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1. Introducción
2. Origen
En cuanto a su origen, el derecho administrativo se remonta sólo al último tercio del siglo
XIX. Suele afirmarse que es un derecho joven, que ha experimentado una rápida evolución.
Cada etapa lo ha marcado y, si resulta cómodo hablar en términos de tiempo y crecimiento,
es útil evocar, como propone Weil, una imagen geológica: a cada edad corresponde una
capa diferente y el derecho administrativo tiene elementos que corresponden a distintas
épocas y que expresan concepciones diversas.
Comprender este fenómeno es esencial para quienes quieran estudiar esta disciplina.
3. Identidad.
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jerárquico entre objetos caracterizados por una sola medida. Una piedra es más pesada, es
más densa, o más voluminosa que otra; solo puede ser globalmente superior si sintetizamos
el conjunto de todas esas medidas en una sola.
La singularidad del Derecho Administrativo sólo es aceptable si encuentra justificaciones.
Los límites que separan el derecho público del privado no son fijos ni apriorísticos (Michael
Stolleis, Introducción al Derecho público alemán, Marcial Pons, Madrid, 43 y 44). El conjunto
de circunstancias históricas puede dar un alcance diferente a la clásica distinción entre
ambos campos del derecho.
Ninguna materia jurídica necesita de exclusividad, ni de superioridad. Muchas reglas y
principios del derecho privado resultan aplicables a asuntos regidos por el derecho
administrativo. Pero la aplicación de normas de derecho privado no afecta la singularidad de
nuestra disciplina.
El derecho administrativo no puede ser comprendido con nitidez si se utilizan las reglas del
derecho privado. Para describir tal fenómeno suele emplearse el término exorbitancia.
4. Definición.
El derecho administrativo suele ser presentado como el ordenamiento jurídico que disciplina
la administración pública (las obras de Mayer y Bielsa se abren con esa definición).
Pero bajo la sencillez y claridad aparentes de tal concepto se esconde la dificultad de la
cuestión que está en la base misma del derecho administrativo como ciencia: la definición y
delimitación de la realidad de eso que denominamos Administración pública, cuestión que
es siempre polémica.
Subyace implícita o expresamente en las elaboraciones conceptuales un afán de
justificación frente al derecho civil, con su corolario práctico de separación jurisdiccional,
circunstancia que determina, desde los albores de la configuración científica del derecho
administrativo, una marcada télesis procesalista. Se trata muchas veces de delimitar un
orden de competencias, de separar el ámbito de aquello que ingresa en la justicia ordinaria.
5. Estado y gobierno.
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administrativo estamos pensando en un modelo de Estado, el Estado de derecho, esto es,
un Estado sometido a la ley.
Pero tenemos que tener en claro que gobierno y estado no son sinónimos. Muchas veces,
el modo en que usamos el lenguaje muestra la falta de conciencia sobre nuestras
instituciones y la dificultad que entrañan conceptos que damos por sentados. El Estado es
un tipo de gobierno. La idea de Estado implica el sometimiento a una autoridad o poder
supremo que dicta las leyes. Es ese sometimiento a la ley el punto de partida de nuestra
materia.
En general utilizamos el concepto de Estado como Estado de derecho. La idea de
Rechtsstaat suplantó la idea de Polizeistaat. Los avances más importantes son de fines del
siglo XIX, cuando se popularizó la regla de que también las autoridades estaban sujetas al
derecho. Veremos en el curso que siempre subsisten zonas de actividad estatal que
pretenden escapar al derecho.
6. La administración pública
La estructura del Estado argentino ofrece una particular dimensión y complejidad. Los
aparatos de gobierno y gestión de los intereses generales se organizan en tres niveles de
dimensión territorial decreciente: nacional, provincial y municipal.
Cada uno de estos tres niveles de organización territorial tiene un conjunto de órganos a los
que se confían funciones de específica relevancia, regulados en la Constitución Nacional.
Pero estos entes, sin perjuicio de su relevancia intrínseca, no desarrollan por sí solos el
enorme cúmulo de actividades y servicios que requiere la sociedad contemporánea. Su
gestión y ejecución material se encomienda en cada caso a una estructura servicial de
dimensiones superiores a los órganos de los que depende, de carácter estrictamente
subordinado, a los que se conoce genéricamente con el nombre de Administración pública.
Hablar en forma genérica de Administración pública no es otra cosa que una abreviación
coloquial (como “empresa” u “obligación”) pues no hay una Administración sino una
multiplicidad de Administraciones públicas, sometidas a distintos regímenes jurídicos.
Es relevante recordar que Administración pública no es sinónimo de Poder Ejecutivo,
aunque a veces se utilice como tal. El poder ejecutivo en nuestro régimen constitucional es
unipersonal y está conformado solo por el presidente de la nación (art. 87 de la CN).
La distinción entre los tres niveles que acabamos de mencionar supone una primera
complicación. Además, estos tres niveles no forman un conjunto unitario. En Argentina hay
24 jurisdicciones (23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires) y 2171 municipios y comunas.
Para referirnos a los órganos de cada una de esas entidades utilizamos la expresión
Administración pública.
En cada nivel territorial, cada administración se desmenuza en una serie de organizaciones
de nivel inferior: unas con personalidad, otras no, unas con ámbito territorial limitado, todas
con tareas diferenciadas (al menos idealmente) y el deber de actuar de manera coherente y
coordinada.
Cada uno de esos complejos territoriales tiene una estructura interna variada, de la que solo
podemos tener una idea superficial y fragmentada. Nunca podemos dejar de estudiar, en
cada caso, el régimen jurídico específico que se aplica en cada nivel de cada jurisdicción.
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Lo que la doctrina ha buscado ha sido identificar un concepto abstracto, una noción que
pudiera alcanzar uno de estos objetivos:
7.1 Dificultades:
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Decir que el derecho administrativo tiene como objeto a la Administración Pública puede
inducir a conclusiones erróneas, tales como:
Los destinatarios principales del derecho administrativo son las personas que se relacionan
con el Estado y gran parte de la actividad de la Administración Pública se rige por el
derecho privado.
Algunos ejemplos:
7. 2 Mutaciones:
Las mutaciones afectan todas las áreas del derecho administrativo. En cuanto a las fuentes,
observamos el papel preponderante que desempeña la jurisprudencia, la creciente
complejidad de los sistemas de fuentes nacionales o internacionales, el fenómeno de la
constitucionalización del derecho y el desarrollo de fuentes contractuales. La doctrina
también es una fuente muy relevante en nuestra materia. Debemos poner especial empeño
para conocer la obra de los grandes maestros del DA sobre todo para comprender la
influencia permanente que tienen y han tenido.
Otras mutaciones tienen que ver con la tecnología, las preocupaciones medioambientales,
la democracia participativa, el acceso a la información pública, la idea de daños colectivos,
las sucesivas etapas de nacionalizaciones, privatizaciones, la fuerte intervención del Estado
en la economía, luego la desregulación y la llamada huida hacia el derecho privado.
De las cuestiones ambientales podemos tomar una enseñanza fundamental para nuestra
materia: la manera de concebir los derechos, atándolos a los deberes (art. 41 CN).
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prerrogativas siempre ligadas a su deber de rendir cuentas y los segundos, personas
civilizadas, no pueden separar sus derechos de sus deberes frente a la cosa pública.
8. CONCEPTOS FUNDAMENTALES:
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8.2 Inexistencias de reservas del poder administrador (Fiorini Vs. Marienhoff)
La reserva de ley tiene su origen en las luchas contra el absolutismo. Nace antes que el
Estado constitucional y la consagración de la teoría de la división de los poderes.
Las reservas se expresaban como garantías contra la autoridad arbitraria de los príncipes y
fueron consecuencia del reconocimiento de los derechos a ciertos grupos, a veces
denominados “el pueblo”. En su origen estas conquistas no tuvieron la denominación de
"reservas al legislador" sino que expresaban los derechos y libertades sustraídos de la
autoridad de los príncipes. Los biIl, carta o declaración de derechos del derecho anglosajón,
importaban prohibiciones a la intervención de los reyes. Representaban la exclusión de
ciertas prerrogativas que antes había tenido el monarca y cuya disposición quedaba ahora
bajo el amparo de quienes no tenían poderes reales. De esta forma se le sustrajo al poder
real la imposición de cargas, la creación de impuestos, las libertades civiles, la inviolabilidad
del domicilio, la correspondencia, etcétera.
El Estado constitucional recoge, junto con otros principios de dignidad humana, la raíz
histórica de las reservas de ámbitos sustraídos al poder autoritario, bajo el nombre de
reservas de la ley o del legislador.
La raíz histórica de lo que fueron las "reservas del legislador" se mantiene vigorosa con la
implantación del Estado democrático y la consagración de la igualdad. Las reservas de la
ley se destacan como una afirmación de los derechos humanos reconocidos a los
individuos, en la misma forma que en el pasado se expresaban frente a las prerrogativas
reales, pero jurídicamente se las consagra como una garantía constitucional en favor del
reconocimiento previo de los derechos fundamentales de los individuos.
De esta forma, los derechos individuales fundamentales aparecen como inherentes a la
existencia de las personas. La reserva de su reglamentación por el legislador aparece como
una garantía constitucional de su inalterabilidad. Los derechos fundamentales, al no ser
absolutos, pueden ser reglamentados por el legislador. La reserva del legislador se
transforma en el Estado constitucional en el reconocimiento de su reglamentación exclusiva
por el legislador.
La reserva de la ley se apoya en la teoría de la representatividad. Solamente los
representantes tienen la potestad jurídica de reglar los derechos inalienables de sus
representados.
Las reservas de la ley se destacan en forma inconfundible en el art. 14 de la CN referido a
derechos cuya reglamentación es privativa de la ley. El art. 17 de la CN contempla la
reserva de la ley en materia de propiedad privada, en la creación de impuestos, al indicar
que "solo el Congreso los impone", y respecto de cargas públicas, a las que califica como
"servicio personal exigible". La misma tónica, aunque limitando aún más las atribuciones del
legislador, se aplica al domicilio y a la correspondencia, cuya inviolabilidad podrá ser
reglada por "una ley que determinará en qué casos y con qué justificativos podrá
procederse a su allanamiento y ocupación". La creación de conductas delictivas tiene
también la garantía de la ley en el art. 18, juntamente con otras garantías que conceden
mayor seguridad. Esta garantía de reserva de la ley recibe todavía mayor acentuación en la
última parte del art. 19 referido a la libre conducta de los individuos. El art. 28 establece la
inalterabilidad por parte del legislador, pese a la garantía de reserva de la ley sobre los
derechos y garantías que se declaran en el capítulo 1° de la CN. El mismo art. 29, con
tradición histórica, impone una sanción a los representantes que omitan aplicar en toda su
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plenitud las reservas que garantizan la vida y los derechos de sus representados. Cuando el
legislador no respeta las reservas de la ley, consagra la suma del poder público.
Reserva de poderes:
La Corte afirmó que el argumento, invocado por una fiscal destituida, relativo al planteo de
inconstitucionalidad de los artículos 109 y 164 de la Constitución de Mendoza, al carecer
las provincias de competencia para crear causales de destitución de magistrados
diferentes a las previstas en el orden federal, debe ser rechazado, pues no se hace cargo
de que el régimen de remoción de las autoridades de provincia y, en particular, de que la
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regulación del enjuiciamiento de magistrados provinciales es una competencia privativa y
excluyente de los Estados locales, que no ha sido delegada al Gobierno Nacional (con
cita de los artículos 121 y 122 de la CN).
“Orozco, Anabel Matilde”, 03/06/21 Fallos, 344:1270
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Facultades o poderes privativos son aquellas atribuciones que se ejercitan por el titular de
un poder en forma excluyente, sin interferencia o limitación de algún otro poder. No obstante
el carácter de privativas, tales facultades pueden ser revisadas por los jueces.
En nuestro derecho constitucional se distingue lo privativo de lo exclusivo o excluyente, por
referencia a las facultades concurrentes de nuestro régimen federal. La expresión "facultad
privativa" tiene vinculación con el ejercicio de cada uno de los poderes del Estado y la
expresión "exclusiva" se utiliza con referencia a las facultades delegadas frente a las
concurrentes (arts. 121 y 126 de la Constitución Nacional).
Las facultades privativas, por otro lado, conllevan facultades implícitas. Las facultades
expresas, suponen, muchas veces, atribuciones implícitas.
La realización de lo explícito exige necesariamente la facultad implícita, que no estaba
expresa pero sí subsumida. Las facultades implícitas no son tampoco las denominadas
reservas de poder y, menos aún, del poder administrador. La historia constitucional se ha
dedicado a despojar toda posible reserva de este poder. Sin embargo, aun sin reservas, el
poder ejecutivo tiende a extralimitarse a costa de los otros dos poderes y de los derechos
individuales. La historia política argentina es un vivo ejemplo de esos avances.
En la práctica, para que cada poder pueda llevar a cabo sus facultades privativas deberá,
entre otras cosas: contratar personal, dictar reglamentos internos para su correcto
funcionamiento, contratar seguros y otros proveedores. Todos estos son ejemplos de
facultades implícitas.
La reserva de la ley es la garantía a los derechos fundamentales de los individuos. Tal
reserva no puede equipararse con facultades implícitas y, menos aún, con el ámbito interno
de la organización y ejercicio de la potestad jerárquica que le corresponde a cada órgano
del Estado, en salvaguarda de la división de poderes.
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PODER EJECUTIVO NACIONAL. “Zona de reserva”
“De la existencia de la zona de reserva del Poder Ejecutivo deriva que el Congreso no
pueda dictar leyes que impliquen el ejercicio de facultades que la Constitución Nacional le
confiere expresamente al Poder Ejecutivo o que deban considerarse conferidas por
necesaria implicancia de aquéllas y que constituyan la sustancia misma de la labor propia
del órgano ejecutivo.
Como derivación lógica de estos principios resulta claro que, por la misma razón en cuyo
mérito el Poder Ejecutivo no puede constitucionalmente dejar sin efecto una ley formal
vigente, el Poder Legislativo carece de imperio para dejar sin efecto un decreto del
Ejecutivo, dictado en ejercicio de facultades constitucionales.
La denominación de autónomo para los reglamentos deriva de que su dictado no depende
de ley alguna, sino de facultades propias de la administración, resultante de textos o
principios constitucionales. En el caso del Decreto 894/01, se trata de la facultad
constitucional de nombrar y remover al personal civil de la administración. En uso de esas
atribuciones, el Poder Ejecutivo determina las condiciones de ingreso y de egreso en el
empleo público y estructura sistemas de incompatibilidad como el decreto mencionado, en
el que se debe optar entre la percepción del beneficio previsional sin contraprestación por
las tareas laborales o la suspensión del beneficio previsional en caso de percibir la
retribución por el cargo.”
Procuración del Tesoro de la Nación: Dict. Nº 449/02, 8/11/02. Expte. Nº 22700/01.
Ministerio del Interior (Dictámenes 243:331)
Es atribución del Poder Ejecutivo Nacional fijar las incompatibilidades para ocupar cargos
en la administración pública nacional.
–Del dictamen de la Procuración General, al que remitió la Corte Suprema–. En el caso
se analiza un conflicto entre la ley y un reglamento autónomo. “Saralegui, Francisco c/
Estado Nacional - Poder Ejecutivo Nacional s/ amparo.14/02/06”, Fallos, 329:123
El concepto nació siguiendo los pasos de un razonamiento análogo al que llevó a reconocer
una llamada zona de reserva de la ley. Esta idea, formulada a comienzos del siglo XX por
Mayer, "intentó preservar las libertades de los particulares sobre la base de impedir el
avance de todo poder reglamentario que implique una alteración o limitación de los
derechos individuales de propiedad y libertad". Por aplicación de la misma técnica —aunque
con propósitos distintos—, a la vista de las disposiciones constitucionales que asignaban
ciertas atribuciones al Poder Ejecutivo, se postuló simétricamente la existencia de una zona
de reserva de la Administración.
En la doctrina nacional hay una corriente favorable al reconocimiento de este concepto,
integrada entre otros por Marienhoff, Cassagne, Bidart Campos y Coviello.
En una postura opuesta, contraria a admitir una zona de reserva de la Administración, se
encuentran Fiorini, Diez y Gordillo.
La discusión no está exenta de consecuencias importantes.
Bibliografía:
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● Fiorini, Bartolomé, Inexistencia del acto administrativo jurisdiccional, Revista Jurídica
La Ley 101, 1027
● Durand, Julio C, La "zona de reserva de la Administración" y los reglamentos de
jerarquía superior a la ley, en un dictamen de la Procuración del Tesoro, LALEY
AR/DOC/8546/2012
● Jacqueline Morand-Deviller, Derecho Administrativo, Universidad Externado de
Colombia (2017)
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Bajo el nombre de “poder público” se entiende al conjunto de prerrogativas acordadas a la
Administración para hacer prevalecer lo que considera más ajustado al interés general
cuando se topa con un conflicto con los particulares.
Pero el recurso a procesos autoritarios no es siempre necesario. Para perseguir el
interés general la Administración puede vincularse con los particulares a través de la técnica
del contrato.
Responda de manera breve y fundada las preguntas formuladas para compartir sus
conclusiones en clase. No deberá presentarlo por escrito sino que deberá exponer sus
respuestas, y debatir con sus compañeros, buscando una progresiva corrección y
profundización.
2- Análisis de casos
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Elabore un resumen del caso que contenga:
1. Nombre del fallo, fecha, tribunal y cita de la publicación.
2. Vía procesal.
3. Resumen de los hechos. Identifique de qué tribunal es el fallo de la anterior
instancia. Intente reseñar los antecedentes del fallo de la instancia anterior.
Resuma las posiciones de las partes.
4. Cuestión a resolver (formulada como una pregunta).
5. Sentencia (en términos simples y concretos: hace lugar, rechaza, revoca,
confirma, etc).
6. Síntesis de los argumentos del fallo y fundamentos normativos
7. En su caso, síntesis de los argumentos de las disidencias y del Procurador
ante la Corte. Compare las diferentes posiciones.
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