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Para reflexionar:

Existen muchos predicadores que hacen largos sermones; si se les aplaude bien, se
muestran tan gozosos como si hubieran conquistado un reino; si el sermón termina en
medio del silencio, su desaliento es peor, casi podría decir, que el infierno. Esto es lo
que arruina a las iglesias; que no buscáis oír sermones que toquen el corazón, sino
sermones que deleiten vuestros oídos, con su entonación y la estructura de sus frases,
tal como si estuvierais escuchando a grandes cantores o tocadores de laúd. Y nosotros,
los predicadores, seguimos vuestras fantasías en lugar de tratar de aplastarlas. Nos
portamos como un padre que le da a su hijo enfermo una torta o un helado, porque el
hijo se lo pide, y no se cuida de darle lo que le haría bien y luego, cuando los médicos lo
recriminan, dice: "No podía soportar oírlo llorar"... Esto es lo que hacemos cuando
elaboramos hermosas sentencias, exquisitas combinaciones y armonías para agradar y
no para beneficiar; para ser admirados y no para instruir; para deleitar y no para
enseñar, para retirarnos llevando vuestro aplauso en nuestros oídos sin procurar mejorar
vuestra vida. Creedme, no estoy hablando al acaso; cuando me aplaudís mientras hablo,
siento en el momento lo que es natural que un hombre sienta. Lo confesaré
sinceramente. ¿Por qué no? Me encanta y me regocija. Y luego, cuando llego a casa y
reflexiono que la gente que me aplaudió no recibió ningún beneficio, y que en realidad el
poco beneficio que hubieran recibido ha sido ahogado por el aplauso y las loas, mi
corazón se siente triste y me lamento, y rompo a llorar, y siento que he hablado
totalmente en vano, y me digo a mí mismo: ¿De qué vale todo tu esfuerzo, si tus oyentes
no quieren cosechar ningún fruto de todo lo que has dicho? Y con frecuencia he
pensado en establecer una ley prohibiendo en absoluto todo aplauso e instándoos a
escuchar en silencio". Crisóstomo predicando ante la emperatriz Eudoxia

El obispo Teodulfo de Orleáns, en su capitular de 797, afirma: "Os exhortamos (a los


sacerdotes) a estar preparados para enseñar al pueblo, quienquiera que conozca la
Escritura que la predique y cualquiera que no la conozca enseñe, al menos, lo que es
conocido con seguridad, para que el pueblo pueda rechazar lo malo y hacer lo que es
bueno, buscar la paz y seguirla." En una capitular de 801 el mismo prelado ordenó que:
"Los sacerdotes han de predicar, cada uno según su capacidad, al pueblo en el día del
Señor." En la misma línea se puede citar la Capitulare episcoporum de 801, el sínodo de
Tours (canon 17; 813), el concilio de Reims (canon 15; 813), la capitular
de Carlomagno del año 789 (capítulo 82 que trata con "la predicación de obispos y
presbíteros"). Esta última va más allá y prescribe los temas que han de ser tratados en el
sermón, cubriendo los grandes tópicos de consideración teológica y virtudes cristianas.
Aporta: https://www.iglesiapueblonuevo.es/index.php?codigo=enc_predicacion.

Para estudiar acerca de la homilética se debe primeramente saber quien es el mayor


predicador de todos los tiempos, sin discusión se debe reconocer su grandeza y
potestad, que lo hizo tan asertivo y tan polifacético, ser hijo, amigo, sanador, maestro y
predicador siendo esta última la mas encumbrada de sus facetas, siempre encontrando
la ocasión para exponer las verdades celestiales, esas que son vitales para la existencia
del hombre. No existirá nadie que pueda superar sus enseñanzas y solo aquellos que
se atreven a mirar directamente a sus ojos, por medio de la fe, contemplan la hermosura
que hay en su corazón. Aporte del Dr. Eddier junco.
La soledad social y la soledad interpsíquica
(Escrito por, Augusto Jorge Cury, 2006 y publicado por GMT Editores Ltda. )

En estos tiempos de intensa crisis social y educativa, es bueno romper con nuestra vieja
forma de pensar y abrirnos a otras posibilidades. Estudiar la inteligencia de Cristo puede
proveer principios sociológicos, psicológicos y psicopedagógicos muy útiles.
¿Qué diremos acerca de la paradoja del florecimiento de la soledad en las
sociedades intensamente pobladas? La soledad, como comenté, es un fenómeno oculto,
traicionero, pero muy presente. Vivimos en sociedad, pero la soledad crece rápidamente.
Nos encontramos a diario con muchas personas, pero permanecemos aislados dentro
de nosotros mismos. Participamos de eventos sociales, jugamos, sonreímos, pero
frecuentemente estamos solos. Hablamos mucho acerca del mundo
en que vivimos, sobre la política, economía, y hasta sobre la vida de muchos personajes
sociales, pero no hablamos de nosotros mismos, no intercambiamos experiencias
existenciales.
El ser humano moderno es solitario, aislado dentro de su propia sociedad, un ser que
sabe que tiene fragilidades, dudas, temores, momentos de aprensión, pero tiene miedo
de reconocerlas, de asumirlas y de hablar acerca de ellas. Tiene conciencia de la
necesidad de hablar de sí mismo, pero elige el silencio y hace de él su mejor
compañero. Como dije, muchos acuden al psiquiatra y al psicoterapeuta no porque están
enfermos, o por lo menos seriamente enfermos, sino porque no tienen con quién hablar
abiertamente acerca de sus crisis existenciales.
Realmente es difícil hablar de nosotros mismos. El miedo de hablar de sí mismo no está
relacionado solamente con bloqueos íntimos que las personas tienen para comentar sus
historias, sino también con la dificultad de encontrar alguien que haya desarrollado el
arte de oír. Alguien que oiga sin prejuzgar y que sepa ponerse en nuestros zapatos y no
dar consejos superficiales. Es más fácil desarrollar el arte de hablar que el arte de oír.
Aprender a oír implica aprender a comprender a la otra persona dentro de su contexto
histórico. Aprender a respetar sus fragilidades, a percibir sus sentimientos más
profundos, a captar los pensamientos que las palabras no expresan. El arte de oír es
una de las más ricas funciones de la inteligencia.
Muchos no solo desarrollan la soledad social, la soledad de estar cerca
físicamente y, al mismo tiempo distante interiormente de las personas que los rodean,
sino también la soledad interior, de abandonarse a sí mismos, de no dialogar consigo
mismos, de no discutir los propios problemas, dificultades, reacciones. Quienes no se
interiorizan y no aprenden a discutir con libertad y honestidad sus propios conflictos,
dificultades, metas y proyectos se abandonan a sí mismos en la trayectoria existencial.
Vivimos en una sociedad tan rara que no encontramos tiempo ni para nosotros mismos;
una persona que no recapacita y no dialoga consigo misma
pierde los parámetros de la vida y consecuentemente se puede volver rígida e
implacable con sus propios errores. Se impone metas inalcanzables, que la hunden en
una esfera de sentimientos de culpa o, por lo contrario, se puede aislar y no formular
metas ni proyectos sociales o profesionales.
El ser humano tiene la necesidad intrínseca de superar la soledad en sus más amplios
aspectos; aunque no es muy eficiente en esa superación. Cristo tenía momentos
preciosos donde practicaba la introspección. Sus meditaciones frecuentes indicaban
que él atribuía una importancia significativa al hecho de caminar en las
trayectorias de su propio ser. Siempre encontraba tiempo para quedarse a solas (Lucas
6.12). Entre tanto, es difícil de investigar qué pasaba dentro de él en esos momentos. Si
tenemos dificultad de comprender ese aspecto de la vida de Cristo, podemos entre
tanto, tener más facilidad de comprender su pensamiento acerca de la soledad social.
Pero antes de comentar ese tema, me gustaría hacer un abordaje sobre el misterioso
origen de Cristo. Estudiar parcialmente su origen nos puede llevar a comprender mejor
su pensamiento sobre el complejo fenómeno de la soledad.

El misterioso origen de Cristo

El origen de Cristo es muy complejo. Algunos temas referentes a él trascienden la


investigación científica. De acuerdo con su biografía, su origen biológico tuvo solamente
el material genético de María. La ciencia no puede comprobar eso, pues no hay manera
de estudiar el material genético de Cristo y de María. Creer en este hecho entra en la
esfera de la fe y, por lo tanto, trasciende el campo de la ciencia. Si por un lado la ciencia
no puede estudiar el proceso de la formación biológica de Cristo a partir de la carga
genética de su madre, por otro no puede decir que eso es imposible. ¿Por qué? Porque
la ciencia está comenzando ahora a comprender algunas características de la clonación,
tanto sus riesgos como beneficios.
De acuerdo con los evangelios, el origen biológico de Cristo es misterioso. Él decía que
tenía un origen diferente, que no era de este mundo ( Juan 8.23). Decía que había
venido del cielo. Decía hasta que era el pan que había descendido del cielo para
alimentar al ser humano con otro elemento, con otra naturaleza ( Juan 6.51).
¿Qué cielo es ese al cual se refería? En el universo hay billones de galaxias. ¿A qué
punto del universo él se refería? ¿Sería otra dimensión? No sabemos; apenas
suponemos que probablemente Cristo se refería a otra dimensión. Pero, el hecho es que
él proclamaba claramente no ser de este mundo, y pertenecer a otro mundo, reino o
esfera. Otra vez digo que la ciencia no tiene manera de discutir ese tema con precisión;
solo puede hacerse en el campo de la fe. Creer en el origen celestial de Cristo es una
cuestión personal. En cuanto a su origen terrenal, o sea, a su humanidad, Cristo decía
ser el hijo del hombre. En cuanto a su origen celestial decía ser el hijo de Dios. Aunque
tenemos limitaciones científicas para discutir sobre ese doble origen, podemos por lo
menos hacer algunos análisis implícitos. Permítanme usar el origen de Cristo para hacer
una crítica a la necesidad paranoica de poder que tiene el ser humano. El ser humano
ama el poder. Si fuera posible le gustaría ser superhumano, un semidios. Si tomamos
como verdad la palabra de Cristo de que él no era de este mundo, podemos observar
que, si por un lado él afirmaba tener origen extrahumano, por otro valoraba
intensamente su condición humana.
¿Qué esperamos de una persona con origen distinto al nuestro? Naturalmente
esperamos algunos comportamientos diferentes de los nuestros, que vayan más allá de
los patrones de nuestra inteligencia. Cristo exhibía tales comportamientos. Pero,
necesitamos comprender la otra faceta de Cristo, la humana, pues, aunque afirmara ser
el hijo de Dios, era extremadamente humano. Él amaba relacionarse íntimamente
y entrar en la historia y hasta en el dolor particular de las personas con quienes convivía.
Cristo tenía el lado humano más desarrollado que la gran mayoría de las personas.
Muchos terrícolas quisieran ser extraterrestres, casi dioses, pero Cristo quería ser
hombre, quería mezclarse con las personas, convivir con ellas y tener amigos íntimos.
Podemos afirmar que, si por un lado sus comportamientos escapan a los patrones de
nuestra inteligencia, por otro eran más humanos y más sencillos que los nuestros.
Disfrutando de su humanidad

El ser humano se involucra en una escalada paranoica rumbo al poder. Muchos


hombres quieren ser políticos poderosos. Muchos políticos quieren ser reyes. Muchos
reyes quieren o quisieron ser dioses a lo largo de la historia. Con todo, ese Cristo que
afirmaba ser Dios y tener el secreto de la vida eterna quería ser un hombre, amaba la
condición humana. ¡Qué contraste!¿El lector ya admiró la especie humana? ¿Ya sintió
una pasión poética por el ser humano, independientemente de quién sea él? Cristo
sentía tal pasión por la humanidad. A él le gustaba tanto ser humano, apreciaba tanto su
origen humano, que usaba una expresión romántica y rara para exaltar ese origen. El
decía ser el «hijo del hombre» (Mateo 8.20; 9.6; 12.8). Es raro, pero un ser humano no
usa la
expresión «hijo del hombre» para exaltar su origen. Esa expresión está de acuerdo con
el pensamiento de Cristo acerca de su doble naturaleza. Apreciaba ser reconocido por
su naturaleza humana, y no solo como hijo de Dios. Observe cuántas veces en los
cuatro evangelios Cristo dijo ser el «hijo del hombre». El respiró, durmió, comió, se
angustió, sufrió, lloró y se alegró como hombre.
Muchos comunican el equipo deportivo del cual son hinchas, la ideología política a la
cual se adhieren, la corriente psicoterapéutica o educativa que siguen, pues les gusta
exaltarlos. A Cristo le gustaba exaltar su origen humano, pues lo apreciaba. Es muy raro
oír a alguien decir que se siente alegre por ser humano, pero él proclamaba eso con
satisfacción: ser el «hijo del hombre». Partiendo del estudio de los comienzos de las
violaciones de los derechos humanos, llegué a cuestionar la viabilidad psicosocial de la
especie humana en algunos textos que publiqué. Con todo, Cristo, a pesar de ser tan
crítico de la superficialidad, de la hipocresía y de la intolerancia humana, apreciaba la
humanidad y, además de eso, su historia revela que albergaba la esperanza de
transformarla. Cristo no era un extraño en la multitud, no se portaba como un
«extraterrestre», al contrario, le gustaba mezclarse e involucrarse con todas las clases
de personas.

Quería tanto tener amigos que preparó un complejo plan para ello. Construyó poco a
poco una atmósfera interpersonal para que sus discípulos se tornasen no solamente
alumnos o siervos, sino también sus amigos. No bastaba que lo admirasen, él quería
que fuesen amigos. Los discípulos lo ponían en un pedestal inalcanzable, pero Cristo
quería entretejer su historia con la de ellos. El anhelaba que los galileos, hombres toscos
y sin estudios, se tornasen compañeros suyos en una relación interpersonal, sin
distancia. ¿Qué representaba ser un amigo para Cristo? Para él los amigos poseían
intimidad, conocían los secretos ocultos del corazón, intercambiaban experiencias
existenciales ( Juan 15.15).

Crisis en las relaciones sociales: los amigos se están muriendo

En las sociedades modernas, hacer amigos se está tornando en algo muy difícil. El ser
humano perdió el aprecio por las relaciones fraternales. A las personas les gusta
anularse entre sí y tener el mundo a sus pies, pero Cristo en los últimos días de su vida
en esta tierra, expresa que quería mucho más que admiradores, quería amigos. No hay
relación más noble que la de amistad. Los amigos se juntan, confían uno en el otro,
disfrutan placeres juntos, se confían cosas íntimas, se animan unos a los otros.
Los amigos no se anulan, se complementan. Quien vive sin amigos puede tener poder y
palacios, pero vive solo y triste. Quien tiene amigos, aunque no tenga estatus y viva en
una casita, no se sentirá solo. La falta de amigos deja un vacío que dinero, poder,
estudio o éxito no pueden llenar. Todos necesitamos de amigos, los cuales no los
compramos, sino que los conquistamos, los cultivamos. Muchos quieren tenerlos, pero
no saben cómo conquistarlos. Amigos no son aquellos que nos rodean, que viven a
nuestro alrededor por lo que tenemos. En el mundo biológico, los animales se agrupan
por la necesidad instintiva de supervivencia. En nuestra especie las amistades surgen
por necesidades más intimas, como intento de superar la soledad. La comunicación
interpersonal realizada por medio de sonidos (palabras) y de imágenes (gestos,
expresiones faciales) es deficiente y limitada. Si no construimos una relación abierta sin
preconcepciones y sin intereses, las personas no comprenderán nuestros sentimientos y
pensamientos más íntimos, los cuales quedarán encerrados dentro de nosotros y nos
hundirán en una soledad social. Por estar aislados dentro de nosotros mismos,
necesitamos tener amigos, necesitamos superar una de las características más fuertes
de nuestra especie: la soledad.

Los padres que no tienen como meta transformar a sus hijos en amigos poseen un
proyecto educativo superficial. Aquellos que desean hacer de sus hijos sus amigos, que
intercambian experiencias, entretejen sus historias, reconocen sus errores, piden
disculpas y buscan vivir una vida alegre y abierta con ellos alcanzan un éxito existencial
mucho más noble.

Los padres que solo ofrecen a los hijos buenas escuelas y reglas de
comportamiento, no logran establecer con ellos una relación más profunda. Por otro
lado, los hijos que no buscan tener a sus padres como amigos, pierden una de las más
ricas experiencias existenciales. Los hijos que aprenden a abrirse con sus padres, a
desarmarlos, conocer su historia, sus placeres, fracasos, éxitos y temores, terminan
tornándose arquitectos de una relación dulce y placentera. Los maestros también deben
tener una relación más próxima con sus alumnos. El tiempo puede no permitir tal
proximidad y la estructura educativa puede no facilitarla, pero en la medida de lo posible,
los maestros deberían tener como meta
ser amigos de sus alumnos, participando de la historia de ellos.
Los maestros buscan obtener silencio y atención de los alumnos. Con todo, ¿cómo un
desconocido puede hacer exigencias tan grandes? Aquellos que invierten tiempo en ser
amigos de sus alumnos, aun los más agresivos y rebeldes, los conquistan, ganan su
respeto. El silencio y la atención de ellos despiertan otro placer.
Respetar a los alumnos como seres humanos y buscar conocer, aunque con
limitaciones, algunas angustias y sueños de su mundo, se convierte en un bálsamo
intelectual, un perfume emocional que satura la relación. Las escuelas deberían tornarse
en albergues no solo de sabiduría, sino también de amigos. Pero, desgraciadamente, a
veces imperan la agresividad y la rigidez. Un día, una profesora me dijo que había
perdido el placer de dar clases, no soportaba más a sus alumnos. Yo la animé a
penetrar en el mundo de ellos y percibir que aún los más rebeldes tienen una
personalidad compleja, un mundo a ser descubierto. Le dije que luego se tornarían
adultos y que ella no podría perder la oportunidad de contribuir para enriquecer la
historia de ellos. Animada, ella comenzó a entrar en el mundo de sus alumnos y logró
conquistarlos.
Aún en el ambiente de la psicoterapia, la relación terapeuta paciente debe
construirse en una atmósfera con el más alto nivel de respeto, empatía y
confiabilidad. Si un psicoterapeuta construye una relación distante e impersonal con su
paciente, la terapia tiene grandes posibilidades de tornarse artificial y poco eficiente.

Recuerdo a una cliente que me contó una historia vivida por ella, antes de venir a
tratarse conmigo, que la hirió mucho. Dijo que se trataba con una psicoterapeuta muy
rígida, cuyo consultorio quedaba en un alto edificio. Algunas veces ellas se encontraban
en el ascensor. Cuando eso ocurría, ella saludaba a la terapeuta, pero ésta nunca
contestaba, pues no quería crear ningún vínculo personal con sus pacientes. Mi cliente
era cajera de un banco en el cual la terapeuta tenía cuenta, pero la terapeuta nunca la
saludaba, ni siquiera cuando era atendida por ella. Angustiada por la frialdad y la
impersonalidad de la terapeuta, la paciente decidió someterla a prueba: le contó en dos
días distintos, dos historias de su infancia totalmente diferentes. Primero, dijo que su
padre había sido agresivo, distante, frío, o sea, un verdadero ogro. El otro día dijo que su
padre siempre había sido amable y tolerante. La terapeuta, que estaba distraída y tenía
una relación impersonal con la paciente, no reparó en la contradicción de las historias
relatadas e interpretó el comportamiento
de ella como si fuera de dos personas distintas. Indignada la paciente interrumpió la
sesión de psicoterapia y nunca más regresó a aquel consultorio. Días después, la
terapeuta apareció en el banco e, intentando
aproximarse, gentilmente le preguntó como estaba. La paciente le devolvió su mal trato y
le contestó de la misma forma como la terapeuta acostumbraba hacerlo: le dijo que no la
conocía. La respuesta no fue adecuada, pero ella le hizo un gran favor a la terapeuta,
pues la llevó a recapacitar respecto a su desempeño profesional frío y
sin empatía. ¿Cómo puede alguien pensar en ayudar a una persona a interiorizarse, a
autoevaluarse y a controlar sus pensamientos en los momentos de estrés si la relación
que mantiene con ella es distante, sin empatía y sin confianza? El maestro de la escuela
de la existencia era diferente. Tenía una relación estrecha con sus discípulos, era
agradable y confiable. Como si fuera terapeuta, lograba con
éxito, percibir sus conflictos más ocultos y estimularlos a reevaluarlos. Él, más que
ningún terapeuta, podría exigir distancia y hasta reverencia por parte de sus discípulos,
pues ellos lo consideraban el hijo del Dios Altísimo. Entretanto, hacía lo posible por
romper todas las barreras y todas las distancias entre ellos. Cristo quería que las
relaciones con sus discípulos fuesen regadas con empatía, confiabilidad y proximidad.

Buscando amigos y no siervos

Tanto el más despreciado siervo como el más poderoso rey pueden sufrir soledad. El
primero, por ser rechazado por todos; el segundo, por ser supervalorado por todos y,
consecuentemente, nadie se aproxima a él con naturalidad y sinceridad. Cristo fue tanto
drásticamente rechazado como profundamente admirado. Ninguna de las dos posiciones
le agradaba. Muchos aman el trono, aman el sonido de los
aplausos, pero Cristo era diferente. Al final de su vida, en la cumbre de su relación con
sus discípulos, él los sacó de la condición de siervos y los colocó en la posición de
amigos. Era como si quisiera vacunarlos contra una relación impersonal y distante tan
común en la relación del pueblo de Israel con Dios, expresada en los libros de Moisés y
de los profetas.
Cierta vez él afirmó que muchos lo honraban con la boca, pero tenían el corazón lejos de
él (Mateo 15.8). Parecía decir que toda aquella forma distante de honrarlo, adorarlo y
supervalorarlo no le agradaba, pues no era íntima y abierta. Cristo se preocupaba
porque las relaciones con sus discípulos a pesar de físicamente cercanas, se mantenían
distantes en lo íntimo. Su preocupación era legítima y fundamentada. Sabía que sería
fácil que le admiraran y, que por ello, las personas se tornarían distantes, perderían el
contacto directo, abierto, simple y placentero con él. De hecho, eso ocurrió con
frecuencia a lo largo de la historia.

Pretendiendo dar tributo a Cristo, se han desarrollado guerras en su nombre. Eso


sucede hasta hoy.
En Irlanda del Norte, católicos y protestantes vivieron por muchos
años en guerra con sangrientos conflictos. ¿Cómo es posible hacer guerra en el nombre
de aquél que daba la otra mejilla, que era el ejemplo más vivo contra la violencia e
intolerancia? Muchos hablaron acerca de él y lo admiraron como un gran personaje,
pero se alejaron de sus características fundamentales. Juan, el discípulo, fue un amigo
íntimo de Cristo. Disfrutó el placer y la proximidad de su amistad. El deseo del maestro
por tener amigos lo impactó tanto que, aun a edad avanzada, no se olvidó de registrar
en su evangelio los tres momentos en que Cristo llamó amigos a sus discípulos ( Juan
15.13-15). Muchos de los que lo siguieron a lo largo de las generaciones no vieron esa
característica. No
comprendieron que Cristo buscaba más que siervos, más que admiradores, más que
personas postradas a sus pies; él buscaba amigos que amasen la vida y se relacionasen
íntimamente con él.

Disfrutando la vida: cenas, fiestas y convivencia social

Se equivoca quien piensa que Cristo tenía una vida encarcelada, cerrada, tímida y triste.
Él era totalmente sociable. Con todo, en algunos momentos, él necesitaba aislarse
socialmente. Pero eso solo ocurría cuando él sentía una íntima necesidad de meditar.
Quienes no tienen esos momentos encierran sus emociones y no superan la soledad
intrapsíquica. Una de las más bellas aventuras que el ser humano puede hacer es
viajar dentro de sí mismo y explorar sus territorios más ocultos. Cristo era un viajero en
las trayectorias de su propio ser. Tenía largos momentos de reflexión, meditación y
oración (Lucas 6.12).
Es difícil para la psicología emitir una opinión acerca de lo que ocurría con él en esos
momentos, pero, probablemente, ocurría un reencuentro consigo mismo, con el Padre
que él afirmaba estar en su interior, con su
historia, con su propósito transcendental. En esos momentos el restablecía sus fuerzas y
recuperaba sus energías para enfrentar las inmensas turbulencias de la vida (Lucas
11.11).
Aparte de sus momentos de interiorización y meditación, él estaba siempre buscando la
convivencia social. He atendido a muchas personas sociables y puedo garantizar que
Cristo fue una de las más sociables que he estudiado. Disfrutaba de la convivencia con
los demás, estaba siempre cambiando de ambiente a fin de establecer nuevos contactos
(Marcos 6.6), frecuentemente tomaba la iniciativa de charlar con las personas. Las
dejaba curiosas y llamaba su atención. Le gustaba dialogar con todos, hasta con los
menos recomendables, los más inmorales. Los buscaba y establecía una relación con
ellos (Lucas 5.27-32). Por eso escandalizaba a
los religiosos de su época, y eso comprometía su reputación delante de los líderes
religiosos de Israel. Pero el placer que sentía al relacionarse con el ser humano era
superior a las consecuencias de su actitud, de la mala fama que pudiera adquirir y a la
cual no daba importancia; lo que importaba era ser fiel a su propia conciencia.
Cristo no rechazaba ninguna invitación para cenar. Hacía sus comidas hasta en la casa
de leprosos. Había una persona llamada Simeón que tenía lepra, conocida en nuestros
días como enfermedad de Hansen. El que padecía de esa enfermedad en aquella época
era muy discriminado, pues muchos de ellos quedaban con los cuerpos mutilados y eran
obligados a vivir fuera de la sociedad.
Simeón era tan rechazado en su época que era identificado con un nombre peyorativo:
«Simeón, el Leproso». Pero, como Cristo abolía cualquier clase de preconcepción, hizo
amistad con Simeón. En los últimos días de la vida de su amigo,
frecuentó su casa probablemente participando de una comida (Mateo 26.67). Si Cristo
hubiera vivido en los días de hoy, no dude que sería amigo de los que padecen de SIDA.
Su delicadeza de incluir y cuidar de las personas excluidas socialmente representaba
una bella muestra de su elevada humanidad. Aunque los fariseos tenían
preconcepciones en contra de Cristo, él no los tenía en contra de los fariseos. Si era
invitado, cenaba en la casa de los fariseos, aun quefueran sus críticos (Lucas 7.39). Él
tenía una característica que se destacaba claramente en todas sus biografías, pero que
muchos no lograban ver.
Era tan sociable que participaba frecuentemente de fiestas. Participó de las bodas en
Caná de Galilea, la fiesta de Pascua, la fiesta de tabernáculos y muchas otras. Cristo se
alegraba cuando estaba a la mesa. Extendía los brazos sobre ella, lo que indica que no
tenía muchas formalidades, buscando siempre ser natural, auténtico (Lucas 5.29).
En aquella época no había restaurantes, pero, si él hubiera vivido en los días de hoy,
seguramente visitaría muchos de ellos con sus amigos y provecharía el ambiente
informal que las comidas proporcionan para declarar algunas de sus más importantes
palabras. De hecho, algunos de sus más profundos pensamientos y algunos de sus
gestos más importantes no ocurrieron en las sinagogas judías sino junto a una mesa.
Cristo se mezclaba tanto con las personas y disfrutaba tanto comer y convivir con ellas
que recibió el apodo peyorativo de: «comilón y bebedor de vino» (Mateo 11.19). Él llegó
a comentar sobre esa fama. Dijo que su antecesor, Juan el Bautista, comía miel silvestre
y langostas y se ganó la fama de raro, loco, alguien que vivía fuera de la convivencia
social. Ahora, había venido el «hijo del hombre» que sentía placer en comer y convivir
con las personas y, por ese comportamiento tan sociable
y sencillo, se ganó la fama de glotón. Una fama injusta pero que era reflejo de su gran
capacidad de relacionarse socialmente. Cristo era un excelente catador de comida.
También le gustaba preparar los alimentos ( Juan 21.9-10).
Aunque injusta, yo personalmente me alegro que tuviera fama de omilón. No me
gustaría que Cristo hubiera tenido la fama de persona socialmente diferente, encerrada,
distante. Él no sería tan accesible y atractivo si las personas tuviesen que hacer
reverencia, cambiar el tono de voz y modificar su comportamiento para acercarse a él.
Cristo era sencillo y sin formalidades, por eso encantaba a cualquier clase de personas
en cualquier ambiente. Muchos no logran, ni saben, cómo hacer amigos, pero el maestro
de Nazaret era un especialista en construir relaciones sociales saludables. Atraía a las
personas y las transformaba en amigos íntimos por sus ricas características de
personalidad principalmente su amabilidad, sociabilidad e inteligencia sagaz.
Las relaciones sociales han sido marcadas por ser frías e impersonales. Todos tenemos
necesidad de construir relaciones sin maquillaje, abiertas y sin intereses ocultos.
Tenemos una necesidad vital de superar la soledad. Es más, el placer del diálogo se
está muriendo, la industria del entretenimiento nos ha encarcelado dentro de nuestras
propias casas, dentro de nuestras oficinas. Estamos aislados por los DVD, por la
televisión y por las computadoras. Nunca hubo una generación como la
nuestra, que, aunque tiene amplio acceso a distintas formas de entretenimiento, conoce
como ninguna otra la soledad, la ansiedad y la insatisfacción.

Por eso es importante conocernos y conocer a aquel que nos llamó a la Luz admirable.
Conozcamos también a algunos grandes hombres de la predicación de las buenas
nuevas de salvación.

GRANDES HOMBRES, EJEMPLARES PREDICADORES.

Cerca de la aldea de New York Mills, había una


fábrica de tejidos en el siglo 19. Cierta mañana
dos operarios conversaban sobre el culto de la
noche pasada. Un joven alto y atlético entró en la
fábrica. Al verlo los operarios tenían gran
dificultad para trabajar. Al pasar el predicador
cerca de unas muchachas que trabajaban en la
fábrica una de ellas cayó al suelo llorando con
una fuerte convicción. En unos minutos el
avivamiento estaba en toda la fábrica.
Este es uno de los episodios de la vida de Carlos
Finney. Quien impulsó grandes avivamientos por
toda la Unión Americana.

Carlos Finney (1792-1875)


Finney nació en una familia que no conocía la fe. Era abogado. Entre los libros que tenía
se encontraba una Biblia que compró debido a que hallaba muchas citas de ésta en los
libros de jurisprudencia. De ahí nació su interés en el culto de los creyentes.
En su autobiografía dice que empezó a asistir a los cultos de los creyentes y quedó
sorprendido porque semana tras semana los creyentes oraban por lo mismo y
testificaban que sus oraciones no habían sido escuchadas. Encontró en la Biblia la
necesidad de pedir con fe y esto le hizo confirmar que la Biblia era verdadera y que los
creyentes no recibían lo que pedían porque no tenían fe.
Cuenta Finney en su autobiografía que un domingo de 1821 resolvió arreglar su
situación con Dios. Había decidido encontrar la salvación de su alma. Quiso orar en
su oficina pero no pudo a pesar de haber tapado el agujero de la cerradura. En esos
últimos días se avergonzaba de que alguien lo encontrara leyendo la Biblia a pesar de
que antes no era así.
Pasaron el Lunes y Martes sin que pudiera orar y su corazón lo quemaba con una
necesidad tan grande y apremiante que se empezó a sentirse desesperado. El miércoles
mientras iba a su oficina le fue revelado que Cristo había hecho todo el sacrificio por él y
dijo en su interior -Lo aceptaré hoy o me esforzaré hasta morir-. Se dirigió al bosque
para orar y prometió -Entregaré a Dios hoy mi corazón o no saldré de aquí-. Sin
embargo no pudo orar. Estaba tan desesperado que sintió que su corazón estaba
muerto y Dios lo había abandonado. Sentía el peso de sus pecados tan infinito que
empezó a desfallecer. Cuando intentaba orar se detenía pensando que alguien pudiera
estar cerca y oírlo.
De repente le fue revelado que era su orgullo lo que lo detenía y gritó -¡Vaya! Un vil
pecador como yo se avergüenza de que otro pecador como yo me encuentre de rodillas
reconciliándome con mi Dios-. Fue cuando empezó a orar sin saber cuánto tiempo y le
prometió a Dios que si se convertía iba a predicar el Evangelio.
Al regresar sentía una paz tan grande que perdió el apetito. En su oficina tocó un himno
en el contrabajo como de costumbre y dice -mi corazón parecía derretirse, y solo podía
llorar…- Después de esto le pareció ver al Señor Jesucristo y no pudo dejar de llorar en
voz alta. Finalmente fue bautizado con el Espíritu Santo. Finney comentó que sintió
como ondas eléctricas que lo pasaban de un lado a otro, como si fuera amor líquido. Dijo
-¡Moriré si estas ondas continúan pasando sobre mí! ¡Señor no soporto más!-
En la noche el director del coro de la iglesia lo encontró en ese estado de llanto y gritos,
y fue a llamar a un anciano de la iglesia y un joven. El joven al ver lo que sucedía cayó
de rodillas angustiado y clamando -¡Oren por mí!-.
Al día siguiente la gente no dejaba de comentar la conversión del abogado y se
congregó en la iglesia para escuchar lo que había sucedido, a pesar de que no era día
de culto.
Poco tiempo después fue a visitar a sus padres. Su padre lo recibió en la puerta y le dijo
-¿Cómo estás Carlos?- y Finney le respondió -Bien, padre mío, tanto de cuerpo como de
alma. Pero, papá, tú ya estás entrado en años; todos tus hijos ya son adultos y están
casados; sin embargo, nunca oí a nadie orar en tu casa- su padre bajó la cabeza y
comenzó a llorar diciendo -Es verdad, Carlos; entra y ora tú mismo. Desde ese tiempo
empezó un gran avivamiento que se extendió por los Estados Unidos de Norteamérica.
Finney decía que el secreto de los avivamientos se encontraba en la oración.
De 1851 a 1866 fue director del colegio de Oberlin. Escribió libros entre los cuales los
más conocidos son: "Autobiografía", "Discursos a los creyentes" y "Teología
sistemática".
El domingo 16 de Agosto de 1875 predicó su último sermón. No asistió al culto de la
noche, sin embargo al escuchar cantar a los creyentes "Jesús, amante de mi alma,
déjame volar a tu regazo", salió de su casa y cantó con ellos. A media noche se despertó
sintiendo dolores punzantes en el pecho. Al amanecer, se durmió en la tierra, para
despertar en la gloria de los cielos, trece días antes de cumplir los 83 años.
Que has aprendido de esta lectura de este gran hombre apreciado lector, copártelo
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Desde el mismo comienzo de su carrera


evangélica, Wesley convocó enormes
muchedumbres. Su éxito se explica, en parte,
debido a que en aquel momento Inglaterra
estaba preparada para su doctrina, pues la
Iglesia anglicana era incapaz de ofrecer
la clase de fe personal que la gente ansiaba. El
énfasis de Wesley en la religión personal y
su seguridad de que todos eran aceptados como
hijos de Dios tuvo una tremenda repercusión
popular.El 1 de mayo de 1739 Wesley y
un grupo de sus seguidores se reunieron en
Londres en un local de la calle West para crear
la primera congregación metodista.

John Wesley
Nació en la rectoría de Epworth, Lincolnshire, el 17 de junio de 1703, decimoquinto hijo
del clérigo Samuel Wesley y su madre Susana, quienes tuvieron diecinueve hijos. A la
edad de 5 años escapa de un incendio que se produce en casa de padre y en donde de
igual forma Hetty su hermana se salva de morir quemada al caer escombros de llamas
sobre su cama.  En una de sus publicaciones posteriores del propio John, aparece el
relato al pie del mismo se aprecia la ilustración de una casa ardiendo y junto a ella la
siguiente inscripción: "No es éste un tizón arrebatado del incendio" Zacarías 3:2.   Desde
muy pequeño en el hogar se Samuel Wesley y su esposa, aprendieron el  valor que tiene
la observación fiel de los cultos.Después del espectacular salvamento de Juan del
incendio, su madre, profundamente convencida de que Dios tenía grandes planes para
su hijo, resolvió firmemente educarlo para servir y ser útil en la obra de Cristo.  La
familia del pastor Samuel Wesley era muy pobre, pero mediante la influencia del Duque
de Duckingham, consiguieron un lugar para Juan en la escuela de Londres.
  Estudió en el colegio Charterhouse y en Christ Church, Universidad de Oxford. En 1725
se ordenó diácono y tres años después pasó a formar parte del clero de la Iglesia
de Inglaterra. Fue coadjutor de su padre hasta que en 1729 se trasladó a Oxford como
miembro de la junta directora del Lincoln College; comenzó a reconocer que el corazón
es la fuente de la religión verdadera y reservaba dos horas cada día para quedarse a
solas con Dios, se esforzaba para levantarse diariamente a las cuatro de la mañana. Allí
fundó con su hermano Charles el Holy Club, en el que ingresó también George
Whitefield, futuro fundador del metodismo calvinista. Los miembros del club debían
cumplir con rigor y método los preceptos y prácticas religiosas, entre ellas visitar
prisiones y confortar a los enfermos, por lo que sus compañeros de universidad los
llamaron "metodistas" de una forma irónica.En 1735 viajó a Estados Unidos como
misionero anglicano en donde permaneció cerca de dos años.
En el barco a Savannah, Georgia, conoció a unos alemanes de Moravia cuya sencilla
devoción evangélica le impresionó. Durante su estancia en Georgia siguió tratándolos y
tradujo algunos de sus himnos al inglés. Excepto por esta relación, su experiencia
americana fue un fracaso. Su ritmo de vida era levantarse a las cuatro de la mañana y
se acostaba después de las nueve.  Las tres primeras horas del día las dedicaba a la
oración y al estudio de las Escrituras. En 1738 volvió a Inglaterra y el 24 de mayo,
mientras esperaba un encuentro con los moravos en la calle Aldersgate, en Londres,
experimentó un despertar religioso que le convenció de que cualquier persona podía
alcanzar la salvación sólo con tener fe en Jesucristo.En marzo de 1739, George
Whitefield, entonces famoso predicador en Bristol, lo llamó para que unieran sus
esfuerzos. A pesar de su rechazo inicial a predicar fuera de las iglesias, la entusiasta
reacción de la audiencia tras el sermón que pronunció el 2 de abril al aire libre lo
convenció de que era la forma más efectiva de llegar a las masas. En cualquier caso,
pocos púlpitos estarían abiertos para él, pues la Iglesia anglicana no aprobaba el
evangelismo.
Dos organizaciones similares se fundaron en Bristol ese mismo mes. A finales de 1739
la sociedad londinense empezó a congregarse en un edificio llamado The Foundry (La
Fundición) que durante muchos años fue el cuartel general del metodismo.Al crecer
el movimiento metodista se hizo acuciante la necesidad de una organización más sólida.
En 1742 las sociedades estaban divididas en grupos dirigidos por un líder, lo que
contribuyó en gran medida al éxito del movimiento; estos líderes, muchos de los cuales
fueron designados por Wesley como predicadores laicos, tuvieron gran importancia. En
1744 convocó la primera conferencia de líderes metodistas, que desde entonces se
celebraron cada año.
En 1751, a los 48 años, se casó con Mary Vazeille, una viuda con cuatro hijos, pero
el matrimonio fue un fracaso y ella lo abandonó. Wesley no tuvo
descendencia.Organizador y predicador infatigable, viajó cerca de 8.000 kilómetros al
año pronunciando cuatro o cinco sermones al día sin dejar de fundar nuevas
congregaciones. En 1740 se separó de los moravos por desacuerdos doctrinales y
rechazó la doctrina calvinista de la predestinación, rompiendo así con Whitefield.
También se deshizo de muchos principios de la Iglesia anglicana, como el de la sucesión
apostólica (el mantenimiento de una misma línea de sucesión episcopal iniciada con san
Pedro), y, aunque nunca expresó intención alguna de establecer el movimiento como
una nueva iglesia, sus actividades hicieron inevitable la separación.
En 1784 publicó una declaración en la que se establecían las normas y las reglas que
debían servir de guía a las congregaciones metodistas y encargó a su ayudante,
Thomas Coke, un clérigo anglicano, la organización metodista en Estados Unidos,
otorgándole poderes para administrar los sacramentos. Aunque la separación con la
Iglesia anglicana no se produjo hasta después de su muerte, estas ordenaciones
implicaban un paso decisivo hacia la ruptura.Wesley se preocupó por el bienestar
intelectual, económico y físico de las masas. También escribió sobre diversos temas
históricos y religiosos y vendió sus libros muy baratos para que hasta los pobres
pudieran comprarlos, contribuyendo así a fomentar los hábitos de lectura del público en
general. Además de fundar dispensarios médicos, ayudó a los que tenían deudas y a los
que querían establecer un negocio. Se opuso a la esclavitud y se interesó por diversos
movimientos de reforma social. Su influencia en el pueblo inglés fue tal que se cree que
el metodismo evitó una revolución en Inglaterra en el siglo XIX. Wesley reunió 23
colecciones de himnos, editó una revista mensual, tradujo obras del griego, latín y
hebreo, y editó con el título de El modelo cristiano, el famoso devocionario medieval De
Imitatione Christi (La imitación de Cristo), atribuido al eclesiástico alemán Tomás de
Kempis.
Su Diario (1735-1790) destaca por la exposición franca de
su evolución espiritual.Durante los últimos años de su vida fue un hombre muy
admirado; en esta época la hostilidad de la Iglesia anglicana hacia el metodismo
desapareció en la práctica. Un pastor en ese tiempo, predicaba un promedio de cien
veces por año, pero el promedio de Juan Wesley fue de 780 veces por año durante 54
años; Juan no solo excedía en predicaciones a sus consiervos sino que además iba de
casa en casa exhortando y consolando a los creyentes cuyo promedio era de 7
kilómetros por año para llegar a los lugares donde tenía que predicar.  Tenía
características físicas cuya altura no sobrepasaba un metro sesenta y seis centímetros y
su peso era de menos de 70 kilogramos.  Murió el 2 de marzo de 1791, cuando casi iba
a cumplir los 88 años, dio fin a su carrera terrestre, durante toda la noche no cesó de
pronunciar palabras de adoración y alabanzas, a las 10 de la mañana mientras los
creyentes rodeaban el lecho orando el dijo "Adiós"; fue enterrado en el cementerio de
City Road Chapel, en Londres. En la abadía de Westminster hay una placa con su
nombre, se calcula que diez mil personas desfilaron frente a su ataúd para ver el rostro
que tenía una sonrisa celestial. 
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Jorge Whitefield predicaba en forma tan vívida que


parecía casi sobrenatural, se dice que pronunció más
de 18.000 sermones; la forma que contaba sus
escenas eran tan naturales que muchos de sus
oyentes reaccionaban con expresiones o gestos.  Sin
embargo, el secreto de la gran cosecha de almas
salvas no era su maravillosa voz, ni su gran
elocuencia.  Tampoco se debía a que la gente
tuviese el corazón abierto para recibir el evangelio,
porque ése era un tiempo de gran decadencia
espiritual entre los creyentes.   Tampoco fue porque
le faltase oposición; repetidas veces Whitefield
predicó en los campos porque las iglesias le habían
cerrado las puertas.   A veces ni los hoteles querían
aceptarlo como huésped.

George Whitefield
Nació en Gloucester en el año de 1714 en una taberna de bebidas alcohólicas y antes
de cumplir 3 años su padre falleció. Su madre se casó nuevamente. En la pensión de su
madre él hacia la limpieza de los cuartos, lavaba la ropa y vendía bebidas en el bar.   Por
extraño que parezca, a pesar de no ser aún salvo, Jorge se interesaba grandemente
en la lectura de las Escrituras, leyendo la Biblia hasta altas horas de la noche y
preparando sermones.  En la Escuela se le conocía como orador, su elocuencia era
natural y espontánea. Estudió en Pembroke College, Universidad de Oxford, donde se
costeó sus propios estudios, sirviendo como mesero en un hotel.  Durante sus días de
estudiante universitario conoció a John y Charles Wesley e ingresó en el Holy Club
cuyos miembros eran metodistas. En 1736 fue ordenado diácono de la Iglesia anglicana
y dos años después acompañó como misionero a los hermanos Wesley a Savannah,
Georgia, en Estados Unidos. Al poco tiempo volvió a Inglaterra y se ordenó sacerdote,
pero le fueron vedados muchos púlpitos de la Iglesia anglicana por su forma poco
convencional de predicar y dirigir los oficios. Comenzó entonces su predicación al aire
libre y atrajo con su elocuencia enormes muchedumbres. En 1739 volvió a América y
participó con el clérigo congregacionalista estadounidense Jonathan Edwards en la
fundación del movimiento evangelista que más tarde pasó a llamarse Gran Despertar.
En 1741 siguió predicando en Inglaterra, y extendió su trabajo evangélico a Escocia y
Gales. En 1741 rompió con John Wesley por sus diferencias respecto a la
predestinación aunque siguieron siendo amigos. Tras esta ruptura fue reconocido como
cabeza de los metodistas calvinistas. Jorge Whitefield predicaba en forma tan vívida que
parecía casi sobrenatural, se dice que pronunció más de 18.000 sermones; la forma que
contaba sus escenas eran tan naturales que muchos de sus oyentes reaccionaban con
expresiones o gestos.  Sin embargo, el secreto de la gran cosecha de almas salvas no
era su maravillosa voz, ni su gran elocuencia.  Tampoco se debía a que la gente tuviese
el corazón abierto para recibir el evangelio, porque ése era un tiempo de gran
decadencia espiritual entre los creyentes.   Tampoco fue porque le faltase oposición;
repetidas veces Whitefield predicó en los campos porque las iglesias le habían cerrado
las puertas.   A veces ni los hoteles querían aceptarlo como huésped.   En Basingstoke
fue agredido a palos.  En Staffordshire le tiraron terrones de tierra.  En Moorfield
destruyeron la mesa que le servía de púlpito y le arrojaron la basura de la feria.  En
Evesham las autoridades, antes de su sermón, lo amenazaron con prenderlo si
predicaba.  En Exeter, mientras predicada ante un auditorio de diez mil personas, fue
apedreado de tal modo que llegó a pensar que le había llegado su hora y en otro lugar lo
apedrearon nuevamente hasta dejarlo cubierto de sangre; verdaderamente llevo en su
cuerpo las marcas de Jesús.  Pero su gran secreto para obtener esos grandes
resultados de almas salvadas fue el amor a Jesús.
En 1744 volvió a las colonias de Norteamericana arrastró a muchedumbres entusiastas.
A su regreso a Inglaterra en 1748 se convirtió en capellán de la lidereza religiosa Selina
Hastings, condesa de Huntington, que financió sus actividades evangélicas y le permitió
acceder a numerosos miembros de la nobleza británica. A partir de 1751 predicó por
toda Gran Bretaña e Irlanda y en América. También encontró tiempo para recopilar
un libro de himnos que apareció en 1753. Atravesó el Atlántico tres veces, visitó Escocia
catorce veces, fue a Gales varias veces, estuvo en Holanda, pasó cuatro meses en
Portugal, en las Bermudas ganó muchas almas para Cristo.
La extraordinaria influencia que ejerció durante su vida es atribuible sobre todo a su
habilidad oratoria. Sus obras reunidas se publicaron después de su muerte (7
volúmenes, 1771-1772).  Se le considera como un gran predicador inglés y merecedor
del título de príncipe de los predicadores al aire libre donde predicó un promedio de diez
veces por semana durante un período de treinta y cuatro años, la mayoría de las veces
bajo el techo construido por Dios que es el cielo y fundador de los metodistas calvinistas.
Después del sermón que predicó en Exeter, fue a Newburyport para pasar la noche en la
casa del pastor.  A las dos de la mañana se despertó, le faltaba la respiración y le dijo a
su compañero sus últimas palabras que pronunció en la tierra: "Me estoy muriendo".
Muere en el año de 1770 y en su entierro, las campanas de las Iglesias en Newburyport
doblaron y las banderas quedaron a media asta.  Ministros de todas partes vinieron a
sus funerales y millares de personas no consiguieron acercarse a la puerta de la Iglesia
debido a la inmensa multitud.  Cumpliendo su petición fue enterrado bajo el púlpito de la
Iglesia.
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  En uno de sus discursos, señaló con claridad la


próxima llegada de los franceses dirigidos por el rey
Carlos VIII. Cuando esta predicción se cumplió con la
aparición de las fuerzas francesas invasoras en
1494, ayudó a recibir a Carlos en Florencia. Cuando
los franceses abandonaron la ciudad, se había
creado una república de la que fueron excluidos los
Medici, y él se convirtió, aunque
sin funciones políticas, en su guía y espíritu
animador.Ni siquiera el papa Alejandro VI se vio libre
de sus denuncias. Éstas, junto con la atribución de
un don sobrenatural de profecía y
su interpretación extravagante de las Sagradas
Escrituras, disgustaron a Roma; y en 1495 fue
acusado de herejía.

Girolamo o Jerónimo Savonarola


Nació el 21 de septiembre de 1452, tercero de siete hijos de una familia noble en
Ferrara, Italia. Sus padres eran personas cultas y mundanas, y gozaban de mucha
influencia, su abuelo paterno era un famoso médico de la corte del Duque de Ferrara, y
los padres de Jerónimo deseaban que su hijo llegase a ocupar el lugar de su abuelo.  En
el colegio fue un alumno que se distinguió por su aplicación.Es muy probable que una
desilusión con una joven  florentina, fuera la causa que lo hicieran abrazar la vida
monástica. 
En 1474 ingresó en la orden de los dominicos, en Bolonia. Después de pasar 7 años en
Bolonia, Fray Jerónimo fue para el convento de San Marcos, en Florencia en donde vio
con desilusión que el pueblo florentino era tan depravado como cualquier otro lugar.Hizo
su primera aparición como predicador en 1482, en el priorato de San Marcos, la casa
dominica de Florencia. Sus sermones se centraron cada vez más sobre el pecado de la
sociedad, y atacó de forma abierta la corrupción y a los partidarios aristocráticos de los
Medici. En 1493 el papa Alejandro VI, que le nombró su primer vicario general, aprobó
su propuesta de reformar la orden dominica en Toscana. Entonces sus sermones se
hicieron políticos. En uno de sus discursos, señaló con claridad la próxima llegada de los
franceses dirigidos por el rey Carlos VIII. Cuando esta predicción se cumplió con la
aparición de las fuerzas francesas invasoras en 1494, ayudó a recibir a Carlos en
Florencia. Cuando los franceses abandonaron la ciudad, se había creado una república
de la que fueron excluidos los Medici, y él se convirtió, aunque sin funciones políticas, en
su guía y espíritu animador.Ni siquiera el papa Alejandro VI se vio libre de sus
denuncias. Éstas, junto con la atribución de un don sobrenatural de profecía y
su interpretación extravagante de las Sagradas Escrituras, disgustaron a Roma; y en
1495 fue acusado de herejía. Al no presentarse en Roma, se le prohibió predicar, y se
revocó el expediente mediante el cual la rama florentina de su orden (dominica) obtuvo
la independencia. Rechazó los intentos de conciliación del papa con indignación, y de
nuevo se le prohibió predicar, aunque ignoró esta orden.
Mientras tanto, las dificultades comenzaron a intensificarse en su patria. Las medidas de
la nueva república resultaron impracticables. El partido de los Medici, llamado de los
arrabbiati (en italiano, "enfurecido"), comenzó a recuperar terreno, y se formó una
conspiración para apoyarles. Se ejecutó a cinco de los conspiradores, lo que sólo sirvió
para acelerar la reacción contra Savonarola, ya que más tarde fue acusado de ello. En el
punto crítico de la lucha, en 1497, llegó una condena de excomunión de Roma. La
declaró nula públicamente y se negó a someterse a ella. Durante la epidemia de peste, a
pesar de no poder administrar los santos óleos por estar excomulgado, se dedicó con
entusiasmo a atender a los monjes enfermos. Durante su corta influencia, el predicador
fue amenazado; excomulgado y en 1498, fue declarado culpable de herejía
y enseñanza sediciosa, y condenado a muerte. El 23 de mayo de 1498, fue ejecutado
(ahorcado) y luego su cuerpo fue quemado en la plaza pública. El Predicador y
reformista italiano, cuyo intento entusiasta de eliminar la corrupción terminó en martirio,
se le recuerda como uno que dejó en los márgenes de las páginas de su Biblia notas
escritas mientras meditaba en las Escrituras.  Conocía de memoria una gran parte de la
Biblia y podía abrir el libro y hallar al instante cualquier texto bíblico.   Pasaba noches
enteras en oración; dentro de sus libros se encuentran "La Humildad", "La Oración", "El
Amor". 

Lutero fue excomulgado por el Papa León X y


el emperador Carlos V le impuso un edicto
de pena de muerte el cual nunca llegó a
cumplirse por la protección de Dios y la ayuda
de algunos amigos como el elector Federico de
Sajonia.
Escribió aproximadamente 180 libros. Tradujo
la Biblia al alemán. Y como predicador destacó
notablemente. En Zwiekau predicó a un
auditorio de 25 mil personas.

Se casó con Catalina de Bora a quien amaba


profundamente. Tuvo tres hijos
Martín Lutero
Nació en Eisleben, Alemania. Era una época oscura para la Iglesia verdadera. Cerca de
un millón de albigenses habían muerto en Francia por orden del Papa. Su delito era
tratar de vivir de acuerdo a la Palabra de Dios. Juan Huss había muerto en la hoguera
en Bohemia suplicando por sus perseguidores. La misma suerte correría Jerónimo de
Praga, su discípulo, quien muere en las llamas cantando himnos hasta su último suspiro.
Juan Wessel, notable predicador de Erfurt, muere en la cárcel por predicar que la
salvación se obtiene por gracia. Savonarola, predicador y fiel siervo de Dios es reducido
a cenizas en Italia por orden de la Iglesia.
Martín Lutero nace de una familia pobre. El solía decir "mi padre, mi abuelo y mi
bisabuelo fueron verdaderos campesinos". Su padre era minero, y su madre además de
los quehaceres del hogar acarreaba leña desde el bosque.
Su madre le enseño la religión católica tal como era observada en aquellos tiempos.
Su imagen de Dios era la de un Juez colérico enfurecido con los hombres a quien era
muy difícil de obedecer. El castigo del infierno era tan real para él y tan terrible que
temblaba al pensar en ellos.
Su padre lo mandó a estudiar a Magdeburgo y después a Einsenach en donde tuvo que
pedir limosna para subsistir cantando canciones como lo hacían la mayoría de los
estudiantes. Su suerte cambió cuando Doña Úrsula Cota lo recibe en su casa atraída por
su humildad y devoción. En su casa recibe el trato de hijo y esto le ayuda para adelantar
de manera significativa sus estudios. Doña Úrsula dijo a la hora de su muerte que su
hogar había sido grandemente bendecido con la llegada de Lutero.
Un tiempo después su padre había prosperado algo, trabajando en la fundición
de cobre y había sido nombrado concejal de su ciudad. Su padre tenía puestas las
ilusiones en Martín deseando que estudiara y se convirtiera en un abogado de
renombre. Por esto lo envía a Erfurt, en donde Martín a los 21 años obtiene el título de
doctor en filosofía.
Sin embargo, el alma de Lutero se encuentra muy intranquila e incidentes que ocurren lo
hacen pensar en su situación espiritual. Durante sus estudios enferma gravemente y
tiempo después recibe dos golpes de espada en uno de sus viajes. Uno de sus amigos
íntimos de la universidad muere asesinado y entonces Lutero exclama "¿Que haría yo si
fuese llamado a la otra vida de una manera tan repentina?". Esta situación culmina
cuando en una tormenta eléctrica durante un viaje, cae un rayo cerca de él y en su terror
hace un voto a Santa Ana para hacerse monje. Entonces entra al convento de los
agustinos a pesar de la protesta de sus amigos de la universidad y la decepción de su
padre.
A pesar de su continua búsqueda de la paz para su alma a través de ayunos, sacrificios
etc. No consigue lo que tanto anhela. Algunos monjes le hacen ver que Dios no solo
juzga sino perdona pero Lutero no puede creer que Dios le puede perdonar puesto que
el no puede amar a Dios.
Se dedica a la lectura de la Biblia. Tiempo después es nombrado sacerdote y obtiene el
grado de bachiller en Biblia. A los veinticinco años de edad es enviado a Wittenberg
como maestro de filosofía. Ya entonces destaca como notable predicador.
Un punto culminante de su vida es cuando se le envía a Roma. Su corazón alegre al
estar en la santa ciudad se entrega a efectuar las peregrinaciones acostumbradas y
visitar los lugares sagrados. Sin embargo termina horrorizado al ver la corrupción
generalizada que se vivía en Roma.
Tiempo después obtiene el título de doctor en teología. Además adelanta mucho en
cuanto al reconocimiento de su capacidad y devoción. Es entonces cuando halla la tan
ansiada paz de su alma al apropiarse de las palabras del apóstol Pablo: "Mas el justo
por la fe vivirá". Encuentra un gozo indescriptible y más decidido que nunca se dedica a
la enseñanza y predicación de las escrituras.
El mes de octubre de 1517 pega en la puerta de la iglesia de Wittenberg las
95 tesis contra el valor de la indulgencias. En este documento proclama que el
hombre es salvado por Dios de manera gratuita por la fe en su Hijo Jesucristo. A pesar
de no tener previsto que su proposición tendría mucho efecto, esta inunda Europa y
poco tiempo después hace temblar los cimientos de Roma.
Al realizarse algunos debates con autoridades reconocidas de la época como el doctor
Juan Eck, se notó que la ideas que exponía Lutero no eran simples diferencias de
doctrinas sino que removían los cimientos en los cuales se basaba la iglesia católica
para afirmar su derecho de gobernar las almas y cuerpos del mundo entero. Además
sacaban a la luz verdades tan importantes que hacían la diferencia entre un cristiano y
un pagano o apóstata.. Las consecuencias de esto sería el reconocimiento de la verdad
divina expresada en las escrituras.
Lutero fue excomulgado por el Papa León X y el emperador Carlos V le impuso un edicto
de pena de muerte el cual nunca llegó a cumplirse por la protección de Dios y la ayuda
de algunos amigos como el elector Federico de Sajonia.
Escribió aproximadamente 180 libros. Tradujo la Biblia al alemán. Y como predicador
destacó notablemente. En Zwiekau predicó a un auditorio de 25 mil personas.
Se casó con Catalina de Bora a quien amaba profundamente. Tuvo tres hijos.
A los sesenta y dos años predicó su último sermón sobre el texto: "Escondiste estas
cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños". Ese mismo día le
escribió a su querida esposa Catalina: "Echa tu carga sobre el Señor, y el te sustentará.
Amén."
Sus últimas palabras fueron: "voy a entregar mi espíritu". Luego alabó a Dios en voz alta:
"¡Oh, mi Padre Celestial! Dios mío, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en quien creo, a
quien prediqué y a quien confesé, amé y alabé… Oh, mi querido Señor Jesucristo, a ti
encomiendo mi pobre alma. ¡Oh, mi Padre Celestial! En breve tiempo tengo que
abandonar este cuerpo, pero sé que permaneceré eternamente contigo y ¡que nadie
podrá arrebatarme de tus manos!" Luego después de recitar tres veces Juan 3:16 dijo:
"Padre, en tus manos entrego mi espíritu, pues tú me rescataste, Dios fiel", entonces
cerró los ojos y durmió.
Fue sepultado en la iglesia de Wittenberg en donde había predicado durante tantos
años. Su amigo Felipe Melancton y el pastor Bugenhagen, pronunciaron sendos
discursos.   
Juan Bunyan (1628-1688)
"Caminando por el desierto de este mundo, paré en un sitio donde había una caverna;
allí me acosté para descansar. Pronto me quedé dormido y tuve un sueño. Vi a un
hombre cubierto de andrajos, de pie y dando la espalda a su habitación, que llevaba una
pesada carga sobre los hombros y en las manos un libro".
A pesar de que sus padres eran muy pobres, consiguieron que aprendiera a leer y a
escribir. El mismo se llamó "el principal de los pecadores".
Se casó con una joven cuya familia entera eran cristianos fervorosos. Bunyan era
hojalatero y por lo tanto pobrísimo. Ella no poseía ni un plato, ni una cuchara, solamente
tenía dos libros: "El camino al Cielo para el hombre sencillo" y "La práctica de la piedad",
obras que le dejó su padre al fallecer. Bunyan solo encontró en los cultos la convicción
de ir camino al infierno.
Había leído una obra de los "Ranters" y entonces cuenta que oró fervorosamente: "Oh
Señor, no sé juzgar entre el error y la verdad. Señor, no me dejes solo en esto de
aceptar o rechazar esta doctrina ciegamente; si es de Dios, no me dejes despreciarla; si
es obra del diablo, no me dejes abrazarla"- y alabado sea Dios por haberme guiado a
clamar desconfiando de mi propia sabiduría, y por haberme guardado del error de los
"Ranters"-.
Bunyan cuenta por sí mismo lo siguiente:
"Durante el tiempo en que me sentí condenado a las penas eternas, me admiraba de
cómo los hombres se esforzaban por conseguir los bienes terrenales, como si esperasen
vivir aquí eternamente... Si yo hubiese tenido la seguridad de la salvación de mi alma,
cómo me sentiría eternamente rico, aun cuando no tuviese para comer más que frijoles".
"Busqué al Señor, orando y llorando, y desde el fondo de mi alma clamé: 'Oh Señor,
muéstrame, te ruego, que me amas con amor eterno'. Entonces escuché repetidas mis
palabras, como en un eco: 'Yo te amo con amor eterno'. Me acosté y, al despertarme al
día siguiente, la misma paz inundaba mi alma. El Señor me aseguró: 'Te amé cuando
vivías en pecado; te amé antes, te amo después y te amaré siempre'.
"Cierta mañana, mientras yo oraba temblando porque pensaba que no obtendría una
palabra de Dios para consolarme, El me dio esta frase: 'Te basta mi gracia'.
"Mi entendimiento se llenó de tanta claridad, como si el Señor Jesús me hubiese estado
mirando desde el cielo a través del tejado de la casa y me hubiese dirigido esas
palabras. Volví a mi casa llorando, transportado de gozo, y humillado hasta el polvo".
"Sin embargo, cierto día, mientras caminaba por el campo, con mi conciencia intranquila,
repentinamente estas palabras se apoderaron de mi alma: 'Tu justicia está en los cielos'.
Con los ojos del alma me pareció ver a Jesucristo sentado a la diestra de Dios, que
permanecía allí como mi justicia... Además vi que no es mi buen corazón lo que mejora
mi justicia, ni lo que tampoco la perjudica; porque mi justicia es el propio Cristo, el mismo
ayer, hoy y para siempre. Entonces las cadenas cayeron de mis tobillos: quedé libre de
mis angustias y las tentaciones que me acechaban perdieron su vigor; dejé de sentir
temor por la severidad de Dios y regresé a casa regocijándome con la gracia y el amor
de Dios. No encontré en la Biblia la frase: 'Tu justicia está en los cielos', pero hallé: 'El
cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención' (1
Corintios 1:30), y vi que la otra frase era verdad".
"Mientras así meditaba, la siguiente porción de las Escrituras penetró con poder en mi
espíritu: 'Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia'. Así fui levantado a las alturas y me hallé en los brazos de la gracia y de la
misericordia. Antes temía a la muerte, pero después clamé: 'Quiero morir'. La muerte se
volvió para mí una cosa deseable. No se vive verdaderamente antes de pasar a la otra
vida. ¡Oh, pensaba yo, 'esta vida es apenas un sueño en comparación con la otra!'.
Después de su conversión sintió un deseo grande de predicar el evangelio a todos los
hombres necesitados, pues había comprendido el gran valor de los tesoros que Dios les
ofrece a los hombres a través de su gracia.
En su ministerio empezó a cosechar éxitos y sus problemas con el enemigo de nuestras
almas comenzaron, primero al atacarlo con la tentación de la vanagloria y al no dar
resultado estos ataques se empezaron a esparcir rumores por todo el país de que
Bunyan era un hechicero, jesuita y contrabandista, y además que vivía con una amante
y tenía dos mujeres y que sus hijos eran ilegítimos.
A pesar de estos grandes ataques Bunyan no desistió de la predicación del evangelio y
la búsqueda de la salvación de los hombres. Entonces inició el ataque más fuerte del
maligno. Bunyan fue acusado de no observar los reglamentos de la iglesia oficial.
Debido a esto las autoridades civiles de Inglaterra lo sentenciaron a prisión perpetua,
hasta que jurase que no volvería a predicar nunca más.
Un año antes de caer preso Bunyan hizo su oración principal: "Fui guiado a orar, a
pedirle a Dios que me fortaleciese 'con todo poder, conforme a la potencia de su gloria,
para toda paciencia y longanimidad, con gozo dando gracias al Padre'. Además fue
llevado a considerar seriamente el pasaje "Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia
de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a
los muertos".
En la prisión se fortaleció en el poder de Dios de manera que estaba dispuesto a sufrir
cualquier castigo por la causa de Cristo. Veía que con toda probabilidad que en
cualquier momento podía ser azotado o torturado en una picota. Temía el destierro, que
lo llevaría a ser separado de sus seres queridos; su esposa y sus hijos. Especialmente
sufría por la suerte que correría su hijita ciega.
A pesar de todo meditaba en el horror del castigo eterno que correrían aquellos que se
negaran a glorificar a Cristo y de su deber de dar testimonio de Cristo a pesar de todo.
Más pensaba en la gloria que Cristo prepara para aquellos que con amor, fe y paciencia
daban testimonio de Él. Cuando le ofrecían su libertad a cambio de que nunca volviera a
predicar el contestaba: "Si hoy saliese de la prisión, mañana comenzaría a predicar, con
la ayuda de Dios".
Bunyan pasó 12 años en la cárcel. Un cuáquero llamado Whitehead consiguió que lo
liberaran con la ayuda de Dios, Después de ser liberado continuó predicando con gran
éxito en varias ciudades de Inglaterra. Continuó su ministerio fielmente hasta la edad de
sesenta años, cuando fue atacado de fiebre y murió.
Algunas de sus obras escritas son las siguientes: "Gracia abundante para el principal de
los pecadores", "Llamado al ministerio", "La conducta del creyente", "La gloria del
templo", "El pecador de Jerusalén es salvo", "Las guerras de la ciudad de Alma
humana", "Vida y muerte del hombre malo", "El sermón del monte", "La higuera estéril",
"Discursos sobre la oración", "El viajero celestial", "Gemidos de un alma en el infierno",
"La justificación es imputada" y el libro más vendido después de la Biblia "El peregrino".
Enrique Martyn
Luz usada enteramente por Dios (1781    - 1812) 
Arrodillado en una playa de la India, Enrique Martyn derramaba su alma ante el Maestro
y oraba: "Amado Señor, yo también andaba en el país lejano; mi vida ardía en el
pecado...quisiste que yo regresase, ya no más un tizón para extender la destrucción,
sino una antorcha que resplandezca por ti (Zacarías 3:2) ¡Heme aquí entre las tinieblas
más densas, salvajes y opresivas del paganismo.  Ahora, Señor quiero arder hasta
consumirme enteramente por ti!"
El intenso ardor de aquel día siempre motivó la vida de ese joven. Se dice que su
nombre es: "el nombre más heroico que adorna la historia de la Iglesia de Inglaterra,
desde los tiempos de la reina Isabel".  Sin embargo, aun entre sus compatriotas, él no es
muy conocido.
Su padre era de físico endeble.  Después que él murió, los cuatro hijos, incluyendo
Enrique, no tardaron en contraer la misma enfermedad de su padre, la tuberculosis.
Con la muerte de su padre, Enrique perdió el intenso interés que tenía por
las matemáticas y más bien se interesó grandemente en la lectura de la Biblia.  Se
graduó con honores más altos de todos los de su clase.  Sin embargo, el Espíritu Santo
habló a su alma: "Buscas grandes cosas para ti, pues no las busques."  Acerca de sus
estudios testificó: "Alcancé lo más grande que anhelaba, pero luego me desilusioné al
ver que sólo había conseguido una sombra."
Tenía por costumbre levantarse de madrugada y salir a caminar solo por los campos
para gozar de la comunión íntima con Dios.  El resultado fue que abandonó para
siempre sus planes de ser abogado, un plan que todavía seguía porque "no podía
consentir en ser pobre por el amor de Cristo".
Al escuchar un sermón sobre "El estado perdido de los paganos", resolvió entregarse
a la vida misionera. Al conocer la vida abnegada del misionero Guillermo
Carey, dedicaba a su gran obra en la India, se sintió guiado a trabajar en el mismo país.
El deseo de llevar el mensaje de salvación a los pueblos que no conocían a Cristo, se
convirtió en un fuego inextinguible en su alma después que leyó la biografía de David
Brainerd, quien murió siendo aún muy joven, a la edad de veintinueve años.  Brainerd
consumió toda su vida en el servicio del amor intenso que profesaba a los pieles rojas de
la América del Norte.  Enrique Martín se dio cuenta de que, como David Brainerd, él
también disponía de poco tiempo de vida para llevar a cabo su obra, y se encendió en él
la misma pasión de gastarse enteramente por Cristo en el breve espacio de tiempo que
le restaba.  Sus sermones no consistían en palabras de sabiduría humana, sino que
siempre se dirigía a la gente, como "un moribundo, predicando a los moribundos".
A Enrique Martyn se le presentó un gran problema cuando la madre de su novia, Lidia
Grenfel, no consentía en el casamiento porque él deseaba llevar a su esposa al
extranjero.  Enrique amaba a Lidia y su mayor deseo terrenal era establecer un hogar y
trabajar junto con ella en la mies del Señor.  Acerca de esto él escribió en su diario lo
siguiente: "Estuve orando durante hora y media, luchando contra lo que me ataba...Cada
vez que estaba a punto de ganar la victoria, mi corazón regresaba a su ídolo y,
finalmente, me acosté sintiendo una gran pena."  
Entonces se acordó de David Brainerd, el cual se negaba a si mismo todas la
comodidades de la civilización, caminaba grandes distancias solo en la floresta, pasaba
días sin comer, y después de esforzarse así durante cinco años volvió, tuberculoso, para
fallecer en los brazos de su novia, Jerusha, hija de Jonatán Edwards.
Por fin que Enrique Martyn también ganó la victoria, obedeciendo al llamado a
sacrificarse por la salvación de los perdidos.  Al embarcarse, en 1805, para la India,
escribió: "Si vivo o muero, que Cristo sea glorificado por la cosecha de multitudes para
EL"   
Qué es Homilética:
La homilética, en teología, es el género discursivo mediante el cual se realiza
predicación religiosa. Como tal, homilética designa, a la vez, el arte de la predicación y
la disciplina que se encarga de su estudio.
La palabra, como tal, proviene del griego homiletikos, que significa ‘reunión’,
‘conversación’.

En este sentido, la homilética es una disertación a través de la cual se explica, aplicando


los principios generales de la retórica, una doctrina religiosa determinada,
principalmente la cristiana.
Según la Biblia, la predicación o el sermón homilético fue la forma principal utilizada por
Cristo para comunicar la fe durante su ministerio terrenal, que sería seguida por los
apóstoles para trasmitir a otros los principios generales de la religión.
Existen dos tipos fundamentales de homilética, dependiendo de sus intenciones. Por un
lado está el ministerium, que es aquella es está dirigida a creyentes, y por el otro se
encuentra el magisterio, que es la que se dirige a los no creyentes en la fe de Cristo.

Como disciplina de estudio, la homilética trata sobre la composición, la elaboración


y los contenidos apropiados para la correcta predicación del sermón. Tres
elementos, como tal, destacan para su composición: la elección de un tema, una
estructura y un estilo. Los temas, en la doctrina católica, por lo general, versan sobre la
fe y las costumbres; la estructura clásica, por otro lado, solía ser la lectura de un
pasaje para su interpretación y explicación según sus puntos doctrinales; y el estilo que
podía ser un diálogo simulado entre un sujeto imaginario, a la manera de un debate.
La finalidad de la homilética es ofrecer a los sacerdotes las herramientas discursivas
para trasmitir, a través de la palabra, el dogma y la moral cristianos de una forma más
efectiva.

Homilética católica
Para el catolicismo, el principal discurso de la homilética es la homilía, que es un
sermón solemne que forma, junto con la misa, un todo. Como tal, solo el sacerdote está
autorizado para impartirla, pues la homilética forma parte de sus estudios.
Homilética evangélica
La homilética evangélica se caracteriza por tener mayores libertades en la predicación
que la católica. Puede ser presentada tanto por el pastor, como por cualquier otro
miembro de la congregación. En este sentido, a diferencia de la católica, no requiere
ordenación. Además, puede ajustarse a diversos formatos modernos, como las
conferencias, las charlas o los simposios

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Los Diferentes Tipos de Sermones Bíblicos

1.       El Sermón Textual, el cual se limita a exponer y explicar un texto bíblico.


2.       El Sermón Temático o Tópico, en el cual el expositor escoge el tema o asunto que desea exponer y luego se
dirige a las Sagradas Escrituras para apoyar ese tema.
3.       El Sermón Expositivo, en el cual el predicador comenta un pasaje bíblico de más de dos versículos, narración o
parábola de las Sagradas Escrituras sacando toda la enseñanza y aplicaciones del pasaje.

EL SERMÓN TEXTUAL

                  Se llama sermón textual a aquel cuyas divisiones principales surgen del mismo texto principal con el
objetivo de explicarlas una a una. Todas las explicaciones y el desarrollo en si del plan de la predicación se
fundamentan en el texto mismo, de tal forma que el texto se explica palabra por palabra. Se considera un sermón
textual cuando el texto no tiene más de dos versículos, de lo contrario se considera un sermón expositivo. Veamos
algunos ejemplos de sermones textuales.

Ejemplo
Tema: CARACTERÍSTICAS DE UN BUEN CRISTIANO.

Texto:

“Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor”

Hechos 11:24

INTRODUCCIÓN. — Se cuenta una vez que un reconocido evangelista visito una villa campesina en Rusia y una
pareja de esposos se encargaron de su hospedaje, en cierta ocasión estando el evangelista con la esposa ella
señalando a su esposo le dijo que su cónyuge era un predicador de espalda. Más tarde el comprendió que lo que la
mujer le quiso decir es que su esposo era un hombre que predicaba con el ejemplo. Para ser un buen cristiano es
necesario tener un buen testimonio y este se evidencia a través de las características de la persona. En este pasaje
bíblico encontramos un ejemplo digno de imitar: la vida de Bernabé.

  I.            BERNABÉ FUE UN VARÓN BUENO. — “Porque era varón bueno…”

      II.            BERNABÉ FUE UNA PERSONA LLENO DEL ESPÍRITU SANTO. — “… y lleno del Espíritu Santo…”

    III.            BERNABÉ FUE UNA PERSONA DE FE. —   “… y de f e…”

CONCLUSIÓN. — La vida de Bernabé nos brinda un hermoso ejemplo que todos los cristianos debemos buscar imitar
para que como a él, nosotros seamos recordados como personas buenas, llenas del Espíritu Santo y de fe.

EL SERMÓN TEMÁTICO O TÓPICO

                   Se dice que tenemos un sermón temático o tópico cuando la exposición de la predicación gira alrededor
de un tema doctrinal o asunto y sus divisiones son una explicación de los principales puntos que se desean enseñar
auxiliándose de un texto que vaya acorde a la temática. Si la explicación gira alrededor de un  tema doctrinal
tenemos un sermón temático, pero si la explicación gira alrededor de un asunto o tema cotidiano se dice que es un
sermón tópico, y en ambos casos el texto solo se usa de referencia para iniciar la disertación.  Veamos algunos
ejemplos de estos sermones.

Ejemplo 1
Tema: ¿DÓNDE PASARA EL SER HUMANO LA ETERNIDAD?
Texto: “Más el hombre morirá, y será cortado; perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?”.

Job 14:10

INTRODUCCIÓN. — Respecto a lo que le espera al hombre después de la muerte hay muchas especulaciones.
Algunos piensan que Dios es tan bueno que no va a condenar a nadie al infierno, otros opinan que esta es la única
vida y después de esto dejamos de existir, otros creen que los únicos que pasaran a la eternidad serán las personas
muy buenas y el resto su alma será aniquilado dejando así de existir, otros han creído en un lugar intermedio para
purgar sus faltas o en la reencarnación. En fin, la verdad bíblica es que solo existen dos lugares, el cielo y el infierno y
todos debemos preguntarnos donde pasaremos la eternidad.

HAY DOS OPCIONES. — “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y
        I.            SOLAMENTE
espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y
angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”, (Mateo 7:13-14).

      II.            SIN CRISTO SOLO ESPERA EL INFIERNO. — Este se describe en la Biblia como:

1.       Un lugar donde la llama no se apaga: “Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida
manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado”, (Marcos 9:43).

2.       Un lugar de densa oscuridad: “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de
dientes”, (Mateo 25:30).

3.       Un horno de fuego: “y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”, (Mateo 13:42).

4.       Un lugar de tormentos: “Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en
su seno”, (Lucas 16:23)

     III.            LOS CRISTIANOS IRÁN A LA VIDA ETERNA. —   “En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no
fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararles un lugar para usted?”, (Juan 14:2).

CONCLUSIÓN. — Todos solo tendremos dos opciones para pasar nuestra eternidad: El tormento eterno en el
infierno y posteriormente en el lago de fuego, o el descanso eterno en la presencia de Dios. El deseo del Señor es
que todos escojamos su oferta generosa a través de hacer de Jesús el Señor de nuestras vidas y así escapar de una
eternidad de penosa condenación.

EL SERMÓN EXPOSITIVO
  En cuanto a los sermones expositivos muchas opiniones se han formulado en cuanto a su verdadera definición, sin
embargo, podemos decir que un sermón expositivo es aquel que cuya homilía o exposición se realizan basado en
un texto largo de las Sagradas Escrituras. Se dice que tenemos un sermón expositivo cuando el texto base se apoya
en más de dos versículos, si es menor a ello se dice que se trata de un sermón textual. Los sermones expositivos
pueden estar basados en capítulos de la Biblia, historias, metáforas o parábolas completas o una serie de versículos
que desarrollan una temática determinada. Veamos algunos ejemplos de ellos.

Ejemplo
Tema: ¿QUÉ ES LO QUE DIOS PIDE DEL HOMBRE?

Texto:

“¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con
becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi
primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo
que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.
Miqueas 6:6-8

INTRODUCCIÓN. — Muchas personas buscan la forma de como agradar a Dios. Muchos creen que a través de sus
sacrificios, penitencias, ofrendas o el cumplimiento de sus ritos religiosos están agradando al Señor, y piensan que
todo esto es algo que demanda del hombre, pero, ¿qué es lo que Dios pide del hombre? Miqueas nos lo responde.

QUE EL HOMBRE CREE QUE DIOS LE PIDE. — “¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios
        I.            LO
Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de
carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el
pecado de mi alma?...”

QUE DIOS LE PIDE AL HOMBRE. — “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de
      II.            LO
ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.

1.       Humillarse ante Dios: Arrepentimiento. — “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia,
ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”, (Hechos 17:30).

2.       Amar misericordia. —“La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las
viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”, (Santiago 1:27).

3.       Hacer justicia. — “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”, (Efesios 2:8-10).

CONCLUSIÓN. — ¿Qué es lo que Dios pide del hombre? Miqueas nos los dice: Humillarnos ante Dios, amar
misericordia, practicar justicia. Si todos lo comprendiéramos y viviéramos de acuerdo a estos principios espirituales
este sería un mejor mundo para vivir, quiera Dios que los cristianos nos esforcemos por cumplirlos.

OTROS TIPOS DE SERMONES

                En general, podemos encontrar en los libros de homilética y sin fin de clasificaciones y sub-clasificaciones de
los sermones. Por ejemplo algunos clasifican los sermones textuales como sermones sencillo, sintético o analítico;
otros hablan de sermones bíblicos, teológicos, apologéticos, escatológicos o doctrinales que podrían caer en la
clasificación de sermones temáticos; otros hablan de sermones históricos o biográficos, los cuales podrían
clasificarse como expositivos, y podríamos tener casos donde ocurre una combinación de ellos. Por ejemplo un
temático podrían involucrar varios versículos en el texto principal asemejándose así a un expositivo, o un expositivo
podría tomar un solo versículo como referencia que esté vinculado a la historia que queremos resaltar y desarrollar
la exposición en función de varios versículos más. En fin, podemos encontrar diferentes clasificaciones y en
ocasiones una combinación de estos, pero no debemos preocuparnos de esto, al final estos son los tipos de
sermones base y si alguien no está de acuerdo con ello, tampoco representa esto un problema doctrinal serio ya que
lo importante es que el predicador aprenda a formular sus bosquejos de la mejor manera posible con la ayuda del
Espíritu Santo.

Ejemplo

El hecho de usar un versículo como texto pudiera dar a entender que se trata de un sermón textual o tópico, pero
realmente en su desarrollo vemos el estilo de un sermón expositivo.

Tema: SIGNOS DE UN CORAZÓN ENFERMO.

Texto: “E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová”.


2 Crónicas 12:14

INTRODUCCIÓN. — En la Biblia encontramos el ejemplo del rey Roboam el cual nunca dispuso su corazón para
seguir a Dios y esto lo llevo a la desgracia. Veamos que así como los médicos se auxilian de los signos y síntomas de
una persona para identificar la enfermedad de una persona, así nosotros podemos identificar ciertas señales
externas e internas que nos puede ayudar a identificar un corazón enfermo en el área espiritual.

ESCUCHA EL CONSEJO DE DIOS. — “Vino, pues, Jeroboam con todo el pueblo a Roboam al tercer día,
    I.            NO
según el rey les había mandado diciendo: Volved a mí de aquí a tres días. Y el rey les respondió ásperamente; pues
dejó el rey Roboam el consejo de los ancianos, y les habló conforme al consejo de los jóvenes…”, (2 Crónicas 10:12-
14).

II.            PIERDE LA SENSIBILIDAD HACIA DIOS Y SE HUNDE EN EL PECADO. — “Cuando Roboam había consolidado el
reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él”, (2 Crónicas 12:1).

III.            ES DE DOBLE ÁNIMO. —   “Entonces vino el profeta Semaías a Roboam y a los príncipes de Judá, que estaban
reunidos en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: Así ha dicho Jehová: Vosotros me habéis dejado, y yo también
os he dejado en manos de Sisac. Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron, y dijeron: Justo es Jehová” , (2
Crónicas 12:5-6).

IV.             VIVE UN MUNDO DE APARIENCIAS. — “Subió, pues, Sisac rey de Egipto a Jerusalén, y tomó los tesoros de la
casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey; todo lo llevó, y tomó los escudos de oro que Salomón había hecho. Y
en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce, y los entregó a los jefes de la guardia, los cuales
custodiaban la entrada de la casa del rey. Cuando el rey iba a la casa de Jehová, venían los de la guardia y los
llevaban, y después los volvían a la cámara de la guardia”, (2 Crónicas 12:9-11).

CONCLUSIÓN. — Roboam jamás dispuso su corazón para seguir a Dios y esto lo llevo a una vida de fracaso y
condenación, sin embargo, el deseo de Dios es transformar nuestro corazón para que podamos llevar una vida de
victoria y alcanzar la salvación de Dios y para ello necesitamos que Jesús transforme nuestra vida.

¿Cuántas clases de sermones hay?


Hoy día existen muchas formas de exponer la Palabra de Dios. Todas válidas y, en su mayoría,
eficaces. Pero durante nuestra serie nos enfocaremos a estudiar las bases para elaborar: sermones
textuales, expositivos, temáticos y biográficos. Son cuatro géneros que le permitirán al orador,
presentar el mensaje de Dios para su pueblo.
2. Hay que definir un propósito
Desde el momento en que usted se pare al frente del púlpito, deberá tener claro qué espera lograr al
término de la enseñanza. En tal sentido es importante que usted sepa que, al disponerse a realizar
la exposición, debe tener claro si lo que pretende ofrecer a sus interlocutores son bases para el
crecimiento y solidez espiritual, o llevarlas a tomar una decisión por Jesucristo.
Es necesario entonces que, en primera instancia, tenga definidos los dos grandes géneros de mensajes:
a. El sermón de edificación
b. El Sermón evangelístico
Los dos tienen orientaciones totalmente diferentes. Por tal motivo es necesario que hagamos, no solo
la diferencia, sino que tengamos definido en qué consiste cada uno.
3. El sermón de edificación
Es el mensaje dirigido a toda la congregación, sobre la base de que todos ya aceptaron a Jesucristo
como su único y suficiente Salvador. Por lo generar asisten a la congregación y lo que requieren son
orientaciones sobre cómo vivir y crecer en la vida cristiana. Se trata de mensajes que tocan una
temática variada, pero enfocada en su totalidad a lograr bases sólidas para el creyente, afirmándolo en
la sana doctrina.
4. El sermón evangelístico
Es mucho más sencillo que el de edificación. N la mayoría de los casos se fundamentan en un
solo texto y no saltan de un pasaje a otro. De entrada está orientado a crear entre los
asistentes, conciencia sobre la necesidad de aceptar a Jesucristo como su único y suficiente Salvador.
El sermón, en estos casos, termina con una invitación a hacer decisión de fe por Jesús

Cuestionario para la Lección


1.- Si miramos la orientación de los sermones encontramos que los hay:
a.- Doctrinal
b.- Edificación y evangelístico
c.- Bíblico
d.- Ninguno de los anteriores
2.- El mensaje de edificación:
a.- Está dirigido a quienes no conocen a Cristo.
b.- Está dirigido a afianzar a quienes ya conocen a Cristo.
d.- Está dirigido a quienes no saben siquiera qué es la Biblia.
e.- Ninguna de las anteriores.
3.- ¿Cuál es el propósito al predicar un mensaje?
a.- Dejar una sólida enseñanza bíblica entre los oyentes.
b.- Ofrecer una conferencia que hable de todo un poquito.
c.- Contribuir a la extensión del reino de Dios.
d.- Proveer a los oyentes pautas y principios de vida cristiana práctica.

Clases de sermones. Descripción


Para que tengamos una mejor comprensión de cuáles y cuántas son las clases de sermones, hacemos a
continuación una breve descripción:
1.- Sermón Textual
Aludimos a Sermón Textual al referirnos al mensaje que toma como base un texto específico,
generalmente un solo versículo. Por ejemplo, Juan 3:16. Sobre este escrito entramos a desarrollar la
enseñanza. El propósito es desglosar su estructura, haciendo particular énfasis en palabras en el
sentido particular de las frases.
2.- Sermón Expositivo
Este género de Sermón se desarrolla fundamentado en un pasaje bíblico. Las ideas que se exponen
guardan un orden lógico. El predicador no fuerza un versículo para que concatene con otro o quizá
para que diga lo que él quiere. Por el contrario, toma con naturalidad cada una de las ideas y puntos
que van surgiendo en cada versículo. Es uno de los estilos más complejos pero a su vez, de los más
enriquecedores. Charles Spurgeon es uno de los mejores ejemplos de esta forma de predicación. N el
siglo XIX ejerció una poderosa influencia en Inglaterra y Estados Unidos con sus poderosos mensajes.
3.- El Sermón Temático
Como su nombre lo indica, el Sermón Temática toma un tema y lo desarrolla. Por ejemplo, el pecado.
Se analizan todos los versículos en los cuales la palabra pecado ejerce un papel preponderante. Se
requiere una exploración bíblica con el propósito de definir sus orígenes, causas, evolución y
consecuencias. Tenemos allí un tema expuesto. Este género es muy frecuente en las congregaciones.
4.- Sermón Biográfico
A diferencia de los anteriores, que se predican desarrollando un tema central, el Sermón Biográfico
toma su base en un personaje de la Biblia y es el más apropiado para adelantar predicaciones en serie,
es decir, para varios servicios religiosos. Del personaje objeto de estudio, se buscan aspectos positivos,
los negativos, qué principios espirituales aplicó a su existencia y cuáles son válidos hoy día, etc.
División del Mensaje
Para facilitar la exposición de un tema, generalmente se divide en puntos específicos. Vendrían a ser lo
que llamamos Divisiones Mayores. Son los grandes aspectos que abordaremos. Por ejemplo, vamos
a hablar del pecado. Si lo fuéramos a hacer tomando tres grandes facetas, podría quedar así.
1. EL PECADO NOS LLEVA A LA CEGUERA ESPIRITUAL
2. EL PECADO NOS ALEJA DE DIOS
3. EL PECADO NOS LLEVA AL ESTANCAMIENTO ESPIRITUAL
Observe que se trata de ideas generales, que encierran muchos elementos.
Las Divisiones Menores son aquellos puntos que dan soporte a las Divisiones Mayores. Son los
puntos que están relacionados con los primeros y que sirven para hacer una adecuada exposición. Si
ya tenemos las Divisiones Mayores y vamos a incorporar las Divisiones Menores, quedaría de la
siguiente manera:

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