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8 ENFOQUES CRÍTICOS 1
TEORÍA CRIMINOLÓGICA
TEMA 8
ENFOQUES CRITICOS
1.INTRODUCCION A LOS ENFOQUES CRITICOS
Se trata de una familia muy heterogénea de enfoques que incluyen la Nueva
Criminología, la teoría del conflicto, la teoría estructural-marxista de la producción de
la delincuencia juvenil, la Criminología realista, la Criminología verde, teoría del poder-
control, el enfoque del etiquetamiento, la teoría del acomodamiento a la imaginería
estereotipada, la teoría del avergonzamiento reintegrador, la teoría del desafío, el
enfoque de las seducciones del delito y la teoría de la normalización de la desviación.
Hasta finales de los años 70 -aunque este enfoque todavía puede encontrarse con una
cierta frecuencia- importantes sectores de la Criminología critica tendían a
concentrarse en análisis teóricos sobre cuestiones tales como las contradicciones
internas del capitalismo.
La criminología realista también conocida como realismo de izquierdas, ve en
planteamientos de este tipo, a los que se refiere como idealismo de izquierdas, un
reduccionismo grave e incluso un error craso puesto que olvida que, sin lugar a duda,
el delito produce daños y dolor a sus víctimas, las cuales se encuentran
paradójicamente concentradas en las clases más desfavorecidas, de forma que se trata
de una entidad real acerca de la cual hay que hacer algo concreto y pragmático.
El feminismo, ya a mediados y finales de los años 70, afirmo que es temerario e incluso
frívolo considerar que el delito es una construcción que favorece a los poderosos.
También se ha denunciado por este movimiento que, en la esfera política, este
conjunto de preocupaciones monopolizo el discurso de la izquierda. Aquí, pues, se ha
visto una razón para las políticas duras de ley y orden, el aumento de la punitividad y el
disparo de la población penitenciaria, pese a que las tasas de la delincuencia han
tendido a no incrementarse en los años 90. La izquierda, pues, necesitaba un nuevo
enfoque en Política Criminal.
En este debate subyace algo con un carácter también en buena parte político, y así
Matthews y Young afirman que ante ciertos estados de cosas se ha vuelto más difícil
mantenerse en un estado puramente contemplativo y no comprometido
políticamente.
La criminología realista también ha revitalizado los estudios sobre las medidas contra
el delito y ,más concretamente, sobre la policía.
Se trata de una aproximación multiinstitucional a la lucha contra el delito. En efecto,
cuando la política criminal centra sus esfuerzos en un único medio de lucha contra el
delito, aquel tiende a tener “rendimientos marginales decrecientes”.
A mayor abundamiento, los ciudadanos son fundamentales para que las instituciones y
la policía en concreto sean eficaces en la lucha contra el delito. Young señala que no
solo son los ciudadanos los que en la inmensa mayoría de los casos dan a conocer los
delitos que tienen lugar en una comunidad mediante sus denuncias y llamadas.
Estos autores defienden con ímpetu que la persecución del delito y la actuación de la
policía en concreto, aunque como hemos señalado es aceptable e imprescindible, debe
mantenerse dentro del estricto marco de la ley, si es que quiere evitarse el
antagonismo con la policía que a veces se observa.
Otro punto fuerte de la TPC tiene que ver con el tradicional olvido de la mujer en la
teoría criminológica, algo que llega hasta nuestros días. La TPC se refiere a la
delincuencia común y trata de explicar las diferencias en los índices de criminalidad de
hombres y mujeres. Los autores toman como referencia postulados neomarxistas y
feministas, si bien se trata fundamentalmente de una teoría del control social: “la
pregunta que la teoría del poder-control inevitablemente se hace es cómo y por qué
los individuos ubicados en posiciones adolescentes masculinas están más libres para
incurrir en desviación”.
La TPC parte de dos procesos, el relativo al poder especifico que concede a los
individuos encontrarse en una determinada posición social.
El patriarcal, en el que existe una gran división del trabajo familiar, el padre suele
trabajar fuera de casa y la madre dedicarse a las tareas del hogar o bien tener un
puesto de trabajo de menor estatus y, en todo caso, cuidar de los hijos.
El matriarcal, en el que la madre tiene una posición de clase más alta en el mundo
del trabajo que el padre.
El igualitario, en el que el padre y la madre tienen una posición de clase similar en
el lugar de trabajo.
Hagan y sus colegas advierten que se trata de “tipos ideales”, puesto que existen
diversas estructuras familiares intermedias, por lo que hacen referencia a las
familias en un sentido relativo como más patriarcales, más matriarcales o
igualitarias.
2. Hagan y sus colaboradores inspirados en los trabajos de feministas como Carol
Giligan, destacan la importancia de diferenciar dos tipos de control parental: el
relacional y el instrumental. Siguiendo a los autores, el control relacional se basa en la
afiliación, en los lazos afectivos, en la comunicación y en la identificación de hijas e
hijos con la madre y con el padre. Este control funciona de manera indirecta porque el
apego del hijo o de la hija al padre y a la madre les persuade de realizar actividades
desviadas con el fin de preservar los vínculos emocionales con ellos.
En las familias con estructura más igualitaria el padre y la madre tienden a redistribuir
sus esfuerzos de control. La socialización y el control parental diferencial de acuerdo
diferencial de acuerdo con el sexo propio de las estructuras familiares más
patriarcales, favorece en hijos e hijas la aparición de esquemas básicos que reproducen
ideas machistas, como es el caso de la división del trabajo entre uno y otro género.
Hagan y sus asociados han presentado varias pruebas de su teoría con datos de auto-
informe que incluyen estimaciones del control parental, el gusto por el riesgo de los
jóvenes y determinados comportamientos delictivos.
En primer lugar, que no existe casi ningún acto que sea delictivo en si mismo, sino
que delictivo o desviado es aquello que se define como tal por la comunidad o bien
por las agencias del sistema de administración de justicia.
En segundo lugar y siguiendo a Lemert, es probable que sean muchas las personas
que incurren en actos desviados e incluso delictivos; estos actos de desviación
primaria pueden tener muy diversos orígenes etiológicos y tenderán a encontrarse
muy extendidos.
4.2. Evaluación
El enfoque del etiquetamiento sufrió en los años 70 una serie de críticas que minaron
seriamente su crédito.
1. Conductas que atentan gravemente contra bienes jurídicos fundamentales,
como es el caso del homicidio, el robo en viviendas o delitos graves contra la
libertad sexual, entre otros muchos, se encuentran prohibidas bajo la amenaza
de pena en todas las sociedades conocidas y son delitos en sí mismas,
independientemente de la reacción que, en cualquier caso provocan.
Sherman parte de la idea de que no puede esperarse que las sanciones o penas tengan
el mismo efecto para todo el mundo y en todas las condiciones, y que, más en
concreto, en determinados casos las mismas tendrán un efecto de prevención especial
eficaz y en otras criminógeno.
1. Cuando se aplica una sanción, es importante que esta sea impuesta con un
grado mínimo de legitimidad.
Esta teoría puede incluirse en el ámbito del enfoque del etiquetamiento debido a que
considera que la reacción a una conducta delictiva es decisiva para que el individuo
cese su carrera criminal o bien tienda a persistir en la misma. La teoría del desafío
también es aplicable a la prevención general (negativa), esto es a nivel macro. Esto
tiene lugar cuando una comunidad concreta, como es el caso de una minoría,
considera que en general es tratada de forma ilegítima y que otros comportamientos
delictivos protagonizados por la mayoría o por otras minorías privilegiadas no son
perseguidas con la misma decisión.