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Ahora bien, algunos de los nuevos síntomas -tomaré algunos ejemplos como la
toxicomanía, la anorexia y la bulimia, la violencia de los adolescentes- aparecen
mucho menos como fenómenos localizados porque están menos vestidos de una
estructura formal, están menos vestidos de la envoltura significante y por el
contrario parecerían extenderse a la vida entera del sujeto como una forma, un
modo de goce organizado por el sujeto. Además, desde el inicio parecen fuera de
sentido.
Jaques Alain Miller remarcó en su curso de hace dos años, cómo este aspecto en
donde el síntoma toca la vida del sujeto ha interpelado rápidamente al
psicoanalista. Nos decía que a partir del Seminario XX de Lacan, su enseñanza en
esta época es la que conviene mejor para hablar de estos nuevos síntomas,
mucho más que lo que Lacan nos enseñaba en la primera época de su
enseñanza. En la primera época de la enseñanza de Lacan, si queremos despejar
la estructura del síntoma tenemos la estructura del discurso del amo -que Lacan
también llama discurso del inconsciente-. Es esta estructura del discurso del amo
que da la estructura del síntoma, el síntoma apareciendo bajo el significante que
pide ser interpretado y que por otro lado propone una interpretación él solo: es el
inconsciente mismo que interpreta, el retorno de lo reprimido ya es una
interpretación de lo reprimido. Esa es la pequeña estructura S1- S2 que da la
dirección del sentido del síntoma, el síntoma al mismo tiempo como rasgo que
representa al sujeto y que fija un elemento de goce, el objeto plus de gozar de
Lacan. Que el síntoma fije un elemento de goce se presenta desde el inicio del
trabajo de Freud, pero lo que Miller llama la segunda clínica de Lacan, aquella que
comienza con el Seminario XX, el síntoma toma otra forma -es Miller quien lo
describe así en su curso "Los signos del goce"- el síntoma es un S1 solo, lo que
sitúa como rasgo, pero como un rasgo fuera del sentido porque no lo envía a otro
significante para dar su significación, entonces un uno solo, es una forma de goce.
Hace un tiempo hice un texto que creo está traducido al español como "La
adolescencia, síntoma de la pubertad". En aquel momento yo presenté las cosas a
partir del curso que sostenía Miller en aquella época, en donde presentaba el
síntoma bajo esta nueva fórmula: cómo eso que para todo sujeto viene al lugar de
la no-relación sexual, y él lo escribía con el conjunto vacío para decir la falta en el
saber, ya que es tal vez la manera más simple para comprender la no-relación
sexual. Lo que Lacan llamó así es la falta de saber sobre el sexo en lo real, el
defecto del instinto sexual. Ahí donde los animales tienen el instinto para el sexo,
los hombres no tienen nada y entonces no saben por la naturaleza qué es lo que
un chico y una chica tienen que hacer juntos. La bella fábula clásica de Dafnis y
Cloe cuenta esto justamente, que en la pubertad vuelve a surgir esta cuestión de
la no-relación sexual. Podríamos decir entonces que la pubertad es uno de los
nombres de la no-relación sexual, es uno de los momentos en la existencia en
donde el sujeto se encuentra de una forma viva con esta cuestión.
También es posible otra elección. La otra elección es que se oriente hacia el falo
como imaginario, esta es una elección que se hace en la adolescencia. Es una
elección que se hace en la adolescencia y no antes por una razón estructural,
porque es en este momento que el sujeto se orienta en este sentido.
Entonces toda la cuestión es saber cómo a pesar del déficit de la función paterna
alguien puede servirse del padre. Déficit de la función paterna quiere decir que el
padre aparece mucho más que antes como un semblante. Lo que dice Lacan es
que aunque el padre sea un semblante, esto no debería impedir servirse de él, sin
creer en él pero sirviéndose de él. Por eso es que hay un gran número de
adolescentes que se las arreglan bastante bien. Pasarse del padre a condición de
servirse de él, no quiere decir evidentemente, desrealizar la voluntad del padre, ni
tampoco no obedecerle y ni siquiera identificarse completamente a él. Yo
encuentro que esta frase de Lacan a propósito del padre es muy buena y muy
hermosa.
Jaques Brel, cantante francófono belga, en una de sus canciones, creo que se
llama "Los Burgueses", evoca a los niños y dice: "él será farmacéutico porque
papá no lo era ...", lo cual deja escuchar múltiples sentidos, podría ser entonces
por oposición, podría ser para realizar el ideal que el padre no ha podido realizar,
etc. Tenemos acá la idea de cómo se da la constitución de ese rasgo gran I,
sirviéndose del padre para pasarse de él. Y cuando se presentan dificultades y el
sujeto no logra esto, lo resuelve en los nuevos síntomas. Lacan, por otro lado, en
su seminario evoca el pasaje de M a I y todas las situaciones intermedias, y de
estas situaciones intermedias hay una que es muy clara, muy característica de la
adolescencia: es la identificación a la banda de adolescentes.
Bueno, diré algunas palabras sobre cada uno de estos nuevos síntomas, primero
sobre la estructura de conjunto.
Toxicomanía
Voy a tomar un caso clínico muy brevemente. Es un señor que he encontrado
cuando tenía unos treinta años, un portugués que devino alcohólico al inicio de su
adolescencia. Decía que eso había sucedido para no escuchar los gritos de sus
padres que se peleaban. Con esto ha hecho un recorrido formidable porque sus
padres se dieron cuenta que él tomaba en el sótano mientras ellos discutían,
entonces cerraron el sótano con llave. Luego encontró la manera de hacer algo en
la puerta para pasar de todas formas. Los padres volvieron a darse cuenta pero ya
habían pasado dos o tres años más, entonces lo enviaron a Francia a la casa de
su hermana para ponerlo a distancia del sótano paterno. Entonces explicó, que se
adaptó muy bien a la vida de provincia, pasó del vino al pastis. Luego de esto tiene
un recorrido de adolescente y luego de joven adulto sin domicilio fijo, errante, pero
al mismo tiempo se encuentra muy reglado. Lo conocí en una presentación de
enfermos, ahí le pregunté: "Durante todo este tiempo, ¿qué pasó con las
mujeres?".
"Las mujeres -me dijo- ningún problema. Tuve una regularmente" y tenía un aire
más bien de seductor este señor.
"Las he tenido regularmente, pero no estoy seguro de haber paseado una sola vez
con una de ellas teniéndola por la mano, mientras que a mi botella siempre la
tengo en la mano".
Si bien esto parece divertido al mismo tiempo sitúa de una manera muy clara
el partenaire síntoma. Es el síntoma que el sujeto no larga, y en este caso se trata
más bien de lo consumible más que del ideal o de la sexualidad.
En su curso El Otro que no existe, Miller habla de anorexia y bulimia y dice: "En el
anoréxico y el bulímico, el Otro se reduce a ser el objeto". Si acá queremos
escribir la fórmula del síntoma en el S1 iría el hueso de la anoréxica, es también el
significante del cual ella habla y que trata de ubicar en el espejo, es el objeto que
en la mirada hace límite a su cuerpo. Pero a la anorexia y a la bulimia no hay que
considerarlas como simétricas, no son el positivo y el negativo del mismo
problema. Basta ver cómo la anoréxica está del lado de la actividad y vivacidad del
pensamiento. Son sujetos muy activos la mayoría de las veces, y también trabajan
intelectualmente muy fuerte, mientras que la bulimia está más bien del lado del
estupor, hay detenimiento del pensamiento.
Les relataré brevemente sobre una mujer anoréxica a quien vi sólo una vez porque
su padre quería que hiciera un análisis. Él era un hombre sabio e idealista y la
madre era totalmente paranoica y se oponía al psicoanálisis. Esta joven mujer me
dijo que no estaba decidida a hacer un análisis, entonces le dije me podía volver a
llamar. Resultó que algunos meses más tarde el padre me llama para comenzar él
un análisis.
El análisis del padre tuvo como efecto que haya podido pacificar un poco su
fantasma, que era el de un patriarca familiar; aceptó entonces casi no ver más a
su hija hasta el momento en que ella lo llame. No voy a entrar en detalles del
análisis del padre, pero en el recorrido que ha hecho esta joven mujer se podría
decir que en cierta manera pudo progresivamente domesticar su goce anoréxico.