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ID: 729104
Villavicencio, Meta.
05/11/2021
Protocolo de prevención presiones atmosféricas
Protocolos de prevención para labores determinadas bajo alta o baja presión en tres
momentos: Antes, durante y después.
Ascenso al Everest
En las estancias superiores a una semana por encima de los 3000-4000 metros las
necesidades energético-nutricionales aumentan considerablemente (Westerterp, 2006),
tanto por la hipoxia, frío intenso y actividad física elevada (tener que subir cuestas,
escalar y con la mochila a la espalda).
En cuanto a la intensidad del esfuerzo se puede decir, que como norma general se
camina a una velocidad de 2,7km/h, teniendo en cuenta diversas condiciones de
inclinación, entre 0-10% de cuestas y altitud, entre 3000-8000m (Koehler, 2011).
Cuanto más grande sea la inclinación de las cuestas y la altitud, para participación de las
vías anaeróbicas será mayor, así como el gasto calórico por una mayor implicación de la
musculatura. Estudios realizados en la operación Everest II en el año 1985 (Expedición de
Investigación Médica de Estados Unidos), vieron unos consumos de oxígeno de 15
ml/kg/min (28% del VO2 al nivel del mar) lo cual actividades a grandes altitudes tiene una
limitación muy grande para realizar actividad física intensa por encima de los 8000 metros.
No obstante, estos estudios sirven de referencia al ser difíciles de realizarles en campo
(Wagner, 2010).
A esto hay que añadirle cuando hay escaladas técnicas de medio, en la que la
implicación de la musculatura del tren superior aumenta. Esto hace que aunque el alpinismo
sea una actividad prioritariamente aeróbica, hay momentos técnicos que se requiere la
obtención de energía prioritarias anaeróbicas láctico-alácticas. No obstante, cuando se
realiza una expedición al estilo alpino y sin infraestructura suficiente, lo más probable es
que los depósitos de glucógeno estén vacíos por poca disponibilidad a los alimentos y un
aumento del metabolismo glucolítico debido a la hipoxia, hace que se utilicen los
aminoácidos (aa) como sustrato energético, al ser más biodisponibles que la propia grasa
corporal.
Estos aa pueden ser directamente utilizados por el músculo, como es el caso de los aa
ramificados (aaR) o se puede obtener energía para formar glucosa (gluconeogénesis) a
través del ciclo de glucosa-alanina, que se utiliza en gran medida en la montaña, el tener
déficit de hidratos de carbono. Esto supone que si no se toman medidas dietético-
nutricionales adecuadas, que el alpinista pueda perder mucha masa muscular (por la
proteólisis inducida por déficit de los depósitos de glucógeno) en la actividad alpinística.
En la operación Everest II realizada en 1985 en laboratorio, observaron una disminución
de peso corporal de un 9% en estancias a gran altitud durante 3 semanas, con una pérdida
del 67% de tejido muscular (Wagner, 2010). No obstante, según los últimos estudios
(realizado a 3500m en el desierto de Atacama de Chile), en las estancias de más de 3
semanas en altitudes superiores a los 3500m, la pérdida de masa corporal se realiza en
una proporción de 3/2, en cuanto al masa grasa y masa muscular respectivamente,
además de observarse pérdida en la potencia aeróbica (VO2max) después de la estancia
(Ermolao et al, 2011). No obstante, este último estudio es realizado en el desierto de
Atacama de Chile a 3500m de altitud, y puede ser que a altitudes por encima de 5000m, la
pérdida de masa muscular sea mayor, tal como observaron en la Expedición Everest II
(Wagner, 2010).
Cuando se duerme por encima de 4000m es habitual padecer Mal Agudo de Montaña
(MAM), enfermedad que se caracteriza por la aparición de síntomas como dolor de cabeza,
mareos, náuseas, insomnio, fatiga generalizada y falta de apetito entre otras (Durmont y
col, 2000), que aparece en montañeros sanos que suben montañas elevadas. Típicamente
estos síntomas se desarrollan durante las primeras 6-10 horas de ascensión (Hackett y
Roach, 2001), y presentan un pico en el segundo o tercer día de estancia (Peacock, 1998).
La incidencia del MAM es variable, aunque relativamente alta, ya que en altitudes entre
los 4.000 y 5.800 m afecta a una media del 67 % de los sujetos, con un rango entre el 25 y
el 100 % (Dumont, 2000, Perce y col, 2001; Wagner y col, 2006).
El riesgo para padecer el MAM depende de la altura a la que se asciende, de la velocidad
de ascensión, de anteriores exposiciones a grandes alturas y de la susceptibilidad individual,
siendo su prevalencia más alta en personas que viven a alturas inferiores a 500 m (Serrano-
Dueñas, 2000).
Por otra parte, hay estudios que han demostrado que en los alpinistas que padecen el
MAM retienen más líquidos (observándose hinchazón en la cara o las manos) y ante esto
han probado si una ingesta mayor en líquidos puede reducir el MAM. En un estudio
realizado con militares, probaron las diferencias de la toma de 4,7 litros y 2,8 litros.
Observaron que los que padecían de MAM tenían una menor producción de orina (1,3
l/día) respecto a los que no padecían el MAM (1,7 l/día), no obstante, el beber más no
ayudó a mejorar el MAM (Neri, 2006).
Ante esta situación, muchos alpinistas utilizan fármacos (acetazolamida, ibuprofeno y
especialmente ácido acetil salicílico para evitar el dolor de cabeza, inducido por el MAM)
con la intención de evitar o enmascarar la respuesta natural del organismo y siguen
subiendo de altitud, cuando a altitudes elevadas, la situación puede agravarse (edema
pulmonar o cerebral) y los medicamentos no resultan ser de utilidad.
Tal como hemos comentado antes, aunque el alpinismo se toma como un ejercicio de
larga duración, no hemos de confundir con otros deportes de larga duración, ya que las
características anteriormente comentadas, hacen que su entrenamiento tenga que ser muy
diferente a un deporte típico de larga duración, donde las intensidades no son muy
variables.
Como norma general tenemos que tener en cuenta que será un ejercicio continuo de
larga duración pero de intensidad muy variable (según el peso de la mochila, altitud,
desnivel, escalada técnica…), donde el metabolismo implicado será altérnate, la glucólisis
aeróbico e incluso anaeróbica cuando hay pasaos técnicos de escalada a realizar. La
evidencia científica ha demostrado que las situaciones de hipoxia aumentan la glucólisis.
En este caso una de las cosas más importantes puede ser trabajar la capacidad de
recuperación, que a altitudes elevadas, por la hiperventilación y aumento de la frecuencia
cardiaca, resulta interesante trabajar esta capacidad para ser más eficiente en altitud. Es por
ello, que el modelo de entrenamiento tiene que ser interválico, realizando cambios de ritmo.
Así como norma general nos interesaría trabajar estas capacidades según el periodo de
entrenamiento para la preparación de una expedición superior a los 6000m de altitud. Para
el entrenamiento de las cualidades condicionales, separaríamos la preparación en 4 fases
diferentes:
Esta fase será la más larga, teniendo una duración aproximada de 2-3 meses.
2.1. Periodo Específico-1 (PE1): En esta fase, como anteriormente hemos comentado
trabajaremos la zona del UANI, con el método continuo variable (40-60’, alternancia entre
las zonas 65-75% VO2max) y el método interválico (series de 5-10 minutos a 70-75%
VO2max).
Por otra parte, el trabajo de volumen aeróbico lo realizaremos en normoxia (altura del
mar) junto a ejercicios de fuerza-resistencia mixta específica, realizando cuestas. Con esto
trabajaremos los músculos específicamente para el alpinismo. Es por ello que nos interesa
cambiar el desnivel de las cuestas, ya que, en la montaña, encontraremos situaciones muy
cambiantes. También en esta fase, entrenaremos en situaciones de pre-fatiga, ya que, en la
montaña, nos encontraremos en muchas situaciones en la que tendremos que ejercitarnos en
situaciones de mucho cansancio, sin alimentos, mucha fatiga acumulada….
En esta fase tenemos que hacer una puesta a punto para recuperar del entrenamiento
acumulado en las fases anteriores, y es por ello que la carga de entrenamiento general de
los entrenamientos hemos de bajar hasta un 40-50%, no las intensidades, que serán las que
nos mantendrá la condición física.
En esta fase, son cruciales los entrenamientos en hipoxia intermitente. Se puede decir
que la última semana es la más importante para conseguir una buena aclimatación a la
altitud.
En este caso todos los entrenamientos realizaremos en hipoxia intermitente (la altitud
dependerá de la respuesta anterior que hemos tenido a situaciones hipóxicas, pero andará
entre 4000-6000m).
A la vez si la infraestructura permite, lo más recomendable sería dormir todos los días
entre 10-12 horas en altitudes comprendidas entre 2500-4500m, subiendo 500 metros cada
día. Esto se puede hacer solamente si anteriormente hemos estado realizando entrenamiento
en hipoxia intermitente.
Para prevenir el MAM desde el punto de vista de la preparación física, se necesitan unos
4-11 días para conseguir la aclimatación y un buen rendimiento del los sistemas orgánicos
en esta situación de hipoxia. En este caso quedan dos alternativas: 1) hacer estancias en
altitud (esto reduce mucho los recursos materiales) o 2) realizar a nivel del mar,
entrenamientos de hipoxia intermitente (EHI).
En la siguiente tabla podemos observar resumidamente los efectos que se han conseguido
con los dos métodos de entrenamiento:
Observamos que entrenando en altura se consiguen parecidos efectos fisiológicos
(excepto el aumento de la masa eritrocitaria, que para esto se necesitan exposiciones
continuas y de una duración larga), pero observamos que entrenar en altitud tiene un factor
añadido para aumentar el rendimiento a altas intensidades como para competir en deportes
que exigen unos consumos máximos de oxígeno (VO2max) elevados o de capacidad
láctica.
Esto nos sugiere que realizar entrenamientos en altura, aportan otro estímulo más, a nivel
muscular como a nivel metabólico y además, parece ser que entrenar a altas intensidades en
hipoxia puede resultar el método más eficaz, es la que nosotros apoyaremos, para justificar
el proyecto de investigación que se realizó para el Reto Everest 2011.
El buceo es un deporte acuático que cada vez practican más personas. Esto no significa que
lo único que necesitas para practicarlo es un equipo básico y unas aguas en las que
sumergirte. A diferencia de otros deportes de riesgo menor, para practicar un buceo
seguro necesitas realizar un curso de iniciación que incluye pruebas teóricas, prácticas,
entre ellas el famoso bautismo de buceo, y médicas.
Los cambios bruscos de presión no son bien tolerados por el cuerpo humano. Cuando
buceamos, la presión aumenta a medida que nos sumergimos debido al volumen de agua
que va recayendo sobre de nosotros. Por eso, durante el ascenso, deberemos controlar la
velocidad para que la presión se vaya regulando gradualmente y evitemos el síndrome
de descompresión. Para bucear seguro hay que respetar los tiempos de ascenso según la
profundidad y la duración de la inmersión.
La velocidad en la que salen pequeñas burbujas a la superficie mientras asciendes es una
buena guía para saber que estamos ascendiendo de un modo seguro. Una regla habitual es
subir más lentamente que la columna de burbujas que se emite con cada exhalación de aire.
Evita la enfermedad descompresiva siguiendo los tiempos del ordenador y el reloj de
buceo y las indicaciones de las tablas de descompresión, que determinan las condiciones
de gas para una inmersión y las paradas necesarias.
Los componentes de gas inerte del gas de respiración del buceador se acumulan en los
tejidos durante la exposición a presión elevada durante una inmersión y deben eliminarse
durante el ascenso para evitar la formación de burbujas sintomáticas en los tejidos donde la
concentración es demasiado alta para que el gas permanezca en solución. Este proceso se
llama descompresión. La mayoría de los buceadores profesionales y recreativos evitan
paradas de descompresión obligatorias siguiendo un perfil de inmersión que solo requiere
una velocidad de ascenso limitada para la descompresión, pero también suelen hacer una
parada de descompresión corta opcional conocida como parada de seguridad para reducir
aún más el riesgo antes de salir a la superficie. En algunos casos, particularmente en buceo
técnico, se necesitan procedimientos de descompresión más complejos. La descompresión
puede seguir una serie de ascensos programados previamente interrumpidos por paradas, o
puede ser monitoreada por una computadora de descompresión personal.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
Correo del Maestro. (31 de octubre de 2014). Experimentos para entender la presión
atmosférica
https://www.hisour.com/es/scuba-procedures-38761/
https://www.efdeportes.com/efd165/la-preparacion-fisica-para-el-alpinismo.htm