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Administración en seguridad y salud en el trabajo

Docente: Daniel Felipe Ospina Cárdenas

Estudiante: Erikc Alexander Cajar Rico

ID: 729104

Asignatura: Riesgos Físicos

Villavicencio, Meta.

05/11/2021
Protocolo de prevención presiones atmosféricas

Protocolos de prevención para labores determinadas bajo alta o baja presión en tres
momentos: Antes, durante y después.

Ascenso al Everest

1. Características de la alta montaña y factores limitantes del rendimiento

En las estancias superiores a una semana por encima de los 3000-4000 metros las
necesidades energético-nutricionales aumentan considerablemente (Westerterp, 2006),
tanto por la hipoxia, frío intenso y actividad física elevada (tener que subir cuestas,
escalar y con la mochila a la espalda).

La intensidad de la actividad física baja considerablemente según la altitud de la estancia,


pero a la vez el peso de la mochila que ha de llevar el alpinista para poder subsistir durante
muchos días hace que la intensidad del esfuerzo aumente considerablemente ya que suele
ser habitual mochilas con pesos superiores a los 20-30 Kg (con pesos superiores se suele
contratar un arriero o porteador). Normalmente las mochilas pesadas suelen llevarse hasta
el campamento base (4000-5000m) (Wagner, 2006).

En cuanto a la intensidad del esfuerzo se puede decir, que como norma general se
camina a una velocidad de 2,7km/h, teniendo en cuenta diversas condiciones de
inclinación, entre 0-10% de cuestas y altitud, entre 3000-8000m (Koehler, 2011).

Cuanto más grande sea la inclinación de las cuestas y la altitud, para participación de las
vías anaeróbicas será mayor, así como el gasto calórico por una mayor implicación de la
musculatura. Estudios realizados en la operación Everest II en el año 1985 (Expedición de
Investigación Médica de Estados Unidos), vieron unos consumos de oxígeno de 15
ml/kg/min (28% del VO2 al nivel del mar) lo cual actividades a grandes altitudes tiene una
limitación muy grande para realizar actividad física intensa por encima de los 8000 metros.
No obstante, estos estudios sirven de referencia al ser difíciles de realizarles en campo
(Wagner, 2010).
A esto hay que añadirle cuando hay escaladas técnicas de medio, en la que la
implicación de la musculatura del tren superior aumenta. Esto hace que aunque el alpinismo
sea una actividad prioritariamente aeróbica, hay momentos técnicos que se requiere la
obtención de energía prioritarias anaeróbicas láctico-alácticas. No obstante, cuando se
realiza una expedición al estilo alpino y sin infraestructura suficiente, lo más probable es
que los depósitos de glucógeno estén vacíos por poca disponibilidad a los alimentos y un
aumento del metabolismo glucolítico debido a la hipoxia, hace que se utilicen los
aminoácidos (aa) como sustrato energético, al ser más biodisponibles que la propia grasa
corporal.

Estos aa pueden ser directamente utilizados por el músculo, como es el caso de los aa
ramificados (aaR) o se puede obtener energía para formar glucosa (gluconeogénesis) a
través del ciclo de glucosa-alanina, que se utiliza en gran medida en la montaña, el tener
déficit de hidratos de carbono. Esto supone que si no se toman medidas dietético-
nutricionales adecuadas, que el alpinista pueda perder mucha masa muscular (por la
proteólisis inducida por déficit de los depósitos de glucógeno) en la actividad alpinística.
En la operación Everest II realizada en 1985 en laboratorio, observaron una disminución
de peso corporal de un 9% en estancias a gran altitud durante 3 semanas, con una pérdida
del 67% de tejido muscular (Wagner, 2010). No obstante, según los últimos estudios
(realizado a 3500m en el desierto de Atacama de Chile), en las estancias de más de 3
semanas en altitudes superiores a los 3500m, la pérdida de masa corporal se realiza en
una proporción de 3/2, en cuanto al masa grasa y masa muscular respectivamente,
además de observarse pérdida en la potencia aeróbica (VO2max) después de la estancia
(Ermolao et al, 2011). No obstante, este último estudio es realizado en el desierto de
Atacama de Chile a 3500m de altitud, y puede ser que a altitudes por encima de 5000m, la
pérdida de masa muscular sea mayor, tal como observaron en la Expedición Everest II
(Wagner, 2010).

Entre los principales factores limitantes del rendimiento en el alpinismo aparecen el


agotamiento de los depósitos de glucógeno muscular y catabolismo proteico elevado,
desequilibrio hídrico y electrolítico (Westerterp, 1994) y Mal Agudo de Montaña, la cual
puede ser aspecto trascendental, ya que esta hace que el alpinista pierda apetito y tenga
insomnio, las cuales dificultarán la recuperación del deportistas, generando un estado de
catabolismo continuo especialmente a partir de los 5000m de altitud, debido al intenso frío
y estímulo simpático-adrenal inducido por la hipoxia.

2. Mal Agudo de Montaña: aspecto a tener en cuenta para la planificación de los


entrenamientos

Cuando se duerme por encima de 4000m es habitual padecer Mal Agudo de Montaña
(MAM), enfermedad que se caracteriza por la aparición de síntomas como dolor de cabeza,
mareos, náuseas, insomnio, fatiga generalizada y falta de apetito entre otras (Durmont y
col, 2000), que aparece en montañeros sanos que suben montañas elevadas. Típicamente
estos síntomas se desarrollan durante las primeras 6-10 horas de ascensión (Hackett y
Roach, 2001), y presentan un pico en el segundo o tercer día de estancia (Peacock, 1998).

La incidencia del MAM es variable, aunque relativamente alta, ya que en altitudes entre
los 4.000 y 5.800 m afecta a una media del 67 % de los sujetos, con un rango entre el 25 y
el 100 % (Dumont, 2000, Perce y col, 2001; Wagner y col, 2006).
El riesgo para padecer el MAM depende de la altura a la que se asciende, de la velocidad
de ascensión, de anteriores exposiciones a grandes alturas y de la susceptibilidad individual,
siendo su prevalencia más alta en personas que viven a alturas inferiores a 500 m (Serrano-
Dueñas, 2000).

Controlar el MAM en la montaña es muy importante desde el punto de vista alimentario,


ya que los que tiene menores puntuaciones en la Escala de Lago Louise (escala que se suele
utilizar internacionalmente para medir la sintomatología del MAM) podrán ingerir más
alimentos y realizar más actividad física en la montaña.

Tabla: Escala de Lago Louise


Es por ello que puede ser interesante, antes de acudir a la montaña, realizar
entrenamientos específicos en situaciones variables de hipoxia, no sólo para prevenir en
gran medida el MAM, sino también para que el alpinista disfrute más durante la estancia en
altitud. Para esto se están investigando estrategias de preacondicionamiento hipóxico
realizando ejercicio físico en situación de hipoxia intermitente normobárica (Urdampilleta,
2012; Stephen, 2010). Según las investigaciones, se necesitarán realizar 12 sesiones de
hipoxia con una duración de una hora, 500m por encima de la altitud que se pretende
dormir en el campamento base (Muza, 2007).

También han utilizado muchos atletas los estímulos de hipoxia intermitente o


entrenamientos-estancias en altitud (2000-3000m), especialmente de resistencia aeróbica
para aumentar el rendimiento físico (Derby, 2010).

Si el MAM no lo controlamos adecuadamente nos puede llevar a un edema cerebral y


riesgo a la muerte, ya que en esta situación el alpinista no se da cuenta de su situación y la
desorientación y falta de coordinación de puede llevar a hacer cualquier fallo que lo pague
con un accidente grave. Según algunos autores, aunque todavía no está claro, el MAM
puede ser la antesala de un edema cerebral.

Algunos estudios recomiendan una alta ingesta de HC para prevenir el MAM. El


razonamiento es que la ingestión de carbohidratos aumenta la producción de CO2, el cual
estimula una frecuencia mayor de respiración (Lawless, 1999). Sin embargo, otros estudios
sobre este tratamiento han producido resultados contradictorios (Swenson, 1997).

Por otra parte, hay estudios que han demostrado que en los alpinistas que padecen el
MAM retienen más líquidos (observándose hinchazón en la cara o las manos) y ante esto
han probado si una ingesta mayor en líquidos puede reducir el MAM. En un estudio
realizado con militares, probaron las diferencias de la toma de 4,7 litros y 2,8 litros.
Observaron que los que padecían de MAM tenían una menor producción de orina (1,3
l/día) respecto a los que no padecían el MAM (1,7 l/día), no obstante, el beber más no
ayudó a mejorar el MAM (Neri, 2006).
Ante esta situación, muchos alpinistas utilizan fármacos (acetazolamida, ibuprofeno y
especialmente ácido acetil salicílico para evitar el dolor de cabeza, inducido por el MAM)
con la intención de evitar o enmascarar la respuesta natural del organismo y siguen
subiendo de altitud, cuando a altitudes elevadas, la situación puede agravarse (edema
pulmonar o cerebral) y los medicamentos no resultan ser de utilidad.

No obstante, hemos de decir, que para afrontar el MAM, lo más interesante es ir a la


montaña con un entrenamiento físico adecuado y realizar un preacondicionamiento a los
estados de hipoxia.

3. La preparación física para en las expediciones alpinísticas de máxima exigencia

Tal como hemos comentado antes, aunque el alpinismo se toma como un ejercicio de
larga duración, no hemos de confundir con otros deportes de larga duración, ya que las
características anteriormente comentadas, hacen que su entrenamiento tenga que ser muy
diferente a un deporte típico de larga duración, donde las intensidades no son muy
variables.

Como norma general tenemos que tener en cuenta que será un ejercicio continuo de
larga duración pero de intensidad muy variable (según el peso de la mochila, altitud,
desnivel, escalada técnica…), donde el metabolismo implicado será altérnate, la glucólisis
aeróbico e incluso anaeróbica cuando hay pasaos técnicos de escalada a realizar. La
evidencia científica ha demostrado que las situaciones de hipoxia aumentan la glucólisis.

No obstante, tenemos en cuenta que en la montaña se reducen los niveles de glucógeno


muscular al máximo, y en esta situación, la participación de los triglicéridos y aminoácidos
(aa ramificados y la alanina) como recurso energético será vital para la supervivencia.

En este caso una de las cosas más importantes puede ser trabajar la capacidad de
recuperación, que a altitudes elevadas, por la hiperventilación y aumento de la frecuencia
cardiaca, resulta interesante trabajar esta capacidad para ser más eficiente en altitud. Es por
ello, que el modelo de entrenamiento tiene que ser interválico, realizando cambios de ritmo.
Así como norma general nos interesaría trabajar estas capacidades según el periodo de
entrenamiento para la preparación de una expedición superior a los 6000m de altitud. Para
el entrenamiento de las cualidades condicionales, separaríamos la preparación en 4 fases
diferentes:

1. Periodo Preparatorio General (PP): En esta fase interesa practicar diferentes


actividades físicas de carácter aeróbico a intensidades de entre 55-65% del VO2max. El
objetivo de los entrenamientos será crear una base sólida para a posteriori soportar cargas
de entrenamiento más intensos. Es interesante realizar diferentes deportes ya que el
objetivo principal es trabajar la eficiencia aeróbica y para ello como tendremos que realizar
entrenamientos de larga duración, nos interesa que no se sobrecarguen los mismos
músculos en cada entrenamiento, ya que no pretendemos adquirir adaptaciones a nivel
sistema periférico, sino que en los sistemas orgánicos a nivel general.

Esta fase será la más larga, teniendo una duración aproximada de 2-3 meses.

2. Periodo Específico (PE): El periodo específico se utiliza para ir metiendo ejercicios


más específicos, sobre todo los músculos principales que serán implicados en la actividad
en la montaña. Es por ello que meteremos ejercicios de fuerza específicos de la escalada,
sobre todo músculos del tren superior de la espalda y del tren inferior, gemelos, glúteos y
cuádriceps. Estos músculos los podremos trabajar de forma general con los ejercicios de
pesas en el gimnasio.

En cuanto al objetivo de resistencia aeróbica, nos interesa trabajar la capacidad aeróbica,


o aumentar la zona del umbral anaeróbico individual (UANI). Para ello, es imprescindible
hacer de antemano una prueba de esfuerzo submáximo o máxima (test EPIM) para
determinar zonas de entrenamientos aeróbicas y anaeróbicas.

En los deportistas de resistencia, antes de un periodo de entrenamiento la zona UNAI


suele estar al 70-75% del VO2max, lo cual, mediante el entrenamiento de esta zona,
deberíamos de aumentar hasta llegar a que esta zona esté en 75-85% del VO2max, para que
utilicemos más cantidad de recursos energéticos a través de la lipólisis en las zonas
inferiores a este umbral y así ahorrar en mayor medida el glucógenos muscular.
El periodo específico la dividiremos en dos partes: PE-1 y PE-2.

2.1. Periodo Específico-1 (PE1): En esta fase, como anteriormente hemos comentado
trabajaremos la zona del UANI, con el método continuo variable (40-60’, alternancia entre
las zonas 65-75% VO2max) y el método interválico (series de 5-10 minutos a 70-75%
VO2max).

En este periodo empezaríamos a entrenar en hipoxia intermitente, con un método


interválico, realizando actividades de fuerza y resistencia en situaciones de hipoxia
determinadas.

En este periodo realizaríamos ejercicios de fuerza-resistencia mixta (aeróbico-


anaeróbico) involucrando músculos que participarán luego en nuestra actividad.
Realizaríamos 4-6 ejercicios seguidos con 20-30 repeticiones en cada estación. En total
entre 3-5 series por sesión.

2.2. Periodo Específico-2 (PE-2)

En este periodo de 1 mes aproximadamente, utilizaríamos intensidades muy elevadas de


entrenamiento con el método interválico.

Las sesiones de potencia aeróbica, entrenaremos en situaciones de hipoxia intermitente,


mediante actividades de fuerza-resistencia y ejercicios de bici estática. El objetivo es
trabajar la capacidad de recuperación ante intensidades altas en hipoxia y de la misma
manera trabajar intensidades que podremos encontrarnos a altas altitudes cuando
necesitemos hacer esfuerzos máximos como escalada en hielo….Para ello prepararemos
ejercicios de unos 45-90” a una intensidad de 80-90% VO2max, con recuperaciones
parciales a 120-130 p/min.

Por otra parte, el trabajo de volumen aeróbico lo realizaremos en normoxia (altura del
mar) junto a ejercicios de fuerza-resistencia mixta específica, realizando cuestas. Con esto
trabajaremos los músculos específicamente para el alpinismo. Es por ello que nos interesa
cambiar el desnivel de las cuestas, ya que, en la montaña, encontraremos situaciones muy
cambiantes. También en esta fase, entrenaremos en situaciones de pre-fatiga, ya que, en la
montaña, nos encontraremos en muchas situaciones en la que tendremos que ejercitarnos en
situaciones de mucho cansancio, sin alimentos, mucha fatiga acumulada….

A la vez, en esta fase meteremos sesiones de hipoxia pasiva, simulando altitudes


superiores del campamento base, para de alguna manera pre aclimatarnos a la altitud que
vamos a dormir en el campamento base, y así perder menos días en la aclimatación.

3. La última semana antes de ir a la expedición

En esta fase tenemos que hacer una puesta a punto para recuperar del entrenamiento
acumulado en las fases anteriores, y es por ello que la carga de entrenamiento general de
los entrenamientos hemos de bajar hasta un 40-50%, no las intensidades, que serán las que
nos mantendrá la condición física.

En esta fase, son cruciales los entrenamientos en hipoxia intermitente. Se puede decir
que la última semana es la más importante para conseguir una buena aclimatación a la
altitud.

En este caso todos los entrenamientos realizaremos en hipoxia intermitente (la altitud
dependerá de la respuesta anterior que hemos tenido a situaciones hipóxicas, pero andará
entre 4000-6000m).

A la vez si la infraestructura permite, lo más recomendable sería dormir todos los días
entre 10-12 horas en altitudes comprendidas entre 2500-4500m, subiendo 500 metros cada
día. Esto se puede hacer solamente si anteriormente hemos estado realizando entrenamiento
en hipoxia intermitente.

En esta fase también realizaríamos ejercicios de fuerza resistencia, con el objetivo de


mantener una masa muscular dada, ya que en la estancia en altitud vamos a perder mucha
masa muscular, debido a la termorregulación (frío intenso), pérdida de apetito en la altitud
(MAM), actividad física intensa y disminución de los depósitos de glucógeno muscular.
*Será muy importante realizar estímulos de hipoxia intermitente (pasivos y activos) hasta
casi el último día para salir de viaje a la expedición, ya que los mecanismos
supercompensatorios de los entrenamientos en hipoxia se empezarán a perder a partir de los
3-5 días, de la última sesión de hipoxia intermitente.

Para prevenir el MAM desde el punto de vista de la preparación física, se necesitan unos
4-11 días para conseguir la aclimatación y un buen rendimiento del los sistemas orgánicos
en esta situación de hipoxia. En este caso quedan dos alternativas: 1) hacer estancias en
altitud (esto reduce mucho los recursos materiales) o 2) realizar a nivel del mar,
entrenamientos de hipoxia intermitente (EHI).

Muza (2007) en un estudio interesante revisó 25 estudios de entrenamiento en HI


analizando: altitud simulada, duración de las sesiones, nº y tipo de sesiones. Habría una alta
probabilidad de desarrollar aclimatación a la altitud en estos colectivos. Están bien
documentados los efectos positivos de los entrenamientos de HI a altitudes superiores a
4000m y mínimo con 1 horas/ día de exposición. No obstante, no está claro que
simulaciones de entre 2500-3500m, con unas estancias superiores a 4 horas, puedan
llegar a ser efectivas (Muza, 2007). La finalidad de este tipo de estímulos sería mejorar la
aclimatación ventilatoria y hemoconcentración, que se normaliza a los 14 días.

También se ha discutido el método de vivir arriba y entrenar abajo puede ser


controvertido y a la vez muy discutido por varias razones. Es verdad que desde el punto de
vista hematológico se consiguen unas mayores ganancias de la serie roja en la sangre, pero
a la vez estas mejoras en los parámetros hematológicos no han demostrado ser los
justificantes de la mejora del rendimiento. Por otra parte, los estudios realizados en este
campo han valorado las mejoras en pruebas de esfuerzo de capacidad aeróbica, no obstante
no se han observado mejoras a nivel del VO2max o se ha contradicho entre los diferentes
estudios. De los 11 estudios encontrados que dicen que se mejora el VO2max, tienen
errores metodológicos e incluso en la mitad no hay grupo control, por lo que es difícil
llegar a la conclusión de que dormir en altura y entrenar abajo mejoren el VO2max
(Rodríguez y col, 2002).

En la siguiente tabla podemos observar resumidamente los efectos que se han conseguido
con los dos métodos de entrenamiento:
Observamos que entrenando en altura se consiguen parecidos efectos fisiológicos
(excepto el aumento de la masa eritrocitaria, que para esto se necesitan exposiciones
continuas y de una duración larga), pero observamos que entrenar en altitud tiene un factor
añadido para aumentar el rendimiento a altas intensidades como para competir en deportes
que exigen unos consumos máximos de oxígeno (VO2max) elevados o de capacidad
láctica.

Esto nos sugiere que realizar entrenamientos en altura, aportan otro estímulo más, a nivel
muscular como a nivel metabólico y además, parece ser que entrenar a altas intensidades en
hipoxia puede resultar el método más eficaz, es la que nosotros apoyaremos, para justificar
el proyecto de investigación que se realizó para el Reto Everest 2011.

Equipamiento de ayuda para ascenso:


Practica de descenso mar Acapulco a 30 mts:

El buceo es un deporte acuático que cada vez practican más personas. Esto no significa que
lo único que necesitas para practicarlo es un equipo básico y unas aguas en las que
sumergirte. A diferencia de otros deportes de riesgo menor, para practicar un buceo
seguro necesitas realizar un curso de iniciación que incluye pruebas teóricas, prácticas,
entre ellas el famoso bautismo de buceo, y médicas.

Como cualquier deporte, el buceo requiere un conocimiento y un entrenamiento previo a su


práctica, sobre todo si somos novatos.
La práctica de Actividades Subacuáticas está regulada por ley, la cual dicta que “toda
persona que se someta a un ambiente hiperbárico, deberá realizar previamente un examen
médico especializado”, el cual se repetirá cada dos años en el caso de los buceadores
deportivo-recreativos.
Este reconocimiento debe figurar en tu libreta de actividades subacuáticas, por si lo
requieren en el centro de buceo.
Otro requisito para bucear con seguridad es realizar el curso homologado de aprendizaje,
que también incluye un reconocimiento médico. Infórmate e inscríbete con el suficiente
tiempo antes de bucear por primera vez. Nunca bucees sin haber realizado este curso, pues
nuestro cuerpo no está habituado a la presión existente en la profundidad del mar, causa de
muchos accidentes durante las inmersiones.
Dentro del agua, debido a su densidad y a la carga de nuestro equipo de buceo, cualquier
movimiento te costará más esfuerzo, más aún si tienes que hacer frente a una
complicación. Por ello, antes de bucear, deberás haber seguido un entrenamiento físico para
preparar tu cuerpo. Reducirás el riesgo de sufrir calambres por fatiga muscular y
fortalecerás tus piernas, glúteos y zona lumbar.
Hacer bicicleta o running te ayudarán a mejorar tu capacidad pulmonar y aeróbica.
También deberás practicar ejercicios para fortalecer los músculos de la espalda, zona
abdominal y brazos. Entrena en la piscina para depurar la técnica de nado con aletas.
Un equipo completo y en perfecto estado es primordial para practicar un buceo
seguro. Cuando te compres el primero o lo renueves, pruébalo en una inmersión sencilla y
controlada. Antes de bucear, comprueba que no tiene ningún problema. Pasemos a detallar
los elementos que tenemos que llevar al bucear por primera vez.
 Traje de neopreno: Elígelo de la talla adecuada, para que puedas moverte

cómodamente. Su grosor debe adecuarse a la temperatura de las aguas en la que vas a


bucear. Cuanto más fría sea el agua, más grosor debería tener tu neopreno. Lo mismo
sucede con la capucha, los guantes y las botas.
 Gafas de buceo: Procura que las gafas o máscara de buceo se ajusten bien a tu rostro,
de modo que no tengas que estar recolocándotelas continuamente porque te hacen daño
o les entra agua.
 Aletas de buceo: Varían en función del uso que vayas a darles y tu forma física. Al
iniciarte en el buceo, usa las regulables, que se utilizan con botines. Son el tipo de aletas
de nado más cómodas y fáciles de poner y quitar. Las que traen tiras de muelle
proporcionan siempre el ajuste correcto al no tener que regularlas con hebillas. Procura
también que sean de pala blanda, permiten un aleteo de menor esfuerzo. En cuanto al
tamaño, hay un truco para elegir las adecuadas: la aleta no debería superar la medida
entre tu tobillo y tu rodilla. En cuanto al material, son más ligeras las que tienen sólo
tienen la parte calzante de goma de neopreno y el resto de plástico.
 Compensador de flotabilidad: Es una de las partes más importantes del equipo para
proporcionar un buceo seguro. Permite al buceador alcanzar una flotabilidad neutra bajo
el agua, y proporciona asistencia en los ascensos y descensos.
 Plomo o cinturón de buceo: Sirven para restar flotabilidad al equipo de buceo, por lo
que hay que elegirlos en función de la flotabilidad del equipo y la tuya propia. Algunos
compensadores de flotabilidad tienen sistemas de peso integrados. Comprueba antes de
sumergirte que las pesas están seguras y que los liberadores del cinturón de buceo no se
atacan.
 Botellas de buceo: La elección de la botella o tanque de buceo vendrá determinada por
el tipo de inmersión que vayas a realizar. Para buceos cortos, no demasiado profundos,
y en aguas templadas y tranquilas, es aconsejable un único tanque con 80 pies cúbicos
de aire y de aluminio, más ligeros que los de acero. Inmersiones más avanzadas pueden
requerir dos tanques.
 Regulador: Permite salir el aire de la botella de buceo de una manera controlada. En
caso de que el regulador falle, la salida de aire aumentará. Podrás respirar, pero procura
ascender a la superficie lo más pronto y seguro posible.
 Reloj de buceo: Analógicos o digitales, permiten monitorizar el tiempo durante la
inmersión, requisito fundamental para evitar los cambios bruscos de presión cuando
cambiamos de profundidad al ascender o descender. Los relojes analógicos tienen un
bisel que puedes girar para alinearlo con el minutero y así poder el tiempo transcurrido
directamente en el bisel. Los digitales, tienen una función de cronómetro.
 Ordenador de buceo: Debido al aumento de presión, es importante mantener el
nitrógeno disuelto en nuestro cuerpo dentro de límites aceptables para evitar el
síndrome de descompresión. Para lograrlo, el ordenador de buceo muestra el tiempo y
profundidad que necesitas para permanecer dentro de dichos límites de nitrógeno.
 Linterna de buceo: Sirven para alumbrar durante inmersiones de buceo nocturno o
para tener mejor visibilidad en cavernas subacuáticas o ante obstáculos como pecios
(restos de embarcaciones), vegetación o rocas.
 Cuchillo de buceo: Procura llevarlo afilado y bien sujeto Te ayudará a liberarte a ti o a
tu compañero tras quedar enredado en una red, conjunto de algas o plantas.

Los cambios bruscos de presión no son bien tolerados por el cuerpo humano. Cuando
buceamos, la presión aumenta a medida que nos sumergimos debido al volumen de agua
que va recayendo sobre de nosotros. Por eso, durante el ascenso, deberemos controlar la
velocidad para que la presión se vaya regulando gradualmente y evitemos el síndrome
de descompresión. Para bucear seguro hay que respetar los tiempos de ascenso según la
profundidad y la duración de la inmersión.
La velocidad en la que salen pequeñas burbujas a la superficie mientras asciendes es una
buena guía para saber que estamos ascendiendo de un modo seguro. Una regla habitual es
subir más lentamente que la columna de burbujas que se emite con cada exhalación de aire.
Evita la enfermedad descompresiva siguiendo los tiempos del ordenador y el reloj de
buceo y las indicaciones de las tablas de descompresión, que determinan las condiciones
de gas para una inmersión y las paradas necesarias.
Los componentes de gas inerte del gas de respiración del buceador se acumulan en los
tejidos durante la exposición a presión elevada durante una inmersión y deben eliminarse
durante el ascenso para evitar la formación de burbujas sintomáticas en los tejidos donde la
concentración es demasiado alta para que el gas permanezca en solución. Este proceso se
llama descompresión. La mayoría de los buceadores profesionales y recreativos evitan
paradas de descompresión obligatorias siguiendo un perfil de inmersión que solo requiere
una velocidad de ascenso limitada para la descompresión, pero también suelen hacer una
parada de descompresión corta opcional conocida como parada de seguridad para reducir
aún más el riesgo antes de salir a la superficie. En algunos casos, particularmente en buceo
técnico, se necesitan procedimientos de descompresión más complejos. La descompresión
puede seguir una serie de ascensos programados previamente interrumpidos por paradas, o
puede ser monitoreada por una computadora de descompresión personal.

Procedimientos posteriores a la inmersión


Estos incluyen informes, cuando corresponda, y mantenimiento del equipo, para garantizar
que el equipo se mantenga en buenas condiciones para su uso posterior.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

 Bibliografía básica (Texto de descarga). Henao, F. (2015). Riesgos físicos: Ruido,


iluminación y temperaturas extrema (2da. edición). Bogotá: Ecoe Ediciones.
 T. J. R. Francis. (Dir.). (s.f.). Presión barométrica, aumento.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

 Correo del Maestro. (31 de octubre de 2014). Experimentos para entender la presión
atmosférica
 https://www.hisour.com/es/scuba-procedures-38761/
 https://www.efdeportes.com/efd165/la-preparacion-fisica-para-el-alpinismo.htm

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