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CAPÍTULO IV

CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN DE LOS RECURSOS

1. Concepto de recurso
La doctrina italiana utiliza el término "medio de impugnación" como sinónimo de
recurso. Calamandrei considera que los medios para impugnar las sentencias son remedios
procesales concedidos por la ley a la parte vencida en una de las instancias del proceso (o,
excepcionalmente, a un tercero), para impedir que la decisión pronunciada en primera
instancia se transforme en una definitiva declaración jurisdiccional de certeza, o para
destruir la eficacia definitiva de una declaración de certeza ya inherente a la decisión
pronunciada en última instancia, viciada por defectos especiales.1
Ibáñez Frocham define el recurso como acto procesal mediante el cual la parte en el
proceso, o quien tenga legitimación para actuar en él, pide que se subsanen los errores que
lo perjudican cometidos por una resolución judicial. El recurso es un acto jurídico procesal
–explica– a cargo del litigante. Como lo es la demanda: sin demanda no hay proceso; como
lo es la contestación (aunque sin ella actúa el juez). Otros actos pertenecen al Tribunal,
como la sentencia y demás resoluciones. Demanda, contestación y sentencia, son actos
básicos del proceso; a ellos se suman otros que, como los recursos, son jurídicos porque
están gobernados por la voluntad y procuran modificar el estado actual de la relación
procesal. Esta manifestación está dirigida a impugnar una resolución judicial.2
Para Devis Echandía existe un derecho a recurrir de naturaleza procesal, que consiste en
un derecho subjetivo de quienes intervienen en el proceso a cualquier título y condición,
para que se corrijan los errores del juez, que le causan gravamen o perjuicio. Según dicho
autor, el recurso es un acto del proceso y con ello se descarta la pertinencia de hablar de
recurso cuando se trata de un nuevo proceso, "salvo el caso del recurso extraordinario de
revisión que es un verdadero proceso contra la sentencia ejecutoriada".3
Al considerar como carácter fundamental del recurso que sea tramitado en el mismo
proceso, queda de lado el recurso de revisión, denominado invalidación en la legislación
venezolana; e incluirlo luego, como excepción, implica romper el límite convencionalmente
definido.
Otros autores han resuelto el problema considerando que la revisión no es un recurso,
sino una acción impugnativa autónoma. Dentro de esta tendencia destaca la posición de
Jaime Guasp quien utiliza la denominación "proceso de impugnación", pero también aclara
que recibe, en general, el nombre de "recurso". La idea elemental de la impugnación es que
se vuelve a trabajar sobre la materia procesal ya decidida, para que su nuevo curso permita
depurar la exactitud o inexactitud de las conclusiones primariamente obtenidas. Tal nuevo
curso o "recurso" define al proceso montado con una finalidad impugnativa.4
Guasp considera la impugnación como un proceso independiente con un régimen jurídico
peculiar, lo cual no quiere decir que, aunque sea un proceso autónomo, no guarde conexión
con el principal. Distingue como una categoría diferente de los recursos, las acciones
impugnativas autónomas, que se caracterizan por romper la unidad con el proceso

1
CALAMANDREI(1945). Tomo II, p. 224.
2
IBÁÑEZ FROCHAM(1963). P. 85.
3
DEVIS(1985). T. 1, p. 558.
4
GUASP (1973). T. 2, p. 710.
recurrido, como en el denominado recurso de revisión.5
Para delimitar el concepto de recurso es necesario diferenciar los medios de impugnación
de otros remedios procesales que tienen como efecto corregir la injusticia o la ilegalidad,
lato sensu, de un proveimiento judicial.
Carnelutti distingue los medios de impugnación de los medios de invalidación. Todo
medio de impugnación implica dos fases: un juicio rescindente por el cual se deja sin efecto
el acto judicial recurrido, y un juicio rescisorio, dirigido a sustituirlo. En algunos de los
recursos aparecen históricamente diferenciadas ambas fases, y el pronunciamiento puede
corresponder a diferentes tribunales (casación y reenvío, por ejemplo), pero forman parte de
una misma actividad recursiva.
Cada vez que el iudicium rescindens sea autónomo, en el sentido de que la ley no lo
considere como fase de un procedimiento que conduzca al iudicium rescissorium, se trata
de la invalidación y no de la impugnación; se está en presencia, en cambio, de impugnación
y no de invalidación, cuando el iudicium rescindens, aunque históricamente diferenciado
del iudicium rescissorium, pueda considerarse como la fase de un remedio que concluye
con la sustitución del proveimiento nulo o injusto, por una nueva decisión.6
Así pues, la unión entre ambos procedimientos no se da por su unidad formal, en un
mismo expediente, sino por su efecto de nueva decisión de la controversia –juicio
rescisorio–. Cada vez que la revocatoria o nulidad del fallo vaya seguida del
pronunciamiento de un nuevo juicio, que lo sustituya, de inmediato o en un proceso
autónomo, el remedio procesal deberá ser identificado como recurso.
Los recursos deben distinguirse de los medios no recursivos de impugnación, los cuales
constituyen actividad de las partes no dirigida a combatir una decisión judicial. Ejemplo de
esta actividad no recursiva es la solicitud de nulidad y renovación de un acto del proceso,
diferente de una concreta decisión sobre una cuestión incidental, que sólo puede ser
combatida mediante la apelación o la casación.
Asimismo, no se trata de un recurso si la actividad impugnativa se dirige contra un acto
de las partes, por ejemplo, la tacha de falsedad de un documento, o la tacha de un testigo.
En conclusión, se debe entender como recurso la impugnación, por quien está legitimado
para ello, de un proveimiento o decisión judicial, dirigida a provocar su sustitución por un
nuevo pronunciamiento.
2. Clasificación de los recursos
La total regulación de las instituciones jurídicas no se encuentra en un mismo conjunto
de preceptos legales, sino que, por el contrario, los eventuales vacíos de la normativa
pueden ser salvados con principios o reglas dirigidos a la solución de otras situaciones, que
se aplicarán por analogía, para resolver situaciones o conflictos no especialmente previstos
–eadem ratio, eadem ius– o no serán aplicadas, por interpretación a contrario. Aplicar el
mismo derecho, sin existir la misma razón, sería fuente de desigualdad. La clasificación de
los conceptos tiene, desde este punto de vista, la finalidad de facilitar la labor de
interpretación e integración del derecho.
Desde otra posición, los conceptos clasificadores se consideran instrumentos útiles para
el jurista, pero de ninguna manera pueden convertirse en fuentes generadoras de nuevas
normas. Los conceptos no son principios que engendran normas jurídicas, "los mandatos

5
GUASP(1973). T. 2, pp. 710-712.
6
CARNELUTTI(1944). T. III, p. 615.
jurídicos se originan en las necesidades prácticas de la vida y en la valoración y ajuste de
tales necesidades".7 Pueden ser, entonces, "etiquetas clasificadoras que pegamos a los
cajones científicos, dentro de los cuales metemos las normas con el fin de tenerlas
fácilmente a mano".8
Cualquiera que sea la postura que se adopte –mencionadas éstas sólo como ejemplo de la
diversidad de opiniones sobre la función de los conceptos jurídicos– razones didácticas
aconsejan la labor de sistematización, 9 la memorización de las clasificaciones puede
constituir una actividad poco grata para los estudiantes de las disciplinas jurídicas, pero
éstas ayudan a entender y fijar dichos conceptos.
Es necesario distinguir las instituciones sociales jurídicamente reguladas, v.g. el
matrimonio, de aquellas construcciones intelectuales que tienen su fuente en la ley, como
son las instituciones procesales, las cuales no tienen existencia diferente de la otorgada por
la norma. Por ello, cuando se afirma que una determinada reforma desvirtúa una institución
procesal se está utilizando un lenguaje metafórico, queriendo significar el distanciamiento
de regulaciones anteriores, incluso de aquellas que se han mantenido estables en el espacio
y el tiempo, o de un sistema armónico de leyes que rigen instituciones similares; o se
pretende contrastar la bondad de la norma derogada en relación con la vigente.
La clasificación de las instituciones procesales, por tanto, se basa en la concreta
regulación legal.10 Resulta un ejercicio inútil tratar de copiar, sin más análisis, estudios que
se refieren a otras legislaciones; sin que por ello se pueda desechar las enseñanzas de los
maestros de la ciencia procesal; se necesita, más bien, aplicarlas reflexivamente al estudio
de nuestras propias construcciones legales.
Es necesario, además, observar que es característica fundamental de la lógica jurídica la
de ser logoide –utiliza procedimientos similares a la lógica formal– "la lógica jurídica es,
en rigor, logoide; no racional, sino razonable". 11 A través de la lógica se declara una
división que ya, por esencia, existe; en tanto que la división establecida en la ley no cuenta,
ni existe, hasta que el derecho la introduce e implanta, y deja de existir cuando el derecho la
borra. "La división jurídica es fijación de fronteras; la división lógica es reconocimiento de
límites".12
No divide la ley nuestros recursos, los regula; es tarea del estudioso percibir los límites
fijados por la ley, actividad también logoide: parte de reglas legales, no de verdades, y de la
opinión de la mayoría de los autores, o de los más conocidos y reputados, para llegar a
resultados plausibles, no indudables.
2.1. Medios de gravamen y acciones de impugnación
Explica Calamandrei que una de las principales actividades del Estado la constituye el
control jurídico. Se puede hablar de un control jurídico cuando la investigación se dirige a
establecer si la conducta observada por una persona en determinadas circunstancias se ha
desarrollado de acuerdo con el concreto imperativo contenido, respecto de esa misma
7
RECASENS(1973). P. 60.
8
Ibidem, p. 67.
9
Dice Viehweg (Topik und jurisprudenz): el "sistema didáctico" supone una ordenación del material jurídico con el
propósito de ofrecer, de cara a la enseñanza, una perspectiva global y adecuada del ordenamiento jurídico. GARCÍA
AMADO (1988). P. 145.
10
"La clasificación de los recursos debe hacerse en base a un determinado derecho positivo porque no es universal la
regulación de este acto procesal". IBÁÑEZ FROCHAM (1963). P. 109
11
GARCÍA BACCA(1959). P. 47
12
Ibidem, p. 33.
persona, en una norma jurídica.13
Dicho control jurídico puede estar dirigido a establecer si la actividad de los particulares
concuerda con la ley, tal es la finalidad de la jurisdicción ordinaria; pero también puede
dirigirse a la vigilancia de la actividad jurídica de los propios funcionarios del Estado, entre
los cuales se cuentan los jueces. Dentro de la jurisdicción ordinaria, la apelación tiene como
fin realizar en una segunda instancia el mismo control de la actividad jurídica de los
particulares, cumplido por el tribunal de la causa. Se trata de la misma controversia cuyo
conocimiento pasa, en los límites del agravio, al juez superior.
Por el contrario, el órgano de casación constituye un control jurídico sobre los otros
órganos jurisdiccionales, en cuanto trata de obtener que este mandato abstracto sea
exactamente comprendido en su significado de principio, en todos aquellos casos en que los
órganos jurisdiccionales deban deducir del mismo la existencia de aquellos mandatos
concretos que a su vez están llamados a controlar.14
Los medios de gravamen, como la apelación, están dirigidos a proporcionar una nueva
oportunidad de control de la actividad de los particulares, en tanto que las acciones de
impugnación, del tipo de la casación, se dirigen al control jurídico de la actividad de los
jueces. Sobre tal fundamento, Calamandrei clasificó los medios de impugnación,
distinguiendo entre medios de gravamen –recursos ordinarios– y acciones de impugnación
–recursos extraordinarios–.
En una obra que resume sus ideas, el autor citado acepta que el fundamento racional de la
distinción entre los medios ordinarios y extraordinarios es muy discutido, y observa la
correspondencia que existe en el derecho italiano con la distinción más moderna, basada en
las características intrínsecas de los recursos, entre medios de gravamen (correspondientes a
los medios ordinarios) y acciones de impugnación (correspondientes a los medios
extraordinarios).15
En unos y otros es necesario, como uno de los presupuestos para su admisión, que la
decisión haya ocasionado un agravio a quien lo interpone, pero en el medio de gravamen, el
perjuicio que causa la decisión, provoca, necesariamente, salvo desistimiento, abandono de
la instancia o inadmisibilidad, la sustitución del proveimiento impugnado por uno emanado
del juez llamado a conocer del recurso.
La apelación, medio de gravamen típico, está relacionada con el principio de doble grado
de jurisdicción, el cual supone que la decisión sucesiva de la controversia en dos instancias
tiene mayor probabilidad de alcanzar la justicia, fin último del proceso.
Al apelar se insta una nueva decisión, se provoca el examen por el Superior de la misma
controversia delimitada por la pretensión deducida en el libelo de la demanda y por las
razones de la contestación. Por el contrario, las acciones de impugnación no se basan en el
derecho a obtener una nueva decisión sobre la misma pretensión, sino en el derecho a
obtener la anulación de una sentencia por determinados vicios de forma o fondo.
Así, en las acciones de impugnación, la rescisión del fallo recurrido está supeditada a
determinadas causales y sólo cuando procede algún motivo de nulidad, se producirá la
anulación del fallo y su posterior sustitución por una nueva decisión.
2.2. Recursos ordinarios, extraordinarios y excepcionales
Tradicionalmente, la doctrina ha dividido los recursos en ordinarios y extraordinarios. El
13
CALAMANDREI(1945). PP. 31-32.
14
Ibidem, pp. 116-117.
15
CALAMANDREI(1959) p. 46.
recurso ordinario, indica Véscovi, es aquel que se da con cierto carácter de normalidad
dentro del proceso, tanto por la facilidad con que se admite, como por el mayor poder que
se atribuye al órgano jurisdiccional encargado de resolverlo. Por el contrario, el recurso
extraordinario aparece de modo excepcional y limitado, tanto porque se exigen para su
interposición motivos determinados y concretos, como por cuanto el órgano jurisdiccional
no puede pronunciarse sobre la totalidad de la cuestión litigiosa, sino solamente sobre
aquellos sectores de ella que por la índole del recurso se establezca particularmente. 16
Aun cuando frecuentemente exista correspondencia entre las dos clasificaciones antes
citadas, el criterio para establecerlas es diferente. 17 La conceptualización de la apelación
como medio de gravamen, se fundamenta en lo que se ha mantenido inmutable en el tiempo
y espacio, es decir, la revisión en una segunda instancia de la controversia planteada al juez
para su composición; en tanto que el calificativo de ordinario está basado en lo accidental,
en la facilidad para interponer el recurso y, para algunos autores, en los mayores poderes
que se otorgan al órgano decisorio. Demostración de ello es la tendencia actual en el
derecho comparado a exigir una fundamentación o formalización de la apelación. Si se
consolida tal tendencia, podría rodearse a la apelación de mayores requisitos que
posiblemente conducirían a considerarla como un recurso extraordinario, en cuanto a las
formalidades que rodean su interposición; sin embargo, continuará siendo una apelación, en
tanto constituya un control en una segunda oportunidad de la actividad jurídica de los
particulares y no un examen de la regularidad del fallo apelado. De hecho, en nuestro
proceso basta la manifestación de voluntad de apelar, en tanto que en Italia se interpone una
demanda de apelación, y en nuestro procedimiento contencioso administrativo es necesario
formalizar la apelación.
Además, existen recursos dirigidos al control de legalidad del fallo, que no se pueden
considerar medios de gravamen, y que no están rodeados de mayores formalidades, lo que
permite calificarlos de ordinarios. Tal es el caso del recurso de hecho, o de la regulación de
competencia, como se explicará luego.
Por otra parte, la característica de la revisión o invalidación de ser sustanciada en un
proceso formalmente separado de aquel que culmina con la decisión impugnada, obliga a
introducir una tercera categoría, siempre que se acepte a este medio como recurso. Jaime
Guasp combate una división tripartita de los recursos, dentro de la cual se incluyen, al lado
de los recursos ordinarios y extraordinarios, otros medios impugnativos que pueden
denominarse excepcionales:
Todavía, con independencia de los recursos ordinarios y extraordinarios, la
clasificación dominante establece la posibilidad de unos recursos excepcionales,
caracterizados más bien como acciones impugnativas autónomas, los cuales se
singularizan por romper la unidad del proceso con el proceso recurrido, y por dar lugar
a una nueva tramitación que no afecta tanto a la firmeza de la resolución, sino a su
autoridad de cosa juzgada material, ya que constituyen un ataque al proceso principal,
en vista de una acción autónoma distinta, que se ventila en proceso independiente.18
A pesar de estos argumentos, la regulación legal venezolana dirige la conceptualización
16
VÉSCOVI(1988). P. 66.
17
FERNÁNDEZ(1982). P. 239: "Puede establecerse una clasificación primaria de la división atendiendo al fundamento
de la misma: si el motivo o criterio para la división está soportado en notas esenciales constitutivas del todo a dividir,
obtendremos una división propia o per se, como la llamaban los clásicos; si, en cambio, se basa en características
accidentales, la división será impropia o per accidens".
18
GUASP, J. (1973). P. 712.
hacia la aceptación de que la invalidación es un recurso, pero de un recurso excepcional.
Por tal razón, y por la existencia de otros medios impugnativos de similares características,
es necesario adoptar la clasificación que incluye los recursos excepcionales, que se
caracterizan porque la unidad entre el proceso del recurso y el proceso recurrido, se da por
el efecto de reposición y reenvío y no por la sustanciación en un mismo proceso, dirigido a
revisar una sentencia definitiva que había alcanzado aparente firmeza. 19
3. El sistema venezolano de los recursos
El sistema venezolano de los recursos, se caracteriza, en primer término, por la tendencia
al efecto suspensivo de la ejecución del fallo definitivo recurrido.
En el derecho comparado es frecuente observar como característica distintiva entre los
recursos ordinarios y los extraordinarios, que la interposición de los segundos no detiene la
ejecución del fallo, salvo en determinados supuestos y, generalmente, previa caución para
responder por los daños causados por el retardo. En nuestro derecho positivo la apelación
de la sentencia definitiva tiene efecto suspensivo sobre el curso del proceso, en tanto que la
apelación de las interlocutorias se oirá en un solo efecto, salvo disposición especial de la
ley;20 pero no sólo la interposición de la apelación tendrá aquel efecto, sino que en general
los recursos impiden la ejecución del fallo definitivo. Así, la casación suspende los efectos
de la decisión recurrida e incluso, el pronunciamiento de un fallo favorable que es recurrido
en casación, no constituye título para que se acuerden medidas preventivas.
La oposición de terceros también suspende el curso del procedimiento de embargo,
mientras no sea decidida en primera instancia. 21 Interpuesta durante la ejecución del fallo,
puede el tercero interviniente, ante la decisión adversa, intentar juicio de tercería, que
impedirá la ejecución si aparece fundada en instrumento público fehaciente, o si el tercero
da caución.22
El recurso de invalidación, que intenta una de las partes contra una sentencia
definitivamente firme, en el sentido del artículo 524 del Código de Procedimiento Civil,
escapa al principio de suspensión de la ejecución de la sentencia definitiva; y aun en este
caso, puede el recurrente detener la ejecución 23 otorgando las mismas garantías establecidas
para acordar o suspender medidas preventivas.
Al margen de las reglas especiales antes citadas, el artículo 524 del Código de
Procedimiento Civil determina un efecto general suspensivo de los recursos en nuestro
proceso civil, al exigir como requisito para su ejecución que la sentencia haya quedado
definitivamente firme, lo cual no se produce mientras no haya precluido el lapso para
recurrir. Por ejemplo, negada la apelación, no queda firme el fallo hasta tanto no finalice el
tiempo establecido para interponer recurso de hecho, e intentado éste, la decisión no
quedará firme hasta que sea declarado sin lugar por auto que deberá, a su vez, alcanzar
definitiva firmeza.
Los mayores poderes del juez para resolver el recurso constituyen otra característica del
sistema. El principio dispositivo determina la necesidad de la actuación recursiva de parte,
pero una vez interpuesto el recurso, puede el juez, dentro de los límites característicos de

19
Artículo 272 CPC: Ningún Juez podrá volver a decidir la controversia ya decidida por una decisión, a menos que haya
recurso contra ella o que la ley expresamente lo permita.
20
Artículos 290 y 291 del Código de Procedimiento Civil.
21
Artículo 546 del Código de Procedimiento Civil.
22
Artículo 376 del mismo Código.
23
Artículo 333 eiusdem.
cada medio impugnativo, resolver al margen de los alegatos recursivos de las partes; o sea,
se requiere impulso de parte para llevar a conocimiento del juez la cuestión debatida, pero
una vez cumplidas las formalidades del recurso, no necesariamente está el juez atado a las
razones de las partes. A diferencia de la tendencia general en el derecho moderno, la
apelación en nuestro proceso civil no necesita ser fundamentada, y la casación del fallo
puede ser declarada de oficio por motivos que interesen al orden público, no denunciados
por el recurrente.
De nuevo el recurso de invalidación escapa al sistema. Sus características discordantes
han generado dudas sobre la calificación legal de este remedio procesal.
3.1. Clasificación de los recursos en el sistema venezolano
Quedó expuesta la distinción de Carnelutti, entre medios de impugnación (recursos) y
medios de invalidación. Ahora bien, su traslado directo al derecho venezolano encuentra un
obstáculo semántico: nuestra ley denomina recurso de invalidación al medio procesal
denominado revisión en la mayoría de los sistemas positivos, y en Italia designado
revocación; por lo cual resultaría confuso adoptar la terminología carneluttiana. En lo
sucesivo se utilizará la frase "demandas de nulidad" en lugar de "medios de invalidación",
conservando el sentido indicado por el autor.
El recurso de casación pertenece al campo de la impugnación –explica Carnelutti– y no
al de la invalidación (demanda de nulidad), aunque el pronunciamiento de la Sala
generalmente se limita al juicio rescindente que casa (anula) el fallo, porque éste no
constituye más que la primera fase de un remedio que se agota con el juicio rescisorio
pronunciado por el juez de reenvío.24
Dentro de este planteamiento, se debe considerar la invalidación como un recurso, tal
como lo sitúa el legislador venezolano. La declaratoria de procedencia del recurso de
invalidación da lugar a la reposición del proceso al estado de interponer nuevamente la
demanda, en los casos de falta de citación, error o fraude en la citación, o citación del
menor o entredicho, o al estado de nueva sentencia, en los demás supuestos, lo cual
implica, al menos en estos últimos casos, que la decisión rescindida va a ser sustituida por
un nuevo pronunciamiento (juicio rescisorio). Este efecto le confiere naturaleza de recurso,
al margen de su ubicación como tal en el Código vigente, lo cual no sería determinante,
pues la ley denomina también "recurso" al juicio de queja para hacer efectiva la
responsabilidad civil de los jueces, procedimiento especial que no puede ser calificado de
recursivo, porque la sentencia que se dicte deberá limitarse a establecer la responsabilidad y
ordenar la indemnización, y "no afectará en manera alguna lo juzgado en el asunto civil al
cual se refiere la queja, debiendo abstenerse el Tribunal sentenciador de mezclarse en él".25
La demanda de nulidad conduce a la rescisión del acto cuya invalidación se pretende,
pero el procedimiento se agota en esa declaratoria. En anterior edición de esta obra, se
explicó que una sentencia de amparo constitucional contra una decisión judicial, de acuerdo
con lo establecido por la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, suspende los efectos del proveimiento judicial, pero a esta orden no sigue
una nueva decisión. Se incluyó en aquélla oportunidad el amparo constitucional entre las
demandas de nulidad porque, aunque formalmente no anula el fallo sobre el que recae la
sentencia de amparo, lo priva de efecto, y no puede considerarse subsistente una sentencia

24
Ibidem, p. 616.
25
Artículo 849 del Código de Procedimiento Civil.
que carece de fuerza ejecutiva.26
En aquél momento, se advirtió que algunas decisiones de amparo de la Sala de Casación
Civil, ordenaron al tribunal agraviante dictar nueva sentencia, lo cual revelaba una
evolución del amparo contra decisiones judiciales, que podía conducirlo hacia la categoría
de recurso.
Lo que se había observado como una tendencia es ahora regla de decisión. Para
demostrarlo basta citar, a título de ejemplo, algunas sentencias de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia en las cuales se ordena la reposición de la causa.
Reposición en amparo contra sentencia:
Por los fundamentos antes expuestos, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, en nombre de la República y por autoridad de la Ley, REVOCA la sentencia
dictada el 18 de junio de 2002, por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil y
del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, que
declaró la extinción de la instancia por abandono del trámite en el proceso referido a la
acción de amparo constitucional interpuesta por la ciudadana Karina Mercedes Uribe
Rodríguez, contra el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del
Transito de la misma Circunscripción Judicial y, REPONE la referida causa al estado
de realizarse nuevamente la audiencia pública.27
Reposición al estado de que se dicte nueva sentencia de fondo en juicio de alimentos, con
sujeción a lo decidido por la Sala Constitucional:
La Sala considera que la declaratoria de paternidad no puede provenir de un proceso de
pensión de alimentos, donde el supuesto padre niega tal condición, ya que para que
exista judicialmente una declaratoria de filiación, en particular de paternidad, es
necesario que exista una sentencia en un procedimiento de inquisición de paternidad.
Menos aún no puede existir una declaratoria de paternidad producto de una confesión
ficta en juicio diferente al de inquisición de paternidad; y menos en el caso de autos,
cuando la confesión no tuvo lugar.
En consecuencia, la Sala declara con lugar el amparo incoado por el abogado [...]
contra la sentencia dictada el 19 de septiembre de 2002 por el Juzgado Superior
Segundo en lo Civil, Mercantil y de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado
Lara, la cual se anula y se repone la causa al estado en que se dicte nueva decisión con
estricta sujeción a lo aquí decidido.28
Reposición al estado de que se notifique la sentencia de calificación de despido:
En este contexto esta Sala estima que, la falta de notificación de la sentencia dictada
fuera de lapso a las partes resulta violatoria del derecho a la defensa, por cuanto la hoy
accionante se vio impedida de ejercer en el lapso legalmente establecido el recurso
correspondiente contra una decisión que la desfavorecía y que tenía derecho a
impugnar.
Decidido lo anterior considera esta Sala que la mencionada decisión dictada por el
referido Juzgado Superior debe ser revocada y en consecuencia, se repone la causa al
estado de que la decisión del 6 de junio de 2002, dictada por el Juzgado Primero de
Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Lara, le sea
notificada al accionante, a efectos del transcurso de los lapsos de Ley. Así finalmente se
26
Cf. MEJÍA(1992c).
27
Decisión 16-3-2004. TSJ-SC.
28
Decisión 19-2-2004. TSJ-SC.
declara.29
Reposición al estado de que se notifique para la contestación a la demanda:
En el presente caso, la Sala observa que el presunto agraviante admitió la reforma de la
demanda luego de haber transcurrido poco más de un (1) mes desde su interposición, y
en el auto de admisión, además de no emitir pronunciamiento alguno respecto de las
cuestiones previas opuestas y de no dictar un nuevo decreto de intimación, tan solo le
concedió cinco (5) días al demandado para contestar, lapso que no está previsto en
ninguna disposición de la Ley Adjetiva Civil.
[...]
En virtud de lo antes expuesto, la Sala considera que la apelación interpuesta debe ser
declarada con lugar, y que la decisión dictada por el Juzgado Superior en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito, del Trabajo, de Protección del Niño y del Adolescente y de
Estabilidad Laboral de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar el 14 de agosto de
2002 debe ser anulada. Igualmente se declara con lugar la acción de amparo
constitucional ejercida por los abogados Mary Carolina Vargas Hernández y César
Alfredo Hernández Hernández, en su carácter de apoderados judiciales del ciudadano
José Rafael Marsiglia Villegas; en consecuencia, siendo que ya se produjo en el
procedimiento por intimación la oposición al decreto de intimación contemplada en los
artículos 651 y 652 del Código de Procedimiento Civil, se repone la causa al estado de
emplazar al demandado para que proceda a dar contestación a la demanda interpuesta.
Así se decide.30
Este efecto repositorio establece el lazo de unión entre el proceso en el cual se dictó la
sentencia recurrida y el procedimiento del recurso, lo cual conduce a calificar el amparo
contra sentencia como un recurso excepcional.
Similar es la naturaleza de la revisión constitucional establecida por el artículo 336 de la
Constitución:
Son atribuciones de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia:
10. Revisar las sentencias de amparo constitucional y de control de constitucionalidad
de leyes o normas jurídicas dictadas por los Tribunales de la República, en los términos
establecidos por la ley orgánica.
Esta facultad ha sido extendida por la doctrina de esa Sala a supuestos diferentes a los
literalmente establecidos en el texto constitucional, en los cuales admite la revisión:
Sólo de manera extraordinaria, excepcional, restringida y discrecional, esta Sala posee
la potestad de revisar lo siguiente:
1. Las sentencias definitivamente firmes de amparo constitucional de cualquier carácter,
dictadas por las demás Salas del Tribunal Supremo de Justicia y por cualquier juzgado o
tribunal del país.
2. Las sentencias definitivamente firmes de control expreso de constitucionalidad de
leyes o normas jurídicas por los tribunales de la República o las demás Salas del
Tribunal Supremo de Justicia.
3. Las sentencias definitivamente firmes que hayan sido dictadas por las demás Salas de
este Tribunal o por los demás tribunales o juzgados del país apartándose u obviando
expresa o tácitamente alguna interpretación de la Constitución contenida en alguna
sentencia dictada por esta Sala con anterioridad al fallo impugnado, realizando un
29
Decisión 16-12-2003. TSJ-SC.
30
Decisión 15-5-2003.
errado control de constitucionalidad al aplicar indebidamente la norma constitucional.
4. Las sentencias definitivamente firmes que hayan sido dictadas por las demás Salas de
este Tribunal o por los demás tribunales o juzgados del país que de manera evidente
hayan incurrido, según el criterio de la Sala, en un error grotesco en cuanto a la
interpretación de la Constitución o que sencillamente hayan obviado por completo la
interpretación de la norma constitucional. En estos casos hay también un errado control
constitucional.31
Pues bien, este medio impugnativo, que de acuerdo con el criterio de la Sala se tramita
por el mismo procedimiento del amparo, también tiene un efecto repositorio, del cual la
sentencia que se cita es sólo una muestra:
En el caso presente, considera esta Sala que constituye una violación a los derechos a la
tutela judicial efectiva, a la defensa y al debido proceso, consagrados en los artículos 26
y 49.1 constitucionales, el que la Sala Político-Administrativa de este Tribunal Supremo
de Justicia, al percatarse que ella era la competente para conocer de un juicio que le
había sido declinado, haya procedido inmediatamente -luego de la determinación de la
competencia- a verificar si se daban los supuestos de la perención, toda vez que lo
correcto era pasar al estado de admisión o no de la demanda interpuesta, en virtud de
que las partes, en este caso la recurrente, no podía consignar ningún escrito que tuviese
relación con el mérito de lo que se tenía que decidir. Es así, como considera esta Sala
que, en el presente caso, al tener que decidirse una declinatoria de competencia, la
causa se encontraba en un estado similar al de "vistos", y por lo tanto, existía una
obligación para el órgano jurisdiccional de decidir la declinatoria para luego entrar -en
caso de que fuese así- a conocer respecto de la causa, para brindarle a las partes sus
derechos a la defensa, al debido proceso y, sobre todo, a la tutela judicial efectiva.
Con vista a lo expresado precedentemente, esta Sala, para garantizar la uniformidad de
la interpretación de las normas y principios constitucionales, en ejercicio de las
potestades que tiene atribuidas en materia de revisión, declara la procedencia de la
revisión de la decisión N° 0521 dictada por la Sala Político-Administrativa, del 19 de
marzo de 2002, por violar los derechos a la tutela judicial efectiva, a la defensa y al
debido proceso consagrados en los artículos 26 y 49.1 de la Constitución, y como
consecuencia de ello, revoca la sentencia objeto de la solicitud y repone la causa al
estado de dictar sentencia de admisión o no. Así se declara.32
Constituye ejemplo de demanda de nulidad, aquella dirigida a declarar la falsedad de un
estado o situación jurídica previamente establecidos, prevista en el artículo 507, ordinal 2º,
del Código Civil, que regula el efecto de las sentencias declarativas de un estado civil, 33 y es
aplicable también al procedimiento declarativo de prescripción por remisión del artículo
696 del Código de Procedimiento Civil. Esta demanda, si es procedente, sólo conduce a la
declaración de la falsedad del estado civil o de la prescripción adquisitiva declarada en la
sentencia que había alcanzado firmeza, sin que se ordene el pronunciamiento de un nuevo
fallo como parte de la misma actividad procesal.
Tanto los medios de impugnación como las demandas de nulidad son manifestaciones de
un género mayor, el de los remedios judiciales, al alcance de los ciudadanos para reparar la
31
Decisión 6-2-2001. TSJ-CC.
32
Decisión 4-11-2003. TSJ-SCC.
33
"(...)dentro del año siguiente a su publicación podrán los interesados que no intervinieron en el juicio, demandar a todos
los que fueron parte en él, sin excepción alguna, para que se declare la falsedad del estado o de la filiación reconocidos en
el fallo impugnado".
injusticia o la ilegalidad –lato sensu– de un proveimiento judicial.
La ubicación de la invalidación como recurso ha sido objeto de diversas críticas entre las
cuales se destacan las formuladas por José Rodríguez Urraca, en Venezuela, y Jairo Parra
Quijano, en Colombia. Observa el primero que los recursos se anuncian mediante un simple
escrito interpuesto ante el juez que ha dictado la primera sentencia, mientras que la
invalidación constituye un recurso que debe estar precedido por una demanda y continuar
por el procedimiento ordinario, lo que se traduce en un sistema incongruente, y un sistema,
para ser tal, requiere congruencia entre sus distintos componentes.34 Véscovi mantiene una
posición similar, aunque menos enfática, basada en que mediante la revisión se introduce
una nueva pretensión, en un plazo no determinado en forma previa, y su presentación no
paraliza la ejecución (salvo casos excepcionales).35
Tal vez la mayor objeción a la ubicación de la invalidación como recurso se centra en
que constituye un nuevo ejercicio del derecho a la acción, que da origen a un proceso
independiente en su desarrollo, aunque no en su resultado, de aquel que dio origen al juicio
que se pretende invalidar, de modo que contra la sentencia de invalidación puede
interponerse recurso de casación, todo lo cual lo acerca a los remedios procesales que antes
se denominaron demandas de nulidad.
La Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia considera que la invalidación
no es un recurso:
Ahora bien, no obstante que el legislador ubicó la institución de la invalidación en la
parte referente a los recursos, inmediatamente después del recurso extraordinario de
casación, es preciso señalar las diferencias que existen entre ellos, como son: 1) que la
invalidación se inicia mediante demanda y se sustancia por los tramites del juicio
ordinario, y el recurso de casación se inicia con una promesa de formalizar que es el
anuncio y se sigue por un procedimiento especial; 2) ambas instituciones se proponen
por causales diferentes; 3) para que pueda admitirse el recurso de casación es preciso
que el juicio principal exceda de cinco millones de bolívares, y en la invalidación es
irrelevante a los efectos de la interposición ya que puede proponerse
independientemente del interés principal del juicio a invalidar.
Son entonces los precedentes motivos, que la Sala comparte plenamente, los que hacen
concluir que el procedimiento de invalidación constituye un juicio y no un recurso, por
tanto, la naturaleza jurídica es la de ser una demanda o juicio de invalidación, en el cual
el fin perseguido no es otro que privar de los efectos jurídicos válidos, a una sentencia
ejecutoriada o un acto que tenga fuerza de tal, como lo dispone el artículo 327 del
Código de Procedimiento Civil; conclusión que se refuerza a la letra del artículo 330
eiusdem, al exigir que la invalidación se interpondría por escrito que llenará los
requisitos del 340 ibidem, es decir, deberá cumplir con los requisitos de un libelo de
demanda, conforme lo expresó esta Sala en decisión de fecha 15 de noviembre de 2002,
(caso: Carmen Cecilia López contra Miguel Ángel Capriles Ayala) expediente N° 99-
003, sentencia N°4), en la cual señaló:
“...En ese sentido, al invocar el demandante dicha causal, sólo tocaba al Juez, examinar
las condiciones referidas a las de admisión de la demanda contempladas en el artículo
341 eiusdem, en cuanto a que no sea contraria al orden público, a las buenas
costumbres o a alguna disposición expresa de la Ley, toda vez que el mencionado
34
RODRÍGUEZ(1990). P. 202
35
VÉSCOVI(1988). P. 341
artículo 328, no está circunscrito a causas de inadmisibilidad sino a los supuestos de
hecho que bien pudieran invalidar una sentencia, lo cual sin lugar a dudas es materia
probatoria. En consecuencia, siendo que la acción de invalidación intentada, no es
contraria al orden público, a las buenas costumbres ni a alguna disposición expresa de
la Ley, su admisibilidad es procedente en derecho...”.
En consecuencia, se deja sentado que la invalidación debe ser conceptualizada por el
foro nacional como juicio autónomo o demanda de invalidación.
Es pedagógicamente pertinente acotar que, lo precedente no desvirtúa la constante y
pacífica doctrina de la Sala en cuanto al cumplimiento del requisito de la cuantía para
la admisibilidad del recurso de casación en los juicios de invalidación.36
Sin embargo, el efecto repositorio de la sentencia de invalidación y el carácter
subordinado respecto a un juicio principal que le otorga la Sala, aconseja optar por su
ubicación dentro de los recursos que establece la ley, y aceptar así la clasificación tripartita
antes expuesta, para llegar a la conclusión de que se trata de un recurso excepcional, con
características claramente diferenciadas de los otros recursos.
Ya quedó establecido que la clasificación de los recursos en medios de gravamen y
acciones de impugnación se fundamenta en lo que ha permanecido estable en el tiempo y
en el espacio. Ahora bien, la clasificación de Calamandrei encuentra el obstáculo del uso
preponderante en la ciencia procesal actual del vocablo acción en su sentido abstracto,
como facultad de provocar la actividad de la jurisdicción; es decir, el poder jurídico que
tiene toda persona para acudir ante los jueces en demanda de amparo a su pretensión.37
Cuenca utilizó la palabra acción en este sentido, el cual corresponde al uso generalizado
en los estudios procesales de los últimos años, pero sostuvo, tal como se explicó antes, la
tesis de la multiplicidad de acciones dentro del mismo proceso. Ahora bien, la existencia de
sucesivas acciones, que van impulsando el proceso, es un concepto hoy abandonado. Sin
dejar de tener en cuenta el continuo vaivén del pensamiento, hablar hoy de acciones
sucesivas implica fundamentar nuestras ideas en una posición contraria al desarrollo actual
de la ciencia procesal, por lo cual es conveniente conservar la idea fundamental, aislándola
de la discusión sobre el concepto de acción.
Tal como lo explica Ibáñez Frocham, entre la "acción" y el "recurso" existe la relación de
la parte al todo. Concebida la acción como el derecho a la jurisdicción –coexistente en el
sistema constitucional venezolano con el derecho de petición– que se manifiesta en la
"demanda" que inicia el "proceso", se advierte que el "recurso" es petición menor, en
cuanto con él se pide la rectificación de algún error del Tribunal. 38 Este concepto de la
petición menor está implícito en nuestra doctrina de casación sobre el vicio de
incongruencia. El artículo 243, ordinal 5º del Código de Procedimiento Civil obliga
literalmente a atenerse a la pretensión deducida en el libelo de la demanda y a las
excepciones y defensas opuestas en la contestación, puesto que con ésta precluye la
oportunidad de alegar nuevos hechos, pero "si en los informes la parte expone peticiones o
alegatos que puedan tener influencia determinante en el juicio, el juez tiene que
pronunciarse sobre esos alegatos, ya que de lo contrario incurre en la violación de las
normas denunciadas por el recurrente".39

36
Decisión 24-3-2003. TSJ-SCC.
37
COUTURE(1981). P. 61
38
IBÁÑEZ FROCHAM(1963). P. 89
39
Decisión 17-3-1993. CSJ–SCC. Criterio parcialmente ratificado en 27-4-04. TSJ-SCC.
El recurso no inicia ningún "juicio" o proceso, dice Ibáñez; el acto en que se interpone un
recurso no es equiparable en sus requisitos a una demanda. Cuando la doctrina italiana
habla del "giudizio di apello" tiene naturalmente en cuenta su propio derecho: su
organización judicial; su legislación procesal. En el estudio y en la invocación del derecho
comparado esto es de primordial importancia: ubicar a ese determinado derecho en su
propio medio.40
La pretensión, siempre dentro de las definiciones de Ibáñez, es la afirmación de un sujeto
de derecho de merecer la tutela jurídica y, por supuesto, la aspiración concreta a que ésta se
haga efectiva. En otras palabras, la autoatribución de un derecho por parte de un sujeto que
invocándolo pide concretamente que se haga efectiva a su respecto la tutela jurídica. 41 Así
pues, el contenido de la pretensión es el derecho que se hace valer en el proceso; las
peticiones o alegaciones que se formulen en el curso del proceso no constituyen nuevas
pretensiones, sino alegatos o peticiones menores, que el juez debe resolver.
La demanda es la actuación procesal mediante la cual se ejerce la acción y se interpone la
pretensión. Al lado de este concepto material de demanda, existe en nuestro Código de
Procedimiento Civil un concepto formal, implícito en el artículo 339 de ese cuerpo legal, 42
de acuerdo con el cual la demanda es simplemente el acto introductorio del procedimiento
ordinario.
Las peticiones formuladas en el curso del proceso no constituyen nuevas demandas, con
nuevas pretensiones; sin embargo, existen puntos de contacto entre algunas de estas
peticiones y la estructura de la demanda.
De acuerdo con Carnelutti,43 el esquema del proceso civil se reduce a un diálogo entre las
partes y entre éstas y el juez, en el cual alternan continuamente instancias y alegaciones, y
por ello, si bien su función y su estructura son distintas, el indisoluble ligamiento lógico y
práctico, en virtud del cual las alegaciones sirven de premisa a las instancias, hace que el
problema formal de unas y otras sea el mismo.
Para comprender esa indisoluble unión, explica Carnelutti, hace falta partir del principio
de que la instancia no se limita a pedir al juez un proveimiento cualquiera, sino uno
favorable a la parte que lo solicitó. Por consiguiente, si lo que la parte pide es un
proveimiento favorable a su interés, es al menos de suma conveniencia que indique las
razones del proveimiento reclamado, y de ahí que la instancia se combine con la alegación
en el acto (compuesto) al que se da más propiamente el nombre de demanda: instancia y
alegación son los dos actos simples, distintos técnica y jurídicamente, que se combinan en
la demanda.
La idea del proceso como diálogo entre las partes y el juez, en el cual alternan
continuamente instancias y alegaciones, demuestra que para el autor comentado demanda
es toda actuación procesal en la cual se dan las notas características de instancia y
alegación. El hecho de no utilizar el término demanda en el sentido general expresado,
restringiéndolo al acto introductorio del proceso, no impide observar que en las peticiones
menores formuladas en el curso del proceso, puede añadirse a la solicitud de un
proveimiento judicial –instancia, en el lenguaje de Carnelutti– la alegación de las razones
que sustenten lo pedido.
40
Ibid, p. 91.
41
Ibid, p. 72.
42
El procedimiento ordinario comenzará por demanda, que se propondrá por escrito en cualquier día y hora ante el
Secretario del Tribunal o ante el juez.
43
CARNELUTTI(1944). PP. 319-320.
Para salvar el obstáculo, ya señalado, del uso hoy no generalmente aceptado, de la
palabra acción para referirse al impulso procesal dado por la actuación de parte en el curso
del proceso, tomando en cuenta que tanto el ejercicio de la acción como la petición menor
implican un acto de parte, en el segundo caso dirigida a impugnar una decisión judicial, se
utilizará la frase "peticiones de impugnación", para referirse a aquellos medios de
impugnación, que impliquen la interposición de un nuevo argumento, dirigido a demostrar
la revocabilidad o nulidad del fallo recurrido, el cual es diferente de los que sostienen la
pretensión hecha valer con el libelo, y a las razones de la contestación.
Así pues, en lugar de demanda de casación, se hará referencia a una solicitud de
casación, que comienza con el anuncio del recurso y se perfecciona con la alegación de las
razones que fundamentan la nulidad o anulabilidad del fallo. En cambio, es posible hablar
de demanda de invalidación que contiene como pretensión la nulidad del fallo invalidable.
Tal como se señaló, Calamandrei identificó los medios de gravamen con los recursos
ordinarios y las acciones de impugnación con los recursos extraordinarios. 44 En el derecho
bajo el cual escribió Calamandrei pueden coincidir tales conceptos, pero se trata de
clasificaciones, se insiste, cuyo criterio de distribución es diferente. Es regla fundamental
que una misma división no puede tener fundamentos distintos: al cambiar de fundamento,
se cambia el tipo de partes en que se divide el todo, por lo que no es la misma división, sino
una distinta.45
El abandono de la tesis de las acciones sucesivas permite constatar la existencia de
peticiones ordinarias de impugnación, que sostienen un recurso cuya decisión no va a
recaer sobre la pretensión que se hace valer en el libelo, sino sobre la validez de la decisión
impugnada. Tal es el caso del recurso de hecho, o de la regulación de la competencia,
verdadero recurso en nuestro proceso, porque está dirigida a impugnar una decisión
judicial.
Cabe insistir en que, en nuestro sistema procesal, no coincide la división de los recursos
en ordinarios y extraordinarios, con la expresada, de medios de gravamen y peticiones de
impugnación, porque existen peticiones ordinarias de impugnación que comparten el
carácter de recurso ordinario con los medios de gravamen, debido a que se dan con cierto
carácter de normalidad, dentro del proceso, tanto por la facilidad con que se admiten como
por el mayor poder que se atribuye al órgano jurisdiccional encargado de resolverlo. En
efecto, constituyen recursos ordinarios, en el sentido tradicional, entre otros, el recurso de
hecho, la regulación de competencia, la ampliación del fallo y la revocatoria por contrario
imperio, cuando es solicitada por la parte.
Puede afirmarse que se trata de clasificaciones distintas, lo cual no impide que una vez
catalogados los recursos en medios de gravamen, o más propiamente, medios de sólo
gravamen, y peticiones de impugnación, se observe que todos los medios de gravamen son
recursos ordinarios en el sistema venezolano, y que en las peticiones de impugnación se
puede distinguir, siguiendo un criterio diferente y, por tanto, estableciendo una clasificación
distinta, las ordinarias, las extraordinarias y las excepcionales.
En resumen, la apelación es un medio ordinario de gravamen, en tanto que la regulación
de competencia, el recurso de hecho, la solicitud de ampliación del fallo, el recurso
ordinario de nulidad, la revocatoria por contrario imperio a solicitud de parte, el reclamo

44
"(...) la diferencia entre los medios ordinarios y los extraordinarios para impugnar las sentencias consiste en
que los primeros son medios de gravamen, mientras los otros son acciones de impugnación. Ibidem, p. 231.
45
FERNÁNDEZ(1982). P. 241.
ante el comitente y la oposición de parte a las medidas cautelares, son peticiones ordinarias
de impugnación.
Es pertinente recordar que se denomina "oposición" a la impugnación de una decisión,
que fue pronunciada sin oír al interesado.
Son peticiones extraordinarias de impugnación el recurso de casación y la oposición de
terceros al embargo y, por último, la invalidación, el amparo contra decisiones judiciales y
la revisión constitucional son peticiones de impugnación de carácter excepcional.
En el derecho italiano se incluye, entre los medios de gravamen la oposición del
contumaz, diferente de la apelación. En Venezuela no existe tal recurso, por lo cual, a
primera vista, los medios de gravamen parecen ser una clase con una sola especie. Sin
embargo, el procedimiento por intimación constituye un procedimiento monitorio mixto, 46
en el cual la sola voluntad del intimado provoca la revisión, por el mismo juez, de la
controversia planteada en la demanda o solicitud de intimación, dejando sin efecto el
decreto de intimación.
Carnelutti distingue diferentes géneros de impugnación. En tal sentido clasifica la
impugnación en reparación y renovación. En el primer caso, el procedimiento que sustituye
al impugnado se presenta como más idóneo para engendrar un acto justo; en la renovación,
cuyo mejor ejemplo es la apelación, tal característica no está presente.
Cuando la reparación consiste en conducir el nuevo procedimiento con la acción de una
parte que no estuvo presente en el proveimiento precedente, recibe el nombre de
oposición. Pertenecen a esta categoría la oposición del contumaz, la oposición del
tercero y la oposición contra el decreto de conminación.47
Para dicho autor48, los recursos ordinarios se diferencian de los extraordinarios porque en
los primeros el iudicium rescindens se confunde con el iudicium rescissorium, en tanto que
en las impugnaciones extraordinarias aparecen nítidamente diferenciados. Ahora bien, antes
se eligió como criterio diferenciador los menores requisitos de los recursos ordinarios, y se
sustentó la clasificación de éstos en medios de gravamen y peticiones de impugnación,
siendo los primeros ordinarios, en el sentido de las formalidades que lo rodean y no por la
sustitución del proveimiento impugnado en el mismo acto.
Si se admite como característica necesaria de los medios de gravamen la apertura de un
segundo grado de conocimiento, no se puede considerar la oposición a la intimación dentro
de esta categoría; pero si se entiende que la relación con el principio de la doble instancia es
una característica específica de la apelación, y en el derecho italiano de la oposición del
contumaz, se estará en presencia de un nuevo medio de gravamen.
Quedan fuera del sistema de recursos los medios no recursivos de impugnación, no
dirigidos a combatir una decisión judicial, como el procedimiento de nulidad incidental o la
tacha de documentos y las demandas autónomas de nulidad.
Como síntesis de las ideas expresadas, se puede elaborar el siguiente esquema de los
remedios procesales:
1. Recursos
1.1. Medios de gravamen

46
Cf. CALAMANDREI(1953). PP. 30-31. Este autor otorga el carácter de impugnación a la oposición del contumaz y a la
oposición de terceros, pero no a la oposición a la inyucción.
47
CARNELUTTI(1944). T. III, p. 621. El decreto de conminación es la orden de pago del procedimiento monitorio o por
intimación.
48
Ibidem, pág. 625.
1.1.1. Siempre ordinarios:
Apelación, oposición a la intimación
1.2. Peticiones de impugnación
1.2.1. Ordinarias:
Regulación de competencia, recurso de hecho, aclaratoria y ampliación del
fallo, recurso ordinario de nulidad, recurso de nulidad en casación,
revocatoria por contrario imperio a solicitud de parte, reclamo ante el
comitente, oposición de parte a medidas preventivas
1.2.2. Extraordinarias:
Casación, oposición de terceros al embargo
1.2.3. Excepcionales:
Invalidación, amparo contra decisiones judiciales, revisión constitucional.
2. Medios no recursivos de impugnación
Procedimiento de nulidad incidental, tacha de testigos, tacha documental
3. Demandas de nulidad
Demanda de falsedad del artículo 507, ordinal 2º, del Código Civil

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