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Erika
Olson

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Lo hermoso es

sacaba sobre sus hombros a una


anciana entre las llamas y se la
obsequiaba a sus nietos. Tal vez escaso, por eso
sea que vi en televisión un hipo-
pótamo quitándole de las fauces habría que
un cervatillo a un cocodrilo. Tal
vez sea que vi... conservarla
Erika, a veces vemos cosas que
nos concatenan a una visión más en una urna
optimista de esta miserable vida,
que suele ser miserable, pero no de cristal
vida. Y por eso, al contemplar el
conjunto de tu arquitectura, prin-
cipio de todas tus cosas, ejemplo
irrompible
de belleza y armonía, uno se sien-
te más pleno y con más ganas de
ser noble ayudador.
Desde estas columnas hemos
dicho ya muchas veces que el co-
lectivo al que perteneces bien me-
rece un himno. El mundo está lle-
no de cosas feas y hermosas. Más
feas que hermosas. Por esto la be-
lleza es escasa y lo demás abun-
da. Por esto, Erika, perteneces al
mundo de lo excepcional, al mun-
do de lo casual, al mundo de lo
que hay que conservar y proteger.
Y mejor si pudiera ser en una ur-

na de cristal irrompible.

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Erika Quizá sea un


espejismo, fruto

Olson de un milagro;
el hecho es
que anima
y reanima

Es posible que esta explosión


de júbilo sea un espejismo pro-
ducido por un milagroso regalo
de un acto positivo, de los que
tanto abundan. El hecho es que
me anima y reanima. Que tam-
bién he restado grandes dígitos
de mi calendario, que se me han
borrado los bucles blancos de la
cabellera. Erika, desdémonate,
oféliate, juliétate, graziéllate,
venúsate, afrodíta-
te, dulcinéate... y
no te vuelvas a
vestir nunca.

JOSÉ LUIS COLL

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