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CUANDO DIOS NO

ACTÚA
¿Qué debemos hacer cuando hay una brecha entre nuestras
expectativas y el tiempo de Dios?
01 DE MAYO DE 2020

POR CHARLES F STANLEY

C
uanto más rápido se mueva nuestra sociedad, más resultados inmediatos
esperamos. ¿Por qué tendríamos que esperar si la información está
disponible al instante en nuestros teléfonos o computadoras, la comida
está a solo unos clics de distancia, las películas se transmiten
directamente a nuestros hogares y podemos comprar lo que queramos ahora y pagar
después? Nos encanta la conveniencia de un mundo enfocado en nuestra ocupada
agenda y nuestros deseos. Pero Dios no actúa de esa manera.
 
Cuando llevamos nuestras necesidades al Señor en oración o leemos una promesa en su
Palabra, a menudo esperamos que Él responda de inmediato. Y si una situación no
cambia o una promesa no se cumple, nos sentimos desconcertados y nos preguntamos
por qué Dios no está haciendo nada. Pero lo que en verdad importa no es si Él está activo,
sino si estamos dispuestos a confiar en Él cuando no está respondiendo como
esperamos.

Todos hemos experimentado esto, cuando hay una brecha entre nuestras expectativas y
el tiempo de Dios. Puede parecer que Él nos ha dejado para que resolvamos los
problemas de nuestra vida por nuestra propia cuenta, pero no es así en absoluto. Dios
nunca abandona a sus hijos, y siempre dispone todo para nuestro bien, incluso si no
podemos entender con exactitud lo que está haciendo. Desde nuestra perspectiva,
parece que no está haciendo nada, pero juzgamos mal el propósito final del Señor, y no
vemos todo lo que está haciendo durante ese tiempo.

LA FORMA EN LA CUAL REACCIONAMOS ES DE VITAL


IMPORTANCIA.
Estoy seguro de que todos hemos sentido la tentación de ayudar a Dios manipulando las
circunstancias. Este fue, sin duda alguna, el caso de Abram y Sarai en Génesis 16
(https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+16&version=RVR1960). Cuando
Abram tenía 75 años, el Señor prometió hacer de él una gran nación (Génesis 12.1-4
(https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+12.1-4&version=RVR1960)). A
pesar de que él y Sarai no habían podido tener hijos, Dios le prometió un hijo y
descendientes tan numerosos como las estrellas del cielo (Génesis 15.1-6
(https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+15.1-6&version=RVR1960)).
El Señor que creó el tiempo, es
quien lo controla y lo utiliza para
lograr sus propósitos.
Sin embargo, diez años después de la promesa, la pareja aún no tenía ningún hijo. Para
empeorar la situación, se estaban envejeciendo más. La situación parecía desesperada,
así que Sarai intervino con una solución. Su intento de ayudar a Dios arroja luz sobre
algunos errores comunes que cometemos cuando nuestra confianza en las promesas del
Señor comienza a debilitarse.

SARAI SE IMPACIENTÓ CON DIOS.


Una sensación de urgencia creció con el paso de los años. “Dijo entonces Sarai a Abram:
Ya ves que Jehová me ha hecho estéril” (Génesis 16.2 (https://www.biblegateway.com
/passage/?search=G%C3%A9nesis+16.2&version=RVR1960)). Quizás había esperado que Dios
quitara su esterilidad de inmediato después de darles la promesa de un hijo, pero Él no lo
hizo. Y ahora era demasiado tarde para que ella tuviera un bebé. De seguro asumió que el
Señor esperaba que ellos hicieran algo en cuanto a la situación.

¿No es así como pensamos muchas veces? Pero si consideramos en serio quién es Dios,
veremos lo absurda que es nuestra suposición. El Señor que creó el tiempo, es quien lo
controla y lo utiliza para lograr sus propósitos. Nuestro Dios fiel y perfecto creó esos
planes hace mucho tiempo, y nadie puede frustrarlos (Isaías 25.1
(https://www.biblegateway.com/passage/?search=Isa%C3%ADas+25.1&version=RVR1960); 14.27
(https://www.biblegateway.com/passage/?search=Isa%C3%ADas+14.27&version=RVR1960)). No
necesitaba la ayuda de Sarai y no necesita la nuestra. Lo que nuestro Padre desea de
nosotros es obediencia a lo que Él dice, y paciente perseverancia mientras esperamos su
momento perfecto.

SARAI DEJÓ QUE LA CULTURA INFLUYERA EN SU


PENSAMIENTO.
Mientras pensaba en el dilema, Sarai siguió las normas culturales de su época, en vez de
esperar en el Señor. La infertilidad era una vergüenza y un oprobio en el antiguo Medio
Oriente, y una de las formas en la que una mujer superaba esta deshonra era dando a su
marido una joven esclava para tener un hijo. Una vez que nacía el bebé, la esposa se
convertía en la madre legal, y se olvidaba la deshonra.

Aunque nuestras situaciones pueden ser diferentes, también podemos ser culpables de
tratar de cumplir la voluntad de Dios a través de recursos mundanos. Esto ocurre con
frecuencia cuando dejamos que otras personas nos influencien con sus opiniones. Sin
embargo, no podemos hacer lo que el Padre celestial quiere que hagamos si nos dejamos
guiar por lo que todos los demás están haciendo, y eso incluye incluso a cristianos bien
intencionados que carecen de discernimiento y siguen las normas de la cultura.
Debemos tener cuidado de no dejar que nuestro deseo de una solución rápida supere
nuestra confianza en la fidelidad y en la sabiduría del Todopoderoso para actuar en el
momento adecuado.

Por eso es importante conocer la Biblia; así podremos detectar las ideas que son
contrarias a la Palabra de Dios. Romanos 12.2 (https://www.biblegateway.com/passage
/?search=Romanos+12.2&version=RVR1960) lo expresa de esta manera: “No os conforméis a
este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para
que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

SARAI SUGIRIÓ UNA SOLUCIÓN LÓGICA Y PRAGMÁTICA.


Como tenía una sirvienta egipcia llamada Agar, Sarai le dijo a Abram: “Te ruego que te
llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella” (Génesis 16.2 (https://www.biblegateway.com
/passage/?search=G%C3%A9nesis+16.2&version=RVR1960)). Debió haberle parecido la forma
más razonable de abordar el problema de su falta de hijos. Además, funcionó. Abram
hizo lo que Sarai sugirió, y Agar concibió (Génesis 16.4 (https://www.biblegateway.com
/passage/?search=G%C3%A9nesis+16.4&version=RVR1960)).

Ahora bien, no todo lo que funciona es necesariamente correcto; el éxito no garantiza


que Dios esté en ello. Él ordena no solo el resultado sino también los medios por los
cuales lo logra. El tiempo para el nacimiento del hijo prometido no había llegado todavía,
y la madre que el Señor había elegido para ese bebé era Sarai, no Agar (Génesis 18.10
(https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+18.10&version=RVR1960)). Así
que, aunque Abram y Sarai se le adelantaron al Señor y consiguieron el hijo que querían,
no era el hijo prometido.

Muy a menudo, esto es en realidad lo que nos sucede cuando tratamos de ayudar a Dios
a responder nuestras oraciones o a cumplir sus promesas. Podemos llegar a nuestro
resultado deseado, pero no es del Señor. Lo único que hemos hecho es conformarnos
con algo inferior a lo mejor de Dios, y al igual que Abram y Sarai, al final tendremos que
lidiar con las consecuencias de nuestra decisión.

Siempre que llenamos el espacio entre nuestras expectativas y el momento perfecto de


Dios, surgen los problemas. La técnica de Abram y Sarai para formar su familia resultó en
un conflicto. Después de que Agar concibió, despreciaba a su ama. Sarai respondió
culpando a su marido y tratando a Agar con dureza (Génesis 16.4-6
(https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+16.4-6&version=RVR1960)).
Con el tiempo, surgió más conflicto entre el hijo de Agar, Ismael, y el hijo prometido,
Isaac, a quien Sara dio a luz de manera milagrosa catorce años después (Génesis 21.1-10
(https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+21.1-10&version=RVR1960)). Y,
por desgracia, esta animosidad continúa hasta el día de hoy.

DEBEMOS RECONOCER EL PROBLEMA DE FONDO.


Siempre que estamos impacientes con el Señor, mostramos falta de confianza. Pero esas
dudas son injustificadas cuando consideramos su carácter. El Señor está infinitamente
más allá de nosotros en cuanto a conocimiento, sabiduría y poder. También es soberano
sobre cada circunstancia de nuestras vidas, y nunca se equivoca en lo que tiene que ver
con nosotros, ni en lo que elige, ni en cómo y cuándo lo lleva a cabo. En otras palabras, el
Señor es digno de nuestra confianza, paciencia y obediencia. Así que, esperemos en Él
cuando tarde, sabiendo que siempre cumple su Palabra, y ha prometido atender todas
nuestras necesidades.

REFLEXIONE
Es fácil ver el desatino de la acción de Abram y Sarai, pero cuando usted está en medio
de una situación urgente, es posible que no reconozca que está haciendo lo mismo que
ellos: adelantarse a Dios. ¿Alguna vez se impacientó con el Señor cuando Él no respondió
a su petición de oración tan pronto como quería? Si una necesidad es apremiante, es
difícil quitar la vista de la situación y concentrarse en las verdades acerca del Altísimo;
pero esta es la única manera de tener paz en medio de los problemas, el dolor o las
dificultades.

Piense en una situación del pasado en la que Dios no le respondió tan rápido como usted
esperaba. ¿Intentó usted ayudarlo de alguna manera? Esto puede ser difícil de
determinar, porque esperar en el Señor no siempre significa no hacer nada. Por ejemplo,
si está orando por un trabajo, Dios espera que lo busque en vez de simplemente sentarse
a esperar que le caiga en los brazos. En temas no considerados en las Sagradas Escrituras,
debemos confiar en la guía del Espíritu Santo mientras Él abre y cierra puertas. De
cualquier forma, no queremos seguir adelante sin Él.

Otro problema que usted podría enfrentar es el de confiar en la orientación de otras


fuentes diferentes a Dios. ¿Acepta más las perspectivas culturales o el consejo de la gente,
que la voluntad del Padre celestial revelada en su Palabra? Aunque aprender a pensar
bíblicamente toma tiempo, vale la pena todo sacrificio que usted pueda tener que hacer.

ORE
Padre celestial, solo Tú eres sabio y fiel. Hazme conocer tus caminos, enséñame tus
sendas y guíame en tu verdad. Porque Tú eres el Dios de mi salvación, y por ti espero
todo el día (Salmo 25.4, 5 (https://www.biblegateway.com/passage/?search=Salmo+25.4%2C+5&
version=RVR1960)). Dame la gracia de confiar más en ti. Te doy gracias y te alabo por
responder mis oraciones y cumplir tus promesas. Amén.

MEDITATE
• Salmo 33.18-22
• Salmo 62.5-8
• Proverbios 16.9
• Isaías 46.9, 10
• Isaías 55.8-11

PONGA EN PRÁCTICA
Aunque no se puede volver atrás para corregir las consecuencias de no esperar en el
Señor, usted puede comenzar hoy a hacer cambios que le protegerán de cometer los
mismos errores.

• Cuando tenga la tentación de impacientarse con el Señor, trate de leer el libro de


los Salmos para recordar quién es Dios. Concéntrese en sus atributos y luego
hágase esta pregunta: ¿Quién es más capaz de determinar el momento y la
manera correcta de manejar mi situación —Dios o yo?

• Pídale al Señor que le muestre cualquier forma en la que su pensamiento, en


lugar de ser moldeado por la Palabra de Dios, ha comenzado a alinearse más con
la lógica pragmática del mundo. Recuerde: Solo porque algo funciona, no
significa necesariamente que sea del Señor.

Fotografía por Grant Legassick

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