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MÓDULO IV

Actos procesales avanzados

SUMARIO: Confección de recursos a partir de resoluciones judiciales


(2 niveles de práctica: reposición y apelación). Aspectos prácticos
respecto de la posibilidad y fundabilidad de los recursos. Estructura
del escrito de impugnación. Individualización del agravio. Planteos
de inconstitucionalidad. Oportunidad y cuestiones a destacar en su
formulación.

Concepto y fundamento de la facultad de impugnar las decisiones


judiciales

Si los hombres (o al menos, los jueces) nunca se equivocaran, es de suponer


que el proceso judicial que rigiera en esa hipotética sociedad humana,
carecería de medios de impugnación respecto de las resoluciones que se
tomaran en el mismo. Pero, como todos sabemos, los humanos somos
seres falibles. De esa circunstancia humana, parte el fundamento básico

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de las vías impugnativas: como los jueces pueden errar en su juicio, quien
así lo considere podrá, a través de tales medio, lograr el re-examen de tal
resolución. Dos pares de ojos ven más que uno, diría el dicho popular.

De un modo general, podemos referirnos a la impugnación dentro del


ordenamiento jurídico como aquel acto dirigido específicamente a refutar
una exteriorización de voluntad de persona distinta de quien la realiza,
por entender que afecta la misma sus intereses.

Dentro de tal género, podemos definir a los medios impugnativos de


resoluciones judiciales, como aquellas facultades de naturaleza procesal,
que la ley acuerda, bajo determinados supuestos de tiempo, fácticos,
materia o forma, a quien se considere agraviado por una resolución judicial
o equiparada a tal, y que resultan hábiles para provocar un re-examen
parcial o total de la materia de agravio, y en su caso, para modificar o dejar
sin efecto dicha resolución, si a resultas de dicho examen, si estableciere
la procedencia jurídica del agravio y por tanto, la discordancia de la
resolución para con el derecho vigente.

Con la impugnación se tiende entonces a corregir la falibilidad del juzgador,


y con ello, a lograr la eficacia del acto jurisdiccional.

Naturaleza procesal y elementos

Resultan ser una facultad, por cuanto el uso o no de los mismos queda
librado a la discreción de las partes, sin que la omisión del ejercicio de
los mismos le acarree, por sí misma, consecuencia gravosa alguna, como
ocurre respecto de las cargas procesales. Tampoco es un derecho, porque
no tiene su correlativo deber.

Es asimismo una actividad procesal, por cuanto cualquier planteo recursivo


no se agota en un solo acto, sino que se despliega a través de un trámite
secuencial de actos sucesivos.

Desde la dimensión valorativa del recurso, debemos distinguir lo referente


a su admisibilidad de su procedencia. Siendo la primera, el juicio acerca
si posee los elementos imprescindibles a los efectos de poder ser tratado
(legitimidad, existencia de resolución, recurribilidad de ella, situación

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desfavorable de la parte frente a sus términos), en tanto que la segunda
refiere a su grado de acierto, a su eficacia en específico para poder
modificar o dejar sin efecto una resolución determinada, en un caso
concreto.

Se trata igualmente, de una actividad eventual y complementaria, es decir,


no integra el trámite del proceso en todos los casos, como que no resulta
susceptible de generarse de forma autónoma, por cuando presupone
primeramente la existencia de una resolución.

Todo planteo recursivo tiene por objeto la obtención de un nuevo


pronunciamiento jurisdiccional que deje sin efecto el mandato contenido
en la resolución impugnada. Y en cuanto tal resolución se asienta en un
juicio lógico, la fundamentación recursiva se dirige a demostrar los errado
de tal juicio, por lo que en rigor de verdad, lo que se ataca no es “qué” se
ha decidido sino el “por qué” de tal decisión.

Tal y como manifiesta Alsina “... así como el interés es la medida de la


acción, el agravio es la medida en el recurso…”1. De ello se deriva que sólo
se hallan legitimados para recurrir, aquellos que se ven afectados por la
medida del caso. Suponiendo esto, una legitimación recursiva que, si bien
normalmente agotará su alcance dentro del proceso, otras veces podrá
extenderse fuera del mismo, y en no pocos casos, será por la inexistencia
de perjuicio, más reducida que la de las partes intervinientes en el proceso.

Es por lo antes dicho, que la legitimación para recurrir deriva del hecho
de que la resolución que se pretenda impugnar tenga un contenido
desfavorable, es decir, depare un perjuicio. Dicho perjuicio se denomina
«gravamen», que puede ser bien de naturaleza material, bien de naturaleza
formal o procesal.

La merituación de su existencia se ha de realizar siempre desde un punto


de vista objetivo, con referencia al ordenamiento jurídico, y no según el
criterio subjetivo del recurrente y sus deseos.

Por otra parte, dicho sentido desfavorable de la resolución, ha de apreciarse


en abstracto, sin que influyan en la legitimación las posibilidades de éxito.

1 Tratado Teórico–Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, Tomo II, Com-


pañía Argentina de Editores, Buenos Aires, 1942, pág. 605- 606.

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Asimismo, para poder ser recurrida, la resolución del caso debe ser
impugnable y no haber adquirido firmeza.

En lo que respecta a la procedente del recurso, la resolución que se


impugne ha de resultar viciada, ya sea por carecer de alguno de los
presupuestos de su formación procesal que vicien su origen o forma, o
por presentar su contenido, un error in facto o in iure.

Existe error in facto cuando el juez ha resuelto por una equivocada


apreciación de la situación fáctica, en cambio el error in iure se trata de
una aplicación indebida a la situación del derecho que le corresponde.

El efecto característico de la interposición de un recurso es la suspensión


de la posibilidad que el acto recurrido adquiera carácter de cosa juzgada,
por lo que mientras se halle pendiente el recurso, cabrá la posibilidad de
modificar lo resuelto.

Dicha circunstancia que no debe confundirse con los efectos devolutivo o


suspensivo de determinadas impugnaciones, ni con la ejecutabilidad de
la decisión.

Se da el efecto devolutivo cuando conoce en el recruso un juez o tribunal


distinto de aquel que dictó la resolución combatida. En este caso, la
interposición del recurso supone el pedido de intervención a otro tribunal,
denominado ad quem, el cual adquiere competencia para conocer y
resolver el objeto del recurso. Por contraposición se denomina a quo al
juez o tribunal que pronunció la resolución recurrida.

En cambio, cuando el recurso es suspensivo, la resolución atacada no


puede generar efectos hasta tanto no se resuelva sobre el fondo del
recurso.

Clasificación de los distintos recursos

El acto de clasificar, supone el darse un determinado orden a un universo,


categoría o clase de elementos, de acuerdo a un criterio determinado,
fijado en atención a un valor tenido como relevante. Es por ello que siendo
la finalidad de la presente obra de naturaleza eminentemente práctica,
sólo vamos a exponer aquí las clasificaciones de los recursos que guardan

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relación con tal finalidad, y no las de mero valor teórico o que revisten ya
una naturaleza histórica.

De las todas las clasificaciones expuestas en la materia de las impugnaciones,


concordamos con Palacio2, en el sentido que la clasificación básica en la
cuestión, que receptan todos los ordenamientos legales en nuestro país, es
la que diferencia entre recursos ordinarios y extraordinarios. Por nuestra
parte, preferimos utilizar la expresión “genéricos” en lugar de ordinarios
y “específicos” en reemplazo de extraordinarios, por entender que tales
vocablos que se ajustan más al contenido de los mismos. Pero, haciendo
a un lado tales diferencias lingüísticas, concordamos con la doctrina en
cuanto al alcance de ambas categorizaciones.

Los medios impugnatorios puede ser clasificados en remedios y recursos,


siendo los primeros aquellos que sirven para atacar actos procesales
distintos de la resolución judicial, tales como la tacha, la oposición a la
actuación de una prueba, la nulidad de un acto jurídico procesal, entre
otros, procediendo estos sólo sobre intereses procesales. En tanto que los
recursos son los medios impugnatorios que sirven para atacar resoluciones
judiciales.

A su vez, las impugnaciones se inscriben dentro de un universo más amplio


de las denominadas “vías de reparación”, en las que se incluye medios de
subsanar errores materiales u olvidos sin que medie una impugnación del
acto o resolución (v.g. aclaratoria, retardada justicia).

Los recursos “ordinarios”

Vamos ahora a focalizarnos dentro de los tipos más comunes de recursos,


los que inevitablemente tendremos alguna vez que realizar dentro de los
procesos judiciales que gestionemos. Ellos son, fundamentalmente dos:

a) Reposición, revocatoria o reconsideración: Generalmente se halla en


los códigos en la parte de los recursos, aun cuando parte de la doctrina
le niega tal carácter, en razón de no resolverse en instancia distinta de la
producida. Resulta aquel medio de impugnación genérico que se interpone,

2 Derecho Procesal civil, Tomo V, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1979, pag. 35.

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sustancia y resuelve ante el mismo juez o tribunal que la dictó, a fin de
que la modifique o deje sin efecto por contrario imperio, procediendo
respecto de las resoluciones más simples, dictadas sin sustanciación y que
tienen por fin su ordenar e instruir el proceso.

Puede decirse a su favor que en tanto este recurso evita los gastos y
demoras que siempre supone la segunda instancia, su fundamento
se halla en razones de economía procesal. Pero se halla limitado al
tratamiento de cuestiones menores, desde que resulta muy dificultoso
que en una cuestión en la que haya habido una previa valoración judicial
con integración de elementos de fondo o aplicación razonada de principios
procesales, vaya a cambiarse lo decidido por el mismo órgano que actuó
en tal forma.

b) Apelación: es el recurso genérico que se interpone a los efectos que el


superior del juez actuante reexamine lo resuelto por el inferior.

En nuestro código se distingue entre el acto del planteo, que sólo requiere
de la expresión de la voluntad de interponerlo, de su fundabilidad, la que
se cumple con la expresión de los agravios. Siendo ésta última, el acto
procesal que “…tiene por finalidad señalar al tribunal ad quem los errores
de las conclusiones del decisorio en cuestión, dando la medida del recurso
y fijando las atribuciones de la Cámara, ya que la segunda instancia se
ocupa de la justicia de la decisión en los términos del agravio y no de la
litis según demanda y contestación pues, de serlo así trataríase de una
primera instancia repetida”.

Por regla, la concesión de la apelación tiene efectos suspensivos, pudiendo


ser interpuesta de manera autónoma o en subsidio a la reposición. Se
halla comprendido dentro del alcance del presente recurso, los vicios de
nulidad de las resoluciones por violación de las formas y solemnidades
que prescriben las leyes.

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La apelación es el más emblemático de los recursos judiciales, por eso ha
desbordado el plano judicial para ser un elemento de la cultura. Prueba
de ello es la tapa de la novela que precede este comentario, del famoso
escritor de literatura jurídica John Grisham, quien a una de sus obras más
difundidas le puso por título, precisamente a dicho recurso.

La expresión de agravios

La expresión de agravios debe ser una exposición jurídica en la que


mediante el análisis razonado y crítico del fallo impugnado se evidencie
su injusticia.

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Para fundar el recurso, en la etapa oportuna, deben expresarse los agravios.
La jurisprudencia, a este respecto, ha expresado que: “La expresión de
agravios, como acto procesal tiene por finalidad señalar al tribunal ad
quem los errores de las conclusiones del decisorio en cuestión, dando
la medida del recurso y fijando las atribuciones de la Cámara, ya que la
segunda instancia se ocupa de la justicia de la decisión en los términos del
agravio y no de la litis según demanda y contestación pues, de serlo así
trataríase de una primera instancia repetida” 3.

A mayor abundamiento, cabe destacar que el recurrente no debe olvi-


darse de criticar el decisorio impugnado, concepto distinto al de disentir,
ya que mientras aquél importa un ataque directo y objetivo de la funda-
mentación, procurando la demostración de los errores contenidos en el
pronunciamiento, el segundo es meramente la exposición del desacuerdo
con lo decidido.

PARA TENER MUY EN CUENTA

“La expresión de agravios, como su nombre claramente lo indica, supone


manifestar, expresar el perjuicio, la ofensa que el fallo le produce al
apelante, fundando en hechos y derecho. No es una simple fórmula carente
de sentido, sino que constituye una verdadera carga procesal, y para que
cumpla su finalidad debe contener una exposición jurídica que contenga
una «crítica concreta y razonada de las partes del fallo que el apelante
considere equivocadas». Lo concreto se refiere a lo preciso, indicado,
determinado, cuál es el agravio. Lo razonado indica los fundamentos, las
sustentaciones de por qué se configura el agravio. Deben precisarse así,
punto por punto, los pretendidos errores, omisiones y deficiencias que se
le atribuyen al fallo, especificando con toda exactitud los fundamentos de
las objeciones. Es decir, que deben refutarse las conclusiones de hecho y
de derecho que vertebren la decisión del a-quo, a través de la exposición
de las circunstancias jurídicas por las cuales se tacha de erróneo el
pronunciamiento”.

(Cám. Nac. Civ., Sala M, 23/12/1998, expte. nº 54.462/94, “Ángeli, Héctor


Carlos c. González, Héctor Orlando y otro s. daños y perjuicios”).

3 CCiv. y Com. Quilmes, sala I, 5/9/1995, “Municipalidad de Berazategui c. Pérez


Sánchez, Juan L.”, LL Bs. As. 1996-218.

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“Criticar” es muy distinto a “disentir”. La crítica debe significar un ataque
directo y pertinente a la fundamentación, tratando de demostrar los
errores jurídicos y fácticos que éste pudiere contener. En cambio, disentir
es meramente exponer que no se está de acuerdo con la sentencia.

(Cám. Nac. Cont. Adm. Federal, Sala II, 18/11/2008, “Barrientos, Guido
Luís y otros c/M° E –Ex Tribunal de Cuentas de la Nación –e/liquidación
s/empleo público”, en igual sentido, C.Nac.Apel.Civil., Sala A, sentencia
del 16/12/05, “Z., M. R. C/D. P., J. L. y otros”).

Estructura de un escrito impugnador

En materia recursiva, la litis o litigio se conforma de un modo

similar a la acaecida en primera instancia o instancia general de


conocimiento. Con la salvedad que las pretensiones de las partes no
se hallan en referencia ya, de modo directo, a las implicancias jurídicas
de una determinada situación acaecida en el mundo físico, sino a las
consecuencias en derecho de un acto de naturaleza jurisdiccional: la
resolución judicial.

El agravio por lo decidido, que articule una u otra parte, con más

la contestación de la contraria, es lo que fijará respecto de lo resuelto, la


litis recursiva, respecto de la que habrá de pronunciarse la alzada.

En tanto en el ejercicio de la acción corresponde por regla

a la actora, el impulso recursivo es resorte del recurrente, cualquiera sea


la posición procesal que ha cumplido durante el juicio.

Para su admisibilidad, sólo es necesario que el recurso presente sus


elementos típicos. Determinando la misma, un derecho a favor del
recurrente a que el mismo sea tratado por el trámite del caso, pero para que
éste sea procedente, es necesario que se acredite en su fundamentación
(memorial de agravios o similar), la equivocación del juzgador en la
valoración de los hechos o en la aplicación del derecho vigente.

A este respecto, el tribunal ad quem no tiene la función de revisión de todo

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lo actuado en la instancia de origen, sino que su alcance se extiende sobre
los puntos sometidos en su escrito de expresión de agravios, siempre que
los mismos se encuentren contenidos en la resolución recurrida.

En cuanto a sus aspectos propios, en el caso de los recursos ordinarios, el


escrito que funde los mismos debe contener los siguientes recaudos:

a) La individualización de la resolución contra la que se lo

articulo (Número de auto o sentencia si lo tuviese, fecha de dictado).

b) Una breve relación de la parte del contenido que nos afecta y

por lo que lo recurrimos (lo que nos “agravia”).

c) La individualización del o los agravios: El por qué lo resuelto

nos afecta de un modo antijurídico. Es la parte medular del escrito, y en


donde se funda el “agravio”, es decir se pone en evidencia el yerro de lo
decidido en términos jurídicos.

d) El pedido de revocar en todo o en parte lo resuelto y que se

dicte otra resolución en el sentido de lo que hemos expuesto nos


corresponde en Derecho.

Como se ha expresado desde la jurisprudencia: “Los agravios expuestos


deben alcanzar un mínimo de suficiencia técnica en los términos del art.
265 del Código Procesal. Ello así pues la finalidad de la ley es mantener
el debate en un plano intelectual más que verbal (conf. Sala III, causas
2465/99 del 2-2-2000; 10.703/94 del 11-4-2000, entre otras), y la meta de
la actividad recursiva consiste precisamente en demostrar el desacierto de
la resolución que se recurre y los motivos que se tienen para considerarla
errónea (conf. causas 3048/98 del 2-11-99; 56.100/95 del 7-12-99;
56.482/95 del 27-4-2000, entre otras). Lo expuesto precedentemente
se relaciona con una necesidad de articulaciones razonadas, fundadas y
objetiva sobre los errores incurridos por el juzgador. No obstante ello debo
señalar que esta Sala observa un criterio amplio para juzgar la suficiencia
de una expresión de agravios, por estimar es el que mejor se adecua a un

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cuidadoso respeto del derecho constitucional de la defensa en juicio (en
igual sentido, Sala II, causas: 5003 del 5-4-77; 5539 del 12-8-77; 6221 del
9-2-78; 5905 del 27-5-88, entre muchas otras)”.4

Veamos a continuación cómo es una “estructura básica” de una


impugnación en lo que al recurso de revocatoria o reposición se refiere:

4 Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Sala III,


28/02/2006, en autos “Puma Ag Rudolf Dassler Sport c/ Mazzei Antonio y otro s/ cese de
uso de marcas. Daños y perjuicios”.

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PLANTEA REPOSICION

Sr. Juez:

……………..(NOMBRE DEL RECURRENTE), por derecho propio,


manteniendo domicilio en………………………….., en los autos, caratulados
“……………c/……………….. – Odinario – cumplimiento de contrato”, expte.

……………… a V.S. me presento y respetuosamente digo:

1. Que en legal tiempo y forma vengo plantear reposición respecto de


la resolución de fecha……………… y que me fuera notificada por cédula el
día…………….., por los motivos que seguidamente expondré:

a) Erróneamente en la misma se dice que mi


parte……………………………………….., con agravio a mis derechos.

b) Asimismo agravia a mi parte que……………………………….

c) Por lo antes expuesto, deviene en contraria a los hechos de la


causa y el derecho aplicable a ella, la resolución que aquí se ataca.

2. Por lo antes expuesto, a V.S. solicito:

1) Tenga por interpuesto el presente recurso de reposición, en legal


tiempo y forma, en los términos planteados supra.

2) Haga lugar al mismo, dejando sin efecto la resolución atacada.

Proveer de conformidad,

SERA JUSTICIA

(FIRMA Y SELLO DEL ABOGADO) (FIRMA DEL PRESENTANTE)

Ahora vamos a mostrar los escritos típicos de la apelación. A este respecto


debemos primeramente distinguir que, a diferencia de la reposición que
se concreta en un solo acto, la interposición del recurso apelatorio implica
una secuencia de actos.

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El primero de ellos, que introduce el recurso, es el planteo del recurso. Salvo
en casos excepcionales, como el proceso de amparo o la apelación en el
proceso laboral nacional, dicho planteo se agota en la sola manifestación
de la intención de recurrir. Este vez el abogado que firma tiene poder del
cliente para actuar el juicio como su representante, por lo que sólo exige
una firma:

APELA

Sr. Juez:

(NOMBRE DEL LETRADO APODERADO), abogado del foro local, por la


representación conferida en los presentes respecto de la parte actora,
manteniendo domicilio legal en calle (NOMBRE Y NUMERO DE LA CALLE;
PISO Y OFICINA SI LOS HUBIERA) de esta ciudad, en autos caratulados:
“PASAROTTI MARA C/ PEPSIC JORGE–ORDINARIO” (Epte. Nro. ……………),
a V.S. digo:

1- Que vengo por el presente, a apelar la resolución de V.S. de


fecha……………….., por causar gravamen irreparable a nuestra parte.

Proveer de conformidad,

SERA JUSTICIA

(FIRMA DEL LETRADO APODERADO)

Una vez concedido el recurso, entonces debe “fundárselo”, es decir expre-


sar los agravios. En el ejemplo se trata de un caso de incompetencia del
fuero ordinario, por estar en juicio el Estado Nacional:

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EXPRESA AGRAVIOS. HACE RESERVA DEL CASO FEDERAL

EXCMA CAMARA:

(NOMBRE DEL RECURRENTE), manteniendo domicilio ad litem en

……………………………., en estos autos caratulados “………..C/……….–


ORDINARIO- (EXPTE. ……….), ante V.S. respetuosamente comparecemos y
decimos:

I – EXPRESA AGRAVIOS: Que atento estado de autos, en tiempo y


forma, por el presente escrito venimos a expresar agravios respecto de
la apelación concedida a nuestra parte com relación a la resolución de
fecha………..que desestimó la excepción de incompetencia opuesta de
nuestra parte.

PRIMER AGRAVIO: No se respeta la normativa constitucional que


establece el fuero federal respecto de las causas en que intervenga el
Estado Nacional:

Con arreglo a lo dispuesto por los art. 116 de la Constitución Nacional, art
2 inc. 6 de la ley 48 y 111 inc. 5 de la ley 1893, corresponde a la justicia
federal conocer de las causas en que la Nación o una entidad nacional sea
parte, aun en aquellas emergentes de las relaciones laborales (CSJN, Fallos
226:55; 249:506; 253:329. 255:327- 256:152; 259:9, 274494- 295:213
y 531; 303:434, 975 y 1384, entre otros). Ello no obsta a la jurisdicción
reconocida a la justicia del trabajo de la Capital Federal, dado el carácter
nacional de esos tribunales (CSJN, Fallos 259:9).

Se ha dicho a este respecto: “corresponde seguir conociendo en un juicio


promovido entre particulares a partir del momento en que compareció una
entidad nacional, citada como tercero en la causa” (CSJN, Fallos 294:25),
habiéndose sostenido asimismo que: “ aunque la Nación o una entidad
nacional no se haya presentado formalmente como parte en la causa, es
competente la jurisdicción federal, pues esta circunstancia se debe a la
forma y naturaleza de la demanda, tal como ha sido promovida en autos y
no a la falta de interés de la Nación acerca de la decisión a dictarse” (CSJN,
Fallos 307-1:1540).

Cabe destacar que el tercero en nuestras normas procesales, respecto de

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mi parte y en el caso de autos, se distingue de ellas únicamente por su
ingreso a posteriori de la traba de la litis, llamada por alguna de ellas.
Teniendo a partir de tal momento, los mismos deberes y facultades de las
parte y extendiéndolo que lo allí se decida (art. 435 CPCC).

Asimismo debe señalarse que la participación del Estado en el pleito se


da en los términos del art. 433 del CPCC, por lo que reviste el carácter de
obligatoria, teniéndose en vistas con ella que la sentencia que en él se
dicte pueda serle eventualmente opuesta.

No sólo por resultar el titular del inmueble cuya posesión se discute, sino
y en especial, por atacarse un acto de carácter eminentemente adminis-
trativo suyo como lo es el desvincularse de la empresa Quimar s.a., revo-
car los beneficios que le había en su momento otorgado en virtud de su
participación en la actividad empresaria de la que luego se desvincula, y
el otorgamiento de una concesión administrativa a la empresa Lockheed
Aircraft Argentina S.A. sitúan a nuestro mandante (Estado Nacional) en el
presente pleito, no en una postura en apoyo de otro, sino de defensa de
los propios actos por ella emitidos. Por resultar común la controversia en
los términos que se ha establecida (art. 433 CPCC) y teniendo en ella un
interés propio y diferenciado del de las partes originarias.

Es por ello que Estado nacional, a los efectos procesales del presente,
resulta parte. La calidad de tercero se debe a su ingreso posterior a la
traba de litis, y al ser llamado por una de las partes originarias al pleito
emplazar respecto de ella término alguno de la litis. Pero por aplicación de
los arts. 431 a 435 del CPCC cualquiera sea la forma de ingreso al proceso,
verificado dicho extremo, adquiere las mismas facultades de las partes y
se es extensible los efectos de lo que se decida en el pleito. Por lo que mal
puede considerarse, como lo realizó la Cámara al resolver formalmente
respecto de la competencia y que el a quo referencia para rechazar
nuestra petición, que se trate de un tercero en el sentido de ser ajeno a la
relación procesal.

El carácter de Orden Público de dichas normas que fijan en los presente


la jurisdicción federal no se halla discutido, siendo refrendado por en el
C.P.C.C. (arts. 1, 5, 9, concordantes y subsiguientes) que así lo impone.

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A su vez, resulta nuestra pretensión de incompetencia, jurisprudencia del
Excmo. Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Córdoba, fijada por
unanimidad in re “Burlan Roberto E. c/ Lockeed Aircraft Argentina s.a. –
Incapacidad – recurso de casación” (Sentencia Nº 247 del 12/11/1996),
la que en abono de la excepción que articulamos, y frente a un caso en
que mi mandante había sido traído a juicio de modo obligado, dijo: “ En
consecuencia, debe darse intervención al Estado Nacional en su carácter
de tercero -deudor solidario-. Por ende, el art. 48 CPT le atribuye la calidad
de parte. De tal modo y a fin de evitar un desgaste jurisdiccional que
redundará en perjuicio de los trabajadores accionantes, debe declararse
la incompetencia de la justicia laboral de la provincia para entender en la
causa (art. 116 CN).”

SEGUNDO AGRAVIO: No se tuvo en cuenta que las acciones posesorias


-especie del género- deben ventilarse en el fuero de los inmuebles objeto
de la litis -criterio de territorialidad:

No debe olvidarse asimismo que la posesión de los inmuebles por los


que la actora incausadamente accionó son bienes nacionales (arts. 2339
y 2340 CC.) y cualquier litigio sobre ellos debe ser ventilado en el Fuero
Federal (Ley 48, arts. 2º incs. 1, 4 y 6 y art. 21; Ley 3952, art. 1º).

Ha entendido la doctrina al respecto que: “es juez competente cuando


se ejerciten pretensiones reales sobre bienes inmuebles, “el del lugar
donde está situada la cosa litigiosa ...” La misma regla rige tratándose de
pretensiones posesorias, interdictos, restricción y límites del dominio…”
(Palacios, Derecho procesal)

Vale decir que, las cuestiones inmobiliarias -de dominio y posesorias- se


discuten en el mismo Fuero excepcional y no separadamente (establecido
por el propio C.P. C. C Cba. en su art. 6º inc. l). Por lo que en el caso resulta
la presente atraída por el fuero correspondiente a la discusión del dominio
de los bienes federales.

Es en virtud de todo lo antes expuesto que, la jurisdicción provincial debe


declararse incompetente remitiendo las actuaciones el Juez a su Par
Federal que en turno corresponda.

V.E. cargará con costas a la contraria en forma exclusiva en caso de


oposición.

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II - RESERVA DEL CASO FEDERAL: Siendo la materia de la competencia
de orden público y teniendo en cuenta las normas constitucionales
contenidas en el artículo 116 -de la Constitución Nacional, es que se
reitera ante el Tribunal a cargo de V. S. la cuestión o remedio federal para
el caso de que no se acoja el planteamiento de la incompetencia que se
deduce, ello así en cuanto aparecería como vulnerando expresas normas
de nuestra Carta Magna que el Estado Nacional se encuentre en pleito en
Tribunales Provinciales, cuando es el Fuero Federal por ante el único en
que puede ser llevado a juicio.

Sin perjuicio de la tipicidad apuntada, también efectuarnos reserva de


ocurrir por ante la Excma. CSJN en caso de pronunciamientos adversos
a nuestra parte que vulneren derechos de reconocidísima raigambre
constitucional tales como el debido proceso, igualdad, defensa, propiedad,
cte., reconocidos en los arts. 14, 17 y 18 de la C. N.

III - PETITUM: Por todo, a V.S. pedirnos: 1) Tenga por expresar los
agravios; 2) Sustancia el presente recurso en los términos del código de
rito; 3) oportunamente haga lugar a los mismos revocando el decisorio
atacado en lo que fue materia de agravios, declarando en consecuencia
la incompetencia provincial con costas en caso de oposición; 4) Tenga
por reiterada la reserva del Remedio Federal a los fines de ocurrir por via
del Recurso Extraordinario previsto en el art. 14 de la Ley 48 por ante la
Excma. Suprema Corte de Justicia de Nación en caso de ser negativa la
resolución a la cuestión planteada de nuestra parte.

SERA JUSTICIA

(FIRMA DEL LETRADO APODERADO)

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El planteo de inconstitucionalidad

Lo referente al planteo de inconstitucionalidad de una norma o una


decisión, guarda bastante relación con la materia de los recursos, desde
que supone igualmente una impugnación, pero ya no procesal, sino “iuris”.

El Art. 31 de la Constitución Nacional expresa: “Esta Constitución, las


leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los
tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación: y
las autoridades de cada provincia están obligados a conformarse a ellas,
no obstante cualquiera disposición en contrario que contengas las leyes,
o constituciones provinciales, salvo para la Provincia de Buenos Aires, los
tratados ratificados después del Pacto del 11 de Noviembre de 1859”.

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Similares normas contienen las constituciones provinciales respecto de
sus ordenamientos locales.

La norma citada más arriba contiene, entre otros, uno de los principios
sustantivos del ordenamiento jurídico de la República Argentina:
el principio de “Supremacía Constitucional”. El mismo establece la
supremacía de la Constitución Nacional por sobre todo el orden jurídico
Argentino. Éste debe subordinarse a aquella y no debe modificarla sino es
por el procedimiento establecido en el Art. 30 de la ley suprema.

No obstante ello, puede darse que las normas inferiores a la Constitución


Nacional, de orden federal o local, generales o particulares, puedan en los
hechos vulnerar sus disposiciones.

El planteo de inconstitucionalidad ante el órgano judicial del caso,


es el medio procesal que tiene un particular afectado por dicha
“inconstitucionalidad” para que se efectúe el control de constitucionalidad
del caso y se restablezca el orden de las cosas a lo especificado en el texto
constitucional.

El control de constitucionalidad se inicia a petición de parte y produce


efecto entre ellos. Tiene como finalidad reestablecer la armonía en el
desorden normativo que produce la inconstitucionalidad.

Respecto de su oportunidad, el pedido de declarar la inconstitucionalidad


de una norma o acto debe ser efectuado en la primera oportunidad
procesal de posible articulación.

En vistas de ello, generalmente resultará un punto dentro del escrito de


demanda o de la contestación a ella.

Pero puede resultar que la cuestión constitucional aparezca a posteriori de


esa fase postulatoria del pleito. Como por caso, por dictarse una ley que
afecta a lo que pueda decidirse en el juicio (suspensión de ejecuciones,
etc).

Veamos a continuación cómo son los requisitos elementales de un planteo


de este tipo:

a) Debe individualizar la norma, acto o conducta que se ataca.

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b) Debe expresar la norma constitucional (derecho, garantía o
facultad) contra la que se halla en pugna.

c) Debe detallar cómo es que en lo particular del presentante, esa


norma que entiende contra el orden constitucional, le agravia.

“… la atribución que tienen y el deber en que se hallan los tribunales de


justicia – nacionales y provinciales – de examinar las leyes en los casos
concretos que se traen a su decisión comparándolas con el texto de la
constitución, para averiguar si guardan o no conformidad con esta, y
abstenerse de aplicarlas si las encuentran con oposición con aquella,
constituye uno de los fines superiores y fundamentales del poder judicial
nacional y una de las mayores garantías con que se ha entendido asegurar
los derechos consagrados en la constitución contra los abusos posibles de
los poderes publico, atribución que es derivación forzosa de la distinción
entre los poderes constituyentes y legislativo ordinario que hace la
constitución, y de la naturaleza necesariamente subordinada del segundo”.

(Corte Suprema de la Nación “Fallos” 33:162; 33:194).

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