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UNA "PSICOSIS FREUDIANA" BAJO TRANSFERENCIA

par Vicente Palomera (Barcelone)

Paradojas y antinomias

En la "Introducción" a su trabajo sobre Schreber, Freud plantea las dificultades encontradas en la


investigación psicoanalítica de las psicosis. Después de abrir el capítulo de la clínica psicoanalítica
con psicóticos, no llega a parecerle evidente recibir a este tipo de pacientes. Su tesis es simple: no
son accesibles a causa del narcisismo, se trata de sujetos que no tienen otro objeto que sí mismos. No
obstante, hay una paradoja : Freud hace esta observación en el momento de señalar que la
transferencia fue un factor desencadenante de la enfermedad de Schreber, es decir, justo cuando se
instaura una relación de objeto.

De otro lado, Freud subrraya que no puede "tomar decisiones psicoanalíticas" de la mera experiencia
con tales pacientes ("aber das reicht in der Regel nicht aus, um "analytische Entscheidungen" zu
treffen" (1)), es decir, aunque señala que puede estar justificado el intento de análisis con estos
pacientes, la cuestión relevante es obtener conclusiones, o dicho en otras palabras : saber qué hace
posible la intervención del analista en dichos casos.

El hecho de que el analista pueda, o no pueda operar, con pacientes


psicóticos, no depende de su decisión ("Entscheidung"), o de su
voluntad, sino que depende de la estructura. En este sentido, Freud está
diciendo que no puede sacar ninguna conclusión analítica acerca de cómo
y por qué sería posible relacionarse con un psicótico. Planteada así, la
cuestión que Freud dejó inconclusa es : ¿de qué tipo de vínculo se trata
si, al tiempo, sabemos que es distinto del vínculo para el que se pensó
el dispositivo analítico? Si tenemos presente que el momento en el que
redactó esas líneas coincide con la época de los "escritos sobre técnica
analítica" (en 1911 y 1912), podemos decir que lo que Freud indica es
que no podía llegar a conclusiones analíticas que le diera una cierta
idea del lugar a partir del cual el analista puede situarse y operar en
la estructura.

Ahora bien, una primera respuesta a esta cuestión la encontramos ya en


su trabajo sobre Schreber. En efecto, al substituir el conocimiento
personal del enfermo por su historial, Freud toma partido por el escrito
del sujeto mismo en vez del historial psiquiátrico y, al tomar partido
por el discurso del enfermo, señala el camino a los analistas de no
hacer con los pacientes psicóticos menos que con los pacientes
neuróticos (no se trata tanto del conocimiento personal de los pacientes
como de escuchar lo que ellos dicen).

Cuando Lacan, en 1932, presenta los resultados de la "época freudiana de


la psicosis" escribe : "De acuerdo con la confesión de los maestros, la
técnica psicoanalítica conveniente para estos casos no está madura aún.
Es éste el problema más actual del psicoanálisis, y es de esperar que
encuentre pronto su solución, pues un estancamiento de los resultados
técnicos en su alcance actual no tardaría en acarrear consigo el
decaimiento de la doctrina (2)." Lacan despeja las tres "antinomias" del
tratamiento psicoanalítico de la psicosis (el narcisismo, la
transferencia y la interpretación) y plantea el problema sobre qué hace
posible la intervención del analista y la necesidad de responder desde
qué lugar el analista puede operar.

Un lugar para el analista : la "Eintragung"

Una de las primeras respuestas vino de Tausk. Sabido es que el retorno


del goce no transformado en libido de objeto es el problema que plantea
la psicosis. En 1914, Freud aclara que el yo narcisista es una envoltura
que, al caer, deja el ser de objeto del lado del sujeto, como presencia
ineliminable (el sujeto queda expuesto "a la intemperie", al saber de
todos).

En su artículo "Sobre la génesis del aparato de influenciar en el curso


de la esquizofrenia (3)", publicado en 1919, Tausk sostiene la
existencia de la posibilidad de una transferencia de libido en el sujeto
psicótico al subrrayar una diferencia entre la proyección sobre el yo
psíquico de la "proyección sobre el cuerpo". Ésta última es la que
vendrá a ser el soporte del "aparato persecutorio" esquizofrénico sobre
el que puede transferirse el exceso de libido.

No obstante, si el trabajo de Tausk está centrado más bien en la


dimensión imaginaria de la psicosis, dos discípulos de Freud, Landauer y
Numberg, exploraron sus coordenadas simbólicas.

1 - Freud (S.), Über einen autobiographisch beschriebenen Fall von


Paranoia, "Gesammelte Werke", VIII, S. Fischer, p. 240.
2 - Lacan (J.), "De la psychose paranoïaque dans ses rapports avec la
personnalité", Paris, Éditions du Seuil, 1975, p. 279-280.
3 - Tausk (V.), De la genèse de l'appareil à influencer au cours de la
schizophrénie, "OEuvres complètes", Paris, Payot, 1975.

(À suivre)
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UNA "PSICOSIS FREUDIANA" BAJO TRANSFERENCIA

par Vicente Palomera (Barcelone)

(Suite)

En un trabajo titulado "La técnica 'Pasiva'"(4), Landauer explica cómo


en el tratamiento de la esquizofrenia se puede hacer uso de un
"artificio" consistente en valerse de las formas de expresión en la
incidencia de lo real de las voces. Así, "en vez de dirigirse al
paciente en la primera o segunda persona", sugiere que el analista
emplee "la tercera persona o forma impersonal, para así llevar la masa
intrusiva del curso del pensamiento a la expresión". En otros términos,
Landauer explora los modos que hacen posible el advenimiento del
significante que haría de barrera al goce, y vaciar el goce del Otro por
la palabra.

Lo ilustra con mínimas varias viñetas clínicas de pacientes que


permanecían mudos en el dialogo directo, introduciendo la interlocución
y logrando que empezaran a hablar a partir de preguntas siempre en
estilo indirecto, del tipo "¿Se tienen que oir voces?" ("Muss man Stimme
hören?"), "¿Qué piensa en él?" ("Was denkt in ihm?"), etc.

El valor de esta observación es claro ya que nos introduce en la


cuestión de las modalidades en que el "tú" pierde su propiedad en la
psicosis. Es justamente en la psicosis donde el "tú" pierde la propiedad
fundamental de distinguir el enunciado y la enunciación, y que, al
perderla, el "tú" deviene un "él". La atención de Landauer recae sobre
la manera de tratar este "tú" que despersonaliza, un "tú" que, por no
apuntar a ningún sujeto, es equivalente a un "él". Sus observaciones
ponen de manifiesto que la determinación de los "shifters" en el
discurso del sujeto indica el lugar de la enunciación, es decir, son
índice de aquello que es lo más particular de la relación del sujeto -
en tanto ser viviente - con el lenguaje.

Landauer hace una segunda observación interesante al señalar que en la


psicosis más que hablar de "Übertragung" habría que hablar de
"Eintragung". Más allá de la oposición imaginaria a la que se prestan
los dos términos "Über"/"Ein", destaquemos que "Eintragung" en alemán
significa : "inscripción", "registro" ; y el verbo "eintragen" significa
"registrar", "inscribir", "asentar" en un libro de registro, o de
cuentas. Término interesante por acercar al analista a la posición de
"secretario", del encargado de registrar e inscribir los enunciados del
psicótico.

Más allá de la "técnica", éstas observaciones son totalmente pertinentes


dado que asignan un lugar al analista en el tratamiento de la psicosis,
un lugar que supone tener en cuenta dos parámetros articulados entre sí
: de un lado, que el analista esté totalmente ubicado en el
mantenimiento de la interlocución por un manejo reducido del "shifter"
y, de otro, considerar que la transferencia en la psicosis es un
"registro" donde el analista debe hacerse soporte del decir del
psicótico en tanto escrito. Esta idea de la transferencia en la psicosis
como "Eintragung" resuena en el empleo hecho por Lacan de la fórmula
"hacerse secretarios del alienado", como una de las posiciones del
analista en el tratamiento de la psicosis. Para Lacan hacerse secretario
del alienado supone utilizar la interpretación estrictamente en relación
a un texto que se escribe y ello desde un punto de vista lo más
sintáctico posible, sin utilizar más que los significantes que el sujeto
ha pronunciado en un determinado contexto.

En estos mismos años veinte, Numberg presenta un primer testimonio de


una "clínica bajo transferencia" de la psicosis. Lo recordaba Michael
Turnheim, al decir que Numberg "commence sa carrière de théoricien avec
deux articles, aujourd'hui plus ou moins oubliés, qui constituent un
premier témoignage d'une véritable "clinique sous transfert" de la
psychose. Il décrit les places successives qu'il occupe en tant
qu'analyste dans le délire d'un patient (...). Personne n'établira,
jusqu'à la "Question préliminaire" de Lacan, une liaison aussi étroite
entre le phénomène psychotique et l'échec de l'OEdipe (5)".

Una psicosis del tipo schreberiano

En el primero de estos dos artículos ("Sobre el ataque catatónico", 1920


(6)), Numberg presenta una psicosis muy elaborada, más bien del lado
esquizofrénico, pero con aspectos paranoides bien marcados.

En 1930, Garma señala acertadamente su gran parecido con Schreber (7).


En efecto, al igual que Schreber, el paciente de Numberg después del
"fin del mundo" va a repoblarlo de criaturas que suplen la carencia del
Nombre-del-Padre. Así es como tal como Numberg resume el sentido del
sistema delirante : "Después del "crepúsculo del mundo"
("Weltuntergang") y regresión al vientre materno, el enfermo quiere
volver a establecer, por medio de su hermana, las relaciones libidinales
que antes había perdido. Luego del fracaso de esta tentativa, como para
él el mundo y el yo eran lo mismo, podía salvar al mundo por el camino
regresivo de la autofecundación y renacimiento. Al mismo tiempo se
transforma en mujer ("verwandelt sich der Kranke in ein Weib") y el
mundo sufre la misma transformación que el enfermo. Después de esta
transformación es el enfermo el único ser viviente, el solamente puede
llevar a cabo "la reproducción de la humanidad" ("die Fortpflanzung der
Menschheit") y empezar el "proceso transformativo". Para esto debe
llevar a cabo un "sacrificio" ("Dazu muss er ein 'Opfer' bringen") que
primeramente consiste en la castración y desfloración". Por tanto, igual
que en el caso Schreber, el tema de la castración aparece a cielo
abierto, es decir, en lo real.

4. Landauer (K.), "Die "passive" Technique", "Int. Zeitschrift für


Psych.", X, 1924, p. 415-423.
5. Turnheim (M.), "Herman Numberg, 1884-1970", "Ornicar?", 41, Paris,
Navarin éditeur, 1987, p. 123-127.
6. Numberg (H.), "Über den katatonishen Anfall", "Int. Zeitschrift für
Psych.", VI, 1920, p. 25-64.
7. Garma (A.), "Die Realität und das Es in der Schizophrenie", "Int.
Zeitschrift für Psych.", XVI, 1930, p. 183-199.

(À suivre)
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UNA "PSICOSIS FREUDIANA" BAJO TRANSFERENCIA

par Vicente Palomera (Barcelone)


(Suite)

Se trata de un hombre joven (32 años), que fue ingresado en el hospital


tras un pasaje al acto en el que intenta violar a su hermana. Numberg lo
encuentra en espectacular estado catatónico de excitación, en el que
hablaba, como si diera diera un "sermón" sobre el amor celestial y la
salvación de la humanidad. El paciente mismo iba a redimir al mundo,
mediante sacrificios y la abstinencia a comer carne, pues él había
resuelto el problema de la vida eterna. A veces, interrumpía su
"sermón", quejándose de que, a veces, le sustraían sus pensamientos y
que se estaba siendo "quemado" en un fuego : "estaba en el infierno,
donde se comía carne de cadáveres humanos". Con esta versión de la
"cocina del diablo" schreberiana, el paciente se dirige a Numberg dócil
a la posición subjetiva de aquel, es decir, sin forzar los fenómenos y
escuchándolo con atención.

Dos años antes de la enfermedad, el paciente se había detenido en Viena,


de camino a unas maniobras militares. Había ido a visitar a su hermana
mayor. Ésta no está casada. Su soledad y abandono despierta en él
"compasión" y decide mudarse a vivir con ella después de las prácticas
militares. También piensa que para ella es tan difícil encontrar un
marido como para él encontrar una esposa, a causa de "sus genitales
demasiado pequeños, feos y mutilados".

La palabra "matrimonio" es un enigma para él, es una palabra "mágica".


Tras el desencadenamiento, el paciente dirá que "al pasar a vivir con su
hermana, se cumplía un antiguo deseo de casarse con ella", y agregará :
"la magia se había realizado". A partir de aquí - señala Numberg - se
abre la vía de la regresión hasta la megalomanía infantil. Tiene la
certeza de ser una personalidad invencible e irresistible. Empieza a
hacer gimnasia y agotadores ejercicios físicos para volverse un hombre
fuerte. Un día, en la apasionada práctica de estos ejercicios siente
"quemarse" en la región sacra (en alemán "ein Brennen im Kreuz" : "una
quemadura en la cruz") y en la espalda. En uno de los ejercicios
respiratorios para "regenerar el oxígeno de su cuerpo" siente que algo
dentro de él "se rasgó" ("inwendig einen Riss"), lo que se amplia luego
a un agujero ("Loch") que localiza en la zona del ombligo. Tiene
entonces la sensación de que su sangre fluye afuera por dicho agujero.

A partir de ahí, el delirio deja a cielo abierto un saber en el que se


puede deducir la certeza que acompaña la relación del paciente con el
significante que surge en lo real : "quemarse" ("Brennens"). Si hablamos
de "inconsciente a cielo abierto" es precisamente para nombrar el pasaje
de la castración simbólica a lo real y que se traduce en la "muerte del
sujeto". Lo que en esta coyuntura vendrá a responder, a continuación,
son elementos significantes que aparece en el interior de la disolución
imaginaria, reordenados en cascada y haciendo borde alrededor de ese
agujero ("Loch")
La transformación

En efecto, en una primera fase, el paciente empieza a estar


completamente confuso, los días son obscuros, encuentra todo misterioso
y atroz, las personas le parecen salidas de la tumba. Si tomamos como
referencia el estadio del espejo en su relación con el significante
mortal, aquí tenemos "los muertos que salen de la tumba", y que él
atrae, y la relación del paciente con esas personas muertas en un mismo
destino : "él mismo está muerto".

El "crepúsculo del mundo" es correlativo a la fragmentación de su


identidad y sigue las líneas de la estructura significante, es decir,
siguiendo los desdoblamientos imaginarios. Al igual que Schreber y sus
"hombrecillos", al paciente de Numberg la gente le parece de dos clases,
las reales, antes de 1917, y las otras "lánguidas como de un tiempo
anterior", treinta o cuarenta años antes. Los coches y carruajes también
se desdoblan. Las personas y los objetos se desvanecen.

Es precisamente en esta coyuntura cuando ataca a su hermana para


violarla. Interrogado sobre ello, el paciente aclara que "el mundo
estaba amenazado, la humanidad se extinguía y él tenía que salvar al
mundo, tenía que encargarse de la propagación de la humanidad".

Su delirio se despliega, pues, como una "teoría de la transformación"


("Verwandlungstheorie"). Igual que el personaje kafkiano, "Gregor
Samsa", las alucinaciones más angustiosas le amenazan con convertirlo
en un animal, en un gusano. Dicha teoría no se aplica solo a los seres
humanos sino a todas las criaturas vivientes, que atraviesan una
"migración" ("Wanderung"), cambiando sucesivamente a seres cada vez más
inferiores, hasta que se convierten en objetos inanimados como plantas,
minerales, barro y fango ("Kot", que significa también "estiércol",
"excrementos"). Esta metonimia "coprofágica", vacía de vida y desierta
de sentido no alcanza a reordenar su cuerpo. El paciente está tan
interesado por reordenar el mundo animado e inanimado como por reordenar
lo que ocurre en la transformaciones dentro de su aparato digestivo (de
ahí la importancia para él de lo anal).

En la psicosis, en el lugar del Otro no encontramos al padre, sino el


Ideal: el paciente tiene la misión de "revivir el mundo a través del
amor universal" y, en ese punto, "a veces tiene la certeza de ser Dios"
(momento de más fragmentación de su identidad).

Sus meditaciones sobre el origen del hombre parecen llegar a su fin


cuando consigue fundir la "teoría darwiniana" de la descendencia del
hombre con la "teoría hindú" sobre la transmigración de las almas. Se
cree capaz de cambiar el mundo, para lo cual debía "propagarse" y
mediante un sacrificio "redimirlo". El sacrificio tenía múltiples
significados : en primer lugar, morir como expiación por el crimen del
intento incesto; luego, dado que había disgustado del orden del universo
con su acto, esperaba con su sacrificio liberar y redimir al mundo como
el "Redentor" de la culpa. Numberg describe con minuciosidad como en su
ideal de sacrificio actuaba dramáticamente lo que expresaba como idea
delirante: al hacerse daño en la región sacra representaba su muerte
"sacrificial", su "crucifixión" ("er bricht sich das Kreuz, wird
gekreuzigt"). Lo que en los ejercicios respiratorios sintió como
"quemarse en el sacro", durante el delirio, se eleva a la sensación de
"ser torturado y quemado en la cruz".

Realizar el ideal lo "descorporiza". En el clímax del delirio, el


paciente rechazaba el alimento : "si no comía alimento alguno comía su
propia carne" y se decía culpable de haber comido el amor de toda la
humanidad, de modo que "hacía un sacrificio y pagaba su deuda con la
humanidad". También pensaba que la comida se convertía en heces. Como
lo señala Numberg : "En el "discurso de órgano" esquizofrénico defecar
significa "pagar una deuda", "hacer un sacrificio".

Aquí, es el "empuje a la mujer" lo que se despliega como consecuencia


lógica del delirio y como correlato de su idea de la regeneración
("Fortpflanzung").

(À suivre)

UNA "PSICOSIS FREUDIANA" BAJO TRANSFERENCIA

par Vicente Palomera (Barcelone)

(Suite)

Bajo transferencia

En un segundo articulo, ("El curso del conflicto libidinal en un caso de


esquizofrenia", 1921 (8)), Numberg vuelve sobre este caso para dar cuenta
de los resultados del tratamiento. Al final, el trabajo de reconstruccion
delirante que el paciente dirige al analista logra reducir el delirio en un
fantasma de autorenacimiento. A lo largo del tratamiento Numberg va
desgranando los diferentes lugares que la estructura del delirio le permite
ocupar como analista: como objeto homosexual, comom objeto perseguidor y,
finalmente, como ideal del yo.

Partiendo de la tesis freudiana segun la cual en la psicosis el objeto no


esta investido (no esta situado en el Otro y, por tanto, no adquiere valor
libidinal), Numberg trata los distintos modos por los que el paciente
intenta recuperarlo: primero, con la ayuda del discurso, mas tarde, con la
ayuda de las identificaciones narcisistas y las pulsiones.

Numberg da una descripcion muy detallada de los modos de retorno de un goce


que no se ha transformado en libido. En la lengua fundamental del paciente,
este goce real recibe el nombre de "teoria de la transformacion". Numberg
se ve acompanando a un ser que no tiene intimidad, que esta expuesto a la
intemperie y siempre a la medida de la satisfaccion que el Otro reclama, y
va anotando minuciosamente sus "intentos para recobrar el objeto". Estos
intentos se hacen:
a) "con ayuda del lenguaje". Numberg destaca que "durante el periodo en que
el paciente dirigio una parte de libido homosexual hacia mi, mientras los
objetos aun parecian escaparsele ("crepusculo del mundo"), hizo el
esfuerzo, en un primer tiempo, de agarrarse a mi por medio del lenguaje".
Es decir, "relataba espontaneamente todos sus pensamientos, recuerdos,
sentimientos y experiencias; estaba impaciente por verme aparecer y, tan
pronto entraba, relataba sus asociaciones sin esperar a ser preguntado".

¿Que efectos tiene esto? Logicamente, una vez introducido en el proceso de


las sesiones, el paciente tiene que encontrar una forma de sostenerse en
esa metonimia y, en la medida en que no tiene la metafora, se pierde en el
lenguaje. Otras cosas surgen como respuesta. Por ejemplo, se produce la
regresion. El paciente practicaba con las palabras "la magia" y afirmaba
que tanto el como Numberg poseian medios diabolicos para conseguir la vida
eterna". Cree que Numberg lo ha transformado en un "tipo joven", que con la
magia de los juegos de palabras, con la magia de los pensamientos "el era
rejuvenecido". Este era el "aspecto positivo" de la magia.

Pero la construccion de un lenguaje fundamental para dar un significado


alternativo y separado de un objeto tiene aspectos "negativos": por un
lado, las palabras eran magicas en el mismo sentido que tragaba saliva, es
decir, que tenian tanta sustancia como las cosas (el lenguaje es el primer
perseguidor: el paciente siente que la palabra se concretaba en la boca
como un cuerpo extrano, como la saliva); por otro lado, que hay un elemento
oculto (en la lengua fundamental la "magia" era llamada "la Kabala".

Es el "aspecto negativo de la magia" - como esctribe Numberg -, el produce


el vuelco transferencial: el paciente zozobra y rehusa hablarle. Numberg
asiste a una nitida manifestacion del automatismo mental, donde el opresor
invisible, el instigador, es el lenguaje: la palabra se concreta en su
boca, se convierte en un cuerpo extrano.

Esta alteracion de la totalidad del lenguaje, tributaria del hecho que toda
palabra se forma en el Otro, plantea la cuestion de saber como el Otro
paranoico puede ser compatible con el tratamiento psicoanalitico. Si para
el paciente el Otro ya lo sabe todo y es - como vamos a ve r-,
transparente, entonces esta transparencia sera el sintoma que prepare su
transformacion bajo transferencia, bajo la forma de "el psicoanalista ya lo
sabe todo".

b) Asi, pues -prosigue Numberg- el paciente se ve empujado a intentar


recuperar el objeto: "con la ayuda de las identificaciones narcisistas, y
de los impulsos anales, agersivos y canibalisticos". En efecto, Numberg
tiene que dar cuenta de la manera de las diversas formas que este sujeto
psicotico responde al "¿Que me quiere el Otro?". Empiezan a surgir impulsos
agresivos, de lucha y de devoracion, etc. que dan forma a la ereccion del
goce del Otro y que Numberg situa como diversas formas de "lucha por el
objeto".
En las sesiones, Numberg introduce un objeto que adquiere progresivamente
una gran importancia para el paciente: los cigarrillos. El paciente
demandaba cigarrillos y pedia cerillas (fuego) insistentemente pero
inmediatamente se sentia llevado a darle algo a cambio: "He pedido un luz a
useted tan a menudo...", "Alguna vez tendre que dar a luz por mi mismo". La
activacion de las fantasias principales del sujeto se organizan entorno a
"darse luz a si mismo", "consumir al analista", etc. Despues de esta fase
en la que el paciente "hubo consumido al analista, pasa a rechazarlo en la
realidad, rehusa los cigarrillos y a penas le habla": surge una confusion
respecto a la identidad del analista. Pero entonces comienzan a destacar
otros sintomas que dominaran el curso de la enfermadad por un tiempo,
sintomas que habian sido mas marcados durante el ataque y que eran ahora
visibles como huellas de ese periodo. Numberg agrupa estos sintomas en dos
grupos: un transitivismo marcado y las ideas de ser danado.

El "delirio de transformacion" presuponia que todos los acontecimientos que


ocurrian en el mundo exterior tambien ocurrian en el paciente. El paciente
esta en un estado de confusion y por ello tiene que afirmarse con mas
fuerza al nivel del otro imaginario. Asi, el transitivismo que surge en
esta fase de reivindicacion paranoica ("No se si soy yo o usted") aparece
como defensa de la relacion especular, defensa yoica ante el Otro del que
esta a merced. Lo que Numberg denomina transitivismo no es sino el
transitivismo que Lacan llama "de la mala intencion" y que da lugar, en
seguida, a un delirio de influencia ("al paciente le parecia que todos sus
pensamientos eran conocidos por otros"). Se trata de un periodo del
tratamiento muy dificil ("Temia cada uno de mis movimientos y me observaba
de cerca. Decia que toda la gente le influenciaba y que poderes invisibles
le dominaban"). Numberg que no busca el resorte de la cura del lado de la
intrepretacion se mantiene en silencio y no responde a ninguna de las
solicitudes de detalles sobre "las influencias".

Tras esta fase en la que el paciente habia identificado al analista consigo


mismo, Numberg subrraya de que modo la fase del transitivismo preparo el
camino hacia la proyeccion: "el mecanismo de proyeccion sirve asi a la
solucion del conflicto en muchos sentidos (...) parece ser una condicion
preliminar para la reconstruccion de la realidad que, de hecho, reaparecio,
acompanada por una correccion de algunas formas delirantes; ademas, sirvio
al intento de descargar el yo de la libido narcisista".

(8) Numberg (H.), "Der Verlauf des Libidokonfliktes in einem Falle von
Schizophrenie", "Int. Zeitschrift fur Psych.", VII, 1921, p. 301-346.

(A suivre)
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UNA "PSICOSIS FREUDIANA" BAJO TRANSFERENCIA

par Vicente Palomera (Barcelone)


(Suite et fin)

« Correction : NUNBERG - et non NUMBERG, comme cela a été ortographié


dans dans les précédents numéros d’"Ornicar ? digital". »

Finalmente, Nunberg describe como el proceso de recuperación fue más


allá de este punto, hasta una estabilización temporal organizada en
torno a una interpretación delirante de renacimiento. Con mucha agudeza,
Nunberg destaca el papel desempeñado en esta estabilización por una
serie de sueños referidos al periodo del desencadenamiento de la
psicosis. Son tres sueños que le permiten una interpretación de la
experiencia enigmática correlativa al desencadenamiento como un
renacimiento: "el renacimiento fue realizado en el ataque catatónico,
despues del ataque el paciente se sentía como si hubiera vuelto a nacer
("neugeboren")".

La transferencia resulta importante para entender su recuperación:


"Hemos visto -escribe Nunberg - que el proceso de recuperación pasó por
un largo periodo de preparación. Como el paciente había encontrado un
objeto en el médico (...) adoptó hacia mí la actitud de un niño
desvalido y me identificaba con su padre (...) De perseguidor me
convertí en médico que cura y en maestro ("Aus seinem Verfolger bin ich
zum heilenden Arzte und Lehrer geworden")." Tras la estabilización, en
la que "la recuperación del objeto y la restitución de la distancia
entre el sujeto y el yo fue restaurada", el paciente se vuelve menos
comunicativo y no quiere pensar en la enfermedad, temiendo volver a caer
en ella.

La inducción terapéutica

Es interesante que Nunberg tome la reticencia psicótica como equivalente


a la represión en la neurosis, y que para ello parta de la idea
freudiana de la formación del ideal del yo como condición de la
represión. Así, desde el punto de vista de la formación del ideal, puede
definirse el curso de la enfermedad como una búsqueda del ideal del yo.
El proceso siguió, como ya vimos, varias etapas:

1) Después de la separación parcial de la libido ("partiellen


Libidoablösung") el paciente encontró un objeto, en relación al cual
sentía impulsos homosexuales. Primero quiso tomar posesión de este
objeto por medio del lenguaje, más tarde por medio de impulsos
agresivos.

2) En la medida en que surgieron exigencias que se oponían a éstos


impulsos, no pudo conseguir su meta. Finalmente, el paciente lo logró
por medio de la identificación narcisista: el objeto fue incorporado en
el yo.

3) Como consecuencia de ello, durante un tiempo, hubo una pérdida


definitiva del objeto como tal y, más allá, una pérdida de las fronteras
del yo, de la orientación, etc. La acumulación de la libido en los
órganos aumentó incluso más. Sobrevino una proyección y se estableció
una distancia entre el sujeto y el objeto, siendo el objeto equipado con
los impulsos agresivos y sádicos del sujeto. Estos eran vividos de forma
masoquista e interpretados como daños.

4) Cuando las excitaciones de los organos disminuyeron, el objeto dejó


de ser sádico. Era identificado ahora con el padre, el paciente se
apoyaba cada vez más en el susbtituto paterno en una actitud pasiva.
Desde aquí volvió a una fijación sobre el padre. Desde este punto de
fijación, que ofrecía resistencia a una total separación de la libido,
comenzó la recuperación. La tendencia a recuperarse, sin embargo,
emanaba de la lucha por liberarse de la libido del yo contenida que,
psicológicamente, correspondía al deseo de recuperar el ideal del yo
infantil.

5) No obstante, dado que el paciente había encontrado el objeto al mismo


tiempo, abandonó una parte de este ideal del yo infantil narcisista en
favor del objeto.

En resúmen, sólo al final - "cuando hubo recuperado el objeto" -


encontró un ideal: "el paciente se volvió un hijo bueno y obediente, que
se sometía a la autoridad de su padre, pedía su protección, quería
convertirse en un miembro útil a la sociedad, cumplir con sus deberes,
etc.". A partir de ahí, no quiere hablar más del tema del incesto y de
la homosexualidad y solo le gustaba hablar de la fábrica, de como
realizaría su trabajo.

Verificamos, pues, que lo terapéutico fue inducido por medio de la


construcción de un mito mediante el cual el paciente halla una manera de
autointrepretarse, bajo un modo delirante. La convicción delirante al
final del proceso descrito por Nunberg es un intento de dar sentido a
las experiencias enigmaticas, a los fenómenos elementales que tuvo que
afrontar.

El caso de Nunberg es un verdadero testimonio de lo que Lacan llamará


"no retroceder ante la psicosis" y, por otra parte, nos obliga a poner
entre paréntesis el veredicto de inaccesibilidad de la psicosis en la
época freudiana.
EL PADRE COMO SINTOMA par Ronald Portillo (Caracas)

"Moises y la religion monoteista", el ultimo gran texto freudiano constituyó un excelente pretexto
para insistir en uno de los temas que mas acaparó la atención de Freud a lo largo de su obra: la
cuestión del padre.

Freud se sirvió del mito para abordar la cuestión del padre. El mito de Edipo, tomado de Sofocles,
el mito del "Urvater", y la "construcción mitica" sobre la muerte de Moises, a partir del texto de
Oseas, muestran la recurrencia freudiana al mito para dar cuenta de la función del padre, tanto a
nivel del sujeto como de la masa.

La figura del padre en los mitos freudianos presenta una caracteristica similar: la muerte por
asesinato. Tal muerte tendrá una estrecha relación en la elaboración freudiana con la satisfacción
pulsional y con la verdad inconsciente.

Freud relaciona la prehistoria individual, marcada por la represión inconsciente encuadrada por el
Edipo, con la prehistoria de la especie humana, que ha olvidado o reprimido la causa de su origen.
Asi como las elboraciones en analisis tienen por finalidad la recuperación de la verdad reprimida,
habría necesidad de realizar construcciones que puedan venir a llenar las lagunas existentes en
cuanto al origen de la civilización. Se podría decir que Freud concibe estas construcciones como
un hecho de invención, como una ficción. La verdad inconsciente de la historia, tanto del sujeto
como de la civilización, tiene estructura de ficción, tal como lo plantea Lacan.

Freud establece una analogía entre la amnesia que presenta la humanidad en relación al parricidio
original, el olvido al que ha sido sometido Moises por el pueblo judio y la represion que se sucede
en la neurosis. La vertiente inconsciente del sintoma neurotico, dada por el retorno de lo
reprimido, encontrará un correlato de malestar o sintoma en la civilización caracterizado por el
retorno de la verdad reprimida sobre el magnicidio primordial. Igualmente Moises constituye la
expresión de una verdad inconsciente del pueblo judio, que no habla de él, lo ha reprimido del
texto sagrado. Para Freud Moises habia sido doblemente asesinado: en la realidad y en el texto.
Sin embargo quedan restos, quedan trazas que hacen imposible su borramiento. Moises, cual
sintoma, regresará desde lo reprimido por via de algunos profetas, aunque sean menores, como es
el caso de Oseas, comentado por Sellin, estudiado por Freud y retomado por Lacan en los
Seminarios VII y XVII.

En cuanto al mito de Edipo Freud se declaró desde muy temprano como seguidor de Sofocles.
Tanto el asesinato del padre como el goce de la madre por parte del hijo se producen sin que
Edipo lo sepa, son inconscientes. El sujeto freudiano esconde o reprime el deseo edipico
inconsciente de matar al padre y ese deseo va a retornar bajo la forma de sintoma. Este esquema
se repite en los tres mitos mencionados, se estructura en la constitución del deseo inconsciente de
la muerte del padre y su posterior regreso sintomatico desde lo reprimido. De aqui que Freud
considere que en la medida en que un sujeto pueda encontrarse con la funcion del padre muerto,
sin reprimirla, podrá acceder a la dimensión de la realidad de su deseo.

Lacan va más allá de Freud al plantear en el Seminario XVII que el asesinato del padre esta ligado
al registro del goce. Se puede apreciar en el mito del "Urvater" y en el del Edipo una relacion
temporal inversa entre el goce y el asesinato del padre, pues mientras en Edipo primero sucede el
asesinato y luego hay acceso al goce, en "Totem y tabou" es a causa del goce que se sucede el
asesinato. Para Lacan el mito del "Urvater" expone la imposibilidad real que tiene todo sujeto para
acceder al goce absoluto, dado que el padre primordial asesinado se lo llevó a la tumba con él. Por
razones de estructura ese goce es imposible de tener, solo se pueden alcanzar pequeños goces
permitidos. Sin embargo la via perniciosa del sintoma neurótica le permite al sujeto el encuentro
con el goce. El sintoma constituye una forma de goce, una forma de satisfacción pulsional de
ordinario imposible para el sujeto.

Asi el sintoma presenta una doble composición en relación a la instancia del padre muerto. Por
una parte se liga a la verdad inconsciente de un deseo de muerte del padre que retorna en la
formacion sintómatica y por la otra se articula al goce vuelto imposible por la muerte del
"Urvater" y que el sintoma hace ex-sistir.

Lacan señala en su Seminario "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanalisis" que en los
mitos freudianos de la muerte del padre se perfilaba la regulación del deseo de Freud (1). Cabe
cuestionar el motivo de la recurrencia freudiana sobre la muerte, por asesinato, del padre. La
insistencia sobre el asunto alerta sobre su implicación inconsciente. Resulta dificil no inferir una
verdad reprimida del sujeto Freud en relación a los mitos de la muerte del padre, al igual que
existe algo de lo que no quiere saber nada el sujeto en el sintoma neurótico.

En "El enves del psicoanalisis" Lacan sostiene que el Edipo es un sueño de Freud, podríamos
agregar que los otros mitos freudianos tambien lo son. El sueño, como toda formacion del
inconsciente, amerita un desciframiento pues presenta un contenido manifiesto que vela u oculta
un contenido latente. De este modo, segun Lacan, la muerte del padre en los mitos freudianos no
sería otra cosa que una cobertura, un contenido manifiesto que encubre otra cosa.

(1) Lacan(J.), "Le Seminaire XI, Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse", Paris, Le Seuil, p. 29,

continua

Freud no se cansó de repetir que el sueño, lo mismo que el sintoma y las formaciones del
inconsciente, era una realización de deseo. De aquí que al considerarse el mito de la muerte del
padre como un sueño se pueda decir que contiene la clave del deseo de Freud, o al menos
suministra ciertas señales para identificarlo. Lacan considera que los enunciados de los mitos
freudianos habría que tratarlos como al contenido manifiesto de un sueño (2).

Lo que no es explicitado en el Edipo viene a ser expuesto por Freud en el enunciado de "Totem y
tabú" : el goce del padre. Constituye la única referencia freudiana de la excepción, un padre cuyo
goce escapa a toda ley, a toda prohibición. Se trata de un padre dueño y señor del goce. El padre
primitivo con su goce exclusivo exhibe la particularidad de la excepción, fué asesinado pero
nunca sufrió el proceso simbólico de la castración, estuvo eximido de ella. Este padre muerto o
padre del goce es el padre real que Lacan nos presenta como el operador estructural ubicado mas
allá del Edipo y que introduce lo imposible en el centro de la enunciación freudiana (3). La verdad
del contenido latente de los mitos freudianos está dado por el goce del padre.

Es en este goce que se puede reconocer la verdad del deseo de Freud : exceptuar al padre de la
castración o lo que es lo mismo salvarlo de la renuncia a la satisfacción pulsional. Este elemento
identifica el eje fundamental que recorre "Totem y tabú", texto llamado por el mismo Freud su
" preferido ". Lacan considera precisamente a este texto como un producto neurótico, un texto que
hace sintoma en la obra de Freud : " Ha faltado que yo espere este tiempo para que una tal
aserción, a saber que "Totem y tabú" es un producto neurótico, sea posible sin que, por eso, yo
cuestione para nada la verdad de la construcción. Es por eso mismo que es testimonio de la
verdad. No se psicoanaliza una obra y menos la de Freud que cualquier otra. Se la critica. " (4)

El sintoma neurótico de salvar al padre de la castración no descalifica la verdad de la construcción


freudiana, al contrario el padre muerto resultante en "Totem y tabú", equivalente a lo imposible
del goce, vendría a funcionar como una suerte de anudamiento de las diferentes figuras o aspectos
del padre presentes en los mitos freudianos : el padre simbólico del Edipo, el "Urvater" de la
obscenidad imaginaria y lo real de las huellas de verdad dejadas por Moisés.

En la topología del nudo borromeo, desarrollada por Lacan en la última etapa de su enseñanza, se
valoriza la función del sintoma como lo que viene a suplir la función del Padre en tanto Otro
inconsistente : S(A/). Cada una de las diversas figuras del padre freudiano dejan ver su
inconsistencia : el padre edipico sin saber porqué moría dejaba un pueblo lleno de dificultades, el
"Urvater" era un tirano caprichoso y Moises aparece como un padre descuidado y olvidado por su
propio pueblo. El padre como sintoma en Freud, exceptuado de castración, viene a darle
consistencia al Padre, lo hace ex-sistir.

En Freud lo necesario de la constitución del sintoma de un padre exceptuado de castración que


supliera a un padre inconsistente lo ilustra la siguiente anécdota : su padre le habia contado que en
una ocasión un cristiano le quitó de un manotazo el gorro que llevaba puesto al tiempo que le
espetaba " judio, bajate de la acera " ¿Y tu que hicistes? le preguntó Freud al padre, quien
respondió : " me baje a la calle y recogí el gorro ". " Esto no me pareció heroico de parte del
hombre que me llevaba a mi, pequeño, de la mano. Contrapuse a esa situación, que no me
contentaba, otra que respondía mejor a mis sentimientos: la escena en que el padre de Anibal,
Amilcar Barca, hace jurar a su hijo ante el altar doméstico que se vengará de los romanos. Desde
entonces tuvo Anibal un lugar en mis fantasias ", escribió Freud en el capitulo V de la
"Tramdeutung" (5).

(2) Lacan (J.), "Le Seminaire, livre XVII, L’envers de la psychanalyse", Paris, Le Seuil, p. 135.

(3) "Ibid.", p. 143.

(4) Lacan (J.), Seminaire XVIII, " D’un discours qui ne serait pas du semblant ", séance du 9 juin 1971, inédit.

(5) Freud (S.), "La interpretación de los sueños", Tomo IV, Buenos Aires, Amorortu Editores, p. 211.

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