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Scientific American ha recabado las últimas investigaciones sobre el proceso de elevada actividad que se
inicia en el cerebro en esos momentos. Cita el estudio un estudio realizado por Christopher Kerr, jefe
médico de una residencia de cuidados paliativos de Buffalo, que ha examinado cientos de casos de lo
que llama “lucidez terminal”. En los últimos días de vida regresan algunas facultades cognitivas que se
habían perdido, como el habla o la capacidad de conectar con otras personas.
Este fenómeno ha sido estudiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus
siglas en inglés) porque no sólo tiene implicaciones científicas, también sanitarias y éticas. En una de
estas investigaciones se recoge cómo impresiona a los familiares el resurgir del “antiguo yo” de la
persona con demencia, del significado que tenían sus lazos con los demás.
Otro de los estudios encargados por los NIH, contradice la idea de que los episodios de lucidez estén
asociados al fin de la vida. Lo realizó el gerontólogo Jason Karlawish, que sostiene que esos fogonazos
deben entenderse más bien como fases habituales de la enfermedad. “Este tipo de episodios suceden
meses e incluso años antes de que muera la persona”, aclara.
Saber si lo que sucede en las fases terminales de la vida es diferente de otros episodios de lucidez tiene
muchas implicaciones. Significaría que “aún pueden quedar (en pacientes con demencias avanzadas)
redes y funciones neuronales que pueden ayudar a restablecer las habilidades cognitivas de personas
que pensamos que están incapacitadas de forma permanente”, explica George Peterson, experto en
bioética de la Universidad George Mason que ha trabajado para los NIH.
Actividad del cerebro con el corazón parado
En un estudio del mes de mayo, publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados
Unidos, se detalla el caso de cuatro pacientes en coma a quienes se retiró el soporte vital y entraron en
parada cardiorrespiratoria. En dos de los casos, se observó un incremento de la actividad organizada del
cerebro justo en ese momento.
Otro estudio del hospital universitario NYU Langone Health examinó más de medio millar de casos de
personas que necesitaron reanimación cardiopulmonar entre 2017 y 2020. Se detectó que la actividad
eléctrica del cerebro primero resurgía instantes después de pararse el corazón.
El mismo fenómeno se ha registrado en varios experimentos desde hace más de una década en
roedores, que han mostrado que en los primeros minutos después de pararse el corazón se despliega
una intensa onda gamma de actividad cerebral que cesa al poco tiempo.
Las ondas gamma son una de las frecuencias del cerebro que se asocian a estar despierto, en alerta y al
ejercicio de la memoria. La intensidad de esa actividad en roedores se focalizaba en la parte posterior
del cráneo, que se cree importante para la experiencia consciente, a la visión, la audición y la percepción
del movimiento.
El "proceso de apagado" ante la falta de oxígeno
La neuróloga de la Universidad de Michigan Jimo Borjigin, que ha trabajado con roedores, sugiere que la
actividad cerebral puede dispararse como consecuencia de la falta de oxígeno, precisamente para
intentar “recuperar el suministro, bien respirando más fuerte o acelerando los latidos del corazón. Creo
que la lucidez terminal se puede deber a un último esfuerzo del cerebro para preservarse ante el
desplome de los sistemas fisiológicos”.
Entramos en el terreno de las conjeturas. La del equipo de NYU Langone Health es que ante la falta de
oxígeno, en el proceso de morir, el cerebro pierde los mecanismos de supresión que nos permiten
ignorar las cosas que nos rodean y podemos dar por supuestas para centrarnos en lo que necesitamos.
“El proceso de apagado te quita los frenos”, explica el urgenciólogo Sam Parnia, autor del estudio de
personas en parada cardiorrespiratoria y que ahora realiza una investigación similar con personas
afectadas por demencias. Cree que ese proceso final, al perderse los controles de nuestra economía
cerebral, “te da acceso a partes de tu cerebro a los que normalmente no puedes acceder. Tus
pensamientos o recuerdos o interacciones con otras personas afloran”. Se muestra convencido de que
son experiencias con una explicación fisiológica, pero al mismo tiempo verdaderas. No alucinaciones ni
sueños, sino parte (la última) de la vida.