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NA T U R A L E Z A
DE L A I G L E S I A
Y SU MISION
EN
N O A M E R I C A
LATI
a
Con cerca de 100 participantes entre de.
legados oficiales, observadores e invitados es”
peciales, el Congreso Continental de Estudio,
celebrado en Bogotá, en diciembre 1-8 de 1963,
fué tal vez el más representativo del pres*
biterianismo latinoamericano de los que se
han celebrado hasta el presente. De las iglesias
y organizaciones misioneras que son miembros
de la CCPAL sólo una, la del Brasil, no estuvo
representada oficialmente, si bien lo estuvo
extra-oficialmonte con un brillante contingente
de siete observadores, Además, las siguientes
iglesias enviaron delegados fraternales: Sína-
dos de Nuevo México y California, Iglesía
Asociada y Reformada de México, Iglesia Ary
Evangélica y Reformada de Honduras, Iglesia
Presbiteriana de Guayana Británica, Iglesia
Presbiteriana Cumberland de Colombia, Misión
Unida Andina del Ecuador, Iglesia Presbite- N 1
riana Independiente del Brasil, Iglesia Refor-
mada de la Argentina, y Asociación de Igle.. LOGY
sias Reformadas de Buenos Aires, El Congreso,
además, estuvo asesorado por importantes per”
sonalidades del Protestantismo mundial, tales
como: el Obispo Lesslie Newbigin, el Dr.
Ralph W. Lloyd, de la Alianza Mundial Pres-
biteriana, el Dr. John A, Mackay, el Dr. To-
más J. Ligger, y el Prof. Mauricio López.

(Continúa en la 2* Solapa) y
tenue
13199

ART 3 E y En EPA
POT
E dl da el GE te
LA NATURALEZA DE LA IGLESIA
Y SU MISION
EN
LATINOAMERICA
PO
837
190%
—CONGRESO CONTINENTAL DE ESTUDIOS

TURALEZA
LA IGLESIA
Y SU MISION
NLATINOAMERICA

MATERIALES PREPARATORIOS, PONEN-


| CIAS Y CONCLUSIONES DEL CONGRESO
DE ESTUDIO SOBRE “LA NATURALEZA
DE LA IGLESIA Y SU MISION EN LATINO-
AMERICA HOY” DICIEMBRE 1-8 DÉ 1963.

EDITORIAL IQUEIMA
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Publicaciones del Comité de Cooperación


Presbiteriana de América Latina (CCPAL)
Bogotá, D. E., Colombia, Ap. Aéreo 14650
Cables: COOPRES

Imp. en Editorial Iqueima — Bogotá


JNOS TRABAJOS PREPARATORIOS
0 Joaquín Beato, La misión profética de la
e ocos claare PES
Z

TES ye y

Ea Tomás 1 Ligget, Diversidad de Ministerios. NS


ol

Ralph W. Lloyd, El lugar del Ministerio


ordenado de la Tradición Rejormada ..

John A. Mackay, La Iglesia de Cristo: Su


Misión iu DIRA: e a as po

Segunda Sesión
Joh: A, Mackay, La Misión de la ¡glesia
Mbs pr
Ralph W. Lloyd, La Organización de la
sd NS
TomásJ. Ligget, El Evangelismo $ la Mi.
sióm,. de la Lolesta oa aa eUNA ES 80

B.—La Realidad Latinoamericana


1. La Realidad Religiosa
John A. Mackay, El Catolicismo Latino-
americano, ante la renovación del Catoli-
cismo Romano Contemporáneo 50

Gonzalo Castillo, El Protestantismo en Amé-


CA LARA O SN nl

2. La Realidad Educacional

José Borges Dos Santos, La Responsabilidad


de la Iglesia en la situación educacional
actual del Brasil e. ......o.....0......... e 1031008
Benjamín Briseño, La sittación de
de México r....02..0.oeo. . . pe... ........ 0... . 0. 111

Héctor Valencia, Las Escuelas y Colegios


Evangélicos en los países de América
Latina .e..07-:./ .00001%10000000..2.21.o0.2. 0. 0 )....... 114

3. La Realidad Socio-Económica

Orlando Fals Borda, La Realidad Socio-


económica de América Latina y sus re-
laciones con la Estructura Religiosa ....

Joaquín Beato, Momento socio-económico


actual de América Latina
4. La Realidad Político-ideológica

Melchior Díaz-Rubio, La Realidad Política


de la América Latina iv...
..... .o... 145

Ricardo Shaull, La Iglesia y la situación po-


lítico-ideológica de América Latina 154

1H.-CONCLUSIONES APROBADAS POR EL


CONGRESO

Grupo I, El testimonio de la 1glesia: Proclama-


ción, comunión y servicio cristiano 169

Grupo IM, La Organización y Administración de


La Llesta pa eta pla eo avd OS

Grupo Il, Los Ministerios de la Iglesia ...... 187

Grupo 1V, Aculturación de las formas de vida


y misión de la Iglesia ............ 199

Grupo V, La Congregación como comunidad


HISIORERE TOCAN rr a a da 209

Grupo VI, Las relaciones entre las EOlestas.... 217


ANTECEDENTES DEL CONGRESO

- Presentamos al lector, en el presente volumen, una par”


te de los estudios realizados por representantes del Pres-
biterianismo Latinoamericano, y de otras personas rela-
cionadas con el mismo movimiento, con motivo del Con-
greso Continental celebrado en Bogotá, en diciembre 1-8
de 1963, sobre el tema “La Naturaleza de la Iglesia y su
Misión en Latinoamérica Hoy”. Se incluyen algunos ma”
teriales preparatorios, casi la totalidad de las ponencias
presentadas al Congreso, y todas las conclusiones apro”
-—badas por éste.
Para comprender las motivaciones, el espíritu y los
- propósitos que informaron este proceso de estudio es
conveniente conocer los siguientes antecedentes:

A. Con acertada comprensión de las necesidades del


momento la CCPAL nombró (en Chile, 1962) una Co"
misión de Estrategia, presidida por el doctor Alfonso Ro”
drguez Hidalgo, con el encargo de “estudiar los objeti-
vos, la función y estrategia de la CCPAL”. A la primera
reunión de esta Comisión —celebrada en Nueva York,
Junio/62—, tuve el privilegio de asistir como invitado,
pues no había tomado todavía posesión de mi cargo. En
un espíritu de oración y humildad, los hermanos allí pre-
sentes se enfrentaron con la tarea entregada a ellos y
” 11
consistente, nada menos, en un examen de la naturaleza
y función de la CCPAL desde sus comienzos hasta el j
presenie, por un lado, y por otro, en la concepción de
una estrategia y programa para el futuro. Las conclu-
siones de esta reunión fueron: | |
1

Me Que para edi esta tarea era preciso tener


elementos de juicio” sobre el servicio prestado por la
(493

CCPAL en el pasado, según lo entienden las Iglesias. y

2. Que la CCPAL debería propiciar un proceso de


estudio, en cada una de sus iglesias afiliadas, sobre la si-
tuación en que se hallan, sus perspectivas de desarrollo, y
los puntos concretos sobre los cuales debería incidir el tra”
bajo de la CCPAL en el futuro, y

3.
Que se debería convocar a un Congreso Continen=
tal Extraordinario sobre la naturaleza y misión de la
Iglesia. A este respecto se observó que, en efecto, el ple-
no de la CCPAL en [Chile había acordado la celebración
de un Congreso similar.

Con relación a estos tres puntos el Comité Ejecutivo de


la CCPAL, que compartió plenamente desde un princi-
pio el planteamiento hecho por la Comisión de Estrate-
gia, acordó:

a) Que el presidente de la CCPAL, doctor Briseño, y


el nuevo secretario ejecutivo, realizaran una gira conti”
nental, visitando las directivas de los cuerpos eclesiásti-
cos, anunciándoles la nueva etapa que comenzaba la
CCPAL, y auscultando su sentir con relación a las acti-
vidades de muestro organismo.
b) Convocar un Congreso Continental Extraordinario
para la primera semana de Diciembre, 1963, y

12*
c) Abrir un paréntesis en las actividades ordinarias
de la CCPAL, para dedicar todo el pensamiento, esfuerzo
_ tiempo y recursos necesarios a la promoción y realización
- del proceso de estudio recomendado por la Comisión de
Estrategia.

B) La Comisión de Estrategia volvió 4 reunirse, a


principios de enero del año de 1963 en Bogotá, para tra”
zar líneas más firmes y pulir los contornos del plan de es-
tudio, que para entonces había recibido ya el apoyo en”
tusiasta de los cuerpos eclesiásticos, según lo manifestaron
sus directivas al Presidente y Secretario Ejecutivo duran”
te su gira continental. En esta reunión se hicieron las si-
guientes importantes precisaciones:
; p
y
A

y 1, Que el proceso de estudio sobre la naturaleza y mI


E . sión de la Iglesia debería comenzar con el estudio de
las Escrituras, por un lado, y de la situación latinoameri-
ana, por otro. La pregunta clave debería ser, cómo puede
cristiano individual, y las iglesias, obedecer el impere--
rátivo misionero de Cristo en la presente situación latimoa-
mericana? En consecuencia se formuló el tema central del
2 Congreso, “La Naturaleza de la Iglesia y su Misión en
| Latinoamérica Hoy”.
2., Que el proceso de estudio habría de tener como pun”
to departida y de llegada la congregación local. Su revi-
talización debería ser el propósito central y final de todo
e] proteso.
o ,
3. Que del nivel local se debería pasar al nivel nacio-
nal, realizando Institutos Nacionales en los cuales la vida
y organ ación, los programas y prioridades de la Iglesia

ME
Nacional, fuesen examinados a la luz de las necesidades de
la congregación local. AN
4. Que del nivel nacional debería pasarse al nivel con”
tinental para compartir entre las iglesias afiliadas a la
CCPAL el resultado de sus estudios, así como sus determina.
ciones para el futuro. Sobre la arena de este Congreso las
iglesias, en solidaridad cristiana, deberían lidiar los preceld
!
mas e interrogantes del día de hoy.
5. Que el enriquecimiento mutuo resultante —las con-
clusiones del Congreso Continental— debería revertir a la
congregación local para probar allí su validez y autentr
0

cidad.
Esta concepción de la tarea a realizar fue difundida am 2d
(pliamente entre las iglesias a través de cartas, boletines UN m0
presos y visitas personales. En la reunión de Enero el Co-. y
mité Organizador había marcado las etapas, escogido los.
nombres, invitado las iglesias a enviar delegados, y traza”
do las líneas generales del programa para el Congreso. En
el mes de Julio el mismo Comité se reunió por segunda
vez, en Puerto Rico, para escuchar los informes sobre la
marcha del proceso de estudio en los diferentes países, y
para repasar, precisar y definir finalmente todo lo relacio- '
nado con el Congreso Continental, incluyendo la formula- '
ción del propósito, método de trabajo, financiación, etc.

C) Con excepción del Brasil, todas las iglesias se empe-


ñaron con mayor o menor intensidad, en esta vasta tarea,
haciéndola comenzar en las iglesias locales, valiéndose pa-
ra ello de los materiales ofrecidos por la CCPAL y de otros
producidos por ellas mismas. Cada cuerpo eclesiástico nom-
bró oficialmente una comisión para organizar el Instituto

1.
a!
Nacional y tres sub-comisiones preparatorias para estudiar
el pasado y presente de la Iglesia, y tratar de visualizar su
- futuro. Los Institutos Nacionales se celebraron en el si-
guiente orden:
1% Guatemala (Mayo) Instituto Preliminar, Asesores
de la ccpar: Dr. Alfonso Rodríguez, Rev. Aris-
teu Pires (Brasil) y Rev. Castillo.

22 Venezuela(Julio) Asesores de la ccpAL: Rev. J. EN:


Litwiller (Chile) y Rev. José Luis Velazco (México)
39 México (Julio y Agosto) Tres Institutos Regiona-
les, a nivel sinódico.

49 Río de la Plata (Agosto) asesor de la CCPAL: Rev.


Castillo.

52 Chile (Septiembre) asesores de la ccpaL: Rev. Wil-


frido Artús (Uruguay) y Rev. Castillo.
62 Colombia (Septiembre) asesor de la ccrpaL: T. J. Lig-
gett, Puerto Rico.
T.
79 Puerto Rico (Septiembre) asesores de la ccpaL:
2... J. Liggett y Prof. Jorge Lara Braud (México).
g2 Cuba (Octubre) asesor de la CCPAL: doctor Juan A.
Mackay (USA).
s
Los informes de estos Institutos, enviados a las oficina
y puestos a disposi ción
de la ccpaL, fueron reproducidos
de los delegados al Congreso.

Salta a la vista que el proceso de estudio no está termi-


apenas Co-
nado. Por el contrario, a mi modo de ver, está
de
menzando, Las conclusiones alcanzadas en el Congreso
e 15

AS
A
Bogotá mo intentan ser finales. Ellas representan sólo los
primeros pensamientos responsabes, surgidos de un grupo
representativo del Presbiterianismo de América Latina, 'so-
bre los profundos asuntos planteados. El mismo Congreso
recomendó específicamente la continuación del proceso de
estudio señalando dos puntos que parecen los más urgen”
tes: las relaciones entre las iglesias, y la forma de vida y
misión de la congregación local. Algunas iglesias ya han
tomado acuerdos oficiales para dar atención especial a estos
temas durante el presente año, y se espera que el presente
volumen sea una orientación adecuada, un primer pensa-
miento, una base, para dichos estudios.

La CcPAL, por su parte, que ha concebido, patrocinado


y sostenido el proceso de estudio hasta el momento, con.
tinuará haciéndolo durante este año y ofrece su colabora-
ción decidida a las iglesias en la realización de sus propios
estudios. Sier.pre con el mismo propósito de alcanzar una
comprensión clara de la tarea misionera de la iglesia, y 12
orientación necesaria para la obediencia concreta que
Nuestro Señor reclama de todos sus discípulos, y de su
iglesia, dentro de la presente situación de América Latina.

Gonzalo Castillo Cárdenas

Secretario Ejecutivo de la
CCPAL

16*
ALGUNOS TRABABAJOS PREPARATORIOS
LA MISION PROFETICA DE LA IGLESIA |
k EVANGELICA EN AMERICA LATINA
Joaquín Beato

Tenemos la seguridad de que la Iglesia es, en Jesucristo,


heredera legítima de una misión profética para con el mun-
h do contemporáneo. Nos preocupa, pues, la necesidad de
descubrir la forma en que ella ha de desempeñar tal mi
- sión, llegada a ser urgente y vital en la coyuntura decisi-
va y revolucionaria que estamos viviendo en todo el mun-
do, especialmente en las áreas subdesarrolladas de Asia,
- Africa y América Latina.
Sabiendo, pues, que al hablar de misión profética de la
Iglesia usamos la palabra “profeta” más en términos del
Antiguo que del Nuevo Testamento, procuramos, a la luz
de lo que se conoce de la acción y de la predicación de
la gloriosa compañía de los profetas del Israel antiguo, en”
contrar algunos aspectos básicos y esenciales del testimonio
profético del nuevo pueblo de Dios.

En un importante aspecto, hay una analogía fundamen-


tal entre las circunstancias en que los profetas ejercieron
en Israel, su ministerio y las circunstancias en que la Igle-
sia tiene que ejercer el suyo, en el mundo contemporáneo.

e
El ministerio de los profetas fue ejercido en los mo-.
mentos de grandes crisis en la vida religiosa y política de
la nación. En un período de amenaza de, los Filisteos a la
sobrevivencia del pueblo de Israel, tenemos la primera re-
ferencia histórica a un grupo de profetas empeñados en
despertar el ánimo nacionalista del pueblo, para una gue”
rra santa contra el enemigo peligroso (I Sam. 10:5,6;
32-24). Los Filisteos eran tan peligrosos que su presión hi-
zo necesaria la substitución del viejo orden de la federa”
ción de tribus libres por un estado unificado por prime”
ra vez bajo un monarca. Elías ejerció su ministerio en una
crisis religiosa en la cual, en el siglo noveno A. C., la so-
brevivencia del javismo fue amenazada en el reino del nor-
te, gracias a la alianza de los oméridas con Tiro, de lo
cual resultó el matrimonio de Achab con Jezabel, acom-
pañado de tantas consecuencias funestas de orden social 3d
religioso para la nación. (1 Reyes 18-19). Pero fueron las
mayores crisis las que exigieron los más grandes profetas.
Amos y Oseas ejercieron su ministerio en el siglo octavo
A. C., en los mismos años en que se preparaba la catástro”
fe final del reino del norte.
Isaías y Miquéas ayudaron, activamente, a salvar a Ju-
dá de la tempestad asiria que erradicó el reino de Israel.
Cuando, al final del siglo séptimo y comienzo del sexto
A. C., le tocó a Judá enfrentarse con la destrucción final, -
ante el poderío de los ejércitos babilonios de Nabucodo-
nosor, allá estaban, entre otros, en Jerusalén, el grande
Jeremías y, en Babilonia, Ezequiel. En estas crisis máxi
mas de la historia del pueblo de Dios alcanzó también la
profecía su grandeza máxima. Y fue la grave crisis inter-
nacional de la caída del imperio babilonio, ante los persas
de Ciro, que sirvió de contexto histórico para la más ele-

20%
vada obra profética de «todo el Antiguo Testamento —
(Isaías 40-55).
América Latina está viviendo una época de crisis sin
precedentes. Estamos todos en una situación tensa, pre-
revolucionaria. Nos hallamos en la antevíspera o, tal vez,
en la víspera misma de transformaciones radicales en las
estructuras políticas, sociales y económicas. Hay cuestio-
nes y poblemas que están siendo propuestos cada vez más
insistentemente por grupos cada vez más decididos a con”
quistar los derechos que hasta ahora les han sido negados.
Son grupos que ya no están dispuestos a aceptar como nati-
ral y divinamente sancionado, un orden de cosas que sólo
ha producido como resnltado su insoportable y creciente
marginación. Estos grupos, hasta ahora inferiorizados por
un orden social inicuo, luchan para alcanzar su condición
humana, su integración en la comunión del cuerpo social.
Es este despertar el que amenaza destruír las estructuras
caducas. Aun siendo esta crisis consecuencia del desarro-
llo económico y correspondiendo, en el plano mundial, a
la lucha de las naciones subdesarrolladas por un lugar bajo
el sol, le compete a la Iglesia proclamar su propósito. Le
toca a la Iglesia, como lo hicieron los profetas, a la luz de
los fundamentos teológicos de su cosmovisión, de su en”
tendimiento teocéntrico de la Historia, buscar y procla-
mar el verdadero sentido de esta crisis contemporánea y.
si tal fuere la consecuencia, aceptar de buena gana y has-
ta estimular estas transformaciones, como parte necesaria,
dentro del propósito de Dios, del proceso total de reden.
ción humana total. Los profetas podían discernir en ia
crisis de su tiempo y de la historia de su pueblo la acción
de Dios, comprender su voluntad y proclamarla inequívo-
camente. Esta es también una parte imprescindible de la mi-

“21

oa
AY
y al ne E
ho.
LE

sión de la Iglesia, en el tumultuoso escenario de la situa”


- ción latinoamericana de hoy.
Otro aspecto de inmenso valor del testimonio de los
profetas para la misión de la Iglesia en el escenario con"
temporáneo de América Latina es la resistencia que opusie-
ron a una cómoda dicotomía, al divorcio conveniente en-
tre la religión, esto es, el ámbito en que son consideradas
válidas las exigencias de Dios, y las complejidades y sinuo”
sidades de la Sida económica y política. “Tal dicotomía era
bastante satisfactoria para las clases media y alta, en Israel,
en el siglo octavo A, C. De ahí su buena disposición
a pagar generosamente por el sosiego resultante (Mig.
6:6-7). Pues, a pesar de todas las injusticias que provoca-
ron el pronto juicio de Dios sobre su pueblo, fue este el
tiempo de mayor pompa en el culto, mayor brillo en el
ritual, mayor abundancia en los sacrificios y los diezmos.

Los profetas sin embargo no aceptaron reducir la reli-


gión a prácticas litúrgicas del Templo, confinadas a las
cuatro paredes del santuario; ni aceptaron que lo que pa-
saba en el Templo fuera indiferente a lo que pasaba en la
ciudad. El “estrépito de los cánticos” (Am. 5:23) no les
impedía oír y llamar la atención del pueblo al clamor de
los desgraciados y de los oprimidos. La abundancia de
carne en las despensas del Templo para los banquetes ri”
tuales no les hacía olvidar que, por todas partes, los hom:
bres arrancaban la piel y devoraban —impía y antropófa-
gamente— la carne de sus propios hermanos.

Los profetas no aceptaron que la religión se volviera un


analgésico barato para la conciencia de los hombres, o una
manera de garantizar la complicidad de Dios y su indife*
rencia al mal.
VIE

za
Por haber denunciado la opresión, la violencia, la ga”
mancia, el robo, la falta de honradez, la sensualidad, la
sed de poder, la inhumanidad, la falsedad, el soborno, y
por la forma en que condenaron todos los beneficiarios de
un sistema de vida inmoral, en que una minoría engordaba
y se enriquecía a costa de la miseria, de la esclavitud y
del hambre de la mayoría — los profetas daban testimonio,
vigorosamente, al hecho de que todos los aspectos de la vi.
da de los hombres están bajo la soberanía de Dios. Para
ellos, la religión no era un asunto, principalmente, de ex-
periencia íntima, ni una pura cuestión de ritual; era la
interpretación de la condición humana total a la luz del
propósito total de Dios.
En una América Latina dominada por una religión com-
placiente y sacerdotal, con una concepción ritualista, Casi
amoral, del pecado, satisfecha con sancionar y santificar el
- status quo, indiferente a lo que ocurre en la ciudad y más
preocupada por el ritual que por la moral—, es urgente
el testimonio profético de la Iglesia Evangélica, rechazan-
do este malentendido tan común según el cual la religión
debe restringirse a las preocupaciones sobre el otro mun"
do, y que nada tiene que ver con la tierra. Se preocupa dei
alma o del espíritu, y nada tiene que ver con el cuerpo o
con la materia. Tiene que ver exclusivamente con el
Reino de Dios, y no tiene, ni debe tener, ninguna preo”
cupación por las cosas, que, según el mismo malentendido,
quedarían fuera de este ambito.
Es urgente que el mensaje de la Iglesia Evangélica pon-
ea, valientemente, bajo la soberanía de Dios lo que ocu-
rre en los hogares y en las calles, en las plazas y avenidas,
en los mercados y en los almacenes, en las oficinas y en los
despachos, en las escuelas y en los hospitales, en los tribu”

* 3
=
nales y en las alcaldías. Le compete dar testimonio de un
Dios soberano que, en Jesucristo, juzga el ser humano to-
tal, en la totalidad de sus relaciones. Y, sobre todo, le
toca hacer penitencia por haber permitido que su acción
y predicación se amoldasen a esta dicotomía desnatura-
lizadora de lo religioso y lo secular, tal vez por falta de
conocimento, por falta de valor o falta de fe.

Otra característica sobresaliente de la religión de los


profetas, que tiene una inmensa pertinencia para la Iglesia
de cristo en la coyuntura actual, es la independencia que
manifestaban ante la estructura religiosa, política, social
y económica de la nación. Ellos tenían, en la voluntad
de Dios expresada en el Pacto del Sinaí, un punto de
referencia externo y objetivo para juzgarla. Se puede per-
cibir la importancia de ésto si recordamos que el politeís”
mo, en medio del cual florecía la religión de Israel, sostenía
para con esta estructura una relación completamente dis”
tinta. El énfasis principal del politeísmo residía en la ar-
monía natural y en la integración del ser humano en esta
4
armonía, esto es en los círculos concéntricos de una jerar- Y
K

quía ascendente. Esto hacía del politeísmo, inevitablemen"


h.
»
Ñ

tc, una religión del status quo. En consecuencia, una re.


ligión de este tipo jamás produjo una revolución en la es-
tructura social, encaminada a obtener justicia para el hom.-.
bre común. Pero su estrecha vinculación con un orden
político y social acarreó la muerte del politeísmo cuando
vino la declinación y la caída de las naciones politeístas.
Los profetas, al contrario, podían anunciar y anunciaban
la ruina del estado y la destrucción del “Templo, el cau-
tiverio del pueblo y la derrota del rey, porque, para ellos,

24 * i
la estructura religiosa, política, social y económica y aún
la propia existencia nacional, no eran absolutas, sino que
estaban siempre bajo el juicio de un Dios interesado, so-
bre todo, en la justicia y en la equidad, en el amor a Dios
y al prójimo, y en la integridad en la vida nacional e in”
dividual.

La misma catástrofe final, la ruina total de la nación, se”


ría obra dei Dios del Pacto, que tendría que permanecer
fiel a todas las promesas de la elección. El no tendría solo
que arrancar y derrumbar, destruír y arruinar, sino tam-
bién que edificar y plantar (Jer. 1:10).

Otro rasgo distintivo de la religión profética y que tie-


ne innegable pertinencia para la Iglesia en el mundo con”
temporáneo, era su indisfrazada inclinación a favor de los
humildes. “...buscad juicio, restituíd al agraviado, oíd en
derecho al huérfano, amparad a la viuda” (Is. 1:17). Son
expresiones que resumen la predicación de los profetas por
la justicia, en su tenor general. Mas esta inclinación no
era de origen humanista. Resultaba de la experiencia fun-
damental de Israel, el Exodo. Dios sacó a Israel de Egipto,
poniénidose, de este modo, al lado de un pueblo débil e
indefenso; de un pueblo esclavo y en estado de inferioridad.
Este acto de Dios, tampoco fue casual o arbitrario. Fue el
grande acto de su justicia; un acto planeado, consecuente,
irrecusable, intencional. De ahí la comprensión profética
de la justicia de Dios como su celo por el derecho y por
la vindicación de los débiles y de los indefensos, que de
nadie sino de Dios podrían esperar cosa alguna a su favor.
Era como consecuencia de esto que los profetas exigían
de Israel, a la luz del Pacto del Sinaí, que fuera una co-

* 29
ER : A
munidad fraternal igualitaria, en que la responsabilidad
co”
munitaria delante de Dios debería expresarse en una res-
ponsabilidad personal de los unos para con los otros. Esta
responsabilidad sería mayor todavía, si fuera posible, tra-
tándose de aquellos que, desheredados y sin protección, -
no podrían hacer valer su propio derecho, ni pleitear su
propia causa.

¿Se puede atribuír a la Iglesia, en el mundo, el mismo


papel que desempeñaran los profetas en Israel? Israel, res-
ponden algunos, era una teocracia. Los profetas tenían, por
tanto, un status en su estructura. Esto, evidentemente, no
corresponde a la situación de la Iglesia en el mundo, y
. mucho menos en el mundo de hoy. Ys
i
A
Pla
e

1 +

En respuesta a esta objeción, podemos recordar que los


profetas no se dirigían exclusivamente a Israel. La prueba
de ésto es la existencia, en los libros proféticos, de largas
secciones que tratan de las naciones extranjeras, cuya his-
toria se cruzara, de un modo o de otro, con la historia de
Israel.
Este es, precisamente, el contenido de los dos primeros
capítulos del libro de Amós, el más antiguo de los pro”
fetas clásicos, capítulos que tratan la responsabilidad mo-
ral de las naciones extranjeras delante de Dios, con las.
mismas palabras con que tratan de la responsabilidad de
Israel.

Conviene recordar, además, que el decir que Israel era


Una teocracia entraña una inexactitud histórica y teológica.
No tendría sentido la lucha de los profetas, si tal afirma"
ción fuera verdadera para cualquier período de la histo.

e
sd

ria de Israel, especialmente después del esrablesianea de


la monarquía.
á,

También la existencia de una escatología profética de-


muestra que Israel no llegó a cumplir el propósito de Dios,
manifestado en el Pacto, cumplimiento que era condición
sine qua non para que llegase a ser una teocracia de he.
Cho. Este propósito de Dios, en sus diferentes expresiones
(Gen. 12:30; 18:18b; 22:18; 26:4; 29:14; ls. 42:5-8, Dan.
7:13-14; 26:27), es de un universalismo lo más innegable,
incluyendo la salvación de todas las naciones en una afir-
mación inequívoca de que la elección de Israel no sigm-
- ficaba la exclusión de las demás naciones del propósito de
Dios. Al contrario, esta elección era una afirmación de la
soberanía de Dios sobre todas las naciones (Ex. 19:4.6; Am.
9:7; Is. 40-55) y tenía como finalidad el hacer abierta y
“manifiesta esta soberanía universal del Dios de Israel.
Por otra parte, es una de las afirmaciones centrales de
nuestra fé cristiana el que Dios entregó esta soberanía a
Nuestro Señor Jesucristo. Igualmente, por tanto, “la so-
beranía de Cristo no puede ser restringida a la comunidad
“de aquellos que reconocen alegremente su dominio” ¿€
igualmente también, “la Iglesia debe participar en una ac-
ción responsable y fiel en el mundo, en Su nombre”.

La misión profética de la Iglesia Evangélica en la Amé-


rica Latina debe tener, por lo tanto, cuatro aspectos fun-
- damentales: y

1. Ofrecer una: interpretación del momento histórico


revolucionario. que estamos viviendo, a la luz del propó:
sito total de Dios.

ES
2. Reclamar para la soberanía de Dios la cotalidrd de
la vida y de las relaciones humanas.
3. Proclamar la relatividad de las estructuras políticas,
sociales y económicas y la justificación teológica de su
derrocamiento cuando, en vez de servir el propósito re-
dentor de Dios, promueven o sancionan la deshumaniza”
ción del hombre y su esclavitud.

4. Servir de portavoz y de abogado a los humildes, a


los que están puestos en estado de inferioridad por un orden
social inicuo, dando, de este modo, testimonio del interés
especial de Dios para con ellos.
Es evidente que, para el ejercicio fiel de esta misión ur-
gente y vital, la Iglesia tiene que estar presente, por medio
de sus miembros, en todas las fronteras y trincheras don-
de se efectúa hoy la lucha por el futuro de la América
Latina. Tiene que dejar la seguridad de las cuatro pare-
des, la comodidad de la reunión, para exponerse a los
riesgos de la dispersión, a los peligros de la participación
en un mundo en que la ofrenda de sí mismo ha de tomar
de nuevo la forma de la crucifixión. Tiene que conocer
y sufrir en sí misma la agonía del mundo. Tiene que dar
a sus miembros el sentido del propósito de Dios, para la
forma particular que debe asumir en el mundo el testi-
monio de cada uno. Tiene que mantener su libertad fren
te a su propia estructura. Tiene que mantenerse siempe
sensible a las exigencias del carisma. Adaptable. Reforma-
ble. Siempre consciente de que, en el eterno propósito de
Dios, ella es un medio y no un fin, y que su único título
de grandeza es ser la Iglesia que Cristo salvó, la Iglesia que
Cristo envió. Consciente de que, para ser de hecho la
Iglesia, tiene que aceptar el ser de hecho la “misión”.

280”
EL SERVICIO CRISTIANO DE LA IGLESIA.

Wilfrido Artús

Hablamos con suma facilidad de servicio cristiano, pero


con esta expresión no siempre estamos indicando lo mismo
y, aún más que esto, solemos encerrar conceptos contra-
dictorios. Es importante que sepamos de dónde le viene a
la Iglesia Evangélica la fuerza motriz y la orientación ge-
neral para cumplir con el llamado “servicio cristiano”,
en otras palabras, qué es el servicio cristiano de acuerdo
al mensaje bíblico. Por otro lado, en vista de los resulta-
dos prácticos de tal servicio, debemos tener presente Cuá-
les son algunos de los desafíos que plantea hoy América
Latina a las fuerzas evangélicas y aclarar cuáles son algu”
nos tipos de servicio que entendemos que no nos correspon-
de realizar y finalmente hemos de referirnos a algunas for.
mas del servicio cristiano que creemos han de cumplirse.

1. Servicio Cristiano de acuerdo al mensaje bíblico.

Para los paganos griegos todo tipo de servicio que hu-


biesen que cumplir para el prójimo era considerado como
despreciable y propio del hombre inferior. El hombre era
digno de dominar, reinar, ser servido, pero no de servir. Có-
mo puede un hombre ser feliz, (decía Platón), si debe de

*20
servir de una manera o de otra? (citado por Flubacher.
Foi et Vie, N? 5-6, 1963). La palabra griega para servi-
cio (“diaconía) que originalmente se usaba para indicar
el “servicio de las masas”, “atender todo lo relacionado con
una comida”, se usa también en el Nuevo Testamento y,
es interesante destacarlo, también para referirse en algu-
nos casos a ese sentido original del término (ej. Jn. 12:2
Hech. 6:2).
Pero si el servicio (diaconía”) era para el griego pa-
gano incompatible con la dignidad humana, Jesucristo lo
consideró como característica fundamental de la vida de
sus discípulos; lo que hacía era simplemente seguir con
las indicaciones dadas en el Antiguo Testamento: amar y
servir al prójimo estaban íntimamente ligados al servicio
de Dios mismo. Dios ha amado y servido primero; amar
al prójimo y servirle es simplemente responder al amor
de Dios, y amar a Dios y amar al prójimo son dos cosas
inseparables en el mensaje bíblico.
El servicio cristiano a diferencia del concepto munda"
no de la filantropía surge y es alimentado por el costoso
amor de Dios tal como se revela en Jesucristo. Toda ética
cristiana del servicio debe tener allí sus raíces. La medida
del amor de Dios por los hombres se ve en el hecho de que
su hijo estuvo dispuesto a morir por ellos” (“El servicio”,
Inf. Asamblea N. Delhi, 1962).
No hay, por tanto, cristianos sin servicio (diaconía),
y servicio que no implica meramente una serie de actos,
sino que involucra una actitud de siervo en constante dis”
ponibilidad en favor del prójimo, en obediencia y fideli-
dad a Jesucristo, quien sufrió, se sacrificó y murió por
el hombre. Vivir y morir por los demás no es solamente
Y *
ps verdad en cuanto a Jesucristo, sino también para cada dis.
cípulo (Véase Mr. 10:43-45; Lc, 22:24-27; Jn. 12:24-26).
Y así como Jesucristo fue enviado a vivir en el mundo,
¿a ser siervo en el mundo y a dar su vida par el mundo, así
los discípulos, la Iglesia, son enviados como siervos en el
mundo y a sacrificarse en su servicio. (Véase Jn. 17:18
20:21). Y como Jesucristo no rehusó la compañía de na-
- die, ni ninguna necesidad humana le fue indiferente, tam"
poco lo' será para sus seguidores. Además, la iglesia, cada
“creyente, no podrá olvidar que en cada necesitado está
Nuestro Señor presente, identificado con El (Mt. 25: 31-46).
Por otro lado, queremos todavía señalar que el servicio
que cumple la iglesia o el miembro, no es algo separado
o dislocado del culto que rinde a Dios, como tampoco
es algo que está desconectado del testimonio que rinde
“a Jesucristo. El mismo Espíritu Santo es quien llama y
«da poder a su pueblo para vivir como tal, para testificar
de Jesucristo y para vivir como siervos.

2. Desafío. al Servicio Cristiano.

Toda la América Latina es hoy un campo que ofrece un


tremendo desafío y presenta urgentes necesidades de ser-
vicio para la Iglesia Evangélica. El peligro es que como el
sacerdote y el levita de la parábola, pasemos de largo fren-
te al necesitado que está junto a nuestro camino !por los
muchos apremios de nuestra vida religiosa y de nuestras
maquinarias eclesiásticas!
No podemos dar aquí un panorama completo de la si-
tuación desafiante de la América Latina; además se han
hecho no pocos estudios últimamente que permiten com-
prender, por lo menos en parte la magnitud de las ne”

*3
cesidades humanas más apremiantes. (Véase por Ej. “En-
cuentro y desafío”, conclusiones consulta Huapaní, 1961).
Pero con todo, enumeremos rápidamente algunos de les
problemas sociales y económicos que afrontan nuestros
países latinoamericanos.

a) Explosión de campesinos y obreros (especialmente


indígenas o gente de escasa cultura); b) analfabetismo (“se
estima que más de 70 millones de la población mayor de
15 años no saben leer ni escribir” p.30 del mencionado
informe) Cc) desnutrición; un alto porcentaje de nuestra
población sufre hambre o está al borde; d) mala distribu"
ción de riquezas; la tierra está en manos de unos pocos
(aunque mucho se habla de reforma agraria); hay gran-
des capitales en manos de unos pocos y grandes miserias
que afligen a millones. e) rápida urbanización (por alto
crecimiento demográfico y emigración de masas campe-
sinas), con todos los problemas que se presentan: pueblos
de miseria, desorganización de las familias, aumento de
prostitución y delincuencia, etc.. f) malestar y eferves-
cencia (en algunas partes estado de grandes tensiones y
revolucionario) pór situación política, injusticias sociales,
pérdida de confianza en sus gobernantes; g) temores, aban-
dono, superstición, etc.

En cada país, en cada región, en cada pueblo, la situación


se presenta de diversas maneras; pero es responsabilidad
de la Iglesia abrir los ojos y los oídos a las necesidades
de las gentes para luego estar presentes en identificación
y ayuda como siervos en el nombre y en el espíritu de
Aquel que vino no para ser servido sino para servir.

cd
3. Clases de servicios de los cuales no podemos
darnos por satisfechos.

Creo que conviene tener presente algunos tipos O for-


mas de servicio que por una o más razones están reñidos
con el que debe corresponder a miembros o comunida-
des cristianos.
a) No debe responder a un propósito proselitista. El
servicio cristiano, no importa su forma, responde simple.
mente al amor de Dios expresado en Cristo y que toma
expresión concreta en el hombre que nos rodea. El servicio
es, pues, fruto de la vida en Cristo. No se distribuye pan
o ropa O medicina, ni se construyen escuelas, ni casas, ni
hospitales, para que crean y para que lleguen a ser miem-
bros de nuestra Iglesia. El amor y el servicio se expresan
sin condiciones. De por sí, en la medida de la obediencia
al Señor darán testimonio de El.
b) No podemos conformarnos con paliativos. El pe-
ligro es que el servicio y la ayuda sociales sean simple-
mente malos remiendos de un viejo vestido que pide cam-
bio, renovación total. No basta dar pan al hambriento,
hay que atacar la raíz del mal que engendra a los ham"
brientos; no basta distribuír ropa al desnudo, hay que com-
- batir las injusticias que produce miserables por un lado y
que ¡produce por otro a quienes queman, despilfarran o acu.
mulan riquezas mucho más allá de sus necesidades
c) No es posible desarrollar servicio cristiano sin pla-
nes, en forma esporádica, movidos por sentimientalismos.
Como toda acción cristiana, requiere no solamente oración,
meditación, sino clara estrategia, planes a corto y a largo
plazo.

34
d) No basta dar bienes, hacer algunas obras, cumplir
con ciertos servicios. El servicio cristiano implica total
empeño, renuncia de sí mismo, sufrimiento, compartir en
amor la vida de los necesitados. El servicio cristiano no
puede confundirse con la filantropía o ayuda social de
ciertos clubes o sociedades. No hay verdadero servicio
cristiano sin renuncias, sin sacrificio, sin cruz. E
e) No hay que confundir el servicio cristiano que pue-.
den realizar nuestras Iglesias con distribución o adminis- o
tración de riquezas o ayudas que vienen de países o Igle-
sias u Organismos, pero que no comprometen a la Iglesia
local, ni la lleva a asumir una total responsabilidad. Nues-
tras comunidades o creyentes, más que agentes distribui-
dores de ayudas que provienen de otras fuentes, deben ser
“siervos” que se dan en amor, identificación con las ne.
cesidades del prójimo, sin escapar al sacrificio.

b. Algunas Formas de Servicio Cristiano.

No podemos dar aquí detalles; mejor dicho no debe-


mos dar detalles. El servicio cristiano (o “diaconía”) de-
be responder siempre a las indicaciones del Espíritu Santo,
en obediencia al Señor de la Iglesia, con las formas que
respondan adecuadamente a las necesidades humanas. En
otras palabras: en un mundo tan diverso y cambiante co”
mo es América Latina, las formas del servicio cristiano
deben tener amplia flexibilidad, a fin de que expresen en
forma concreta y adecuada el amor de Jesucristo. Debe
haber una constante edificación o preparación de la co-
munidad cristiana para que como “cuerpo” «o comuni
dad, o a través de sus instituciones u organismos, como tam-
bién a través de cada uno de sus miembros individual-

34*
mente, pueda realizarse con rapidez (muchas veces lle-
gamos tarde) y con la mayor eficacia posibles.
La forma o el modo de realizar el servicio cristiano de-
be tener muy en cuenta la necesidad local (país, región,
ciudad, pueblo, barrio) y todas las características de las
gentes, como las posibilidades presentes y futuras en re”
cursos humanos y económicos.

a) Servicio cristiano mediante instituciones. La histo-


ria de la Iglesia es rica en mostrarnos formas del servicio
mediante instituciones: hospitales, hogares, escuelas, refu.
gios, talleres, etc. En América Latina la Iglesia Evangélica
también se ha hecho presente con sus instituciones de ser-
vicio. Hoy, sin embargo la situación ha cambiado mucho,
, especialmente porque el Estado ha asumido mayores res
_ponsabilidades en la medicina, educación y asistencia so”
cial y porque cambian rápidamente las condiciones so-
"ciales y económicas. El peligro es que las instituciones
se transformen en agencias anticuadas de servicio, que no
pueden estar a la altura de las circunstancias O sean cargas
financieras insostenibles. Una vez más queremos insistir en
Ja necesidad de que estas formas de servicio deben carac-
terizarse no por patrones fijos, sino de grande flexibilidad:
deben ser organismos vivientes, transformables, sensibles
a las necesidades cambiantes.

b) Servicio cristiano de cada miembro de la Iglesia. La


Iglesia es la comunidad donde se adora, donde se toma
conciencia de la necesidad del mundo y donde se prepa”
ran los miembros para el servicio. Cada miembro del
“cuerpo de Cristo” ha recibido de Dios sus “dones” y de
acuerdo a los mismos y a las indicaciones del Espíritu
Santo, está llamado a cumplir su ministerio, su servicio,

*35
en el mundo. No se trata, pues, que algunos laicos des-
tacados están llamados, sino que todos están siendo lla- P
mados por el Señor y enviados al mundo concreto para
servir en Su nombre.
A pesar de que los cristianos evangélicos son una mino”
ría en nuestras sociedades, las oportunidades se están pre-
sentando con cada vez mayor amplitud para una decidida
actuación pública: en la política, en la educación, en la
medicina, en el servicio social, etc. Los miembros de nues”
tras Iglesias deben ser estimulados y preparados para ac-
tuar como creyentes en el servicio de nuestra sociedad
y
dar así un franco testimonio de fé. Pero repito, todos los
creyentes tienen a cada paso oportunidades de identificar.
se con las necesidades de nuestras gentes y de vivir entre
ellos en categoría de “siervos”. Si nuestros miembros en
obediencia a Jesucristo y bien preparados actúan como
siervos no solamente podrán contribuír a aliviar los males
sino a promover cambios de grande significado en las es-
tructuras mismas de nuestra sociedad latinoamericana.

c) Agencias internacionales y ecuménicas. Está aumen"


tando el número de las agencias de tales tipos que ofrece
n
ayuda para servicios sociales. América Latina es considera-
da como un campo necesitado de ayuda; y seguramente
lo es. Quisiéramos llamar la atención a la seria respon-
sabilidad que implica para las Iglesias Evangélicas estas
ayudas que llegan o pueden llegar a sus manos para ex-
presar el servicio cristiano. Estos esfuerzos no deben
dis”
minuír para nada los sacrificios que realiza nuestro
pue-
blo evangélico, ni eximirnos de las responsabilida
des. Ade-
más, debe tener muy en cuenta que más import
ante que
paliativos para los males de nuestros pueblos, es la solu-

36*
ción de raíz de los males y que deben darse los elemen-
- «Os necesarios a nuestros pueblos para que ellos mismos asu.
man total responsabilidad en la solución de sus propios
problemas.

Concluímos expresando nuestra opinión de que necesita”


- mos, como pueblo evangélico un más claro sentido de lo
que es realmente servicio cristiano “(diaconía*) de acuer-
_do al mensaje bíblico y una mayor preparación bajo la
dirección del Espíritu Santo para estar de verdad presen”
tes en el mundo latinoamericano como siervos del Siervo:
Jesucristo.

Í 15 » 37
EL DESAFIO DE LA AMERICA LATINA
A LAS IGLESIAS EVANGELICAS

Una Interpretación

Gonzalo Castillo Cárdenas

Voy a referirme a la América Latina y a lo que yo


creo que Dios está diciendo a las Iglesias Evangélicas a
través de la realidad humana de nuestro continente.
Los tiempos en que vivimos, sus angustias, su pobreza
espiritual y física, su política, su caos económico no nos
son ajenos o indiferentes a nosotros los evangélicos. Seme-
jante indiferencia es imposible a lo menos por tres ra-
zones. Primero, porque “el mundo“ (el mundo latinoame-
ricano, colombiano, brasileño, mexicano, etc.) es el mun-
do de Dios. Sobre él Dios es soberano. A este mundo (no
sólo a ciertos individuos dentro de él) Dios amó. Y lo
amó de tal manera que dio a su propio Hijo por él. Luego
este mundo no nos puede ser indiferente. Segundo, por
que a través de este mundo, Dios nos habla. Jesús criticó
a las gentes que le pidieron “una señal del cielo” esto es,
algo extramundano que mostrara claramente que ellos es”
taban viviendo, como Jesús predicaba, “en el cumplimien-
to de los tiempos”. Jesús se negó a darles señal alguna.
I'n cambio les reprendió por saber discernir “el aspecto

38 *
del cielo” más ser incapaces de “distinguir las señales de
los tiempos”. (S. Mat. 16:1-4). Según Jesús el mundo
está dando “señales” que los discípulos están llamados :a
reconocer y adistinguir. En tercer lugar, está el hecho»
de que estamos obligados a vivir dentro de “estos tiem”
_pos”. Es una ilusión el pensar de otro modo, imaginando,
por ejemplo, que podemos neutralizar completamente el
mundo, o aislarnos totalmente de él. Estos tiempos son el
contexto dentro del cual la frase que nosotros pronuncia”
mos cobra significado aunque, al decirla, nos parezca es”
tar pronunciando un discurso aparte. Haciendo abstrac-
ción de este mundo nuestro testimonio carece de sentido
y de valor. Por esta razón el profeta oraba diciendo:
“Señor, aviva tu Obra en medio de los tiempos” (Haba-
cuc 3:2. O como dice otra versión: “Señor, en medio de
años difíciles, revélate a Tí Mismo...”) No debe ser esta
también nuestra oración?

En el Nuevo Testamento hay dos palabras distintas que


se traducen al español a menudo, con una misma palabra,
“tiempo”, o “tiempos”. Una es Crónos, otra Kairós. Crónos
es el tiempo de la cronología. La sucesión de aconteci.
mientos. También se traduce a veces como “los días” o
“el siglo” (século), de donde viene la expresión “historia
secular”. La otra palabra Kairós, significa también “tiem-
po”, pero es el tiempo apropiado, oportuno, “cierto tiem-
po”. Es la oportunidad de redención, de salvación. Es una
combinación providencial de circunstancias con un propósi-
to salvador. Estos Kairós de Dios constituyen “la historia de
la salvación” la historia de los hechos poderosos, redentores
y reveladores de Dios. Esta historia de la salvación se desa-
«rrolla dentro de la otra historia, la historia secular, den-

roo
tro de “los tiempos” en general. De aquí que San Pablo
exhorte a los creyentes “a redimir el tiempo” (Kairós)
porque “los días” son malos o difíciles. Los desafía a echar
mano de la oportunidad de salvación que se ofrece “en
medio de los tiempos”.

¿Cuáles son los tiempos en América Latina? ¿Qué está


Dios diciendo a la Iglesia Evangélica a través de ellos?
¿En qué forma nos desafían y nos influyen? Me es im"
posible dar contestación cabal a esta pregunta. Sólo deseo
insinuar alvunos elementos que creo deben tomar parte
de nuestra respuesta.

Revolución y Encarnación

La primera realidad de “los tiempos” que vivimos en


América Latina esla revolución o cambio brus-
co. Este hecho no escapa a nadie. Las instituciones que re.
presentaron nuestros pueblos están en quiebra y no satis-
facen. Esto es cierto lo mismo de las instituciones políticas,
que se muestran cada vez más inestables y que tiemblan
a cada momento, como de las instituciones religiosas que
ya no tienen la ascendencia sobre el pueblo que tenían
antes, y que no constituyen fuente de autoridad para las
gentes. Las estructuras sociales que proporcionaron en el
pasado cierta medida de seguridad a las gentes se están
desplomando con estrépito. En el campo rural los cam.
pesinos se hallan inseguros e insatisfechos. Sienten que
tienen derecho a algo mejor. El doctor Orlando Fais
Borda, en su libro sobre los campesinos de Los Andes
Colombianos, dice que el cambio operado en estas gen”
tes se puede resumir en dos preguntas. Hace algunos años,
cuando un líder proponía algún programa de acción, los
4)”
campesinos contestaban con displicencia, “para qué”» Es-
taban convencidos que nada podía cambiar, que se halla”
ban dentro de una estructura social fija, inflexible, que
era producto, talvez de la voluntad de Dios. Hoy, dice el
doctor Fals, cuando un líder presenta un plan de acción
a un campesino éste responde: “¿Qué me corresponde ha-
cer a mí?”. Se han convencido que sí se puede hacer algo.
Que las cosas no sólo pueden cambiar sino que tienen que
—cambiar, que están destinadas a cambiar. Hay crecientes
expectativas y ésto representa un tremendo cambio.

Los esfuerzos de industrialización rápida no están ayu-


dando, de inmediato, a resolver el problema social. Por
el contrario lo agravan. Las gentes fluyen a las "ciudades
en busca de un trabajo asalariado, dejando detrás a sus
familiares, el pueblo o la vereda, donde todos se cono-
cían, y hasta se ayudaban, sufriendo en compañerismo
solidario su miseria, para encontrarse de pronto dentro de
una multitud donde nadie se conoce, ni se ayuda, ni se
saluda. Las comunidades maturales (familia, vecindario,
aldea) desaparecen, y en la ciudad el hombre se siente
solo, desprendido, frustrado, irresponsable, con todos los
traumas sicológicos y espirituales que ésto produce. Los
que no encuentran trabajo, que son muchos, viven en la
desesperación.

Nuevas comunidades han surgido súbitamente, que hace


algunas décadas no existían o, por lo menos, no represen.
taban una fuerza efectiva en la sociedad. La comunidad
estudiantil, por ejemplo, y los sindicatos y agrupaciones
obreras de diversa índole. Al surgir de repente han venido
a ocupar un lugar central en la vida pública y a represen”
tar una fuerza en algunos casos decisiva. Nuevos medios

* 41
de poder sobre las masas, tales como: la prensa y la radios.
que carecían de poder hace treinta años son hoy casi omní-
modos.
Todos estos rasgos indican el temor de “los tiempos”
en que vivimos en América Latina, tiempos de revolución,
de cambio brusco y aún violento.

En estas circunstancias la Iglesia Evangélica se ve con”


frontada por insidiosas tentaciones. Una es el aislamiento.
Se siente tentada a huír, a escapar, a recogerse dentro de
sí misma, protegiéndose dentro de su costra religiosa, a
predicar la separación del mundo. Varias veces en su lar-
ga historia la Iglesia ha caído en esta tentación, siempre
con resultados fatales. En tales períodos su testimonio no
se ha escuchado. Su efectividad se ha paralizado. Su poder
se ha neutralizado. Su luz se ha puesto debajo del almud,
no sobre el candelero. La levadura del Evangelio se ha
corrompido en vez de leudar toda la masa. La sal de la
Iglesia se ha petrificado y hasta se ha usado para lapidar
a las gentes en vez de ser elemento para sazonar y pre-
servar la sociedad. En otras palabras, cuando la Iglesia
ha pretendido escapar del mundo, ella misma, irónicamen.
te, se ha convertido en “mundo”, dejando de ser Iglesia.
Otra tentación que asedia a la Iglesia es la de predicar
la restauración. Esto es, el intento de ofrecer como solu-
ción a los problemas de hoy el regreso a una situación pa-
sada. Muchos de mtuestros hermanos católico-tromanos
caían en esta tentación. Ellos miraban hacia la Edad Me.
dia, cuando debido a ciertas circunstancias sociales y po-
líticas, la Iglesia gozó de absoluto predominio sobre
la
sociedad, como el ideal perdido al cual era preciso
re”
tornar. El Protestantismo, el Renacimiento, la Revolución

q2*
industrial y social, que marcaron el inicio de la edad mo-
derna, eran considerados como los monstruos que des-
truyeron el ideal querido por Dios. Afortunadamente,
cada día más la Iglesia Católico-romana está reconocien”
do que este es un error fatal que la compromete en una
lucha estéril por desandar el tiempo. En el mismo error
han caído, aquí y allá todas las ramas cristianas. Las Igle-
sias protestantes también han intentado idealizar ciertos
- períodos de la historia de la Iglesia. Tengo la impresión
de que muchos protestantes norteamericanos tienen la
tendencia de mirar hacia la América de los siglos XVII
y XIX y como el “ideal”. Se cree que en aquellos tiem-
pos el pueblo norteamericano fue realmente cristiano, te-
meroso de Dios, moral, obediente, etc. Los que así piensan,
aunque equivocados, tienen cierta razón para imaginar
que una restauración del pasado podría servir. Pero, nos”
“otros? En América Latina no tenemos por qué acariciar
el pasado, o temer el cambio, o huír de las transformacio-
nes, aún si ellas son bruscas, porque no tenemos ningún
período que podamos considerar, aún en el más ilusorio
de los sueños, ideal. Además, debemos recordar que el
Evangelio no es parte de ninguna época ni deriva su po-
der de ninguna combinación de circunstancias. Su mensa- |
je es para todas las épocas y para todas las circunstancias.
El reto y condición de la Iglesia no es por tanto la res
tauración sino la renovación.
Una tercera tentación que asedia a la Iglesia en estos
tiempos revolucionarios 'es la de llegar a convencerse que
ión
la revolución misma es el ideal perseguido. Es la tentac
a identificar, implícita o explícitamen te, el Evange lio y la
un determinado programa revolucionario, el
Iglesia con
cual se mira como indispensable para el establecimiento del
* 43
Reino de Dios sobre la tierra. Al caer en esta tentación,
tanto tel Evangelio como la Iglesia se desnaturalizan. Se
pierde la dimensión de la trascendencia. Tengo la im.
presión de que algunos hermanos en Cuba cayeron en este
error y hoy $e hallan arrepentidos.
La Iglesia, pues, tiene que marchar con la revolución,
no huír de ella, no escapar. Ni tampoco, predicar la res”
tauración, o hacerse abanderada del status quo. Pero tam.
poco corresponde a la Iglesia negar su propia naturaleza,
su mensaje, que es divino, identificándose cabalmente con
un programa humano de transformación.

El Evangelio juzga y ofrece redención a la derecha y


a la izquierda. Para dar testimonio de este Evangelio la Igle_.
sia tiene que marchar “en medio de los tiempos”.

Nacionalismo y Aculturación

Otra realidad de los tiempos que vivimos en América


Latina es $u creciente nacionalismo. Este fenómeno puede
tener acentos de exageración, de egoísmo colectivo,
de fal-
ta de simpatía y de sensibilidad por las necesidades y le-
gítimos derechos de otros pueblos. Con estas dimensi
ones
y matices el nacionalismo es ciertamente una aberrac
ión.
Explicable, sin duda, por la experiencia política del
mun-
do en los últimos siglos, mas por ello no menos impugna.
ble. Sin embargo, hay un tipo de nacionalismo sano, que
la situación latinoamericana está creando y que
€s indis-
pensable para su desarrollo y su progreso.

Los ideales de justicia, de paz, de igualdad,


no pueden
ser meramente ideales universales y abstractos motivos
de
predicación y alabanza. Tienen que aplicarse a cada si-

44 *
7

tuación concreta. El deseo de que esos ideales se concre-


ticen en mi país, y la dedicación apasionada a la protección
de ese derecho es una tarea auténticamente nacionalista y
de gran necesidad. Es uno de los fenómenos más trascen”
dentales que estamos contemplando en América Latina.

“Por medio de este fenómeno nacionalista Dios habla a


la Iglesia. Es preciso distinguir lo que está diciendo. Yo
creo que nos está llamando a dejar en libertad al Evangelio
“para producir sus propios frutos en cada comunidad huma”
na, dentro del marco de su propia cultura. El Evangelio
es universal precisamente porque es individual y local. Por-
que es capaz de echar raíces y tomar características pre-
pias en cada cultura y en cada nación. Y no solo debe de-
cirse que el Evangelio es capaz de plasmarse en cada cul-
tura, sino que —hoy lo estamos viendo con mayor clati”
dad— dicho proceso de “aculturación” es condición indis”
pensable para que el Evangelio llegue a ser real y perma-
nente en cada lugar y en cada conjunto de circunstancias.
Bien sabemos que el Evangelio tiene que plasmarse en
cada persona para que llegue a ser “el poder de
Dios para salvación” en esa persona. Sabemos que
la semilla del Evangelio tiene que calar en la mente, en
los sentimientos, en la carne misma de cada persona, co-
mo en el suelo fértil, para que pueda germinar y produ-
cir los frutos del Espíritu, y multiplicar su poder de dise-
minación, esto es, cumplir su misión. Bien comprendía
ésto el Apóstol Pablo cuando interpretaba su tarea con res”
pecto a los Gálatas, gentes de otra cultura y tradición, en
términos de “sufrir dolores de parto” hasta que Cristo
“fuese formado” en ellos. (Gal. 4:16). El que Cristo “sea
formado” en cada persona implica la cristianización de sus
costumbres, de su mentalidad, de sus modalidades de

*k 45
AA

vida, esto es, de su cultura. Pero la cristianización de una


cultura no equivale a su aniquilación. Mucho menos a su
«substitución por otra serie de modalidades que han dado
expresión al cristianismo en otras partes del mundo. Una
cultura cristianizada continúa siendo esa cultura, con notas
que le son propias y que enriquecen la comprensión del
Evangelio alcanzada en otras naciones y culturas. La Igle”
sia, y el Evangelio, se universalizan, su comprensión y
significado se completa, a medida que se encarnan en una
persona más, y en una cultura más. En este sentido la Igle.
sia se halla en proceso de formación, en trance de comple-
tarse a sí misma por medio del cumplimiento de su misión
en el mundo. La Iglesia Cristiana, en frase de un eminente
r
teólogo, es “la iglesia inconclusa”
La Iglesia Evangélica en América Latina tiene que en”
trar decididamente en esta etapa de aculturación. En nues-
tros países todavía, preciso es reconocerlo, el ser protes”
tante no es muy distinto del ser extranjero. El Evangelio
se nos ha dado demasiado envuelto en ropajes que no son -
. huestros y que tampoco son parte del Evangelio. Esto no
- es culpa de los misioneros extranjeros. Ellos nos trajeron
su experiencia del Evangelio, tal como éste había penetra-
do su mentalidad, sus modalidades de vivir, esto es, con.
forme se había plasmado en su cultura y en su país. No
pudo haber sido de otra manera. Pero lo importante no
es el ropaje foráneo, sino el Evangelio mismo, el cual nos
lo dieron a conocer los misioneros, y por lo cual estare-
mos eternamente agradecidos. Pero ahora es preciso que.
el Evangelio se plasme en nuestras vidas de hombres y
mujeres latinos, mestizos e indígenas y que se exprese de
acuerdo con nuestra mentalidad, sentimientos y modaíi"
dades. Que se haga autóctono. Creo que este es el desa-

46*
fío y la condición para la efectividad y permanencia de
la Iglesia Evangélica en nuestros países.

“Muchas veces se ha: dicho que el protestantismo solo


es posible en culturas anglosajonas, y que el catolicismo ]
- TOMAano pertenece a las culturas latinas e ibéricas. Recuer”-
_do una entrevista con un ex-presidente de Colombia du-
rante la cual el eminente hombre público -expresó esta
extraña convicción. Pero, no hemos sido nosotros culpa-
bles de alimentar esta idea, que niega la universalidad del
Evangelio? No es cierto que nosotros tendemos a acep”
tar, y aún a defender con ardor, sin discriminación, for-
mas y modalidades por medio de las cuales se dio expre”
sión social >:organizacional a las demandas del Evangelio
en otros países y culturas, sin tener en cuenta que dichas
formas aparecieron precisamente después de un proceso de
“aculturación” del Evangelio a esa cultura determinada?
No es ésto cierto con referencia a la organización de la
Iglesia, a la adoración, a las modalidades de vida y misión,
etc.» Hoy es preciso que la Iglesia Evangélica se dedique
conscientemente a un proceso de limpieza de todo aque.
llo que pueda sofocar el crecimiento libre de la tierna
planta de su propia personalidad cristiana, y a la vez a
un trabajo de riego, de abono y de cultivo, de todo re
nuevo, de toda señal de vida cristiana autóctona. Esto
será en sí mismo signo y portento de que el Evangglio ha
“prendido” definitivamente en nuestros países,

Divisionismo y Unidad 49% y


1

Otra realidad de la situación que vivimos en América


Latina es la división o el divisionismo. Nuestros pueblos,
hasta el presente, parecen revelar una congénita incapaci-

* 47
y Z A A O

dad para la cohesión, para la unidad y aún parala coope-


ración. En mi país, por ejemplo, el caso es patético.

En pocos países se han hecho los esfuerzos que se han


realizado en Colombia para mantener “la unidad nacional”.
La Iglesia Católica Colombiana ha hecho suyo este ideal,
demandando en repetidas ocasiones la protección y el sos-
tenimiento del Estado aduciendo como razón la de que
esa Iglesia presta al país el servicio de mantener la unidad
“nacional. Ante las aras de este ideal, casi convertido en
ídolo, se han sacrificado los legítimos derechos de mino-
rías importantes, incluyendo en varios períodos los dere-
chos de los cristianos evangélicos. Y sin embargo, podre“
mos pensar en otro país más dividido que el colombiano?
Falta un profundo sentimiento de nación, de país, de co-
munidad. No es esto señal y ejemplo de lo que pasa en toda
la América Latina?

Dentro de este contexto de fuerzas centrífugas que ame-


nazan con hacer imposible la vida en comunidad, el reto
a la Iglesia Evangélica se presenta como el llamado a cons-
tituír dentro de nuestros países un elemento de unidad y
de reconciliación en nombre del amor que Cristo vino a
traer al mundo.

- No estoy diciendo que las divisiones latinoamericanas


sean la razón por la cual las Iglesias Evangélicas deban
buscar su unificación. La razón para' esta unidad se halla
en la naturaleza del Evangelio, de la Iglesia, y de su misión:
Hay un cuerpo y un Espíritu, tal como fuísteis llamados
a la sola esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fé,
un bautismo; un Dios y Padre de todos nosotros, que es
sobre todos, por todos, y está en todos”. (Ef. 4:4-5). Estas.
son las profundas razones que ofrece el Apóstol San Pablo

48 *
- cuando exhorta a sus hijos espirituales a “andar como es
digno de la vocación” con que han sido llamados. Son en
realidad las únicas razones que tienen el poder suficiente
para acercar más y más a las diversas ramas cristianas. El
divisionismo, y la rivalidad, entre varias ramas que se lla.
man evangélicas es siempre, en cualquier latitud, un es”
cándalo. En América Latina el panorama que presentan las
iglesias y misiones evangélicas es, en este respecto, desalen-
-tador y caótico. Casi no hay nombre o título que se haya
dado a algún grupo de cristianos disidentes, durante toda
la historia del cristianismo, que no se halle representado en
_nuestros países. En Bolivia, con poco más de treinta mil
protestantes hay cerca de cuarenta grupos distintos. En
Colombia, en donde la comunidad protestante es una pe-
queña y a veces perseguida minoría que no alcanza el dos
por ciento de la población, se cuentan más de veinte : gru-
pos distintos. Lo mismo en Brasil y en los demás países de
América Latina. La existencia desvinculada de tantos “gru”
pos evangélicos” distintos, los cuales muchas veces se
ignoran mutuamente, no sería en sí misma motivo de gra.
ve preocupación si no fuera porque en muchos casos tales
_ grupos evangélicos se hallan consciente o inconscientemen-
te abierta o veladamente, empeñados en mutua competen.
cia y rivalidad. Algunos de ellos parece que limítasen en”
_teramente su obra a tratar de atraer hacia sus propios redi-
les aquellas personas que ya han aceptado el Evangelio
en otra denominación evangélica. Aparte esta actividad
escandalosa existe también, aún entre aquellas denomina”
ciones que no muestran un espíritu de competencia o ri.
validad, una lamentable falta de coordinación y coopera-
ción que da por resultado un malgaste tremendo de re.
cursos con grave pérdida para la efectividad misionera de

*.49
la comunidad evangélica total. Y contra el trasfondo secu”
lar divisionista y caudillista en que vivimos, el “divisionis”
mo evangélico” se hace todavía más escandaloso. Esta es
una de las razones principales que llevan a las personas
más conscientes de los problemas latinoamericanos, aunque
ellas mismas no practiquen ninguna religión, a la covic”
ción de que las iglesias protestantes no tienen una contri-
bución positiva que hacer para la solución de la necesidad
más urgente de América Latina, desde el punto de vista
social, político y económico, esto es, la cohesión y unidad
de estos pueblos 7

Jesús dijo: “Si el Hijo del Hombre fuere levantado de


la tierra a todos atraeré a mí mismo”. La cuestión es la si.-
guiente: Pueden los hombres, atraídos a Cristo gracias a
su Obra expiatoria, vivir en armonía? El poder reconcilia”
dor de Cristo ha sido el tema constante de la predicación
evangélica. El reto es el siguiente: Pueden las Iglesias
Evangélicas de América Latina dar expresión en la prác"
tica a lo que predican con los labios desde los púlpitos,
sobre el poder reconciliador de Cristo? Es preciso, por lo
tanto, que las grandes preocupaciones que han dado origen
al movimiento ecuménico mundial penetren profundamente
en América Latina. Una de ellas, la de que los cristianos
deben expresar, en forma visible la unidad que ya tienen
en Cristo, de tal manera que se manifieste la realidad de
que “hay un solo cuerpo así como hay un solo Espíritu...”
Otra, la de que la unidad de la Iglesia es parte de su esen-
cia y por tanto está ligada íntimamente a su misión: “Que
todos sean uno para que el mundo crea”... En la medida
en que estas preocupaciones penetren y cobren todo su
sentido de urgencia, podrá la Iglesia Evangélica enfrentar
el reto del divisionismo latinoamericano.

s0*
- Dicho todo lo anterior en preciso notar, con acción de
gracias, que las iglesias protestantes adultas (las más anti-
- guas) ya están tomando conciencia y comenzando a res.
| ponder al reto planteado por la situación latinoamericana,
en lo que tiene que ver con la situación revolucionaria, con
la necesidad de aculturación y con la unidad evangélica.
Dentro de todas las iglesias y denominaciones se están pro”
- duciendo análisis y estudios muy realistas de la situación.
Algunos pasos se están comenzando a dar. La cuestión es
si los cristianos en su conjunto, y en particular los líderes
de las iglesias estarán dispuestos a darle a esta problemá-
tica la prioridad que ella exige, y más aun, si estarán dis”
puestos a hacer los ajustes y sacrificios, los cambios y reo.
rientaciones, con la rapidez, la firmeza y el valor que la
situación demanda.

dl
0

MESAS REDONDAS
A—FOROS SOBRE LA NATURALEZA Y
MISION DE LA IGLESIA

PRIMERA SEsIoON

DIVERSIDAD DE MINISTERIOS

Tomás J. Liggett

Acabamos de contemplar la misión de la Iglesia en tres


de sus facetas de mayor importancia, comunión, servicio
y proclamación del Evangelio. Ahora debemos prestar es”
pecial atención al servicio —diaconía— de la Iglesia. ¿Qué
entendemos por ministerio o servicio? ¿Qué es un ministe-
rio O servicio? ¿Qué es un ministro? ¿Cuántas clases de
ministerios hay o cuántas formas tiene el ministerio? ¿Qué
es un laico y en qué sentido puede un laico ser un mi-
nistro?

Primeramente, debemos comenzar con una categórica


declaración en el sentido de que el ministerio es algo dado
a toda la Iglesia. No es, en su sentido más amplio, algo da-
do a individuos aislados de la Iglesia, sino como partes o
miembros de la Iglesia. No es una dimensión nueva de
la vida cristiana que es dada posteriormente a la admisión
a la Iglesia. Ni tampoco es algo dado a algunos sí y a

suda1)
otros nó. Todos los cristianos han sido llamados, han re-
cibido la KLESIS, son los EKKLETOI y forman la
EKKLESIA. No hay cristiano que no tenga un llama-
miento. La Iglesia toda es llamada a su misión y como
parte de esta misión, a servir.

Por lo tanto, todo cristiano es un diácono en el grado


que es un cristiano. El Nuevo Testamento nos dice cla-
ramente que Jesucristo es el Hijo de Dios y que toda po-
testad en los cielos y la tierra le fue dada; pero también
nos dice que se manifestó en el mundo como siervo: “El
cual siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser
igual a Dios; sin embargo, se anonadó a sí mismo, toman.
do forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y
hallado en la condición como hombre, se humilló a sí
mismo, hecho obediente hasta la muerte y muerte. de
cruz”. Orientó su vida hacia las necesidades de otros, no
habiendo venido para ser servido, sino para servir. El
Reino de Dios que proclamó sería un orden de cosas ra-
dicalmente distinto al que regía en el mundo de los gen.
tiles. En éste, los grandes se enseñoreaban sobre los de-
más, pero en aquel, el que quisiera será grande, debe ser
un servidor. Y la primacía en el Reino correspondería a
aquel que fuera el siervo —esclavo— de todos. Puede afir-
marse, pues, que ser cristiano es ser “diácono” o mi-
mistro.

Pero frente a esta interpretación, tenemos que colocar


nuestra situación actual, una Iglesia en la cual hay un
grupo de personas a las cuales llamamos “ministros” y otro
grupo “laicos”. Aún entre los ministros, en general, pre-
valece un solo concepto de ministerio, el pastorado. Para
este ministerio —o para ser pastor o presbítero— casi todas

503
x

las Iglesias Evangélicas presuponen un “llamamiento” es-


pecial y en muchas iglesias la ordenación es concedida so-
lamente después de haber el candidato dado evidencias
satisfactorias de su vocación. La función sacerdotal de ad-
ministrar los sacramentos suele estar exclusivamente en
manos de esta Clase de ministerio —tal como lo hemos
visto resumido arriba— ha perdido gran parte de su sig-
-nificado para la mayoría de los cristianos contemporáneos.
Ante estas dos situaciones tan diferentes, volvamos al Nue.
vo Testamento para buscar alguna luz.

I. En el Nuevo Testamento, no existe un concepto de


“laico” como distinto del “clero”, tal como lo conocemos
hoy día. La palabra “láos” significa sencillamente. el pue-
blo. La Iglesia es el “laós” de Dios, escogido para cumplir
una misión. Las funciones sacerdotales —tales como acceso
directo a Dios, intercesión por los demás, etc.— son fun”
ciones del “laós” y todo cristiano es sacerdote en virtud
de ser parte del pueblo de Dios que en su conjunto es un
Real sacerdocio. De manera que cualquier diferencia que
debe o puede haber entre los cristianos, NO: es una dife-
rencia sacerdotal.

ll. En el Nuevo Testamento, se nos habla de un minis.


terio carismático y de otro ministerio que es por medio de
la Iglesia. En aquél, Dios otorga un ministerio directa-
mente por el Espíritu Santo, mientras en éste, es la Iglesia,
usando su mejor criterio, que designa el ministerio. Aquél
es escogido por Dios directamente y éste por medio de ¡a
Iglesia. Aquel actúa por autoridad de su propia experien”
cia y éste por la de la Iglesia. Aquél es un ministerio por
pura gracia de Dios y es carismático, la Iglesia ni lo da
ni lo puede quitar. La Iglesia no ordena a un profeta. So”

El
lamente la Iglesia podrá observar los frutos del profeta
- y luego juzgar si es profeta verdadero o un profeta falso.
En esta categoría se encuentran los profetas, los maestros,
los que hablan lenguas y practican la sanidad por fe. En
el otro ministerio, o sea, los presbíteros y los diáconos, es
la Iglesia la que los escoge, y luego los ordena. No se le
pregunta al candidato si Dios le ha llamado a ser presbí-
tero o diácono. Creo que la Iglesia primitiva nos muestra
claramente separadas o distinguidas estas dos clases de mi.
nisterios especiales. Pero nosotros las hemos unido y el
resultado ha sido de gran confusión para muchos y como
consecuencia el “reclutamiento” de hombres para mini:s-
terios especiales ha sido esporádico o inexistente.

III. La diversidad de ministerios es un hecho en el


Nuevo Testamento. En el caso de los ministerios cCaris”
- máticos, la base de diversidad está en los dones otorgad
os
por el Espíritu Santo. No se supone que las listas de estos
dones y sus respectivos ministerios sea completa, sino
ilus-
trativa. Pero Pablo es claro en afirmar que toda esta gran
diversidad de ministerios tiene un solo origen —el Espíritu
Santo, el Dios que obra todas las cosas en todos. Un
dón
(dado por gracia) constituye la base y la obligación
de
un ministerio y todo dón es una nueva capacidad
de ser-
vir. Puesto que los diversos dones tienen el mismo
origen
y forman parte del ministerio único de la Iglesia,
no debe
haber una jerarquia de valores, de dones o
de ministerios.
Ningún ministro de una clase puede declarar
que él es
indispensable para la Iglesia y Que otro es supérfluo
y que
no lo necesita. El ministerio —diaconja— es del
ser de la
Iglesia y todas las formas del ministerio tienen
su justa
importancia y su propia función. Ninguno en
particular
es indispensable —en este sentido una Iglesia puede ser
1
Iglesia sin cualquiera de estos ministerios especiales pe-
ro todos individualmente son del bienestar de la Iglesia y
en su conjunto del ser de la Iglesia. Los diversos ministerios
son interdependientes y todos dependen del Espíritu Santo.
De manera que ninguno tiene autonomía o independen”
cia. Nadie tiene base alguna para arrogarse derechos y
privilegios, sino en espíritu de humildad aceptar el dón
de origen divino —dado inmerecidamente por gracia— y
servir a Dios y al hombre.

IV. La otra base sugerida en el Nuevo Testamento para


la diversidad de ministerios, son las necesidades de la Iglesía
y del mundo. El Juicio Final se hace, según la Parábola
en Mateo 25, según la respuesta de los hombres a las di.
versas necesiades del mundo. La visita corresponde al en-
carcelado, el pan al hambriento, y la ropa al desnudo. El
servir a las mesas, en los Hechos, se designa según la
mecesidad de guardar la justicia y la estrecha unidad de la
Iglesia. Estos ministerios no requieren dón ni llamamiento,
sino responden a la sensibilidad de la conciencia del eris-
tiano y el criterio de la Iglesia en la designación de tareas.
Pero el que reparte pan no es menos “ministro” que el
_ profeta. Algunas tareas, tales como la interpretación de la
Escritura y la enseñanza y predicación, roque espe-
cialmente en nuestros días. una buena preparación. Pero
el graduado de seminario no es más ministro que el que
reparte pan o viste enfermos.

De manera que hoy somos llamados a recuperar para


toda la Iglesia su diaconía, restaurar a cada vocación y a
cada dón, un carácter ministerial, eliminar el abismo sa-
cerdotal operante entre el clero y laicos, y recobrar para
toda la Iglesia su auténtico sacerdocio real y universal,

59
EL LUGAR DEL MINISTERIO “ORDENADO”
EN LA TRADICION REFORMADA

Ralph Waldo Lloyd

“El lugar del ministerio ordenado en la tradición refor-


mada” es un tema apropiado para esta Conferencia de Es
tudio. Casi todos los presentes pertenecemos a iglesias de
la Tradición Reformada. Y ahora hablo como presidente
de la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas, mejor co-
nocida en este hemisferio como la Alianza Mundial Pres-
biteriana. Es la más antigua de las asociaciones mundiales
de iglesia, remontándose 88 años atrás. Sus miembros
profesan la doctrina reformada y el gobierno presbiteria-
no, bajo diferentes nombres: algunas se llaman Presbite-
rianas, otras Reformadas, otras Unidas, algunas llevan otros
nombres. La Alianza tiene 91 iglesias miembros en sesenta
y tres países, con cincuenta millones de adherentes.

De estas 91 iglesias miembros, 20 están en las Américas,


10 de ellas en América Latina. Siendo que todas pertene-
cen a la Tradición Reformada es importante para noso-
tros comprender “el lugar del ministerio ordenado en la
Tradición Reformada”.
En estos pocos minutos destacaré
solamente algunos hechos básicos sobre este extenso tema.

60 *
1. El Ministerio Ordenado es Indispensable a la Iglesia

En algunas partes del mundo, y con certeza en la parte


donde yo vivo, se han presentado desde hace algún tiem-
po influencias que tienden a debilitar la convicción de que
la misión de la Iglesia en el día de hoy exige realmente
un ministerio especial de la Palabra y los Sacramentos.
Un maestro de educación teológica en los Estados Unidos,
en un libro reciente, estudia la función del ministro a tra-
vés de los siglos, y concluye diciendo que su función
principal en el día de hoy es más que todo pastoral y di-
rectiva, antes que como ministro de la Palabra y de los Sa-
cramentos. Esto puede tener su origen, en parte en el debili-
tamiento general de la convicción sobre la autoridad de las
Escrituras y del Evangelio, causado por el racionalismo
del siglo XVILL, la crítica histórica del siglo XIX y el
secularismo del siglo XX. Tal vez el nuevo acento coloca-
do sobre el ministerio de los laicos, un hincapié necesario,
tiende también a reducir, sin intentarlo, la importancia del
ministro ordenado en la vida y misión de la Iglesia.
Bajo la influencia de Juan Calvino, las iglesias reforma-
das han “ordenado” tradicionalmente a personas para 4
oficios ministeriales: a) Pastor, b) Maestro (Doctor), Cc)
Anciano, d) Diácono. Los primeros dos oficios, Pastor y
Maestro, son ordenados como ministros y hoy, en TA
yoría de las iglesias estos oficios no se hallan separados.
Los Maestros (Doctores) en el sentido en que estamos
usando el término, son ministros ordenados que se dedi-
can a la preparación de candidatos al ministerio. Calvino
escribió: “Sin Pastores ni Doctores, faltaría la dirección en
la Iglesia”.

"61
Cristo da dones a la Iglesia y a hombres y mujeres en
la Iglesia, a fin de que Su ministerio continúe a través de
la Iglesia. Hay diversidad de dones y ministerios. Pero el
ministerio de la Palabra y los Sacramentos es un don es-
pecial, concedido por el Espíritu Santo, sim el cual la
Iglesia, tal como la conocemos, no sería la Iglesia.

Il. La “Ordenación” Reformada tiene Valor para la


Iglesia Universal,

Por “Iglesia Universal” quiero decir la Iglesia de Cristo, -


la Santa Iglesia Católica, la Santa Iglesia Católica y Apostó-
lica, según el nombre que se prefiera usar. El vocablo “ca-
tólica” no ¡pertenece solo a la Iglesia Romana, significa
universal y pertenece a todos nosotros.

La posición Reformada ha sido siempre que cada una de


sus iglesias debidamente organizadas, tales como la Iglesia
Presbiteriana de Colombia o la Iglesia Reformada de Fran-
cia, es parte de la Santa Iglesia Católica; también lo son
las iglesias de otras tradiciones.

Por lo tanto, cuando un ministro es ordenado en cual.


quier parte de la Iglesia Universal, como la Iglesia Pres”
biteriana de México, o en la Iglesia de Escocia, bajo la
autoridad de la Iglesia total, y para su servicio, esta orde-
ración tiene validez para todas las partes de la Iglesia
Universal.

Es preciso que toda Iglesia es.rablezca normas de orden


teológico, y educacional para sus ministros. Cada Iglesia
se reserva también la decisión administrativa y discipli"
naria para recibir ministros de otras confesiones. Pero el
principio general seguido por la Iglesia Presbiteriana
y

Pie

AE
Reformada es que la ordenación de otras iglesias (Refor-
madas, Luteranas, Anglicanas) es plenamente reconocida
y aceptada. En forma similar las Iglesias Presbiterianas y
- Reformadas creen que sus ministros deben considerarse or*
denados también en la Santa Iglesia Universal. '

Por esta razón nuestras iglesias pueden invitar miembros


de todas las iglesias (protestantes, católicas y ortodoxas)
a la Mesa del Señor; y nosotros podemos aceptar la invi-
tación de eilas, si se nos extiende. Por esta misma razón
las Iglesias Presbiterianas y Reformadas participan gene”
ralmente en empresas de cooperación y se muestran dis”
puestas a considerar la posible unión con otras iglesias.
Por otro lado nuestra convicción sobre la ordenación es
la causa de que las Iglesias Presbiterianas no se unan fá-
cilmente con iglesias que no reconocen la capacidad de
nuestros ministros para administrar los Sacramentos a me”
nos que reciban alguna forma de ordenación nueva O Su.
plementaria. El asunto del ministerio ordenado ha cobrado
prominencia y entrado en debate cón motivo del movi-
miento contemporáneo de cooperación y unión entre las
iglesias.

Esta “ordenación” realizada en y para la Iglesia Univer”


in-
sal es de carácter permanente. Puede ser que se dé el caso
dividual de un pastor presbiteriano que crea conveniente.
aceptar la re-ordenación. Pero según la doctrina refor”
mada ello no es necesario, ni está en orden. Precisamente
el mayor obstáculo para la unión de las Iglesias en el Nor”
te de la India en estos días es “el plan de unificación de
los ministerios”, interpretado por los anglicanos como Ez

ordenación” de todos los ministros no-anglicanos.

2563
El rito de ordenación corresponde según la tradición re-
formada a una asamblea de la Iglesia, comúnmente al pres”
biterio classis o Sínodo. Se trata, en realidad de una ac-
ción episcopal ejercida por un Presbiterio u otro cuerpo
equivalente, antes que por un individuo, acción que en
realidad pertenece a una larga sucesión.

11. Los Mimistros Ordenados deben ser bien Preparados.

Cuando Juan Calvino enseñaba hace 400 años en el audi-


torio que la Alianza ha restaurado en Ginebra, Suiza, los
deberes de un ministro eran menos numerosos y complica-
dos de lo que son en el día de hoy.

Su principal deber y privilegio, sin embargo, es el mis”


mo; es un ministro de la Palabra: estudiante, maestro, in-
térprete, predicador. Las Iglesias Presbiterianas y Reforma-
das han magnificado esta fase de su ministerio. Exige una
preparación y educación sólida y extensa.

Es interesante notar que la “toga ginebrina” usada por


muchos ministros presbiterianos durante cuatro siglos, y
que se remonta a Juan Calvino, es un símbolo académico.
No se trata de una sotana sacerdotal o eclesiástica, sino
de
una toga académica. Esto hace resaltar el hincapié que la
tradición reformada pone sobre la educación.

El carácter de la educación teológica ha cambiado se-


gún los tiempos y países; las posibilidades de educación
y las normas mínimas para los ministros varían en
nuestras
iglesias de hoy; siempre hay, sin embargo, normas
educa-
cionales y programas para elevar el nivel del ministe
rio.

64 *
e o
:

IV. Sobre los Oficiales Ordenados recae la principal


Responsabilidad por el Gobierno de la Iglesia.

Es digno de notarse que el Consistorio, cuerpo supre”


mo de la Iglesia Loal, se compone de ministros ordenados
y de ancianos, también ordenados, elegidos por el pueblo;
son diáconos ordenados los que a menudo llevan la res”
pensabilidad de las finanzas y de otros varios ministerios de
servicio y compasión. Los Presbiterios, Sínodos y Asam"
bleas Generales se componen de ministros ordenados y
ancianos.

Tal vez sea conveniente recalcar que el propósito del


Presbiterio o de su equivalente al ordenar a los ministros
es lla predicación de la Palabra, la administración de los
Sacramentos, y la participación en el gobierno, disciplina
y administración de la Iglesia, A su vez los ancianos son
ordenados por el ministro para ejercer una autoridad más
limitada. Estas ordenaciones son diferentes en autoridad y
propósito, y no creo que sea correcto hablar del. ministro
como de un simple “anciano docente”. El gobierno ejer”
cido por oficiales espirituales es una característica de las
Iglesias Presbiterianas y Reformadas.

V. La Ordenación viene de Dios.

Lo mismo que la vocación al ministerio, o a un minis”


terio específico, la ordenación también viene de Dios por
medio de Cristo, si bien la ceremonia es efectuada por Ta
Iglesia.

Esto se reconoce en la ceremonia de ordenación. Se


especifica que la ordenación debe constar de oración y de
imposición de las manos ,esto último corresponde común-

2:03
mente a los ministros del Presbiterio, o del cuerpo equi”
valente. No se trata de que la imposición de las manos
imparta ningún beneficio físico o sucesión eclesiástica, sino
de un símbolo que indica que Cristo ordena a través dei
Espíritu Santo. La oración consiste en solicitar que la
gracia de Dios sea derramada sobre el nuevo ministro en
el cumplimiento de su ministerio dentro de la Iglesia. La
imposición de las manos significa en afecto la presentación
de las manos y de la persona toda a Dios, en dedicación
y servicio.
Toda ordenación tiene por finalidad el servicio, no se
trata de crear una orden sino de fortalecer la misión de la
Iglesia de Cristo.

66*
LA IGLESIA DE CRISTO
SU MISION Y SU UNIDAD:

John A. Mackay

La Iglesia podrá definirse como la comunidad de todos


aquellos para quienes Jesucristo es el Señor.
Toda discusión sobre la Iglesia Cristiana ha de partir de
tres presupuestos O axiomas:
1. La Iglesia existe para cumplir el mandato misionero
de Cristo.
2. La Unidad de la Iglesia ha de promover la misión de
la Iglesia.
3. Jesucristo ocupa la posición céntrica en todo cuanto:
a la Iglesia se refiere.
La unidad de la Iglesia tiene cuatro expresiones, que son:
A) La Unidad denominacional, o sea la solidaridad de
todas las congregaciones que integran una denominación
eclesiástica.
Esta unidad es verdaderamente cristiana cuando ella ayu-
de a la denominación a cumplir su misión. Ninguna de”
nominación debe pretender ser un fin en sí, ni perseguir
objetivos puramente eclesiásticos O teológicos, como han
hecho históricamente ciertas denominaciones europeas.

; * 67
B La Unidad Confesional. He aquí el lazo amistoso en-
tre las grandes Alianzas Mundiales, las que están formadas
cada una de las congregaciones por todo el mnudo que
pertenecen a una misma confesión eclesiástica, Tales Alian-
zas están constituídas. por Luteranos, Bautistas, Episcio”
pales, Metodistas, Eresbitenianos y Otras agrupaciones pro-
testantes.

La Alianza Mundial Presbiteriana o Reformada que se


fundó en 1875, siendo, históricamente, la primera Alianza
Mundial que se organizara, ha proclamado oficialmente
que pone los intereses de la lglesia Universal de Cristo pos
encima de todo interés que sea pa confesional,
presbiteriano.

C) La Unidad Cooperativa. Esto significa la solidaridad


dinámica cristiana, mediante el establecimiento de con-.
sejos en todos los niveles, Estos consejos podrán limitarse *
2 la cooperación entre las congregaciones cristianas en un
lugar determinado, o ser también consejos, nacionales
ecuménicos, quiere decir Mundiales.

D) La Unidad Eclesiástica. Esta Unidad está constituida ;


por la unión orgánica entre sí de cuerpos eclesiásticos
que pertenecen a la misma tradición eclesiástica, o acaso
a diferentes tradiciones eclesiásticas. La norma que debe
emplearse para juzgar el valor Je toda unión estructural
entre Iglesias Cristianas ha de ser, si ésta sirve para llevar
a cabo mejor la obra misionera de ellas, porque en todo
momento y en todo lugar la unidad de la Iglesia ha de ser
para la misión de la Iglesia. La verdadera finalidad de la
Iglesia no es su estructura maciza, ni su grandeza eclesiás”
tica, sino la dedicación de ella a servir a Jesucristo y el
Evangelio.

68*
SEGUNDA SESION

LA MISION DE LA IGLESIA LOCAL

Jobn A. Mackay

Dos preguntas importantes han de ocuparnos la atención:


A) ¿Cuál es la misión de la Iglesia local en su propia
comunidad y en el mundo?
B) ¿Cuál es el papel de las Iglesias Latinoamericanas?

A) La Misión de la Iglesia Local

Podría decirse que la Iglesia Local, que ella esté en Co-


rinto o en Bogotá, representa la última realidad cristiana
en la tierra. Es ella el verdadero hogar del alma y de las
almas. Hay un refrán que dice: “Un pájaro puede volar a
todos los vientos, pero tiene que procrear en un niño”. En
la comunidad de Cristo, en un lugar determinado, es donde
se nace, se renace, se educa, se trabaja, se lucha, se casa,
se muere. Es donde suceden los acontecimientos más gran”
den de la vida personal y colectiva. La Iglesia local viene
a ser una especie de microcosmos de la Iglesia Universal.
Lo importante es que ella sea una verdadera comunidad de
Cristo, donde se manifiestan el amor a Dios y el amor fra-
ternall, el amor de los unos por los otros, que viene a ser
el undécimo mandamiento.

* 69
La Iglesia Local es donde la Palabra de Dios se procla”
ma y donde los Sacramentos se administran. Aquí se
predica, se interpreta y se ha de vivir el Evangelio. Aquí
es donde todo Cristiano verdadero debe identifiacrse con
la vida de los hombres, encarnándose en la realidad hu-
mana, en el lugar donde pasa los años, y donde ha de ga”
varse el derecho de ser oído como testigo de Cristo. Pero
2 pesar de ser miembro de una comunidad pequeña el
Cristiano tiene que vivir con los" ojos dirigidos hacia la
“Oikoumene”, los últimos contornos de la tierra habitada.
Ha de prestar su apoyo a la obra misionera en lugares
lejanos. Además ha de preocuparse sin cesar, por la unidad
dinámica de la Iglesia de Cristo, por el mundo entero.

B) Ahora la Segunda Pregunta. ¿Cuál es el papel de


las Iglesias Latinoamericanas?

Les corresponde mandar misioneros a otras tierras,


hombres y mujeres que sean apasionados por Cristo y el
Evangelio. Estos misioneros tendrán además un mensaje
especial. Les cabrá anunciar lo que sucede cuando una
Iglesia deja de ser siervo de Cristo para hacerse su amo
como ha sucedido con la Iglesia tradicional de estas tie-
rras, tal como fue descrito simbólicamente por el escritor
Doestoyesky en la Leyenda del Gran Inquisidor. Feliz-
mente ha sido muy distinta la historia de las Iglesias
Evangélicas en la América Latina. Por haberse dedicado
ellas a propagar la palabra de Dios, y habiendo presencia.
do un progreso enorme en la expansión de la obra, sus
representantes podrán comunicar a otros pueblos lo que
sucede cuando se toma en serio el último mandamiento
de Nuestro Señor Jesucristo.

ZO0%
El año 1916, cuando a mí me tocó el honor de llegar
en calidad de misionero a estas tierras amadas, el número
total de la familia evangélica sería de 200.000 almas. Hoy
el número se acerca a 10.000.000. Pero, ¿cómo va a ser
el porvenir de la obra? Esto dependerá de la seriedad con
que todo Evangélico toma la situación actual revoluciona-
ria enfrentándose a la realidad, iluminado por la luz, y
fortalecido por el poder, del Revolucionario Magno, —
- Jesucristo, Nuestro Señor.

7 * 7]
LA ORGANIZACION DE LA IGLESIA

Ralph Waldo Lloyd

Trataré este tema bajo 4 sub-títulos. Mayormente ha”


blaré de la organización de la Iglesia en general, pero tam-
bién de algunos particulares de la organización presbite”
riana.

I. Orígenes de la Organización Eclesiástica

Según el Nuevo Testamento y otras fuentes primitivas,


“la comunidad cristiana muy sencillamente organizada, exis”
tió primero. El gobierno eclesiástico vino más tarde, gran
parte de él mucho más tarde. Bajo la dirección de Pedro,
luego de Jacobo el hermano de Jesús, luego de Simeón
la congregación de Jerusalem tuvo su primera y sencilla
forma de gobierno.
Las iglesias formadas por el apóstol Pablo en terreno
gentil evidentemente no tenían oficiales de un tipo defi-
nido. San Pablo no llos menciona en sus cartas a los Gála-
tas, Corintios y Romanos. Si hubiesen existido sería muy
extraño que San Pablo omitiese mencionarlos en sus car”
tas a los Corintios. Sus primeras cartas conciben todos los
ministerios de la Iglesia como dones directos del Espíritu
Santo, oficios carismáticos: apóstoles, profetas, maestros.

¡Fdo
Por haberse presentado abusos acerca de estos dones ca”
rismáticos, las epístolas posteriores establecen ciertas prue-
bas y normas para distinguir los dones genuinos de los fal-
sos. En sus últimos años Pablo habla de diámonos, ancianos,
y obispos (supervisores), título que a veces se identifica
con el de “anciano”. Estas personas se sentían llamadas
por el Espíritu Santo, pero parece que ellas eran confir”
madas por Pablo y por los demás creyentes antes de ser
admitidas como oficiales permanentes en las congregacio-
nes locales.

A medida que las Iglesias crecían y se multiplicaban


creció también inevitablemente la organización, y por el
siglo 11 comenzaron a desarrollarse ciertas formas to
madas del Estado Romano; también comenzó a hacerse
hincapié en la tradición y sucesión apostólica. El poder
de los obispos aumentó. La centralización se hizo mayor
debido a ciertos acontecimienos que no tengo tiempo de
relatar. Los “dones del Espíritu” que ocuparon un lugar
tan importante en la mente de los cristianos de la era apos”
tólica, pudiendo ser poseídos por cualquier miembro, per”
dieron su realidad y se convirtieron en mera tradición.
Estos “dones” se convirtieron en posesión oficial del clero
y especialmente de los obispos. Al principio el obispo te-
nía a su cargo una sola congregación, después llegó a
ser supervisor de ciudades y regiones. Gradualmente los
obispos de las ciudades más grandes cobraron más impor“
tancia. y a la larga el obispo de la ciudad más grande (Ro-
ma) llegó a ser el más importante y finalmente, Papa.
Pasaron los siglos. La iglesia organizada se hizo seme-
jante a los Estados en los días cuando no se conocía la
democracia, y en ocasiones más poderosa. Dios hizo sur”

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gir la Reforma y sus Reformadores; nuevas libertades en:


traron a formar parte de nuestra herencia.

1. Formas de Organización Eclesiástica

1) En general, hay tres formas de organización en las


iglesias de hoy. Cada una de ellas tiene su larga historia.
Todas tienen cierta base en el Nuevo Testamento. Cada
una de cestas formas es usada por gran número de iglesias
en el mundo. Dentro de cada una hay varias diferencias.
Dentro de estas formas de organización está la Iglesia
Carólica Romana, las Ortodoxas y la mayoría de las Pro”
testantes. Nuestro tema tiene que ver más que todo con
las iglesias ¡protestantes y específicamente con nuestras
Iglesias Presbiterianas.

2) Las tres formas de organización se llaman común-


mente Episcopal, Presbiteriana y, Congregacional. Episco-
pales son la Anglicana y la Metodista. La forma Presbitc-
riana la usan iglesias Presbiterianas, Reformadas, un nú-
mero considerable de Iglesias Unidas, y otras. La forma
Congregacional no solo pertenece a las Iglesias llamadas
“Congregacionales”, sino también a muchas otras inclusive
Bautistas y Discípulos. Las iglesias Luteranas no encajan
exactamente dentro de ninguna de estas formas, aunque
tal vez se consideren a sí mismas como congregacionales,
pero usando en la práctica varios elementos de la forma
Presbiteriana, aunque en Europa tienen obispos.

3) He dicho que dentro de cada una de estas formas


hay considerable variedad. Los títulos no siempre identifi-
can la forma. Por ejemplo, las iglesias Reformadas de
Hungría y Eslovaquia, y la Iglesia Unida de Cristo en

pedos
las Filipinas, tienen obispos, pero su forma de gobierno
es básicamente presbiteriana, siendo los obispos en efecto,
superintendentes. En forma similar, algunas iglesias pres”
biterianas son en la práctica más congregacionales que en
la teoría. Las iglesias de tipo cogregacional, a su vez,
están depositando más autoridad en asociaciones y ejes
cutivos.
Cualquiera que sea la forma básica de gobierno en la
tradición de una iglesia todas las tres formas son necesa”
rias: supervisión, gobierno representativo y vida y Obra
local.

4) Tratándose de un Congreso Presbiteriano haré los


siguientes comentarios sobre nuestra forma de gobierno.
El nombre presbiteriano indica que el gobierno es ejer”
cido por presbíteros, ministros y ancianos. Es gobierno
representativo, cuyos representantes son ordenados. En
la lista de propósitos de la Alianza Mundial Presbiteriana,
el número 7 dice: “Recomendar el orden presbiteriano por
estar basado y en armonía con el Nuevo Testamento; com-
binando sencillez, eficiencia, procedimiento representativo,
y adaptabilidad; en él se encuentran tanto el orden como
la libertad”.
Debe observarse que no se pretende que la forma pres-
biteriana de gobierno sea superior a todas las demás, sino
solamente que es digna de ser recomendada. Bla hace po-
sible el orden y la libertad. Mi antiguo profesor, el doctor
Zenos, dice que la forma presbiteriana de gobierno es
“un medio para el funcionamiento de la libertad organi-
zada, opuesta al individualismo absoluto, por un lado, y
e la sumisión obligatoria, por otro”. No se pretende que
el presbiterianismo sea la forma bíblica de gobierno, sino
que es una forma bíblica.
7 91
El profesor alemán Wilhelm Niesel escribe: “Uma for-
ma de gobierno eclesiástico es auténtica cuando expresa
el hecho de que Cristo es el único Señor y Maestro de
los suyos”.

111. Peligros de la Organización Eclesiástica.

El Nuevo Testamento no se ocupa mucho del orden de


la Iglesia. El hecho de que las comunidades cristianas fue”
ron y son ineludibles, significa que alguna forma de or-
ganización eclesiástica es eventualmente inevitable. Esta
forma de gobierno puede ser apropiada o perjudicial para
la naturaleza y misión de la Iglesia.
1) Un peligro inherente a toda organización es el vol-
verse estática, rígida, aprisionada por reglamentos y tra”
diciones. Tal vez por esta razón el Nuevo Testamento le
da poca importancia. La Iglesia del Nuevo Testamento era”
sensible al Espíritu: dinámica, adaptable a las exigencias de
los tiempos, misionera. El doctor James 1. McCord dice
“No es el sustantivo “orden” sino el verbo “poner orden”
el que debe tener precedencia cuando se trata de la for-
ma como Cristo ordena su Iglesia para el cumplimiento
de su misión.”
2) Otro peligro es el de sustituír la vida espiritual y
el servicio por el legalismo y la torma. Hace poco un
atento observador de las oficinas centrales de una iglesia,
me dijo: “Me preocupa el que tantas personas ocupadas
en hacer funcionar la maquinaria de las iglesias no estén
vitalmente interesadas en la vida y misión de la Iglesia.”
3) Un tercer peligro, más común en las iglesias grandes,
es el de multiplicar el personal administrativo hasta el

0
f
punto de que una proporción indebida de los ministros
bien preparados y consagrados a la Palabra y los Sacra-
mentos se dedica a la mera administración y promoción.

4) Finalmente una organización vigorosa tiende a har


cerse sectaria, no tanto a causa de su teología sino a la
ambición y actividad administrativa. Me atrevo a decir
que la unión orgánica de las iglesias es impedida más a
menudo por la organización que por la doctrina. Las for-
mas de gobierno, de credo y de ministerio se cristalizan
y cuando la organización es fuerte, es fuerte también la
resistencia al cambio.

Aunque existen otros peligros, estos son suficientes para


ilustrar el problema.

IV. Algunos Valores Comprobados de la


Organización Eclesiástica.

1) Eficiencia.

Para que su servicio sea efectivo los cristianos tienen


que organizarse en una comunidad. Una agregación desor-
ganizada de individuos no puede asegurar la influencia
permanente del cristianismo. De la misma manera que el
cristiano individual pierde su efectividad cuando perma-
nece fuera de la Iglesia, las congregaciones que se hacen
completamente independientes rara vez son efectivas. La
organización es necesaria para la recolección y adminis- .
tración de los dones, la extensión de la Iglesia, la educa-
ción. La misión de la Iglesia depende en gran parte del
tipo de organización. :

- VET
2) Fraternidad y Cooperación. .

El compañerismo de los cristianos ha sido, desde un prin-


cipio, medio importante de instrucción, estímulo y testi-
monio cristiano. En todos los niveles (local, denominacio”
nal, interconfesional), se depende de la organización. La
cooperación no ha sido posible entre individuos o iglesias
sin organización. El resultado ha sido la Congregación,
el Presbiterio, la diócesis, el consejo de Iglesias.

3) Autoridad,

Esta aparece en una forma u otra tan pronto como una


compañía de individuos se organiza. En la tradición re-
formada la autoridad proviene primero que todo de Cristo,
luego la comunidad cristiana la delega a sus represen.
tantes, llamados por Dios y designados por la Iglesia bajo
la dirección del Espíritu Santo. En toda organización, la
ley de la vida orgánica se basa en la cooperación de to"
das las unidades con el organismo total. Este organismo
ejerce entonces cierta autoridad sobre las partes. Sobre
este principio se puede construír un cuerpo constitucio-
nal cuyos representantes actúen en escala ascendente, como
Consistorio, Presbiterio, Sínodo, Asamblea General ejer-
ciendo la autoridad que les ha sido libremente conferida.
Se presume que toda autoridad será ejercida bajo la di.
rección del Espíritu Santo: para la educación, la misión,
la disciplina. Si no fuese por la organización eclesiástica
la única autoridad sería la del individuo.

O AO 0 AA

La organización eclesiástica contribuye a que haya or-


«den en la Iglesia; ésto se halla implícito en lo que ya

us.
vi PA EA SE A AN A A

hemos dicho acerca de eficiencia, fraternidad, coopera”


ción y autoridad. Tanto como flexibilidad la Iglesia exige
procedimientos ordenados. Debe siempre haber disposi-
ción para cambiar las formas de organización, pero aún
estos cambios se hacen mejor en una forma constitucional
y ordenada,

5) Las prácticas colectivas de adoración. disciplina,


confesión, testimonio, esfuerzo misionero, demandan orga”
nización eclesiástica. En Europa y otros lugares se está
haciendo hincapié en el testimonio de la congregación
local. En términos de extensión misionera una necesidad
«ún mayor puede ser la de desarrollar la vida espiritual y
la preocupación misionera del Presbiterio, donde las con-
gregaciones actúan conjuntamente. Los presbiterios caen
a menudo en discusión de detalles sin importancia. Por
el contrario, debieran ser centros espirituales.

* 79
EL EVANGELIO Y LA MISION DE LA IGLESIA

Tomás J. Liggett

Nuestro tema gira alrededor de la definición de dos pa-


labras claves. Confucio una vez dijo que gran pairte de
los problemas del hombre podrían resolverse mediante la
rectificación del sentido de las palabras. Veamos el caso
nuestro inmediato. En el siglo XIX, y bajo la influencia
del individualismo, el puritanismo y el pietismo, la Iglesia
tendía a identificar el evangelismo como su misión y el.
texto clave era Mateo 28:19-20. El mundo se entendía
como un lugar oscuro y malo, sin que hubiera esperanzas
de cambiarlo o redimirlo. La tarea de la Iglesia era pre-
dicar el Evangelio, producir un encúentro entre Cristo y
el hombre de tal manera que éste se entregara como cre-
yente, justificado por su fé y bautizado por la remisión
de sus pecados. La educación cristiana posterior lo ayu-
daría a resistir las tentaciones del diablo, vivir conforme
a la ley de Dios y en todo momento Cristo estaría con él
mientras siguiera viviendo como peregrino en medió de
un mundo sin Dios y sin esperanza. A base de estos com-
ceptos, el evangelismo era la misión de la Iglesia.
Hoy, el panorama se encuentra fundamentalmente cam-
biado. El individualismo ha cedido ante un nuevo reco-

80 *
nocimiento de la importancia de la sociedad. El mundo,
con todo su pecado y maldad, se ve como creación de
Dios y la acción redentora de Dios es la de producir una
redención cósmica en la cual las cosas serán reunidas en
Cristo. Las implicaciones de las doctrinas de la creación
y la encarnación nos han obligado a ensanchar nuestro
entendimiento de la misión de la Iglesia. El texto clave
es Hechos 1:8. La Iglesia ha de testificar de esta redención
y del señorío de Cristo en el hombre, la sociedad, la his"
toria, el mundo y el universo. Con esta nueva compren-
sión de la misión como testimonio, en comunión, servicio
y proclamación, el evangelismo pasaba a ser una dimen”
sión de la misión y no idéntico con ella. Hay quienes ha-
rían una nueva definición de evangelismo también de ma-
nera que evangelizar abarcaría todo lo que entendemos
como misión de la Iglesia —todo lo que atañe a la reden-
ción del mundo. Si es así, una vez más el evangelismo es la
misión de la Iglesia. Personalmente, yo prefiero retener
un concepto de evangelismo como aquella dimensión de
la misión en la cual el Evangelio de Cristo es proclama-
do y el hombre retado a creer y entregarse al Señor, to-
do bajo la dirección del Espíritu Santo. La retención de
este concepto de evangelismo y la plena aceptación del
sentido más amplio de la misión de la Iglesia, nos lleva”
ría a decir que el evangelismo es una dimensión central
de la misión de la Iglesia, íntimamente vinculado con todo
el testimonio; pero no idéntico con la misión total.

Esto nos lleva a considerar la relación entre el evange”


lismo y la ética cristiana, Comencemos afirmando que,
según el pensamiento bíblico, la palabra siempre va acom"
pañada del acto. El Dios que habla también actúa. El ca-

3%
rácter dinámico de la palabra de Dios hace que el hablar
y el actuar no sean dos cosas separadas, sino dos facetas de
un solo movimiento de Dios hacia el mundo. La palabra
de Dios, según los profetas, no volverá vacía, sino cum"
plirá el propósito por el cual fue expresada. Lutero, enfa-
tizó el carácter dinámico de la Palabra, haciéndolo básico
a su concepto de la predicación v de los sacramentos. Cal.
vino, al definir las dos características de la Iglesia en tér-
minos de sacramentos y palabra, dos elementos íntimamen-
te relacionados, también enfatiza el carácter dinámico de
la Palabra y la estrecha unión de palabra y evento, o
acto.

De manera que no podemos nunca desbincular el evan-


gelismo de la ética, la proclamación del Evangelio de la
conducta o el testimonio total de la Iglesia. La historia nos
enseña que la Iglesia primitiva adquirió gran parte de su
autoridad y atracción gracias a su superioridad moral so-
bre el mundo pagano. Los apologistas enfatizan esta exce”
lencia ética y creo que el testimonio a través de los siglos
y especialmente en el movimiento misionero moderno jus.
tifica ampliamente la afirmación de que el testimonio ético
de los cristianos ha sido un factor importantísimo en el
evangelismo. Aquí en la América Latina, es ide tados «co-
nocido el reconocimiento general de la seriedad, honradez,
sobriedad e integridad de la mayoría de los evangélicos.
Nuestro testimonio, en este sentido, ha sido claro,

Pero debemos ser suficientemente honrados y francos


para admitir que nos conocen más por nuestras absten-
ciones que por una acción positiva. Nuestro énfasis, den-
tro del marco de referencia puritano y pietista, ha estado
en nuestra abstinencia de los vicios y males de la socie-

PA
dad y en una posición casi negativa. Además, hemos caído
en el error de los fariseos de poner mucho énfasis sobre
cosas de menor importancia y omitido otras cosas mayo-.
res. En cuanto a los problemas sociales, económicos y po”
líticos, nuestro silencio ha sido impresionante. Es más, en
muchas iglesias se ha instado a los miembros a una no-
participación en la vida pública y política, y aquéllos que
si participan suelen encontrarse solos y aislados del calor
de su Iglesia y del apoyo de sus hermanos. De manera
que sin menospreciar el valor en tiempos pasados de nues-
tro testimonio en su relación con el evangelismo, debemos
reconocer que cada año que pasa el tipo de testimonio tra-
dicional nuestro tiende a ser menos impresionante y me-
nos convincente a la nueva generación latinoamericana.
Además, el retorno y redescubrimiento de la Biblia en la
teología bíblica contemporánea, nos ayuda a darnos cuen”
ta de que la ética cristiana no es una nueva ley, y no es
esencialmente negativa. Y en definitiva no es un conjunto
de reglas cuyo fin es el aislamiento de la iglesia del mundo.

Hoy tendremos que reafirmar más que nunca la estre-


cha relación entre la ética y el evangelismo; pero tenemos
que darle un contenido más positivo a esta ética El se-
gundo mandamiento, corolario del primero, es que ame”
mos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Si en algo
nuestro carácter cristiano debe revelarse, es ¡por medio
de este amor al prójimo y servicio a los necesitados del
mundo. La diaconía —servicio— es, a mi parecer, la médu-
la del contenido ético. Y estoy convencido de que el lati-
noamericano corriente en nuestros tiempos tiende a traer
todas las instituciones ante el tribunal de su valor o utilidad
para el pueblo. La institución que no sirve a este pueblo,

* 83
no sirve para nada y caerá en ruinas en la rápida y quizás
violenta transformación de nuestra sociedad. Este servicio
tiene que prestarse tanto al individuo como a la socie-
dad, tanto debe atender a las necesidades de las actuales
víctimas de la injusticia como trabajar por cambiar estas
condiciones de vida. Esta ética de servicio al mundo nos
lleva a estar con él. La consigna no es un conjunto de seña.
les que declaran nuestra separación del mundo, sino un
espíritu de amor y servicio al mundo que corre grandes
riesgos con el fin de salvarlo. Una palabra clave es PA-
RAKLETOS —el que viene y se coloca al lado de otro.
jesús es parácletos —el abogado deferisor nuestro. El es-
piritu Santo es paracletos— nuestro consolador. Siguiendo
a Nuestro Señor y guiados por el Espíritu Santo, somos
llamados al mundo para servir, a ir al pueblo, ponernos al
lado de este pueblo ser el cuerpo de Cristo, ser templo
del Espíritu Santo— (paracletos-encarnación) en amor e
Identificación. Así, y solamente así, podrá nuestra procla”
mación adquirir poder y efectividad.

Ahora bien, cuando el hombre del mundo, de la calle,


con sus aspiraciones y necesidades, ve el testimonio, es:
cucha la proclamación, y responde al llamamiento, ¿qué
exigencia de conducta puede o debe hacerse para que pue-
da bautizarse e iniciar su nueva vida en Cristo? Del punto
de vista bíblico hay solamente dos requisitos: la fé ye
arrepentimiento. El que declara su fé en Cristo y así reo-
rienta su vida a El (Metanoia), es candidato apto para
el bautismo. El eunuco preguntó a Felipe: “¿Qué impide
que yo sea bautizado”? y Felipe dijo: “Si crees de todo
corazón, bien puedes”. Pablo, en la misma manera en Fi-
lipos tomó la confesión del carcelero y lo bautizó esa mis-

$4 >
E META

ma noche. Tal vez en una Igesia misionera conviene un


período de instrucción y preparación antes de proceder
al bautismo para tener un grado de seguridad de que el
candidato comprende el significado de su nueva vida. Po.
ro no debemos nunca imponer ciertas prohibiciones éticas
“en una manera tal como si el candidato mereciera, por su
moral, el bautismo, o si el bautismo fuera una recom-
pensa por su conducta y entonces lo reconoce como
un Cristiano de verdad. El bautismo en modo alguno se-
_ñala la terminación de la carrera cristiána, sino el comien”
zo. Es la muerte a una vida y una resurrección a una
nueva vida. Es un nuevo nacimiento. Es el comienzo y no
corresponde juzgar al candidato con un criterio aplicable
para los experimentados. Es posible que debido a circuns-
tancias locales, una Iglesia exija determinadas evidencias O
frutos del arrepentimiento; pero e, una práctica en la cual
hay que proceder con gran cautela. Probablemente los
casos deben limitarse a ciertas marcadas desviaciones de
una conducta. sana, como por ejemplo, el caso en Corinto,
de incesto. El testimonio de la Iglesia debe ser motivo
siempre de preocupación. Pero si lo que he dicho del ca-
rácter positivo de la ética cristiana es cierto, y si alguna
exigencia ética ha de ser hecha al candidato, debe ser una
exigencia a tono con el carácter positivo de la ética de
Jesucristo, especialmente en el servicio que es la auténtica
expresión del amor al prójimo.
Resumiendo, diría que el evangelismo debe colocarse
sólidamente en el centro de la misión de la Iglesia; y esta
misión es esencialmente testificar. Este testimonio tiene tres
dimensiones o facetas que guardan una íntima relación
entre sí. El carácter interno de este testimonio es su uni-
dad, una estrecha KOINONIA. La relación entre esta co-

* 85
Z

munidad y el mundo es una de servicio al mundo. Luego


procede la proclamación, cuya autoridad depende en gran
parte de que la unidad y el servicio sean evidentes y palpa-
bles al mundo que rodea a la iglesia y al cual es dirigida
la proclamación. Una Iglesia dividida y que no sirve al
mundo en forma evidente, difícilmente proclamará el Evan-
gelio con poder y efectividad de Buenas Nuevas. Pero
cuando el pueblo de Dios está estrechamente unido y los
cristianos responden a las necesidades del mundo con 'un
servicio efectivo entonces la proclamación se hará con
gran poder y la tarea evangélica se cumplirá con éxito.

86*
B-FOROS SOBRE
LA REALIDAD LATINOAMERICANA
1-La Realidad Religiosa

EL CATOLICISMO LATINOAMERICANO ANTE


LA RENOVACION DEL CATOLICISMO
ROMANO CONTEMPORANEO

Jobknm A. Mackay

Un fenómeno de nuestra época es la Renovación


que se está produciendo en la Iglesia Católica Ro:
mana. Esta Renovación tiene dos aspectos:

1. La manifestación de nuevas actitudes oficiales por


parte de la Iglesia.

Esta nueva actitud se deja ver en la confraternidad abier-


ta con cristianos no romanos. Tal confraternización, la que
hoy tiene lugar por todo el mundo en muy diversas for-
mas, es algo que, pocos años atrás, era cosa desconocida
y prohibida. Pero hoy día, sacerdotes romanos asisten de
observadores a reuniones Protestantes y toman parte cn
“mesas redondas”. Los que antes eran calificados como
“herejes” han sido invitados a asistir cual “hermanos di-
sidentes” en calidad de observadores, a las sesiones del Se-
gundo Concilio Vaticano.
87
Otras evidencias de dicha Renovación son la sanción
del diálogo entre católicos y evangélicos; la traducción
de la Biblia de las lenguas originales a lenguas vernáculas, y
la distribución entre el pueblo de las nuevas versiones; el
uso de la lengua vulgar en reemplazo del latín en las cere”
monias de la iglesia; el reconocimieñto del papel de los
laicos en la obra de la Iglesia o sea, el “Apostolado de
los Laicos”.

Aparecen al mismo tiempo ciertas facetas de esta Re-


novación que causan preocupación en círculos protestan-
tantes, tales son por ejemplo, el movimiento para deshacerse
del término “romano” en la disciplina de la Iglesia y la
tentativa de acaparar para sí el derecho exclusivo al tér-
mino “católico”. Igual preocupación produce, en tierras
hispanoamericanas, el nuevo surgimiento de la Hispanidad
como doctrina militante lo mismo que la obra siniestra de
la nueva sociedad secreta, OPUS DE].

2) La segunda faceta de la Renovación que se está ope-


rando dentro de la Iglesia Romana podría calificarse en
estos términos:

Nuevas preocupaciones por parte de hombres emi”


nentes dentro de la Iglesia.

Hay, por ejemplo, una preocupación que va creciendo


en los círculos teológicos de la Iglesia Romana con res-
pecto a la eminencia indebida que se ha dado en los últi-
mos tiempos a la Virgen María. Ella coloca a Jesucristo
en la sombra; tanto que la Virgen de Fátima viene a ser
la Administradora Ejecutiva de la Santa Trinidad, teniendo
en sus manos la dirección de la historia humana.

88*
a A A EOS AS

E Las
4 A

Va también en aumento el esfuerzo por restaurar la rea-


lidad de la comunión personal con Cristo fuera de los ri”
tos de la Iglesia.

Crece, sobre todo en Estados Unidos y Europa, el mo.


vimiento para garantizar la libertad religiosa a todo ser
humano aun en países donde predomina la Iglesia Ro-
mana.
deja
Más significativo aún es la crítica abierta que ya se
sentir al carácter del Catolicismo Hispano. Hay pensa-
dores católicos, en el día de hoy, que dicen con toda fran-
queza, que a este catolicismo le ha faltado “lo imcarnacio-
los
mal”. Se trata de una religión que se ha impuesto sobre
hombres para CONTROLAR su vida y su pensamiento,
con el
mas no ha sabido identificarse con los hombres
objeto de transformar el carácter de ellos.
Dicha crítica ha dado lugar, recientemente, a investi-
gaciones a fondo del catolicismo latinoamericano por par-
te de figuras católicas eminentes. Ya se habla abiertamen-
cismo
te del catolicismo en la América Latina como “Catoli
como “un desiert o es-
nominal”, y del continente mismo
se conside ra
piritual”, un gran “campo misionero”. Ya no
como “paraíso religioso”.

mi-
Por consiguiente, siendo la América Latina “campo
mi-
sionero” habrá en ella hoy día algo así como 3.000
católicos de Estados Unidos y como 1.000 de
sioneros
Canadá.

De gran importancia en este sentido ha sido la Confe-


rencia que se ha realizado en la ciudad de Chimbote, Perú,
informe
“el año 1953, y sobre la cual apareció en 1958 un

* 89
que tiene por título: “El Catolicismo Latinoamericano:
una nueva valorización”. Se trata de un estudio muy
realista.

En los momentos actuales déjase ver en tierras latinoa-


mericanas, un esfuerzo enorme de parte de la Iglesia Ca-
tólica Romana por “encarnarse” en la realidad continental.
Como expresión de este nuevo esfuerzo espiritual, se están
haciendo estudios básicos de la situación humana en estas
tierras. Se llevan a cabo a la vez campañas evangelizadoras
como LA GRAN MISION en Colombia el año pasado.
Aspecto importante de estas campañas es la distribución
de la Biblia y el ensalzamiento de la figura de Nuestro
Señor Jesucristo.

En todo esto Dios está obrando y podrá producirse una


Nueva Reforma en la vieja Iglesia.
EL PROTESTANTISMO EN LA AMERICA LATINA

Una interpretación de la situación de hoy

Gonzalo Castillo C.

Nadie pone hoy en tela de juicio la legitimidad de la


presencia protestante en América Latina. Principalmente
porque nadie abriga ya la ingenua ilusión del “continente
católico”. Se trataba de un “mito”, según los estudiosos
que se ocupan del tema (1). El actual proceso revolucio”
nario que galopa por los campos y ciudades de América
Latina ha “desmitologizado” brúscamente, la realidad re-
ligiosa de este continente, dejando al descubierto la des-
cristianización y el secularísmo. Un distinguido sacerdote
del Uruguay, el Padre R. Segundo, ha escrito a este res-
pecto:
““*...el proceso de descristianización se extiende
a todas las grandes ciudades de América Latina.
Hubo un tiempo cuando la presión social pudo
considerarse una ayuda en la obra de cristianiza-
ción; se trataba de una 'máquina de hacer cris”
tianos". Cuando la máquina dejó de funcionar

en
(1) Véase, por ejemplo, Artículo por el padre Francois Malley,
Informations Catholiques Internationales, Sep. 15, 1962.

* 91
parece no haber quedado nada de las antiguas
tradiciones católicas... Se está acercando rápida-
mente el día cuando no habrá cristianos en
América Latina a menos que se recurra a la evan-
_gelización. Pero, para nuestro gran asombro, es-
tamos descubriendo que no sabemos cómo evan-
gelizar* (2)
En la providencia de Dios el cristianismo evangélico
llegó a la América Latina en momentos cuando esta dura
realidad, a que se refiere el P. Segundo, se comenzaba a
hacer más evidente. Y llegó poseído de una mística con”
tagiosa. la de evangelizar, y de un instrumento poderoso
para realizar esta tárea, la Biblia. Estos dos elementos de
lá acción evangélica atrajeron irresistiblemente por un lado,
a las masas no-evangelizadas, y por otro, a una pléyade
de “cristianos al revés” como alguien los ha llamado (quic-
nes llamándose católicos, bautizando sus hijos, y casándose
por la iglesia, se caracterizan sin embargo, por una mili-
tancia activa en contra de todo aquello que es cen-
tral al catolicismo: Papa, jerarquía, santos, iglesia, con”
fesión, etc.).
Así se explica la expansión galopante del cristianismo
evangélico. En efecto, la mayoría de los observadores ha-
blan de un crecimiento “dramático” y “fenomenal”. Según
un estudio serio que acaba de aparecer (1) la membresía
protestante se ha multiplicado 340 veces en los últimos

(2) “The Future of Christianity in Latin América”, Cross Currents,


Vol. XIII. N? 3, pp. 273-281.

(1) A Facultod Study of Latin America, by W. Stanley Rycroft y


Myrtle M. Clemmer.
AS

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Pa
,cuarenta y cinco años; en el mismo período el número de
) iglesias a ha aumentado 320 veces, y la comun:-
Cdad evangélica total —incluyendo adherentes y adoradores
regulares— ha crecido 830 veces. Hoy en día, según el
mismo estudio, el número total de protestantes puede lle-
gar a nueve millones, lo que significa el cinco por ciento
de la población total del continente.

Marcas del Catolicismo Ibérico en el


Protestantismo Latinoamericano

¿Cómo caracterizar un fenómeno tan exhuberante y


multiforme, tan descoordinado y disperso, como lo es el
movimiento protestante en América Latina? Creo que una
forma de hacerloes con relación a su contexto Católico
Romano. E
En efecto, la permanente postura de contradicción, rec-
tificación y alternativa al Catolicismo Ibérico en que se
ha colocado inevitablemente el protestantismo latinoame-
ricano, ha condicionado profundamente tanto sus formas
de ¡pensar y sus acentuaciones, como sus negaciones y
protestas. De esta tensión se deriva el vigor y la validez
de la presencia protestante, tanto como sus limitaciones y
flaquezas

En cuanto a lo primero, el movimiento evangélico ha


opuesto a la religiosidad e la necesidad de una
vida profunda de comunión espiritual con Cristo; a las
prácticas sincretistas, la centralidad suprema de Jesucristo
en la Iglesia y en la piedad personal y colectiva; al di-
vorcio entre la religiosidad y la moral, la necesidad abso-
luta del muevo nacimiento con frutos visibles en la vida

dE
/
x

privada; a la ignorancia de las Escrituras, la exigencia de


leer y estudiar la Biblia para ser miembro de la Iglesia; a
la pasividad religiosa del pueblo, la más completa parti-
cipación y responsabilidad de los laicos en la evangeliza.
ción y en el gobierno de la Iglesia. Estos fueron y con”-
tinúan siendo los grandes motivos que dan vigencia y poder
al movimiento evangélico latinoamericano.

Por otra parte, la exageración o corrupción de algunas


verdades, por parte del Catolicismo Ibérico, ha producido.
el efecto de obnubilarla mente de los evangélicos impi-
diéndoles descubrir y apreciar la verdad subyacente debajo
de expresiones históricas parcialmente erróneas. Esto ex-
plica la persistencia de algunas serias limitaciones de las
Iglesias Evangélicas de este continente, tales como: su di-
ficultad para apreciar la realidad trascendente de la Iglesia,
de reconocer la importanica de su unidad visible, y la ten-
dencia a desentenderse de los aspectos sociales y políticos de
su misión evangelizadora. Estos aspectos de la naturaleza
y misión de la Iglesia no ocupan todavía el lugar decisivo
que les corresponde en América Latina debido principal-
mente al pánico que las iglesias muestran de caer en los
“errores cotólicos”,

La Crisis de Hoy

Todo esto se refiere, sin embargo, a la infancia y prime-


ra juventud del movimiento evangélico, a su etapa forma-
tiva. Hoy existe una situación nueva que está tomando por
sorpresa a todas las iglesias. La disyuntiva Protestantismo-
Catolicismo —aunque válida— se ha retirado al trasfondo
de la escena ante la presión de los tremendos problemas
sociales y políticos. En esta nueva situación lo mismo el

94>
Catolicismo que el Protestantismo se encuentran sin saber
cómo evangelizar al hombre latinoamericano. Por lo que
toca al Protestantismo ésto se hace más evidente en las
denominaciones adultas más antiguas. Á pesar de que
algunos informes destacan avances en la evangelización,
la realidad parece mostrar que hemos llegado a un punto
de estancamiento y de crisis, Las iglesias hacen grandes es-
fuerzos para preservar lo alcanzado hasta aquí, pero esta
labor de preservación y consolidación se dificulta porque
ía juventud se niega a colaborar con sus mayores en una
tarea que les parece inoperante. La nueva generación de
evangélicos parece no encontrar en las iglesias más anti-
guas la sensibilidad humana y cristiana que exige la situa-
ción y se tornan apáticos y en ocasiones opuestos a ellas.
Este problema “interno de la Iglesia es un reflejo de
la situación total de América Latina, cuyo principal ele-
mento es, en mi opinión, el despertar de la conciencia co-
lectiva al hecho de que vivimos en una sociedad injusta-
mente organizada que no justifica el sacrificio de millones
de seres humanos exigido para su preservación. En con-
secuencia las masas están tomanáo la determinación de
sacrificar su vida pero no para asegurar la preservación
de un orden social injusto, sino para cambiarlo radical-
mente. En este clima de alta tensión la mera ortodoxia .
doctrinal, la piedad personal, los ritos y asambleas solem-
nes según una u otra concepción de Dios, y en general las
formas tradicionales de vida y los “programas'* de las
iglesias resultan para las masas no sólo ajenos a sus pro”
blemas, sino ofensivos a Dios y al hombre, a menos que
aquellos que dicen ser cristianos acepten primero responsa-
bilidad por la situación humana del pueblo y entreguen su
vida para cambiarla. Esta situación total confronta a las

93
> d

Iglesias evangélicas con desafiantes preguntas y exigencias,


que son otros tantos problemas.

Una serie de éstos últimos tiene su origen en el nuevo


nacionalismo que la situación está creando. Se trata de un
nacionalismo sano que consiste en el esfuerzo del pueblo
por encontrarse a sí mismo. Latinoamérica es un con-
tinente en busca de su propia alma, y para lograr este
aescubrimiento de sí mismo necesita hacer a un lado toda
le maleza que sofoca el crecimiento de esa planta tierna
que es su propia personalidad. Este nacionalismo propone
algunas exigencias legítimas a las iglesias evangélicas Ma.
mándolas a someterse a un proceso de Renosis y de en-
carnación en la nueva situación latinoamericana. Esto se
hace tanto más urgente si se tiene en cuenta que, con excep-
ción de algunos grupos autóctonos,
de tipo pentecostal,
los cristianos evangélicos latinoamericanos nos hallamos
enredados en una maraña de tradiciónes, prácticas, ideales
eclesiásticos, “programas”, etc., que dificulta el movimien-
to de nuestras iglesias en la situación dinámica en que
vivimos. Todo ésto fue traído como equipaje eclesiástico
por las agencias. misioneras. Para la misión de las jóvenes
iglesias en el día de hoy el problema no reside en que dicho
equipaje haya sido importado sino más bien en que no
responde a las exigencias misioneras de la nueva situación.
Esto explica, en parte, las dificultades evangélicas del
momento.
Otro aspecto del mismo asunto tiene que ver con el
personal y la ayuda financiera que viene del exterior para
la obra misionera. Cuando la mayor parte de estos recur-
sos proviene del mismo país —que en otros aspectos es
tachado de imperialista— es inevitable que la Iglesia se

96.>
se

exponga a preguntas y sospechas de pueblos que cobran


cada día más conciencia propia. No se trata, se preguntan,
de una nueva “inversión” capitalista, esta vez de orden
religioso? Esta pregunta, que viene de fuera de la Iglesia,
carecería totalmente de importancia si no fuese porque
muchas iglesias actúan, en realidad, como “sucursales” de
una organización eclesiástica extranjera. ¿Cuáles son las
medidas que deben tomarse para destruír estas barreras
que dificultan la evangelización, y para dar expresión en
forma más cabal a la unidad y universalidad de la Iglesia?
Esta es una pregunta de importancia crucial para las Iglesias
Evangélicas de América Latina.
Otra serie de interrogantes tiene que ver con el divisio-
nismo evangélico. Es inevitable que pueblos como los
nuestros que buscan desesperadamente vínculos de unidad,
de solidaridad, de lealtad mutua, indispensables en la gran
tarea de construcción nacional, miren con inquietud y
“aun con desconfianza la multiplicidad de grupos evan-
gélicos. No será el protestantismo —se preguntan— un factor
más de desintegración nacional? Este es un temor justifi-
cado que levanta una barrera más a la obra misionera.
Por lo que toca a la unidad cristiana el problema reside
en que la mayor parte de los evangélicos prefiere un con-
cepto espiritualista, romántico y abstracto de la unidad
por temor de que ésta al expresarse en forma visible y
orgánica, produzca como resultado la sofocación de la
libertad personal y conduzca la iglesia a la búsqueda del
poder político, y finalmente a los mismos errores del
catolicismo ibérico cuyas consecuencias hemos padecido
los evangélicos de América Latina.
Algunas organizaciones misioneras del exterior, por otro
lado, parecen estar decididas a contener cualquier intento,

2
+ Mitos

por parte de los creyentes “nacionales” de dar pasos efec-


tivos hacia la curación de las divisiones. Estos factores
explican el que la mayoría de los evangélicos apenas co-
miencen a entrever la contradicción teológica del divi-
sionismo, y sus desastrosas consecuencias para la evan-
gelización. Es preciso, sin embargo, dar tiempo a que
las grandes preocupaciones ecuménicas inquieten y sacu-
dan desde dentro, la conciencia evangélica latinoa-
mericana. Tratar de trasplantar esas preocupaciones, des-
de fuera, sería cometer el mismo error que se cometio
al importar las divisiones. Y el mál postrero sería peor
que el primero. Es necesario, por tanto, que el cristianismo
de otros continentes ejercite hacia la América Latina esa
virtud tan necesaria cuando se trata de la unidad cristiana,
la paciencia.

Derrumbe y Construcción

Deseo recalcar, en último lugar, que son los aspectos


sociales y políticos de la evangelización los que están exi-
giendo las decisiones más angustiosas a los creyentes evangé-
licos. Nadie ignora que el pueblo latinoamericano está
abocado a una tarea de demolición de un orden social y
político inicuo, cuyos usufructuarios tratan de preservar
a todo costo, y simultáneamente a la gigantezca tarea de
construcción de una sociedad nueva, cuyos planos todavía
no existen y que solo irán apareciendo ante la presión de
la historia y la determinación popular. Esta tarea se ha
hecho inminente porque las gentes ya no aceptan la po-
breza, el analfabetismo y la injusticia social como condi-
ción inevitable, sino que abrigan la fe de que es posible
construír un nuevo edificio social digno de ser el hogar del

98*
pueblo latinoamericano. Para los que conocemos la historia
y sicología de nuestros pueblos, ésto significa una maravi-
llosa conversión del fatalismo a la esperanza, de la indo-
lencia a la acción, de la resignación a la rebelión.

En medio de esta revolución en marcha, el cristiano su-


fre asediado por angustiosas preguntas. ¿Debe aislarse, re-
fugiarse detrás de la piedad personal, huír de la contami-
nación inevitable en busca de su propia salvación? O debe
más bien intervenir en la situación para evitar el cambio
brusco, buscando preservar el orden establecido, con la
esperanza de poder —gradualmente— depurarlo, mejorarlo,
humanizarlo? O debe tal vez entregar su vida y su alma
a un programa revolucionario identificando su fidelidad
al evangelio con su lealtad a ese programa, O a ese partido?

Estos interrogantes están inextricablemente ligados a la


tarea evangelizadora de la iglesia, a su servicio cristiano,
a su vida comunitaria, ésto es, a su misión total. Sin em”
bargo las iglesias se encuentran con un inmenso déficit
de reflexión teológica, bíblica y de ética social para. res-
ponder coherentemente a las preguntas angustiosas de sus
miembros, especialmente de los jóvenes, al paso que el
Marxismo parece ofrecer respuestas concretas y remedios
específicos a los candentes ¡problemas del momento. Por
los lados de la Iglesia hay perplejidad, confusión, desorien-
tación. Muchos cristianos cuyas conciencias han sido
sensibilizadas precisamente por la predicación evangélica—
entre ellos algunos estudiantes de seminario han optado
por abandonar la Iglesia y hacerse líderes comunistas. Otros
encuentran que su fidelidad a la Palabra de Dios les exige
participar como cristianos tanto en la demolición
como en la construcción, corriendo todos los riesgos, y

*.99
viviendo todos los equívocos de la revolución. Al hacerlo
han encontrado el rechazo de sus mayores, y muy a me-
nudo de la jerarquía de sus iglesias. El cristianismo evan-
gélico vive hoy esta agonía en América Latina. Es el precio
de vivir “en medio de los tiempos”, en donde se escucha
la voz del Señor: “Mira que te he puesto para arrancar
y destruír.. para edificar y plantar.. porque yo soy con.
tigo, dice Jehová” (Jer. 1:10-19).

Esta crisis no significa en ningún sentido la derrota.


Mas bien, es el momento oportuno para tomar grandes
decisiones. Las Iglesias Evangélicas están trayendo este
tremendo problema a Dios en oración, buscando su volun-
tad mediante el estudio de la Biblia y de la situación lati-
noamericana de hoy. Hace dos años se reunió en Huampa-
ní. Perú, la Primera Consulta Evangélica Latinoamericana
sobre Iglesia y Sociedad. Su análisis de la situación ha
ayudado a muchos cristianos evangélicos en sus decisiones.
A partir de 1955 la Confederación Evangélica del Brasil
ha patrocinado, por medio de su Sector sobre Responsa-
bilidad Social de la Iglesia, Conferencias de Estudio sobre
varios aspectos de la crisis a que nos hemos referido. La
última de estas Conferencias (Recife, Brasil, Julio de
1962) tuvo por tema: “Cristo y el Proceso Revolucionario
Brasilero”. Este Congreso es también un esfuerzo por en-
contrar respuestas a los mismos problemas, y estoy seguro
que todos vosotros habéis hecho serios estudios en vuestros
propios países acerca de los mismos asuntos antes de venir
a Bogotá. Todo esto quiere decir que el cristianismo evan-
gélico de este continente está preparándose para actuar
con responsabilidad ante la crisis planteada. Al hacerlo,

100*
las iglesias están descubriendo. con nueva frescura y poder,
la pertinencia del Evangelio para la vida total de nuestros
pueblos, confirmando la convicción de que la fé cristiana
no sólo es del tamaño de la más grave crisis, sino que
es, de hecho, superior a todas las crisis.

* 101
2—La Realidad Educacional de América Latina

LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA EN LA
SITUACION EDUCACIONAL ACTUAL
DEL BRASIL (*)

José Borges Dos Santos

En el cumplimiento de la misión que le asignó su Divino


Fundador, misión de ser sal de la tierra y luz del mundo,
fermento de la masa y testimonio del poder divino, la Igle-
sia tiene deberes intrasferibles en la tarea de la Educación
Nacional.
Son dos los medios que ella tiene para cumplir con este
gran deber:

1) El sostenimiento de colegios estratégicamente situa-


dos en el país, sea para educar a los hijos de los creyentes,
como ya se ha hecho necesario algunas veces, sea para co”
laborar con el Estado en la educación de la juventud, sea,
como ya ocurrió también, principalmente en cuanto se re-
fiere a la enseñanza primaria, para llenar lagunas existentes.

(*) Esta contribución es sólo la parte final de un importante tra-


bajo preparado ¡or el Dr. Borges sobre “Aspectos y Problemas
de la Educación en el Brasil”. Debido a su extensión ha sido
imposible publicarlo en su totolidad en el presente volumen,
pero teniendo en cuenta su gran valor lo estamos reprodu-
ciendo separadamente para una distribución més amplia. El
doctor Borges es miembro del Consejo Federal de Educación
en el Brasil.

* 103
A UR a ad

Nadie ignora en el Brasil, la contribución hecha en el


pasado por las escuelas de formación y orientación evan-
gélica. Algunas son grandes escuelas hoy incrustadas co”
mo joyas en las tradiciones del país. No es menester men-
cionarlas. Basta mencionar lo que educadores, como Fer-
nando de Azevedo, escribieron sobre la educación pro-
testante en el Brasil. La primera escuela agrícola particular
en el Brasil fue una escuela protestante. No hay ningún
mérito en ésto, no es más que el cumplimiento de un
deber para con el país y para con el hombre.
Hoy, fuerza es decirlo, una buena parte de estas escue-
las, esto es, las escuelas de la enseñamza media, no parece
estar al día con las exigencias y el desarrollo cultural del
país. Esto se debe a una falta de previsión.

Recuerdo una frase de W. O. Steven: “Lo que hace a


una flota no son los barcos, sino los marineros”. Si bien
crearon numerosas escuelas y las desarrollaron, las institu-
ciones protestantes no percibieron la necesidad de preparar
profesores de formación evangélica para constituír la tri-
pulación pedagógica de sus colegios
Tampoco se preocuparon por crear organizaciones que
trajeran a estos colegios profesores que estaban siendo pre-
parados en las escuelas normales del país. La consecuen-
cia es que tuvieron que hacer como Jerjes, que, disponiendo
de un número de navíos muy superior al de los Griegos,
perdió la batalla en Salamina porque no tenía marineros,
y así, tuvo que equipar sus navíos con mercenarios de todas
partes.
La necesidad más urgente de la Iglesia evangélica en el
día de hoy es la preparación intensiva de buenos maestros

104*
para todos los niveles de enseñanza, a fin de que, después
de cerrar algunos de sus colegios, mantenga los que que-
dan en una forma tan ejemplar de enseñanza, que le per-
mita entrar en la competencia eliminatoria que va a pro-
ducirse inevitablemente en el país, de un lado con las
escuelas del Gobierno que no dependen de las pensiones
pagadas por los alumnos, y de de otro lado con las escuelas
particulares que podrían cobrar lo suficiente para man-
tenerse, porque estarán ofreciendo 'la' mejor enseñanza en
el país.
2) La preparación de profesores de la más alta cali-
dad para que enseñen en las escuelas del Gobierno.
Una vez más, estando en Ginebra, oí de la necesidad ur-
gentísima de dar asistencia a los universitarios. Siempre
que se trata de este asunto se piensa en una organización
religiosa que va a trabajar con los universitarios. No digo
que sea un error, pero estoy seguro de que no es ésta la for-
ma práctica, inteligente y más rápida de alcanzar al estu-
diante.

He observado que el maestro competente, fuera del


acatamiento, recibe también el afecto incondicional de
los estudiantes, adquiriendo la facultad preciosa de con-
ducirlo más allá de su cátedra a otras áreas que incluyen
el conocimiento y la interpretación de la realidad. No
es difícil imaginar lo que podría hacer por los estudiantes
m cuerpo de profesores que se haya granjeado el más
alto respeto por su competencia en las disciplinas que
ensejan, y que están todos unidos en el mismo propósito
de trabajar por la vida religiosa de los discípulos.
No hay que decir el nombre del santo, basta con el mi-
lagro. En el Brasil, todos sabemos muy bien lo que se está
* 105
haciendo, y por quien se está haciendo, e infelizmente,
para qué fin seguirá haciéndose mediante la manipulación
del aprecio y del afecto del estudiante.
“Los hijos del siglo son más prudentes que los hijos
de luz”.
No se trata, por tanto, de aumentar el número de pro-
fesores protestantes en las escuelas oficiales. Se necesita
un trabajo organizado y dirigido. Un ministerio del ma-
gisterio, ésto es, un magisterio de profesores dedicados a
Cristo y comprometidos a dedicar su vida a la atención
del universitario, con el prestigio adquirido mediante el
fiel desempeño de sus deberes como maestros, afecciona-
dos a sus alumnos, orientados por la más perfeccionada
pedagogía, y en colaboración con las autoridades escolares
en la obra común de la educación, para conducirlos a
Cristo.

Debo declarar aquí, honestamente, que si llegásemos


a realizar ésto, ya no seríamos innovadores, porque fuera
de aquellos a quienes veladamente me referí, según leí
en la más autorizada publicación de la Iglesia Romana, ya
hay quien está haciendo la mejor preparación, desde hace
algún tiempo, para ejercer su influencia religiosa por me-
dio de profesores debidamente preparados en su disci-
plina. Y la publicación que menciono hace referencia a
15.000 profesores que se preparan para trabajar en los tres
niveles de la enseñanza.

Para dar una idea de lo que está aconteciendo, ofrezco


la información siguiente: hay en el Brasil cerca de 75 es.
cuelas de filosofía, ésto es, escuelas destinadas a la pre
paración de profesores para la enseñanza media. Pues bien,

106 *
de estas escuelas, tal vez 25 sean del Gobierno. Dos son
protestantes. ¿Y las demás?
A diferencia de lo que opinan algunos, no condeno:
elogio y admiro.
Más es preciso añadir aquí otro aspecto de este crítico
problema: ¿Cómo se preparan los profesores?
Creo innecesario recordar que debemos hacer a un lado
la preocupación por el número para establecer una rigu-
rosa selección de carácter, talento, vida cristiana, y IC-
conocida vocación pedagógica.

Es preferible no mandar a nadie, que mandar a un prop


fesor, ya no digo incompetente, sino mediocre.
La preparación puede hacerse de varios modos:
1) En las escuelas o institutos pedagógicos de la propia
iglesia o de las Iglesias Evangélicas.
2) En las escuelas o institutos pedagógicos del propio
Gobierno, lo que, a mi ver, es preferible siempre y cuan-
o
do se añada lo siguiente: los alumnos que estén tomand
estos cursos con el objetivo indicad o deberán recibir tam-
bien, por parte de la iglesia, clases de orientación filosó-
fica, religiosa y teológica.

3) En las escuelas, institutos pedagógicos particulares,


laicos o de la Iglesia Católica Romana, siempre y cuan-
los
do se suministre una asistencia igual a la que se da a
que frecuentan las escuelas oficiales.
Debo a mi ilustre colega, el Rev. Boanerges Ribeiro,
co-
una sugerencia del más alto valor práctico; en vez de
menzar invirtiendo grandes sumas en la instalación de
escuelas para profesores, sería mucho más práctico, más

* 107
PAE AA UA AN

A El

económico y, al mismo tiempo, más cívico, aconsejar


e los alumnos entrar en los concursos de selección para las es-
cuelas oficiales y mantenerlos en hogares dirigidos dónde
les fuese dada asistencia espiritual y orientación filosófica,
religiosa y teológica.
Además de otras ventajas, hay también la siguiente:
el mismo concurso de selección para el acceso a la escuela
oficial sería un factor auxiliar en el proceso particular de
selección de los candidatos.

Para este tipo de trabajo y para este ministerio magis-


terial la selección tiene que ser cuidadosa, severa, impla.
cable. Sólo deben ser aceptados los mejores.
Estamos en un mundo lleno de problemas. Como io
dijo, hace algunos días, en un editorial, mi eminente amigo
y maestro Anísio Teixeira, “La tierra está huyendo de.
bajo de nuestros pies, impidiéndonos mantener el equili-
brio en la fluidez social y política en la que estamos
en-
trando. Se habla de reformas, pero las palabras caen en
un caos de extraña inercia social. Debajo de las
palabras
corren poderosas aguas —más o menos turbias—
de los
intereses de los grupos de presión. Tales grupos
están
lejos de identificarse con la nación. Son, antes
que nada,
una anti-nación. Luchan por sí mismos, preocupándose
poco de lo que suceda a la nación. Tales grupos
no lle.
gan siquiera a tener la nítida configuración de
los grupos
de clase. En cada uno se mezclan personas de
clase alta,
media y baja. No se trata de una clase,
sino de grupos
que se valen de su tamaño reducido para
no considerarse
responsables del conjunto. Y ésto es sólo posible
porque de-
bajo de ellos vegeta una gran masa, muda y
pasiva, foy-
mada por los que no han recibido educación, analfab
etos
108 *
h

y semi-alfabetos que no sueñan con su propia emancipa-


ción, sino con el ascenso individual de los más hábiles
o de los más dóciles hacia alguno de los grupos privile-
giados dentro de los cuales se distribuirán en cualquier
de los niveles de clase formados por esos conglomeralos”
(Anísio Teixeira, Revolución y educación).
He aquí un problema de dimensiones inconmensurables
para una iglesia naciente, pequeña, como es la Iglesia Evan-
gélica de América Latina.
Debo hacer dos observaciones:

1) La Iglesia, por saberse pequeña, no ha de cometer


aquel error que está siendo condenado por la palabra
austera del maestro insigne que estoy citando, esto €s,
el error de no considerarse responsable por el conjunto.
2) ¡Las verdaderas oportunidades son los problemas
concretos. No hay problema que no sea una oportunidad.
Tal vez fuese preferible decir: No aparece oportunidad
beneficiosa que no venga en forma de problema.
La Iglesia tiene delante de sí una oportunidad sin para-
lelo en este momento difícil en que el mundo se diluye en la
confusión, en el desorden, en conflictos ideológicos, en el
caos social en busca de una forma nueva. En este mundo
lleno de miedo y de crueles incertidumbres, la Iglesia está
siendo llamada a una tarea sin precendentes que exige un
- espíritu de renunciamiento, disciplina, descisión, y sobre
todo, fidelidad total al Maestro, al Señor, all Rey. de
gloria.
No puedo terminar este estudio tan somero y tan breve,
tan tosco y tan rudo, sin rendir homenaje a los grandes
* 499
educadores del pasado que, en mi tierra, tuvieron el co-
razón bastante amplio para comprender la juventud en sus
contradicciones aparentes, en su inquietud, en su teme-
ridad, en su ansia de autonomía; aquellos héroes que, por
ésto mismo, en el silencio discreto de su vida, fueron
verdaderos líderes y conductores de hombres, en la fase
más difícil de la vida.
Se escucha hoy un toque de clarín convocando a los
hombres que tengan la misma grandeza de alma, porque
más de la mitad de la población del Brasil está compuesta
de individuos de menos de 19 años.
Dejo de mencionar aquí nombres ilustres de héroes
del magisterio, que se olvidaron de sí mismos por amor a
la educación. Para hacerlo me sería necesario algo de aque-
lla inspiración sobrenatural que ¡movió a los hombres san-
tos que hablaron inspirados por el Espíritu Santo. No
tengo el derecho de turbar el profundo silencio del san-
tuario de la humildad y de la consagración total. En parte
porque la historia de la Iglesia. gloriosa nunca podría co-
brar forma escrita profana, aunque respetuosa, que hiciera
de ella literatura corriente: son frases de luz, palabras de
fuego, compuestas con letras de sangre, trazadas en la
carne palpitante de la vida inmortal.

110*
LA SITUACION EDUCACIONAL DE MEXICO

Benjamín Briseño C.

La educación mexicana es nacional, mormada exclusi-


vamente por el Estado, es constitucionalmente laica, obli-
gatoria en su nivel primario, y gratuita. La constitución
mexicana proclama que la educación pública satisface una
necesidad social de primer orden, porque a través de ella
se preparan las generaciones que han de continuar la lu-
cha por las metas superiores que se ha trazado el país,
en la economía, la cultura, la democracia, la justicia social,
la paz universal.
En México, por razones históricas y sociológicas, la
función social educativa corresponde al estado, porque de
ella depende la cabal integración nacional, el desarrollo
y el progreso de la colectividad mexicana. Por esta razón,
en México la educación es democrática, gratuita, univer-
sal, científica, y ajena a cualquier doctrina religiosa.
Para que el derecho del pueblo a la educación tenga '
plena eficacia, y los beneficios del saber y la cultura se
extiendan preferentemente a las grandes mayorías, es pre-
ciso que la gratuidad de la enseñanza que imparte el estado
se practique íntegramente. El ingreso a las escuelas pú-
blicas es absolutamente gratuito. Además, cada año el
gobierno distribuye, a través de la Secretaría de Educa.-

"111
ción Pública, más de seis millones de textos escolares, sin
- costo alguno, para todos los alumnos que cursan los grados
primarios.
Es innegable el evidente progreso que en materia edu-
cativa se ha logrado en México en los últimos cuarenta
años. Lo mismo en extensión que en profundidad, en am.
plitud que en diversificación. La cultura se encuentra ac-
tualmente al alcance de casi todos los mexicanos. Desde las
aulas embrionarias que caracterizan los jardines de niños,
hasta llos especializados estudios de las más encumbradas
disciplinas, pueden considerarse —Iindiscutiblemente— co-
mo el fruto de la revolución mexicana, que trajo no sólo
la multiplicación infinita de las escuelas de' instrucción
primaria y secundaria, en todos los ámbitos del territorio
nacional, sino también la organización y el funcionamien-
to ininterrumpido de los planteles universitarios y técnicos.

Algunas estadísticas

número número
Instituciones de escuelas de alumnos
Lo Jardines de niños ......., 2.564 561.261
Za Escuelas: PrÍMAarias codos 43.860 6.809.473
3. Fscuelas secundarias ..... 2.566 627.885
4. Escuelas preparatorias .... 197 225.034
se Escuelas ¿normales 0, 188 69.707
6. Escuelas profesionales... 137 107.256
(La Universidad Autónoma de México, tiene 81.224
estudiantes. El costo es insignificante, por ejempl
o
para un estudiante de medicina el año de estudio
s le
cuesta solo 16 pesos mexicanos),

1
El presupuesto más alto del gobierno es el correspon-
diente a Educación, alcanzando 4.179.000.000 de pesos.
En 1962 se dedicaron más de 376.000.000 a la construc-
ción de escuelas. El gobierno invierte cada día 9.500.000
en elevar el nivel cultural del pueblo.

- Hace cuarenta años cuando la población de la república


mexicana era de 14.500.000, el gobierno atendía 9.994 pla-
zas docentes, sin contar las asignadas a la Universidad
Nacional. Actualmente, con 38.000.000 de habitantes el
gobierno de México sostiene 132.509, y tampoco se compu-
tan las que sostienen las universidades del país, gracias a
subsidios federales.

Los libros de texto y los cuadernos de trabajo gratuitos


aseguran la eficacia de la enseñanza primaria y la igualdad
de los mexicanos ante el derecho a la educación. En 44
meses se han repartido 82.000.000 de ejemplares. En 1964
se editaron 30.000.000 más. Por su objetividad, su sentido
democrático, y su mexicanidad sin sectarismos, los libros
han recibido la adhesión de la mayoría del pueblo mexi-
cano.

* 113
LAS ESCUELAS Y COLEGIOS EVANGELICOS
DENTRO DE LA PRESENTE ESTRUCTURA
EDUCACIONAL EN LOS PAISES DE
LA AMERICA LATINA.

Dr. Héctor Valencia -

Sin tiempo suficiente para elaborar el tema, será necesa-


rio resumir nuestros pensamientos en un simple esbozo, tra-
tando de plantear algunos interrogantes que preocupan
seriamente a los círculos educativos y religiosos de nues-
tro continente. Estamos muy conscientes de que las rea-
lidades educativas en el campo evangélico son diferentes
de país a país y de que quizá en el último análisis, la so-
lución a todos estos problemas que se plantean en este
ramo, tengan obligadamente que realizarse al nivel loca).

Una rápida ojeada a la realidad educativa del continente


latinoamericano nos ayudará a ubicarnos adecuadamente.

La rata de analfabetismo en los países latinoamericanos


oscila entre el once por ciento en la Argentina y el 70 por
ciento en Guatemala, con un término medio del 44,5
por ciento. En todos los países el déficit de escuelas so-
brepasa el 50 por ciento mientras que la carencia de maes-
tros preparados para su tarea y el número de los que la
emprenden sin la preparación debida es un lastre que im-
pide el progreso de la educación. Por tal razón, en varios

114 >
ADS

paises se contempla el caso de tener que abandonar 2 su


propio destino a un gran número de niños y jóvenes que se
quedan sin escuela. En Colombia este número asciende
a la increíble cifra del 47 por ciento en algunas comu-
nidades.
La magnitud de este problema ha llevado a los gobier-
nos y agencias cívicas de cada país a considerar la edu-
cación como el problema número uno por resolver. Algu-
nos gobiernos concentran toda su atención a la educación
primaria, dejando a la iniciativa privada los demás niveles
de enseñanza. Otros pretenden mejorar el nivel secunda-
rio mientras que la mayoría hace un esfuerzo por integrar
los planes generales de la educación para mejorar todos
los niveles a la vez. Estos esfuerzos se ven recompensados
con la aparición de institutos docentes bien dotados y
debidamente organizados. Pero mucho de este esfuerzo se
ve frustrado po rla falta de recursos económicos o por
la carencia de personal directivo debidamente preparado.
Al problema cuantitativo de la educación estatal se aña-
de otro problema no menos importante: el problema cua-
litativo.
Como una consecuencia de la agitación de fuerzas po-
líticas encontradas y de la existencia de grupos de pre-
sión, la escuela se está viendo envuelta en una lucha de
proselitismo que amenaza causar la temprana desorienta-
ción de la juventud estudiosa. So pretexto de que la ju-
ventud no debe ignorar los problemas de hoy, y de que
ella constituye una fuerza de poder que se puede movili-
zar con facilidad, se la somete a una intensa propaganda
o se la dirige por caminos distintos a los lel estudio serio
y responsable, a los del análisis desapasionado y sensato.

hs:
El desborde de esta fuerza juvenil rompe a veces los can-
ces de la autoridad y el orden para precipitar a los estu-
diantes desde temprana edad al odio, a la amargura, ala
intolerancia y a la violencia. Son éstas exactamente las
metas opuestas a las de la educación cristiana que preconi-
za la comprensión, el entendimiento mutuo, la realización
de la personalidad, la satisfacción última de las aspiraciones
del hombre, y la paz.

La prevalencia de una filosofía de la educación dema-


slado autoritaria y aristocrática, con pocas coyunturas pa-
ra incorporar las modalidades de un mundo cambiante
las necesidades de una sociedad en busca de mejora.
miento material y espiritual quizá justifique a la mente
de algunos la creación de ese clima en las aulas. Lo ante-
rior nos señala la necesidad inapiazable de revaluar los con-
ceptos que ienmemos de la organización escolar para per-
- inur que los educandos puedan aprender haciendo labor
social y ministrando a las necesidades de la comunilad.

La escuela latinoamericana no se ha caracterizado pre-


cisamente por la eficiencia de su metodología. Ha per.
manecido a través de los años sustentándose en el verba-
lismo, estimulando el memorismo y tolerando la pasivi-
dad. Nutriéndose de esquemas, bosquejos, sistemas y hábitos
de pensar prefabricados y poco llamativos a la Juventud
de hoy. Sólo ahora se comienza a pensar en la inclusión
de las actividades extracurriculares como medio legítimo
dentro de la educación escolar; en los métodos audiovisua-
les para complementar las lecciones del salón de clase;
en la modernización de los libros de texto para hacerlos
más funcionales; y en el abandono del dictado y el cua-

116 *
derno como columna vertebral del quehacer en la escue-
la primaria.

La escasez de materiales de enseñanza ha hecho un


poco ingrata la tarea de enseñar para maestros y alumnos.
Con virtud espartana, unos y otros han hecho del apren-
dizaje un proceso seco, disciplinado, más penoso de lo
que en realidad tendría que ser si las condiciones en que
se opera fueran mejores. La escuela pobre, sin lujos, ha
carecido de aquellas cosas que dan Ía impresión de ser
suntuarias pero que son en realidad una necesidad en un
salón de clase moderno,

La educación evangélica en la América Latina ha escrito


más de una página brillante en el pasado. En algunos países
ha servido de pionera en varias áreas de la cultura. Sobre
sus contribuciones se han construído sistemas escolares o
se han establecido principos educativos excelentes. Las
escuelas y colegios evangélicos son respetados y aprecia-
dos por el público y las autoridades. En la mayoría de
ellos hay más candidatos a ingresar de los que pueden re-
cibir. Sus egresados gozan de prestigio y son aceptados
en la universidad y en la vida de la comunidad, Por lo
general son entidades a las cuales se les reconoce seriedad
y patriotismo y en las cuales se confía por su honestidad
de principios. En síntesis, por su tradición, su seriedad,
su estabilidad, y muy particularmente por la contribución
que ya han hecho, tienen aceptación entre el grueso pú.
blico de la América Latina.

A pesar de todo lo anterior, cabe preguntar si el pro-


ceso histórico de estas instituciones que se inicia con gran-
des contribuciones, ha seguido uniforme a través de los

*-117
años, y si tal como se encuentran ahora estas instituciones
lograrán sobrevivir porque tienen una misión que cumplir. |

Una observación objetiva nos indicará que las escue-


las y colegios presbiterianos han disminuido la importancia
de su contribución educativa hasta estabilizarse y en mu-
chos casos adaptarse al medio. Existen pocos institutos
primarios o secundarios que se distingan especificamente
por sus métodos novedosos y revolucionarios, con excep-
ción hecha quizá de la enseñanza del inglés. En efecto,
muchas de estas instituciones viven de la fama del pasado,
otras luchan por sobrevivir; no pocas se sienten frustra-
das ante la imposibilidad de cumplir su misión por falta
de recursos económicos y humanos; otras han sucumbido
a las prácticas y vicios del medio. Tenemos que aplicar
en este caso el principio de que “aunque exista una gran
necesidad, ello no es garantía de que las instituciones que
hicieron un trabajo magnífico y establecieron normas altas
en el período inicial de su existencia, pueden llenar a
cabalidad las necesidades y requisitos agotadores de la
era presente”.

Las deficiencias arriba mencionadas señalan la ur-


gencia de un análisis fundamental de la filosofía y la prác-
tica de la educación presbiteriana, con miras a dotar a
las instituciones que la imparten, de los medios adecua-
dos para que cumplan su misión, sin contentarse mera-
mente con existir año tras año cómo entidades respeta;
bles pero anónimas, con una rica filosofía de la educación
pero sin los instrumentos para cristalizarla.
El problema que tiene que resolver la Iglesia Presbite-
riana en la América Latina, desde el punto de vista edu-
cativo, consiste en decidir si desea continuar dando apoyo

118 *
moral y material a las instituciones que ha creado y cuya
imagen se proyecta en la comunidad como un reflejo de
la voluntad de servicio de la comunidad presbiteriana.
Parece paradógico que en una época en la que los go-
biernos, las entidades cívicas y religiosas están dando pa-
sos firmes para cubrir el “déficit educativo” en los países
latinoamericanos, en algunos círculos presbiterianos se ha-
ble de abandonar las instituciones educativas por deman-
dar fondos o personal que se podrían usar en otras em-
presas más directamente benéficas para la Iglesia. Y sin
embargo, este sentimiento no es del todo injustificado,
ya que sin el apoyo moral, directo, decidido, generoso, de
la Iglesia, al nivel local, nacional y continental, las insti-
tuciones educativas llevarán una vida idependiente y Siri co-
nexión directa con el cuerpo que por ley natural debe ser la
fuente de inspiración, nutrición y desarrollo de ellas. Lo cual
dará por resultado, como ya se ha visto en algunos casos, su
secularización y por consecuencia. la pérdida del esfuerzo y
la frustración de las esperanzas puestas en esta actividad.

Parece poco aconsejable, vistas las necesidades de la


América Latina, abandonar el campo educativo. Bien es
cierto que los gobiernos están mejorando sus jescuelas y
colegios y que aparentemente la competencia será imposi-
ble a la larga. Pero esto parece ser una posibilidad remota
ya que la pobreza de los gobiernos y los grandes pro-
blemas de toda índole que reclaman su atención, les im-
pide dedicar a la educación los recursos necesarios. La
educación privada será, en mi opinión, por largo tiempo
un laliado invaluable de los gobiernos democráticos en la
solución del problema de la educación del puebli. Y la
Iglesia Presbiteriana podrá continuar sirviendo a través

* 119
de la educación, formando caracteres, impartiendo la ver.
dad del Evangelio a un pueblo que lo necesita.
Si la Iglesia Presbiteriana de la América Latina se de-
cide a asumir dde manera más directa el control de las ins-
tituciones docentes, éstas podrían seguir un proceso de
reestructuración que las ponga a tono con las necesidades
actuales y las identifique más directamente con la Iglesia.
Tres criterios básicos para la subsistencia de estas institu-
ciones podrían ser los establecidos por la Comisión Eva-
luadora de Escuelas y Colegios Presbiterianos:
1. Evidencias 'de que están llenando una necesidad real
y presente en una área más o.menos extensa;
2. Suficientes recursos para mantener normas altas;
3. Seguridad de que e ofrece una calidad y un tipo
de educación que no sea posible en otras institucio-
nes a las cuales haya acceso;
4. Ayuda completa, sin reservas, de la Iglesia y de otros
cuerpos responsables, para el funcionamiento de la
institución.
Con los anteriores criterios en mente podría realizarse
un “estudio a fondo de las escuelas y colegios, existentes,
para saber cuáles llenan esos requisitos. Este trabajo ya ha
sido realizado, en parte, por la Comisión Evaluadora de
Escuelas y Colegios Presbiterianos en casi todos los países.
Sin embargo, los informes de esta Comisión requerirán
más estudio y divulgación por parte de los cuerpos ecle-
siásticos antes de proseguir en esta importante tarea de
la evaluación de nuestras instituciones educativas.

A mi juicio los tres problemas fundamentales que afec-


tan escuelas y colegios son:

120%
1. La adecuada preparación de maestros presbiterianos
en número suficiente para abastecer las necesidades de las
escuelas y colegios que hoy funcionan. Este problema se
discutió en sus diversos aspectos en el Primer Congreso
de Educadores Presbiterianos, celebrado en Barranquilla
hace aproximadamente cuatro años. Se propuso y aprobó
entonces el estudio del establecimiento de una Escuela
Normal Superior en un país céntrico. Sin embargo, el
problema sigue vigente, pues no se ha logrado plasmar
ese anhelo. También se sugirió que se explotara la posibilidad
de que Mackenzi en Brasil, sirviera de centro de prepa-
ración. Tal recomendación no se realizó por las circuns-
tancias especiales que atravesaba Mackenzi en esa época,
aunque se establecieron los contactos iniciales. Posterior-
mente la Comisión Evaluadora recomendó el estableci-
miento de. una Escuela de Filosofía (Normal) en alguna
ciudad del Brasil para preparar a los maestros de aquel
país. Ojalá que se haya avanzado algo en este proyecto.
De todás maneras, este problema merece la atención
y el estudio detenido de los cuerpos eclesiásticos de la
CCPAL :
=

2. Financiación de las instituciones:

Las tendencias inflacionarias de la mayor parte de las


economías de Jos países latinoamericanos presentan un
problema difícil para las escuelas y colegios presbiterianos.
A fin de pagar los gastos de operación, especialmente los
sueldos de los profesores y empleados, las entidades se
ven obligadas a elevar el costo de sus pensiones o cáno-
nes de pago mensual. Esto trae como consecuencia el que
las clases más necesitadas no puedan aprovechar la edu-

124
Ñ

cación de estos colegios, a menos que exista un extenso


programa de becas o ayudas para estudiantes pobres. Pero
llega un límite después del cual ni con ayuda podrán
estos alumnos pobres pagar la diferencia. Si la Iglesia no
se preocupa por sus miembros y no los ayuda. se pierde
uno de los objetivos más importantes del Colegio. el de
educar a los miembros de la Iglesia Evangélica. Por otra
parte, los colegios presbiterianos siempre han ofrecido
oportunidades al estudiante pobre para que se redima de
su pobreza por medio de la educación. Con pensiones altas
se elimina esta benéfica costumbre. Si los colegios se tienen
que sostener por sí mismos, ¿cómo resolver este problema”
No sería posible explorar el campo de las fundaciones,
especialmente para los colegios grandes?

3. "Gapellamas: E

Es frecuente escuchar, al analizar el fruto que los tco-


legios han rendido a la iglesia, el comentario de que han
dado pocos ministros o pocos maestros, o pocas per-
sonas que se dediquen a la obra directa de la Iglesia. Esta
es una falla que tiene sus causas directas en la metodología
que se ha usado hasta el presente con los alumnos. Tam.-
bién se encuentra una causa en el concepto muy común,
de que la capellanía de un colegio no es campo legítimo
para el trabajo de un pastor. Si los colegios han de seguir,
no hay duda que uno de sus puntos fuertes y esenciales
en el planteamiento del futuro, ha de ser el de contar
con el personal y el elemento necesario para estimular,
guiar y realizar las vocaciones de servicio a la Iglesia,
en una mayor proporción de lo que hasta ahora lo han
hecho. No basta el programa básico de la enseñanza bíbli.

laz *
ca, las semanas de énfasis espiritual. Es indispensable tener
personas preparadas para atraer, inspirar y ayudar, por
medio de conferencias individuales, retiros, conversaciones
íntimas, y sobre todo, la presencia dinámica del Evangelio,
mostrándoles la vigencia en nuestro tiempo de los precep-
tos de Cristo. La función de la capellanía es función de
atracción, clarificación y despertamiento de la vocación
al servicio

123
3—La Realidad Socioeconómica de la América Latina

LA REALIDAD SOCIOECONOMICA DE LA
AMERICA LATINA -Y SUS RELACIONES
CON LA ESTRUCTURA RELIGIOSA

Orlando Fals Boraa

Como tesis central de esta mesa redonda, a la cual re-


gresaremos una y otra vez por boca de los participantes,
deseo postular la siguiente: La Iglesia Cristiana, como ins.
titución histórica, está experimentando hoy un fenómeno
de retraso cultural, en relación con otras instituciones sol-
ciales, especialmente las técnico-educativas, las económicas,
y las políticas, que han evolucionado o cambiado a velo-
cidades superiores. Esta tesis es importante en cuanto a
los efectos que el retraso pueda tener en las funciones
religiosas ya que, según el principio de la integración de
la cultura vigente en la sociología y en la antropología,
- las partes constitutivas de la sociedad tienden a guardar
cierta armonía oO consistencia; y las partes inarmónicas
o incongruentes, por simple desuso tienden a atrofiarse
u olvidarse con el proceso evolutivo inherente a todo
grupo humano. En otras palabras, debido a diversas cau-
sas, las partes estructurales de nuestra sociedad, que per-
tenecen a la religión, han venido quedando atrás y más
y más atrofiadas, hasta el punto de que hoy sólo queda
por hacer lo siguiente: y

e 125
AS e A
US ON
ici
pe y

1% Un examen o inventario de lo que se ha perdido y de


lo que queda en pie;
2? Una instrospección sobre el por qué del fenó.,
meno, y
32 Una prospectación sobre la forma de evitar que
este proceso de desarmonía sociorreligiosa continúe
por más tiempo.

Como lo expresé en otra ocasión, la preocupación de


los personeros de las Iglesias por estos asuntos está más
que justificada, pues nunca antes habían ellos recibido un
desafío de la naturaleza del actual. Los cismas y herejías
anteriores fueron el resultado de discusiones internas, que
reconocían y respetaban un base mínima de consenso,
pues había acuerdo en cuanto a la naturaleza sagrada y
sobrenatural de la Iglesia, y aún se aspiraba a renovarla
intrínsecamente, desde dentro. El reto actual es eminen-
temente secular y proviene de fuera de la Iglesia, utilizando
contra ésta las armas de la ciencia y de la técnica y Crean.
do situaciones de hecho que van disolviendo la antigua
preeminencia eclesiástica. No se trata de una escisión den-
tro de la Iglesia como Institución (aunque pueda llegarse
2 ese punto); es una invasión de virus extraños que” no
encuentra anticuerpos y que al destruír la estructura so-
cial tradicion] se lleva de paso también a la Iglesia car
comida.

Este efecto quizá secundario parecerá lógico, porque


como en la mayoría de las culturas conocidas, especial.
mente en las primitivas y rurales como las latinoamerica-
nas, la religión ha sido una institución fundamental, satu-
rante, que actúa como un cemento para mantener

126 *
o
es

firme la estructura social de los grupos, esto es, sus Otras


instituciones, normas y valores. Hasta cierto punto puede
sostenerse que la religión ha sido la más básica de las
instituciones, al condicionar mediante la aceptación de sus
normas y mores el desarrollo y la actividad de las otras
instituciones, como la familiar, la política y la educativa.
En muchas partes lo que ha habido hasta hace poco —y
sigue ocurriendo en algunos sitios— ha sido una especie
de sociedad sagrada o teocracia conservadora, donde mu-
cho si no todo, dependía de la religión. Mas es el hecho
que los otros componentes sociales se han venido separando
de la religión por un natural efecto evolutivo, dejando
a ésta enquistada en sus antiguas y ahora obsoletas nor-
mas. a
Por esta herencia de la civilización, la Iglesia Cristiana
está históricamente ligada a la estructura social que hoy
se derrumba, y en cierto grado podría achacársele a ella
buena parte de-la culpa de lo que está ocurriendo, espe-
cialmente en la América Latina. Porque con excepción
del período central de la Edad Media, en ninguna otra
época ni en ninguna otra parte del globo ha tenido la
Iglesia mejor oportunidad que en la América para fun-
dar y desarrollar “una sociedad cristiana”. Cabe pregun-
tarnos si las estructuras sociales que emergicron de la Con.
quista Española fueron realmente cristianas, o si se dise-
ñaron más para reforzar a la Iglesia como organización
humana y temporal, que para practicar el cristianismo co-
mo forma de vida. Pareció ser un sistema Clerical
donde la evangelización se confundió con la dominación.
Quizá hubo religión e Iglesia; pero muy poca fe.
Es así por qué la raíz de lo que hoy vemos y de lo que
hoy sufrimos se encuentra en la forma de transplante de

* 127
Europa a América de las instituciones sociales del Siglo
XVI y de la civilización “cristiana occidental” y su sub-
secuente desarrollo local. Por ejemplo, fue un Cristo im-
potente, crucificado (el de Tánger, según Mackay) el que
nos trajeron los españoles; no un Cristo redentor, el de
los místicos. El problema de la tierra, el fenómeno de
la pobreza y la miseria, el analfabetismo y la ignorancia,
las desigualdades económicas y de clase, el afán y abuso
del poder, la irresponsabilidad cívica, las guerras civiles
€ internacionales, todo ello podemos imputar a la civili-
zación madre y en buena parte al fenómeno del retraso
religioso a que hacemos referencia. Natural es, por lo mis-
mo, que la Iglesia que en un principio nutrió con su cleri-
calismo a las otras instituciones conexas, que cimentó y
sancionó su acción, sea víctima de un movimiento social
e ideológico que pretende cambiar la naturaleza misma de
l. sociedad que ella creó. Es cierto que la Iglesia ha fun-
dado escuelas, hospitales y conventos, que ha producido
santos, promovido el bienestar y predicado insistentemente
la bondad y el amor. Visto por nosotros, el mundo sería
peor sin esta dedicada labor de apostolado. Pero con fran-
queza debemos admitir que el balance no es favorable para
los cristianos. Si lo fuera, no habría necesidad de congre-
sos como éste. Es claro que una tarea primordial para la
Iglesia sería la de reducir dentro del marco general de Ja
sociedad el retraso cultural en que se encuentra.

Ya sabemos cuáles son los virus o factores que destru-


yen la estructura tradicional. Son la ciencia y la tecnolo-
gía; la industria y el urbanismo con la creación de am-
bientes artificiales, los medios de comunicación de masas
y los transportes expeditos. Son fuerzas o factores sociales
que han tenido como efectos importantes la aparición
Zas
del secularismo como filosofía de la vida, el comunismo,
la pérdida de valores del tipo sagrado o tradicional, la
destrucción del aislamiento de comunidades folk, la ex-
plosión demográfica, la aceleración de la movilidad so-
cial y la creación de nuevas clases, especialmente la media,
la aparición de la burocracia y de extremas formas de
poder y coacción, la revolución del proletariado y cl
surgimiento de aspiraciones inusitadas en la gente común
antes pasiva y marginada, todas ellas fuerzas que van
conduciendo al fin de la época del señorío y del feuda-
lismo. Estamos en el alba de un nuevo renacimiento. Desa-
fortunadamente, aunque en forma comprensible, la Iglesia
se opuso ciega y fútilmente a estos procesos, que más
podrían haberse interpretado como “Signos para la edi-
ficación de los hijos de Dios”, o como pruebas de la pre-
- sencia de Dios en la historia. Así llevó las de perder en
su “alegato con Darwin, Compte, Marx, y los científicos
del Siglo XIX al tiempo que conservaba casi inmutables
las estructuras tradicionales que en las nuevas condiciones
quedaban muy inefectivas. La parroquia urbana, por ejem-
plo, concebida aún como para pueblos rurales, quedó obso-
leta; del lado protestante, la Escuela Dominical creada
como esfuerzo alfabetizador de los obreros ingleses, no
logró sobrevivir bien en América Latina; “sociedades”,
grupos y técnicas palstorales quedaron como petrificados
por su propio narcisismo.
Mientras tanto, las nuevas fuerzas sociales promovían
una especialización crecientede funciones y una mayor
fragmentación y diversificación en la personalidad del
hombre. Ya no era éste un sér integral que actuaba como
un todo en respuesta a un papel reconocido, muchas ve-
ces heredado de sus padres. Ahora era un multi-hombre

* 129
ra » Td to ; IO pu ad A O o

54

“—

algo esquizoide, fraccionado en varios roles: uno, como


miembro de su familia, otro como empleado, otro como
socio de clubes u organizaciones. y especialmente otro Co.
mo miembro de una Iglesia. De aquí surge el cristianismo
dominical (el esquizofrénico) como inteligentemente lo.
apuntó el Profesor López, y es el que se acuerda de Dios
sólo el domingo, porque durante los otros días de la sema-
na debe desempeñar papeles muy distintos, aparentemente
incongruentes con el religioso.
El retraso de que hablo se manifiesta externamente en
la imagen adversa que de la Iglesia tiene el público en
general, la gran masa secular. Es la presencia de una enti-
dad venerable pero inefectiva; pía, pero medio hipócrita;
algo masoquista, porque gusta de récordarse los pecados
que cometen sus miembros; algo senil, porque el impulso
religioso lo ¡sienten más agudamente los ancianos; fútil-
mente puritánica, especialmente cuando organizan com-
parsas novelísticas, y resistente a reconocer cualquier mé-
rito en lo nuevo. Lo más que se le reconoce es su papel
como conciencia moral, elemento que en verdad puede
ser positivo para justificar el renovado rol de la Iglesia
en el mundo moderno.

E internamente, el retraso cultural religioso ise expresa


en la acomodación pasiva o semi-inerte de los directores
y miembros activos de la Iglesia, así sea en congregacio-
nes, como en sínodos y consistorios; en su conservatismo
muchas veces ciego y ¡prurito de retitud y, en la descon-
fianza al examen de la evidencia que en lo teológico v
escritural han venido acumulando los expertos. El retraso
interno se manifiesta en cliques de familias que preten.
den dominar en las congregaciones por razones de presti-

130 * en g
A ds > A

$
gio o posición, o en el énfasis sobre las prácticas rutinarias
- 0 de antiguo conocidas y en el temor al riesgo, así sea
éste provisorio. Es evidente que la Iglesia, para poder
cubrir en parte la distancia en que se encuentra en rela-
ción con otras instituciones, debería adquirir alguna men-
talidad aventurera, con el fin de aprender de la experien-
cia. Esta aventura debe dar resultado si ella se efectúa.
de la mano de Dios. No es imprescindible que para po-
nerse al día la Iglesia, deba comprometer sus creencias;
pero parece claro que deberá verterlas en nuevos contex-
tos que sean más entendibles para el hombre moderno
con el fin de que éste pueda traducirlas a su vida diaria.
Sólo así se justificaría la supervivencia de la Iglesia en
el mundo de hoy.

Por último, podemos deducir también que el esfuerzo


para disminuír el retraso cultural debe partir de la re-
novación interna de la misma Iglesia, ya que no es dable
pensar, en que el resto de la sociedad detenga su tasa de
cambio para esperar a que la Iglesia le dé alcance, ni
que de otras instituciones se preste una ayuda sustancial pa-
ra aliviar el problema religioso.
Esto implica un esfuerzo concienzudo para hacer. un
auto-examen objetivo y frío de las circunstancias y una
decisión para modificar lo que debe ser trocado dentro del
molde eterno del cristiano. Ahora estamos haciendo parte
del auto-examen. Y esperemos que muy pronto la iglesia
se decida a renovarse, pues en ello va su propia super-
vivencia como grupo humano organizado.

+ 331
MOMENTO SOCIO-ECONOMICO ACTUAL
DE AMERICA LATINA

Joaquín Beato

Un semanario de Río de Janeiro señaló recientemente


lo siguiente: “Ningún jefe de Estado latinoamericano es-
tuvo presente en las ceremonias fúnebres del presidente
Kennedy. Motivo: que casi todos los países democráticos
de América Latina están en crisis y los otros sumergidos
en regímenes dictatoriales”.
Este es un sumario casi aceptable de la actual situación
política latinoamericana. No lo es totalmente, porque
no Cabría en cuatro líneas. Es necesario añadir que las
dictaduras existen de hecho, aunque sea en países de me.
nor importancia, al paso que las democracias no existen
de hecho, porque debido a factores socio-económic
os,
nuestros países considerados democráticos, son de
hecho
gobernados por oligarquías económicas poderosas.
Puédese afirmar que la palabra “crisis”, en esta situa-
ción, de modo general, es una señal prometedora,
porque
señala la marcha, el proceso que se acelera, de la
sustitu-
ción inevitable de las estructuras económicas, sociales y
políticas, ¡por otras nuevas que resulten en un desenvol-
vimiento económico y social rápido, y en el plano político,
en una democracia real,

VA
Pero no me compete hacer generalizaciones sino presen-
tarles algunas informaciones concretas que les puedan ayudar
a formar una imagen realista de la situación socio-econó-
mica de América Latina en el día de hoy. ,

Comencemos por la población. En el mundo latinoa-


mericano se encuentran Europa, Asia y Africa. Los des-
cubridores y colonizadores fueron europeos de la Penín-
sula Ibérica y latinomediterránea. ¡Aquí encontraron
aborígenes de origen asiático. Los africanos vinieron como
brazos para el trabajo, que asumió la forma de esclavitud.
Los países predominantemente europeos, son: Uruguay con
99.45 ¡por ciento de blancos, Argentina con 89.30 por
ciento; Costa Rica con 85,67 por ciento y Brasil con 56.89
por ciento. Son predominantemente indígenas: Bolivia con
55 por ciento; Ecuador y el Perú con 40 por ciento. Son
mestizos de esos dos grupos ppredominantemente Hondu-
ras con 80 por ciento; el Salvador y Nicaragua con 75 por
ciento; Paraguay con 70 por ciento; México y Panamá con
60 por ciento; Chile con 50 por ciento y Colombia con
46 por ciento. Haití es enteramente “africano”. El Brasil
tiene el menor número absoluto de negros, 9.100.000,
cerca del 13 por ciento, y mulatos tiene 14 millones, cerca
del 20 por ciento. En Colombia hay un 28 por ciento de
europeos, 22 por ciento de mulatos. En Venezuela el 60
por ciento de la población compónese en partes iguales
de mestizos y mulatos, habiendo un 27,5 por ciento de
europeos. En este complicado calidoscopio predominan
como se ve, el elemento europeo y el mestizo.

La población total de América Latina, se acerca a los


200 millones, Hay un promedio de 10 habitantes por ki-
lómetro cuadrado, estando algunos países por encima de

huta
ese promedio, principalmente en América Central, sobre
todo El Salvador con 122 habitantes por Km”, y en Las
Antillas y Haití con 126. Por debajo de ese «promedio,
están Argentina y Perú con 8 habitantes por Km2., y
Venezuela con 7, Paraguay con 4 y Bolivia con 3 habi-
tantes por Km”. En el período de:1925 a 1950 la pobla-
ción de América Latina creció en 63 por ciento mientras
que la población mundial creció apenas un 31 por ciento.
Calcúlase que de 1950 a 1975 el crecimiento será de un
86 ¡por ciento; el porcentaje para todo el mundo en el ms-
mo período, está alculado en un 35 por ciento. Se pre-
vee que para los 25 años siguientes, de 1975 a 2000, el
crecimiento se acelerará debiendo llegar aproximadamente
a unos 590 millones de habitantes en aquella última fecha.
Esa “explosión demográfica” hace de América Latina hoy
una región que conoce el más rápido ritmo de crecimiento
en su población.
La gran mayoría de los países latinoamericanos presen-
ta un cuadro demográfico predominantemente rural.
Excepto Uruguay con 19 por ciento; la Argentina con 32
por ciento; Chile con 34 por ciento; Venezuela con 39 por
ciento; Cuba con 45 por ciento y México con 50 por cien-
to; todos los otros países tienen más de la mitad de la
población viviendo en el medio rural en las condiciones
más ¡precarias de alimentación, habitación y salud. Constá.
tase sin embargo, en México, Brasil y Colombia, a través
de los censos decenales, una diversificación en la estruc-
tura rural-urbana. No teniendo expresión numérica apre-
ciable el desempleo urbano en estos países, es evidente que
la movilidad espacial denota ascenso social, porque re-
presenta transferencia desde el sector de baja renta “per
capita”, hacia los sectores de más alta renta individual.

134
Argentina y Uruguay, que gozan de situación innega-
blemente privilegiada en el cuadro general latinoamerica-
no, tienen poblaciones preponderantemente urbanas como
hemos visto más arriba.
Esos mismos países tienen el más alto contingente de
alfabetización, porque cerca del 88 y 87 por ciento de
sus poblaciones de diez años de edad para arriba, saben leer
y escribir. El contraste más flagrante con ésto lo presenta
Haití, Guatemala y Bolivia, con apenas 10,5 por ciento;
29.7 por ciento y 31.1 por ciento, de alfabetizados de la
misma edad.

El conocimiento de las diferentes edades de la pobla-


ción es importante, entre otras cosas, para un buen pro-
grama de salud pública y de construcciones escolares, para
ra el cálculo de la mano de obra disponible y el costo so-
cial de las jubilaciones. La población de los países latinoa-
mericanos se ha caracterizado por una pirámide formada
por tipo joven, característica de los países que tienen una
elevada tasa de natalidad y un coeficiente elevado de mor-
talidad. Países con tales características presentan en ge-
neral una estructura económica de base agraria. La propor-
ción de menores de 15 años es: en Paraguay 44 por ciento;
en Brasil y en Colombia, 42.5 por ciento; en Guatemala,
42.2 por ciento; en México 41.2 (por ciento; el grupo de
15 a 64 años de la población activa económicamente, re-
presenta 64 por ciento en Argentina, y 59.3 por ciento en
Chile o en Cuba, no habiendo datos para el Uruguay. Sa-
bemos también que estos países presentan pequeños con-
tingentes de menores de 15 años (30.7 por ciento, 37.2
por ciento y 36.3 por ciento, respectivamente), alcanzan.
do sus poblaciones de 65 años o más una proporción de

*. 133
4.3 por ciento, 3.5 por ciento y 4.3 por ciento. El pre-
dominio de la población joven aumenta la carga econó-
mica. El coeficiente medio de dependencia, esto es, me-
nores de 15 y mayores de 65 años, es de 84 por ciento.
Sólo Argentina, Cuba y Chile tienen número menor que
el promedio general. Más es (posible que los enormes con-
tingentes de menores, en toda la América Latina, contri-
buyan para el desenvolvimiento, ampliando el mercado
consumidor, y principalmente, constituyendo un potencial
de energía para su producción, ;
La renta por habitante es el índice más significativo en
la apreciación del ¡subdesarrollo económico. Mientras que
Estados Unidos con 9 por ciento de población mundial, Ja
renta es de 2.050 dólares, en América Latina, con 8. por
ciento, ella alcanza un promedio de 420.7 dólares. Apenas
cinco países rebasan el promedio. En tres de éstos últi.
_ mos la renta por cápita es inferior a 200 dólares; en 6
países es inferior a 300, en $ es inferior a 460. Los cuatro
países de más alta renta, Argentina (799), Venezuela —
(644.5), Uruguay (560.9) y Cuba (516), es todavía de
3 a 4 veces inferior a los Estados Unidos. Conviene hacer
resaltar sin embargo que en el caso de Venezuela, el
valor comparativamente alto de la renta ¡por cápita, no
significa un nivel de vida elevado, porque hay gran
con-
centración de rentas en el sector petrolífero (92 por cien-
to de las exportaciones del país están representadas
por el
petróleo). En Chile (452.9) en el año 1954, tres por
ciento de las personas obtuvieron 25 por ciento
de la
renta per cápita total, y cerca de 55 por ciento recibiero
n
menos que 16 por ciento de ella. En El Salvador,
en 1950,
$ por ciento de familias recibían más de la mitad de
la renta por habitante, en tanto que 61 por ciento de ellos
136 *

participaban apenas del 29 por ciento de esa renta. Los
factores que influyen para que se acentúe la distribución
desigual de las rentas en América Latina son, entre los
principales, la concentración de propiedades de tierra, la
baja producción de las rurales y de ciertas actividades
en zonas urbanas, el desempleo, y en ciertos casos, la ex.
trema desigualdad de educación. También es muy común
Gue las rentas ise distribuyan de manera muy desigual entre
las diversas regiones geográficas de un país. En Brasil siete
Estados del centro o del sur del país, con 39 por ciento de
la población total, reciben 89 por ciento de la renta na-
cional; los restantes 70 ¡por ciento de la población, re-
ciben solamente 26 por ciento. La desigualdad excesiva de
la renta, además de las implicaciones económicas, traen
consigo grandes consecuencias para la integración social.
Grandes sectores de la población quedan relegados a un
nivel de vida muy inferior, y como esta situación se asocia
siempre con el analfabetismo, esos grupos no tienen, prác-
ticamente, oportunidades de participar en la actividad
económica productiva.
La mitad de la población activa total, que se dedica a
las actividades agropecuarias, solamente contribuye con
una Cuarta parte de la producción bruta nacional. De ahí
proviene también la inflación que se registra en la mayoría
de los países de América Latina, y que se traduce en un
continuo y voluminoso aumento de los precios. Un obre-
ro de Río de Janeiro, podía comprar, en 1956, con una
hora y 45 minutos de trabajo, alimentos de diez tipos di-
ferentes, usados por la clase media, en cantidad suficiente
para alimentar una persona. Para comprar lo mismo, ac-
tualmente, con un cálculo optimista, deberá destinar cua-
tro horas y media de trabajo.

WU
E
Indices significativos de las condiciones generales de
salud son: disminución en los índices de mortalidad (so-
bre todo por enfermedades infecto-contagiosas), el au-
mento general de los índices relativos a la duración de la
vida y al aumento de la estatura media de la población.
No hay datos para ésto último en lo que se refiere a la
América Latina, pero se ha observado que en las regiones
más desarrolladas del mundo moderno la estatura media
de la población adulta aumentó de 3 a 6 centímetros. La
esperanza de vida más larga, 65 años en Costa Rica (1951)
y Argentina (1947), corresponde a la situación que ha-
bía en los Estados Unidos en 1929-1931. En cuanto a mor-
talidad infantil, para el año de 1958, tenemos los siguientes
datos: tasas entre 20 y 30 por mil Estados Unidos; tasas
entre 50 y 70 por mil Panamá, Argentina, Honduras, Ve-
nezuela, Nicaragua; tasas entre 70 y 90 Paraguay, Uru-
guay, República Dominicana, México, Perú, Salvador, Cos- -
ta Rica; tasas entre 100 y 105 Colombia, Ecuador, Gua-
temala; tasa alrededor de 125 Chile. En cuanto a morta-
lidad general, tenemos el siguiente cuadro: tasas entre $
y 10 por mil: Cuba, Uruguay, Bolivia, Argentina, Nica-
ragua, República Dominicana, Panamá, Costa Rica, Vene-
zuela, Estados Unidos; tasas entre 10 y 15: Perú, Honduras,
Chile, México, Colombia, Salvador; entre 15 y 16; Ecua-
dor. Alrededor de 21 por mil: Guatemala. Mientras en los
Estados Unidos había 6,956 hospitales en 1957, en toda
la América Latina había 5.618. En los Estados Unidos
había 9.6 camas por mil habitantes; en la América La-
tina, sólo Argentina, Costa Rica, Uruguay y Chile tenían
5 camas, o poco más, por mil habitantes; mientras en el
otro extremo, Bolivia, Salvador, México y Haití (0.6)
tenían menos de dos. En término medio hay un médico

138*
para cada dos mil habitantes latinoomericanos. En los Es-
tados Unidos en 1956 había un médico por cada 790 per-
sonas.

Otro índice de subdesarrollo económico de una socie-


dad es la proporción de analfabetos que existen en ella.
Podemos, en relación al porcentaje de analfabetos mayores
de 15 años, separar los países latinoamericanos en tres
grupos: 1). Los que tienen porcentajes medios igual a
16.6 por ciento; Argentina, Uruguay, Chile, Costa Rica
y Cuba. II). Los que tienen porcentajes medios igual a
45.7 por ciento: Panamá, Paraguay, Colombia, México,
Ecuador, Venezuela, Brasil y Perú. UD). Porcentaje medio
igual a 69.9 por ciento: República Dominicana, El Salva-
dor, Nicaragua, Honduras, Bolivia, Guatemala y Haitj.
Como regla general se nota marcada correlación entre el
analfabetismo, la renta por cápita y el porcentaje de pobla.
ción rural. Son excepciones: Costa Rica, con baja renta,
alto porcentje de población rural y porcentaje de analfa-
betos relativamente bajo; y Venezuela, con alta renta,
porcentaje de población rural relativamente bajo y alto
porcentaje de analfabetos.

En cuanto a la educación escolar, en apenas 4 países, Ar-


gentina, Chile, pera y Cuba, el grueso de la población
trecuenta de 4 a 6 años de escuela primaria, en los demás paí.
ses, la mayor parte de la población no llega a completar 4
años de escuela. La participación en la ensebanza técnia, en
el total de las matrículas de la ensebanza media es de apenas
20 por ciento. Menos de la mitad (46.5 ¡por ciento) de
la población de 5 a 14 años se matricula en la escuela pri-
maria; y apenas hay 2 por ciento en término medio que se
matricula en la escuela secundaria. Y solamente el 23.5

* 9
por diez mil (término medio) se matricula en escuelas
superiores, (universidades).
No es de admirarse, por tanto, que la América Latina
se halle en crisis. Después de que la técnica ha logrado
acercar a los países, y que los' medios de comunicación
para las masas llevó al conocimiento de todos los niveles
de vida vigentes en los países más desarrollados; después
de la revolución rusa y de la propagación del marxismo
como ideología revolucionria; después de la propagación
del mensaje cristiano sobre la dignidad fundamental del
ser humano, creado por Dios, en Cristo, a su imagen y.
semejanza; después del ejemplo del surgimiento de los
pueblos coloniales de Asia y Africa en su lucha por la
descolonización y el desarrollo económico; era imposible
que la revolución no llegase también a América Latina.
Cualquiera que sea su forma, se trata, en el fondo, de la
lucha contra el subdesarrollo. El subdesarrollo es la po-
breza eliminable, y por lo tanto innecesaria y patológica.
Y todos los datos que acabamos de dar colocan inequívo-
camente a la América Latina entre las áreas subdesarro.
lladas del mundo. Si nó, veamos:

1. La “explosión demográfica” es superior al ritmo de


crecimiento económico, lo que quiere decir que.
la pobreza aumenta en relación directa con el cre-
cimiento de la población.

2. A su vez, este crecimiento demográfico resulta del


hecho de que somos países subdesarrollados, esto
es, la mayoría de los latinoamerianos viven en a
zona rural. Todos sabemos que en el campo rural
la natalidad es bien alta. En los países que se indus-

140*
trializan el coeficiente de natalidad se reduce pro-
gresivamente.

Más de la mitad de los latinoamericanos reciben una


renta inferior a los cien dólares ¡por año, ya que vi-
ven en la zona rural. Su régimen alimenticio es ina-
decuado. Su casa no tiene el mínimo esencial de
espacio, higiene, agua potable, servicios sanitarios,
electricidad, muebles, etc.

La mayor ¡parte de los latinoamericanos vive al


margen de cualquier sistema de protección social,
sin escuelas, sin médicos, sin hospitales.

De los 50.000.000 de latinoamericanos de edad es-


colar, 27 millones no frecuentan ninguna escuela;
de los 23 millones que se matriculan en la escuela
primaria, solamente 3 millones continúan estudios
secundarios.

De la población escolar latinoamericana solamente


600 mil asisten a cursos técnicos intermedios; y de
la ¡población total, esto es, entre 200 millones de
personas, solamente 470.000 se matriculan en cursos
superiores.
De cada 100 latinoamericanos mayores de 15 años,
45 son analfabetas, no saben leer ni escribir.

En cuanto a renta per cápita, un norteamericano


recibe cinco veces más, en promedio, que un latinoa.
mericano.
Del 3 al 8 por ciento de los propietarios poseen del
60 al 80 por ciento de las tierras cultivables; al paso

* 141
que 4.5 millones de familias forman la población
marginal de las ciudades, viviendo en tugurios.
10. La población rural, siendo superior al 50 por cien-
to, tiene poquísima influencia en la vida política
nacional.

11. Más de un tercio de las residencias latinoamerica.


nas no tienen agua corriente.

12. De la poblacón total, más del 70 por ciento sufre


de enfermedades “carenciales” esto es, ocasionadas
por la pobreza y el hambre. Dos terceras partes 10
gozan de asistencia social alguna. Dos tercios tam-
bién viven en condiciones de trabajo semi-feudales.
13. En cuanto a la expectativa de vida, en los Estados
Unidos es de 70 años, en la América Latina no se
vive, en promedio, sino 35 años.
14. Para alcanzar la renta per cápita de Europa Occi-
dental, dentro del actual ritmo de desarrollo econó-
mico, la América Latina tomaría 40 años. Pero de-
bido a que los paises desarrollados tienen un ritmo
de crecimieto económico superior a los subdesarro-
llados, al cabo de 40 años la diferencia entre nosotros
y Europa sería todavía mayor de lo que es hoy.

“Insuficiencia alimenticia, reducida expectativa de vida,


altas tasas de mortalidad infantil y general, baja renta na-
cional, bajos niveles de vida, violenta desigualdad de ren-
tas, predominio de estructura agraria, estructuras sociales
anticuadas cCoexistiendo con estructuras modernas, poca
densidad de las clases medias, poca integración nacional,
subempleo, desempleo disfrazado, y empleo estacional, ex.

149 *

ni”
_plotación del trabajo de menores de edad y del trabajo fe-
menino, altos índices de prostitución, —todo el cuadro
clásico del subdesarrollo constituye el ultrajante paisaje
social y humano de América Latina” (Franklin de Oliveira,
en Revolución y Contrarevolución en Brasil, p. 83).
La situación económica, puede retratarse así:

“En general, la estructura de la producción y del em-


pleo en la mayoría de los países de América Latina, es
característica de los países de bajo nivel de renta. A sa-
ber: predominio de las actividades primarias y de los ser-
vicios de baja producción, altas exportaciones de un nú-
mero reducido de productos agropecuarios o de minera-
les, y alta proporción de importaciones de artículos ma-
nufacturados de inversión y de consumo, en algunos ca-
sos, y de materias primas y artículos elaborados de impor-
tancia primordial para las actividades industriales. Esta es-
tructura del comercio exterior latinoamericano influye de
manera decisiva para que la economía de los países de la.re-
gión sea extremadamente vulnerable a las fluctuaciones
que se producen fuera de ellos, perjudicando en esta for-
ma su capacidad de alcanzar una tasa aceptable de desa-
rrollo económico” (B. Cabezas de González, en Mensaje,
xiil62 - p. 637.8).
Me gustaría terminar con tres citas rápidas de la pastoral
colectiva del episcopado chileno (Octubre 18. 1962):

“Puede decirse que todos los países de América Latina


están pasando por un período de grandes dificultades con
respecto especialmente al orden económico, político y so-
cial. Esto es indicio de una tensión peligrosa y de. situa-
ciones que no corresponden al orden deseado por Dios”.

* 143
““...La iglesia concretamente no puede aceptar tampo-
co que se mantenga en Chile (podemos substituir: en
América Latina), una situación que viola los derechos de la
persona humana, y por lo mismo, la moral cristiana. Es el
deber imperioso de los católicos (podemos substituir: de
los cristianos) procurar una renovación profunda y rá-
pida de este estado de cosas anticristiano”.

“Ante la realidad, que no es posible ocultar, y ante los


repetidos hechos que revelan el malestar general, debemos
hacer ver con claridad a nuestros hijos (feligreses) que
las soluciones, o las proponemos e impulsamos enérgica.
mente nosotros los cristianos, o ellas nos serán impuestas
contra nuestra voluntad, en forma que herirán nuestros
más caros intereses. Por esto... la hora que vivimos es
la hora de la acción”.

144*
4—La Realidad Político-Ideológica

LA REALIDAD POLITICA DE AMERICA LATINA

Melchior Díaz Rubio M. D.

. Muy queridos hermanos:

Ciudadanos presbiterianos de América:

El señor doctor Ricardo Shaull nos ha adentrado en


el tema de la Realidad Político-Ideológica de América
Latina y nos ha expuesto la presencia de nuevos factores
que están exigiendo cambios en la estructura político-so-
cial de nuestros pueblos.

En efecto, la estructura político-social que guardan la


inmensa mayoría de nuestros pueblos americanos es de
un franco retraso. El término nada decoroso de países
subdesarollados con que se nos designa tiene su razón
de ser; pero la responsabilidad de que se encuentren en
tal estado de retraso se debe a los países colonialistas que
ejercen una política de explotación sobre los pueblos eco.
nómicamente débiles, a la hegemonía que sobre la con-
ciencia de los humildes ha ejercido la Iglesia de Roma, y
2 la debilidad y falta de coordinación y correcta planea-
ción de nuestros movimientos libertarios y de ubsración
económica.

( o 145
La situación político-social de nuestros pueblos es se-
mi-feudal: hay una desproporción pavorosa entre los que
mucho tienen y los que carecen de todo; entre los que
viven y los que vegetan; entre los que gobiernan y los
gobernados; entre los pocos instruidos y los millones de.
ignorantes; entre unos cuantos que poseen la tierra y los
parias que la trabajan. El mundo de las injusticias, de la
desigualdad, de la enfermedad, del hambre, del dolor, «de
la ignorancia, de la insalubridad, y por tanto el mundo dei
odio, del terror, de la falta de amor es la patria de Amé-
rica. No debe ser consuelo para nosotros que haya otros
continentes y otros pueblos que estén en peores condicio-
nes que nosotros. No es tampoco una reflexión pesimista,
señalar el mal es el primer paso en la búsqueda de metas
superiores y la América nuestra contempla una aurora de
redención y de dignidad. Su efervescencia, su inestabili-
dad política, su convulsiva inquietud, sus experimentos
políticos y su despertar de conciencia, son signos inequi-
vocos de que se apresta a liquidar los viejos sistemas que
la mantienen en niveles infra.humanos, y a perfeccionar
los nuevos sistemas de dignidad humana, de justicia so-
cial que preservarán a la humanidad de su degeneración y
favorecerán su perfeccionamiento, para lo cual nosotros
consideramos una meta, la del Varón Perfecto.

En el terreno social son hoy en día tres los principales


azotes de nuestros pueblos la ignorancia. la insalubridad y
la pobreza. Desde el Río Bravo hasta la Patagonia asolan
nuestros campos, siembran la desesperación y retrasan
nuestro progreso. Y consideramos que los hombres que
gobiernan nuestros pueblos no han tenido la visión clara
y menos la decisión valiente de afrontar estos problemas
con energía. Más aún, los propios sistemas que forman

146 *
la estructura política, son un estorbo y están retrasando
la evolución de nuestros pueblos.

En la historia de la humanidad dos castas han sido fac-


tores de retroceso: la militarista y la sacerdotal. Los mi-
litares cuando éstos no constituyen el Ejército del Pue-
blo, destinado a defenderlo y a proteger las instituciones
que el propio pueblo se ha dado, sino forman una casta
privilegiada que detenta el poder y la riqueza. La casta
sacerdotal cuando ésta no representa los intereses espi-
rituales, y menos los del Dios Verdadero, sino que re-
presenta los intereses de un Clero Político, privilegiado,
que busca el poder terrenal y económico para sus fines
mundanos.

Y cuando en el mundo se asocian estas dos castas, la


sacerdotal y la militarista, surge la. dictadura más odiosa
que subyuga el alma y el cuerpo. Algunos de nuestros
países siguen bajo esta nefasta influencia, que mientras
no se destruya, será imposible su liberación. Los Gol-
pes de Estado que se han daro en algunos países tienen
esta explicación, asociada a un tercer factor que viene
a agravar nuestra situación: la influencia de los intereses
extranjeros, de potencias económicas que buscan privi-
legios en el país. Los dictadores de América siempre han
tenido riqueza y apoyo militar del extranjero a cambio de
hipotecar todos nuestros recursos, de agotar los recursos
no renovables y de someter a nuestros pueblos en la su-
misión y la ignorancia. En beneficio del pueblo nada han
dejado, pues nunca ha sido su propósito resolverle sus
problemas. Por eso, a medida que el mundo progresa, ¡a
población aumenta y Latinoamérica se estanca, sus pro-
blemas se multiplican y agudizan. A' medida que el tiempo

* 147
E:

pasa y se difiere la solución de sus problemas, mucho


más difícil será resolverlos; pero lo peor es que ni siquiera
tiempo está habiendo para resolwerlos; ha hecho crisis
la situación y se ha llegado a un punto álgido en el cual
solo un grito se escucha: “solución a los problemas”. La
solución a los problemas de Latinoamérica tiene dos ca-
minos: la forma violenta, brusca, cruenta, o la forma
progresiva, pacífica pero decidida. Ambas significan una -
Revolución; la primera es una Revolución Armada y la
segunda es una Revolución Pacífica. De todas maneras
revolución, cambio de métodos y sistemas, cambio de po-
lítica, de tendencias, de propósitos; cambio de conceptos,
de ideales; cambios de gentes y de situaciones... cambios
cambios... cambios... La voz de Cristo no se ha escu-
chado: Mateo 10:34. “No penséis que he venido para
meter paz en la tierra: no he venido para meter paz,
sino espada...”

La Revolución de Cristo, única en el mundo, no fue


una revolución cruenta, ni armada, y fue más profunda
y drástica que las guerras; fue una Revolución Integral,
que ha transformado, no solamente los sistemas y las cosas,
sino que transforma al propio hombre hasta lo más ínti-
mo. La revolución del hombre, es la revolución univer-
sal, es el cambio del viejo hombre, al nuevo hombre.
Como el hombre se afianza a este mundo, amando sus Cco-
sas; así los pueblos se obstinan en conservar sus viejos e
inoperantes sistemas, hasta que viene un avivamiento que
hace surgir la necesidad ingente de transformación. El
Evangelio debe ser el abanderado de las genuinas y ver-
daderas revoluciones, no de los tumultos y desórdenes,
sino de la profunda revolución del hombre, que lo trans-

148 *
fonme hasta en lo más íntimo. Y si eso se hace entre los
hombres, por qué no debería hacerse entre los pueblos?

La Situación Mexicana

Considero, sin vanidad, ni jactancia, que mi país (Méxi-


co) es uno de los que ha alcanzado en nuestro Continente,
mayor evolución social y perfeccionamiento de sus insti-
tuciones democráticas.
Después de tres siglos de dominación española que nos
sumieron en la ignorancia, la humillación y el vasallaje,
cuya época es típicamente representada por la llamada
“Santa Inquisición”, México, al igual que América Hispa-
na, realizó su guerra de independencia hace 150 años.
Vivimos entonces la época de los países feudales, domina-
dos por una casta militarista sacerdotal. Fue necesaria ia
Guerra de Reforma que culminó con la Expedición de
las Leyes de Reforma en 1857 que establecieron definiti-
vamente la separación entre la Iglesia y el Estado. Entra-
mos entonces en la era del Liberalismo Clásico, individua-
lista, burgués, que conservó las profundas diferencias so-
ciales y fue incapaz de resolver los problemas y el ham-
bre de las masas. Fue necesaria la Revolución popular de
_ 1910, de implicación francamente social, que culminó con
la Constitución de 1917, que es la que actualmente nos
rige. Su movimiento armado luchó por el problema de
la tierra. “La tierra es del que la trabaja” fue el grito de
Zapata; por una distribución más equitativa de la Tierra
y de sus riquezas, surgiendo entonces el Reparto Agrario.
El gobierno de la Revolución ha repartido la tierra a los
ejidatarios; pero ha: conservado tamgién la pequeña pro-
piedad privada, que la Constitución garantiza en 100 Hcts.

* 149
- de riego, o sus equivalentes, como máximo. Consideramos
que ésto ha sido lo básico, que ha servido para tranquili.
zar al pueblo, pero de ninguna manera lo único. Para
nosotros la Revolución no ha terminado, sigue su proceso
evolutivo, hacia la conquista de nuevas metas de justicia
social. Para nosotros han terminado las luchas armadas;
pero sabemos que tarde o temprano volverían si se frena
la revolución. Estamos en revolución pacífica, pero con.
tinuada. El Partido Revolucionario Institucional mantiene
en pie de lucha y vigilante a la Revolución. Hoy en día,
sus Metas Fundamentales son:

—Conservar la soberanía e integridad territorial de Ja


República.
—Sometimiento de gobernantes y gobernados al imperio
de la Constitución.
—Preservación de las libertades de pensar y creér, de
expresión, de imprenta, de trabajo y demás garantías in-
dividuales del hombre y del ciudadano.

—Efectividad y desarrollo de las garantías sociales.

—Derecho del pueblo a la educación y a la cultura.

—El interés colectivo prevalezca sobre el interés indi-


vidual.

—Crear las condiciones propicias para que los campe-


sinos, los obreros, el sector popular y el pueblo en general
disfruten de una vida socialmente justa.

—Un desarrollo económico acelerado mediante la pla-


neación económica y social.

—El perfeccionamiento de la democracia.

150 *
—El establecimiento de un orden internacional basado
en los principios de autodeterminación de los pueblos, no
intervención, igualdad jurídica de las naciones y paz ci-
mentada en la justicia, la observancia de los compromisos
internacionales legales y libremente contraídos y la con-
vivencia pacífica entre todos los países, independientemen.-
te de su régimen social y político.

—La realización de estas metas contribuirá para que los


mexicanos vivan con dignidad, igualdad y seguridad.

En Latimoamérica hoy en día son imperativos


impostergables:

1. Fortalecimiento de todas las tareas tendientes a ele-


var las condiciones de vida de los amplios sectores
económicamente débiles; específicamente ¡para pro-
porcionarles el disfrute de alimentación suficiente,
vestido decoroso y vivienda apropiada, que son
marco esencial para dignificar al individuo y a la
familia.

2. Programas de desarrollo económico que determi-


nen aumento real de la renta por individuo, como
consecuencia de la mayor productividad del tra-
bajo y la mejor distribución de la riqueza, lo cual
fortalece el poder adquisitivo y de consumo de las
grandes mayorías.

3. La seguridad social que es una legítima aspiración


del pueblo para garantizar la diaria existencia de
los trabajadores, su salario, capacidad productiva,

hr 1d"
la tranquilidad y bienestar de la familia y el mejo-
ramiento de la vida en el hogar.

Todos los habitantes de América tienen derecho a


la salud, entendida como bienestar físico y mental
del hombre, que preserva la vida y perfecciona la
especie. Para preservar la salud se requiere mejorar
la alimentación popular, extender la educación hi-
giénica y ampliar la salubridad y asistencia públi-
cas. Los adelantos técnicos y científicos deben estar
al servicio de la salud pública.

La función social educativa corresponde al Estado


y esta debe proporcionarse al pueblo en forma gra-
tuita, con doctrina democrática, pacifista, obligato-
ria en el grado primario, universal, ajena a doctrinas
religiosas para conservar la paz.

La observancia le la Moral Pública. Combatir la


falta de probidad de los funcionarios públicos, evi-
tando el lucro indebido y el enriquecimiento ile-
gítimo.

Favorecer una mejor distribución de la tierra, pro-


piciando la Reforma Agraria.

Impulsar la integración y el desenvolvimiento de


las comunidades indígenas, superando las barreras
linguísticas, culturales, económicas y sociales que los
mantienen al margen de lez civilización.

El mejoramiento económico y social de los obreros


dentro del concepto de justicia social, dictando le.
yes laborales proteccionistas efectivas.

mz"
10. A los Estados corresponde una atención esmerada
a lOs jóvenes, proporcionándoles los medios necesa-
rios para que adquieran la capacidad cívica, técnica
y profesional suficientes para mejor servir a la Pa-
tria y a los semejantes.

11. La participación de la mujer en la vida política na-


cional eleva la moral pública y ennoblece las luchas,
acelerando el desarrollo social y el perfeccionamiento.
de las instituciones.

12. Los sistemas electorales se deben perfeccionar, fa-


voreciendo los partidos, garantizando el sufragio,
educando a la ciudadanía.

Pero por encima de todo, el corazón del hombre debe


cambiar, los sistemas humanos son imperfectos e insufi-
cientes, este Mundo necesita la dirección y la participa.
ción de su Creador. El hombre debe volver a Dios sin ol-
vidar a su hermano. La aplicación del Reino debe ser aqui
por los hombres de Dios. El cristiano no debe ser ajeno a
las necesidades humanas, debe simpatizar y luchar fuerte-
mente por resolver todos los problemas sociales. La po-
lítica necesita a los cristianos, no 4 la Iglesia. La Iglesia en
la Política se corrompe y eso es catastrófico, en su puesto
es faro y es vigía. La Iglesia está segura, pero los cristianos
estamos a prueba hoy en día. Que Dios ilumine y dirija
a los cristianos para servirle dentro y fuera de la Iglesia.

SR
TC
y 5
rs a
Vik LE E

LA IGLESIA Y LA SITUACION
POLITICO-IDEOLOGICA DE AMERICA LATINA

Ricardo Shauil

Cuando alguien, que no es latinoamericano y que poco


sabe de política, acepta la responsabilidad de hablar sobre
este tema, es necesario que ofrezca alguna justificación.
En mi caso, la preocupación principal durante más de
veinte años no ha sido la política sino la misión de la Igle-
sia. Y es precisamente esta preocupación la que me ha
llevado a dar cada vez más imortancia a la política, enten-
dida en su sentido más amplio. Por lo que toca a la misión
de la iglesia, estamos constantemente obligados a responder
2 dos preguntas:
1. ¿Qué es lo que significa, para el hombre de hoy,
el Evangelio de Cristo?

2. ¿Cómo puede el cristiano expresar su preocupación


por el hombre en la situación en que vivimos>,

Durante los últimos años, en mis contactos con la ju-


ventud de nuestras iglesias, he sido forzado a enfrentar
este problema. Me dí cuenta que muchos de los mejores
jóvenes no están satisfechos con las respuestas que esta-
mos dando a estas dos preguntas. Ellos insisten en que,
si Jesucristo es realmente Señor y Salvador, el Evangelio

154.
tiene que ser una Buena Nueva para la situación concreta
en que están viviendo, en medio de los problemas que
enfrentan y de las preocupaciones que tienen. Y que el
servicio cristiano debe significar un servicio al hombre
en la situación en que se encuentra en este momento.

A mi modo de ver, esta exigencia es fruto del Evan-


gelio mismo. Cuando Dios quiso salvar al hombre no nos
mandó una verdad eterna escrita sobre una tabla. Más
bien, se encarnó en el mundo, en la situación concreta
del hombre de aquel tiempo. Asumió la vida de un judío
de Palestina; vivió la vida humana de un carpintero de
Nazareth. Así fue como se hizo visible; en esta forma
fue como el Nuevo Hombre se convirtió en una realidad
entre nosotros. La Iglesia, por lo tanto, no puede scr
simplemente una institución religiosa sin relación con la
vida del hombre y del mundo. Ella es el Cuerpo «de Cristo,
quien es el Nuevo Adán. La Iglesia es la nueva humanidad
que aparece en el mundo, gracias a la transformación y
reorganización de la vida total del hombre, en toda su
complejidad, en un cierto momento histórico. Si no fuera
,

, la vida cristiana sería meramente una vana espiritua-


lidad, sin pertinencia, sin apelación a las personas que
se preocupan más seriamente por la situación humana.

Un ejemplo interesante de lo que acabo de decir se


encuentra tanto en el Catolicismo como en el Protestan-
tismo latinoamericano de fines del siglo pasado y de co-
mienzos de éste. Reconociendo todos los riesgos que se
corren al hacer generalizaciones, creo que podemos decir
que a fines del siglo XIX el Catolicismo Romano se en.
contró en medio de una situación hostil. El espíritu anti-
clerical era sumamente fuerte.

* 155
Fue muy grande el impacto producido por las ideas de
la Uustración Europea, de la Revolución Francesa y Ame.
ricana. Surgió de ahí un liberalismo que la Iglesia fue in-
capaz de enfrentar. Junto con las nuevas ideas vinieron
formas de vida social y política bien diferentes a las que
la iglesia estaba acostumbrada por siglos.
Esto trajo por resultado el desplazamiento de la iglesia
del centro de la vida intelectual y social de la época. Si
bien la jerarquía procuró imponer su voluntad en la vida
nacional, la verdad es que la iglesia no estaba realmente
presente en el pensamiento, la vida y en las luchas de los
hombres de varias generaciones. Como consecuencia per-
dió terreno en una forma espantosa. Perdió primero a
los intelectuales, y poco a poco fue perdiendo también
su influencia sobre las masas. Sólo hoy día está ella comen-
zando a recuperar el terreno perdido.

Durante este mismo período, el Protestantismo entró


en una relación sumamente interesante y creadora con
la misma situación. El Protestantismo anglosajón se ha-
bía desarrollado en una sociedad agraria, en donde con-
siguió una penetración notable y donde realizó una obra
tronsformadora en todos los aspectos de la vida. Las for.
mas de vida que resultaron de esa situación, importadas
a la América Latina, sirvieron para crear, aquí también,
un movimiento evangélico de gran vitalidad. Los hombres
de pensamiento más avanzado de la época estaban domi-
nados por un nuevo ideal, el de una sociedad libre Yo des
mocrática, y buscaban la manera de dar forma a este tipo
de sociedad. El Protestantismo apoyaba estos mismos idea-
les y por medio de su trabajo entre las masas estaba con.
tribuyendo a crear una base nueva para una vida de res-

156 *
ponsabilidad. Muchos de los hombres más sensibles, que
buscaban una vida nueva, más profunda y de mayor sig-
nificado, hallaron precisamente ésto en la experiencia re.
_ligiosa y en la vida comunitaria del Protestantismo. No
es sorprendente que en varios países los mismos jefes
del gobierno hubieran convidado a los misioneros a es-
tablecer escuelas, distribuír la Biblia y predicar el Evan-
gelio.

Nuestra identificación con el tipo de sociedad que sur-


gió en aquella época fue tal que hasta el día de hoy toda-
vía reflejamos, en nuestra predicación y vida religiosa,
esta adaptación al medio ambiente.

Nos sentimos bien en una sociedad liberal y democrá-


tica de este tipo, sin muchas complejidades ni choques vio-
lentos. Hasta llegamos a pensar, a veces, que la perviven.
cia de la iglesia depende de la preservación de este orden.

Desafortunadamente, existen muchas señales en la Amé-


rica Latina de una crisis cada vez mayor de este estilo
de vida. De un momento a otro se puede producir otro
tipo de sociedad bien diferente. De todos modos ya ha sur-
gido una mentalidad nueva, especialmente entre los jó-
venes, Nos enfrentamos con nuevos problemas que exi.
gen otras soluciones. Este es el hecho que nos lleva al cam-
po político e ideológico, porque es en este campo donde
están aconteciendo las cosas nuevas que van a cambiar,
tal vez radicalmente, las formas de nuestra vida latinoa-
mericana.

Estas nuevas preocupaciones y esta nueva mentalidad


son el resultado de un largo proceso que no era tan evi-

* 157
dente antes, pero que hoy se ha hecho visible a todos los
que tengan ojos para ver. Me gustaría mencionar 'algunos |
aspectos de esta nueva situación:

1. Cada pueblo latinoamericano está procurando de-


finir claramente su identidad nacional. Existe una nueva
conciencia de la personalidad propia, y de la herencia
particular de cada nación; como también de las condicio-
nes especiales en que cada pueblo tiene que desarrollar
su
vida y cultura. De aquí surge también un nuevo sentido
de la importancia del desenvolvimiento de la vida nacio.
nal, y de la integración de ella, de todas las razasy clases
que se hallan unidas en un destino común. El joven que
llega a comprender la importancia de este proceso quiere
participar en él, de alguna forma. Desea contribuír a la
formación de la nacionalidad a través de la creación de
formas cada vez más auténticas de cultura, de organiza-
ción social y política, de filosofía y teología.

2. El rápido desarrollo económico se ha convertido en


una necesidad urgente. En todo el continente, el pueblo,
está llegando a comprender que su situación de miseria
no es inevitable, que sus países tienen recursos que pue-
den ser explotados para el beneficio de todos.

El aumento de la población es tan rápido que el ritmo


actual del crecimiento económico es apenas suficiente pa-
ra mantener el actual nivel de vida. En algunos casos,
ni siquiera para ésto. El desarrollo económico de los países
más adelantados es tan rápido que la diferencia entre el
nivel de vida de estos últimos y el de los países latinoa-
mericanos aumenta anualmente. El hombre que compren.
de está situación reconoce la necesidad de una. acción

NOA
>, o a O RA E AS SUS a ORO
pS aan SN LN da , y
A+

decisiva para cambiarla. Se de cuenta de la urgencia de


preparar técnicos, y de acabar con el control de los re-
cursos naturales del país por ¡parte de grupos extranjeros.
Aún más, él llega a la conclusión de que un mayor creci-
miento económico exigirá el aumento del poder del Es-
tado en la vida económica. Como lo ha dicho reciente-
mente un estudioso de los problemas políticos de los países
“subdesarrollados”, si el actual sistema político y econó-
mico fuera capaz de resolver este problema, el problema
no existiría ya. Sólo a través de nuevas formas será po-
sible cambiar la situación: de lo contrario la crisis será
cada vez peor, y será mayor la posibilidad de soluciones
aún más radicales.

3. El crecimiento económico, en América Latina, tie-


ne que ir acompañado de transformaciones bastante ra-
dicales en las estructuras de la sociedad de “reformas de
base”, como se dice en Brasil. Muchos economistas, espe-
cialmente de los Estados Unidos parecen pensar que todo
se resuelve aumentando el ritmo de crecimiento econó.
mico. El economista brasileño, Celso Furtado, ha demos-
trado que el problema es mucho más complejo en países
donde un sistema semi-feudal y rígido ha existido a través
de mucho tiempo. En estas circunstancias el mero creci-
miento económico pudiera enriquecer todavía más a los
privilegiados, y dejar a los pobres en una situación de
miseria, o aún empeorar su situación. Un aumento del
precio de los productos agrícolas no aumentará automáti-
camente la renta de los peones que viven en una condición
de semi-esclavitud en las fincas. Es indispensable una ,re-
forma agraria. La expansión industrial no traerá al obrero,
necesariamente, una vida mejor. Es también necesario que

59
1 4 CAM Ai ol AR
EE
A :
DeA
3 ” e e
YA
1

haya reformas en el sistema fiscal del país, en las relacio-


nes entre patronos y obreros, etc. La construcción de
mayor número de casas y de escuelas no es suficiente.
Son indispensables las reformas de base para que haya
mayor justicia e igualdad en la sociedad.
Pero ésto tampoco es cosa fácil de realizar. Si el tipo
de sociedad que tenemos actualmente fuese adecuado ¡para
este fin nuestra situación no sería tan grave. Muchas per-
sonas que ocupan posiciones de ¡poder dentro de la socie.
dad no comprenden la urgencia de estas reformas; en
muchos casos los partidos que gobiernan están tan com-
prometidos con el status quo que no tienen gran entusias..
mo por acabar con él.

Surge una nueva generación de personas que, frente a


la situación, se vuelven cada vez más impacientes y Pro-
curan encontrar los medios para cambiar la situación. No
sabemos qué sucederá en el futuro, pero podemos estar
seguros dé que esta lucha afectará grandemente las estruc-
turas de la vida nacional.

4. Las masas populares manifiestan un nuevo deseo


de participación en la vida nacional en general, y en la
vida política en particular. La “democracia liberal”, tal
como la conocemos en muchos lugares, ha significado el
control de la vida nacional por una (pequeña minoría.

La libertad ha sido la libertad de unos pocos para usar


el poder político en bien de sus propios intereses. Surge
ahora un deseo de modificar esta situación. Un número
considerable de los que pertenecen a las clases altas, espe-
cialmente entre la juventud, tienen intranquila la concien-
cia y están dispuestos a trabajar para dar a las masas una

160 *
fueva oportunidad. Y entre las clases ménos privilegiadas
hay muchos que están decididos a tomar la iniciativa, sea
dentro de Ligas Campesinas, Sociedades de Amigos del
Barrio, y partidos políticos; o bien, en actos de violencia
que reflejan su desesperación.

5. Existe un nuevo concepto de lo que significa estar


presente en la situación y actuar con responsabilidad den-
tro de ella. Por mucho tiempo ha predominado una men-
talidad de clase media. De acuerdo con ésta, el hombre
de cierta posición en la sociedad se dedicaba principal-
mente a su vida profesional y asegurar su propio bienes-
tar. Si tuviese tiempo y dinero podría pensar después en
algún servicio a la comunidad. La sociedad era concebida
en términos de ciertos ideales o normas que debían ser
afirmados y defendidos por todos los medios de comu-
nicación.
En esta forma, se esperaba que un trabajo tranquilo y
paciente produciría la sociedad deseada. Hoy, la situación
real parece muy distinta. En el mundo moderno, nos en-
frentamos con problemas muy complejos en todas las es-
feras de la vida. Quien se encuentra en medio de ellos
reconoce que la predicación de principios y valores tiene
poca importancia. Lo que determina la situación son las
decisiones tomadas diariamente por los grupos y las per-
sonas que están plenamente comprometidos y que hacen
decisiones a favor o en contra del hombre y de su bien-
estar.
Como resultado de todo ésto surge también una nueva
mentalidad. Muchas personas, especialmente entre los jó-
venes, no aceptan ya esta norma de vida burguesa. Quie.

e L6l
ren Correr riesgos, enfrentar peligros, estando plenamente
comprometidos allí donde se está determinando el futuro
de la sociedad y del hombre. Estas mismas personas desa-
rrollan una falta de confianza en las personas O institu-
ciones que procuran orientar su acción en el mundo. sin
correr los mismos riesgos de la participación en estas es-
feras. Quien puede ayudarlos es aquel que comparte la
misma situación de lucha, y desde dentro percibe las po-
sibilidades de acción a favor del hombre. Si la Iglesia
Evangélica quiere tener alguna influencia en este nuevo
mundo que surge, tendrá que descubrir la forma de estar
presente en el sentido que acabamos de describir.

No podemos prever las consecuencias de estos factores


en la evolución de una sociedad diferente. Sólo sabemos
que ellos van a afectar profundamente el carácter de
nuestra vida institucional. Por el momento, aquello que
es más importante es que tengamos una sensibilidad especial
para la nueva mentalidad que surge en la nueva generación.
Sólo así podemos comprender la creciente desconfianza
en las instituciones, moldes y normas del pasado, y el
espíritu hasta de rebelión que sé manifiesta en ciertos
medios. Al mismo tiempo podremos percibir que muchas
de las personas influenciadas por esta actitud están pro-
curando ansiosamente un nuevo camino. Saben qué es
lo que rechazan, pero no tienen seguridad todavía
de
lo que deberían poner en su lugar. Tienen la mente
abier-
ta a nuevas posibilidades y nuevas direcciones, cosa
que
no sucede con todas las generaciones.

, Para la sociedad latinoamericana, así como para la Iglesia


Cristiana, todo ésto abre una oportunidad que raras veecs
se presenta. Para nosotros como evangélicos, esto no re-

162 *
presenta meramente una oportunidad de participar más
activamente en la vida social política. Representa por so-
bre todo, la posibilidad de estar en el centro de la situá-
ción humana en donde es posible redescubrir las riquezas
de nuestra fé y experiencia cristianas, y al mismo tiempo
encontrar nuevas posibilidades de dar testimonio, en tér-
minos concretos y pertinentes, de nuestra fé en Cristo.
Surge, sin embargo, un pproblema. Podemos reconocer
la necesidad de participar en la vida nacional y de tomar
una posición a favor del hombre desprotegido, y de tra-
bajar para crear una sociedad más humana. Cuando co-
menzamos a hacerlo, descubrimos en seguida que el Mar-
xismo está presente como la ideología más ¡poderosa en
esas esferas. De hecho, a medida que otras ideologías im-
portadas de Europa van perdiendo su influencia, el Mar.
xismo llena el vacío y ejerce una atracción especial para
aquellos que están 'completamente insatisfechos con el
actual estado de cosas, y buscan nuevos rumbos. Y, lo que
es igualmente serio, cuando el joven evangélico comienza
4 preocuparse con los problemas más profundos de la ma-
ción y quiere hacer algo al respecto, pronto descubre que
en cualquier movimiento de renovación en que él desee
entrar, los marxistas ya están presentes y tienen mucha
experiencia. Como resultado el joven' cristiano, además de
quedar con la conciencia intranquila por haber llegado
tan tarde, se siente también desorientado frente a la con-
vicción y determinación del militante Marxista. Quien se
preocupa por la Reforma Agraria encuentra Marxistas en
este movimiento y en las Ligas Campesinas. El estudian-
te que entra en la política universitaria se encuentra en
la misma situación. En los movimientos para alfabetizar
las masas y llevar la cultura al pueblo, la penetración Mar-

* 163
Ae,
AA
¿A E
f

xista es también un hecho. En consecuencia existen sólo


dos alternativas: entrar en contacto y diálogo diariamente
con los Marxistas dentro de esos movimientos, o huír de
todos los lugares donde la lucha decisiva para el futuro de
la sociedad latinoamericana está trabada.

No puedo entender por qué el cristiano debe huír de


este encuentro. Existe en ciertos medios la idea de que
cualquier persona que participe en movimientos para cam.
biar las estructuras de la sociedad, o que se muestre par-
tidario de reformas radicales, tiene que ser un agente del
Comunismo Internacional. En la nueva situación con que
nos enfrentamos, nada podría ser peor que esta confusión
porque tendría por consecuencia el que toda persona se-
riamente preocupada por la miseria humana que le rodea
será forzada a pensar que el Comunismo es el único mo-
vimiento que desea producir cambios sociales. En la rea-
lidad, hay muchas personas que usan la terminología mat-
xista, pero que nada conocen del marxismo v no tienen
ninguna relación con los movimientos comunistas, Hay
Otras personas que están muy interesadas en la filosofía
Marxista y encuentran, en la concepción Marxista de la
historia, una base para pensar y actuar, pero que temen
una victoria comunista.
Especialmente en este momento cuando el espíritu na-
cionalista nos lleva a buscar soluciones adecuadas para la
situación concreta en que nos encontramos, el cristiano
tiene la responsabilidad de mantener un diálogo sobre :a
situación real y ayudar a encontrar soluciones auténticas.
No sabemos cuál será el resultado de las luchas ideoló-
gicas en la América Latina en las próximas décadas, pero
debemos tener confianza en el poder de la fé cristiana

164*
para orientar una participación dinámica en estas esferas, y
preparar a los cristianos para un encuentro serio con el Mar-
xismo, en todas sus formas.
Lo que es indispensable para que ésto suceda es que
los cristianos tengan el apoyo de la iglesia en este es-
fuerzo. Con esto queremos decir que la iglesia tiene la
responsabilidad de acompañar a sus miembros en el mun-
do, de ofrecerles una realidad de vida comunitaria donde
ellos se encuentran, y un apoyo pastoral y orientación
en este diálogo. Es muy posible que a través de esta ex-
periencia encontremos nuevas formas de vida cristiana,
de comunión y de testimonio, que podrán contribuír a la
renovación de la Iglesia, y a prepararla para ser un instru-
mento más fiel de Dios en el período que estamos comen-
zando en varios lugares de la América Latina. ]

* 165
1001

CONCLUSIONES APROBADAS POR


EL CONGRESO
GRUPO I

El Testimonio de la Ig:esia: Proclamación (Keryg-


ma), Comunión (Koinonía) y Servicio Cristiano
(Diaconía).

Presidente: Rev. Abel Clemente México


Secretarios: Dr. Joaquín Beato Brasil
Sr. César Rodríguez Uruguay

Miembros

Rev. Daniel García México <=


Sr. Ariel Rostán, Uruguay di
Sr. Susano Ochoa, Guaternala
Sra. Eva M. de Seda, Puerto Rico
Rev. Silvio Pedrozo, Chile
Srta. Edith Masa, Brasil
Sr. Víctor López, Guatemala
Dr. Orlando Fals Borda, Colombia
Rev. Domingo Rosado, Puerto Rico
Rev. Horacio González, Chile
Dr. Héctor G. Valencia, Colombia
Rev. Robert Brown, Estados Unidos
Rev. Angel Luis Seda, Puerto Rico

* 169
EL TESTIMONIO DE LA IGLESIA 7

¿En qué consiste el testimonio de la Iglesia?


¿Podría decirse que la misión de la Iglesia se ex-
presa cabalmente en las tres dimensiones de comu-
nión, servicio y proclamación? ¿Cómo se relacionan
entre sí estos tres aspectos de la misión de la Iglesia?

A. Comunión

¿En qué consiste la comunión cristiana (Koinonía)?


¿Cuál es su base?

¿Por qué se afirma que la comunión en sí misma


es parte del testimonio de la Iglesia?

¿Qué relación existe entre la comunión y la unidad


de la iglesia? ¿Cuál es la naturaleza de la unidad
que la comunión en Cristo exige de todos los cre.
yentes que viven en una cierta localidad? (Comp.
Hechos 2:11; 41'y.42, 44:88)

En vista de la creciente desintegración de las co-


munidades naturales (fenómeno que caracteriza
nuestra sociedad contemporánea), ¿qué nuevas for-
mas de expresión de la comunión cristiana son re-
1

170 *
Ni
0

queridas para que el testimonio cristiano sea más


fuerte y evidente?

¿Qué aplicación práctica exige la “comunión fra-


ternal” a los creyentes especialmente en sus rela-
ciones en el orden material y económico? (Comp.
Hechos 4:32). Considérense algunas posibles im-
plicaciones prácticas apropiadas al día de hoy, en
América Latina, tales como: cooperativas, etc.

En relación con la comunión cristiana, ¿qué aspec-


tos de la vida de nuestras iglesias representan un
testimonio más auténtico y poderoso? ¿Existen algu-
nos aspectos que, por el contrario, debilitan el testi-
monio total de la iglesia? ¿Cuáles?
/

B. Servicio

¿En qué consiste el' servicio cristiano (Diaconía)?


¿Cuál es su motivación? ¿Qué es lo que hace que
un servicio sea cristiano?
Son la predicación y el programa “interno” de la
iglesia, en sí mismos, suficiente servicio cristiano
a la comunidad?

10. La situación cambiante y revolucionaria de América


Latina es un desafío a la Iglesia Evangélica en el
aspecto del servicio cristiano. El tremendo y rápido
crecimiento de las ciudades y sus comunidades in-
dustriales, las migraciones intermas, la industriali-
zación de la agricultura, todo esto, está creando
una serie de nuevas necesidades apremiantes. Se
trata de problemas relacionados con el desarraigo

pad dí:
social, la desintegración de comunidades naturales,
etc. Hay problemas de soledad, moralidad, delin.
cuencia juvenil, abandono de la niñez, desintegra-
ción del hogar, etc. Otra serie de problemas se re-
lacionan con la búsqueda de dignidad, de libertad y
de justicia para los hombres agobiados (por la. ex-
plotación, la discriminación social, la opresión po-
lítica y las injusticias económicas.

dele. En vista de todo ésto, cómo puede la Iglesia prestar


hoy el servicio cristiano más urgente ,en la educa-
ción, la curación, la reconstrucción social, dentro del
límite de sus recursos.

12. Nuestras iglesias tienen algunas instituciones de ser-


vicio cristiano, tales como hospitales, clínicas, es-
cuelas, colegios, etc. Representan estas instituciones,
tal como existen actualmente, una prioridad indis-
pensable en el cumplimiento de la misión de la iglesia
hoy? Están prestando el servicio más urgente a la
comunidad en los campos de su respectiva compo-
tencia? Se hallan al alcance de las personas que
más necesitan sus servicios?

13 Tienden las instituciones a dominar el pensamien-


to y la vida de la iglesia? Sus ¡problemas de creci-
miento, de financiación, de manejo, de administra.
ción, etc., tienden a colocarse en el centro de la
atención de la iglesia?

1d: Es cierto que estas instituciones inmovilizan inmen-


sos recursos que tal vez pudieran ser usados en Otras
formas más flexibles y urgentes?

17
AR
E

15. Es cierto que las instituciones evangélicas tienden


a limitar el radio de acción y de influencia de los
elementos evangélicos más capaces concentrándolos
dentro del marco institucional “evangélico”, y ale-
jándolos de la vida nacional?
16. Se habla de la “función profética” de la iglesia. En
qué consiste este aspecto de la misión total de la
iglesia?
o

q Puede considerarse esta actividad ¡profética como


una parte del servicio cristiano que la iglesia presta
a la comunidad>
18. En qué forma debe expresarse hoy esta voz profé-
tica de la iglesia en vista ¡particularmente de la rea-
lidad socio-política de América Latina?

C. Proclamación

19. En qué consiste este aspecto de la misión de la


iglesia? ¿Es lo mismo que la evangelización? ¿Cuál
es la relación entre evangelización y la misión total
de la iglesia?

20. Cuál es el contenido de nuestro mensaje? Qué es


lo que proclamamos?

ZE: Cuál es la motivación de la predicación cristiana?


Cuál es la autoridad que respalda esa predicación?

e Qué otras motivaciones que a menudo parecen ani-


mar cierto tipo de obra “misionera” o “evangelís-
tica”, caen bajo el juicio de la Palabra de Dios»
Cuál es la diferencia entre evangelización y pro-
selitismo?

173
0 Cuáles? Hay qa boedo
mes es
- rarse menos aconsejables? Por QUEPA
%
Tiene la evangelización un contenido ético? Ex t
algunas formas de conducta que. estén tan Í tima-
mente ligadas al Evangelio que una persona no ;
da ser bautizada a menos que las acepte? Si es
cuáles son esas normas de conducta? O
des “normas” también ciertos EE soci

la alos entre los Jadaizantes y San Pablo,e


cialmente Hechos 15:1-34).
AS

Conclusiones aprobadas por el Congreso

EL TESTIMONIO DE LA IGLESIA

1. Consideramos que el testimonio de la iglesia con-


siste en la proclamación y enseñanza a todo sér humano
por medio de la palabra y de los hechos, del poder y gracia
cia de Dios en Jesucristo.
La misión de la iglesia se expresa adecuadamente en las
tres dimensiones siguientes: comunión, servicio y 'procla-
mación. Colosenses 1:27.28.

A. Comunión

2. La Comunión de la iglesia consiste en la coparti-


cipación de los creyentes en la vida de Cristo. La base
de esta comunión cristiana está en el amor de Dios en
Jesucristo y es la expresión natural de la vida cristiana.”

3. Entre la comunión por medio del Espíritu Santo


y la unidad cristiana hay una relación de consecuencia.
Habiendo comunión en Cristo hay comunión entre los
creyentes y unidad en el Espíritu de Cristo. (Efesios 1:16).
4. La naturaleza de la unidad que la comunión en
Cristo exige de todos los creyentes es integral; es decir,
comprende el compartir tanto los dones espirituales co-
“ e O UTA o O A
e a a A A ee

mo los materiales. Todos los cuales proceden del mismo


Dios y Padre. (Hechos p:41-42).
5. En vista de la creciente desintegración de las co-
munidades naturales, se sugieren nuevas formas de ex-
presión de la comunión cristiana, tales como núcleos o
grupos que tengan los mismos intereses y necesidades pa-
ra que cultiven un espíritu de comunión y revitalización
de su fé a la luz del Evangelio. De la misma manera, se
recomienda la creación de departamentos que les orienten.

6. El Evangelio demanda en la práctica que nuestra


comunión se exprese en el compartimiento de bienes y
ayuda mutua conforme a la de Juan 3:17 y Hechos 4:32.
Dentro de esta aplicación práctica recomendamos la crea-
ción de medios que ayuden a los creyentes a cumplir sus
responsabilidades en la comunidad. Por ejemplo, las coo-
perativas, las colonias agrícolas, escuelas de artes y oficios,
pequeñas industrias, etc.

7. Como expresiones auténticas y poderosas de la co-


munión cristiana, enumeramos; celebración y participa-
ción regular en la Santa Cena, culto público, estudios bí-
blicos, reuniones de oración, y además, estudios de la reali-
dad secular confrontada con el Evangelio. Sin embargo,
debemos confesar que hemos fallado en la expresión fiel
de testas formas de testimonio.

B. Servicio

8. El servicio cristiano consiste en darse a sí mismo sin


reservas ni restricciones, identificándose con las necesida-
des del prójimo, teniendo como motivación el amor de
Dios y el Espíritu de Cristo.

AO
AA
:
í

9. La predicación y el programa “interno” de la iglesia


deben darnos la fundamentación bíblica y teológica, y la
preparación necesaria para efectuar los demás aspectos del
servicio cristiano.

10.-11. La Iglesia hoy, puede prestar el servicio cris-


tiano más urgentemente reclamado en el país en que se
encuentra, haciéndose presente en el mundo y preparán-
dose para atender a las necesidades apremiantes del mismo.

12. Estas- instituciones tienen prioridad transitoria en


algunas áreas en donde las necesidades son tan grandes que
los gobiernos no pueden satisfacerlas, Pero ellas van per-
diendo su urgencia a medida que el Estado u otras agen-
cias van asumiendo la responsabilidad. La Iglesia en cada
país debe estudiar la estrategia a seguir en estos Casos.

13.-14. Hay una tendencia inconsciente (explicable


mas no inevitable) a centralizar toda energía y atención
en estas instituciones impidiendo otras fases de la misión
de la iglesia. Sin embargo, no se puede afirmar que estas
instituciones estén impidiendo el progreso de la obra sino
por el contrario son agencias eficaces en la estrategia de
la iglesia.
15. Existe evidentemente el peligro de que las institu-
ciones tiendan a limitar el radio de acción y de influencia
de los elementos evangélicos más capaces; pero en la ac-
tualidad es muy difícil mantenerse aislado en la ejecución
socio-económica de un programa dinámico.
16..-17.-18. La función profética de la iglesia con.
siste en proclamar el sentido de la crisis contemporánea
u la luz del propósito de Dios en la historia, revelado en
la acción de Dios en Israel y culminantemente en nuestro
pS 7,
Señor Jesucristo según se encuentra en las Sagradas Es-
crituras; colocar bajo la soberanía de Dios todos los as-
pectos de la vida humana y social; denunciar las estruc.
turas económicas, sociales y políticas deshumanizadoras y
servir de portavoces reivindicadores de las clases Opri-
midas.

C. Proclamación

19. La proclamación consiste en la comunicación en


términos contemporáneos del cumplimiento en Cristo de
las promesas de Dios a su pueblo para redención de los
pecadores y bendición de la humanidad: su encarnación,
muerte, resurrección, señorío presente, y segunda venida.
Esta proclamación es con el fin de confrontar a la persona
con Jesucristo a fin de que le acepte como su único Sal.
vador y le responda en obediencia y fé. (Hechos 2:14-36;
10:34-43)..

La proclamación es un aspecto de la Evangelización.


La relación entre la evangelización y la misión de la
iglesia es que la evangelización es el resultado del cumpli-
miento de la misión total de la iglesia por medio de la co-
munión, servicio y proclamación.

20. El contenido del mensaje es Jesucristo mismo, tal


como se expresó anteriormente, I. Corintios 15:34. Lo
que proclamamos es la reconciliación del hombre con
Dios por medio de Jesucristo. II. Corintios 5:18-2z.

21. La motivación de la predicación cristiana la halla-


mos en:

a) El mandato de Cristo, Mateo 28:19-20,

178 *
b) El amor de Jesucristo por el pecador: Marcos 6:34
1] Corintios 5:14-15. :
c) El imperativo del redimido de comunicar las Buenas |
Nuevas: 1. Corintios 9:16.

La autoridad misma de Cristo y la experiencia de la co-


munidad redimida respalda esta predicación.

22. Otras motivaciones en el contexto de las iglesias evan.


gélicas, son: el proselitismo, el denominacionalismo y la
“idolatría del éxito”.

La diferencia entre evangelización y proselitismo es


que la evangelización es la confrontación del pecador con
“Cristo para que le acepte como su único Salvador, mien-
tras que el proselitismo consiste en hacer que la persona
acepte Ciertas normas, ritos o doctrinas en lugar de, o ade-
más, de Cristo.

23. La forma de comunicar el Evangelio que señala-


- mos como más aconsejabes som: Evangelismo personal,
Evangelismo de amistad, predicación masiva, púlpito, radio
y televisión, (prensa peridística, campamentos, trabajo es-
tudiantil y la literatura, incluyendo en ésta, libros, revis-
tas y folletos; y bibliotecas comunales. Además, la obra so.
cial incluyendo: (a) educación, (b) asistencia social, y
(c) alfabetización, porque la obra social ejercida en el
nombre de Cristo es una expresión del amor y poder de
Dios dirigida ol hombre como un todo, y por lo tanto,
constituye una de las formas de comunicar el Evangelio,
y no una condición para que éste sea aceptado.

Por otra parte, Cristo mismo ejerció la obra social como


una proclamación de las Buenas Nuevas. Ejemplos de ésto -

AS
4 A Sl y
us

“los encontramos en la sanidad y perdón del paralítico, en


Marcos 2:1-5; y la restauración de la vista a Bartimeo,
en Marcos 10:46-52. Además, debemos añadir que estas
formas de evangelización pueden variar en su efectividad
según los lugares y las necesidades en cada país.
24. El Evangelio se presenta al individuo en la base
de que es pecador y necesita de un Salvador que es Cristo.
Hechos 16:31.

Cuando el individuo ha aceptado a Cristo como su Sal-


_Vador, todas sus relaciones familiares, políticas, sociales,
personales y económicas se afectan positivamente, y éste
debe responder como nueva criatura, como consecuencia
- natural de su salvación y no como condición. (Lu.
cas 19.8).

180*
GRUPO II

La Organización y Administración de la Iglesia: Estruc-


turas apropiadas para el cumplimiento de su misión hoy.

Presidente: Rev. Antonio Welty Colombia


Secretarios: Rev. Benjamín Gutiérrez
(Observador) Ecuador
Pbro. José Vieira Simoens Brasil

Miembros

Sr. Eugenio Marcía, : Honduras


Sra. Olga de Ramírez, Guatemala
Pbro. Ramón Orta Reyes, México
Mr. Calvin Schmitt, Estados Unidos
Rev. Harry Sarles, Estados Unidos
Rev. Juan T. N. Litaviller, Estados Unidos
Sr. Carlos Rodríguez, México
Dr, Rubens Cintra Damiao, Brasil

131
LA ORGANIZACION Y ADMINISTRACION. de
E DE LA IGLESIA
de Considérese este tema b:iblicamente, o
PA y teológicamente. 0%
A
Me A. Biblicamente

Ch 3. ¿Qué criterios bíblicos deben determinar el EN


AS; organización que la iglesta necesita? A, a

B. Teológicamente
A 2 > DE E SS
4. ¿Qué relación existe entre la misión de la iglesia y -
ET: su organización?
Se ha dicho que la misión de la iglesia es el único ño
o punto de referencia de cualquier estructura u or-
NERÓN
Atos
ganización eclesiástica, que la organización existe
sp en función de la misión. ¿Qué significa ésto? Sig-
SÓN nifica, por ejemplo, que la forma de organización 4

mn
de una iglesia puede y debe cambiar, o reformarse,
según las circunstancias en que la iglesia realice su
misión».
Es correcto afirmar que la organización de la iglesia
no importa, que cualquier forma de organización
es tan buena como cualquier otra, pues lo impor-
tante es la vida nueva del Espíritu? ¿Puede una
cierta forma de organización “apagar el Espíritu”?
¿Cómo puede la organización de la iglesia expresar
su unidad y universalidad?

C. Históricamente

Existen casos y momentos históricos een que la for-


ma de organización de una iglesia haya sido un obs-
táculo para el cumplimiento de su misión?

Es la forma presbiteriana de gobierno, tal como la


conocemos y practicamos en América Latina, la que
más conviene a la misión de la iglesia hoy?

¿En qué puntos podría esta forma de gobierno desa-


rrollarse, reformarse, para que fuese un instrumen-
to todavía más útil y apropiado a los propósitos de
la misión de la iglesia en América Latina hoy?
Yi La Congregación Local: Serían ¡precisas algunas
reformas de la Constitución para poder dar mejor
expresión a la responsabilidad misionera de toda
congregación? Algunos proponen:

a) Que el número de ancianos gobernantes sea


mayor, de manera que toda la congregación
se sienta verdaderamente representada.

* 183
b) Que el Consistorio exhiba una representación
más amplia de los dones y ministerios que el
Espíritu ha dado a cada congregación.

c) Que todos los miembros sean convocados a reu.


nión congregacional con más frecuencia y no
sólo ¡para aprobar el presupuesto y elegir an-
cianos, sino principalmente para estudiar y
planear el avance misionero y el servicio Cris-
tiano de la iglesia,

12. Presbiterios:

a) Es el Presbiterio realmente un organismo represen-


tativo de las congregaciones locales y de los diversos “mi-
nisterios” y dones presentes en ellas?

b) Es cierto que los Presbiterios tienen la tendencia a


ser dominados por los “Clérigos” debido a factores tales
como preparación, tiempo disponible y a ¿Cómo
evitar ésto?

c) ¿Cómo abrir la puerta a una mayor participación


en la dirección de la iglesia a otros “ministerios” además
del “ministerio pastoral”? Se logra ésto con la presencia
de un delegado laico (anciano) por cada congregación?
d) Es todavía válido el principio ¡ppresbiteriano de la
paridad numérica (mitad clérigos y mitad laicos), teniendo
en cuenta que la membresía de la iglesia no está formada
en esa misma proporción?

184 *
pa Lote 08 - a Y » RESTE Me E

Conclusiones aprobadas por el Congreso

LA ORGANIZACION Y ADMINISTRACION
DE LA IGLESIA

l.. Consideramos que la forma de gobierno de la iglesia


Presbiteriana tal como se encuentra establecida en América
Latina, es apropiada a la misión de la iglesia hoy. Reco.
nocemos que en muchos casos el Gobierno Presbiteriano
no está siendo ejercido en toda su plenitud. En vista de.
esto sugerimos:
a) Que cada Pastor contribuya efectivamente a la ca-
pacitación de los miembros de su congregación en lo que
respecta a Gobierno usando todos los medios que estén a
“su alcance. Es importante recordar al pastor que ésta es
una de sus funciones.
b) Qué se haga énfasis en la ¡preparación adecuada de
los miembros que componen la Comunidad Local, en
cuanto a sus responsabilidades y derechos.

Il. Consideramos que hay elementos determinantes que


insinúan la necesidad de cambios y adaptaciones en la or-
ganización y administración de la iglesia. Entre otras C0-
sas, observamos y recomendamos:
2) Con el fin de evitar que se propicie la penpetua-
ción de personas en cargos de la iglesia sin que respondan
a las necesidades de la misión de la iglesia, deberá darse

* 135
la debida movilidad a los períodos de ejercicio de los pas0
tores, ancianos, diáconos, y otros oficiales.

b) La Congregación debe estar lista a renovarse y re-


orientarse para estar funcionalmente organizada, a fin de
poder cumplir su misión dentro de la comunidad en la
cual le corresponde vivir.

c) Que las iglesias afiliadas a la CCPAL recomienden


. . . $

4 los Consistorios, el dar oportnuidades a las Congrega-


ciones locales en el estudio de los trabajos que involucran
a toda la congregación en el avance y desarrollo de la
misma, en el cumplimiento de la Misión de la Iglesia, bien -
sea mediante reuniones informales o congregacionales más
o menos frecuentes.

ll. La organización debe estar supeditada a la misión


de la Iglesia. Lo importante es que la Iglesia se someta
a la voluntad de Dios manteniendo así la fidelidad al
Evangelio. Por lo tanto, la Iglesia debe estar alerta y dis.
puesta a escuchar el dictado del Espíritu Santo como ocu-
rría en la Iglesia del Nuevo Testamento para adoptar las t
da

formas que El dice.

IV. La Comisión ve el institucionalismo en las iglesias


evangélicas de la América Latin como un peligro; es
necesaria una revisión constante de las formas administra-
tivas y organizacionales tanto en la congregación local
como en cuerpos eclesiásticos. La congregación local de-
be estar lo más sencillamente constituída a fin de poder
cumplir con mayor libertad su función y en ocasiones
estar dispuesta a despojarse de compromisos y prejuicios
que pudieran impedir la expresión total de los ministerios
y dones que han sido repartidos a sus miembros.,

186 *

uN
Sr. Rafael Sánchez, Guatemala de
retarios: Sr. Antonio Cesari, Argentina de
> Dr. Earle Roberts, Estados Unidos

Miembros

Estados q
R | México
Emma de Roura, Puerto Rico
Rebeca de Rodríguez, Puerto Rico
Dr. T. J. Liggett. Venezuela
Dr. ad Schisler E
) Brasil
Colombia
México
1

Cuestionario considerado por el grupo

LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA

¿Cuál es la base bíblica del concepto de que cada


miembro de la Iglesia está comisionado por Cristo,
para cumplir su propio ministerio en el mundo?

¿Cuáles son los “diversos ministerios” que el Es.


píritu Santo está dando a la iglesia en Latinoamé.
rica?

¿Cómo puede la iglesia ayudar al cristiano a des-


cubrir su propio ministerio ¿Qué prioridad debe
el pastor dar a esta tarea?

¿Cómo debe el Consistorio reconocer estos minis-


terios? ¿Informalmente o públicamente» ¿Deben ser
objeto de una cierta “ordenación”?

¿Cómo debe la iglesia preparar a cada miembro pa-


ra cumplir más eficazmente su propio ministerio?

¿Debe esta diversidad de ministerios reflejarse en


en el gobierno de la iglesia local? ¿Cómo?
¿Qué relación debe existir entre el “programa” or.
ganizado de la iglesia, y los diferentes ministerios
de sus miembros?

188 *
AOS

8. ¿Cómo ¡puede la iglesia ayudar a sus miembros a


usar sus dones en la penetración de las instituciones
seculares y movimientos sociales, para dar allí tes-
timonio de su fé? E

9. Pastores y Laicos

a) Existe alguna base bíblica para la división de


la iglesia en dos partes: Clero y Laicos?
b) Ha producido esta división algunas consecuen-
cias perjudiciales para la misión de la iglesia?
¿Cuáles?
c) Existe justificación para la preeminencia que
ha concedido el cristianismo tradicional al
“ministerio pastoral” sobre los demás “ministe-
rios” que el Señor ha dado a la iglesia? Algu-
nas señales de esta ¡preeminencia son:
L. Recibe una “ordenación” especial.
ze Recibe sueldo.
3. Recibe títulos de honor tales como
“reverendo”, etc.
Es miembro por derecho propio del
cuerpo directivo de la iglesia: Consis-
torio, Presbiterio.
d) ¿En qué consiste la verdadera dignidad y honor
del ministerio pastoral, y todos los demás minis-
terios?

e) ¿Cómo es posible “dar dignidad al pastorado” en


América Latina, sin ahondar la división entre clero

* 189
AN Ecsionales (
pleto de la glosa: o misionero y pas C
trabaja en un país latinoamericano ha escri
lasoo indígenas más CR tanto h

en de Estados Unidos mit:época reciente”


ApnorO vale recordar el ejemplo de Sa
“a costa de trabajoyIs trabajamos no:
e día con nuestras manos. APRA o a

aplicable en E
1
- Conclusiones aprobadas borel Congreso

LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA

-L La Diversidad de Ministerios o

1. Es totalmente extraño al enfoque de la Biblia la di-


visión de los cristianos entre algunos que tienen ministe-
rios y Otros que carecen de ellos.
'

Corresponde a la estructura misionera de la iglesia, co-


mo cuerpo de Cristo, enriquecido por los dones del Es-
píritu Santo (Rom. 12:1.8; Cor. 7:7; I Cor. 12; Efesios
-4:11-16) como sacerdocio real (Í Pedro 2:9-10); como edi.
-ficio vivo (1 Pedro 2:5);-.como embajadores de la recon-
ciliación (11 Cor. 5:19-29); como congregación de los
santos, el concepto según el cual todo miembro de la iglesia
ha recibido un ministerio de parte de Jesucristo que es
_ llamado a cumplir ya sea dentro de la familia de la fé o
entre los extraños a la iglesia.
2. Nuestra fé es que el Espíritu Santo capacita a la
1glesta para servir las necesidades del mundo que la rodea.
Creemos, ES que la manera de descubrir los “diversos
ministerios” que el Espíritu Santo está dando a la iglesia
en Latinoamérica es mirar a las necesidades de nuestro
continente.
En primer lugar, reafirmamos que los latinoamericanos
- como el resto de la humanidad necesitan la reconciliación

* 191
con Dios y con los semejantes. Este ministerio de la re-
conciliación ha sido confiado al Cuerpo de Cristo, es decir,
a todos los miembros del mismo.

Mirando a la situación de nuestros pueblos, en medio


de los cuales somos embajadores de esta reconciliación,
somos llamados a responder a sus necesidades entre las cua. i
les se encuentran las siguientes:
En el campo de la educación:

—Casi la mitad de la población de nuestros pueblos es |


analfabeta. <d

—Los campesinos desconocen en buena parte las técnicas


agropecuarias modernas;
—Los operarios industriales necesitan orientación cris-
tiana ara su trabajo y su vida social;
—La juventud y los estudiantes carecen de una buena
orientación en cuanto a estudios, recreación y finalidad de
la vida.

En el campo de la salud:
—El alto índice de enfermedades de un gran sector de
nuestros pueblos contrasta con el progreso impresionante
de la ciencia médica. |

—La administración de los conocimientos de la medicina


preventiva es muy deficiente.

—La sanidad y la salubridad, tanto en el campo como


en la ciudad se mantienen en varios sectores en niveles in-
dignos e injustificables en el estado actual de nuestra ci-.
vilización. A

Dl
- Estamos seguros de que Dios no es indiferente a este es-
tado de cosas y que por medio del Espíritu Santo está
dando a la iglesia los dones adecuados para que ella pueda
prestar por medio de sus miembros, el servicio necesario
para solucionar cstos problemas.
Al considerar la iglesia que recibe estos dones, notamos
una gran necesidad de aculturación, particularmente en
los siguientes sectores de la vida de la iglesia:
—Educación Cristiana.
—Idioma.
—Teología dogmática. y pastoral.
—Liturgia.
—Las artes, como arquitectura, música, pintura, li-
teratura, etc.
Además de esta identificación cultural, tenemos un mi-
nisterio de plena participación en la formulación de las
nuevas formas de la cultura latinoamericana.

1. La diversidad de Ministerios en la Iglesia Local

3. En la medida en que la iglesia se vea y se presente


así misma como un organismo destinado y dedicado al ser.
vicio, ayudará a sus miembros a descubrir su Propio mi-
nisterio. La iglesia que así se comprende, inevitablemente
llevará a todos los cristianos a sentir su responsabilidad de
ser ministros en la totalidad de su vida. En este senido, su-
gerimos como una posibilidad, el prestar un servicio de
orientación vocacional a los cristianos. ”
El pastor y los ancianos deben considerar como una de
sus tareas primordiales e ineludibles ayudar a sus ovejas

2193
PE E
e descubrir y ejercer sus repectivos miniterios (Efes os
A:11-16). Depende en gran medida de la orientación brin-
dada por el pastor y los ancianos el que los demás miem. q
bros del cuerpo de Cristo ejerzau su ministerio. Una par-=
te significativa del tiempo y esfuerzo de los “oficiales” $ me
la iglesia debería estar dedicado a esta tarea. :
4. -En la creencia de que el Espíritu Santo da ministe-
rios diversos a todos los miembros, creemos que el Con-
sistorio debe reconocerlos brindándoles una oportunidad 8
para manifestarse en el seno de la cobgregación. 3%

Aconsejamos reservar la palabra “ordenación” para los


ministerios oficiales de la iglesia, con el entendimiento de
que esa reserva no significa una menor responsabilidad para 3
los demás miembros en sus respectivas vocaciones. , S k

5. a) La Iglesia debe conocer los obstáculos y proble-


mas que confrontan a sus miembros en el ejercicio de sus
ministerios, y orientar su programa educativo tomando en
cuenta éstos obstáculos y problemas.

b) Reunir a los cristianos de acuerdo con sus ocupacio-


nes para que estudien y se preparen a cumplir más eficaz.
mente su ministerio respectivo.

c) En los institutos de capacitación deben incluirse cur-


sos para la preparación en vista del ejercicio de los minis-
terios, mo sólo dentro de la cono sino también
fuera de ella.

6. La diversidad de ministerios debe reflejarse positiva- ¿


mente en el gobierno de la Iglesia recordando que los cuer-
pos gobernantes están llamados por Dios a perfeccionar,

194 *
estimular y orientar al ministrerio total de la misma (Efe-
sios 4:11-16).
Las implicaciones prácticas de este concepto para el go-
bierno de la Iglesia podrán variar según las circunstancias;
pero el carácter funcional de la organización de la Iglesia
debe ser subrayado siempre. :

7. El programa organizado de la Iglesia debe ser planea-


do en su totalidad para estimular, perfeccionar, orientar y
encauzar los diversos ministerios.

8. La Iglesia debe ayudar a sus miembros a usar sus do-


nes por su presencia en las instituciones y movimientos de
la sociedad dándoles estímulo formal en palabra y/o ac-
ción para que actúen en dicho medio como servidores de
- Jesucristo.
peer

Es bueno entender esa presencia en un sentido servicial,


para cumplir un ministerio de reconciliación en todos los
lugares. Este ministerio reconciliatorio en el mundo, debe
estar regido por el reconocimiento de la presencia y del se-
ñorío de Cristo sobre todas las cosas. Somos llamados a ser
participantes en esta sociedad iluminando para los demás
el señorío y la presencia de Cristo ya existentes.

Il. La Relación entre el Ministerio Pastoral y los otros


y Ministerios

9. a) En el Nuevo Testamento, especialmente en las epús-


tolas a los Corintios y Efesios encontramos que todos los
dones y ministerios vienen del Espíritu Santo quien los dis-
tribuye libremente según las necesidades de las Iglesias pa.
ra su edificación y el cumplimiento de su misión en el mun-
do.

( *195
? E E É A] EN E AR dl US NES pe
/
-
y

ña

b) También encontramos en el Nuevo Testamento que


hay algunos ministerios, que el apóstol Pablo llama ““após-
toles, evangelistas, pastores, doctores”, cuya principal fun-
ción es la de “equipar” o preparar a los creyentes para el
ejercicio de sus diversos dones y ministerios.

c) No encontramos, sin embargo, que entre los prime-


ros y los segundos exista una superioridad espiritual de-
lante de Dios, sino más bien una diferencia de funciones
dentro de la tarea total de la Iglesia de Dios, bajo la direc-
ción de la Cabeza, que es Cristo.

Se puede justificar en parte, el lugar destacado dado al


ministerio pastoral ( pastores y ancianos), pues entendemos
que de éste depende en buena parte el cumplimiento de los
otros. Pero sostenemos que se trata del primero entre igua-
les, y no de una “clase superior. A tono con esta posición
debe haber una ordenación especial sin dejar de recordar
que debe ser interpretada como parte de la ordenación mi-
nisterial recibida en el bautismo, confirmación o profesión
de fe y reafirmación.
Ll
t
M

La verdadera dignidad y honor de todo ministerio resi-


de en la magnitud del servicio prestado y cumplido, La
gloria única del cristiano está en la cruz de Cristo. En las
ceremonias, la terminología, la dirección de la Iglesia, de.
ben cuidarse en todo momento de dignificar el ministerio
total de la Iglesia, y no algún ministerio particular más que
otros. (Mar. 20:52-44 y paralelos: Mat. 20:25-28; I Pedro
Za.)
El pastorado no tiene necesariamente que ser “profesio-
nal” en cuanto a recibir un salario completo de la Iglesia
pero de acuerdo con las Escrituras ciertos ministros pue-

196 *
E IES DS E AOS Ab
SS DS EE
a ! a

GRUPO IV

La Aculturación de la Iglesia: Una Iglesia que echa raí-


E ces en cada pueblo y nación. Evangelio y cultura latino-
americana.
E.
3
E Presidente: Rev. Ricardo Ribeiro Argentina
5 Secretarios: Rev. Domicio de Mattos Brasil
bh: - Rev. Saul Tijerina México
j
Miembros

Sra. Evelyn de Vuscovich, Chile


j Rev. Jorge Acevedo, Puerto Rico
% Sr. Antonio L. Hernández, U.S. A.
Dr. Alvin Schutmaat, Venezuela
Rev. Donald Harris, | U.SCA:
Rev. Eduardo Clyne, Colombia
- Prof. Mauricio López, Suiza
Dr. Guido Tornquist, Colombia
(Observador Luterano)
-Dr. Samuel Reyna, México

, | | * 199
ACULTURACION DE LAS FORMAS DE VIDA Y
MISION DE LA IGLESIA :

Definición:

13 Al hablar de aculturación (en este contexto) nos


ferimos al proceso por el cual el evangelio toma p

en formas exteriores apropiadas a esas personas y


la cultura de ese lugar. En la medida en que ésto su-
. a,

dos:
a) La Elsa de aquel lugar encuentra formas “au--pe
tóctonas” de vida y misión, capaces de rendir $
un testimonio claro de Cristo.

cación con la vida de su propio pueblo, mien


tras que a la vez proclaman lo auténticamente
nuevo del Evangelio.
c) La Iglesia desarrolla una personalidad propia
profundizando su conciencia de ser el “pueblo S
de Dios” en ese lugar.
Lo contrario de aculturación sería entonces:
a) El “transplante” de costumbres, hábitos, formas
eclesiásticas, formas éticas, formas sociales, etc.,
E
200 a dai
E : Se

_que tal vez fueron expresión auténtica-


del Evan-
-— gelio en otra cultura, y en otro tiempoy lugar.
b) Lo extraño, lo novedoso, lo exótico, lo diver-
so, pero que no responde las exigencias dele
Evangelio mismo, sino más bien a un proceso
de imitación, de copia, de importación.
+ (Tomando como base el intento de difinición que
acabamos de sugerir, formúlese un concepto de *““acultu-
ración”, que sirva de punto de referencia, e instrumento
a
- de trabajo, para el grupo. Trátese luego de contestar las
o
siguientes preguntas):
Laa,

3. Cuáles son las barreras que impiden la acultura-


da

ción de las formas de vida de la Iglesia evangélica


en América Latina?
¿Es posible facilitar y estimular este ¡proceso de
aculturación? ¿Cómo?

- Estúdiese la relación de lo que hemos llamado “acul.


turación”, con los siguientes aspectos de la vida de
la Iglesia:

a) La preparación de ministerios especiales (líde-


res).
$

5d b) La adoración, música, arte, arquitectura ecle-


siástica, etc. E

Las formas éticas y sociales de los evangélicos.


La administración y organización de la Iglesia.
Los métodos de evangelización y educación re-
ligiosa. .
Los misioneros u “obreros fraternales”.

*- 201
g) Las divisiones entre cristianos, y el denomi-
nacionalismo.
h) La mayordomía, y la conciencia de responsa-
bilidad propia por el testimonio cristiano en .to-
das sus fases.

¿Cuáles son los peligros de esta preocupación por la


“aculturación”?

20
Conclusiones aprobadas Por el Congreso

ACULTURACION DE LAS FORMAS DE VIDA Y


MISION DE LA IGLESIA

Dando por sentado que así como Dios se encarnó en Je-


“sucristo a fin de redimir al hombre, también la Iglesia de-
be asumir las formas de este mudo para servir en amor y
sacrificio, sin olvidar sin embargo que sólo le es permitido
moverse entre los límites expresados en aquello de “Estar
en el mundo sin ser del mundo”: Llamamos aculturación
al proceso por el cual la Iglesia, en una región dada, se ubi.
ca a sí misma y todas sus manifestaciones en relación con
los usos y valores de la cultura ambiente, a fin de que, sin
tergiversar el Evangelio, pueda, sin embargo, comunicarlo
en forma viviente y eficaz.

Barreras que dificultan la aculturación

1. La teología en la cual se ha basado clásicamente la


evangelización, que procuraba rescatar al hombre del mun-
do apartándclo completamente de la sociedad, ha contri-
buído el hecho de que muestras iglesias asumieran a menu-
do una actitud indiferente hacia la cutura ambiente, des-
vinculándose de sus usos y valores como también de las
raíces tradicionales e históricas:y de las realidades sociales
del medio. Como consecuencia las iglesias han. quedado, a

09
safe
AS

E AR
, 17)

veces, ligadas culturalmente a las naciones de donde pro.


cedían los misioneros.

2. Una actitud apologética, dominada a veces más por


un anticatolicismo indiscriminado que por el mensaje de
amor y perdón
: en Jesucristo, nos ha impedido
: asumir for-
mas de vida, de culto, y aún de pensamiento religioso pro-
- pios del medio, que, aún manifestándose dentro del cato-
licismo, no son necesariamente contrarios al Evangelio.

3. El mantenimiento de una ética de tipo legalista y


negativo, en lugar de la ética evangélica fundamentada en
una libertad responsable que surge del amor manifestado en
Jesucristo. /

4. El hecho de que generalmente no expresamos el


Evangelio con el lenguaje del pueblo al cual nos dirigimos, -
sino más bien con una terminología teológico-técnica y es-
quemática. Esto impide el contacto e interrelación (más
profundos y efectivos) entre la Iglesia y su medio.

5. La tendencia a centralizar toda la actividad religiosa


de la Iglesia y del cristianismo en los edificios eclesiásticos
“acentúa el divorcio entre la Iglesia y la vida cristiana por
un lado, y el mundo y su cultura por el otro.

6. La dependencia económica entendida en términos de


- paternalismo misionero ha probado ser una de las barreras
más formidables para la aculturación, ya que junto con
los
fondos llegan, muy frecuentemente. directrices, proyec
-
tos, formas y conceptos que responden a una' realidad cul.
tural diferente.
ys

204 *
IA IAS y UE ES

Cómo facilitar el proceso de aculturación

1. Como remedio a la unilateralidad y parcialidad de la


teología evangelística tradicional, las iglesias Jatinoame-
pa
de
ci - ricanas deberán aplicarse más y más a la Teología Bí-
blica, la cual nos permitirá descubrir toda la riqueza de
- implicaciones que la fe cristiana ofrece a la existencia del
Cristiano en su relación con el mundo. :

2. Puesto que nuestra terminología no es la que habi-


-tualmente el hombre usa o comprende en nuestras socie-
dades, ¡pensamos que es necesario a las iglesias compene-
E trarse sensitivamente con las formas de la cultura, incluso
la popular, de manera que, aunque la predicación y la en-
- señanza no copien necesariamente el lenguaje corriente,
puedan sin embargo responder a las categoría mentales de
aquellos a quienes se dirigen.

3. Creemos que es de fundamental importancia en este


- proceso de aculturación, la identificación de la comuni.
3 dad evangélica con el fondo histórico, tradicional y cul-
A —tural de nuestros países, ¡procurando recuperar, entre otras
- cosas, los valores espirituales y genuinamente cristianos
que forman parte de la tradición religiosa del mundo his-
dE pánico. Así mismo creemos que es indispensable un cono-
2 cimiento profundo de la realidad histórico.social contem-
> _poránea.
ho
LS
lu

q 4. Creemos que es menester descentralizar la vida religio=


E sa estimulando a las iglesias a valorar en toda su plenitud
el ministerio de los laicos, en el entendimiento de que éstos
deben asumir sus funciones en el mundo con un sentido
3 - vocacional cristiano,
5. Teniendo en cuenta que la dependencia económica es E

una de las grandes barreras a la aculturación, creemos que


es necesario repensar todo lo referente a ayuda financiera,
de modo que ésta pueda expresarse en términos de apoyo
fraternal y no de paternalismo misionero. Al mismo tiem-
po señalamos que urge desarrollar el sentido de responsa.
bilidad financiera de las iglesias con el fin de alcanzar no
sólo independencia económica, sino de llegar a ser capa-
ces, ellas también, de prestar ayuda fraternal,

Cuáles son los peligros de esta preocupación por la


aculturación

El proceso de aculturación entraña evidentes peligros


entre los cuales mencionamos:

a) El desarrollo de un sincretismo religioso-cultural que


hace del Evangelio uno de sus ingredientes, despojándolo
de su carácter esencialmente extraño al orden natural. Co-
mo resultado el Evangelio pierde su dinamismo transfor--
mador. Por esa razón nuestra definición del término ha
procurado dejar en claro que dicho proceso es sólo ins-
trumento de comunicación del Evangelio, colocado bajo
el absoluto señorío de Cristo.

b) La fragmentación provincialista de la Iglesia y la san.


ción de un nacionalismo religioso en detrimento del sen-
tido de universalidad de la Iglesia. Creemos que dicha des-
viación será imposible en tanto ¡permanezcamos fieles al
Evangelio según el cual Cristo es único fundamento, Ca.
beza y Señor de la Iglesia. Sin embargo. el proceso de acul-
turación no deberá dejar de lado los elementos que expre-
sen la unidad de la Iglesia en y por encima del tiempo y.el

EIA
4

ea
espacio, en aspectos tales como: liturgia, himnología, as-
.quitectura, artes, etc.

Relación de aculturación con algunos aspectos de la vida


de la Iglesia

Es imposible especificar cómo el proceso de acultura-


ción puede o debe tener lugar en todos los aspectos de la
vida de la Iglesia. Sólo a título de ejemplo pasaremos so-
mera revista a algunos de ellos.

a) Preparación de ministerios especiales: 1. Creemos que


todo plan de preparación de ministros de cualquier orden
debe contemplar el estudio de aquellas disciplinas que con-
tribuyan a una mejor comprensión del medio y sus proble-
mas, tales como la historia, literatura, corrientes de pensa-
miento, sociología nacional o regional, etc. Asimismo [pen-
samos que la Iglesia deberá estimular el surgimiento y la
preparación de obreros especializados en funciones adecua.
das a la interrelación con el medio, tales como: asistentes
sociales, sociólogos, docentes, etc.

b) En cuanto a artes mencionaremos: i. Música e himno-


logías. Creemos que por un lado debe no sólo conservarse
sino ampliarse el elenco de himnos de auténtico valor cris-
tiano proveniente de otras tradiciones, especialmente de
aquellas no representadas por nuestras iglesias madres. Pe-
ro al mismo tiempo deberá estimularse la búsqueda y la
creación de himnos que expresen la verdad evangélica en
las formas poéticas y musicales propias del medio. ii. Ar-
quitectura: Será de fundamental importancia no estar cal.-
cando en construcciones proyectos recibidos de otros me-
dios culturales. Antes bien, en lo posible, las construccio-

E ed e.:207

A
nes deberán ser el producto del trabajo conjunto de oficia-
les y teólogos de la Iglesia con arquitectos locales, los cua-
les podrán expresar el simbolismo y atender a las necesi-
dades de la Iglesia con el sentido y los medios arquitectó-
nicos del lugar.

ZO
Lo 1 Congregación como Comunidad Misionera Local: Le
«pansión espontánea de la iglesia local. Su manera de vida

Miembros

Rev. Juan Polanco Chisn A


Srta. Lilia Geymonat pe
Uruguay
Rev. James Wright D: 5.E

México '
- Colombia
USA IRE
Za ' Chile
| US AOS
México
Guatemala
Venezuela
Marcos U. > México
oe Rico Soltero, Puerto Rico s
W. E. Fraser, | Trinidad
Cuestionario considerado por el grupo.

LA CONGREGACION LOCAL

¿Cómo llega una congregación local a ser una autén- -


tica comunidad misionera? (Contéstese esta pre-
gunta teniendo presente los tres aspectos esencia-
les de la misión cristiana: Comunión, Servicio y
Proclamación). ?
¿Cómo debiera relacionarse la oración y el estudio
bíblico congregacional con los problemas que ppre-
senta el trabajo y la vida social hoy?

a) ¿Se está logrando ésto en la escuela dominical?


¿En el culto tradicional de entre semana? En las “so.-
ciedades” (ligas, uniones, instituciones) de la Igle
sia?
b) ¿Qué cambio o extensión de estas actividades se-
ría necesario?
c) ¿Sería el desarrollo de la “casa.iglesia” un prin-
cipio de respuesta?
Si tomamos como base la convicción de que cada
creyente, como miembro de la Iglesia, está comi-
sionado por Cristo ¡para cumplir su ministerio en el
mundo (allí donde vive y actúa durante la semana)
en qué forma deberá la congregación ayudarlo y
prepararlo para esta tarea?

210 »
A RAS
IN

ARA
TS

A
A TOO ER ES AR

,
IO a

Ñ
il
de
AE AR > > ;
.

a) ¿Qué cambios en “el programa” de la Iglesia se-


rían necesarios para lograr este fin?
b) Ténganse presente las necesidades de los miem.
bros según sean estudiantes, obreros, amas de casa,
profesionales, campesinos, etc.
¿Cuál debería ser la tarea número uno del pastor de
una congregación con relación a los puntos anterio-
res?
¿Favorece la presente organización de la congre-
gación su crecimiento?
¿Cómo puede la congregación preparar a sus miem.
bros para participar en la vida nacional como ciuda-
danos responsables? ¿Debe darles alguna prepara-
ción política y social?
¿Cómo puede la Iglesia local ser hogar espiritual de
la Juventud»
a) Existen factores en la vida de la congregación
que tienden a ahuyentar a la juventud?

b) Es cierto que existe apatía en los jóvenes de se-


gunda generación evangélica?
c) Este alejamiento o indiferencia de la juventud,
se debe a las exigencias del Evangelio mismo? O
tal vez a cuestiones marginales que han llegado a
ocupar un lugar céntrico en la vida de la congre-
gación?
d) Encuentra el joven cristiano en la congregación
local respuesta, apoyo y orientación concreta sobre
las preguntas que más lo inquietan?
CONGREGACION LOCAL
2 Respuestas a cada una de las preguntas

Primera respuesta:

EN _ Para a la congregación sea auténtica comunidad

2, Debe mantener una relación viviente con el Cr


- sucitado que la moverá a un urgente anuncio del
: lio en diversas formas en el medio que se actúa, des

«3. Debe crear un ambiente de humildad y depe


frente a Jesucristo que ¡pueda traer una transforma:
e “orden de la sociedad para una nueva vida. :

pesan con los pea

5. Debe comprender que la Iglesia existe para se


no para ser servida. PA >

212 * AS
6. Debe com prender que el laico debe ser un colaborador
Í
dinámico y responsable. /

7. Debe ser en tal forma sensible como para que descu-


bra que todas las actividades que puedan realizar los laicos,
(por sencillas que ellas sean, realizándose en el nombre de
Cristo son vocaciones cristianas.

Segunda respuesta:

La oración y los estudios bíblicos no deben tratarse en


forma abstracta y general. Deben orientar e inspirar al in-
dividuo que afronta innumerables problemas en la sociedad
cambiante de hoy día. Deben guardar una relación estrecha
con las situaciones que a cada grupo le toca vivir.
x

En cuanto a la Instrucción religiosa, se hacen las siguien-


tes consideraciones:

2) Debe darse, considerando el nivel cultural de cada co-


letividad.
b) El material de las Escuelas Dominicales debe palpar
la realidad de la congregación.

Cc) Que se realicen estudios especiales para cada agrupa-


ción y que los mismos encarnen el mensaje bíblico-doctri-
nal en la vida diaria del individuo (fábrica, taller, liceo,
etc.)

d) Que la Instrución Religiosa sea renovada y transfor,


mada, para que sean más vivas las experiencias y despierte
mayor interés.

e) Que se realice con participación activa de los miem-


bros y dé lugar al diálogo.

* SS
ciones: Escuela Domir a
y Que cadauna de las agrupa
y Jóvenes, trabajen des
- Sociedad Femenina, Hombres
colaboración y se complementen.

g) Que la relación entre el hogar y la Iglesia sea


lecida viéndose en el desarrollo de “casa.iglesia” un
cipio de ES

Tercera respuesta:
4

Podrá ayudarlo y prepararlo para esta tarea,

1. Conociendo el medio ambiente en que a


desenvuelve.

od Preparando ciertos elementos capacitados que pl


dar orientación y el mensaje necesario para su des
vimiento (personal en el medio que deberá actuar.

grupos que se reunan alrededor de temas de ed


porSs obreros, agrarios, profesionales. :

te la dcalióna del ambiente en que la congregación llevar


e ¿A

acompañará a o miembroosa PEE


- preparación, el respaldo colectivo para la pricación
los sindicatos, centros estudiantiles, etc.

214 >
- Existe una concentración excesiva de funciones en la per-
o pastor, al que se le cd servicios abrumadores.

os dones de maestro del pastor deben ser preferente-


e:E este fin. El E debiera ser el adoctrinador
dispensable que los cristianos desempeñen un papel activo
en la vida política como medio de servicio de amor al se-
mejante y de identificarse con los problemas de la nación,
Para ello, el cristiano debe hacer esfuerzos para mante-
nerse informado de los sucesos políticos, prepararse para el .
ejercicio de los derechos cívicos. Debe estar en su convic-
ción después de un análisis claro de las distintas posiciones
políticas y problemas sociales, y tener cuidado de no en-
entregarse al orgullo y egoísmo, sino estar siempre dispues- -
to a servir a la comunidad.
La Iglesia, para ayudar al individuo que quiera seguir este Ad
camino, debe dar orientación política pero no partidista,
La Iglesia nunca podrá identificarse como tal con ningún
partido.

Séptima respuesta:
Consideramos que algunos de los factores que alejan a la
juventud de la congregación son los siguientes:
a) Desentendimiento de los padres por la orientación de 5
sus hijos.
b) No se le ha dado participación y responsabilidad en.
los programas de la Iglesia. ce
c) La manera de presentar el mensaje no siempre llena
las inquietudes que tienen en esa edad.
d) falta en algunos casos un interés inteligente por
parte de los consistorios en cuanto al lugar que deben ocu.
par los jóvenes en la Iglesia. !
Por lo tanto la Iglesia local puede ser hogar espiritual de
la juventud cuando el joven encuentre en la congregación
local y en su familia, respuesta, apoyo y orientación con=
creta sobre las preguntas que más lo inquietan. : e

216 *
Miembros

-Dr. Benjamín Briceño Mexica 70


Rev. Pablo Casasús Puerto Rico

L. Van der Velde, Argentina


tino A. Vassao, va Braco
Wilfrido Artús, «Uruguay
. B njamín Alvarez, ME e
Joseph Woody, USE AGE
sal, : Guatemala
Colombia
USA
í
Cuestionario considerado por el grupo.

RELACIONES ENTRE LAS IGLESIAS

1. Entre las Iglesias dd


/ >

2) ¿Qué principios deben guiar a una Iglesia en sus rela-


ciones con otras iglesias de la' misma tradición? AN
b) ¿Qué justificación existe para el establecimiento delP
iglesias autónomas siguiendo los límites políticos de 145 di- he
ferentes naciones? : ES

c) Puede una Iglesia participar en la formulación de los


planes y estrategia de una ia hermana?» ¿Cómo?
d) ¿Cómo ¡puede en el día de hoy una Iglesia prestar E
ayuda a otra Iglesia, en recursos materiales y de personal,
sin que ésto desarrolle una relación de dependencia y per=
judique el crecimiento E de la Iglesia que recibe? Y
e) Es el principio de la “triple autonomía” (gobierno
propio, sostenimiento propio, propagación propia) un
ideal legítimo para las iglesias? Considérese esta pregunta
bíblicamente, teológicamente y “misionalmente”. a
de

2. Naturaleza y Función de la CCPAL

a) ¿Qué relación existe entre la a y los organis- |


á
mos que la forman? ¿Existe “conciencia” de la CCPAL ee
los cuerpos eclesiásticos que la componen» Mi

218 * E
-b) ¿En qué sentido son las Iglesias y. Juntas ve la for-
man “miembros” de la CCPAL?
c) Corresponde el título de comisión a la realidad
de la CCPAL>
d) ¿Qué clase de organismo debiera llegar a ser la CCPAL
- en el futuro?

1. Una Alianza efectiva de Iglesias Presbiterianas?


2 UA Consejo Presbiteriano Latinoamericano?

€) Qué clase de compromisos mutuos debieran contraer


las iglesias a través de la OCCPAL?
f) ¿Cómo debiera estar financiada la CCPAL?
g) ¿Qué funciones concretas debería tener la CCPAL?
3. Relaciones con otras denominaciones cristianas
a) ¿Qué principios deben guiar a nuestras iglesias en sus
relaciones con otros miembros (denominaciones) del Cuer-
po de Cristo?
b) ¿Cuál es el ideal que debemos perseguir en dichas re-
laciones?
Cc) ¿En qué forma afecta el presente estado de separa-
ción nuesidro testimonio de Cristo?
E 4. Puntos específicos en nuestras relaciones interz
| eclesiásticas
A. “La Integración”

a) En qué consistió la “integración” en algunos países”


¿Qué fines se persiguieron con ella?
-b) ¿Cómo debiera funcionar idealmente la integración?

3.3210
c) Cuál está siendo la experiencia después de la integra-
ción? ¿Vamos adelantando en el camino hacia los fines per-
seguidos?

d) ¿Qué nuevos desarrollos de la integración serían ne-


cesarios para una mayor aproximación a los fines perse-
guidos?

B. El misionero u “obrero fraternal”


a) ¿Qué es un “misionero” u “obrero fraternal”?
b) ¿Pudiera la presencia e influencia de los misioneros
extranjeros dificultar el ¡proceso de aculturación de las
iglesias en América Latina? ¿Cómo evitar ésto?

Cc) ¿Si una Iglesia desea enviar misioneros a servir bajo


la dirección dde un iglesia hermana, cómo deben ser soste-
nidos y dirigidos los misioneros enviados?
A AY x + ES y

RELACIONES ENTRE LAS IGLESIAS


pz
Antes de entrar a considerar concretamente las relacio-
nes entre las iglesias presbiterianas estre sí, y con otras de-
nominaciones, deben hacerse las siguientes consideraciones:

a) Puesto que reconocemos a Cristo, el Señor, como la


YE Cabeza Suprema de la Iglesia, y aceptamos que ésta existe
- para cumplir el mandato misionero dado por El, creemos
Que para interpretar y vivir el evangelio existe ya una uni-
- dad dada por el Salvador.
j
b) El cuadro de división que presentamos en la Améri-
ca Latina demuestra que no se ha interpretado debidamen-
¿A
3YI te esa unidad, y por ello reconocemos nuestra desobedien-
PE
e
-cia a Cristo. Es el mismo JC., quien nos constriñe a orar y
e
a trabajar para que esa unidad sea manifestada sin poster-
gaciones. Es para exteriorizar esa unidad que Dios nos dá,
A
CE - que las iglesias presbiterianas y reformadas deben promo-
ver relaciones particulares y especiales entre sí, sin impor-
tar la cultura, raza o número de miembros de las mismas,
y no obstante su posición geográfica y económica.

c) Existe en la iglesia de Cristo una unidad que es el dón


del Espíritu y que trasciende todas las fronteras humanas,
incluyendo las políticas. Creemos que es nuestra tarea el
A
_procurar dar expresión visible a esta unidad. Sin embargo,
y
SANS
A!
AS
tenemos que admitir que la organización de las iglesias de
América Latina refleja en la mayoría de los casos las fron-
teras políticas de los países donde actúan, debido a razo-
nes histórico-geográficas.

1. Relaciones entre iglesias Presbiterianas

Consideramos que una Iglesia puede participar en la for-


mulación de planes y estrategia de una iglesia hermana por
invitación y/o por ofrecimiento, en espíritu fraternal, siem-
pre sobre la base de mutua interdependencia. Además, re-
conocemos que la iglesia presbiteriana de un país tiene la
directa responsabilidad de evangelizar dentro de los límites
políticos de su propia nación. Mientras no pueda cumplir
con esta responsabilidad, debe considerar la conveniencia
de invitar a otra iglesia para compartir dicha responsabili-
dad con ella, bajo su propia autoridad.

En el proceso de ayuda mutua entre las iglesias deben


tomarse en cuenta los siguientes principios, con el propó-
sito de evitar que la ayuda desarrolle una situación de de-
pendencia que perjudique el crecimiento de la iglesia que
recibe la ayuda:

a) toda ayuda que se preste en fondos o personal, debe


ser concedida solamente a petición de la iglesia ne-
cesitada, y (previa consulta iniciada por cualquiera
de las partes;
b) La iglesia que concede la ayuda debe hacerlo sin im-
Poner a la iglesia que recibe ninguna condición; y

c) Debe prevalecer en la administración de esta ayuda


un espíritu de mutua SS y cortesía.

PASEA
_La verdadera meta de las iglesias no es la “triple auto-
nomía” (sosten propio, gobierno propio, propagación pro-
pia). Mas bien, las iglesias deben reconocer en cada aspec-
- to de su vida que son plenamente responsables ante Dios
por su fidelidad y testimonio. No debemos subrayar tanto
la autonomía absoluta de las iglesias, sino ante todo la su-
misión a la mima Cabeza, que es Cristo, y la interdepen-
dencia mutua, según la imágen del Cuerpo de Cristo, tal co-
MO se sos presenta en las epístolas a los Corintios y Efe-
sios.

: 2. La Re-estructuración de la CCPAL

- Considerando que la CCPAL h ¿cumplido ya una impor-


tante etapa histórica, proporcionando un medio de cono-
cimiento mutuo, entendimiento, y cierto grado de coope”
- ración entre sus miembros, y considerando la necesidad de
su ampliación para que las Iglesias Presbiterianas y Refor-
_madas de América Latina cumplan en forma má amplia su
misión, el Congreso de Bogotá sugiere a la CCPAL pro-
- mover un estudio acerca de la posibilidad y conveniencia
de re-estructurarse, teniendo en cuenta: a) las relaciones
de las iglesias entre sí; b) las relaciones de las iglesias y
las Juntas cooperadoras; c) las relaciones de la CCPAL con
la Alianza Mundial Presbiteriana.

3. Relaciones con otras denominaciones cristianas

Considerando,
a) Que existe confusión sobre lo que significa “unidad
cristiana”, y que es necesario esclarecer este concepto a la
luz de la Palabra de Dios;

AO : EROS
b) Que las iglesias necesitan orientación sobre la mane-
ra de expresar dicha unidad en sus relaciones mutuas, te-
niendo en cuenta la realidad latinoamericana y respetando
plenamente la posición actual de las iglesias al respecto;
El Congreso de Bogotá "recomienda a la CCPAL promo-
ver un estudio bíblico teológico sobre la materia, en coo-
peración con los cuerpos eclesiásticos que la integran.

0
dimburgo. Rector del Seminario del Centenario, Vic-
la,En Santo, Brasil. |

3 DOS SANTOS, _José—Pastor Brasilero. Miem- a


A

SY Ae
niversidad de Mies a

BORDA. Orlando—Laico presbiteriano de Colom- ;


pone Decano de la Facultad de Sociología
UCI , A : z
E 00
E LOPEZ, Manco Poe de "ilosofía. Se
MS - tinoamericano del Departamento. de Iglesia y
del Consejo Mundial de Iglesias. E O

sia Disc. Ep de Cristo.

LLOYD; Ralph: Mí Pregdente dea AlianzaMi


Presbiteriana.

MACKAY, Juan E en Teología. bil


Universidad de América, en Washington. —
NEWBIGIN, Obispo Lesslie—Iglesia Unida del Sur « Ed

India. Director de la División de Misión Unive


Evangelismo, del Consejo Mundial de tes a
hs - SHAULL _Ricardo—Doctor en Teología. oa
Seminario Presbiteriano de Princeton, Estados

VASSAO, Amantino—Pastor Brasilero. Presidente.


premo Concilio de la Iglesia Presbiteriana delBe
presidente de la CCPAL. S%
ñ IN E

BTS!
A 2) 7 A al m5 ASS
É

(Viene. de la 1? Solapa) d
Han
.” Una comisión organizadora internacional tras
bajó durante un año en la preparación del.
Congreso, Las iglesias de cada país nombraron,
a su vez, comités nacionales que organizaron
institutos locales de preparación, En un próxi..
mo libro deberán aparecer algunos de los prin”
cipales trabajos hechos con motivo de estos
institutos, Hubo también algunos materiales
escritos, solicitados especialmene, como pre-.
paración para el Congreso Continental. Tres
de ellos se incluyen en el presente volumen.
La serie de ponencias cortas que forman el
Pe cuerpo principal de este libro fueron más bien
breves intervenciones, sobre temas or
al estilo de mesas redondas. Finalmente,
incluyen también las conclusiones da
po: el Congreso en pleno, y que sorel fru.
to del trabajo realizado por los seis grupos
de estudio en que se dividió la Asamblea, Me-.
suradas y cautelosas, no alcanzando, según al-
gunos, a tocar fondo, estas conclusiones son,
sin embargo, un primer encuentro con inte-
rrogantes e inquietudes que habían pasado por
la mente de muchos sólo como fantasmas
inasibles y que ahora por primera vez han sido
enfrentados con valor. Las conclusiones no.
pretenden ser, por tanto, respuetas definiti-
vas ni nuevos moldes inflexibles, sino prime-
ros pensamientos, flechas que indican en que
dirección debiera seguirse investigando a la
luz de la Palabra de Dios y de la realidad -
latinoamericana,
Recomendamos sin ninguna reserva el es"
tudio de estas conclusiones, y de los cuestio-
narios que las provocaron (incluídos también
en el texto), así como de todo el material que
se incluye en el presente volumen, pues cree.
mos que será una valiosa orientación para los
cristianos evangélicos y las iglesias en sus es”
fuerzos por obedecer, en cada situación local,
a las instancias de Nuestro Señor, quien nos
preside en la inmensa tarea misionera de Amé-
E |
rica Latina,
das y estudiadas en
la forma más amplia
posible. El precio del
presente volúmen se-
rá de US$0.50 por
cada copia individual.
Pedidos de cincuen- /
ta copias en adelan-
f

/
te, a una misma di-
rección, serán despa-
chados a razón de
US$ 0.05 centavos
por ejemplar, más el
costo del flete aéreo.

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