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Universidad Pedagógica Nacional

Miguel Angel Daza Cardona

Licenciatura en Filosofía

Seminario de Filosofía Antigua: Alcibíades I: la formación del otro cercano en Platón

expuesta en clave dramatológica.

Profesor: Eduardo Salcedo Ortiz

Sesión: 8/04/24.

Dialogo: Alcibíades I, 116d- 119a.

En los parágrafos del 116 d al 119 a Alcibíades muestra su inseguridad e ignorancia frente

a cada pregunta que le hace Sócrates. El joven es dueño de la peor de las ignorancias,

como el sabio muy bien señala: no sabe pero cree que sabe. De modo que se precipita a la

confusión y a las distintas respuestas frente a un mismo tema. A través de varios ejemplos

el filósofo intenta que el muchacho se descubra y acepte su ignorancia, pero no es

suficiente, Alcibíades no es capaz de aceptar y reconocer de manera contundente que no

sabe. Lo cual me lleva a preguntar: ¿cuál es la dificultad a la que se enfrenta para no

aceptar que no sabe?

Para empezar, tomemos la idea que recoge el profesor de Filosofía José Mendivil Macías

Valadez del filósofo francés Michel Foucault: el yo no es algo que nos es dado sino que a

través de ciertas actitudes y practicas reflexivas vamos creando y cuidando de nosotros

mismos (2013, pág. 91). Si hacemos uso de esta idea y nos acercarnos al dialogo socrático,
el yo no aparece como algo que este ahí a la espera de ser descubierto; más bien, en el

descubrirse se va edificando el yo en relación con la forma en cómo y de qué manera nos

acercamos a nosotros mismos y aquello que nos rodea. En últimas el diálogo socrático

posibilita la transformación constante del yo, a través de la búsqueda y la reflexión propia

según las circunstancias, personas y formas en que se interpele.

Ahora veamos, como esta idea de Foucault para interpretar el diálogo socrático puede

darnos luces sobre el problema que tiene Alcibíades con el reconocimiento de su

ignorancia.

Partamos de los momentos claves que nos revelan la inseguridad del interlocutor de

Sócrates: a) se reconoce, con algunas dudas, como aquel que responde gracias a la

orientación de Sócrates; b) pasa a estar confundido, pues no sabe porque responde de

manera distinta a una misma pregunta; y c) cuando el sabio le muestra con un ejemplo

claro que solo se cae en contradicción o en confusiones cuando no se sabe (los que saben

no dudan ante la verdad), el joven responde con incredulidad: “es posible”.( 116d-119ª). De

allí que, Alcibíades se nos presente como alguien que no está totalmente convencido y al

cual le cuesta aceptar su propia ignorancia. Retomando la idea de Michel Foucault sobre el

yo, podríamos asumir que esta dificultad de Alcibíades se presenta porque aún no se

reconoce en estas ideas; pues, la manera en que se han desarrollado (por la pregunta, la

búsqueda y la reflexión de sí), son métodos que hasta ahora está conociendo, con los que se

está familiarizando, por lo tanto aun no son constitutivos para su ser. De la misma manera,
en que un escultor va dando forma a la roca a través del martillo y el cincel: no solo la roca

se transforma, sino el escultor se va moldeando a sí mismo en relación con la roca y los

instrumentos que utiliza para tallar. Si el cincel es más grande, si es acolchado, si esta

oxidado, etc., va a tener distintos resultados en la obra y en el cuerpo del artesano. Ni que

decir del tiempo que invierte tallando y el como lo hace, todo esto incide en las

transformaciones y el resultado del proceso. De igual forma, para que Alcibíades incorpore

estas ideas y reconozca que es él quien responde, debe actuar de manera consciente y

reflexiva en el proceso de la pregunta y la reflexión: reconociendo la forma en cómo se

acerca a la pregunta por la verdad, de qué manera se pregunta por la verdad, el por qué se

busca la verdad, etc., y siendo esta misma actividad reflexiva por la verdad la que le

permite a Alcibíades examinar, crear y descubrir su propio modo de ser.

Hasta este punto Alcibíades se está acercando, está coqueteando con este modo de buscar

la verdad y darse forma en la búsqueda a sí mismo. Sin embargo, parte de la dificultad va

más allá y es que si lo pensamos bien, Alcibíades ya había constituido un modo de ser

consigo mismo, aunque erróneo y quizás despreocupado de sí, era la base de su vida hasta

el momento del dialogo con Sócrates; que es quien lo pone en tensión. Aunque esta forma

de ser del joven antes de la discusión no lo haya conducido a la verdad, si le concedió otras

cosas: cierto prestigio por su belleza, por su familia, por sus maestros, le ha traído

pretendientes; también, la manera en cómo se ha relacionado con estas cosas, con quiénes

ha llegado y se ha desenvuelto Alcibíades son la base de su modo de ser. La reflexión y el

examen por lo que es, no han estado presentes, dado que no lo necesitaba, no le era

necesario reflexionar profundamente en los entornos y aspiraciones que tenía, el mismo

Alcibíades afirma que no necesita mejorar porque sus aptitudes naturales son suficientes
para desenvolverse en la política ( 119b). Por eso cuando aparecen nuevas formas de

relacionarse con la verdad, con los otros, consigo mismo (lo que busca Sócrates), es sacado

de su sitio de confort. La pregunta lo examina, pone en tela de juicio aquello que traía

consigo y ante el examen de Sócrates tambalea, se cae por que es incompatible con la

verdad que el mismo ha encontrado. La otra parte de la dificulta, a mi modo de ver, es que

esta antigua forma de ser de Alcibíades (el yo construido anteriormente), no se quiere

rendir y quiere por todos los medios enfrentarse al nuevo Alcibíades reflexivo que está

desmoronando todo lo que había conseguido. Para que el Alcibíades socrático, llamémoslo

así, triunfe, debe desangrarse a sí mismo, al antiguo que se niega a morir. Sócrates es quien

le da el cuchillo: cada pregunta del sabio hace que Alcibíades levante el puñal contra su

antiguo sí mismo. Por eso reconocerse con claridad como aquel que responde, como aquel

que construye la respuesta y en últimas como alguien que no sabe, implica la muerte del

Alcibíades que se originó del creer que se sabía sin saber.

Por último, derivado de esta ideas de sacrificarse para volverse otra cosa, se puede entender

por qué el dialogo tiene un fuerte vínculo con el amor, nadie estaría dispuesto a saltar al

vacío, hacia la nada, por eso la importancia del amor y del momento conveniente para que

una persona sea capaz de confrontar y desgarrar su propio yo para crearse y descubrirse

en este proceso.

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Referencias

Platón. (2013) Alcibíades I. (O. Velázquez, trads.). Santiago de Chile: Ediciones Tacitas.

Macías, J. (2013) “¿Qué es una formación socrática? Paideia, parresia y buen uso de la

razón”. En: Filosofía UIS, volumen 12, numero 1pp 85-97. Escuela de filosofía.

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