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Dispersos y Bendecidos
Dispersos y Bendecidos
Introducción
Somos bendecidos
(i) Pedro llama a las personas a quienes escribe los elegidos, el Pueblo Escogido
de Dios. Anteriormente ese había sido el título que pertenecía exclusivamente a
Israel: «Porque tú eres un pueblo santo del Señor tu Dios; el Señor tu Dios te ha
escogido para que seas Su pueblo especial, entre todos los pueblos que hay
sobre la superficie de la Tierra» (Deu_7:6; cp. Deu_14:2). El profeta dice que Dios
llama a Israel «Mi elegido» (Isa_45:4). El salmista habla de «los hijos de Jacob,
Sus escogidos» (Sal_105:6, Sal_105:43).
(ii) Aquí hay otra palabra que antes pertenecía exclusivamente a Israel. La dirección
de la carta dice literalmente: «A los escogidos extranjeros de la Diáspora
por todo el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia». Diáspora, literalmente
dispersión, era el nombre técnico de los judíos diseminados en el exilio por todos
los países fuera de las fronteras de Palestina. Algunas veces en su turbulenta
historia, los judíos habían sido deportados a la fuerza de su tierra natal; otras
veces se habían trasladado voluntariamente para trabajar, y a menudo prosperar,
en otras tierras. Esos judíos constituían la Diáspora. Pero ahora, la verdadera
Diáspora no son los judíos, sino la Iglesia Cristiana diseminada por todas las
provincias del imperio romano y las demás naciones del mundo. Hubo un tiempo
cuando los que eran extraños eran los judíos; ahora eran los cristianos. Son el
pueblo cuyo Rey es Dios, cuyo hogar es la eternidad, y que están exiliados en el
mundo.
Mientras algunos quieren creer que la elección tiene que ver solo con ir al cielo o el
infierno, Pedro nos recuerda que también tiene que ver con la Tierra. El reclamar que
eres un elegido es dudable si no hay evidencia de santificación y obediencia.
El cristiano es llamado conforme al propósito de Dios. Su vida es consagrada a Dios
mediante la obra del Espíritu Santo. Por la aspersión de la sangre de Cristo es limpiado
de los pecados del pasado y dedicado a la obediencia a Dios.