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A 50 años de la asunción de Arturo

Frondizi
Hace 50 años, un 1 de mayo de 1958, el país tuvo una oportunidad histórica de cambiar su
rumbo y sumarse a las grandes nacionales desarrolladas. Fue de la mano de un gran visionario
y estadista como Arturo Frondizi.
Frondizi fue electo presidente el 23 de febrero de 1958 y asumió el 1 de mayo de ese año. En
un discurso impecable por su estilo y la claridad en sus ideas, propuso un plan de desarrollo
global para el país, el primero que tuvo la Argentina hasta ese momento y el único que llegaría
a tener por muchas décadas. La consistencia entre lo que dijo Frondizi que iba a hacer el día
que asumió y lo que posteriormente realizó en su gestión, a pesar de los innumerables
obstáculos políticos y financieros que se interpusieron, muestran un hombre lúcido, con un plan
de gobierno consistente, comprometido con sanear el país, sacarlo del empobrecimiento y
llevarlo por la senda del desarrollo.
El modelo económico de Frondizi tenía objetivos simultáneos, concadenados unos con otros:
lograr el autoabastecimiento de petróleo y energía, industrializar el país, tecnificar y modernizar
todos los sectores económicos, sanear las finanzas públicas, lograr la estabilidad de precios, y
dotar de eficiencia al sector público. Enriquecido en los aportes teóricos de un economista
ilustre como fue Rogelio Frigerio, el modelo desarrollista proponía salir del subdesarrollo
transformando la estructura de producción primaria argentina en una estructura de producción
industrial exportadora.

Paso a paso

Para lograrlo, en una primera etapa, se buscaría crear una base industrial sólida capaz de
abastecer a todos los sectores productivos con los insumos de capital y tecnología
indispensables para su modernización. ¿Cómo lo haría? Promoviendo la industria a través del
sistema tributario, garantizando el acceso al crédito a tasas viables para todas las empresas, y
abriendo espacio a la inversión extranjera cuando los recursos internos fueran insuficientes,
pero sin perder la hegemonía ni el control del Estado.
El primer paso en esa etapa se encaró impulsando la explotación del petróleo, gas, hierro, y
carbón, todos insumos indispensables para el desarrollo industrial. En un país rezagado,
abundante en recursos naturales, y que atravesaba hacia 1958 una fuerte crisis energética, la
explotación de estos recursos era imprescindible para expandir la producción fabril y promover
el desarrollo económico. La explotación de hierro, acero y carbón permitiría promover la
industria primaria y secundaria, fundamentalmente la industria de maquinaria y herramientas.
En tanto la producción de petróleo y gas, completaría la matriz energética necesaria para
encarar el proceso de industrialización en las dimensiones que proponía el desarrollismo.
En la fila de prioridades se encontraba también la ampliación y modernización de la
infraestructura básica, que incluía desde la construcción de caminos, la actualización del
parque ferroviario y automotriz, hasta la modernización del sistema de comunicaciones en
general. Su desarrollo lograría integrar la actividad económica conectando los centros de
producción con los mercados de consumo y los puertos de exportación. En la medida que los
recursos internos no fueran insuficientes, se aceptaría la cooperación del capital privado, pero
sin dar lugar ni a concesiones ni a renuncias por parte del Estado a esas riquezas.

Logros
Este fue el modelo que explico Arturo Frondizi aquel 1 de mayo de 1958, en su discurso
inaugural. Y ese fue el modelo que desarrolló en sus casi 4 años de gobierno. Cumplió con
gran parte de sus objetivos. Entre 1958 y 1962 la Argentina triplicó la producción petrolera
dejándose de depender de la oferta importada, duplicó la producción de gas, resolvió la crisis
energética que había hacia 1958, se creó una industria petroquímica que ubicó al país como
segunda potencia regional en el rubro, y se multiplicó por 5 veces la producción de acero y
caucho, reduciéndose fuertemente las importaciones de esos productos.
La expansión siderúrgica se logró a pesar de los obstáculos de la Dirección de Fabricaciones
Militares que se oponía a la intervención del capital privado. Durante esos años, la Inversión
extranjera se multiplicó por 10, también se duplicó la inversión interna, lográndose un gran re
equipamiento industrial. Y tal como lo había anticipado Frondizi, las divisas que antes se
gastaban en la importación de combustibles se destinaron a la compra de equipos industriales,
modernizando la industria y la infraestructura básica. Se construyeron 10.000 kilómetros de
rutas en esos años, se expandió el parque automotor, se modernizaron los ferrocarriles, se
inició un plan de construcción de aeropuertos, se instalaron 10 terminales de alta tecnología a
nivel mundial y se abrieron cantidades de fábricas de autopartes.
Lejos de desatender el campo, que había sido hasta entonces el generador de divisas, a partir
del desarrollo de la industria siderúrgica y petroquímica que impulsó la tecnificación y la
provisión de fertilizantes, plaguicidas y maquinarias, se incrementó la producción y
productividad agropecuaria. En todo este proceso, hubo tres factores esenciales: la mayor
disponibilidad de crédito a tasas viables, las mayores facilidades impositivas y la participación
del capital privado.

Momentos

Pero pocos entendieron la esencia del desarrollismo por aquellos años. La oposición se quedó
con su ‘no’ a que capitales extranjeros participaran del proceso de autoabastecimiento
energético y modernización industrial. Y en vano fue que Frondizi explicara que esta opción
hasta era más nacionalista que acudir al crédito externo para importar petróleo, un insumo
abundante en el país y cuya explotación, según las reglas propuestas por el desarrollismo,
permitiría alcanzar la verdadera independencia y liberación nacional. Eran momentos donde la
dependencia de las importaciones era absoluta, y eso provocaba un crecimiento estrepitoso en
la deuda externa, y un déficit en la balanza de pagos que se profundizaba. La opción que
proponía el gobierno de Frondizi era entonces dejar de usar el capital extranjero para comprar
petróleo y en todo caso, usarlo para producir el propio combustible.
Pero la obra de Arturo Frondizi quedó inconclusa. El 29 de marzo de 1962 un nuevo golpe de
Estado sacudió a la Argentina y con su destitución, el país perdió la una gran oportunidad de
consolidarse sobre un modelo industrial capaz de derramarse hacia el resto de la economía y
salir del subdesarrollo económico. Debieron pasar varias décadas, para que la historia
reconociera la obra de Arturo Frondizi, un visionario, un intelectual, un hombre que pudo ver
medio siglo antes cuál era el camino del progreso.

*Presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa - CAME)

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