PRIMERA PARTE PANORAMA DE LA FILOSOFÍA JURÍDICA Y SU EVOLUCIÓN
Basados en el texto “Manual de Filosofía del Derecho” de Ariel
Álvarez Gardiol PRIMERA PARTE EL CRISTIANISMO. Con la muerte de Cristo se inaugura una nueva época para para la vida humana, la moral y el derecho. Esta división que marca el cristianismo nos lleva a dar por terminada aquí la primera etapa de la filosofía occidental. El cristianismo importa el nacimiento de un tercer “término”, porque las religiones previas tenían carácter de estatal, por lo que no habían divergencias entre la moral religiosa y la voluntad del Estado a través del derecho positivo. El cristianismo sitúa a Dios por encima de los reyes y se dirige sin mediación directamente al alma humana. Los griegos y romanos sólo conocieron dos “términos”: El Estado y el Individuo. Este tercer factor da fisonomía a este período y evidencia su “dualismo”: El alma y el cuerpo, la razón y la revelación, la legislación civil y la legislación canónica. El eje de la filosofía helénica había sido dado por la naturaleza cósmica del mundo. La sofística lo “individualizó”. El cristianismo fue más allá del hombre como naturaleza humana, la Creación atiende al aspecto de la “conciencia del hombre”. Otra característica de esta época es la vuelta de la filosofía a la religión. El helenismo se caracteriza por el alejamiento de la reflexión filosófica de la religión y las escuelas post aristotélicas demuestran esta tensión: el epicureísmo, punto de mayor separación religión-filosofía y el estoicismo, que inicia el acercamiento. El cristianismo plantea una idea original: La doctrina de la creación, origen y existencia del mundo como obra de Dios, pero es un Dios todopoderoso, que creó todo de la nada yes el legislador eterno que establece la definitiva separación entre lo justo y lo injusto. Las etapas del cristianismo son la patrística (desde inicios hasta Carlomagno) y la escolástica. A su vez, la patrística se divide en dos, siendo el punto central el Concilio de Nicea (323 DC). a.- San Pablo de Tarso. Inspirado autor de epístolas a romanos, gálatas, filipenses, etc. Cuatro acepciones de la ley aparecen en sus cartas: La ley de Dios o ley eterna (Romanos: VII, 22-25); la ley de la razón o ley natural (Romanos: II, 14-15); La ley como norma de conducta o concepto general de ley positiva y la Ley del pecado (Romanos: VI, 14). La ley natural es el reflejo de la ley eterna, radicada en la naturaleza racional humana y separable de la ley positiva o del Estado. San Pablo es el apóstol de la libertad absoluta inmotivada de Dios: Su voluntad no tiene otro fundamento para querer lo que quiere que la sola circunstancia de que así lo quiere ÉL. Con estas ideas es imposible fundar una explicación intelectiva del obrar de Dios. Su justicia no tiene fundamentos axiológicos susceptibles de ponderación humana. Son decisiones inmotivadas, pero justas, porque emanan de la voluntad divina. Este esbozo de primacía de la voluntad sobre la razón se completará por las corrientes franciscanas de la Alta Edad Media b.- San Agustín de Hipona. Sintetiza en su doctrina todo el pensamiento de la antigüedad, influyendo en la futura escolástica. Por eso se dice que San Agustín fue el último hombre antiguo y el primer hombre moderno, porque su vida y pensamiento es el hito en el tránsito entre la antigüedad y la edad media. Dos son los grandes temas en su filosofía: Dios y el alma. El suyo es el primer intento de hurgar en la humana individualidad. Conoció y abarcó los mundos pagano y cristiano y los explicó. A través de la lectura de Plotino incorporó a su doctrina el concepto de “ideas” platónico, considerándolas como conceptos eternos e inmutables de las cosas del mundo, conforme a las cuales Dios realizó la creación. Toma de los estoicos y de San Pablo la clasificación de la ley en: Ley eterna, ley natural y ley humana o temporal. En la Creación, Dios nos otorga la ley eterna como principio regulador eterno e inmutable, asignando a cada individuo su finalidad, coordinando el todo universal armónico. A su vez, la ley natural es la participación del hombre como criatura racional en el orden divino, equiparable al principio subjetivo de la justicia. Transita del panteísmo histórico al jusnaturalismo teocrático que sentará las bases del tema cristiano de la justicia. La ley natural es una reflexión principios regulativos de Dios, eternos e inmutables. La ley humana o temporal es el concepto de ley positiva que muda en razón de las circunstancias de tiempo y lugar, vale en la medida que se ajuste a los principios de justicia de la ley eterna y sólo en este caso tiene fuerza obligatoria. Esta ley es una derivación genuina de la ley natural. Esta clasificación es una escala descendente. Desde lo político sigue las ideas aristotélicas y estoicas: El hombre es social por naturaleza, lo que lo hace formar familias y agrupaciones (Estado) para asegurar orden y justicia. Una interpretación negativa consistía en unirse en el Estado para controlar el pecado (Jellinek), hoy se estima que el Estado, en San Agustín, se genera por la naturaleza social del hombre. c.- Santo Tomás de Aquino. La Escolástica. La escolástica, que deriva su nombre de las escuelas conventuales y catedralicias, alcanza su mayor apogeo con Santo Tomás de Aquino (1224-1274). Hasta bien entrado el S. XII la doctrina era agustiniana, basada en una tradición jusnaturalista de base platónica. Hacia la segunda mitad del siglo se descubre la filosofía aristotélica que provoca una revolución de ideas en el cristianismo. Santo Tomás fue quien delineó las bases de la doctrina cristiano- católica con la mayor elaboración teológica realizada y la suma de la reflexión filosófica de la época, con efectos hasta hoy en día. Su sistema no es original, pero hay una portentosa capacidad de síntesis y sistematización. Su obra es de un gran equilibrio, recopilando información desde las más diversas fuentes y armonizándolas en un solo sistema. sus textos principales: Tratados “De la Ley”, “De la justicia y el Derecho” y su famosísima “Summa Teológica”. . c.1- La teoría de la Ley. Santo Tomás no se planteó el problema de la necesidad de existencia de las leyes y ubica su raíz etimológica no en legere (leer) como Cicerón, ni en deligare como San Agustín, sino en ligare (ligar u obligar), estableciendo su carácter vinculante. Define Ley como “una ordenación de la razón tendiente al bien común, promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad”. En los distintos tipos de Ley, destaca la Ley eterna: La sabia razón de Dios que dirige toda acción y todo movimiento, de modo que “todo en el universo está ordenado” (que aparece en la Epístola a los Romanos de San Pablo). La ley natural es la participación de la Ley eterna en la criatura racional: la impresión en nosotros de la luz divina que nos permite discernir claramente lo bueno de los malo. La ley natural es universal, cognoscible, inmutable e indeleble. La ley humana no es sinónimo de ley positiva, porque pese a que toda ley humana es positiva, al contrario no opera así. De modo que hay leyes positivas que emanan directamente de Dios (vgr. “No matarás”) aunque usen al hombre para promulgarse, mientras que la ley humana emana directamente del hombre (sea poder civil o eclesiástico). Carecerán de valor las leyes humanas que sean discordantes con las de la naturaleza, ya que la ley debe ser expresión de la recta razón y tal rectitud se define por su vínculo con la naturaleza. Para que la ley humana sea obligatoria, plantea la posibilidad de pautas objetivas para determinar su justicia o injusticia, en atención a su origen, su forma y su finalidad. De modo que aquellas que se estimen como injustas, carecen de obligatoriedad en la conciencia humana. Se abre la posibilidad del interesante camino de la resistencia o desobediencia civil a esas leyes que violan los derechos de Dios o la conciencia humana, no solo admitiendo el derecho, sino imponiendo el deber de resistirlas, aún fuera de los límites de la mera pasividad. c.2- La teoría de la Justicia. Aquí es donde se ve la mayor recepción de la doctrina aristotélica, sincretizando su sistematización con la aplicación práctica de la jurisprudencia romana. Define la justicia (siguiendo a Ulpiano) como “el hábito por el cual con perpetua y constante voluntad es dado a cada uno su derecho”. En cuanto a a la justicia particular, sigue el pensamiento aristotélico y distingue la justicia conmutativa (entre individuos de una misma comunidad) y justicia distributiva (que se da entre el cuerpo social y los asociados). La justicia particular aristotélico-tomista tiene a la “alteridad” como su característica esencial y al principio de “igualdad” como base de las relaciones vinculatorias. El aporte original al tema de la justicia es su desarrollo de la justicia legal o social, en cuanto la justicia ordena a otro, pero no considerándolo individualmente, sino como miembro de una comunidad a la que sirve (la hoy llamada carga pública). Explica Santo Tomás: “… la parte, en cuanto tal, es algo del todo. De donde resulta que el bien de la parte debe estar subordinado al bien del todo… Según esto, los actos de todas la virtudes pueden pertenecer a la justicia, según ordene al hombre al bien común” (Summa Theologica). Santo Tomás distingue entre las partes subjetivas o especies de justicia (ya señaladas), las partes integrales o integrantes de la justicia: hacer el bien y evitar el mal y las virtudes anexas a la justicia: la religión, la piedad, la veneración, la gratitud, la afabilidad, etc. La equidad es la última puerta de acceso a la plenitud de la justicia. Ella ordena a veces dejar de lado la palabra de la ley, siguiendo lo que demanda la razón de la justicia y de la utilidad común. d.- Decadencia del Tomismo. Hacia fines del siglo XIII comienza la decadencia de la escolástica, languideciendo durante los siglos XIV y XV. Los dos principales autores en esta época son dos franciscanos ingleses: Juan Duns Escoto y Guillermo de Occam. Duns se opuso a la recepción aristotélica en las ideas tomistas, él inauguró la doctrina de la actitud religiosa del amor a Dios. Discrepa de la intelectualidad tomista que resolvía las contradicciones bíblicas (ej. Orden a Abraham de matar a Isaac) en materias de ley conforme a la lógica aristotélica, señalando que la ley no se aplica al caso específico, porque este no es apto para recibir el precepto. El franciscano objeta esta solución y sostiene que no se ha sustituido un precepto general por una orden particular emanada de la voluntad divina. La violación del derecho natural no es del hombre, es de Dios, de modo que el mandato divino está por sobre la ley eterna, más allá del derecho natural, consagrando el voluntarismo sobre el intelectualismo. Duns vuelve a la doctrina agustiniana en la que el amor y la voluntad están axiológicamente por sobre el intelecto. En resumen: Para Tomás, Dios quiere lo bueno y no hay diferencia entre lo que quiere la voluntad y la idea de bondad de Dios. Para Escoto lo bueno es tal, porque Dios así lo quiere y no hay obstáculo para la voluntad infinita del creador. Esta tesis del amor y la voluntad rechaza por impertinente toda cuestión que pretenda indagar sobre la justicia del obrar divino. El decálogo, que para Tomás era parte del derecho natural, queda reducido al deber de amar a Dios. Sólo la primera tabla es derecho natural, el resto de los preceptos son mandatos modificables por Dios. La estructura medieval abrirá paso a nuevas instituciones sociales, jurídicas y eclesiásticas en Europa, las que ya analizaremos.
El Realismo Jurídico Es Una Doctrina Filosófica Que Identifica Al Derecho Con La Fuerza Estatal o Con La Probabilidad Asociada A Las Decisiones Judiciales