Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
NOMBRE Y APELLIDO:____________________________________________________________
LA RELIGIÓN Y LA PERCEPCIÓN
El doctor en neurología James Austin cree que para sentir que el tiempo, el miedo y la
autoconciencia se han disuelto, y tener realmente una experiencia mística y espiritual,
ciertos circuitos cerebrales deben ser interrumpidos. Estudiando el flujo de sangre que se
correlaciona con la actividad neural mediante un SPECT (tomografía computada de
emisión de un único fotón), Newberg estudió al doctor Michel Baime durante sus
experiencias místicas. Como se esperaba, la corteza prefrontal se iluminó. Pero les
sorprendió el cese de actividad. Un grupo de neuronas en el lóbulo parietal superior se
apagó. Esta región, que tiene el nombre de “área de asociación y orientación”, procesa la
información acerca del tiempo y el espacio. Determina dónde el cuerpo termina y el resto
del mundo comienza. No es sorprendente que la experiencia religiosa se refleje en la
actividad cerebral. Lo difícil es que “no hay manera de determinar si los cambios
neurológicos asociados con la experiencia espiritual significan que el cerebro está
causando esas experiencias o por si el contrario está percibiendo una realidad espiritual”.
Las visiones que surgen durante el rezo o ritual también son generadas en el área de
asociación. La estimulación eléctrica del lóbulo temporal produce visiones. La epilepsia
del lóbulo temporal lleva esto a un extremo. Para probar esta idea, Michael Persinger
sostiene un casco lleno de electroimanes sobre la cabeza de un voluntario. El casco crea
un casco magnético débil, no mayor al producido por un monitor de computadora.
Persinger descubre que el campo dispara estallidos de actividad eléctrica en los lóbulos
temporales produciendo sensaciones que los voluntarios describen como supernaturales
o espirituales: una sensación de lo divino. Él sospecha que las experiencias religiosas son
producidas por “mini tormentas eléctricas en los lóbulos temporales” , y que tales
tormentas pueden ser producidas por la ansiedad, crisis personales, falta de oxígeno, baja
glucosa en sangre o simple fatiga.