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FUENTES

Constitución Nacional.
Dentro de las fuentes formales, teniendo en cuenta
su obligatoriedad, encontramos a la ley.
La ley, puede ser definida como: norma de carácter
general y obligatorio, debidamente sancionada y
promulgada que posee validez y eficacia.
En nuestro sistema jurídico, existe una ley a la
que llamamos ley suprema o ley fundamental: la
CONSTITUCION NACIONAL.
La Constitución Nacional establece los derechos y
garantías fundamentales de los habitantes de la Nación y
la forma de organizar los poderes del Estado.
Podemos describirla conforme a las siguientes
características:
a) La constitución es una ley. Es la ley
fundamental que organiza nuestro país y garantiza los
derechos y libertades de las personas.
b) Por ser la ley suprema, se la considera como
super ley. Las demás leyes son consideradas inferiores
y deben de respetarla.
c) Esa ley es escrita y se encuentra reunida en
un texto único y sistematizado.
e) Por su origen, se diferencia de las leyes
ordinarias o comunes en cuanto es producto de un poder
constituyente.
f) Posee en sí misma fuerza o vigor normativos,
lo que significa que es exigible, obligatoria,
aplicable y vinculante. Y lo es para todos, para los
gobernantes y para los particulares.
g) La Constitución es rígida ya que surgió de un
poder constituyente formal, y no se puede modificar si
no mediante un procedimiento especial y diferente al
de la legislación común.
Tal lo señalado, nuestra Constitución Nacional, es
una norma escrita que y se encuentra reunida en un solo
texto. La CN se encuentra estructurada, toda ella con
idéntica jerarquía normativa, con un Preámbulo; 129
artículos (que son 130 porque subsiste intercalado en su
sanción de 1957 el art. 14bis), divididos en una Primera
Parte: Declaraciones, Derechos y Garantías (parte
dogmática) y una Segunda Parte: Autoridades (parte
orgánica); a los que se suman 17 disposiciones
denominadas “transitorias”.
Las declaraciones, enuncian los principios
generales en que se sustenta la organización política de
la nación. Los derechos por su parte son las facultades
que tienen los ciudadanos y la posibilidad de exigir su
cumplimiento. Por ejemplo, conforme el art. 14, todos los
habitantes de la Nación gozan del derecho a trabajar y
ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de
peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer,
transitar y salir del territorio argentino; de publicar
sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y
disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles;
de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender,
conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio.A los
fines de ejercer los derechos que la Constitución
consagra ésta prevé las garantías, que son los medios
destinados a proteger el ejercicio de los derechos
fundamentales.
Por otro lado, la segunda parte de la
constitución refiere
a las autoridades y a la división de poderes, todo ello
en consonancia con la declaración efectuada en el
artículo 1.
Por ser la ley suprema, como ya referimos, se
considera a la Constitución Nacional, como una super ley.
La supremacía de la constitución tiene dos
sentidos. Por un lado el que refiere a que dicha
constitución o derecho constitucional es el fundamento y
la base de todo el orden jurídico-político del estado
argentino. Pero el sentido con que el constitucionalismo
utiliza la noción de supremacía constitucional,
generalmente apunta a la noción de que la constitución,
revestida de superlegalidad, obliga a que las normas y
los actos estatales y privados se ajusten a ella.
La supremacía constitucional supone una gradación
jerárquica del orden jurídico, que se escalona en planos
distintos. Los más altos subordinan a los inferiores, y
todo el conjunto se debe subordinar a la constitución.
Ello implica que, todas las restantes normas son
consideradas inferiores y deben de respetarla.
Cuando esa relación de coherencia se rompe, se
suele decir que hay un vicio o defecto, que llamamos
“inconstitucionalidad”.
Es en pos de la defensa de la eficacia de nuestra
norma madre que existe el control amplio de
constitucionalidad en nuestro estado.
La Argentina a tales fines a adoptado, el sistema
jurisdiccional difuso, porque todos los jueces pueden
llevarlo acabo, sin perjuicio de llegar a la Corte
Suprema como tribunal último por vía del recurso
extraordinario legislado en el art. 14 de la ley 48, pero
sólo el poder judicial tiene a su cargo el control.
Ello quiere decir que cualquier sujeto, que se
reconoce como titular de un derecho que se pretende
ofendido, está legitimado para provocar el control de
constitucionalidad ante el juez que corresponda.
Por ello la declaración de inconstitucionalidad
puede ser declarada a petición de parte, o “de oficio”
(sin que las partes lo pidan), pero debe ser considerada
como una medida extrema y de “ultima ratio”.
Cabe aclarar, que la sentencia declarativa de
inconstitucionalidad se limita al caso resuelto, sólo
descarta la aplicación de la norma a las partes
intervinientes en él, pero deja subsistente su injerencia
fuera del caso.
Asimismo, hay que tomar en cuenta las innovaciones
que desde el 24 de agosto de 1994 ha introducido la
reforma de la constitución a partir de lo dispuesto por
el art. 75. Inc. 22 que sienta, como principio general,
el de la supralegalidad de los tratados internacionales
de toda clase: los tratados prevalecen sobre las leyes,
con la excepción de que los instrumentos internacionales
de derechos humanos que adquieran jerarquía
constitucional estarán a la par de la Constitución.
Dicho esto, también podemos afirmar que el
principio de supremacía de la Constitución Nacional
también se vincula con la teoría del poder constituyente.
Dijimos ya, que por su origen, se diferencia de las
leyes ordinarias o comunes en cuanto es producto de un
poder constituyente.
Nuestra Constitución tiene origen en el año 1583 y
luego tuvo diferentes reformas en 1860, 1866, 1898, 1957
y 1994.
El poder constituyente originario fue el que creó
la Constitución Nacional de 1853/1860 y determinó un
procedimiento específico y diferente al del resto de las
normas en caso de necesidad de reforma por un poder
constituyente derivado.
Así es la misma norma fundamental la que prevé la
posibilidad de su reforma, pero regulando un
procedimiento determinado.
El Artículo 30 determina que: “La Constitución
puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus
partes. La necesidad de reforma debe ser declarada por el
Congreso con el voto de dos terceras partes, al menos, de
sus miembros; pero no se efectuará sino por una
Convención convocada al efecto”.
De tal norma surge que existen dos etapas: primero
el Congreso debe declarar la necesidad de reforma de la
Constitución con 2/3 de los votos de los miembros del
congreso, y en segunda instancia la reforma la lleva
adelante una “Convención Constituyente”, cuyos miembros
son elegidos popularmente.
La convención tiene límites: en primer lugar, los
contenidos pétreos; en segundo lugar, el temario fijado
por el congreso al declarar la necesidad de la reforma;
no está obligada a introducir reformas, pero sólo puede
llevarlas a cabo dentro del temario señalado; en tercer
lugar, el plazo, si es que el congreso se lo ha fijado.
Ha de tenerse presente que también hay un límite
proveniente de los tratados internacionales preexistentes
incorporados al derecho argentino.

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