de España e Isabel II de
España usaron el título de rey o reina de las Españas en las menciones constitucionales.3940
Prehistoria
De hace unos 900 000 años son los restos del yacimiento de la Gran Dolina, también en
Atapuerca, que definen una especie clave para entender la evolución humana, bautizada como
Homo antecessor.4445 El siguiente hallazgo, datado en unos 430 000 años,46 es la ingente
cantidad de restos de Homo heidelbergensis (especie precursora del Homo neanderthalensis)
hallados en la sima de los Huesos de Atapuerca,47 yacimiento que ha proporcionado, entre
una variedad ósea excepcional, numerosos cráneos muy bien conservados.48 Son numerosos
los yacimientos con industria lítica Achelense de esta época en la península, como los de
Torralba y Ambrona (provincia de Soria) o los de las terrazas del Manzanares (provincia de
Madrid).[cita requerida]
La revolución neolítica, que la teoría difusionista entiende como una difusión cultural a partir
de su inicio en el Creciente Fértil de Oriente Próximo, apoyándose en la difusión simultánea de
la cerámica cardial, alcanza la costa mediterránea en torno al 6000 a. C., provocando el
abandono del tradicional modo de vida cazador-recolector por un estilo de vida sedentario,
enfocado en la agricultura y la ganadería, extendido al resto de la península durante los
siguientes dos milenios. En torno al 5000 a. C. aparece la cultura megalítica en el tercio
occidental de la península.
Las culturas que usaron los metales (Edad de los Metales) aparecieron en la península ibérica
en torno a los años 3000 a 2500 a. C. Su distribución geográfica es mayor y se considera que la
búsqueda de los metales trajo flujos migratorios importantes, destacando Los Millares en
Almería, con una gran fortificación, y en el curso del río Tajo en la zona portuguesa actual.54
Véanse también: Calcolítico en la península ibérica, Cultura argárica, Bronce Manchego y Vaso
campaniforme.
Edad Antigua
La Edad del Hierro se inicia en la península ibérica con la penetración de población e influencia
cultural indoeuropea desde el comienzo del I milenio a. C.; determinando la identidad étnica y
lingüística celta de la mayor parte de los pueblos indígenas de las zonas norte, oeste y centro,
con alguna excepción: lusitanos y vetones, también indoeuropeos, se califican de
«precélticos», mientras que los vascones se califican de «preindoeuropeos». A pesar de la
similitud de su forma de vida a la de otros pueblos de la zona norte (galaicos, astures y
cántabros), su lengua (el «protoeuskera») se supone similar a las habladas en la zona oriental
peninsular; las del grupo de pueblos denominados iberos, de mayor desarrollo económico. Las
fuentes clásicas denominaron celtíberos al grupo de pueblos situados en una posición
intermedia (geográficamente).
La costa peninsular meridional y el área tartésica (con centro en el valle del Guadalquivir -la
Turdetania- y con proyección hasta zonas muy lejanas, de la desembocadura del Tajo a la del
Segura), la más rica en metales y de mayor desarrollo económico y social (una verdadera
civilización), fue profundamente influenciada por la colonización fenicia. La fundación mítica
de Gadir (Cádiz) se data en el 1104 a. C.,555657 aunque no hay base arqueológica para
sustentar semejante cronología hasta varios siglos más tarde. En el siglo viii a. C. ya hay
pruebas de la presencia de un abundante grupo de factorías y colonias fenicias, como Malaka
(Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra).
Las colonias griegas se instalaron más al norte, en Akra Leuké (Alicante), Hemeroskopion
(Denia), Emporion (Ampurias) y Rhodes (Rosas). Su contacto con los iberos les hizo dar las
primeras referencias escritas de estos pueblos. Las mismas fuentes griegas señalan que los
navegantes griegos habían establecido contactos con el «reino» de Tartessos y con su «rey»
Argantonio, que les habría dado suficiente plata como para construir murallas contra los
ataques persas. Tales contactos no fructificaron, precisamente por el dominio fenicio de esta
ruta, y no ha podido constatarse arqueológicamente la presencia griega en la costa
mediterránea malacitana, en una colonia que habría llevado el nombre de Mainake.
Hispania cartaginesa
Cartago y Roma entrarán finalmente en una serie de guerras (guerras púnicas) por la
hegemonía en el Mediterráneo occidental. Tras la derrota en la primera guerra púnica, Cartago
intenta resarcirse de sus pérdidas de Sicilia, Cerdeña y Córcega, incrementando su dominio en
Iberia.
Amílcar Barca, Aníbal y otros generales cartagineses sitúan las antiguas colonias fenicias de
Andalucía y el Levante bajo su control y proceden después a la conquista o extensión de su
área de influencia sobre los pueblos indígenas. A finales del siglo iii a. C., la mayor parte de las
ciudades y pueblos al sur de los ríos Duero y Ebro, así como las islas Baleares, reconocen el
dominio cartaginés. Fundan Qart Hadasht (Cartagena), que se convierte rápidamente en una
importante base naval, debido al interés por controlar la riqueza generada por las minas de
plata de Cartagena.58 Esto último se desprende de las palabras del arqueólogo Adolf Schulten.
Con la plata de las minas de Cartagena pagaron ellos sus mercenarios, y, cuando por la toma
de esta en 209 a. C. Carthago perdió estos tesoros, Aníbal ya no fue capaz de resistir a los
romanos, de manera que la toma de Cartagena decidió también la guerra de Aníbal.
En el año 219 a. C. se produce la ofensiva de Aníbal contra Roma, tomando la península ibérica
como base de operaciones e incluyendo un gran porcentaje de hispanos en su ejército.
Es en este proceso cuando intentarán someter a la colonia griega de Sagunto, situada al sur de
la frontera pactada del Ebro pero aliada de Roma, dando lugar a la segunda guerra púnica, que
culminará con la incorporación de la parte civilizada (íbera) de la península a la República
Romana.
Acueducto de Segovia.
Tras la segunda guerra púnica entre el 218 a. C. y el 201 a. C., se puede considerar la península
ibérica sometida al poder de Roma. La campaña de ocupación, tras la expulsión cartaginesa,
fue rápida, excepto en el interior (Numancia) y el pueblo cántabro que resistió hasta la llegada
de Augusto en los inicios del Imperio romano.616263
En el 197 a. C., los romanos dividen el territorio ibérico en dos zonas: la Hispania Citerior y la
Hispania Ulterior.64
El sometimiento total de la península tiene lugar en el año 19 a. C. (tras finalizar las guerras
cántabras), tras lo cual se divide en tres provincias: Bética, Tarraconense y Lusitania,
organización que perduró hasta el Bajo Imperio, cuando el territorio se divide en Bética,
Carthaginense, Gallaecia, Lusitania y Tarraconensis.65
En esta época, los hispanos se configuraron como parte muy destacada del Imperio romano,
aportando notables figuras durante el periodo histórico como los emperadores Trajano,
Adriano, Marco Aurelio y Teodosio, el filósofo Séneca, los teólogos Paulo Orosio o Prisciliano,
el retórico Quintiliano, los poetas Marcial, Lucano o Prudencio, el agrónomo Columela, el
geógrafo Pomponio Mela o políticos como Marco Annio Vero o Lucio Cornelio Balbo, entre
otros.66
Edad Media
Artículo principal: Historia medieval de España
En la península ibérica, como en otras provincias, el Imperio cayó gradualmente, con los
procesos casi simultáneos de la «desromanización» del Imperio romano en Hispania, es decir,
una debilitación de la autoridad central en los siglos iii, iv y v, y de la «romanización» de las
tribus germánicas, por ejemplo, la adopción de la ley romana que es evidente en la Lex
Gothorum (Ley de los godos), la conversión al cristianismo, y la afinidad que algunos reyes
tenían por el latín, hasta componer poesía en esta lengua.6768
A pesar de todo esto, entre los siglos vi y vii y gracias a la búsqueda de Justiniano I el Grande
de restablecer el poder del Imperio romano de Occidente hizo que se estableciese en la franja
meridional de la península ibérica la provincia de Spania. Este territorio visigodo fue donado al
Imperio bizantino al ser llamado en auxilio por una de las partes en la contienda civil del Reino
Visigodo que estaba existiendo entre Agila y Atanagildo y había sido asolado por el
desaparecido pueblo vándalo. Su capital se estableció en Carthago Spartaria, actual
Cartagena.69
Las invasiones
En el invierno del año 406, aprovechando la congelación del Rin, los vándalos, suevos, y alanos
invadieron el imperio con gran pujanza. Al cabo de tres años, cruzaron los Pirineos y llegaron a
la península ibérica, y dividieron entre sí las partes occidentales, que correspondían
aproximadamente al Portugal moderno y España occidental hasta Madrid. Mientras tanto, los
visigodos, que habían tomado Roma hacía dos años, llegaron a la región en el 412, fundando el
reino de Tolosa (Toulouse, en el sur de Francia), y extendieron su influencia gradualmente en
la península, desplazando a los vándalos y alanos al norte de África, sin que estos dejasen
mucha huella en la cultura ibérica. Luego, tras la conquista de Tolosa por los francos y la
pérdida de gran parte de los territorios en lo que hoy es Francia, trasladaron la capital del
reino visigodo a Toledo.70
Tú eres, oh España, sagrada y madre siempre feliz de príncipes y de pueblos, la más hermosa
de todas las tierras que se extienden desde el Occidente hasta la India. Tú, por derecho, eres
ahora la reina de todas las provincias, de quien reciben prestadas sus luces no sólo el ocaso,
sino también el Oriente. Tú eres el honor y el ornamento del orbe y la más ilustre porción de la
tierra, en la cual grandemente se goza y espléndidamente florece la gloriosa fecundidad de la
nación goda. Con justicia te enriqueció y fue contigo más indulgente la naturaleza con la
abundancia de todas las cosas creadas, tú eres rica en frutos, en uvas copiosa, en cosechas
alegre... Tú te hallas situada en la región más grata del mundo, ni te abrasas en el ardor
tropical del sol, ni te entumecen rigores glaciares, sino que, ceñida por templada zona del
cielo, te nutres de felices y blandos céfiros... Y por ello, con razón, hace tiempo que la áurea
Roma, cabeza de las gentes, te deseó y, aunque el mismo poder romano, primero vencedor, te
haya poseído, sin embargo, al fin, la floreciente nación de los godos, después de innumerables
victorias en todo el orbe, con empeño te conquistó y te amó y hasta ahora te goza segura
entre ínfulas regias y copiosísimos tesoros en seguridad y felicidad de imperio.
Historia de los Godos, Vándalos y Suevos de San Isidoro de Sevilla, siglo vi-vii. Trad. de
Rodríguez Alonso, 1975, León, pp. 169 y 171.
Reino visigodo
A pesar de que la nobleza visigoda practicaba el arrianismo, este gozó de muy poca
popularidad entre la población hispanorromana de la península, fiel en su mayoría a la
doctrina católica. Desde la corona visigoda, específicamente en el año 587, el rey Recaredo I,
ya convertido al catolicismo, trató de conciliar así mismo a la jerarquía religiosa arriana con la
católica, pero con poco éxito. Finalmente, se impuso la opción católica por la fuerza,
desposeyendo a la iglesia arriana de sus bienes en favor de su antagonista.7172
La conquista musulmana
Año 711: Tras la muerte del rey Witiza, los nobles y obispos de la península eligen por rey a
Roderico (conocido en la historia por don Rodrigo), duque de la Bética. Los hijos de Witiza
querían por rey a Aquila, duque de la Tarraconense, por lo que pactan con los árabes a través
de Don Julián, conde de Ceuta.
Roderico, que estaba por entonces luchando contra un levantamiento de los vascones, al
enterarse de la invasión árabe acude con su ejército. Pierde en la batalla de Guadalete debido
a deslealtad de los witizanos. Con su muerte, y con el grueso del ejército godo derrotado, los
árabes se animan a continuar con la lucha.
Táriq ibn Ziyad conquistó Toledo y llegó hasta León; Muza ibn Nusair conquistó Sevilla y llegó
hasta Mérida (712). Posteriormente unirían sus fuerzas para tomar Zaragoza. El hijo de Muza
completará la conquista de la península, a excepción de las zonas montañosas cantábricas y
pirenaicas (716), pasando a territorio franco. Carlos Martel detuvo el avance musulmán en
Poitiers en 732, por lo que a partir de ahí los musulmanes básicamente se concentrarán en la
península ibérica.
Era musulmana
La gigantesca batalla de las Navas de Tolosa en 1212, supuso el principio del fin de los reinos
musulmanes en España.
Al-Andalus coincidió con la «Convivencia», una época de relativa tolerancia religiosa, y con la
edad de oro de la cultura judía en la península ibérica. (Ver: el emir Abd al-Rahmán III, 912;
Masacre de Granada de 1066).
El interés musulmán en la península volvió con fuerza alrededor del año 1000, cuando Al-
Mansur (conocido como Almanzor), saqueó Barcelona (985). Según su hijo, otras ciudades
cristianas fueron objeto de numerosas incursiones.
Después de la muerte de su hijo, el califato se hundió en una guerra civil y se dividió en los
llamados «Reinos de Taifas». Los reyes de las taifas compitieron entre sí no solo en la guerra,
sino también en la protección de las artes y la cultura, que disfrutaron de una recuperación
breve. Los reinos de taifas habían perdido terreno frente a los reinos cristianos del norte y,
después de la pérdida de Toledo en 1085, los gobernantes musulmanes a regañadientes
invitaron a los almorávides, que invadieron Al-Andalus desde el norte de África y establecieron
un nuevo imperio. En el siglo xii el Imperio almorávide se rompió de nuevo, solo para ser
tomado por la invasión almohade, que fueron derrotados en la decisiva batalla de las Navas de
Tolosa en 1212.
La España medieval fue escenario de guerra casi constante entre musulmanes y cristianos. Los
almohades, que habían tomado el control de los magrebíes, de los almorávides y de los
territorios andaluces por el 1147, superaron con creces a los almorávides en la perspectiva
fundamentalista, y trataron a los Dhimmis con dureza. El trato hacia los judíos en este
momento en la península ibérica había variado mucho entre los distintos reinos musulmanes y
cristianos. El emirato de Granada de mediados del siglo xiii fue el único reino independiente
musulmán en España, que duraría hasta 1492.
En este tiempo, los reyes de Aragón gobernaron territorios que consistían no solo en el Reino
de Aragón, sino también en el Principado de Cataluña, y más tarde de las islas Baleares, el
Reino de Valencia, Sicilia, Nápoles y Cerdeña (véase Corona de Aragón). La Compañía catalana
procedió a ocupar el ducado de Atenas, que se coloca bajo la protección de un príncipe de la
Casa de Aragón, que lo gobernó hasta 1379.
La Reconquista
Don Pelayo.
Hacia 722 un destacamento musulmán es vencido por un grupo de cristianos refugiados en los
bosques de Covadonga (Asturias) en la batalla homónima. Don Pelayo, probablemente noble
godo, es nombrado rey. La primera corte se establece en Cangas de Onís. Pelayo muere en
737. Dos años después (739), su yerno Alfonso I, hijo de Pedro de Cantabria, aprovechando las
luchas entre árabes y bereberes, da nuevo impulso a la reconquista llegando hasta la Rioja y el
Duero. Pero no tiene posibilidad de repoblar, por lo que queda un amplio desierto estratégico,
tierra de nadie en la meseta norte.
Etapas de la reconquista:
Fijación de la frontera del reino asturiano en el Arlanzón y el curso medio y bajo del Duero. Se
logra a principios del siglo x.
León y Castilla rebasan la cordillera Central y ocupan la cuenca del Tajo. Toledo se reconquista
en 1085. Reconquista de Zaragoza en 1118.
Dominio del valle del Guadiana y de los pasos de Sierra Morena. Batalla de Las Navas de Tolosa
(1212).
Ocupación del valle del Guadalquivir por Fernando III el Santo (1252) y de Valencia, y las
Baleares por Jaime I de Aragón, comenzando por la conquista de Mallorca en 1229. Quedará
un reducto musulmán en Granada hasta 1492.
En el siglo xiii, se produce un gran avance cristiano, la expansión de la Corona de Aragón por el
Mediterráneo y la unión de Castilla con León.
Castillo de Manzanares el Real. El castillo era el modo de fortificación más común en unas
tierras fronterizas en constante conflicto que dieron nombre al Reino de Castilla (tierra de
castillos).
En el año 1037 muere Bermudo III, rey de León, en el campo de batalla contra su cuñado,
Fernando I. Al no tener descendencia Bermudo III, su cuñado considera que es el sucesor y por
lo tanto unifica el Reino de León y el Condado de Castilla. En el año 1054 Fernando I lucha
contra su hermano García Sánchez III de Nájera, rey de Navarra, en la batalla de Atapuerca,
muriendo también el monarca navarro y anexionándose entre otras la comarca de los montes
de Oca, cerca de la ciudad de Burgos.
A su muerte le sucedió en el trono su hija Urraca. Esta se casó, en segundas nupcias, con
Alfonso I de Aragón, pero al no lograr la unificación de los reinos y debido a los grandes
enfrentamientos de clases entre los dos reinos, Alfonso I repudió a Urraca en 1114, lo que
agudizó los enfrentamientos entre los reinos. Si bien el papa Pascual II había anulado el
matrimonio anteriormente, habían seguido juntos hasta esa fecha. Urraca también tuvo que
enfrentarse a su hijo, Rey de Galicia, fruto de su primer matrimonio, para hacer valer sus
derechos sobre ese reino, y a su muerte este le sucede como Alfonso VII. Alfonso VII consigue
anexionarse territorios de los reinos de Navarra y Aragón (aprovechando la debilidad de estos
reinos desde que se escindieron a la muerte de Alfonso I de Aragón). Renuncia su derecho a la
conquista de la costa mediterránea a favor de la nueva unión de Aragón y el Condado de
Barcelona (que se produce con el matrimonio de Petronila y Ramón Berenguer IV). En su
testamento vuelve a la tradición real de la división de sus reinos entre sus hijos. Otra vez se
rompe la unión entre León y Castilla, siendo Fernando II rey de León y Sancho III rey de Castilla.
En 1230 se produce la definitiva unión entre León y Castilla (con algún paréntesis posterior de
poca relevancia), cuando Fernando III el Santo recibe de su madre Berenguela en 1217 el Reino
de Castilla y, tras la muerte de su padre Alfonso IX en 1230, acuerda con las herederas de este,
Sancha y Dulce, la transferencia de León en la Concordia de Benavente.
Crisis bajomedieval
La confluencia de varios factores adversos hicieron del siglo xiv una época de crisis
generalizada, no solo en España sino en toda Europa. Entre esos factores cabe destacar un
empeoramiento general del clima —con sus consecuencias para la agricultura—, la aparición
de la peste negra en 1348, y el estallido de numerosos conflictos bélicos.
Desde finales del siglo xiii los conflictos internos, expresados en disputas sucesorias, llevaron a
constantes guerras civiles en todos los reinos peninsulares, tanto en el musulmán como en los
cristianos, especialmente en Navarra (guerra de la Navarrería, guerra civil de Navarra), y en la
corona de Castilla (entre los partidarios de Alfonso X el Sabio y los de su hijo Sancho, entre los
partidarios de los infantes de la Cerda y los de Fernando IV el Emplazado, entre los de Pedro I
el Cruel y Enrique II el Fratricida —de la nueva dinastía Trastamara—, entre los de Juana la
Beltraneja y los de Isabel la Católica). Muchos de ellos se inscribieron en conflictos de
dimensión europea, como la guerra de los Cien Años, o entre reinos cristianos peninsulares,
como la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369, entre Castilla y Aragón) y la batalla de
Aljubarrota (1385, entre Castilla y Portugal). La alianza anglo-portuguesa (1373) demostró
tener una extraordinaria proyección (se ha prolongado, bajo distintas formas, hasta el día de
hoy). En la Corona de Aragón, la ausencia de heredero directo llevó a las Cortes a elegir como
rey a Fernando el de Antequera, emparentado con los Trastámara castellanos (compromiso de
Caspe de 1412).
Hasta el siglo xiii, se hablaban muchas lenguas en los territorios que hoy forman España, entre
ellas el castellano, árabe, aragonés, catalán, vasco, gallego, ladino, aranés y asturleonés.
Además, en los territorios cristianos el latín era la lengua oficial de la iglesia y de la
administración. A lo largo de dicho siglo, el castellano (que también se conoce hoy como
español) ganó cada vez más prominencia en el Reino de Castilla como lengua de cultura y
comunicación. Un ejemplo de esto es la composición de grandes epopeyas como Cantar de
mio Cid. En los últimos años del reinado de Fernando III de Castilla, el castellano empezó a
usarse para ciertos tipos de documentos administrativos y durante el reinado de su sucesor
Alfonso X se convirtió en el idioma oficial del reino de Castilla (junto con el latín que siguió
usándose para numerosos propósitos religiosos y seculares).
A partir del siglo xiii gran parte de los documentos públicos fueron escritos en castellano, y las
traducciones se realizaron preferentemente al castellano en lugar del latín. Por otra parte, en
el siglo xiii se fundaron muchas universidades en los reinos de León y Castilla; algunas, como
las de Salamanca y Palencia se encontraban entre las primeras universidades de Europa. En
1492, durante el reinado de los Reyes Católicos, se publicó la primera edición de la Gramática
de la Lengua Castellana de Antonio de Nebrija.73 Fuera de Castilla se siguieron usando
ampliamente las lenguas romances autóctonas, aunque a menudo coexistían con el castellano.
Hacia 1600 el castellano era la lengua dominante en Zaragoza y gran parte de Aragón oriental,
y un desplazamiento similar se observó en las regiones orientales del antiguo Reino de León.
Sin embargo, en Galicia, Asturias, País Vasco, Valencia, Cataluña y Baleares el castellano no
penetraría de manera importante hasta dos o tres siglos más tarde, dependiendo de la
región.[cita requerida] Por otra parte el árabe andalusí siguió siendo la lengua dominante de
muchas regiones hasta la expulsión de los moriscos a principios del siglo xvii.